Caras nocturnas {privado}

por **Nadia De Martel** Dom Abr 17, 2016 9:54 pm

I'm headed straight for the castle
They wanna make me their

queen

...

Los pasos de Nadia eran firmes, en su mente solo había un objetivo, ser del aprecio y gusto del rey, era la llave para que sus padres la dejaran en paz y conseguir tiempo para quedarse en Francia el suficiente tiempo como le diera la gana; eso de conseguir marido no estaba entre sus planes y tampoco quería ser mal agradecida con el hombre que le ayudó a quedarse en París, sin embargo conocer su monarca era uno de los sueños más deseados de la chica, además de sus ambiciones también tenía curiosidad de entablar relaciones con su gobernante, Nadia además de tenerle respeto lo admiraba, conocía su historia -claro estaba la que él dejaba que se supiera- al pie de la letra, oía cada rumor, cada chisme que corría por la ciudad pero ahora que estaba en un sitio diferente y que casualmente su rey se encontraba en el mismo lugar no fue difícil encontrar la ubicación del monarca y acercarse a donde se encontraba para por fin terminar con las dudas existenciales y por fin presentarse frente a él.
Aquel día las ropas de la chica eran las más finas que había traído consigo, era una mujer hermosa que sabía bien como arreglarse para causar buena impresión, había sido educada precisamente para eso para provocar a los hombres y conseguir que alguno lograda desposarla; ahora quizá no era ese su objetivo -al menos no el principal- pero sí quería y deseaba dejar la mejor de las impresiones en su gobernante. Así llegó al sitio indicado y pidió ser anunciada mientras retocaba sus labios, luego se acercó algo nerviosa y con el corazón acelerado a donde el hombre se encontraba; una vez cerca de su campo visual hizo una reverencia delicada, muy propia de su condición y una sonrisa tierna y pícara se posó en sus labios al admirar la galanura que poseía aquel hombre; podía decir y abiertamente que en su vida vio un ser tan encantador como lo era él, casi podía jurar que estaba siendo hipnotizada por su lord, sin embargo debía recordarse mantener su postura.-Buenas noches monsieur de Castilla, soy la baronesa De Martel, es un placer conocerle al fin milord.-musitó la castaña completamente embelesada por su alteza; impaciente esperó oír la voz de su monarca y por fin saciar absolutamente todas sus dudas.

por **José Alfonso De Castilla** Jue Abr 21, 2016 6:40 pm

Francia – París

Calles de la Ciudad

Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los “cómos”..
— Friedrich Nietzsche—

La noche se cierne por toda la ciudad de Paris, apenas unas precipitaciones de lluvia, las hojas caídas y el viento golpeando en una fresca y casi gélida brisa. Los humanos corren a cubrirse de las sensaciones pero son esas mismas que han despertado el apetito del monarca español. El aroma del que se baña al despertar, cada uno de las “futuras cenas” desprende un delicioso afrodisiaco para él, se debate entre una trémula humana o quizás una aguerrida vampira, quizás pueda tomar a las dos como cena y postre. Todo depende de lo que la viña del señor le ofrezca o quien sea tan estúpido para cruzarse en su camino.

Lamentablemente debía guardar las composturas de la bestia sangrienta por la de la galante y atenta del monarca que tenía que aparentar, razón por la que estaba en aquella ciudad para tomarse unas vacaciones, pero ni aun así podía lograrlo porque incluso en aquella residencia los malestares de sus nobles le acaecían como las notas lúgubres de su piano al morir en sus dedos como las melodías en tonos oscuros.

—Y entonces, cuando dijo que vendría— pregunta al silencio con un hombre que aparece con una reverencia a su majestad, con esa actuación José Alfonso ya sabía la respuesta —Espero que valga la pena, al menos— los dedos se mueven más a prisa con rabia y tristeza, con el odio y la pasión que solo esa clase de seres conocen.

La mansión de verano que tenía en aquella ciudad de modesta carecía, era una estructura barroca con ciertos toques góticos oscuros, el piso en madera oscura y mármol, amplia en la entrada donde un gran candelabro iluminaba el salón para dar paso a las escaleras dobles al segundo piso; a la derecha habían dos puertas e igual a la izquierda, en una de ellas estaba abierta y el sonido de su oscuro piano iluminado por otro candelabro, con una chimenea enorme y unos sillones en tonos rojos, los enormes ventanales y plantas que adornaba el lugar.

Alzo la vista a la nueva invitada que se presentaban como de rutina, como mandaba la corte a presentarse frente al monarca —Baronesa de Martel, Martel. No había oído ese apellido, oh si, ya recuerdo no eran acaso los que siempre estaban tras poder y puestos nobiliarios altos, como tener algún ducado o ser parte de mis más allegados— los dedos se mueven por las teclas graves hasta las agudas en una melodía confusa —A que debo el honor de su visita, Mi pequeña baronesa Martel, sabe que ha venido a la boca del lobo, que osada y arriesgada ¿Qué haré con usted, pequeña traviesa?— ríe alzando nuevamente la vista con una sonrisa donde los colmillos fieros y hambrientos se mostraban.

por **Nadia De Martel** Vie Mayo 06, 2016 12:03 am

She wanted more from the world, a thing that couldn’t be defined in words - and that’s what made her beautiful in a way that couldn’t be defined either.
— Nikita Gill

Los ojos curiosos de la chica no esperaban por nadie, recorría cada parte que podía con suma delicadeza, algo que caracterizaba a Nadia era precisamente eso la curiosidad, esa que le hacía cometer locuras y meterse en muchos problemas pero también muchas veces la salvaba de las cosas, al conocer los detalles más profundos no solo de las cosas si no de las personas. Es por eso que aquel castillo era diferente al donde ella vivía, el piano solo hacía que su piel se erizara pues las notas que retumbaban en el lugar eran frías, oscuras, tétricas, casi podía arrepentirse de no haber venido en otro momento del día, quizá más temprano cuando el sol pudiera defender a la chiquilla curiosa que tenía deseos de conocer a su rey.

