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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

¿Estás dispuesto a regresar más doscientos años atrás?



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Mensaje por Lyanna Moldovan Mar Mar 11, 2014 11:41 am

[…]No existió la libertad, la paz, desde que con mis alas me alejé de la prisión de tu amor. Ni calma, para este mío desde entonces, pobre y vacío corazón.
L.Moldovan

La noche caía en el asombrecido lago. El sol antes pleno y radiante, disminuía tanto que hasta el calor de sus rayos, dejaron de combatir contra el frío, de aquellos animales que bajo ellos yacían escondidos, adormilados ahora que la luna tomaba posesión de los horizontes y de sus sueños. El viento mecía los árboles, siendo ellos los únicos que rompían el silencio sepulcral, de aquel sector del bosque, que años atrás en una cacería, fueron testigos del padecimiento de toda ave circundante, siendo las pocas que escaparon las que alertaron de la peligrosidad. Desde ese lejano día, no se acercaba nadie excepto un alma que desamparada, negada a alejarse del lugar de sus recuerdos más bellos, permanecía escondida, silenciosa en el escondite de su infancia. Lyanna, seguía allí, siguiendo con sus rutinas. Escondida normalmente como cisne, excepcionalmente como humana en su vieja cabaña, se aventuraba en las noches de luna llena al lago, en la noche cuando no acudían cazadores a llamar a su amor, a hacer su llamamiento para que alguna vez él la escuchara y la encontrará de nuevo. Se podían oír sus gritos, sus aleteos desesperados por volar a su encuentro, como su blanco cuerpo rompía la calma de las aguas y en ellas, se reflejaba su belleza alumbrada por la luz mística de la luna.

Debía saber, que ella se encontraba allí donde se separaron, en el mismo lago que los había visto crecer y partir. No obstante, los años pasaban y a cada día que pasaba, la desesperanza era mayor, hasta hacerla sumir en la mayor de las tristezas. Igual que ella, él había volado lejos de su alcance, quizas siendo ya demasiado tarde. Los días pasaban, con sus tempestades, lluvias… y nada parecía afectarla, ni devolver la luz a los ojos de la pequeña avecilla, que sin esperanzas seguía esperando un milagro.

Y esta noche no se presentaba diferente a las anteriores. Solo se sentía la lejana inquietud de desconocidos en las cercanías de aquel pequeño paraíso. Un peligro reinante que a ella ya no le importaba y que a los demás animales si parecía importarles, los que corrían a esconderse apresurados en el mayor de los silencios. Las pisadas lentamente seguían acercándose. Aún así, nada ni nadie, iba a impedir que el cisne una vez más, llevara a cabo su ritual, ni que se negara a probar por primera vez tras todo el día escondida, como se sentía el agua acariciando su plumaje, como la suave caricia de un amante.

La luna en lo más alto ya lucía como una reina, acompañada por las damas de su existencia; las estrellas. Lyanna salió con la cabeza cabizbaja al encuentro del agua. Pronto el cuerpo desnudo de la joven, desapareció entre los matorrales, hasta que de ellos un cisne emergió ya en las aguas tranquilas. El cisne con tranquilidad, calmado movía sus patas bajo el agua nadando en silencio. Silencio que solo una vez fue roto cuando llegando en medio del lago, le llamó únicamente una sola vez, retumbando su cántico, su lamento a todos los rincones del bosque, esperando que él la oyera. Tras proclamar al cielo su melancolía, miró por ultima vez a la luna, escondió su cabeza entre el plumaje de sus gran y hermosas alas y allí se quedó, flotando en medio de aquel solitario lago llorando lagrimas cristalinas que corrían hacia el encuentro del agua. Rodeada por el silencio del bosque y anhelante, recordó cada instante pasado con él, su Kirian, y como desde pequeños se llamaban entre secretos y susurros… Su inolvidable alma gemela. Y así permaneciendo en sus recuerdos olvidandose por completo del peligro del cazador que cada vez se acercaba más, fue hacia la orilla en silencio, donde con mirada triste y perdida, cabizbaja se quedó, esperando por alguien que quizás nunca más volviera a por ella.


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Mensaje por Kirian Stendhal Miér Abr 09, 2014 6:24 pm

Los hombres viven del olvido; las mujeres, de recuerdos.
Thomas Stearns Eliot

Ella se había ido un día dejándole detrás. Por más que él hubiese rogado que permaneciera a su lado sabía que eran inútiles sus esfuerzos porque Lya debía seguir con su familia. Paso días molesto por aquello, con el corazón roto y aguardando a ratos porque ella regresara a su lado aunque nada de eso paso tan pronto como Kirian lo deseo. Él se había sentido parte de la familia de Lya, creyó en aquellas promesas que se hicieron desde la infancia pero todo fue una simple mentira de esa cisne que le abandono.
Poco paso antes de que optara por alejarse de ese lugar, todo a su alrededor traía recuerdos de Lya y eso solo le afectaba más; por eso había abandonado todo detrás para ir a buscar un nuevo destino y un nuevo camino lejos de todo lo que conocía y desprendiendo del dolor que significaría no volver a verla nunca más.

Kirian, ¿Seguro que es aquí? – Elisa, aquella cazadora que le mostró un mundo diferente, quien se había convertido no solo en su compañera y amiga sino en su pareja le interrogaba. Se encontraba dudando de que realmente ese fuera el sitio a donde les mandaron a atrapar un cambiaformas que ciertos adinerados deseaban para mascota.
Elisa, ¿Cuándo he fallado en alguna de nuestras cacerías? – le dedico una sonrisa coqueta y se acerco a besar los labios de esa mujer que ahora era su único refugio – ya te dije que hace mucho tiempo viví por estas zonas, así que confía en mi y sigamos que el lago que nos indicaron esta solo un poco más delante – recordaba cada uno de aquellos lugares, claro que si, ¿Cómo no hacerlo si parte de su corazón se quedo atrapado en ese lugar? – Bueno, deja que cambie por si vemos al cisne así tendremos más oportunidad de atraparle si le vemos – le dedico una enorme sonrisa a su cazadora quien únicamente asintió para después observar como Kirian cambiaba de su forma humana a ser un pastor australiano.
Buen perro – escucho decir a Elisa que se soltó en algunas risas solo para sacar un arma. Juntos eran buenos en lo hacían, Elisa se había vuelto una mejor cazadora desde la primera vez que se vieron y Kirian su fiel compañero que no permitía que ninguna presa se escapara de ellos, todo porque necesitaban tanto dinero como la diversión que simbolizaba para ellos cazar.

