AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Máscaras Nocturnas [Thomas Percival Wadlow]
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Máscaras Nocturnas [Thomas Percival Wadlow]
Si la mañana no nos desvela para nuevas alegrías y, si por la noche no nos queda ninguna esperanza, ¿es que vales la pena vestirse y desnudarse?
(Johann Wolfgang Goethe)
(Johann Wolfgang Goethe)
Una noche más, sin estrellas, cubierta del negro manto nocturno, la oscuridad ejerce su influencia logrando que esta vez todo sea más tenebroso que en las pasadas noches. Así me parece al despertar nuevamente para dar inicio a una noche más de mi vida. Me levanto por costumbre, envuelta en un sopor que por momentos enmaraña mi mente. No estoy segura de que realmente me encuentre despierta. ¿Cuál es la diferencia entre este mundo y el de los sueños? ¿Qué dictamina lo que es la realidad y lo que no lo es?
Pareciera que una vampiresa milenaria debería tener las respuestas pero el conocimiento se me escapa, ya no estoy segura tan siquiera de quien soy. Mis pies caminan sosegada y silenciosamente sobre el suelo, guiándome a la tina adonde me sumerjo, el agua cubre mi piel blanca cómo el mármol, fría como el hielo. Me pregunto si el ser poseedora de dicha apariencia es hacer honor a mis raíces nórdicas. ¿Acaso las valkirias debían presentar un aspecto como el mío? Desdichadas valkirias que se creen tanto cuando en realidad ninguna de ellas conoce realmente lo que es la sed de sangre, el tener que nutrirse de ella, el sublime deleite de un latir acompasado que sucumbe bajo el beso que le proporcionan tus labios al hundir tus colmillos y succionar cada soplo de vida hasta robar el último aliento.
Mi cuerpo perlado de húmedas gotas abandona el baño y se viste lentamente, colocándose un vestido de un suave tono naranja que hace que mi piel se vea aún más palida. El cepillo logra que mi platinado cabello brille aún más, pero al mirarme al espejo en lugar de verme así veo mi rostro y mi cabello cubiertos de sangre, sangre que por más que me lave se niega a desaparecer ¿Cómo es que los demás no la ven? Es que la humanidad regida por máscaras e ilusiones ha perdido su capacidad de distinguirlo todo...
El mismo pensamiento regresa a mi mente al encontrarme en el gran salón del hotel. Me encuentro rodeada de mesas cubiertas de elegantes manteles blancos, vajillas de porcelana. Escucho el chin chin de un par de copas que se elevan para realizar algún brindis. Mi mirada observa levemente el escenario con los presentes y se decide por un lugar más discreto en uno de los balcones, adonde la fría brisa del aire de invierno sopla al asomarme sobre el barandal para observar el jardín que se despliega a algunos metros por debajo mío. Entonces mis oidos captan el sonido del calzado de algún personaje cuya colonia también alcanza mi olfato revelando que se trata de un hombre que se encuentra cerca del mismo balcón...
Liv Nordström- Vampiro Clase Alta
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Re: Máscaras Nocturnas [Thomas Percival Wadlow]
Desde hacía unos años la vida se volvió un tanto monótona, el trabajo siempre era lo mismo aun cuando su rutina cambiaba de vez en cuando, pero siempre acababa siendo lo mismo, papeleo, revisión, etc. Era todo aburrido pero era lo único que podía hacer, quizás lo que más me gustaba del día era cuando montaba en caballo, me hacia despejarme y alejarme de esta realidad y mundo, pero la realidad siempre acababa chocando con uno por lo que la huida no existía hasta que la muerte llamaba a tu puerta, no la temía, quizás a veces hasta la anhelaba pero no iba a darle el gusto tan rápido, ella ya me había quitado todo por lo que le haría esperar, mi alma no sería tan fácil de conseguir, quizás por ello mi alimentación no era descuidada, comía cuanto quería pero todo regido por mi cocinera, que era una mujer menuda y muy tranquila, siempre tenía un plato pensado para mi, tampoco me había quejado de comida alguna suya ya que su sabor era realmente bueno.
