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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Darío Ciancimino Mar Mar 11, 2014 10:23 am

" Como un mar
Alrededor de la soleada isla de la vida
La muerte canta noche y día
Su canción... Sin fin."
Rabindranath Tagore

El sol se desvanecía en el atardecer, cayendo lentamente en el horizonte para dejar paso, con belleza y elegancia, a la oscura noche. La mansión era inundada por una suave brisa, refrescante a su vez, que soplaba su música al son de las olas al romper sedosas contra la orilla del pequeño mar ubicado detrás de la misma. La luna observaba en la lejanía su reflejo en las tranquilas aguas del ponto, abrazada por las miles de estrellas del firmamento, que miraban con atención a Darío, descansando tirado sobre una roca. Pero ni él, en su relajante reposo, ni ellas en su infinito confín, sabían que aquella tregua que ofrecía el mundo se iba a acabar.
Y la paz se rompió de golpe.

No muy lejos de la posición de Darío se aproximaba uno de sus sirvientes con un candelabro tan iluminado, que bañaba gran parte de lugar y alejaba la oscuridad, reflejando su magnificencia en las sosegadas aguas, estaba claro que se trataba de noticias fuertes, y así quedó demostrado cuando uno de sus sirvientes se acerco a él y segundos después, se apagó la luz del objeto luminoso, dejando el lugar nuevamente anegado por la oscuridad de la noche y el argénteo brillo de la luna.

- Por el amor del cielo- bramó Darío - ¿Ahora qué sucede?- sin duda, su llegada sería más que inesperada, y más aún sus palabras y sus quejas - Espero que valga la pena– Añadió dirigiendo su mirada hacia su sirviente, quien permanecía en silencio un poco asustado sin mencionar nada sacándolo más aún de su descanso y su paz -No sé qué querrá el de usted con este mensaje, pero le acaba de llegar un aviso de Aldreid diciendo que recién ha fallecido el viejo Rossato– Levantandose de la roca se acomoda su vestimenta y posa una mano sobre el hombro de este -Eso significa que debo ir a buscar lo que me pertenece no?- Preguntó dejando salir un suspiro que denotaba algo de resignación en el [color=white]–Solo iré a ver, ya que no me interesa mucho reclamarlo, pero por su bien espero que merezca la pena- Dijo esto último desapareciendo de allí  dejando al sirviente sumido en aquella oscuridad que reposaba en el lugar.

Majestuosa, lujosa y enorme, esas eran las tres palabras que mejor describían lo que se conocía como la mansión, localizada en las afueras del este de París cercana al territorio de uno de los grandes duques de la nación; si algo tenía el viejo Rossato, es que siempre lograba colarse en medio de personalidades influyentes sin distinción alguna, el cargo podía ser distinto pero la función la misma, era un hombre inteligente y bien posicionado, al menos, eso había dado a demostrar, eso se supone que representaba, pero ya no más, ahora aquel hombre se encontraba muerto, asesinado por una supuesta traición.
El sitio continuaba pulcro y lleno de lujos, seguía siendo sublime, pero donde antes estaban apostados demonios o donde se veía la entrada y salida de soldados oscuros ahora sólo se veían guardias de seguridad, esto le causaba un poco de impresión a Darío, ya que pensaba que a pesar de la muerte del hombre, la oscura y supuesta dinastía del viejo quedaría impuesta por su sucesora; llegando al portal uno de los sirvientes de la mansión le abre la puerta y al escuchar su nombre le invita a pasar a la sala de invitados.

Adentro se podía ver como un lugar tranquilo, de muchas flores  en cada esquina, mostrándole un cómodo asiento, junto a una mesa, con té, galletas y chocolate dispuestos para los invitados le indican que espere un momento allí, que pronto le atenderán. En el lugar se escuchaba algo de música clásica para ayudar a su relajación; No le parecía atractiva la idea de que le hicieran esperar pero por el momento disfrutaría, tanto como pudiese, por lo que tomando asiento esperó a ser atendido por lo que sería una sorpresa para el…


Última edición por Darío Ciancimino el Miér Mar 26, 2014 9:00 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Elene Rossato Jue Mar 13, 2014 11:16 am

Las ideas envejecen 
más deprisa que los hombres.

Gustave Le Bon
Estuvo un rato pensativa, no sabía por qué pero el cielo hoy no pintaba nada bueno. Entre esperar el anochecer y dejar que la noche cayera sin ninguna emoción Elene recorrió el jardín de su mansión. Por detenidos minutos pensaba que realmente si su madre hubiese gozado de vida los momentos conmemorables que juntas hubiesen pasado ahí las dos. Se imaginó un pasado menos traumático un poco feliz, se consideraba una afortunada por estar con vida pero la incertidumbre de nunca haberle conocido le consumía por dentro. Esa mansión tan grande, tan excelsa y reluciente, con un sinfín de habitaciones y momentos sin capturar era tan extensa, que la soledad misma le dolía, muchas veces anteponía su riqueza a su felicidad, después de un tiempo se le pasaba.
Las cosas estaban yendo bien, le había costado después de un tiempo recuperar la fortuna que su tío había despilfarrado en juegos de azar. No entendía cómo había sido capaz de aquello, que con esfuerzo y años de trabajo sus difuntos padres habían acrecentado y decía difuntos porque desconocía por completo el paradero de su papá y hacerse una falsa esperanza, una pequeña ilusión solo harían quererse arrancar el alma. Hoy no pintaba nada bien, seguro pasaría todo el día melancólica.
Cortó una de las rosas amarillas que crecían en el lugar, la cargó con cuidado y pidió a su sirvienta de confianza que la colocase en la sala de estar, era como si fuese a darle la bienvenida a algo o alguien aunque sabía que esa posibilidad era inexistente hace mucho que nadie ajeno pisaba el suelo de su mansión. Sintiéndose mareada se fue directo a la habitación en donde reposó su cuerpo en la cama, cerrando los ojos imaginando morir ahí mismo, era fatalista cuando se sentía deprimida, no tenía ánimo de nada.
Despertó con la vista al cielo, giró su rostro a través de la ventana y se percató que había anochecido, suspiró lentamente y abrazó una de sus almohadas sollozando un poco para después colocarse de pie. Se quedó frente al espejo, cepilló su cabello un rato y comenzó a despojarse de su ropa lentamente, evitándose la molestia de llamar a una de las criadas para que le ayudase con el corsé, era tarde. Quedándose sólo en su fina y delicada ropa de seda que cubría sus partes esenciales, estilo camisola larga  hasta mitad del muslo abrió la puerta y se cercioró que nadie estuviese por los pasillos. Caminó de puntitas como si estuviera hurtando algo en su propia casa y bajó las escaleras. Girando hacia la cocina notó que uno de los pétalos amarillos de aquella enorme y hermosa flor había caído al suelo quizás por falta de agua, se empuñó su corazón con gran sentimiento y corrió a la cocina por aquel vital líquido. En una pequeña jarra entrando sin prever lo que le esperaba miró unos zapatos negros agitándose en el suelo posteriormente el pantalón y una figura masculina que vestía aquella ropa.
Sus ojos con sorpresa se abrieron y dando un salto hacia atrás tirando la jarra de vidrio con agua soltó un leve grito —¿Quién es usted?- ni siquiera pudo notar que el rostro era más familiar de lo que recordaba. Haciéndose añicos, en mil pedazos el cristal, retumbó el sonido del vidrio quebrarse y cerró los ojos cubriendo su cuerpo de las transparentes telas que llevaba encima. —Usted…- trajo a la cabeza los recuerdos del hombre que había conocido en aquel bar italiano, que  se había portado muy bien con ella y que ahora lo tenía sentado frente a ella viéndole en pormenores con una leve sonrisa. Su ceño casi pudo juntarse y señaló con el dedo. —¡USTED! GIRESE!- ordenó de manera rápida y se dio la vuelta —¿Darío? ¿Qué hace aquí?- respiraba un poco atragantada y con dificultad y molesta corrió hasta una de las esquinas donde había una ventana para cubrirse con una de las cortinas marrones en espera de la excusa del impertinente.



