Por cada espina, te regalare una flor para toda la eternidad || Privado

Se había estirado perezosamente de su cama, abrió los ojos lentamente, notando que el sol ya hacia salido, sentía su calor en las mejillas, duro un poco en reaccionar, su cuerpo estaba cansado, pesado de tal manera que era para ella un gran esfuerzo levantarse, aun así sorprendentemente lo lograba, la idea de su necesidad era lo que la obligaba a tocar tierra, no podía darse el lujo de quedarse sin comer ese día. Tocar la madera de ese viejo remolque, le hizo llegar un montón de recuerdos, que la hizo sonreír, una amplia sonrisa apareció en sus labios, cuando recordó cada buen momento con sus animales en ese lugar.

Pero dentro de ella también había mucha tristeza, cada rincón que veía, recordaba aquella noche especial, en la cual, un hombre le robo su corazón y virginidad. Las ancianas y demás gitanas habían quedado impactadas por tal atrevimiento, se había quedado sin la posibilidad de contraer matrimonio con alguno de los gitanos de la zona, pero más que eso, había ganado el repudio de su misma gente. Algo la empujo, se exalto un poco, pero se dio cuenta que era su pequeño amigo, el mono ladrón, que se aferraba a la espalda de su mama, como si se tratara de un bebe — Ya estas algo viejo como para hacer eso — el mono se acerco a sus brazos, para descansar en su regazo. Ivette suspiro — Vamos, lindo, tenemos que trabajar — se levanto decidida de dejar todo atrás, para ver hacia adelante.

Un rico pan de canela le esperaba, un niño le había ofrecido un té de hierba que su madre había preparado, tal vez porque simplemente no le gustaba, pero la verdad es que a ella tampoco le gustaba; las ancianas para “limpiar” su organismo y prevenir cualquier cosa peor, la habían obligado a beber tantos jurapos, que ahora el simple olor le daba nauseas. Así que prefirió alejarse del olor a hierbas, antes de que su apetito se viera perdido.

El día había trascurrido sin ningún problema, unas pequeñas discusiones con algún que otro gitano, para luego seguir con su rutina. Ya cuando el sol comenzaba a bajar, decidió ir a dar un paseo, en busca de alguna oportunidad para estafar, robar o encontrarse algo interesante caminó un largo tiempo, hasta llegar a una zona residencial muy bonita, deba con desprecio, por su ropa y tal  también por tener un mono en el hombro, que miraba encantado las cosas de valor, que podría llegar a robar, pero Ivette lo detenía con una caricia en su cabecita — Tranquilo, a cualquiera no se le puede robar, puedes meterte en problemas —  eso era lo que menos querían, debían buscar un mejor lugar.

Giraron, caminaron cierta distancia, hasta que Ivette se dio cuenta que algo andaba mal, parpadeo varias veces, mientras giraba el rostro hacia los lados, buscando alguna señal de vida, no había nadie, la gente había desaparecido, como si de forma instintiva supieran que no debían ir por ese lugar, quiso retroceder, ser sensata, por ese lugar no ir —¡Ivette!— pero algo mas allá la llamo con mucha fuerza, toco a su amigo, mientras  había dentro de ella una lucha interna, cuando  acepto a darse media vuelta, una figura borrosa y lenta apareció al frente de ella, la luz mortecina de las casas, ayudaban a saber que era una figura humana, tuvo mucho miedo, pero su cuerpo no se movió, se quedo allí, hasta que el hombre llego a estar frente a ella, como si fuera una ilusión, sintió que ella estaba poniéndole una identidad ficticia, era imposible que fuera Derek.

— ¿Se encuentra bien señor? — pregunto al notar que estaba maltratado — Oh dios mio… — aun estaba a unos metros, pero salió corriendo a él, cuando noto que sus piernas cedían, logro llegar hasta él, para tenerlo, pero por su peso, ella cayó de rodillas, al menos, lo había atrapado, se aferro a él, sin aun saber que era el verdadero Derek, en su mente lógica, deducía que se parecían — ¿Qué le ha pasado? mi dios, tiene fiebre… necesito llevarlo a un lugar seguro — estaba asustada, preocupada, también con muchas ganas de llorar, que ilusa era, en pensar que el podría llegar a aparecer en su vida. Suspiro largamente, no era momento de pensar en eso.

