AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Los recuerdos son los únicos que permanecen siempre a tu lado · Doreen ·
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Los recuerdos son los únicos que permanecen siempre a tu lado · Doreen ·
¿Cómo saber por cuánto tiempo te acompañarán aquellos a los que más amas en la vida? En los casos en lo que la muerte no es la que arrebata al ser querido de tus brazos, sino el tiempo e incluso la propia distancia, son más dolorosos que ninguno, ya que ahí si se pudo haber hecho algo para remediar el distanciamiento. Como bien dicen: "dos no se separan si uno no quiere". Tiene toda su lógica, pero para alguien como Tyler, aquellas palabras solo suenan a mero auto-convencimiento.
Aquellas pocas personas que conocieran a Tyler en todo su esplendor, sabría que era un hombre sumido en la nostalgia, en el recuerdo, en lo que fué posible pero que jamás llegó a sus brazos. La historia para él parecía revivirse una y otra vez, perder lo que comienza a amar parece ser un patrón terriblemente repetitivo.
Pero él tenía mucho tiempo para pensar, no tenía por qué cambiar de actitud mientras no hiciese nada con lo que pudiera arrepentirse luego. Él era un hombre inteligente y por lo tanto lo último que querría era morir como un cobarde.
Hacía ya varios meses que trabajaba con su señora y ésta le había dejado un lugar para trabajar en lo que le apasionaba. Más bien un regalo por haberla salvado de una muerte segura. Allí pasaba todo el rato que tenía libre, la mayoría de las noches y algunos descansos en la comida. Tenía una idea en la cabeza y hacía mucho que su musa había decidido dejarle hasta hacía pocos meses atrás. Estaba creando una pieza única, dos para ser exactos, una a tamaño real y otra más pequeña.
Cuando el trabajo estuvo acabado, decidió que era el momento de reencontrarse con una vieja amiga. Tan solo esperaba que nada hubiese cambiado, al menos en cuanto a carácter se refería.
Pagó muy bien a un cochero y a un par de jóvenes que necesitaban un pequeño sustento para que le ayudasen a cargar aquella obra hecha por sus manos. Movió los hilos posibes sin que ella se enterase, aún la galería estaba cerrada, quedaba poco para abrir, pero de igual forma esperaba darle su sorpresa antes de que nadie más la viese por primera vez. Allí, en mitad de la galería permanecía la estatua oculta bajo un manto color morado, los jóvenes se hubieron ido sin hacer ruído cual fantasmas cuando Tyler se aproximó a la oficina, con una caja de música entre sus manos, envuelta en la misma tela que la de la estatua. Con tres golpes en la puerta, hizo notar que estaba allí.
Aquellas pocas personas que conocieran a Tyler en todo su esplendor, sabría que era un hombre sumido en la nostalgia, en el recuerdo, en lo que fué posible pero que jamás llegó a sus brazos. La historia para él parecía revivirse una y otra vez, perder lo que comienza a amar parece ser un patrón terriblemente repetitivo.
Pero él tenía mucho tiempo para pensar, no tenía por qué cambiar de actitud mientras no hiciese nada con lo que pudiera arrepentirse luego. Él era un hombre inteligente y por lo tanto lo último que querría era morir como un cobarde.
Hacía ya varios meses que trabajaba con su señora y ésta le había dejado un lugar para trabajar en lo que le apasionaba. Más bien un regalo por haberla salvado de una muerte segura. Allí pasaba todo el rato que tenía libre, la mayoría de las noches y algunos descansos en la comida. Tenía una idea en la cabeza y hacía mucho que su musa había decidido dejarle hasta hacía pocos meses atrás. Estaba creando una pieza única, dos para ser exactos, una a tamaño real y otra más pequeña.
Cuando el trabajo estuvo acabado, decidió que era el momento de reencontrarse con una vieja amiga. Tan solo esperaba que nada hubiese cambiado, al menos en cuanto a carácter se refería.
Pagó muy bien a un cochero y a un par de jóvenes que necesitaban un pequeño sustento para que le ayudasen a cargar aquella obra hecha por sus manos. Movió los hilos posibes sin que ella se enterase, aún la galería estaba cerrada, quedaba poco para abrir, pero de igual forma esperaba darle su sorpresa antes de que nadie más la viese por primera vez. Allí, en mitad de la galería permanecía la estatua oculta bajo un manto color morado, los jóvenes se hubieron ido sin hacer ruído cual fantasmas cuando Tyler se aproximó a la oficina, con una caja de música entre sus manos, envuelta en la misma tela que la de la estatua. Con tres golpes en la puerta, hizo notar que estaba allí.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Fecha de inscripción : 06/05/2011
Edad : 36
Re: Los recuerdos son los únicos que permanecen siempre a tu lado · Doreen ·
Para Doreen, un lienzo no sólo era un cuadro con colores bonitos. Muchas veces se ha ido enojada de grandes exposiciones por eso mismo, porque quienes se dicen sus autores no les dan un significado, sólo pintan porque sí. La simple idea de tener el material necesario para plasmar el alma la llegaba a estremecer. Recuerda muy bien esa sensación extraña cuando miraba de lejos las pinturas y los pinceles. Muchas veces descargó no sólo tristeza, sino también felicidad y amor. Si, amor en ellos. No es tan difícil cuando das todo, liberar tu alma de tormentos, no es para nada complicado cuando se une el corazón a un pincel, al menos para ella.
A pesar de la hermosa sensación que es para Doreen poder hacer aquellos cuadros, la realidad es que hace mucho tiempo no se toma el tiempo para hacer uno, ni siquiera asiste a su galería de arte, lo último que recuerda de ella es que Darcy había dado ordenes para que la mantuvieran limpia y dispuesta para ella. Sus amigos, aquellos que murieron en una guerra, por una causa, pensaron en todo para no dejarla desamparada, y en cambio ella ¿qué estaba haciendo? Lamentando perdidas, muertes, parecía que ni siquiera vivía, sino más bien, caminaba, comía y dormía por mera inercia.