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Mensaje por Darío Ciancimino Miér Mar 26, 2014 10:58 pm

"La venganza es el manjar más sabroso
condimentado en el infierno. "
Walter Scott

La espera nunca habría sido tan grata de no haber sido por haberse encontrado con aquella joven, ese rostro familiar, ¿cómo no recordarlo? si había sido ella quien hacia presencia en sus pensamientos esporádicos pero un tanto frecuentes, no pudo evitar sonreír al verle, y al escuchar su demanda se levanta de su asiento volteando y caminando hacia uno de los ventanales. -¿Así que tu eres Elene Rossato, no? Menuda coincidencia!- Señalando hacia su asiento sin voltear le dice con tono jocoso

–Puedes usar mi saco si tanta es la timidez, aunque no creo que sea necesario ya que con tu improvista aparición he visto lo que pretendes ocultar- El haber dicho lo anterior no le aseguraba que le hiciera caso, y en efecto la joven no se había movido de su sitio, por lo que decidió darse la vuelta y caminar hacia ella, apartando las cortinas con la que se tapaba suavemente para colocarle el saco con delicadeza –Así está mejor- Esbozo una sonrisa para luego volver a tomar asiento.

-Deberías sentarte también Elene- Señalando el otro asiento le invita a que se coloque en este; sin dejar de verle siente como le miraba con intriga y con un poco de incomodidad. –Me imagino lo extrañada que debes estar con mi aparición en tu hogar, te pido mil disculpas ya que no pensé que eras tú la que vivía en este lugar- Observando a su alrededor asiente con la cabeza y le mira silenciosa –Es agradable el sitio, se nota que ahora es una mujer quien lo dirige- Hace una pausa notando la desesperación que en ella había.

-No es que con esto busque ofender al viejo Rossato- Haciendo un movimiento con sus manos buscando cambiar el tema le sonríe y prosigue –Como te decía, se que debes estar preguntándote la razón de esta aparición…-

-Con tu permiso- Hace una pausa y sin levantarse se sirve un poco de vino del que estaba en la pequeña mesa al lado de su asiento - Tu mayordomo me había dicho que podía tomar un poco si lo deseaba… Una gran muestra de hospitalidad, no como el viejo que demoraba más de un año para ofrecer de beber a quien viniese-

-Salud!-Levantando la copa al aire vuelve a traerla hacia él, y catándola con lentitud deja salir un pequeño suspiro –A estas alturas pensarás que el alcoholismo es lo mío- Tras decir esto ríe un poco y saboreando sus labios le mira y continua –Solo soy amante de la buena bebida, los placeres de la vida hay que saberlos reconocer y disfrutar- Le da un sorbo a la copa tomándose todo el contenido de golpe.

–No quiero ser tan precoz y veloz con la visita, en un comienzo solo iba a ser de reconocimiento, pero al saber que eres tu… Tu, quien reside aquí me siento más atraído a la idea permanecer un poco más en el lugar- Sin dejar de verle, sonríe y le pregunta –¿Es una sorpresa no? Para mí lo es, ¿Quién iba a decir que el siguiente encuentro nuestro tras el de aquella noche sería este, aquí, y de esta manera?– Se levanta y se vuelve a servir otro trago de vino, pero esta vez le sirve a ella un poco también, camina hacia colocarse al frente suyo entregándole la copa en su mano -Perdón por ser descortés, a pesar de ser el invitado imprevisto no debo portarme tan ingratamente-

Sentandose nuevamente bebe un sorbo y cerrando los ojos siente aquel placido sabor recorrer cada milímetro de su boca, sonríe y mirándole fijamente permanece pensativo por un momento. -Creo que ya es momento de comentarte el motivo de mi presencia-…


Última edición por Darío Ciancimino el Sáb Abr 26, 2014 9:25 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Elene Rossato Sáb Mar 29, 2014 9:16 pm

Reírse de todo es propio de tontos, 
pero no reírse de nada, 
lo es de estúpidos. 