Era un largo camino, lo puso en su espalda, lo arrastro todo lo que pudo, hasta que ella misma se canso, la oscuridad los envolvían, había siempre un peligro latente, que no podría explicar, pero lo sentía, eso hacía que se apresurara aun mas. Bobo atento a todo, seguía sus pasos, fue el que encontró un callejón, en el cual se refugiaron, Ivette dejo al hombre lo más cómodo posible, noto que la fiebre aumentaba peligrosamente, debía sacarlo de allí, pero sería más difícil de lo que pensaba. — Bobo, necesitamos a Lily— inquirió mientras veía al monito, que parecía no entender la orden, la gitana, con un semblante más autoritario agrego — Bobo, ve a buscar a lily, Ahora — acaricio la cabeza del mono y le señalo el camino, este salió corriendo, mientras la gitana se quedaba con el hombre, esperando que no fuera tarde para salvarle la vida..

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¿Estaría delirando? Pero si ella no era la que tenía fiebre, así que descarto que sus oídos estuvieras escuchando algo, formulado por la mente — ¿D-derek? — tartamudeo, mientras sus manos iban a su rostro, con la intención de acomodarle sus mechones, que evitaban ver bien su rostro, sus ojos. Cuando se encontró con los rasgos que le indicaban que en definitiva eran de él, no pudo evitar reír, mientras sentía que las lagrimas salían por sí sola, acerco su rostro, uniendo sus frentes, mientras aun no podía creer lo que estaba sucediendo — No puedo creerlo, nunca pensé volverte a ver, pero te aseguro que nunca perdí la esperanza — ya unos añas para acá, se había mentalizado que era absurdo esperar un hombre que podría estar en cualquier parte del mundo.

Se alejo de él, recordando lo mal que estaba, tanteo su cuerpo, con aun mas desesperación — ¿Qué te ha sucedido? — pregunto. Acomodo su cabeza en su regazo, mientras acariciaba su cabeza, con dulzura —No importa, solamente resiste un poco, pronto podre llevarte a un lugar seguro, en donde pueda ayudarte mejor — su fiebre comenzaba a aumentar, el ambiente del callejón no era el mejor lugar para tener a alguien en ese estado. La ayuda llego en unos 20 minutos, los cascos de un caballo la puso alerta.

— Ya han llegado — se estaba ahogando en angustia, la yegua apareció entre las sombras, junto con el mono en su regazo, ella sonrió, no necesitaba a otra persona, con sus animales, estaba más que bien, la única persona a quien podría necesitar estaba entre sus brazos, estaba feliz, aun así, no podía llegar a disfrutar completamente esa sensación hasta que no estuviera completamente fuera de peligro. El animal se agacho, cuando la domadora, le indico hacerlo, pudo, arrastrar el cuerpo de Derek hacia su lomo, para luego ordenar que se pusiera de pie, el imponente ser.

Tenía un problema ¿A dónde podría ir? No deseaba adentrarse al círculo gitano, en donde posiblemente le darían la espalda… ¿Hospital? ¡Moriría antes de que le atendiera! Descarto cualquier ayuda posible, ella lo curaría, solamente necesitaría algunas plantas medicinales y un poco de agua fresca — No te preocupes querido — dijo con ternura, beso su mejilla, aun sintiendo que era una especie de ilusión — Ahora que te he encontrado, no volveré a separarme de ti — limpio las lagrimas que recorrían sus mejillas, un temor la ahogaba, tenía miedo de perderlo, nuevamente.

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Había sido un viaje largo pero ya estaban en la comodidad de su humilde hogar, en donde cuidaba a sus animales y de ella misma, cuando en ocasiones enfermaba. Había dejado a Derek en su cama, mientras se concentraba en mezclar las diferentes hierbas que le podrían ayudar a aliviar un poco el mal que le ajonjeaba en ese momento. No se había percatado de los ojos que estaban fijados en su espalda, ni de que Derek se había despertado, fue hasta que escucho su voz, que atendió, pero sin girar su cuerpo, seguía ocupando, haciendo una masa, agregando un poco de agua y recitando ciertas palabras para darle más poder a las hierbas, pero lo escuchaba, atentamente.

No le quiso responder, sentía que no había necesidad de hacerlo, se contenía lo mejor posible ― Nunca escuche tu nombre, Europa es un lugar muy grande ― dijo con un tono de voz muy serio, parecía perder poco a poco la tonta felicidad de haberlo encontrado, comenzaba a enojarse, consigo misma, con él y con el mundo entero. La hizo girar, el sujeto y le dio unos besos que llegaron a partir su alma, entrecerró sus ojos, ciertamente disfrutándolos, pero aguantando unas terribles ganas de llorar. Finalmente lo empujo como pudo, extendiendo sus brazos para hacer distancia entre ellos, sujetándolo de los hombros, mientras ella daba algunos pasos hacia atrás.