Aquella mañana la rubia se levantó con mejor animo. El último mes había estado de maravilla, de hecho conocer a un par de personas siempre ayudaba para que la joven sonriera, para poder tener motivos, y por esa razón decidió que era tiempo de volver a eso que tanto le gustaba. Sólo bastó un poco más de valor y el animo de aquellos que vivían con ella en la mansión para que se preparara, se subiera a un carruaje y llegara a la galería de arte abandonada en el centro de París; cómo supuso en lugar se encontraba limpio, con algunas velas encendidas, con esencias por todos lados, fue como si el tiempo no hubiera pasado, como si el mundo se hubiera detenido para que ella no se perdiera de nada.
– Buenos días – Susurró con timidez observando los retratos escondidos detrás de las mantas. No tardó mucho tiempo en quitarlas para poder verlos. ¡Aquello fue dolorosamente hermoso! Una parte de ella se alegraba de haberlos hecho, el rostro de cada uno de los que tanto había amado y ahora no estaban, incluso la princesa Dominique se encontraba entre las filas de lienzos, quizás ese cuadro cueste una fortuna más adelante, sin embargo poco le importa el dinero, Darcy le había dejado de sobra. ¡Ay ese Darcy! Siempre tan amoroso con ella. Cómo el hermano mayor que había dejado en su tierra natal.
Ni siquiera se dio cuenta del tiempo que había transcurrido dentro de la galería hasta que le tocaron a la puerta.
– Adelante – Anunció con suavidad arqueando una ceja, no se esperaba que alguien la fuera a visitar, la verdad es que desde las muertes trágicas y su intento fallido de compromiso se había olvidado por completo de muchas personas, incluso de amigos y personas queridas, lo único que la mantenía con vida era esos niños que iba a visitar al orfanato. – ¡Tyler! – Exclamó sorprendida, parpadeó varias veces. ¿Era real o su tristeza la estaba engañando?
A pesar de la hermosa sensación que es para Doreen poder hacer aquellos cuadros, la realidad es que hace mucho tiempo no se toma el tiempo para hacer uno, ni siquiera asiste a su galería de arte, lo último que recuerda de ella es que Darcy había dado ordenes para que la mantuvieran limpia y dispuesta para ella. Sus amigos, aquellos que murieron en una guerra, por una causa, pensaron en todo para no dejarla desamparada, y en cambio ella ¿qué estaba haciendo? Lamentando perdidas, muertes, parecía que ni siquiera vivía, sino más bien, caminaba, comía y dormía por mera inercia.
Aquella mañana la rubia se levantó con mejor animo. El último mes había estado de maravilla, de hecho conocer a un par de personas siempre ayudaba para que la joven sonriera, para poder tener motivos, y por esa razón decidió que era tiempo de volver a eso que tanto le gustaba. Sólo bastó un poco más de valor y el animo de aquellos que vivían con ella en la mansión para que se preparara, se subiera a un carruaje y llegara a la galería de arte abandonada en el centro de París; cómo supuso en lugar se encontraba limpio, con algunas velas encendidas, con esencias por todos lados, fue como si el tiempo no hubiera pasado, como si el mundo se hubiera detenido para que ella no se perdiera de nada.
– Buenos días – Susurró con timidez observando los retratos escondidos detrás de las mantas. No tardó mucho tiempo en quitarlas para poder verlos. ¡Aquello fue dolorosamente hermoso! Una parte de ella se alegraba de haberlos hecho, el rostro de cada uno de los que tanto había amado y ahora no estaban, incluso la princesa Dominique se encontraba entre las filas de lienzos, quizás ese cuadro cueste una fortuna más adelante, sin embargo poco le importa el dinero, Darcy le había dejado de sobra. ¡Ay ese Darcy! Siempre tan amoroso con ella. Cómo el hermano mayor que había dejado en su tierra natal.
Ni siquiera se dio cuenta del tiempo que había transcurrido dentro de la galería hasta que le tocaron a la puerta.
– Adelante – Anunció con suavidad arqueando una ceja, no se esperaba que alguien la fuera a visitar, la verdad es que desde las muertes trágicas y su intento fallido de compromiso se había olvidado por completo de muchas personas, incluso de amigos y personas queridas, lo único que la mantenía con vida era esos niños que iba a visitar al orfanato. – ¡Tyler! – Exclamó sorprendida, parpadeó varias veces. ¿Era real o su tristeza la estaba engañando?
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Los recuerdos son los únicos que permanecen siempre a tu lado · Doreen ·
Tyler por fin pudo volver a tener la oportunidad que deseaba desde hacia tiempo, el poder reencontrarse con una vieja amiga de la infancia, con la que tenia miles de cosa que conversar y con la que deseaba estar un rato a solas, muy lejos del bullicio de las calles, o cualquier lugar en el que fortuitamente podrían haberse encontrado.
- Si vuelves a llamarme de esa forma, seguro que podrías levantar a los muertos.- Negó riendo.- Tan jovial como siempre.- Dijo con un deje de tierno en la mirada, algo que le caracterizaba, pero que para nada eclipsaba su masculinidad, latente en cada porción de su ser. Añoraba a todo aquel que había pasado por su vida y se había dignado a parar por un tiempo a conocerla, ella era uno de ellos, de los que conformaban su pasado mas liviano.
Sin mas preámbulos, sin premeditaciones ni porqués, se acercó a abrazarla, a estrecharla entre sus brazos, esperando que lo poco que tuvieran en común no se hubiese desvanecido con el tiempo.
- Mi pequeña Doreen. -dijo ladeando la sonrisa. Por mucho tiempo que pasase, aunque ambos fueran viejitos, siempre la terminaría llamando igual. La quería como a una hermana y el cariño que sentía hacia ella, ni nada ni nadie lo podía cambiar.