Erasmo de Rotterdam
Sin saber qué pasaba se sentía humillada y avergonzada, los ojos del hombre a su frente le miraban de manera inescrupulosa y sin algún cuidado, lo que pudo hacer fue correr hasta aquella enorme lona que cubría la ventana y esperar que el otro se retirara pero nunca lo hizo. Frunciendo el ceño no sabía cuáles eran los motivos por los cuales él estaba ahí pero algo en el aire le decía que no estaba bien y su primer error había sido haber salido vestida en paños menores. —Por favor Darío- rogó deplorablemente mientras caía en cuenta que nada de lo que hiciese le iba a hacer volver para atrás. Su rostro ardió cuando le vio acercarse hasta ella y con más fuerza tensó la cortina para cubrir su cuerpo pero fue inútil en un abrir y cerrar de ojos lo tenía cerca —Detente- cerró los ojos y agachó su cabeza y sintió la tela cubrirle el cuerpo. Se puso las mangas y era claro, el abrigo quedaba grande pero cubría lo necesario, no fue capaz de decir gracias pues no se veía en el deber, era él quien debería de pedir perdón por meterse en propiedad ajena.
¿Tomar asiento? Se dijo para sí misma y saliendo de su escondite caminó de manera confiada casi altiva para el fondo de la habitación tomando asiento y viéndole — ¿Qué es todo esto?- le vio a los ojos pero fue tarde se levantó y mencionaba cosas como conocer a su tío, era el único familiar que quedaba con su apellido así que no podía ser nadie más, molesta por mil preguntas y ninguna respuesta suspiró y cerró los ojos pero al notar la confianzuda actitud del hombre que tenía al frente le hizo girarse a su vista —¿Conocía a mi tío?¿Desde cándo?- murmuró suave era un poco imposible, el viejo tenía aproximadamente sesenta y cinco años y había dejado el negocio hace veinte, Darío no tenía al menos unos veintidos o ventitres años quizás un poco más pero dudaba que hubiese coincidido con la época de su olvidado familiar de que hace más de cinco años no tenía noticias, entonces, ¿cómo era posible esa relación entre ambos? frunció el ceño —Le exijo me explique qué es lo que está sucediendo aquí. Me parece una falta de cortesía de su parte irrumpir así en mi casa y pasearse de manera tranquila sirviéndose como si estuviera invitado- tensó los labios y se cubrió el cuerpo más con el abrigo —Además no estoy en condiciones…- sonando avergonzada.
Sin reírse por ninguno de sus chistes le mira malhumorada sin saber qué hacer, se siente exasperada. Mueve una de sus manos en señal de la aprobación a sus acciones aunque por dentro estuviese por estallar de la enojura con las actitudes arrebatadas del ajeno —Gracias - acota por la copa la cual coloca a su par sin darle un trago porque no consideraba nada que estar celebrando —Puede decirme qué es lo que pasa?- murmuró con otro tono que no era el de hace unos momentos, otro más  irritado denotando su molestia por los arrebatos que no era lo material sino aquel sentido de posesión que tomaba el hombre al frente suyo. Ignoró cada una de sus anteriores palabras para qe de manera rápida pasara al tema de verdad importante, lo que lo había traído hasta aquí. 
—¿Y bien?- expectante se quedó sin aire sintiendo una opresión en el estómago, sentarse a su par desequilibró la balanza rígida que había sobrepuesto entre él y ella y le miró fijo sin perderse ningún segundo de su pestañeo. —Necesito ir a cambiarme- gimió desconcentrándose entonces un frío aire erizó su piel nada bueno estaba por pasarle.
Guardándose por unos minutos más la curiosidad y el orgullo se pone de pie y pretende salir de la habitación pero es refrenada entonces confirma que algo no está bien y que definitivamente esta noche no saldrá bien librada.



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Mensaje por Darío Ciancimino Sáb Abr 26, 2014 8:56 pm

"La maldad siempre tiene dos formas
Que utiliza en su beneficio la capacidad
De ser fantasma que impide que lo veamos a tiempo
Y que siempre encuentra refugio en la oscuridad."
Gabriel Navas

El mundo de Elene estaba por cambiar desde ese instante, Darío no le querría para nada bueno, aunque eso no lo sabía ni el mismo en ese momento, el ambiente entre ambos se encontraba un poco tenso, pero no por ello el auto invitado abandonaría la idea de tomar lo que era suyo, la confianza que reflejaba era tal que parecía mostrar arrogancia, sin embargo no era lo que deseaba expresar en sí mismo, tomando un sorbo del vino que se había servido escuchaba cada una de las preguntas que le realizaba, Darío se cuestionaba el hecho de revelarle la realidad de su ser, su origen y así hacerle entender cómo fue que llegó a poseerle a ella legalmente, pero no sabía el impacto que podría ocasionar en ella, aunque pareciera verle como una mujer con excelsa fortaleza mental y psicológica no podía asegurar que tomaría la explicación de la mejor manera.

-Deberías sentarte nuevamente- Susurro con su copa en la mano esbozando una sonrisa –Es de mala educación dejar al invitado solo, estarías saltándote varías normas de cortesía- Acomodándose en el asiento sin dejar de verle prosiguió –Si te quedas responderé cada una de las dudas que puedas tener- Bebiendo deja la copa seca de nuevo y se vuelve a servir otro poco más de vino.

-Se que puedes pensar que mi visita fue de imprevista, pero debes entender que tengo el derecho absoluto de llegar aquí cuando lo desee- Sonrío al ver cómo le miraba extrañada y un poco ofendida luego de haberle dicho esto último, estaba tal vez tocándole lo más profundo del ego, o eso pensaba, la mayoría de las personas de su clase social tenían algo que les caracterizaba, estos irradiaban un egocentrismo asombroso, solo que esta joven en el poco tiempo que habían hablado no mostraba señas de esto, por lo que quería probar si es que era distinta a los demás.
La realidad del asunto es que eso era lo que él esperaba, no deseaba verle de esa manera, no quería que ella fuese como los demás -A tu tío le conozco desde hace mucho, solo eso puedo decir por los momentos, ya poco a poco sabrás e irás dándote cuenta de la realidad de las cosas, y podrás ver quién era él, de verdad-

-Sé que en estos momentos estás… Podrías estar pensando y preguntándote que es lo que me creo, o que es lo que realmente soy- Jugando con la copa rodea el borde de esta con su dedo índice, sin dejar de verle –Hay algo que quiero que veas- Suspirando baja la mirada cual pensativo y dubitativo se encontrase –Pero no sé cómo reaccionarás cuando lo veas, por lo que necesito que me asegures una sola cosa- Tomando todo el contenido de su copa de un sorbo dirige su mirada hacia Elene.