― ¿!Acaso te crees el único que ha sufrido!? ―  le grito con la voz entrecortada y la mirada baja, le daba vergüenza que la viera llorar, su melena roja cubría parte de su rostro y agradecía que fuera así ― Sabias cuales eran las consecuencias de mis actos y aun así me entregue a ti, esperanza de que tus predicciones y promesas pudieras cumplirlas todas ―  trataba de controlar su llanto, por suerte las palabras le salían al menos claras, entre gimoteos y pequeños jadeos y quejidos, se llevo una de sus manos para limpiarse un poco el rostro, que comenzaba a estar bañado de lagrimas ― Fui rechazada por los míos,  alejada de la única persona que me dijo “Te amo” ― se había tranquilizado un poco, su voz ahora parecía estar decaída, era un pequeño hilito de voz lo que salía, llevo sus manos hacia sus hombros, abrazándose ella misma, mientras retrocedía hasta chocar con una pared.

Era una escena deprimente ella gimoteaba, apoyada en la pared, sintiendo que sus piernas también iban a ceder y caería al suelo. Recordaba lo malvados que pueden ser los gitanos cuando alguien comete un “pecado”, fue aislada, señalada, ningún hombre la quiso, pues ya estaba utilizada. Las únicas propuestas que llegaban eran para estar una noche y mas nada, pues se había ganado la fama de mujerzuela en el circulo de gitanos; Ivette la gitana que se revolcó con un forastero. Según de las malas lenguas, si había podido revolcarse con un forastero, lo podría hacer con cualquiera, pero ella nunca dejo que ningún hombre se aprovechara de ella.

― Después de aquel día…― no lo miraba, en ese justo momento no se atrevía ― Supe que habías dejado algo más junto conmigo ― alzo la mirada, encontrándose con los ojos de incredulidad de Derek, llevo sus manos hacia su rostro y quito todo rastro de cabello rojo que pudiera haber ― Pero las ancianas lo descubrieron, apenas me vieron lo supieron, me sujetaron entre muchas mujeres y me hicieron beber tantos tés que actualmente aborrezco las bebidas de ese tipo ― Sus piernas al final cedieron cayó al piso de bruces, volviendo a romper en un amargo llanto ― limpiaron mi interior y lo que habías dejado en el… fue horrible, pensé que al menos el me acompañaría, pero también me lo arrebataron ― nunca se lo había comentado a nadie, era sorprendente que después de tantos años, podría contárselo a él, aunque sabía que le iba a doler, era necesario descargarse.

― Vete… ― susurro entre gimoteos ― yo… yo… no te necesito ― trago saliva. Sabía que era una vil mentira, pero no sabía si él le podría perdonar, si podían hacerlo mutuamente, había muchas heridas aun abiertas que necesitaban curar. ― Tú ya debes tener una hermosa y fiel esposa que te debe estar esperando en tu gran mansión ¿Por qué atrasarte más? Es mejor que se vaya ― desvió la mirada, no deseaba ver aquellos ojos, que podrían llevarla hasta sus brazos nuevamente, sin importarle nada, como aquella noche.

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Era frustrante, su corazón parecía querer saltar de su corazón, sentía que podía traicionarla en cualquier comento, ya no se sentía digna de estar junto a él, menos con todo el sufrimiento que también le había causado a él, no deseaba hacerse la víctima, ella también había sufrido, pero sabía bien que el también lo había hecho, era dos almas que habían tratado de curar sus heridas pero hoy nuevamente se abrían dejándola expuestas, provocando tanto dolor, deseaba librarse del dolor, pero este parecía que simplemente creció cada vez más, con sus palabras, que eran enterrados como cuchillos en su frágil alma.

―Suéltame…― quiso zafarse del abrazo de Derek, cuando este la rodeo para acercarla, pero no puedo hacerlo, se sentía asustada de tenerlo tan cerca, su cuerpo se tensaba mientras lo escuchaba, deseaba sentir que todo era mentira, odiarlo hasta lo último días de su vida, pero su voz era tan calidad para ella, tan sincera que provocaba que dejara de resistirse por unos momentos. ― Estabas entonces preparado para esto ― gruño suavemente, al menos el sabía lo que iba a suceder ella no, nada en la vida era justo, la igualdad no existía en ningún lugar. Lo vio llorar, como lo había visto llorar años atrás y su corazón pareció arrugarse completamente.

― Sabes que no puedo hacer eso… ― susurro desviando levemente su mirada hacia un lado ― Moriría si lo dijera ― retrocedió, sentía que perdería la batalla si llegaba a estar tan cerca de él ― No quiero que busques una premonición, no es justo que tu sepas lo que sucederá y yo ― se quejo cruzándose de brazos. No podía evitar imaginárselo, ella junto a Derek por fin juntos sin que nadie les dijera nada, haciendo su vida como debió siempre ser, su corazón se le hincaba de felicidad, pero aun tenía sus dudas. Sacudió su cabeza para quitarse eras ideas que tenía en la cabeza, las ancianas gitanas siempre dijeron que había sido muy soñadora y estúpida, por eso le pasaban las cosas más malas que podrían pasar.