- Hace poco que regresé a la ciudad y vi oportuno el venir a visitarte. - Miró al techo, las paredes engalanadas...jamas se había imaginado que Doreen llegase a tener todo aquello, pero tras una serie de tragedias, lo que fuera bueno entraba como un chorro de agua para un sediento.- Extrañaba todo esto, aunque no llegase a conocer muy a fondo a tus amigos.- Hizo una leve pausa.- Los caídos.- Señaló con la mirada a una serie de lienzos que mas bien parecían retratos exactos, de los que un día respiraron como el.
- Pero no he venido solo a eso.- Dijo tranquilamente, con un toque infantil en sus palabras pero que de ninguna forma podría malinterpretarse. El se situó junto a ella y le pidió expresamente que cerrase los ojos. Confiaba en ella y por ello no la obligó a llevar venda alguna sobre los ojos.- Confía en mi, te he traído algo...tan solo espero que te guste.
La guió con las manos sobre sus hombros por la sala, para llegar al lugar de la galería donde -con obvia ayuda- había logrado colocar el regalo.
- No se aceptan devoluciones...-susurró en su oído, dejando que ella abriese los ojos por si sola, para dar crédito a lo que allí se mostraba con un gran esplendor; una estatua sobre un pedestal a tamaño real, de una niña danzarina, con sus cabellos y su vestido bailando en el aire existente en un viejo recuerdo. Si, aquella estatua de mármol no era sino una replica exacta de una Doreen con menos de una década cumplida.
- Si vuelves a llamarme de esa forma, seguro que podrías levantar a los muertos.- Negó riendo.- Tan jovial como siempre.- Dijo con un deje de tierno en la mirada, algo que le caracterizaba, pero que para nada eclipsaba su masculinidad, latente en cada porción de su ser. Añoraba a todo aquel que había pasado por su vida y se había dignado a parar por un tiempo a conocerla, ella era uno de ellos, de los que conformaban su pasado mas liviano.
Sin mas preámbulos, sin premeditaciones ni porqués, se acercó a abrazarla, a estrecharla entre sus brazos, esperando que lo poco que tuvieran en común no se hubiese desvanecido con el tiempo.
- Mi pequeña Doreen. -dijo ladeando la sonrisa. Por mucho tiempo que pasase, aunque ambos fueran viejitos, siempre la terminaría llamando igual. La quería como a una hermana y el cariño que sentía hacia ella, ni nada ni nadie lo podía cambiar.
- Hace poco que regresé a la ciudad y vi oportuno el venir a visitarte. - Miró al techo, las paredes engalanadas...jamas se había imaginado que Doreen llegase a tener todo aquello, pero tras una serie de tragedias, lo que fuera bueno entraba como un chorro de agua para un sediento.- Extrañaba todo esto, aunque no llegase a conocer muy a fondo a tus amigos.- Hizo una leve pausa.- Los caídos.- Señaló con la mirada a una serie de lienzos que mas bien parecían retratos exactos, de los que un día respiraron como el.
- Pero no he venido solo a eso.- Dijo tranquilamente, con un toque infantil en sus palabras pero que de ninguna forma podría malinterpretarse. El se situó junto a ella y le pidió expresamente que cerrase los ojos. Confiaba en ella y por ello no la obligó a llevar venda alguna sobre los ojos.- Confía en mi, te he traído algo...tan solo espero que te guste.
La guió con las manos sobre sus hombros por la sala, para llegar al lugar de la galería donde -con obvia ayuda- había logrado colocar el regalo.
- No se aceptan devoluciones...-susurró en su oído, dejando que ella abriese los ojos por si sola, para dar crédito a lo que allí se mostraba con un gran esplendor; una estatua sobre un pedestal a tamaño real, de una niña danzarina, con sus cabellos y su vestido bailando en el aire existente en un viejo recuerdo. Si, aquella estatua de mármol no era sino una replica exacta de una Doreen con menos de una década cumplida.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Los recuerdos son los únicos que permanecen siempre a tu lado · Doreen ·
Doreen a veces no entendía cómo el mundo funcionaba. A veces dejaba ir personas, no porque quisiera, sino porque la vida era así, lo que la mantenía llena de sorpresas era cuando regresaban, sin imaginarlo, sin saberlo, sin ni siquiera saber cómo se sentiría o cómo actuaría con ellos. ¿Qué pasaría si Darcy o Mia volvían? La pregunta resultaba inquietante, aunque claro, imposible, ellos habían muerto, en vez de lamentarse debía de disfrutar de la compañía que le fuera llegando. Tyler era una sorpresa grande, una bendición que no creía capaz volver a disfrutar, necesitaba sentirlo más cerca, poder palparlo para darse cuenta que dormida no estaba. ¿Verdad?
Y entonces lo hizo, la joven se acercó a él y le tomó las manos, le dio varios apretones, también sintió la textura de su piel. Se convenció que no estaba soñando, incluso soltó un largo suspiró logrando de esa manera que su cuerpo se relajara. La joven abrazó el cuerpo femenino, se hundió en el pecho de su amigo y aspiró su aroma, ese tan familiar, incluso le recordaba a su casa, su cama, su cuarto, su familia. Que agradable sensación para ella que había pasado demasiado tiempo lamentando sus perdidas, la soledad que la abrazaba.
- Ay Tyler, que alegría me da estar contigo - Confesó al soltarlo, aunque poco tiempo le duró el gusto, cerrar los ojos era una prueba grande para ella, a Doreen le caracterizaba la curiosidad. Su inquietud le hizo ponerse nerviosa, avanzó tranquilamente segura, sabiendo que de tropezarse él no la dejaría caer. Así dio unos breves pasos reconociendo el terreno, sabiendo en que zona de su galería se encontraban. La chica abrió los ojos con rapidez en cuanto el joven le dio el permiso. Aquello la abrumó, la mareó y la hizo sentirse una pequeña necesitando el abrazo amoroso de sus padres. Ese par que tenía tanto tiempo que no veía. Esa familia que se había esfumado porque no la dejaban ser ella misma. Los ojos se le llenaron de lagrimas.
