No todos los que caminan viven | Aleeah

Su paso seguro, altanero, firme por aquellas calles abarrotadas de día y tan calladas de noche, su presencia altiva, su rostro cincelado tan perfecto, tan hermoso, tan carente de vida; el ruido de sus tacones resonaba por las calles empedradas de París, el vestido largo de seda negra se arrastraba un poco, el ceñido corset que adornaba su cintura atándose en la espalda, con los cordones decendiendo por esta, el escote que dejaba entrever discretamente los montículos que formaban su pecho cubiertos por una media capa negra que llegaba a su cintura; se paró frente a la reja negra descarapelada de herrería un tanto simplona que se levantaba frente al cementerio, llevaba pegado a su pecho un ramo de flores que consiguió en el camino, su rostro de mármol lucía afligido y su mirada penetrante carente de vida no fue algo en lo que el cuidador reparara, abrió la puerta de entrada y sin realizar interrogatorio, la dejó pasar.

Avanzó unos cuantos metros, perdiéndose de la vista del vigilante, comenzó a caminar entre las tumbas y tiró las flores sin ninguna delicadeza en uno de los senderos, no iba a visitar a nadie, se abrió paso pisando las lápidas, sin mostrar respeto alguno a quienes allí descansaban, soltó su roja cabellera permitiendo que esta cayera sobre sus hombros haciéndola ver como un demonio salido del infierno, un bello desastre que sin duda sería tu última visión.

Acostumbraba ir de forma semanal al cementerio, allí encontraba fuentes de sangre que seguramente nadie reclamaría, o tardarían bastante en encontrar, aventureros que desafiaban las leyendas en busca de mausoleos llenos de tesoros inexistentes, locos que invocaban a todos los demonios descritos y que maravillados se entregan a ella sin pensar que jamás despertarán, o simplemente vagabundos, no sus favoritos por el sabor a moho en su sangre y el olor a suciedad sobre su piel; esta vez era distinto, sentía la presencia de alguien en extremo diferente, se puso a la defensiva sin dejar de buscar, sin huir, acercándose aún mas a quien tenía marcado como su próximo adversario, un poco de diversión antes de la cena, alguien que le diera batalla, un… brujo. Se detuvo en seco apoyando su espalda sobre un árbol un tanto seco y carente de vitalidad, sonrió dejando ver su brillante dentadura blanca, rozó con su lengua sus colmillos y comenzó a respirar, su cara se tornó en fragilidad extrema, y salió de su escondite como una pobre alma en pena, perdida y sin futuro.

- ¿Buenas noches? su voz fina y temblorosa, quebrándose al final de la oración - Po…porfavor, he escuchado pasos, me he perdido montó el drama perfecto, su mirada con un brillo singular matizaba su rostro de mártir y el temblor provocado en sus manos le daban el toque perfecto a la escena.

Su pecho se movía sincrónico imitando la respiración agitada de un humano asustado, aunque para estas alturas aquel hombre que se acercaba cauteloso a ella ya sabía que el demonio se encontraba frente a él; siguió el teatro y giró rápido hacia su interlocutor, colocándose una mano sobre el pecho sobresaltada - ¡Oh Monsieur! Que gusto me da encontrar alguien que respira por estos lares- cerro los ojos y agachando la cabeza, permitiendo que el rojo cabello cayera y cubriera de esa forma la sonrisa simplona que se dibujó sobre el rostro de porcelana que hace las veces de máscara; son solo segundos los que transcurrieron antes de que levantase de nuevo el rostro con mirada frágil hacia su salvador- Si… yo… la voz se aferra a su garganta que ahora quema por el olor a sangre fresca …yo estaba buscando la tumba de mi padre- la voz temblorosa se quiebra al final de la oración y sus delicadas y finas manos cubren un rostro frío ahogando el sonido del sollozo fingido.

Sintió como el brujo se acercaba a ella, por más débil que fuese, a esta distancia, él ya no debería de tener dudas sobre lo que es ella, lo mas probable es que ya haya descifrado su teatral escena, y sin embargo, sigue con el diálogo, algo que a la vampiresa le resultó hilarante y divertido; su diminuto cuerpo convulsiona levemente al compás del llanto, una mano chocó contra el piso al dejar que su cuerpo se desplomara y sus rodillas fuesen quienes le dieran soporte, levantó el rostro con una mirada inocente y triste agitando un poco la cabeza - Lo sé Monsieur, es solo que ninguno de mis hermanos ha querido acompañarme, y este sitio de día me abruma mas que de noche, lleno de tantas personas dolidas… estiró la mano que ahora reposaba sobre su cuello, y la extendió hacia el brujo temblorosa y desconfiada; los penetrantes ojos azules del demonio de roja cabellera se posaron sobre los ajenos … su dolor es tan que no me permiten pensar adecuadamente, sus recuerdos abruman mi mente, su llanto carcome mi alma, sus cuerpos… comenzó a buscar una grieta en la mente del hombre frente a ella, rebuscando por toda la muralla, un defecto, no importaba que fuera mínimo, solo necesitaba uno; tenía su atención, por lo que su mano tomó la ajena acercándolo aún más, logró que diera dos pasos y se arrodillara frente a ella quedando con el rostro a la misma altura que el propio … son tan llamativos, tan imperfectamente perfectos- levantó la otra mano y la posó sobre el rostro del brujo acariciándolo levemente, sonreía ahora, el falso llanto había acabado y el cinismo brotaba de su cuerpo; sus colmillos relucieron bajo el rayo de luna que se filtraba entre las secas ramas de un abeto y sus rojos labios se movieron mientras la melodía salía - Copa de vino donde quiero y sueño beber la muerte con fruición sombría, surco de fuego donde logra Ensueño fuertes semillas de melancolía…