Avanzó con los pasos de Elisa siguiendo los suyos y solo cuando estaban ya bastante cerca de lago fue que escucharon el llamado de un animal, el cisne estaba ahí, exhibiendo su majestuosidad como si no existiera peligro alguno de ser capturado.
Kirian ya sabes que hacer – la cazadora sonrío y Kirian se lanzo a correr por el otro lado del lago a toda velocidad. Mientras tanto Elisa termino de acercarse a la orilla del lago y apunto con su arma cerca del cisne pero no lo suficiente como darle; una vez que el animal termino su llamado disparo, provocando que el sonido alertara al cisne que se alejo del lado donde se encontraba la cazadora, volando un tanto bajo.
Eso era justamente lo que habían aguardado, pues del otro lado Kirian aguardaba con completa concentración y en cuanto el cisne paso por unos matorrales, buscando la huida de Elisa, él se lanzo tras ella.

Ladraba tras ella, anunciando así a su cazadora donde es que iban. El animal que iba frente a él, estaba por tomar algo de más altura, aprovechando que habían entrado a una especie de claro y que eso le proporcionaba espacio para escapar; más antes de que algo así sucediera dio un salto, sujetando una de las patas del cisne y terminando por hacerle caer.
“Te tengo” gruño, quedando parte de su cuerpo sobre el de aquel animal. Elisa aún debía estar lejos de encontrarle, así que debía quedarse de aquella manera y mantener al cambiaformas en ese sitio “No tienes oportunidad de escapar de nosotros, así que más vale que…” estaba por advertirle que su destino estaba sellado cuando noto el olor de Lya en el ambiente y olisqueo un poco “¿Lya?” el aroma estaba impregnado por aquel bosque, como si aquella amiga de la infancia y su primer amor, siguiera por aquellos lugares. En esos momentos le era imposible caer en la cuenta de que el cisne bajo su peso, era ella
.


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Mensaje por Lyanna Moldovan Jue Abr 10, 2014 12:20 am

Tras su llamado permaneció melancólica, ausente en las aguas de aquel lago, mientras volvía a la orilla, donde tenía intención de permanecer semi escondida en la sombra de la maleza. Ser la única cisne que se atreviera a volver a aquel lago, la sumía en la completa soledad. Tampoco es que actualmente fuera muy sociable con los demás. Apenas hablaba por lo que en la verdad, el que hubiera mas cisnes a su lado no le importaba. Sin embargo el estar sola, provocaba que aún más en aquel bosque de recuerdos y sueños no pudiera dejar de pensar en él.

El cisne tomó agua con el pico, se mojó la cabeza y guardando sus alas, replegándolas fue que se acercó hacia la orilla donde una cazadora sin saberlo, la esperaba. El primer disparó la aturdió tanto que apenas pudo reaccionar. No había olido peligro y una parte de ella tampoco sabía si quería escapar de verdad de un cazador o entregarse, ya que el dolor de la perdida de alma gemela la consumía día a día. La cazadora volvió a dispararle esta vez un poco mas cerca de la cisne, lo que finalmente provocó el movimiento deseado por la que esperaba obtener su cacería, ya que con el segundo disparo, fue que Lya acordándose unos segundos de la captura y muerte de sus padres en aquel mismo lago, decidió huir del cazador.

Rápidamente abrió las alas y tomando impulso, ayudada por la brisa fresca de la noche se alzó volando cerca del agua hasta llegar a la orilla contraria. Sentía a la cazadora, el olor a humano lejos de ella, por lo que mas segura fue que se internó en el bosque y volando bajo pasó por unos matorrales, de donde tras pasar ella un gran perro salió de ellos y la persiguió. Lya al oír el primer ladrido del perro luchó con todas sus fuerzas para no dejarse vencer por el miedo y siguió volando. Desde aquella noche en que definitivamente había perdido todo lo importante en su vida, que temía de una manera atroz a los caninos, sobretodo los de caza. Al oírlos solo podía pensar en el ruido del cuello de sus padres romperse entre sus dientes y como los agarraban cruelmente y herían, muchas veces asfixiándoles o dejando que fueran los humanos quien les arrebataran lo que les quedaba de vida.

El corazón le dolía en su blanco y plumoso pecho. Sentía el miedo tan arraigado en ella que desesperada solo esperaba encontrar un claro donde poder tomar mas altura y alejarse de aquel perro. “¡Vete! ¡Déjame!” Gritó ella sobrevolando los últimos matorrales antes de entrar en un claro e impulsarse más con las alas, empezando a tomar más altura. Aleteó con más fuerza y justo en aquel momento que creía que podía escapar de sus fauces, el perro saltó y atrapándola de una de las patas, terminó por hacerla caer. Ella gritó de dolor al sentir la pata entre sus dientes, acallando sus quejidos en cuando su cuerpo se dio contra el suelo. Ahora no solo le dolía la pata, que la sentía temblorosa y adolorida, si no que además la ala derecha de la caída la tenia lastimada. El cambiaformas enseguida se puso sobre ella, inmovilizándola y sintiendo demasiado cerca su mandíbula de su fino cuello, el cisne enmudeció.

“¿Lya?”— Oyó su nombre y enseguida protestó intentando zafarse del canino.

No podía creérselo. Aquella era su voz. Kirian estaba buscándola. Solo él la llamaba de aquella forma, por lo que debía acudir. Debía ir con él, avisarle que se encontraba en peligro. Intentó quitarse de debajo el perro sin éxito, hasta que pasado un rato aprovechando que el perro parecía perdido y confundido y se escurrió como pudo de bajo su cuerpo. Se salió de su agarre y tan confundida como él, miró a los alrededores, esperando ver a su Kirian. “¿Dónde estás?” volvió a llamar a los cielos, rogando que apareciera, buscándole sin caer en la cuenta de que aquel perro que la había herido y el cual se encontraba vigilándola para que no escapara la observaba atentamente. Repitió su llamado, hasta que girándose hacia el perro que la había cazada y la tenia al acecho quedando frente a frente  se dio cuenta que de era el único perro que había en los alrededores era él. Con dolor dio un paso hacia él y le miró fijamente arqueando su fino cuello. “¿Kirian?” se atrevió a preguntar, y antes de que él pudiera decir nada, buscó en él cualquier indicio que le dijera que aquel era su cachorro. A quien había esperado tanto esos años. Enseguida vio la cicatriz de una de las heridas de su pecho, que de pequeño se hizo por salvarla de unos cazadores y rápidamente, sin pensar en su ala lastimada y su pata temblorosa, sin poder pensar que solo se tratará de una cruel casualidad, acortó la distancia y acudió a su lado feliz. “Kirian, ¡estas aquí!” Y justo fue en aquel segundo de plena felicidad que una mano enguantada la tomó sin aviso, separándola de él.

Buena caza perro. — Dijo la cazadora con una sonrisa tras haber llegado y sorprenderlos. Tomando firmemente al cisne por las alas y antes de que pudiera escapar de ella, la ató con unas cuerdas, para que no pudiera escapar, mientras Lya intentaba llegar nuevamente al lado de Kirian y salirse del fuerte agarre de las cuerdas y la mano que la agarraba.