-Para que lo comprendas, o lo puedas intentar comprender debes saber que la naturaleza de las cosas no son como las logras divisar a primera vista- Sirviéndose otro poco de vino observa que ella no había tocado su copa en lo absoluto, por lo que sonriendo hace una pausa en el tema de conversación y le dice esta vez con un poco más de seriedad –Si le dejas al aire por mucho tiempo perderá su esencia- Señalando el vino con su mirada –No seas descortés y toma aunque sea un poco de la copa, hay muchos que se morirían por tomar un vino como este, y tu estas despreciándolo como si de un brebaje mal preparado se tratara-

Negando con la cabeza hace la copa a un lado y retoma el tema de conversación –Como sea, hay algo que necesito que me asegures para poder enseñarte lo que quiero que veas- Sin dejar de verle saca de su traje un pequeño pergamino –Aquí adentro esta la causa de esta visita, la cual dices ser descortés- Riendo un poco por lo bajo prosigue –Cuando lo veas siéntete con el derecho de preguntarme lo que desees, ya que te generará muchas dudas, pero…- Hace una pausa desviando su mirada hacia un costado –No intentes destruirlo, porque no podrás hacerlo- Darío sabía que al entregárselo, ella lo leería y lo destruiría o bien lo intentaría, por lo cual no debía arriesgarse, así que al dárselo estaría controlándole mentalmente para que se le hiciese imposible destruirlo, sin importar que con aquello Elene se diera cuenta de su verdadera naturaleza.

-¿De acuerdo?- Preguntó sosteniendo el pergamino fijando su mirada en ella.
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Mensaje por Elene Rossato Dom Mayo 04, 2014 10:31 am

Sus pasos se detuvieron en seco al escuchar sus últimas palabras, la molestia estaba mezclada con cierta indignación. Un frío le recorrió desde los pies descalzos hasta sus piernas desnudas cubiertas a mitad del muslo por el abrigo que el hombre sentado a su frente le había proporcionado. Sin saber que si se encontraba más furiosa o confusa se giró para verle con la ceja alzada y una mueca de fastidio, seguía sin poder creer que en su momento lo había considerado atractivo y pensante, diferente a los demás, por unos minutos ése extraño en aquel bar italiano lo había considerado un hombre respetable. Aquella imagen que se había sido sentada en un pedestal se habían derrumbado a las sonrisas burlonas de él para con ella, realmente las apariencias engañan y la confianza te asesina. La luz  cegadora que se reflejaba en la entrada de su ventana le hizo un rato ignorar la voz del hombre y perderse entre aquellas millones de ideas que se desgastaban con los segundos del reloj de la pared que seguía sin importar qué estaba sucediendo en su casa. Frunció el ceño devolviéndole la vista a Darío molesta porque sus palabras golpeaban su ignorancia, se estaba cansando de jugar ese juego.
—Debería de hablar de una sola vez, detesto los rodeos- volvió a tomar asiento haciéndole caso a su petición, mala manía hacer todo lo que los demás le ordenaban haciendo que se metiese en problemas. —Espero esto realmente valga la pena porque me está haciendo perder tiempo. Considero que el único que carece de educación aquí es otro- musitó apenas y cerró los ojos acomodándose en el asiento alisando el arrugado abrigo que le cubría las piernas suspirando con fastidio. Pasando los dedos entre sus cabellos peinaba éstos y le vio fijamente esperando a que hablara de una vez por todas. Tratando de analizarle sin sacar una buena conclusión sobre él simplemente que después de esta noche y su visita molesta no quería volver a toparse jamás con él. Esperaba que la vida no le volviese a juntar sin notar lo que equivocada que estaba. —Me parece demasiado rápido que diga que tiene derecho de estar aquí, fueron unas cuantas copas de licor en aquella taberna, no veo el ‘’derecho’’- haciendo énfasis en sus palabras últimas —Que tenga usted aquí- rodó los ojos y ladeando el rostro sus facciones fueron algo afligidas —Mi tío hace mucho tiempo no tiene que ver conmigo, Darío, no sé donde está, si es al él quien busca….- suspiró —Pero qué extraña amistad….- se quejó por lo bajo tratando de relacionar qué tipo de negocios unía a su tío y al hombre en ese asiento. Su tío jamás hacía tratos con jóvenes puesto que los consideraba alocados y él no debería tener a lo más la misma edad que ella.
Su vista se dirigió a la copa que tenía Darío en sus manos escuchándole atentamente, apretando sus puños contra la tela se estaba cansando de los rodeos y evitando dejárselo saber se contuvo para gritarle que se fuera —No soy una empedernida del alcohol…- gruñó a sus palabras de su copa vacía —Pero sí una desesperada por las personas que no van al punto- con sus manos cubrió su rostro desmotivada por todo aquello y tiró la espalda hasta el asiento. —Bien…- se auto- consoló así misma abrazando su delgado cuerpo devolviéndole la mirada. Cada una de las palabras de él lograban darle una pedrada a su estima, esa frescura, esa poca calidez y tanto para hablar.
—Solo muéstreme- tensó sus labios extendiendo su mano para que el otro entregara lo que parecía un viejo pedazo de papel doblado cuidadosamente. Sus ojos obviaron el hecho de su acompañante y todo se centró en aquel pergamino que estaba cargado de muchos secretos y que con esto quedaría libre de sus múltiples dudas. —No me veo haciendo trizas algo que no es mío, Darío… No soy una maniática ¿o me ve como una?- gimoteó algo exasperada tomando acercándose un poco al cuerpo del hombre para poder ella tomar por su cuenta el pedazo de lienzo viejo.
Sus manos torpes comenzaron a desenrollarlo. Una vez extendido sus ojos comenzaron a leer rápidamente saltándose fechas, nombres y yéndose derecho hacia unas letras góticas en negra que resaltaban bastante. —No… no puede ser- susurró releyendo el párrafo levantando sus ojos hasta aquel hombre que seguro y estaría sonriendo tan escueto. Llevándose una mano hasta su boca cubrió su boca al saber que su mundo se derrumbaba. —¡Debe ser una broma!- sonrió sin querer hacerlo y justo cuando iba a destruir al trozo de letras en dos sus manos comenzaron a temblar, no podía, algo le estaba deteniendo y claramente era quien ávidamente tomaba de la copa de alcohol.