Cuando abrió sus ojos encontró al brujo nuevamente muy cerca de ella, no pudo evitar alzar la mirada y sentir la atracción física jugar en su contra, aun le parecía atractivo, aunque estuviera con algunos años mas encima, parecía que se habían acentuado bien, favoreciéndole notablemente, bajo la mirada con sus mejillas calientes ― No puedo comprender como no has encontrado a alguien ― susurro levemente. Se sentía feliz de saber que no había otra mujer en su vida que pudiera llenar su vacio, le daba cierto orgullo femenino, que no podía negar. El estaba demasiado cerca, Ivette puso su pequeña mano en el pecho de Derek mientras intentaba verlo directamente a los ojos ― ¿Cómo puedo saber que este corazón aun me pertenece? ― pregunto suavemente, con su otra mano libre sujeto la muñeca del brujo y lleno su mano hasta su pecho en donde se situaba su corazón agitado y nervioso, el no podía mentir, con solamente ese gesto le confesaba que no podía decirle que no lo amaba, porque tenerlo frente a frente, tan cerca, hacia renacer todo lo que había parecido completamente muerto.

― Llévame contigo Derek ― termino rendida, abalanzándose a sus brazos, mientras escondía su rostro en su pecho, le era imposible pensar en volver a perderlo, ya estaba nuevamente junto a él, no quería alejarse nunca más ― Te prometo que seré una buena dama; si me enseñas a ser una ― una sonrisa amplia apareció en sus labios, ella no sabía nada de sociedad, era una simple gitana que vivía sus días como los últimos, no le importaba ensuciarse o hacer trabajos pesados, no era alguien delicada o recatada.[/color]

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¿Ella entendía la gravedad de lo que estaba a punto de aceptar? Aun había una oportunidad de retroceder, de aceptar su amor pero aun mantener sus raíces al tanto, se estaba metiendo en la boca del lobo, de donde no podría salir fácilmente, pero era entregarse al abismo por el hombre que amaba. Su alma comenzaba a dividirse en dos, era horrible tener que elegir entre su vida gitana, en lo que incluía sus compañeros de espectáculos, no podía evitar pensar en los buenos momentos y en los malos que había pasado con ellos, pero estos no le pertenecían a ella, eran del circo después de todo, estarían bien en el lugar al que siempre habían correspondido.

— Esta bien, lo hare por ti —  dijo sonriendo ampliamente. Le era duro, debía admitirlo, pero la vida le había enseñado que los mayores sacrificios eran los que tenían mayor recompensa. Tenerlo cerca era aun como un sueño para ella, tuvo que volver a llevar sus manos hacia el rostro del brujo para poder tocarlo y sentir la piel entre sus dedos, con aun ese miedo de que se desvaneciera volviéndose humo completamente. No lo hacía, en su rostro se asomo una gran sonrisa mientras veía como Derek también le ayudaba a saber con sus caricias que todo lo que estaba pasando era totalmente real.

Sus caricias aun la estremecían, le encantaba sentir que aun podría llegar a hacer sacudir su corazón y cuerpo, era algo importante para ella poder sentir su calor, las mejillas se enrojecieron dándole aquel toque rosado que llevaba de vida su rostro de vida. Jadeo levemente, mientras sus mismas manos parecían no quedarse quietas, sintió como el anillo se deslizo por su anular, dejándola petrificada por unos segundos. ¿Esto no era un sueño? Se preguntaba mentalmente, pero el que él estuviera allí mirándole, aferrándose a su cuerpo le decía que no era un sueño, la realidad estaba tan tangible que comenzaba a doler la alegría que sentía en su pecho.

Rio suavemente, empujándolo hasta que el brujo cayó en una pequeña silla,  ella se sentó en sus piernas, aferrándose con una de sus manos a su hombro mientras veía detalladamente la bella sortija que le habían puesto en el dedo — Si, Claro que acepto — dijo firme y claro para luego abrazarlo alegremente. Sus cabellos rojizos oculto sus dos rostros, ella sujeto nuevamente su cara con sus manos para alzarla un poco, comenzó a besarlo, sus labios le sabían a miel, eran deliciosos para ella, no los podía soltar, poco a poco se dio cuenta que su cuerpo comenzaba a subir la temperatura, sus muslos estaban abiertos dejando que la fina falda fuera fácil para levantar, eso debía cambiar si deseaba volverse una dama de sociedad, aun así disfrutaría ser ella misma en donde no necesitaba la educación parisina: en la intimidad.

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