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Mensaje por Kirian Stendhal Vie Abr 25, 2014 10:24 pm

Eres un sueño, eres un sueño muy pequeño
Francis Scott Fitzgerald

Habían aguardado el momento perfecto para dar caza a aquel cisne que era lo que les encargaron. El pago que Elisa y Kirian recibirían por aquella criatura, sobrepasaba con creces lo que en otras ocasiones consiguieron por cambiantes de ese estilo pero al parecer, trabajar para las personas más ricas y con gustos más exóticos era muy diferente a cazar para quienes solo buscaban pieles y cosas inservibles con el pasar del tiempo. Aquel animal de blanco plumaje, cayó como era esperado en la trampa que tantas veces solían utilizar pues pocos cambiantes creían en que su propia raza podría hacer dedicarse a darles caza y aunque en tiempos anteriores Kirian se hubiese sentido asqueado de pensar en ayudar a un cazador, la vida estaba llena de cambios inesperados y su herido corazón le guió a un destino más frío, más alejado de su amada Lya.

Sus ladridos eran lo único que se escuchaba en el bosque de su infancia y el aleteo del cisne era el incentivo que le mantenía corriendo a velocidad suficiente como para que cuando saltara terminara por atrapar la pata aquella. Todo fue mucho más sencillo de lo que el perro había esperado, de hecho, el cisne no podría escapar más pues al caer ambos había escuchado el sonido de una de las alas de aquel animal, aún así, se quedo sin moverse un centímetro de encima.

Solo cuando el aroma de Lya llego hasta él fue que se detuvo, se encontraba confundido y esperaba con todo el corazón que aquel aroma solo fuera parte de su imaginación. ¿Cuántas veces imagino encontrarla?, ¿Cuántas veces se vio a si mismo reclamarle?, ¿Cuántas besarle?
Kirian se había enfocado en amar a alguien más, en olvidar a Lya y pensar en que su abandono era imperdonable pero no importaba cuanto tratara de sacarle por completo de sus pensamientos ya que de vez en cuando, ella aparecía en sus sueños, con aquel andar gracioso y la voz infantil que le llamaba una y otra vez. Se había despertado más de una vez al lado de Elisa a punto de llamar a Lya, negándose una y otra vez a su mismo todo aquello que sintió y lo que aún sentía.
Ahora lo ultimo que podía esperar estaba sucediendo en aquel mismo lugar donde paso su infancia, aquel lago donde había encontrado a Lya y la despidió en su debido momento. Quería verla y al mismo tiempo esperaba desaparecer de aquel sitio, que Elisa llegara pronto y de esa forma entonces podrían llevarse al cisne y alejarse de ese lugar.

En un instante que no se percato, el cisne salió de entre sus patas y su peso. Le miro lucir confuso y dedujo que era simplemente por el golpe que se dio al caer; los ojos de Kirian le seguían mientras su demás sentidos se mantenían alerta, aguardando por una señal ya fuera de Elisa o de Lya. Entonces, la voz.
“¿Dónde estás?” escucho en su mente con una voz que era Lya, pero que denotaba una mayor madurez. Sus ojos iban de un sitio a otro, cayendo de vez en cuando sobre el animal que continuaba en aquel claro.
“Lya, ¿Dónde estás tu?” pregunto solo para darse cuenta de que el cisne se giraba en su dirección y ambos animales mantuvieron su mirada fija en el otro. Apenas llego hasta él su nombre fue que maldijo todo. Aquello debía ser la peor jugarreta del destino que alguien se viera en la necesidad de enfrentar. Lya se acercaba a él, pero también debía estarlo haciendo Elisa. Aquellas dos mujeres, cada una significativa para él a su propio estilo, estaban ahí, en aquellos bosques “Lya, ¿Qué demonios haces aquí? Creía que estabas lejos y lo mejor será que te vayas, ahora” apenas estaba diciendo aquello, pidiendo a la cisne que se alejara cuando noto aquella mano que le rodeaba y la figura de Elisa.
Buena caza perro – aquella sonrisa que le saco de la oscuridad antes se le antojo horrenda y la desesperación de Lya se convertía en la suya propia – Kirian ¿Pasa algo? Te has quedado como un tonto ahí mirando, vamos que he visto una pequeña cabaña donde podemos quedarnos – sin decir nada más que aquello, su cazadora comenzó a andar, llevando a Lya junto a ella mientras que él sentía que el mundo entero se le derrumbaba en esos precisos instantes.

Camino hasta quedar al lado de la cazadora, no quería mirar a la cisne, pero aún así sabía que ella podría decirle cualquier cosa y no sería capaz de ignorarle. Opto por ser fuerte. No le debía a Lya nada más que dolor y penas, mientras que a Elisa una vida cómoda y una compañera que no le dejaba. Iba a ser complicado pero esperaba no ceder. El único problema que no había contemplado aún es que aún no hablaba con Lya como era debido, después de eso las cosas podrían manteneos igual o cambiar por completo.


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Mensaje por Lyanna Moldovan Dom Abr 27, 2014 6:30 am

Yo jamás me fui, por que siempre en un rinconcito de tí, me sentí cerca.
Anonimo

¿Cómo que qué hacía aquí? Aún no podía creerse que ante ella estuviese de nuevo él. No podía dejar de mirarle con anhelo en los ojos, de haber estado en su forma humana hubiera corrido hacia él y estrechándolo en sus brazos no le habría dejado alejarse de ella. Ni mirarla de aquella forma en que lo hacía. Seguro le habría besado el morro hasta que feliz él le hubiera lamido las mejillas hasta hacerla caer al suelo. Demasiadas noches, lágrimas y ruegos al cielo había ya perdido en su anhelo de encontrarle, en guiarle de nuevo hacia ella y aquella noche sin saberlo al final lo había llevado hacia ella, solo que no de la forma que Lya se podía haber imaginado en sus sueños.

“Te estaba esperando…” Le contestó ella visiblemente confundida. Ella habría esperado que su Kirian al verla, hubiera ido hacia ella, llenándole de besos desordenándole las plumas como solía hacer, en vez de eso él seguía estático mirándola, sin mover un musculo al acercarse ella, diciéndole que se fuera ahora. ”No quiero irme, no quiero… y tampoco puedo” Le replicó al dolerle todavía y tener inutilizada una de las alas. Y sin las alas no podría echar el vuelo de nuevo. Avanzó hacía él, encontrándose con que a falta de un solo paso para por rodear y esconderse bajo su canino una fuerte mano la agarró, separándola de él en lo que ella confundida y desconcertada no se debatía por volver a su lado.