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Mensaje por Darío Ciancimino Dom Mayo 25, 2014 7:30 pm



"Diríase que somos hijos legítimos
De la realidad y bastardos de la ficción."
Luis Landero

La respuesta de la joven había sido la vaticinada por Darío, sabía que lo intentaría romper, ¿Y quién no lo haría? Tener en sus propias manos el acta de su privativa de libertad, destruirla era la mejor opción para ella, pero no tenía en cuenta la habilidad y la naturaleza del individuo que yacía sentado al frente suyo. –Sabía que lo intentarías hacer- Sonrío levantándose y dirigiéndose hacia ella –Esto no es tuyo- Aún con su sonrisa esbozada toma el pergamino de sus manos y se lo quita dándose media vuelta y quedando de espaldas a ella –Puedes sentarte- Obligándole a sentarse camina hacia su asiento nuevamente tomando otro sorbo de la copa –Elene…- Musitó viéndole pero ahora con seriedad; lo que al comienzo había empezado siendo un juego mental para el ya había terminado, con sus actos la joven ya sabía su verdadera naturaleza, pero eso a él poco le importaba en esos momentos. –Te contaré algo- Sirviéndose un poco más de vino; Darío no podía ocultar ese deseo por el alcohol, parecía que en su vida en vez de sangre se alimentaba con la bebida destilada. –Cuando nos conocimos jamás llegue a pensar que tú serías la persona que… Bueno, la sobrina del viejo- Ríe un poco para proseguir sin dejar de verle –En mis planes jamás estuvieron llevar a cabo el cumplimiento de lo que dictamina este pergamino- Sintiendo la mirada de ira y rencor que emanaba de la joven hacia él, hacía caso omiso a ello y seguía hablando.

-Yo solo venía a ver quién era la persona que estaría esposada a mí, por una elemental curiosidad que invadía mi ser, luego le comentaría la clase de tío que tenía, y terminaría rompiéndolo, pero…- Hace una pausa dejando mostrar una sonrisa un poco endemoniada, propia de el cuándo se dispone a cazar a sus víctimas.

-Tu modo egocéntrico, tu…. Tu…- Haciendo vueltas con las manos continua –Tu forma de ser indica que debe ser cambiada, y ¿quien más para ello, que yo? Querida Elene…- Toma un sorbo de su copa se levanta acercándose a la que según ese pergamino sería su compañera sentimental, posicionándose aún de pie tras de ella –¿Sabías que me llamaste la atención desde la primera y única vez que llegue a verte?- Acariciando su mejilla observa a su alrededor, imaginando que esto generaría un poco de cólera en la joven lo seguía haciendo –Aquí habría que hacer varios cambios de llegar a quedarme…- Se aleja de ella y comienza a caminar hacia los ventanales –Créeme que aún lo estoy pensando, es como una especie de morbo que tengo por…- Hace una pausa con su mirada perdida levantando su dedo índice –Ah, la copa!- En modo jocoso exclamó buscándola en la pequeña mesa donde la había dejado, sirviéndose más para llenarla, no pudo evitar voltear su mirada hacia Elene, divisando la copa que le había entregado a ella, “Aun la tiene llena” Pensó, por lo que solo llenó la suya.

A pesar de haber llegado recientemente, actuaba como si hubiese vivido en el lugar por mucho tiempo, haciendo ver la autoridad que de ahora en adelante pasaría a sus manos, dejando salir un pequeño suspiro con sonrisa incluida, se volvió hacia la ventana siguiendo con la conversación
-Te decía que era como una especie de morbo que tengo, esa manía de querer cambiar lo malo y transformarlo en algo perfecto, algo asombroso, que puedan decir que solo yo, Darío Ciancimino pudo hacer, y pueda ser identificado a donde vaya- Sonríe volteando a verle –No es que con esto quiera decir que todo lo busco transformar a mi antojo… No! Solo quiero que todo lo que puedan relacionar conmigo raye en la perfección… Y tu querida Elene-

Tomando un sorbo de su copa voltea hacia la ventana divisando el exterior de la mansión. –Tú en un futuro así ninguno de los dos lo queramos hubieses sido relacionada conmigo por los demás, aunque no es algo que deba importarnos a ambos, y jamás me gustaría que me relacionasen con alguien tan ególatra y creída- Sonríe mirándole de reojo, no sabía si lo que le decía le estaría molestando, pero por su forma de ser lo más seguro es que si. –Así mismo, sin ánimos de ofender Elene, debo decirle que mi deber es el de hacer diversas reformas en el lugar, y en las personas de aquí, si es que… Si es que decido quedarme, claro está- Sonríe volviendo su mirada hacia ella, esta vez de una manera más directa que antes, eran más que obvias las intenciones de Darío, el se caracterizaba por ser un hombre de total rectitud, a pesar de su naturaleza buscaba que todo en su entorno funcionase como debe ser.

-¿Sabes algo? En estos momentos me gustaría saber qué es lo que estas pensando- El sabía ya que la joven estaba al tanto de la realidad de Darío, pero no por ello debía dejarle ver todas sus capacidades. –Lástima que no pueda saberlo- Susurró dejándose escuchar por ella.