- Es tan raro… - Mencionó extrañada por que no sabía como expresarse - Es decir, gracias, yo… No sé que decir, es hermoso ¿yo? ¿Cómo lograste que el escultor hiciera eso? ¿Cómo lograste hacer esa figura de mi? No lo entiendo - Se sentía demasiado abrumada, extrañada, evidentemente estaba feliz, pero no comprendía como Tyler había logrado tantas similitudes, no recordaba el haberse dejado hacer un retrato de pequeña ¿O si? Muchas cosas de su vida en el pueblo lo suprimió, quizás trozos que tuvieran que ver con su brujo amigo, no lo había hecho para nada a propósito, pero el recordar la ponía mal. Aunque no con todo.
Doreen se dio la vuelta para abrazarlo, le besó la mejilla con delicadeza y se acercó a la figura que tenía enfrente para acariciarla. Esa niña que se encontraba frente a ella había sido feliz, ¿por qué no sonreía como ella ahora? ¿Qué necesitaba para hacerlo?
- ¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo lo lograste? Quisiera saberlo, esto es muy importante para mi, muy valioso - Doreen dejó caer algunas lagrimas por su rostro, tenía mucho tiempo que no hacían un detalle tan significativo para ella. No era la estatua en si, sino lo que significaba
Y entonces lo hizo, la joven se acercó a él y le tomó las manos, le dio varios apretones, también sintió la textura de su piel. Se convenció que no estaba soñando, incluso soltó un largo suspiró logrando de esa manera que su cuerpo se relajara. La joven abrazó el cuerpo femenino, se hundió en el pecho de su amigo y aspiró su aroma, ese tan familiar, incluso le recordaba a su casa, su cama, su cuarto, su familia. Que agradable sensación para ella que había pasado demasiado tiempo lamentando sus perdidas, la soledad que la abrazaba.
- Ay Tyler, que alegría me da estar contigo - Confesó al soltarlo, aunque poco tiempo le duró el gusto, cerrar los ojos era una prueba grande para ella, a Doreen le caracterizaba la curiosidad. Su inquietud le hizo ponerse nerviosa, avanzó tranquilamente segura, sabiendo que de tropezarse él no la dejaría caer. Así dio unos breves pasos reconociendo el terreno, sabiendo en que zona de su galería se encontraban. La chica abrió los ojos con rapidez en cuanto el joven le dio el permiso. Aquello la abrumó, la mareó y la hizo sentirse una pequeña necesitando el abrazo amoroso de sus padres. Ese par que tenía tanto tiempo que no veía. Esa familia que se había esfumado porque no la dejaban ser ella misma. Los ojos se le llenaron de lagrimas.
- Es tan raro… - Mencionó extrañada por que no sabía como expresarse - Es decir, gracias, yo… No sé que decir, es hermoso ¿yo? ¿Cómo lograste que el escultor hiciera eso? ¿Cómo lograste hacer esa figura de mi? No lo entiendo - Se sentía demasiado abrumada, extrañada, evidentemente estaba feliz, pero no comprendía como Tyler había logrado tantas similitudes, no recordaba el haberse dejado hacer un retrato de pequeña ¿O si? Muchas cosas de su vida en el pueblo lo suprimió, quizás trozos que tuvieran que ver con su brujo amigo, no lo había hecho para nada a propósito, pero el recordar la ponía mal. Aunque no con todo.
Doreen se dio la vuelta para abrazarlo, le besó la mejilla con delicadeza y se acercó a la figura que tenía enfrente para acariciarla. Esa niña que se encontraba frente a ella había sido feliz, ¿por qué no sonreía como ella ahora? ¿Qué necesitaba para hacerlo?
- ¿Cómo lo hiciste? ¿Cómo lo lograste? Quisiera saberlo, esto es muy importante para mi, muy valioso - Doreen dejó caer algunas lagrimas por su rostro, tenía mucho tiempo que no hacían un detalle tan significativo para ella. No era la estatua en si, sino lo que significaba
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Los recuerdos son los únicos que permanecen siempre a tu lado · Doreen ·
Tyler la miró embelesado, en la distancia, tal y como si la tan sola sonrisa de su amiga le hiciese sentir complacido, totalmente orgulloso por la sorpresa arrancada de unos ojos que contemplaban una escena vivida hacía mucho, quizás enterrada en el pasado, pero definitivamente hermosa.
Cada día intentaba dibujarte, pero era imposible, incluso cuando pasaba largos días en mi casa intentaba dibujarte, pero nada me convencía. – Dijo con la mirada puesta en la “niña” con la mente en otro lado, como si intentase recrear en su mente todo aquello que expresaba con el corazón en la mano. – Mi hermano quemó todos mis dibujos, así que no me quedó de otra que pensar en algo que el fuego no pudiese hacer añicos. – Sonrió bajando levemente la mirada, como si aquella solución hubiese valido la pena, ya que en realidad fue por entonces cuando… - ¿Recuerdas todas las veces que no estaba contigo de pequeño? – Sonrió mirándola. – Claro que mi padre me estuvo enseñando el legado familiar y hasta pasé largas noches perfeccionando cada trabajo que mi padre me mandaba; yo quería hacer una réplica tuya.
Tyler recogió la tela con la que había tapado la estatua de mármol, pensando quizás en volver a esculpir, ya que se había prometido dejarlo hacía unos años, siendo un desgaste ya que él ponía todo en cada cincelada.
Realmente la empecé en cuanto te ví en París, hacía uno o dos años, recordé mi promesa y aquí la tienes. – Sonrió amable acercándose para besar de nuevo su frente. – En cuanto encuentre fuerzas, volveré a esculpir, ya que las musas siempre me sonríen. – Rió, y era cierto, a Tyler jamás se le acababa aquella cosa llamada inspiración, ya que para él no era algo efímero, sino que estaba ligada a las emociones. Él siempre se dijo que el día en que se le acabase la última gota de inspiración, sería en su muerte.