La mano de la cazadora la apretujó en lo que la ataba fuertemente, incluyendo el ala lastimada lo que produjo un escalofrío y un quejido de parte de la cisne. “¡Kirian! Kirian! No dejes que se me lleve” Gritó aterrorizada una vez atada con aquellas cuerdas sus alas, lo que ya definitivamente impedía huida alguna de esa mujer la que empezaba a llevársela. Desesperada y asustada, miró al canino con ojos vidriosos viéndole paralizado, como ausente observando a ambas. El cisne intentó de nuevo salirse de aquella sujeción, llevándose con que la cazadora la sujetase más fuerte contra ella. “¿Kirian?” Le llamó preocupada dejando de moverse observándole atentamente.

Tras las palabras de la joven que la sujetaba contra ella, pareció volver a la realidad y caminó al lado de ella en completo silencio. Lya se preocupó, el Kirian que anteriormente había conocido, con quien había pasado más de media vida junto a él no se comportaba de aquella fría forma con ella.

“¿Dónde vamos? ¿Dónde nos lleva?” Preguntó tras unos minutos de caminar por el bosque, tomando un rumbo que parecía llevar a su propia cabaña. Con su largo cuello colgando del brazo de la cazadora que parecía no darse cuenta, intentó llegar a tocar con su cabeza el pelaje de Kirian que justo se encontraba bajo ella. “Me alegra tanto verte… llevo mucho tiempo esperando tu regreso. Pensé que ya no vendrías.” No podía no dejar que las palabras fluyesen, por más que él estuviera extraño, ella seguía siendo la misma, la misma que llevaba años esperándole en el lago, esperando el milagro del reencuentro. Con el pico consiguió rozar su pelaje, apenas una caricia que la cazadora dándose cuenta en esos instantes de lo que hacia la cisne, y pensándose que deseaba picotear a su canino, fue que la apartó y sujetándola fuertemente del largo cuello se la encaró.

Ni se te ocurra hacerle daño a mi… —No terminó de hablar que Lya, angustiada por la fuerza que ejercía sobre su cuello, le picoteó la mano con que la tenía sujeta liberándose así y cayendo al suelo en lo que la cazadora sorprendida dejaba de agarrarla sin querer.

El cisne cayó al suelo frente al canino y sin dar tiempo a nadie a hacer nada para detenerla, correteó hasta quedar bajo Kirian, alegre de que aún que hubiese crecido, aún encontraba un hueco en el que esconderse de los demás. Refugiándose bajo de su abundante manto de pelo, oyó las maldiciones de la joven cazadora por su mano lastimada y siseó molesta de cómo la había tratado. Desatendiéndose de las palabras de la joven desconocida que parecía conocer a su Kirian, acarició con su cabeza el pelaje del canino alegre de estar de nuevo con él, de sentir su olor, su calor junto a ella, tras tantos días del inmenso frío que había pasado aferrándose solo a la esperanza de que algún día, él volvería a por ella. Sin embargo no todo era como en su mente lo dibujaba y todo podría haber cambiado. Quizás el canino de ahora no la protegería como antes, no le haría de escudo ante el enemigo, porque ahora él era el cazador y ella la inocente presa que creía que el mundo no podría empeorar. No ahora, que estaba de nuevo junto a él.


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Mensaje por Kirian Stendhal Sáb Jul 19, 2014 11:00 pm

La infancia nos forja y lo que somos hoy hunde sus raíces en el pasado
Rosa Montero

¿Qué había hecho para merecer aquello? Pregunta ridícula, había cazado a su propia raza. Vio en un gran numero de ocasiones como los suyos eran asesinados por aquellos que pedían que les dieran caza. Las primeras ocasiones sufrió, pero ningún sufrimiento se comparaba con perder a Lya y ahora estaba a punto de revivir ese sufrimiento. Cerrar su corazón no sirvió de nada, no se preparo jamás para enfrentar un destino tan incierto como el que ahora estaba atravesando.

Deseaba ir en dirección a ella, decirle todo cuento había pasado y sufrido. Confesarle aquellos pecados cometidos y la traición tanto a ella como a su raza, pero no hizo nada de eso. Se mantuvo a una distancia prudente de ella, distancia que era nada comparada con la que tantos años se vieron obligados a vivir de manera obligatoria.
“No, tu no puedes estar aquí Lya. No debes esperarme, yo… ¡Vete!” Con esperanza de verla volar lejos del peligro que él significaba ahora para aquella cisne, se mantuvo mirándole hasta que la distancia entre ambos se convirtió en una pesadilla y la cercanía en la única verdad que valía la pena conocer. Al momento de escuchar que tampoco podía irse, el sonido del ala quebrarse bajo el peso de su cuerpo se volvió nuevamente real y no un mero recuerdo de lo que había sucedido instantes antes. La terrible realidad le golpeaba una vez más, parte del karma acumulado por el tiempo perdido y los males causados, diciendole que si Lya moría en manos de la cazadora o de alguien más, sería únicamente su culpa y debería cargar con eso el resto de sus días. “Lya, perdoname. Perdona que sea un tonto” La cabeza del canino se acerco al cisne, restregando su pelaje contra las plumas aquellas que eran lo más hermoso que hubiese visto en demasiado tiempo. ¿Sería Lya tan hermosa como antes? Para Kirian, seguramente era mucho más de lo que podía recordar.

Rápidamente, después de aquel contacto que significo más que años al lado de Elisa, se alejo de Lya.
“Ocultate o algo. Rápido Lya” Oculta de todo, lejos de todos los males del mundo, así la quería, pero sus deseos no estaban para ser cumplidos y la mano de quien fuera su salvadora se cerro sobre la cambiaformas, llevándole lejos de Kirian. El quejido de su amiga de la infancia le dolió como si él mismo se hubiera roto algo y aunque su cazadora no le vio, mostró los dientes en un gesto de evidente molestia pues por primera vez en años, tenía la idea de dañarla, de arrancarle la mano con la que lastimaba a su primer amor y hacer que se arrepintiera por dañarle más de lo que él había hecho ya. Con todo y eso, se contuvo. Recupero el gesto de un animal fiel y los llamados de Lya se volvieron vacíos.

Le debía todo a Elisa y a Lya nada. Se repetía una y otra vez eso, mientras que caminaba fielmente al lado de su cazadora, tratando de ignorar inútilmente las palabras y la cercanía de aquella figura femenina ahora convertida en cisne. ¿Qué debía hacer? Todo continuaba desmoronandose a cada paso que daba. ¿Debía liberar a Lya o esperar que la vida cautiva fuera buena para ella? La idea de verla tras una reja, utilizada de mascota o algo peor por los humanos que le contrataron lo asqueo sobre manera.
Podía escuchar a la cambiante en su mente, pero sus pensamientos se hallaban lejos de ambas mujeres, en un lugar donde ninguna podía tocarle. Kirian esperaba quedarse en aquel lugar pero el roce del pico de Lya le hizo sentirse un chiquillo como antaño y apenas levantaba su peluda cabeza cuando Elisa tomo más firmemente al animal herido para ponerle frente a ella.