No fumaba pero si bebía de vez en cuando pero no hasta el caso de caer rendido, no era estúpido, aparte de que el alcohol no me afectaba tanto como a otros, quizás era resistencia, a saber… mire atento las cartas que tenía en mi mesa, me invitaban a una fiesta en un hotel, todo meros negocios ya que querían ganarse mi favor al tener una empresa bien rentable y de ganancias jugosas, así al menos llamaban a mi negocio, eran algo hambrientos los humanos cuando querían algo que no les iba a dar, era lo único que tenía en la vida y solo estaba en mi poder el decidir qué hacer con ello, lo mejor era que al morir mi empresa desaparecía y nadie más podría imitarla ni nada… una gran pérdida para la humanidad, eso seguro y me daba igual la verdad.
Me vestí con un traje para así asistir a la reunión en la que solicitaban mi presencia, normalmente me rehusaba pero hoy me aburría en mi despacho, últimamente había trabajado en exceso y el resto de días leía demasiado, así que quizás un pequeño cambio de aire no estaría nada mas, el traje no era el mejor de mi colección pero bastaría para esa fiesta, no me interesaba llamar la atención ni pavonearme como animal al igual que el resto de invitados, prefería pasar desapercibido aunque jamás lo lograba, quizás era por mi “fina” lengua, aunque luego ellos acababan muy acalorados por mis palabras, así que no entendía por qué me seguían invitando y que se acercaran a hablar conmigo ¿acaso realmente creen que cambiaria a estas alturas? Que ingenuos eran…
Viendo el ambiente y de cómo se desarrollaba la fiesta, tome una copa de whisky y me encamine con tranquilidad hacia el balcón, no había nada interesante, jamás lo había en las ciudades ni fiestas, quizás por ello prefería estar más lejos de la ciudad que otra cosa, el campo me relajaba y apartaba de todo, no era un cobarde, solo que no soportaba la estupidez humana del día de hoy, era como si cada año el retraso aumentara mas, negué con la cabeza cuando de pronto vi un vestido de lo más llamativo, era de un color naranja bien vivo pero la mujer que lo vestía era como si quedara oculta en el, era como una flor naranja envolviendo a la dama, demasiado joven pero algo me decía que ella era más grande de lo que aparentaba, una belleza tan fina y etérea no era humana, eso estaba claro.
- ¿Qué hace una dama joven en una fiesta llena de viejos? – le pregunte por mera curiosidad, no era muy formal que se dijese, no tenia porque y la verdad, es que pasaba de fingir ya que eso era para estúpidos - ¿ha tenido demasiadas emociones y viene a calmarse en una fiesta aburrida? – aunque quizás la joven fuese una dama de compañía, era normal ver eso hoy en día aunque no aparentaba ser una…
No fumaba pero si bebía de vez en cuando pero no hasta el caso de caer rendido, no era estúpido, aparte de que el alcohol no me afectaba tanto como a otros, quizás era resistencia, a saber… mire atento las cartas que tenía en mi mesa, me invitaban a una fiesta en un hotel, todo meros negocios ya que querían ganarse mi favor al tener una empresa bien rentable y de ganancias jugosas, así al menos llamaban a mi negocio, eran algo hambrientos los humanos cuando querían algo que no les iba a dar, era lo único que tenía en la vida y solo estaba en mi poder el decidir qué hacer con ello, lo mejor era que al morir mi empresa desaparecía y nadie más podría imitarla ni nada… una gran pérdida para la humanidad, eso seguro y me daba igual la verdad.