Pero no estés triste preciosa. – Pasó el pulgar por la delicada piel bajo sus ojos, recogiendo sus lágrimas. – Sabes que te tengo mucho cariño y por eso decidí hacerte el regalo, no para que te sientas mal, sino para que recuerdes que después de todo lo malo, esa niña de ahí sacará la mejor de tus sonrisas. – Sonrió tomando sus rosadas mejillas y depositando un suave, cariñoso y escueto beso en los labios, símbolo de una gran amistad.
Cada día intentaba dibujarte, pero era imposible, incluso cuando pasaba largos días en mi casa intentaba dibujarte, pero nada me convencía. – Dijo con la mirada puesta en la “niña” con la mente en otro lado, como si intentase recrear en su mente todo aquello que expresaba con el corazón en la mano. – Mi hermano quemó todos mis dibujos, así que no me quedó de otra que pensar en algo que el fuego no pudiese hacer añicos. – Sonrió bajando levemente la mirada, como si aquella solución hubiese valido la pena, ya que en realidad fue por entonces cuando… - ¿Recuerdas todas las veces que no estaba contigo de pequeño? – Sonrió mirándola. – Claro que mi padre me estuvo enseñando el legado familiar y hasta pasé largas noches perfeccionando cada trabajo que mi padre me mandaba; yo quería hacer una réplica tuya.
Tyler recogió la tela con la que había tapado la estatua de mármol, pensando quizás en volver a esculpir, ya que se había prometido dejarlo hacía unos años, siendo un desgaste ya que él ponía todo en cada cincelada.
Realmente la empecé en cuanto te ví en París, hacía uno o dos años, recordé mi promesa y aquí la tienes. – Sonrió amable acercándose para besar de nuevo su frente. – En cuanto encuentre fuerzas, volveré a esculpir, ya que las musas siempre me sonríen. – Rió, y era cierto, a Tyler jamás se le acababa aquella cosa llamada inspiración, ya que para él no era algo efímero, sino que estaba ligada a las emociones. Él siempre se dijo que el día en que se le acabase la última gota de inspiración, sería en su muerte.
Pero no estés triste preciosa. – Pasó el pulgar por la delicada piel bajo sus ojos, recogiendo sus lágrimas. – Sabes que te tengo mucho cariño y por eso decidí hacerte el regalo, no para que te sientas mal, sino para que recuerdes que después de todo lo malo, esa niña de ahí sacará la mejor de tus sonrisas. – Sonrió tomando sus rosadas mejillas y depositando un suave, cariñoso y escueto beso en los labios, símbolo de una gran amistad.
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
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Re: Los recuerdos son los únicos que permanecen siempre a tu lado · Doreen ·
Mucho de lo que había vivido con anterioridad, se había estado esfumando de su mente, de su memoria. Doreen era una joven que se aferraba a todo lo que el pasado le había enseñado, y en parte estaba bien, pero tampoco podía vivir de recuerdos. Quizás parte de eso anclaba su dolor personal, esa baja auto estima que no la dejaba respirar y que la hacía sentir la mujer más horrenda y poca cosa del mundo, pero ¿cómo cambiar eso? ¿Cómo dejar de pensar y creer aquello que había vivido si era lo único que conocía? No lo entendía, y quizás nunca lo haría, pero buscaría la manera para poder cerrar esos ciclos que tanto daño le estaban causando.
Tener a Tyler frente a ella había generado una revolución completa en su interior. Se daba cuenta que extrañaba los días de niña, y que después de todo ese sufrimiento que había tenido, quizás hubiera borrado el pasado, quedarse en casa habría sido una gran tentación sabiendo todo lo que viviría, pero lo cierto es que no valía la pena pensar que tanto dolor era malo, había aprendido de él, y lo cierto es que era libre, de muchas maneras que nadie comprendía, y aunque su anhelo por encontrar el amor no llegaba, y quizás no llegaría, había comprendido otras cosas y ahora podía dormir en una cama caliente, suya, y comer hasta reventar. Ventajas que no cualquier persona tenía.
- Te agradezco entonces lo que hiciste por mi, Tyler, aunque ¿dónde debería ponerlo? No lo sé, ¿no es acaso muy egocéntrico tener una estatua propia en tú hogar? - Miró aquella obra de arte, y reconoció que era hermosa. Su amigo brujo tenía habilidades extraordinarias, un talento natural, así que podía apreciar por completo los detalles de la obra. Doreen reconoció que la chica que se encontraba inmortalizada tenía una mirada triste, perdida, y confundida, pero todo en ella era hermoso, todo, incluso sus sentimientos, esos que nadie más podía ver más que su propia persona, o quienes la conocían. Se sintió extraña al notar después de mucho tiempo esas cualidades en su persona, pero no dijo nada, no tenía porque lamentarse por eso después de todo, sino gozar.
- ¿Cuales son tus planes, Tyler? - Preguntó separando su mirada de lo que era un regalo especial para ella. Se dio cuenta que aquel cincelado estaba cerrando etapas de ella y abriendo nuevas, unas donde seguramente sería feliz, y se reconocería por la maravillosa persona que era. En mucho tiempo no había pensado tanto en su ser, de hecho sólo se había enfocado en los demás. - ¿Qué tiene esperando para ti la vida? - Arqueó una ceja observándolo a detalle, intentando descubrir que tan emocionado estaba por lo que él mismo estaría formando, fortaleciendo o buscando.
Tener a Tyler frente a ella había generado una revolución completa en su interior. Se daba cuenta que extrañaba los días de niña, y que después de todo ese sufrimiento que había tenido, quizás hubiera borrado el pasado, quedarse en casa habría sido una gran tentación sabiendo todo lo que viviría, pero lo cierto es que no valía la pena pensar que tanto dolor era malo, había aprendido de él, y lo cierto es que era libre, de muchas maneras que nadie comprendía, y aunque su anhelo por encontrar el amor no llegaba, y quizás no llegaría, había comprendido otras cosas y ahora podía dormir en una cama caliente, suya, y comer hasta reventar. Ventajas que no cualquier persona tenía.