Durante tanto tiempo se había mostrado decidido, actuando en pos del beneficio de su ahora ama que cuando Lya picoteo la mano de Elisa, la cazadora le dirigió una mirada al perro, esperando que actuara de alguna manera en contra de su amiga. Una vez más, aquel que había sido su fiel compañero permaneció estático, viendo como al igual que antaño, el cuerpo del cisne entraba bajo su canina figura.
Kirian, haz algo ese maldito animal me ha hecho daño – Elisa mostró su mano, la cual sangraba debido a la intensidad con la cual Lya había picado en su mano; pero al no obtener respuesta alguna del perro, la cazadora dio algunos pasos en dirección a ellos y de manera instintiva, Kirian se agazapo, cubriendo más al cisne y gruñendo por lo bajo – ¿Qué te sucede? Debemos entregar esta presa Kirian. Fuiste tu el que dijo que este cisne seria la ultima presa antes de que formalizáramos algo – la humana se miro la mano herida.

Elisa tenía razón. No debía dejar todo lo que tenía solo por las emociones pasajeras que la cambiante despertaba en él. Con un gran pesar, chilló bajito, sufriendo por lo que estaba a punto de hacer pero sin dar tiempo a que Lya escapara se movió hacia atrás y le sujeto del cuello.
“Lo siento Lya. De verdad que si, pero no soy quien crees y tu… tu solo eres mi presa” con fidelidad, se acerco de nuevo a su ama, quien sonrió triunfante – Ahora vamos a la cabaña – y con prisa, ambos avanzaron hasta aquella casilla en los bosques. Lugar donde permanecerían hasta que decidieran partir para entregar al cisne a su destino final. La cazadora abrió la puerta y ambos entraron – No dejes que se escape, preparare una jaula para ella – y saliendo de la casa, se dirigió a donde habían dejado las trampas y todo lo necesario para la cacería, no sin antes recordarle a Kirian que no debía dejarla escapar.


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Mensaje por Lyanna Moldovan Dom Jul 20, 2014 2:13 pm

Siempre se sintió protegida en sus brazos, ahora tras tantos años de infortunios, se encontró sencillamente y dolorosamente desamparada.
Anonimo

La sentencia había caído finalmente en la cabeza del cisne, desde que quien consideraba su alma gemela, había acudido al lago y tierras, donde antaño – de pequeños- fue motivo de juegos y excursiones desde apenas unos pequeños inquietos. El tiempo les había cambiado a ambos, más a él que a ella que parecía ser y se había mantenido igual a la que abandonó muerta en vida aquel lago y la compañía de su único amor. Kirian en el pasado fue su compañero de juegos, su protector, amante y en los últimos años el desvelo de su corazón; su alma gemela en cuerpo y alma. Por ello ahora, tras regresar hacia años al lago de nuevo, con la esperanza de verle, no podía huir ni esconderse y perderlo nuevamente. Antes perdería las alas que a verlo desaparecer otra vez.

“No quiero esconderme de ti… “Le contestó ella tras que el pelaje canino rozara con sus plumas y ella dichosa, restregara su cabeza por el mismo, sin saber que el no esconderse le traería consecuencias, para nada esperadas, como  el terminar siendo agarrada por una cazadora.

Al ser agarrada, apenas entendió algo de lo que sucedía, y solo se calmó cuando Kirian caminó al lado de la joven que la tenía sujeta. Por lo menos así sintió su cercanía, que aunque parecía no querer responder a sus preguntas, ni parecía escucharla, el solo hecho de verlo caminar de nuevo al lado de ella, ya la llenaba de felicidad. Felicidad que se vio enturbiada para cuando la cazadora la apartó del canino y ella mordiéndole, cayó al suelo, refugiándose apresurada bajo el cuerpo de Kirian, volviéndose a adueñar de aquel lugar como su escondite predilecto. Restregó su cabeza de nuevo por su pelaje, acordándose de lo que sentía cuando de pequeña buscaba siempre quedarse dormida entre su pelaje y como terminaba acurrucada siempre al lado de él, hasta que oyó las palabras de la cazadora y siseó molesta. Nadie iba a quitarla de allí, no ahora que lo había encontrado.

“ ¿De qué habla Kirian?” Le preguntó inquieta sin saber aún de que iba todo aquello. Se encogió para quedar protegida contra el pelaje canino cuando Kirian gruñó a la cazadora y sintiéndose falsamente protegida, se relajó, hasta que de nuevo las palabras hirientes de aquella joven perforaron sus oídos. ” ¿Presa? ¿Entregarme? “ Su cuerpo se levantó y con esmero intentó hacer salir una de sus alas de la restricción de las cuerdas que la mantenían atada e incapaz de volar. Todo y que con el ala lastimada, tampoco podría hacer mucho más.  “ ¿Eso dijiste…? “Añadió ante las nuevas palabras femeninas.

El cisne tembló bajo el perro pastor y en lo que dio un paso hacia atrás, confundida y aterrada por lo poco que empezaba a entender, el perro la sujetó del cuello, agarrándola. Las patas del cisne dejaron de tocar suelo y quedándose estática dejó que Kirian la llevase, a donde fuera que la quisiese tras proclamar un graznido dolorido y de miedo, reviviendo la muerte de sus padres. Temiendo por primera vez las fauces de Kirian, con las que tantos años había jugado.

Las palabras de él, la rompieron en pedazos y en un triste silencio, fue llevada sin resistencia a una cabaña, más allá de donde se encontraban.

“Yo… no te entiendo… ¿Por qué soy tu presa? ¿Por qué me haces daño? “ Sus palabras eran débiles  y cargadas de dolor al descubrir lentamente que a cada paso que daban, aquel cambia formas había dejado de ser su Kirian de antaño o por lo menos, superficialmente. Lya se encontraba segura de que aún en su interior, él debía de estar esperándola y feliz por hallarla de nuevo. “Kirian por favor cuéntame que está pasando.” Demandó una vez llegaron a la cabaña. Permaneciendo ausente, e inmóvil aún sujeta en las fauces de él. Unicamente tras que la cazadora anunciara que se iría a buscar una jaula para ella, se debatió aterrada logrando finalmente soltarse, cayendo el suelo de mala manera, aún así consiguiendo que sus dos alas terminaran por soltarse de las cuerdas y se viera libre de las ataduras, aleteandolas por primera vez desde que había sido agarrada.

Por unos segundos y escuchando los ruidos y los movimientos de la humana, alejados de él, en alguna parte del bosque de los alrededores, permaneció observando aquella cabaña con detenimiento – quizás buscando una salida o los lugares por donde podría bien escaquearse en medio la noche – hasta que y tras un movimiento ajeno, se volvió con la cabeza baja hacia él.

“¿Qué va a pasarme…Kirian? ¿Qué será de…mi? “ Y con la voz temblorosa, al ver al canino hacer el intento de acercarse más a ella, la ave siseó desconfiada y dando unos pasos atrás chocó contra la pared de madera. Ahora ya sí, sintiéndose cercada y atrapada por el único ser que amaba en este mundo.


