Counting stars -Libre-

Caminaba deprisa, con el rostro serio y sin mirar a ningún lado. Estaba furiosa, frustrada y se sentía impotente. Volvía de ver a su padre en el hospital, una breve visita, en la que únicamente tenía pensado desearle una buena noche de trabajo, darle un beso y hablar un poco del día que ambos habían llevado. Por más que la mujer pensaba, no llegaba al momento en el que había merecido tal bofetón que aún le ardía en la cara y había despertado el sentimiento de impotencia que atenazaba su pecho. Como cada vez que eso sucedía, luchó, aguantó las lágrimas y tras respirar profundamente, se disculpó por el agravio y con gesto serio y recto salió del lugar sin despedirse de nadie.

No se daba cuenta de lo rápido que caminaba, la verdad es que era algo impropio de una muchacha de su clase, pero siendo la hora que era incluso estar por aquellos lugares y sola ya era bastante inadecuado. Seguía furiosa y le daba igual. Lo recordó. "¡Ah! Claro, ha sido por mi idea..." Una simple idea dicha en voz alta. Estaba comentando con su padre algo sobre un paciente, el dr.Dupuis expresaba su incertidumbre sobre su recuperación y a Leara no se le había ocurrido nada mejor que darle una idea sobre algo que hacer con esa persona. Lo había leído en una de las revista de medicina que él tenía por casa. Tras la mirada de desaprobación, Leara supo que su padre no aceptaría entrometimientos en su trabajo y además habría descubierto que a escondidas leía esos materiales. El bofetón vino poco después.

Paró en seco cansada, no por la caminata, adoraba caminar y ese recorrido se lo sabía de memoria. O eso pensaba, miró a ambos lados y no parecía reconocer muy bien dónde estaba, además de caminar con demasiado ímpetu lo que había hecho que se encontrase algo cansada, no sabía ubicar el lugar en el que estaba. Se pasó la mano delicadamente por la frente, un fuerte dolor de cabeza comenzaba a nacer de una de sus sienes. Le molestaba el gorro, el recogido, el traje, los zapatos y la chaqueta. Se esforzó por no soltar una queja y refunfuñar en voz alta. "Seguir hacia adelante." Era lo más lógico y lo que pensó. Las luces de los lugares se encendían y luchaban unas con otras por ganar en luminosidad y vencer a esos espacios dónde el resplandor no llegaba.

Volvió a sumirse de nuevo en sus pensamientos. Tan difícil era comprender que podía ser igual de capaz que sus hermanos para desempeñar algunas tareas. Suspiró profundamente y se palpó de forma sutil el lado izquierdo de la cara en el que sentía una ligera desazón. Comenzó a caminar de nuevo, más despacio y mirando las caras de las personas. Podía ser extraño, pero las veces que se había perdido tanto de pequeña como de adulta no había tenido miedo, o al menos no lo había vivido como lo relataban algunas de sus conocidas.

Leara optó por la opción más fácil, sencilla, predecible y simple de todas. Preguntar. Podía desandar lo recorrido hasta el momento y así llegar hasta la zona que conocía por el camino de siempre, pero la idea de poder llegar desde un lugar nuevo, recorrer unos camino que no había conocido hasta ahora, la atrapaba. Además si su subconsciente la había llevado hasta ese lugar era por algo. "Todo siempre ocurre por alguna razón." Sin pensárselo dos veces caminó hasta la primera persona que sus ojos vieron. Se trataba de un hombre, apuesto y de buen porte, captó la atención de Leara porque había algo en él que no encajaba con todo lo que veía. Aun así y como siempre hacía no dejó que sus pensamientos siguiesen discurriendo acerca de lo que podría ser y aparentaba. Simplemente se aclaró la voz y se lanzó a preguntar.

-Disculpe...- Dijo, y de repente quedó muda. Había actuado sin pensar. No sentía miedo de perderse, eso era claro y obvio... Pero si decía dónde vivía, quizá entonces si podía verse metida en un aprieto. Recordó las palabras de sus nanas, de su padre, hermanos y cuñadas... Según ellos no era raro que violasen a muchachas, las maltratasen o las golpeasen y luego chantajeaban a la familia hasta que por fin ésta cedía y todo terminaba, aunque no de la mejor forma posible.

Volvió a mirar al hombre, se fijó en sus ojos, pero seguía sin ser capaz de decir nada, se había quedado totalmente bloqueada. Su cerebro, ahora le reprochaba su insensatez. Debería de haber vuelto para tomar el camino que conocía o haber seguido sin preguntar ni hablar con nadie, siendo una más de los transeúntes, de esa manera se sentía segura... Pero ahora... ¿Quién le decía a ella que el chico que tenía delante era de fiar? O ya no de fiar, si no al menos, que no le iba a hacer ningún tipo de daño. ¿Hacía dónde le diría que se dirige? Siguió callada.