- Te agradezco entonces lo que hiciste por mi, Tyler, aunque ¿dónde debería ponerlo? No lo sé, ¿no es acaso muy egocéntrico tener una estatua propia en tú hogar? - Miró aquella obra de arte, y reconoció que era hermosa. Su amigo brujo tenía habilidades extraordinarias, un talento natural, así que podía apreciar por completo los detalles de la obra. Doreen reconoció que la chica que se encontraba inmortalizada tenía una mirada triste, perdida, y confundida, pero todo en ella era hermoso, todo, incluso sus sentimientos, esos que nadie más podía ver más que su propia persona, o quienes la conocían. Se sintió extraña al notar después de mucho tiempo esas cualidades en su persona, pero no dijo nada, no tenía porque lamentarse por eso después de todo, sino gozar.
- ¿Cuales son tus planes, Tyler? - Preguntó separando su mirada de lo que era un regalo especial para ella. Se dio cuenta que aquel cincelado estaba cerrando etapas de ella y abriendo nuevas, unas donde seguramente sería feliz, y se reconocería por la maravillosa persona que era. En mucho tiempo no había pensado tanto en su ser, de hecho sólo se había enfocado en los demás. - ¿Qué tiene esperando para ti la vida? - Arqueó una ceja observándolo a detalle, intentando descubrir que tan emocionado estaba por lo que él mismo estaría formando, fortaleciendo o buscando.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Los recuerdos son los únicos que permanecen siempre a tu lado · Doreen ·
Mucho de lo que había vivido con anterioridad, se había estado esfumando de su mente, de su memoria. Doreen era una joven que se aferraba a todo lo que el pasado le había enseñado, y en parte estaba bien, pero tampoco podía vivir de recuerdos. Quizás parte de eso anclaba su dolor personal, esa baja auto estima que no la dejaba respirar y que la hacía sentir la mujer más horrenda y poca cosa del mundo, pero ¿cómo cambiar eso? ¿Cómo dejar de pensar y creer aquello que había vivido si era lo único que conocía? No lo entendía, y quizás nunca lo haría, pero buscaría la manera para poder cerrar esos ciclos que tanto daño le estaban causando.
Tener a Tyler frente a ella había generado una revolución completa en su interior. Se daba cuenta que extrañaba los días de niña, y que después de todo ese sufrimiento que había tenido, quizás hubiera borrado el pasado, quedarse en casa habría sido una gran tentación sabiendo todo lo que viviría, pero lo cierto es que no valía la pena pensar que tanto dolor era malo, había aprendido de él, y lo cierto es que era libre, de muchas maneras que nadie comprendía, y aunque su anhelo por encontrar el amor no llegaba, y quizás no llegaría, había comprendido otras cosas y ahora podía dormir en una cama caliente, suya, y comer hasta reventar. Ventajas que no cualquier persona tenía.
- Te agradezco entonces lo que hiciste por mi, Tyler, aunque ¿dónde debería ponerlo? No lo sé, ¿no es acaso muy egocéntrico tener una estatua propia en tú hogar? - Miró aquella obra de arte, y reconoció que era hermosa. Su amigo brujo tenía habilidades extraordinarias, un talento natural, así que podía apreciar por completo los detalles de la obra. Doreen reconoció que la chica que se encontraba inmortalizada tenía una mirada triste, perdida, y confundida, pero todo en ella era hermoso, todo, incluso sus sentimientos, esos que nadie más podía ver más que su propia persona, o quienes la conocían. Se sintió extraña al notar después de mucho tiempo esas cualidades en su persona, pero no dijo nada, no tenía porque lamentarse por eso después de todo, sino gozar.
- ¿Cuales son tus planes, Tyler? - Preguntó separando su mirada de lo que era un regalo especial para ella. Se dio cuenta que aquel cincelado estaba cerrando etapas de ella y abriendo nuevas, unas donde seguramente sería feliz, y se reconocería por la maravillosa persona que era. En mucho tiempo no había pensado tanto en su ser, de hecho sólo se había enfocado en los demás. - ¿Qué tiene esperando para ti la vida? - Arqueó una ceja observándolo a detalle, intentando descubrir que tan emocionado estaba por lo que él mismo estaría formando, fortaleciendo o buscando.
Tener a Tyler frente a ella había generado una revolución completa en su interior. Se daba cuenta que extrañaba los días de niña, y que después de todo ese sufrimiento que había tenido, quizás hubiera borrado el pasado, quedarse en casa habría sido una gran tentación sabiendo todo lo que viviría, pero lo cierto es que no valía la pena pensar que tanto dolor era malo, había aprendido de él, y lo cierto es que era libre, de muchas maneras que nadie comprendía, y aunque su anhelo por encontrar el amor no llegaba, y quizás no llegaría, había comprendido otras cosas y ahora podía dormir en una cama caliente, suya, y comer hasta reventar. Ventajas que no cualquier persona tenía.
- Te agradezco entonces lo que hiciste por mi, Tyler, aunque ¿dónde debería ponerlo? No lo sé, ¿no es acaso muy egocéntrico tener una estatua propia en tú hogar? - Miró aquella obra de arte, y reconoció que era hermosa. Su amigo brujo tenía habilidades extraordinarias, un talento natural, así que podía apreciar por completo los detalles de la obra. Doreen reconoció que la chica que se encontraba inmortalizada tenía una mirada triste, perdida, y confundida, pero todo en ella era hermoso, todo, incluso sus sentimientos, esos que nadie más podía ver más que su propia persona, o quienes la conocían. Se sintió extraña al notar después de mucho tiempo esas cualidades en su persona, pero no dijo nada, no tenía porque lamentarse por eso después de todo, sino gozar.