Última edición por Lyanna Moldovan el Dom Ago 24, 2014 9:41 am, editado 1 vez



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Mensaje por Kirian Stendhal Mar Ago 05, 2014 12:56 pm

Quisiera que mi última memoria fuese la de aquel amanecer en la playa y descubrir que todo este tiempo no ha sido más que una larga pesadilla.
Carlos Ruiz Zafón

Todo debía volver a la normalidad, seguir el cause que la vida indicaba. Por algo habían sido separados, para no verse más y que aquello no sucediera, pero todo sucedió y lo que seguiría de ese momento, era predecible. Kirian no podía ignorar ordenes y esperar tener una vida al lado de Lya, probablemente ella lo abandonaría una vez más.

No tenía valor alguno para responderle las preguntas a Lya, solamente para andar al lado de Elisa y mantenerse serió, como si no conociera a la cisne que trataba tan ferozmente de alcanzarlo y la cual solo termino mucho más confusa ante las palabras de la cazadora, palabras que Kirian no podía dejar de lado. Prometio muchas cosas a su cazadora, todo siempre basado en que ella era la mujer que amaba porque Lya no estaba más en su vida. Las cosas claro, cambiaron cuando los amigos volvieron a encontrarse, pero sus promesas pesaban y Lya debería pagar por ellas.
“Deja de hablar Lya, las cosas son diferentes a como lo eran antes. Te dije que escaparas, no lo hiciste a tiempo así que acepta el destino que ahora de aguarda” Decirle aquello era como asesinarse a si mismo, pero debía sacar fortaleza de flaqueza si es que buscaba terminar aquella misión. Sufrió como nunca cuando debió tomarla entre sus propias fauces y llevarla lejos de donde podría estar a salvo. De esa manera aún podía recordad momentos en los que de niños jugaba a llevarla con sumo cuidado de aquella forma, pero en esta ocasión, el destino final era completamente diferente al de los juegos de niños que realizaban “Sí, yo dije eso. Y deja de hablar que me molestas” Lejos de molestarle, creía que con las palabras adecuadas ella podía hacer que cambiara su opinión de todo.

Las respuestas se hicieron esperar de parte del canino, quien solo una vez que la cazadora se alejaba lo suficiente volvió a mirar a la cisne, que se había liberado de sus fauces. Ahora estaba presa en aquella cabaña y pronto lo estaría dentro de una jaula de la cual solo podía sacarla o Elisa o él.
“Eres mi presa porque a esto me dedico ahora, soy un cazador Lya y tu eres lo que alguien desea tener. No estaba en nuestros planes que te lastimaras pero ya que ha pasado, no tenemos nada más que hacer” se encontraba completamente en el plan del perro fiel, del cambiaformas que servia únicamente a una mujer “Eso es lo que esta pasando”

Una vez que Lya lograra liberarse del todo, trato de acercarse. Necesitaba inmovilizarla de alguna manera para que no terminara o por escapar o por herir a Elisa quien se escuchaba a la distancia. Era tan doloroso fingir que no le importaba para nada, que únicamente era una criatura más que debió atrapar, que cuando la cisne le siseó fue la peor cosa que pudo pasarle, después de que le hubiera abandonado. No avanzo entonces más, se sentó en el suelo, observando a la cisne con el dolor en los ojos pero no en las palabras.
“Seras entregada a quienes te quiere, de ahí en fuera… desconozco que te sucederá. Sólo se que yo dejare de hacer esto y podré irme con Elisa lejos, todo gracias a ti” Que le dieran a escoger en esos instantes, que no dejaran que pasara más tiempo con ella; de hacerlo, entonces sus planes darían un giro completo y Elisa dejaría de importarle completamente, tal y como ahora comenzaba a pasarle “Y deja de moverte que terminaras más herida de lo que estas Lya y luego andarás de llorona” Como olvidarla en aquellos momentos donde él la defendía de todo y todos. Ella fue su razón de ser siempre.


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Mensaje por Lyanna Moldovan Dom Ago 24, 2014 9:40 am

Aceptaré cualquier destino, tras el sello de sus labios.
Anónimo.


La cisne no atendía a razones. Sencillamente no podía comprender como en unos años atrás era la mimada, protegida y amada de su canino y ahora parecía ser solo una molestia. Quizás todo fuera un engaño, se dijo la cisne antes de que el perro la agarrara del cuello y la llevara hacia delante, hacia donde fuera que querían llevarla lejos de su hogar. Sin embargo al verle los ojos, le seguía viendo y era él; Su Kirian. En algún lado seguía estando su cachorro, su alma gemela. Aquel al que amó por encima de su familia y sigue amando por encima de todo. Por ello no podía pensar mal de él aunque la situación le hiciera temer lo contrario, ella mantenía aún la confianza y fe en él y sabía que nunca le haría daño.

¿Aceptar el destino que le aguardaba? Se preguntaba atónita de escucharle, entendiendo lentamente que había algo a lo que debía temer. Chilló en una queja cuando la agarró del cuello y se dejó llevar, pasando por su cabeza ciertos recuerdos de infancia que deseó resguardar en su mente en aquel preciso momento.

Había habido veces en las que había sido tomada de aquella forma. Al principio cuando él solo era un cachorro inexperto y ella un polluelo quejica, habían tenido ciertas riñas a causa de que él la tomaba de forma errónea y le hacía daño o por lo contrario que sin querer ella le hacía daño al removerse en sus fauces con el pico. Tras un tiempo lograron controlar cada uno aquello y empezó a ser un juego más. Cuando él la obligaba a bañarse con él en donde la tomaba en sus fauces para llevarla cuando se negaba y remojados terminaba ella sobre él, picándole molesta con el pico sobre sus orejas. Cuando simplemente era una forma de transporte para cuando se encontraba cansada y sus pequeñas patitas no podían sostenerla más. Así como cuando tampoco podía seguirle el ritmo al canino y ella debía de volver atrás y llevarla, lo que ella disfrutaba al sentir la velocidad y gracias a aquellos momentos, aprendió antes de nada a aletear, intentando volar gracias a él. Ella siempre había amado que él la tomara así, aún al crecer sentirse de aquel modo la hacía sentirse protegida, por qué sabía que con él jamás correría peligro alguno.

Aún en su mente seguían aquellos recuerdos, cuando la verdad fue enfrentada y finalmente Kirian la puso al corriente de cómo iban las cosas. Tras tantos años lejos de él, separados… no podía ni siquiera pensar que todo siguiera igual a su vuelta. Y aquella era la verdad. Habían cambiado… o más bien, él había cambiado. Ella seguía pecando de confiada, confiando que pese a las palabras del canino, él la protegería.