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Mensaje por Elene Rossato Dom Jun 08, 2014 1:05 pm

El aire siendo más pesado que nunca hacia opresión en su pecho, era difícil respira tenido clavada una mano que actuase por ella sin ser su propio yo quien controlase la situación.  Su cabeza comenzó a hincharse por los intentos fallidos de autocontrol y miraba con repudio al vampiro que alguna vez creyó agradable, no podía concebir su cinismo frente a ella y ese acto de pertenencia digno de un patán. Revoloteó los ojos cuando le escuchaba hablar como una malcriada que no teme a ser castigada y entonces su única oportunidad de ser libre se esfumó en sus manos. Debía ser mentira, lo que estaba relatado ahí no podía ser real, ella no podía estar comprometida con alguien tan déspota y mentiroso como ese hombre que tenía frente a sus ojos. Los deseos de llorar se hicieron presentes casi de inmediato y abrazó su cuerpo siguiendo la orden de sentarse. Cerró los ojos —¡SAL DE MI CABEZA!- exigió con un poco de fuerza tratando de contenerse así que pellizcó su piel para evitar que el mar que rodeaba sus ojos saliera de su cauce y golpeara como olas sus mejillas. —Si tus planes eran no seguir a cabo con esto estás a tiempo, yo no pienso consumar algo en lo que jamás se me preguntó- su voz sonaba un poco más tranquila a como antes había sonado, quería ser lista y tratar de persuadir la situación.
Sin ningún éxito miró de manera repentina un punto fijo de la pared para tratar de tranqulizarse —Esto para ti es divertido ¿no?- devolvió su vista con represalias en la boca que jamás salieron y las ganas de quebrarse ahí mismo le quebraron la garganta —No te conozco ¿cómo es posible?- sollozó bajo y limpió cualquier intento de lágrimas, solo quería estar en soledad para ahogar su llanto —¿Mi forma de ser?- alzó la ceja indignada. ¿Cómo se atrevía? Le miraba de arriba hacia abajo en incesantes movimientos como si sus orbes fuesen a salir de su lugar y el olor a alcohol le hacía revolver el estómago.  —¿Entonces estás pensando en llevar esto a la realidad?- su mano cubrió su boca dejando salir un gimoteo doloroso negándose a la idea ¿Cómo sobrellevaría tal situación? Sin fuerza sus manos cayeron a sus costados y apoyando las rodillas en los muslos ocultó su rostro lleno de desprecio  y seguía negándose a la idea. Se imaginó en cuestión de segundos momentos casuales con el vampiro y de repente entró en pánico. ¿Qué era lo que había hecho mal? Comenzó a repasar en su cabeza su vida. Quizás pecaba de imprudente con en las compras como cualquier mujer se autoconsentía cualquier capricho pero no se consideraba una egocentrista vanidosa que tomase lo que quisiera sin importar los demás y levantó la vista para ver la cara de su verdugo.
Su tacto frío le hizo ladear la cara para evitar esa caricia y negó, no se iba a volver una débil manejable ante él. —No tienes que pensar en modificar nada de aquí Darío- suelta la mirada más fría que podía en su vida haber sobreactuado y se coloca de pie —Porque no vas a quedarte, esto tiene solución y si no es con abogados que tumben ese contrato será dinero ¿eso es lo que deseas no?- alzó la ceja —Vamos. Pon una cifra y te daré el doble de lo que exiges- elevó los brazos haciendo un gesto exagerado sobre sus menciones a lo que rápidamente dejó a un lado porque se dio cuenta que el abrigo ajeno comenzaba a dejar ver su desnuda piel y se maldijo por no ser nada cuidadosa y estar en tales condiciones.
—No puedo creerlo- escuchaba sus alardeos y cerrando los ojos se abrazó a si misma con una  mano y con la otra fregó sus ojos con cierto fastidio —No me hables como si fuese una cosa. Algo que puedes traspasar, un bien material que puedes transformar a tu antojo- le señaló con un dedo —¡No te atrevas!- quería cortarle esa sonrisa tan cínica que rompía su cordura y negó —Eres igual que todos. Alardea de lo que tiene más nunca lo tuvo- murmura con ironía —No pienso dejar que me relaciones contigo de ninguna manera. Es enfermo lo que se te ocurre en la cabeza- habla con falsa seguridad conteniéndose la rabia y camina hacia él de manera acelerada quedándose cerca para encararle lo que le hace reír su recurrencia a ‘’los cambios que deberé hacer si decido quedarme’’.
Ríe pero con nerviosismo pues la sola idea le aterra —¿Qué ganarías cumpliendo lo de ese papel?- alza la ceja y le arrebata la copa lanzándola a un lado en donde los cristales a pedazos se  dejan oír que hasta ella se sobresalta por el sonido tratando de fingir maldad y niega —No te hagas el santo conmigo, Darío, así como tuviste la capacidad de controlar mis acciones atrévete a leer lo que en mis pensamientos hago contigo- frente a frente sus pies descalzos chocan con su calzado y eso le hace desconcentrar. Parpadea un par de veces  y traga con pesadez rogándole al cielo fuerza para mantenerse en pie.



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Mensaje por Darío Ciancimino Dom Jun 22, 2014 3:22 pm



"Incluso los angeles y demonios también
Se cansan de librar interminables guerras
Por el alma de los hombres."
Antonio Navas


Permaneció inmóvil frente a aquel acto que parecía ser de rebeldía, observándole a ella y a la copa ya rota en el suelo no pudo hacer más que sonreír –Yo no tengo necesidad de leer tu mente Elene, todo lo que piensas lo demuestras- Señalando con su mirada la copa vuelve a verle a ella –Te encuentras ofuscada, molesta y podría decirse que con el orgullo destruido…- Hace una pausa acomodándole el abrigo, ya que con tanto agite esta no se había percatado de cómo poco a poco se iba desnudando al dejarlo deslizarse por su cuerpo, sonríe y voltea su mirada hacía la ventana, no quería verle a la cara porque sabía que no respondería de buena manera, parecía que el joven vampiro había encontrado quien podía calmar su carácter temperamental y explosivo, sus respuestas vehementes al parecer habían desaparecido y esto ya lo había descubierto el mismo por lo que dejando salir una risa se limito a decir –Querida Elene yo no estoy haciendo el papel de santo- Dándole un pequeño beso en la frente de manera tan expedita se da media vuelta y recuerda el ofrecimiento de la joven realizado hace un momento, no pudo evitar seguir riendo ante esto, al parecer ella no sabía que la fortuna de Darío era cinco veces mayor a la suya –Elene, por algo fue que tu tío tuvo que apostarte a ti, yo solo jugaba por placer, pero él… Su ambición fue lo que llevo a colocar a su propia sobrina, a su única familiar restante, en juego–