- ¿Cuales son tus planes, Tyler? - Preguntó separando su mirada de lo que era un regalo especial para ella. Se dio cuenta que aquel cincelado estaba cerrando etapas de ella y abriendo nuevas, unas donde seguramente sería feliz, y se reconocería por la maravillosa persona que era. En mucho tiempo no había pensado tanto en su ser, de hecho sólo se había enfocado en los demás. - ¿Qué tiene esperando para ti la vida? - Arqueó una ceja observándolo a detalle, intentando descubrir que tan emocionado estaba por lo que él mismo estaría formando, fortaleciendo o buscando.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Los recuerdos son los únicos que permanecen siempre a tu lado · Doreen ·
Tyler se la quedó mirando embelesado, hacía mucho que no contemplaba a Doreen, ya fuese la antigua o aquella renovada figura femenina, pero que en esencia, seguían siendo la misma persona, aunque ella misma se negase a ver que aquella niña seguía atrapada en ella; El podía verla en sus ojos, en sus palabras maduras y sinceras, en el mismo tacto de su piel.
-Podrías exponerlo. En ti queda el decir a la gente quien es o no esa niña.- Dijo con una escueta sonrisa.
Lo cierto era que aquellas preguntas jamas habían sido resueltas, ni si quiera en aquellas ocasiones en las que todo dependía de un simple si o un no. Lo cierto era que Tyler llevaba mucho tiempo sin llamar hogar a ningún lugar, ya que sentía que debía de haber algo, un sentimiento quizás, lo suficientemente fuerte como para crear un hogar propio, un lugar donde echar raíces.
-Esa pregunta es muy difícil de responder preciosa.- Tyler soltó una corta risa, llevó sus manos hacia la espalda y caminó por el lugar, observando todo lo expuesto, todo el trabajo que Doreen, con la tan sola ayuda de sus manos fue capaz de crear.-La realidad es que no tengo planes, simplemente vivo el día a día. Trabajo, hago pedidos puntuales, pero no hay nada que me retenga en un sitio en particular.- Tyler se tomó una pausa y la miró con semblante relajado.-Han sido varios los intentos por formar una familia, pero siempre he acabado solo. No se que es lo que hago mal, me estoy haciendo viejo y pronto tendré que retirarme a algún lugar apartado de todo.-Dijo medio en broma, ya que así era el tono utilizado pero en realidad distaba mucho de lo que en realidad sentía; Una extrema melancolía.
Pero pese a cualquier cosa que hubiese ocurrido o que estuviese por pasar, Tyler sabía como enfrentarse, llevando cualquier mal momento a un estado en el que nada importaba, siempre mirando el lado bueno de las cosas. Sabía que en algún lugar había una mujer que el destino pondría en su camino, pero el hecho de no haberla encontrado aun-mas sabiendo que para Tyler le tener unas familia, un hijo era algo primordial- le hacía querer desistir en el intento haciendo que su vida se limitase a actuar tal y como lo había hecho hasta ahora.
-Y dime tu Doreen, ¿cuales son tus metas?- Le dijo mientras volvía a su encuentro con paso lento. No era un secreto que Tyler sentía infinidad de cosas por aquella mujer, pero tras conocer su compromiso con Van Dyck decidió que debía poner una respetuosa distancia para con ella. Aunque no se volvió a hablar de lo ocurrido, Tyler seguía fiel a aquella prudencial distancia, mostrando así todo el respeto que aquella mujer merecía. -No pensaras quedarte siempre aquí dentro ¿verdad?- rió, siempre la había considerado una mujer fuerte y por ello veía extraño el que ella dedicase tanto tiempo a su estancia allí, ya que de ser así, a largo plazo la haría envejecer antes de tiempo y no precisamente de forma fisica
-Podrías exponerlo. En ti queda el decir a la gente quien es o no esa niña.- Dijo con una escueta sonrisa.
Lo cierto era que aquellas preguntas jamas habían sido resueltas, ni si quiera en aquellas ocasiones en las que todo dependía de un simple si o un no. Lo cierto era que Tyler llevaba mucho tiempo sin llamar hogar a ningún lugar, ya que sentía que debía de haber algo, un sentimiento quizás, lo suficientemente fuerte como para crear un hogar propio, un lugar donde echar raíces.
-Esa pregunta es muy difícil de responder preciosa.- Tyler soltó una corta risa, llevó sus manos hacia la espalda y caminó por el lugar, observando todo lo expuesto, todo el trabajo que Doreen, con la tan sola ayuda de sus manos fue capaz de crear.-La realidad es que no tengo planes, simplemente vivo el día a día. Trabajo, hago pedidos puntuales, pero no hay nada que me retenga en un sitio en particular.- Tyler se tomó una pausa y la miró con semblante relajado.-Han sido varios los intentos por formar una familia, pero siempre he acabado solo. No se que es lo que hago mal, me estoy haciendo viejo y pronto tendré que retirarme a algún lugar apartado de todo.-Dijo medio en broma, ya que así era el tono utilizado pero en realidad distaba mucho de lo que en realidad sentía; Una extrema melancolía.
Pero pese a cualquier cosa que hubiese ocurrido o que estuviese por pasar, Tyler sabía como enfrentarse, llevando cualquier mal momento a un estado en el que nada importaba, siempre mirando el lado bueno de las cosas. Sabía que en algún lugar había una mujer que el destino pondría en su camino, pero el hecho de no haberla encontrado aun-mas sabiendo que para Tyler le tener unas familia, un hijo era algo primordial- le hacía querer desistir en el intento haciendo que su vida se limitase a actuar tal y como lo había hecho hasta ahora.