Sentía los ruidos de cajas removerse lejos de ellos, sin duda la cazadora buscando o montando alguna jaula acorde con su tamaño. La cisne volvió a sisear al perro y solo cuando se sentó es que le miró fijamente y bajó el cuello en señal de tristeza. ¿Se acordaría Kirian de lo rápido que acudía a ella cuando se mostraba cabizbaja y lo que la llenaba de lametones?

“ ¿Te acuerdas, verdad? “ Preguntó sin referirse a nada en concreto, sino a todo en su conjunto. Si le decía que no se acordaba, debería de tirar la toalla. Su canino ya no regresaría a ella. “Huíamos de los cazadores y los aborrecíamos. Te heriste por protegerme una vez de ellos… y ahora tan fácil te resultara entregarme a uno de ellos?” No controlaba lo que decía, simplemente sus pensamientos hablaban por ella descontrolados a causa del miedo y aquella inquietud que se adueñaba de ella, oyendo la preparación de su jaula. “No puedo creerme este cambio. ¿por qué? Tú jamas quisiste ser un cazador. ¡Kirian, soy yo!” Chilló y aleteó con las alas sin importarle que pudiera dañarse más el ala que había resultado herida. Sentía un hueso más pesado que el resto, por lo que lo más seguro es que se le hubiera ido de su sitio y fuera la causa de su dolor. Más tarde se preocuparía, ahora todo lo que ocupaba en su mente era recuperar a su antiguo Kirian. Al que en las palabras no reconocía. No obstante; en los ojos sí. “ Volví a por ti… regresé a buscarte y te he estado esperando en nuestra cabaña. En nuestro nido.” Dio unos pasos hacia él, hasta quedar frente a frente y poder acariciarle con su pico. Se adelantó uno más y dándole igual si él volvía a agarrarla o a inmovilizarla, se dejó envolver por aquel pelaje que tanto conocía y tanto había extrañado. —

El destino que me aguarda… es contigo. Eres tú y siempre lo fuiste Kirian. — Y esas palabras ya no fueron solo pensamientos, si no fueron dichas en un susurro de una joven humana que emergió bajo él y antes de dar siquiera opción al cambiaformas de reaccionar se le abrazó a su cuerpo. Importándole poco si la veía desnuda. Ella y él habían compartido desde pequeños sus vidas y para ellos el verse de aquella forma, al natural siempre había sido lo más corriente en sus vidas. —Déjame verte, Kirian. Déjame verte… aunque sea una última vez antes de ser apresada y luego finge si quieres… Sigue fingiendo que ya no te importo. —susurró al oído peludo del canino y le envolvió con uno de sus brazos, intentando no mover el que tenía entumecido y que seguro tendría algo fuera de lugar, esperando por ver, si él le otorgaba aquel pequeño y último deseo suyo. El más importante de ellos.



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Mensaje por Kirian Stendhal Dom Sep 14, 2014 4:02 pm

Cuatro pasos para lograr algo: plan útil, preparación adecuada, proceder positivamente y ser persistente.
William Arthur Ward

La mirada del perro transmitía una frialdad que su interior no sentía. Recordaba todo, cada segundo al lado de la cisne aquella como si hubiera sido algo sucedido apenas horas atrás. Los años apenas eran segundos en los que la distancia no afectara los sentimientos de Kirian; en aquella cabaña, a solas con Lyanna se sentía nuevamente un cachorro que deseaba protegerla. Quería lamerle las plumas y hacerla rabiar porque le arruinara la perfecta manera en la que cada una de ellas se acomodaban. Deseaba sentir su respiración cerca tal y cual lo hicieron muchas veces a la orilla del lago, acurrucados juntos después de haber jugado durante mucho tiempo, terminando agotados y necesitados de un descanso. Que sencillo le resulto ocultar todos aquellos pensamientos, suplirlos por el pseudo cariño que recibía de Elisa y que era nada comparado a una caricia del pico de Lyanna.
“Todo eso esta en el pasado Lya, la cicatriz que aún tengo no es más que un recuerdo desafortunado que bien pude hacerme de otra manera. Eso ya no significa nada, mi vida es diferente ahora y la tuya también” No quería hablar más, añoraba el silencio que podrían mantener si es que Elisa aparecía pronto para con su presencia recordarle que todos aquellos años fue la única a su lado. “Ya te lo dije, todo ha cambiado y, demonios ¡Ya se que eres tu, Lya!” gruño mostrando los dientes a la cisne, para arrepentirse al instante y ocultarlos avergonzado. El amor de su infancia tenía tanta razón, ese no era él, era únicamente quien se obligo a ser por las circunstancias de la vida. En su interior, continuaba siendo el mismo cachorro que detestaba los cazadores y que deseaba escapar con Lya a cualquier lado que ella le pidiera.

Nuestro. Como dolía aquella palabra, peor que la herida que le causara hacía tanto tiempo aquel cazador que trato de adueñarse de Lya. Para ella todo estaba demasiado claro, la vida que planearan de pequeños era el futuro que veía ante sus ojos y él, solo era un maldito cobarde al que la vida le ponía patas para arriba; se le dividía el corazón no porque realmente estuviese confundido, sino que su mente le generaba esa división que creía real, pero la verdad es que Kirian sabía perfectamente cual era el camino que debería tomar, ese camino que le había estado destinado desde un principio.
“No debiste regresar nunca, de no haberlo hecho no estaríamos en esta situación y todo sería mucho más sencillo. Te creía feliz, viviendo en un lugar lejano con algún hombre que te amara y te protegiera de todo, tal y como espere serlo yo hace tanto; ahora resulta que estas aquí, aguardando por mi y…” un aullido lastimero se escucho en la cabaña “ ¿Qué quieres de mi? No te di suficiente cuando niños, es acaso que has planeado que tu presencia termine conmigo de una buena vez” Esa cercanía que no se completaba era una manera de sufrir en silencio, de castigarse a si mismo pero como siempre, Lya encontraba la manera de calmarle.

No retrocedió, le dio la oportunidad de calmarle con su presencia tan cercana; con la manera en que el pico le recorría y de nuevo, era como estar en un sueño. Como si nunca antes hubieran estado separados y todo el tiempo transcurrido hubiera sido una pesadilla que llegaba a su fin. Se pego un poco más al cisne que antes de que pudiera alejarse termino siendo la mujer humana que existía bajo aquellas plumas. La preocupación que sentía aumento, pues temía que la cazadora llegara en algún momento y entonces todo terminaría. La voz humana de Lya le impedía pensar debidamente; lo que debía hacer era mantenerla a raya, hacer que volviera a su forma animal y dejarla de esa manera para que nada malo le pasara pero era muy tarde, no podía negarse a ella ni aunque ese fuera a ser el fin de ambos.