Me vestí con un traje para así asistir a la reunión en la que solicitaban mi presencia, normalmente me rehusaba pero hoy me aburría en mi despacho, últimamente había trabajado en exceso y el resto de días leía demasiado, así que quizás un pequeño cambio de aire no estaría nada mas, el traje no era el mejor de mi colección pero bastaría para esa fiesta, no me interesaba llamar la atención ni pavonearme como animal al igual que el resto de invitados, prefería pasar desapercibido aunque jamás lo lograba, quizás era por mi “fina” lengua, aunque luego ellos acababan muy acalorados por mis palabras, así que no entendía por qué me seguían invitando y que se acercaran a hablar conmigo ¿acaso realmente creen que cambiaria a estas alturas? Que ingenuos eran…
Viendo el ambiente y de cómo se desarrollaba la fiesta, tome una copa de whisky y me encamine con tranquilidad hacia el balcón, no había nada interesante, jamás lo había en las ciudades ni fiestas, quizás por ello prefería estar más lejos de la ciudad que otra cosa, el campo me relajaba y apartaba de todo, no era un cobarde, solo que no soportaba la estupidez humana del día de hoy, era como si cada año el retraso aumentara mas, negué con la cabeza cuando de pronto vi un vestido de lo más llamativo, era de un color naranja bien vivo pero la mujer que lo vestía era como si quedara oculta en el, era como una flor naranja envolviendo a la dama, demasiado joven pero algo me decía que ella era más grande de lo que aparentaba, una belleza tan fina y etérea no era humana, eso estaba claro.
- ¿Qué hace una dama joven en una fiesta llena de viejos? – le pregunte por mera curiosidad, no era muy formal que se dijese, no tenia porque y la verdad, es que pasaba de fingir ya que eso era para estúpidos - ¿ha tenido demasiadas emociones y viene a calmarse en una fiesta aburrida? – aunque quizás la joven fuese una dama de compañía, era normal ver eso hoy en día aunque no aparentaba ser una…
Thomas Percival Wadlow- Realeza Italiana
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Localización : En mi biblioteca
Re: Máscaras Nocturnas [Thomas Percival Wadlow]
Aún observaba el escenario debajo mio, el espacioso jardín con árboles que se mecían perezosos bajo el influjo del viento nocturno, algunos movían sus ramas en mi dirección y parecían repentinamente repetir mi nombre al adquirir un tono más siniestro: -Lynnae... Lynnae..-.
Por un momento se presentaba frente a mi una visión que se materializaba de manera que las ramas se alargaban y me daban alcance acariciándome con sus hojas, comportándose como empalagosas aduladoras que buscaban extraer algo de mi. -Lynnae...- Al percatarse de que no les hacía caso las pequeñas ramas comenzaban rápidamente a reptar por mis brazos enredándose alrededor de ellos y convirtiéndose en fuertes tenazas al apretar tanto que se enterraban en mi carne y me hacían sangrar. Sus susurros ahora adquirían un tono siseante y malintencionado dejando entrever sus verdaderas intenciones al desear hacerme daño. -Lynnae sabes bien lo que queremos de ti...-
Repentinamente una voz masculina pareció alarmarlas. -¿Qué hace una dama joven en una fiesta llena de viejos?- Rápidamente al escucharla soltaron mis brazos y volvieron a acortarse regresando a la misma posición en la que se encontraban inicialmente, meciéndose con tranquilidad bajo el manto nocturno como si no hubiese sucedido absolutamente nada, como si la magia negra no se hubiese adueñado de ellas hace tan solo unos segundos. Observé mis brazos, mi capacidad de regeneración sanaba las heridas ocultándolas en tan solo un par de parpadeos.
Giré mi rosto levemente en dirección al hombre que había hablado. -Asumo que cuando habla de aburridos y decrépitos viejos no se incluye usted mismo en la generalización.- Sonreí ligeramente de medio lado y me moví de manera que la luz que provenía del interior del salón alumbrara mi figura y el pudiese ver mi rostro, por mi parte podía ver el de él a la perfección aunque este no se encontrase tan iluminado. Alcanzaba a ver que se trataba de un hombre de mediana edad, de ropa distinguida pero desaliñada por lo que no me extrañaría que se tratase de alguno de los ricachones y acaudalados comerciantes que abundaban en estas fiestas y al parecer no tan refinado en sus modales. Quizás un nuevo rico, las posibilidades eran infinitas y no necesariamente sentía deseos de esclarecerlas pero la noche era joven y no tenía prisa de nada.