Camino hacia la mesa y tomó otra copa llenándola de vino-Podríamos estar horas y horas debatiendo sobre lo que tú crees es lo mejor, y sobre lo que en realidad es o no, si deseas podemos tratar esto con abogados, si así lo quieres, pero sabes que de nada servirá- Tomando asiento nuevamente coloca su copa a un lado y por unos segundos guarda silencio –Yo me quedaré un tiempo en este lugar, lo acondicionare para mi permanencia, y con el tiempo tu ya decidirás si deseas que me quede o no, al menos podemos llegar a ese acuerdo…- Hace una pausa tomando un poco de vino y viéndole aún de pie –Descuida que los gastos correrán por mi cuenta, de ahora en adelante me encargaré de todo, por lo que no deberás preocuparte, tómalo como unas vacaciones… Y tranquila, que no tocaré ni un solo céntimo, ni un solo franco, ni tan siquiera una sola libra- Colocando un poco más de seriedad en su rostro se levanta y yendo hacia ella a medio camino se detiene sonriendo para devolverse a la mesa dejando su copa allí, le observa después de dejarla, y sonriendo dice –No hay que correr riesgos- Haciendo alusión a la copa que había lanzado al suelo con rabia –Bueno…- Susurra caminando hacia ella posicionándose al frente suyo.

Acomodando un mechón de su cabello prosigue –Sabemos que no estás en condiciones de exigir por más que tu orgullo te diga que si, como te había dicho hace un momento, en mis planes jamás estuvieron llevar a cabo el cumplimiento de lo que dictamina el pergamino que te enseñé únicamente venía a ver quién era la persona que estaría esposada a mí, por una elemental curiosidad que invadía mi ser, luego le comentaría la clase de tío que tenía, y terminaría rompiéndolo, pero al darme cuenta que eras tú cambie de parecer, por dos cosas- Se encoge de hombros y se da vuelta dejándole allí y yendo hacia el ventanal –Es una hermosa vista la que tienes aquí, eh!- Para aliviar tensiones sintió que debía decir algo sobre la ventana, aunado al hecho de que no deseaba que pensara que le estaba evitando la mirada, sencillamente el así como se maravillaba con el alcohol, también tenía cierta afición por la tranquilidad de la naturaleza, y eso era lo que ofrecía la vista que podía divisarse en esta –Bueno, te hablaba de las razones por la cual decidí llevar a cabo esto, no?- Haciendo una pausa momentánea prosigue -La primera razón fue la que te mencione acerca de los cambios, y la otra… No sé, pienso que fue el hecho de habernos encontrado aquella vez, creo que tienes algo que puede ayudarme a conseguir una cosa que he estado buscando desde hace años- Observando su mirada extrañada le aclara para evitar confusiones –No tiene que ver con nada económico, descuida! Así como te dije, mi fortuna es mayor a la tuya, por lo que no debes preocuparte- Aún sonriendo permanece sin perderle de vista.

-Se que por mi sonrisa incesante puedes pensar que para mí esto es un juego… Cualquiera pensaría eso no?- Pregunta sin darle tiempo para responder –Pero no, podría decir que se trata de algo sugestivo para mi, en realidad cuando hay algo nuevo siempre despierta ese interés en mi que crea cierto tipo de agrado y placidez- Acercándose a ella le observa detenidamente y susurra a su oído –Esto será interesante- Sonriendo concluye mirándole a los ojos con tranquilidad y plenitud.


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Mensaje por Elene Rossato Lun Jun 30, 2014 1:18 pm

La resignación es un suicidio cotidiano.
Honoré de Balzac

El advenimiento de las cosas eran más que solo palabras, la sola espera de ahogarse en un solo llanto le hacían estar con un aspecto serio y hasta altanero. Quizás había subestimado las habilidades del sobrenatural que no podía predecir que por dentro  la pequeña rosa se estaba marchitando cerró los ojos queriendo permanecer de esa manera, no podía evitar quererse echar a morir de una manera desesperada. Cerrando sus ojos esperó pacientemente, el tic tac del reloj de piso era lo único que escuchaba y fragmentos de la voz del vampiro que parecían quererle asesinar pese a su sarcasmo solo quería huir de ahí y hundirse en un mar de lágrimas. Le miró fijo a los ojos pues siempre había gustado de encarar las situaciones como se debe. Limpió con el dorso de su mano el borde de sus ojos, cerciorándose que nada de lo que no quería fuese a salir de ahí, no quería verse débil con su futuro ¿prometido? La idea la zumbaba en la piel y juró que si no era porque estaba apoyada en uno de los respaldares de los asientos hubiese caído pero sus actos eran más que traslapes de lo que quería ser… libre.

—No necesito que lo repitas- sus palabras se clavaban en lo más hondo de sí. Y sus helados labios besaron su frente, un eléctrico recorrido se dibujó desde ahí  hasta su cuello terminando en la boca de su estómago. —Te parece gracioso. Como las novelas que sueles leer por diversión ¿no es así?- apretó los labios —La huérfana vendida- susurró en un hilo de voz. Nunca había tenido una relación cercana con el que decía ser su tío pero nunca pensó que podría ser él quien la vendiera al mismísimo demonio, todo por ambición. Abrazó su cuerpo de manera más consoladora pero no lograba hallar algo que calmara el escozor de su piel. El sentimiento de traición se hace más ponzoñoso cuando se sabe que la daga viene de alguien que jamás se espera. Sus ojos dejaron de estar en contacto con los otros y miró sus descalzos pies notando que él nuevamente se iba a la barra de alcohol a servirse un poco más del líquido agridulce —Al  menos deberías de ser un poco serio al respecto, eso señaló la copa —Sale sobrando, ¿Tienes problemas con el alcohol?- frunció el ceño tratando de decir lo primero que se le venía a la cabeza pero seguía sumida en la conmoción.