Los pasos de la castaña eran conducidos por uno de los tantos sirvientes que había ahí, o al menos eso suponía Lady de Martel pues aquellos acabados tan hermosos y ese lujo que se veía en todo el castillo no era para menos, algo de eso deseaba Nadia para su vida pero a pesar de sus sueños la niña tenía los pies firmes sobre la tierra. Cuando sus ojos recorrieron a su rey la decepción jamás apareció, era guapo, tenía porte, su piel era blanca como la nieve y sus ojos eran distintos a lo que pensó; cuando estos se posaron en ella aquel escalofrío le recorrió de pies a cabeza de nuevo, no quería asustarse ni nada parecido pero aquella figura masculina si que imponía, el poder brotaba de aquel hombre lo imponía con solo hablar cosa que fascinaba de cierta manera a Nadia quien mantenía una sonrisa pequeña en sus labios, misma que desapareció sutilmente cuando aquel monarca mencionó la avaricia con la que su familia era conocida, no podía ir en su contra porque todo lo que decía era verdad.-Lamento que mi familia sea conocida de esa forma pero no puedo decirle que se equivoca porque vamos, casi describió a mi padre en su totalidad.-musitó a regañadientes intentando mantener la postura angelical que se le caracterizaba; si veían mejor a la castaña simplemente era una mujer que deseaba conocer el mundo y que todas las intenciones de engrandecer a su familia al casarse no eran parte de ningún plan para ella.

Al escuchar lo demás provocó que ladeara un poco el rostro sin entender a lo que se refería, el rostro sombrío la tomó desprevenida sin embargo guardó la misma compostura, incluso al ver aquellos colmillos que en su corta vida había visto en alguien, simplemente tragó saliva antes de responder.-Quería conocerle, mi curiosidad ya era demasiada, no puede culpar a una mujer de querer conocer a su rey, no tenía el placer.-agregó intentando que sonara un poco coqueta aquella frase y alzó una ceja un tanto más relajada, no tenía porqué temerle era un hombre con el poder en sus manos, pero simplemente un hombre.-No lo sé su alteza, perdone mi curiosidad y mi atrevimiento de venir a molestarle, si quiere puedo retirarme, no planeaba interrumpirle.-musitó sin muchas ganas de irse, quería conocerle más saber más de su monarca y no solo lo que se rumoraba.

por **José Alfonso De Castilla** Mar Jun 21, 2016 11:57 pm

Francia – París

Calles de la Ciudad

La Curiosidad mató al gato, pero al menos el gato murió sabiendo

La brisa nocturna que se agita fuera del oscuro castillo solo complementaba las desgarradora melodía que aquel piano emitía con las manos frías de su compositor que con ojos fieros devoraba a su próxima presa; más la actitud de dulce y fingida inocencia provocó la sonrisa más siniestra de todas, aquella donde el deleite se mostraba, un deleite por la cena de la noche. La noche se había volcado en nuevos asuntos unos más interesantes que los propios tratados y comercios de la nación, ahora tenía su Majestad a una jovencita que ofrecía voluntariamente su servicio y lealtad al Rey de toda España, error, grave error o quizás acierto, todo es incierto.

Las palabras de la joven que respondía a los cuestionamientos de quien llamaba “Su Rey” solo provocaban en José Alfonso una pequeña risilla mientras sus dedos en conjunto caían con fuerza en aquellas teclas blancas y negras al tiempo que se ponía de pie para acercarse a la joven, lo más cerca posible. De pie frente a ella a escasos centímetros podía oler el perfume que desprendía aquella joven así como los nervios que su cuerpo iba sintiendo, ¿nervios o miedo? La mirada se intensificó al darle la espalda a su subdita

—¿Es enserio que ha venido a conocer a su majestad o solo a ver si lo que se rumorea en la corte y en mi reino son ciertos?— la mira sobre el hombro de una manera perspicaz pero más que nada como un juego, uno muy macabro —Quiere ver si soy el despiadado Rey a quien no le importa su reino y que prefiere matar a todos sus empleados como un juego, o quizás al Rey que todos anhelan pero para cortar mi cabeza y tomar mi trono, hay muchas posibilidades Baronesa Martel— las llamas de las velas danzaban contra todo advenimiento de tranquilidad.

Aquello era de completo cuidado dar un paso en falso podría significar la muerte. Se aceró a su sillón tomando asiento pero sin invitar a la dama a hacerlo dejando carta abierta a la Baronesa a tomar la decisión —Las reputaciones nos preceden siempre, como a usted la seguirá siempre el interés de su familia así como a mí el de oscuro y siniestro pero ¿Qué podemos hacer? Nada, solo jugar con eso a nuestra conveniencia— sonríe en el acto preciso que su sirviente ingresa al salón con dos copas una vacía y otra llena de vino —Entonces Baronesa De Martel, dígame ¿Le ha gustado lo que ha visto de su Rey? Lleno las expectativas de su jovial imaginación o quizás lleno los bolsillos de su padre para un matrimonio arreglado— toma la copa con vino extendiéndola a la joven invitada dejando las palabras como la mirada directa en los ojos de la chica.

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