-Paris no es tan entretenida como antes y una joven debe buscar algo de solaz y entretenimiento en cualquier tipo de reunión social, especialmente en una noche calmada como esta.- Me encogí de hombros y tomé un sorbo de champagne de la copa que aún conservaba entre mis dedos cosa que hacía más por un deseo de recordar los pequeños placeres de los mortales y no tanto por su sabor ya que no podía compararse de ninguna manera con el deleite que proporcionaba la sangre humana. -Permítame intentar adivinar algo de usted.- Mis pasos se acercaron a él describiendo un semicírculo a su alrededor hasta detenerme frente a él.
-Es un apostador compulsivo que no viene precisamente a disfrutar de la compañía sino a buscar algo de entretenimiento en una partida de naipes o en un juego de ruleta y con algo de suerte se llevará algunas ganancias a casa. No es que le haga falta el dinero ya que desborda en él pero ¿que más se puede hacer en una fiesta llena de gente vieja?- Sonreí observándole y deteniendo mi mirada en su cuello adonde la tenue pulsación de su vena parecía resaltar antes de que mi vista regresase lentamente hacia su rostro.
Por un momento se presentaba frente a mi una visión que se materializaba de manera que las ramas se alargaban y me daban alcance acariciándome con sus hojas, comportándose como empalagosas aduladoras que buscaban extraer algo de mi. -Lynnae...- Al percatarse de que no les hacía caso las pequeñas ramas comenzaban rápidamente a reptar por mis brazos enredándose alrededor de ellos y convirtiéndose en fuertes tenazas al apretar tanto que se enterraban en mi carne y me hacían sangrar. Sus susurros ahora adquirían un tono siseante y malintencionado dejando entrever sus verdaderas intenciones al desear hacerme daño. -Lynnae sabes bien lo que queremos de ti...-
Repentinamente una voz masculina pareció alarmarlas. -¿Qué hace una dama joven en una fiesta llena de viejos?- Rápidamente al escucharla soltaron mis brazos y volvieron a acortarse regresando a la misma posición en la que se encontraban inicialmente, meciéndose con tranquilidad bajo el manto nocturno como si no hubiese sucedido absolutamente nada, como si la magia negra no se hubiese adueñado de ellas hace tan solo unos segundos. Observé mis brazos, mi capacidad de regeneración sanaba las heridas ocultándolas en tan solo un par de parpadeos.
Giré mi rosto levemente en dirección al hombre que había hablado. -Asumo que cuando habla de aburridos y decrépitos viejos no se incluye usted mismo en la generalización.- Sonreí ligeramente de medio lado y me moví de manera que la luz que provenía del interior del salón alumbrara mi figura y el pudiese ver mi rostro, por mi parte podía ver el de él a la perfección aunque este no se encontrase tan iluminado. Alcanzaba a ver que se trataba de un hombre de mediana edad, de ropa distinguida pero desaliñada por lo que no me extrañaría que se tratase de alguno de los ricachones y acaudalados comerciantes que abundaban en estas fiestas y al parecer no tan refinado en sus modales. Quizás un nuevo rico, las posibilidades eran infinitas y no necesariamente sentía deseos de esclarecerlas pero la noche era joven y no tenía prisa de nada.
-Paris no es tan entretenida como antes y una joven debe buscar algo de solaz y entretenimiento en cualquier tipo de reunión social, especialmente en una noche calmada como esta.- Me encogí de hombros y tomé un sorbo de champagne de la copa que aún conservaba entre mis dedos cosa que hacía más por un deseo de recordar los pequeños placeres de los mortales y no tanto por su sabor ya que no podía compararse de ninguna manera con el deleite que proporcionaba la sangre humana. -Permítame intentar adivinar algo de usted.- Mis pasos se acercaron a él describiendo un semicírculo a su alrededor hasta detenerme frente a él.