-Y dime tu Doreen, ¿cuales son tus metas?- Le dijo mientras volvía a su encuentro con paso lento. No era un secreto que Tyler sentía infinidad de cosas por aquella mujer, pero tras conocer su compromiso con Van Dyck decidió que debía poner una respetuosa distancia para con ella. Aunque no se volvió a hablar de lo ocurrido, Tyler seguía fiel a aquella prudencial distancia, mostrando así todo el respeto que aquella mujer merecía. -No pensaras quedarte siempre aquí dentro ¿verdad?- rió, siempre la había considerado una mujer fuerte y por ello veía extraño el que ella dedicase tanto tiempo a su estancia allí, ya que de ser así, a largo plazo la haría envejecer antes de tiempo y no precisamente de forma fisica
Tyler Fausten- Hechicero Clase Alta
- Mensajes : 292
Fecha de inscripción : 06/05/2011
Edad : 36
Re: Los recuerdos son los únicos que permanecen siempre a tu lado · Doreen ·
Por fin apartó su mirada de aquella estatua. Aquella obra de arte no sólo estaba realizada con un profesionalismo extremo, sino también, con un profundo afecto que el brujo sentía por ella. De eso no había duda. No es que menospreciara el detalle de Tyler, simplemente le abrumaba el hecho de tener una figura de ella perfectamente elaborada. No podía verse de esa forma, no pretendía ser una musa, nunca lo imaginó, de hecho la idea le resultaba absurda, pero lo agradecía, aquel gesto sin duda le hacía sentir viva; completamente especial. Escuchó con atención las palabras de su amigo, no supo que decir en ese momento, seguía abrumada por el regalo.
Doreen contemplo la nada. Miraba con seguridad a su alrededor, y muchas preguntas sin sentido apareciendo en su mente. La jovencita suspiró un par de veces y luego jugueteó con sus propia manos. Aún escuchaba cada palabra del varón, pero seguía sin saber que decir con claridad. Hace tiempo decidió que lo mejor era arrancar muchos recuerdos del pasado, incluyendo personas. ¿Por qué el destino le regresaba a lo vivido y con quienes lo había vivido? No lo reprochaba, al menos no del todo, pero la idea de volver a recordar cada una de esas cosas, de esas personas no le gustaba, la hacían sentir triste, hundida, y con ese vacío de perdida que poco a poco había podido sacar adelante.
— Siempre he creído que para el amor, no hay edad — Recitó con esa voz dulce y delicada. — Me refiero a que, no importa si te haces más viejo, si Dios dice que ese es el momento de encontrar a tú persona amada, entonces lo harás, no sé porque le das vueltas al asunto — En realidad si lo sabía. Quizás ambos tenían miedo de terminar solos, de morir sin sentir esas emociones que te llevan al borde del peligro, de la muerte. Por que el amor de eso trataba, y te separaba una fina linea entre la felicidad y el sufrimiento. ¿Cómo algo tan maravilloso podía ocasionar algo así? Es completamente difícil de comprender, quizás ni siquiera tenga respuesta, pero era la realidad absoluta, el arma perfecta para vivir en plenitud, o para ir muriendo agónicamente.
— Voy a quedarme en París, Tyler, es muy probable que lo haga, mi vida empezó a partir de mi escape de mi casa. — Se encogió de hombros, aquello era verdad — Voy a reabrir mi galería, y también empezaré a pintar, organizaré las riquezas que me ha dejado Darcy y Milo, y veré en que otro par de negocios puedo invertir, me dedicaré a lo que me gusta, mi propio hogar, incluso sin tener que formar una familia, buscaré mi plenitud, estoy condenada a una vida así, y debo aceptarla con dignidad — El tema del amor se había cerrado, ya no existía, no pretendía tocarlo, ni volver a aspirar a a él. El aferrarse a algo imposible demasiado doloroso. Momentos de cambio necesitaba, momentos de cambiar de sueños.
Doreen contemplo la nada. Miraba con seguridad a su alrededor, y muchas preguntas sin sentido apareciendo en su mente. La jovencita suspiró un par de veces y luego jugueteó con sus propia manos. Aún escuchaba cada palabra del varón, pero seguía sin saber que decir con claridad. Hace tiempo decidió que lo mejor era arrancar muchos recuerdos del pasado, incluyendo personas. ¿Por qué el destino le regresaba a lo vivido y con quienes lo había vivido? No lo reprochaba, al menos no del todo, pero la idea de volver a recordar cada una de esas cosas, de esas personas no le gustaba, la hacían sentir triste, hundida, y con ese vacío de perdida que poco a poco había podido sacar adelante.
— Siempre he creído que para el amor, no hay edad — Recitó con esa voz dulce y delicada. — Me refiero a que, no importa si te haces más viejo, si Dios dice que ese es el momento de encontrar a tú persona amada, entonces lo harás, no sé porque le das vueltas al asunto — En realidad si lo sabía. Quizás ambos tenían miedo de terminar solos, de morir sin sentir esas emociones que te llevan al borde del peligro, de la muerte. Por que el amor de eso trataba, y te separaba una fina linea entre la felicidad y el sufrimiento. ¿Cómo algo tan maravilloso podía ocasionar algo así? Es completamente difícil de comprender, quizás ni siquiera tenga respuesta, pero era la realidad absoluta, el arma perfecta para vivir en plenitud, o para ir muriendo agónicamente.
— Voy a quedarme en París, Tyler, es muy probable que lo haga, mi vida empezó a partir de mi escape de mi casa. — Se encogió de hombros, aquello era verdad — Voy a reabrir mi galería, y también empezaré a pintar, organizaré las riquezas que me ha dejado Darcy y Milo, y veré en que otro par de negocios puedo invertir, me dedicaré a lo que me gusta, mi propio hogar, incluso sin tener que formar una familia, buscaré mi plenitud, estoy condenada a una vida así, y debo aceptarla con dignidad — El tema del amor se había cerrado, ya no existía, no pretendía tocarlo, ni volver a aspirar a a él. El aferrarse a algo imposible demasiado doloroso. Momentos de cambio necesitaba, momentos de cambiar de sueños.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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