For dust you are and to dust you will return [Mara Kennie Popescu]

por **Aleeah Cappelletti** Miér Mar 05, 2014 6:21 pm

La penumbra que cobija a los desposeídos, la tristeza que carcome a los desvalidos, la desesperación que embarga a los indebidos; el anhelo de los que sueñan, la alegría de los que saben y el deseo de los engreídos, se manifestaban a través de palabras, gritos, gemidos, murmullos y desvaríos que despotricaban siempre lo mismo, nada excitante, sorprendente o abrasivo y la monotonía comenzaba a aburrirle, las mismas miradas de pánico que adquirían los inútiles humanos que morían en sus manos y que no despertaban en ella el sanguinario deseo, se encontraban vacíos mucho antes de que ella los drenara.

Algo le faltaba y la ansiedad la carcomía por dentro, la desesperación se apoderaba de su cuerpo sin encontrar salida, matar ya no era suficiente para calmar la sed que le quemaba las entrañas y en definitiva los inmundos humanos que se cruzaban en su camino ya no tenían la vivacidad en la mirada que la provocaba para escuchar sus suplicas de caricias, sus ruegos de atención y sus plegarias para terminar con sus vidas.

Y así fue el demonio en pos de su propia satisfacción, del egoísmo de su cuerpo y emoción de su alma; ningún sonido la hacía vibrar, ningún aroma la enloquecía y ningún cuerpo la atraía lo suficiente; aspiró el espeso aire parisino intentando percibir, rebuscando de forma desesperada una nueva estela un halo delgado que… ¡ahí estaba!, respiró más profundo para no dejar escapar ni una mísera partícula del volátil aroma que jugueteaba a esconderse; enredándose en el sutil perfume de una creatura sin igual se apelmazaba los olores del ambiente y de las flores nocturnas que esperaban retozar, excitantes, únicas… lo que esperaba.

Apresuró su paso marcándolo como una estela que apenas roza el suelo, no perdería más tiempo, el unísono del tum-ta tum-ta cada vez iba acelerándose; palabras al aire, súplicas de muerte esperando ser escuchadas y tomadas en cuenta ¿acaso aquella inocente creatura estaba realmente consciente de lo que pedía?, el oleaje que se formaba en la tela de su vestido le daba un aire fantasmal, su rojiza cabellera flotando al viento quemándolo a su paso, sonrió dejando ver sus afilados colmillos que refulgieron en las pupilas de la inocente creatura. Se posó a espaldas de la que firmaba su condena acariciando sus cabellos apartándolos de su cuello mirando la celestial figura del cuerpo de la nocturna.

-Haz hablado y he escuchado…¿qué tanto lo deseas?

por **Mara Kennie D'Argouges** Mar Abr 29, 2014 2:07 pm

“ El mundo no es justo, pero siempre y cuando la inclinación esté en dirección mía, me parece que hay un tope para la indignación justa.”
— Scott Adams

Era una bestia disfrazada de inocencia, que rápido podía perder su máscara y mostrar lo que verdaderamente es, pero los afortunados no vivirían mucho para contarlo, sería como serpiente atrapando a su presa hasta alimentarse de ella, quedaría solamente el recuerdo de su oscura presencia, mezclada con el rostro de la dulzura e inocencia. Era chocante ver sus ojos, su rostro angelical y luego darse cuenta que era lo que tenía al frente de ellos, algunos lo llamarían una aberración, sus semejantes la podrían aborrecer y rechazar fuertemente, pero aun seguía en pie; por suerte. Tenía poco aliados que la protegían, junto con su actual padre que recelosamente la reguardaba como si fuera uno de sus más preciados tesoros.

Sus mejillas estaban rosadas, bellas vivas, pues se había terminado de alimentar utilizando ágilmente sus poderes, la gente al parecer le gustaba ayudar a las niñas que parecían perdidas, pero la verdad era que eran más los que buscaban aprovecharse de la desamparada niña, que ayudarle. Así se alimentaba Mara, en soledad, pues comenzaba a molestarle la presencia y vigilancia de Benvolio, quien como siempre como un halcón vigilaba el bienestar de su protegida. Ella lo rechazaba, le gustaba sentirse independiente, aunque estaba segura que si gritaba, su protector vendría en menos de dos minutos, sabía que vigilaba, aunque ella no pudiera sentirlo.

Cuando lo sintió muy cerca, se amargo, estaba detrás de ella, protegiéndola de todo mal que la oscuridad mantenga escondida, se amargo completamente, refunfuñando hizo que no se percato de él y siguió su camino sin rumbo, duro unos minutos como si nada, hasta que sintió que podía alejarse, corrió y corrió hasta cansarse, noto que estaba muy lejos de su hogar, pero no le importo, Benvolio también parecía haberse alejado de ella, se una felicidad la inundo, ahora podría ser alguien “normal”, pero como llego, desapareció, sus manitos recorrieron levemente su cuerpo, tanteando lo que notablemente le faltaba y una tristeza llego a su cuerpo, suspiro levemente, mientras seguía caminando.

Un grito, una fuerte presencia la hizo saltar hacia atrás, al principio pensó que era solamente su padre que volvía a acercarse a ella, pero luego de ver mejor a dirección en donde había venido el quejido, se dio cuenta que era otra persona. Una mujer de cabellos rojizos, hermosa, bien formada, besaba el cuello de una jovencita, esta se aferraba a sus hombros con cierta fuerza, una que poco a poco perdía mientras su vida se iba. Termino por dejar de hacer fuerza, pero Mara seguía mirando a aquella hermosa mujer de cabellos rojizos y presencia intensa, lo que le confirmaba algo; era una mujer con más años de los que aparentaba. No sabía si sería bueno o no, se sintió amargada, porque dentro de ella sabia que no tenía miedo, porque siempre la estaban protegiendo, aunque Benvolio no apareciera alguien lo haría… nunca podría ser totalmente independiente.

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