Trató de guardar la calma pero era casi insostenible, el vampiro pensaba consumar el contrato y lo había decidio —Darío… Por favor- niega con la cabeza y las palabras vuelven a resonar de manera dura contra sus oídos. No quería a un extraño, recién conocido compartiendo la misma casa y peor, la misma cama. Tensó la sonrisa, la cual se borró de inmediato —Esto no se trata de dinero, se trata de que deberías de saber que no está bien eso.- señala el papel que había sido oculto en alguna parte de su traje —Aún sigo sin entender qué ganarías con esto ¿no lo ves? No creo que podamos vivir en paz en esta casa ambos, no congeniamos para nada y sinceramente el infierno jamás ha sido una de mis formas de ver la vida- extiende ambas manos para ejemplificarle lo que quería decir —Soy una mujer normal que sólo pide una vida como la que cualquiera quisiese tener. No me gusta que manejen mis quehaceres y esperé habértelo dejado claro aquella noche en el bar italiano- alza la ceja —No necesito ayuda, ni vacaciones… Solo quiero por una vez en mí vida tener tranquilidad- cerró los ojos y el acto de dejar su copa a un lado le causó gracia y soltó el aire que mantenía en sus pulmones, sabio era, quizás esta vez la pared no iba a ser quien recibiría el cristal romperse.

—¿Una cosa que estás buscando?- alzo la ceja de manera prominente abriéndolos de golpe notando cómo admiraba el panorama. Quizás era el momento donde podía correr más sin embargo decidió quedarse —¿Qué cosa? Como te dije, somos tan diferentes no creo tener algo que pueda ser de tu agrado quitando el hecho de que casi acabas con todo el vino de esta casa- mencionó irónica y asintió —A mí también me gusta estar lejos de todo el jolgorio parisino- suavizó su voz por primera vez olvidándose de todas las malas noticias pero su comentario de que su fortuna era mayor que la suya le hizo romper la burbuja en la que él mismo había construido y la rabia comenzó a hacerse sentir —Lo sabía- rodó los ojos creándose una imagen quizás errónea de él. ‘’Uno más que sólo está interesado en el dinero’’.

Nota la cercanía entre ambos y trata de simular la fuerza con la que antes había arrancado y sus mejillas tornan de un color más rosa de lo normal y traga con fuerza —No quiero saber qué clase de cosas aberrantes se pasan por tu cabeza, Darío- le mira a los ojos y esquiva su mirada por primera vez arreglándose el abrigo y mira que sus manos tiemblan  y las empuña escondiéndolas —No sé qué estás esperando de mí pero-se acerca un poco más a él sintiendo la yugular palpitarle aún así continua —No va a ser nada que te agrade uh- frunce el ceño susurrando a su oído de la misma manera que le había él había hecho. Era mala para los juegos de seducción por eso la histeria que sus venas resaltaban y sonríe con cierto nerviosismo —Sino hay nada de qué hablar pues… Me has dicho todo, creo que no tiene caso que te quedes más aquí. He de suponer que no vas a quedarte aquí hoy sino que al cabo de esta semana harás lo que tienes que hacer-posa una mano en las frías mejillas ajenas y se aparta —Puedes irte ya Darío Ciancimino- pronuncia su nombre con el acento italiano característico de su país y no baja su mirada tratando de guardar la estabilidad unos minutos más.



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Mensaje por Darío Ciancimino Mar Jul 22, 2014 12:43 am



" Todos estamos en el arroyo, pero
algunos miramos a las estrellas."
Oscar Wilde

El ambiente a pesar de continuar un poco tenso entre los dos se encontraba ligero, tan ligero que la finalidad transformada de la visita de Darío había sido aceptada por la joven, luego de aquel espectáculo el inquieto vampiro no dejaba de sonreír, había obtenido nuevamente lo que deseaba, muy pocas veces fallaba en sus intentos de conseguir lo que se planeaba, no obstante a lo que la lógica imperante y el titulo de posesión demostraba, él sabía que Elene había terminado de aceptar sus peticiones porque sencillamente deseaba que se fuera de su mansión en ese momento. –De ti no estoy esperando nada más que el cumplimiento de lo que dictamina este pequeño pergamino- Señalándolo siente la mano ajena en su mejilla –Muy pronto te darás cuenta de que lo que tienes puede ayudarme a conseguir lo que he estado buscando desde hace años-

Toma su copa nuevamente alejándose de ella y viéndole alejarse también – ¿Mi problema con el alcohol dices?- No puede evitar reír tomándose la copa de vino completa de golpe –¿Prefieres ver a un vampiro asesinando a personas para obtener su sangre y calmar su sed, que verle bebiendo alcohol?- Sirviéndose nuevamente llenándolo hasta el tope, olfatea la bebida dejando mostrar un gesto de placer poco descriptible sensible a la imaginación de cualquiera. Ríe estruendosamente y pidiendo disculpas toma un poco de la copa y la coloca en la mesa volviendo a tomar asiento

–Se que deseas que me vaya, que piensas que no tengo nada más que hacer aquí después de haber conversado sobre el tema, pero…-  Hace una pausa y le observa fijamente a los ojos, y embelesado con su belleza se distrae por un momento para luego entrar en sí y negar con la cabeza sonriendo para sí mismo –Si! Tienes razón! Creo que ya habiendo hablado todo debería realizar cada uno de los arreglos necesarios para poder regresar e instalarme aquí junto a ti, si es que deseas quedarte, porque bien podemos ir a mi mansión- Levantándose del asiento termina su copa nuevamente de golpe y acercándose a ella se coloca al frente suyo tras un par de centímetros de separación.

-Tu aroma es como una sinfonía eterna, hermosa y sincera para cualquiera, pareciera producto de los dioses- Cerrando sus ojos aspira suavemente sonriendo –Esto realmente será interesante!- Besa su mejilla sosteniendo su rostro con su mano suave y delicadamente –Se que al inicio te parecerá algo bizarro todo esto, pero en un futuro verás que es lo mejor, y que ambos le sabremos sacar provecho- Posa su mirada en ella por lo menos por un minuto y luego se da vuelta despidiéndose –Pronto sabrás de mi, querida Elene, deberás estar pendiente, ya que esta unión no será algo que comience con algo simple como las demás, tendrá lo suyo y todos lo podrán observar- Caminando hacia la puerta toma su abrigo, y despidiéndose de ella se marcha sin voltear hacia atrás, pero sintiendo igual su mirada fijada en su espalda y su ser.


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