-Es un apostador compulsivo que no viene precisamente a disfrutar de la compañía sino a buscar algo de entretenimiento en una partida de naipes o en un juego de ruleta y con algo de suerte se llevará algunas ganancias a casa. No es que le haga falta el dinero ya que desborda en él pero ¿que más se puede hacer en una fiesta llena de gente vieja?- Sonreí observándole y deteniendo mi mirada en su cuello adonde la tenue pulsación de su vena parecía resaltar antes de que mi vista regresase lentamente hacia su rostro.
Liv Nordström- Vampiro Clase Alta
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Re: Máscaras Nocturnas [Thomas Percival Wadlow]
Arquee una ceja ante el comportamiento de aquella joven, en especial sus palabras, aunque estas no eran ciertas, estaba bien equivocada, los juegos jamás me habían llamado, era la manera más estúpida de arruinarse uno, aun cuando una pequeña parte te otorgaba ganancias jugosas, pero solo los desesperados jugaban a esa clase de cosas, yo prefería aumentar mis ganancias de otro modo más normal, inspeccione la figura femenina igual que ella me inspeccionaba aunque yo ni me moví un centímetro de mi posición actual, ella parecía curiosa sobre mi y eso me hiso cierta gracia aunque no lo exprese físicamente, lo deje en mi interior como todo, era así mejor, no me interesaba entablar mas amistades, ya que siempre acababa todo mal.
- Espero que no se dedique a la adivinación ya que lo hace pésimo – dije tranquilo y pose mis ojos claros sobre los suyos – no me interesa el juego, vine simplemente para despejarme y cambiar mi monotonía, aunque hace un minuto tenía la intención de irme pero… - no iba a ser adulador, no se conseguía nada con eso – antes de irme quise ver el jardín, había oído maravillas de este – no era un amante de la jardinería ni nada parecido, pero no iba a decirle que me quede un poco mas por hablar con ella, mi curiosidad podía jugarme malas pasadas y lo sabia pero era algo que no podía evitar la verdad.
- Aunque la noche revele maravillas ocultas, quizás el día muestre otras, aunque el sol siempre oculta la oscuridad del mundo, es como una mera mascara de la realidad – murmure mas para mí que para la joven, aquel país parecía estar maldito, aunque sabía que eso no era verdad, era yo… entrecerré mis ojos un momento para luego abrirlos del todo nuevamente y mirar a la joven – debería tener cuidado, la noche puede ser realmente traicionera, le sugeriría el volver adentro pero no soy nadie para decirle que hacer – comente y deje el vaso sobre la barandilla de piedra del balcón y me encamine hacia la escalera para adentrarme al jardín, había una salida para ir a las calles principales, pasaba de salir por la puerta principal, no me apetecía volver a entrar adentro y encontrarme con esa gente tan molesta.
- Espero que no se dedique a la adivinación ya que lo hace pésimo – dije tranquilo y pose mis ojos claros sobre los suyos – no me interesa el juego, vine simplemente para despejarme y cambiar mi monotonía, aunque hace un minuto tenía la intención de irme pero… - no iba a ser adulador, no se conseguía nada con eso – antes de irme quise ver el jardín, había oído maravillas de este – no era un amante de la jardinería ni nada parecido, pero no iba a decirle que me quede un poco mas por hablar con ella, mi curiosidad podía jugarme malas pasadas y lo sabia pero era algo que no podía evitar la verdad.
- Aunque la noche revele maravillas ocultas, quizás el día muestre otras, aunque el sol siempre oculta la oscuridad del mundo, es como una mera mascara de la realidad – murmure mas para mí que para la joven, aquel país parecía estar maldito, aunque sabía que eso no era verdad, era yo… entrecerré mis ojos un momento para luego abrirlos del todo nuevamente y mirar a la joven – debería tener cuidado, la noche puede ser realmente traicionera, le sugeriría el volver adentro pero no soy nadie para decirle que hacer – comente y deje el vaso sobre la barandilla de piedra del balcón y me encamine hacia la escalera para adentrarme al jardín, había una salida para ir a las calles principales, pasaba de salir por la puerta principal, no me apetecía volver a entrar adentro y encontrarme con esa gente tan molesta.
Thomas Percival Wadlow- Realeza Italiana
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