El pelaje de Kirian desapareció, dando paso a su figura humana que se encontraba tan cerca de su amiga. La desnudez de los cambiantes era tan natural que le abrazo de la cintura sin importarle nada, dejando ambos cuerpos más cerca.
Eres una tonta, siempre arriesgando la vida de más ¿Cómo es que sobreviviste sin mi tanto tiempo? – rió un poco y se separo de ella para mirarle el rostro y tomarlo entre sus manos – Dios, siguen siendo tan hermosa como te recuerdo; bueno, lo eres más – su mirada se suavizaba, no podía seguir fingiendo que no le importaba y menos ahora que se daba cuenta de que ella era toda una mujer, justo lo que esperaba de pequeño porque de esa manera sabía que podía casarse con ella. Lyanna continuaba siendo la mujer más importante en su vida. La paz en la que se encontraba envuelto desapareció cuando escucho una maldición fuera de aquella cabaña; Elisa debía tener dificultades con la jaula para la cisne y eso solo le otorgaba un poco más de tiempo para pensar que hacer – Si me importas – soltó de golpe y le sonrió – es por eso que te pediré que confíes en mi; te ayudare a escapar por eso cuando te veas libre debes correr lo más rápido que puedas y ocultarte lejos. ¿Entiendes? – el sonido de la jaula ser arrastrada en dirección a la cabaña le alerto – Vuelve a tu forma de cisne, no te muestres de esta manera ante ella que es la única forma que tendrás de ocultarte. Ella no conoce tu forma humana y confiara en mi si le digo que no eres a quien buscamos. Te liberare Lya, es una promesa – y sin más que añadir, su cuerpo cambio de nuevo al del canino fiel que aguardaba que el cisne apareciera nuevamente.


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Mensaje por Lyanna Moldovan Miér Sep 24, 2014 6:56 pm

Te soñaba cada noche y ahora que estas aquí,
solo deseo despertar, para en tus brazos tenerte de nuevo
como en aquella primavera que nos vio florecer.
Anónimo.


No, nada de ello podía ser únicamente un recuerdo. Por eso intentó hacer caso omiso de sus palabras, no le escuchó sabiendo que de hacerlo su corazón se rompería definitivamente hasta caer en un pozo oscuro y sombrío, donde ya nadie la pudiese rescatar. Ni siquiera él, quien siempre había sido su refugio y su salvador. Así que el cisne solo podía permanecer mirando fijamente al perro y caer sin poder resistirse en la frialdad de sus orbes, que en otros tiempos había sido cálidos y reconfortantes para ella. Hasta para aquella primera vez en que ambos cachorros se encontraron de bien pequeños, enseguida supo que en él podría confiar siempre y que debía seguirle, porque con él los peligros del exterior desaparecían.

Ahora era duro ver aquella situación en la que se encontraba y no desear volver atrás en el tiempo solo para jamás irse del bosque, de su lado. ¿Tanto mal le había hecho? ¿Tanto había podido cambiar? Ante el gruñido canino, el cisne se quedó inmóvil sin saber cómo reaccionar. De pequeños y jóvenes, él le había gruñido y ladrado de formas bien diferentes. Para jugar, llamarla, molestarla o para asustarla y reírse de ella para terminar lamiéndola y llevándosela a sus patas y con él al suelo. Sin embargo esta vez era muy diferente, este había sido realmente un gruñido malhumorado, agresivo. Avergonzada ella también y desconcertada se quedó callada unos segundos hasta que su voz de nuevo cruzó hacia la menta de su mejor amigo, sin imaginar que sus palabras podrían herirle, más de lo que todo en aquellos momentos le hacía.

“Nada ha cambiado, Kirian. ¡Nada¡ ¿O por ti… todo ha cambiado?… Yo jamás podría ser feliz sin ti y en estos años no he sido nada feliz. He estado buscándote, esperándote y cada noche tenía la esperanza de que regresarías tras oírme y luego me volvía sola de nuevo a la cabaña a resguardarme de los cazadores.” Le explicó acordándose de aquella rutina que por días y años había sido el pan de cada día. Los mismos pasos, los mismos aleteos, el triste canto llamándolo, el agua fría y aquel lago, siempre aquel lago. En aquel tiempo nada a su alrededor había cambiado, solo ella y la certeza de encontrarle. Hasta que finalmente y tras un giro del destino volvía a encontrarlo.

Lastimosamente negó ante sus palabras y yéndose hacia él hizo lo que tan bien se le había dado de pequeña, consolarle con la caricia de su pico y sus plumas. Acariciarle con su blanco y pequeño cuerpo y sonsacar la tranquilidad del canino, que en cuanto pudo abrazó con fuerza y no como el ave, si no como la humana que resguardaba dentro de aquel bonito animal.

Abrazándolo con fuerza, cerró los ojos tras su ruego y rezó para que le concediera aquel deseo, sintiendo que de verlo de nuevo, todo podría ser olvidado. Y bajo sus manos aquel pelaje suave y tupido del canino, se transformó en la piel cálida que tanto había extrañado.
¡Kirian! —Exclamó abriendo los ojos riendo feliz de verle, abrazándole contra ella, sin importar que su cuerpo quedará bajo el cuerpo masculino mucho más fuerte que el suyo.  Se pegó más a él y ella también sonrío ante las palabras de él y el verlo nuevamente. — Soy como un cisne con siete vidas, como las de un gato. —Contestó riendo viéndole fijamente a los ojos. Suspiró en tanto las manos de él tomaron su rostro y sonrojada sin poderlo evitar por la forma en que la miraba, sonrío. — Tu también estas más hermoso que de niño y más fuerte… ¡Mírate! Estás hecho ya todo un hombre y yo apenas una jovencita llorona. — Sintió los deseos de besarle y aunque no resultara como realmente quería, le besó en la mejilla, llenándose del aroma de su piel y de su sabor con aquel inocente beso, pero tan cargado de sentimiento que sentía que se le desbordaba el alma. Lejos de ellos la cazadora seguía peleándose con la jaula para ella, lo que definidamente ahora le dio igual. No podía pensar en nada más que no fuera él y así sus ojos y su mirada lo mostraban. Solo tenía los sentidos exclusivamente para él.

Sin dejar de sonreír y abrazarse a su cuerpo, asintió a sus palabras guardándose para ella la opinión de que si volvían a separarles, tampoco deseaba huir, solo quería quedarse con él para siempre. ¿Tan complicado resultaba? Solo no deseaba perderlo de nuevo. — Siempre he sabido que seguía importándote. —Dijo volviendo a abrazar unos segundos al peludo canino en el que se había vuelto tras sus apresuradas palabras y aquella despedida que le había sabido a poco. — Me volveré cisne, pero no me dejes irme sin ti. —Dijo besando el hocico húmedo de Kirian y tras aquel beso se volvió la cisna de antaño, atrapada entre sus patas al tiempo en que justamente la puerta era abierta y la cazadora entraba llevando una gran jaula con ella. Lya se quedó bajo Kirian viendo aquel lugar donde la encerrarían y tembló. Parecía una jaula grande, sin embargo solo podría estirar la mitad de sus alas en ella y no podría hacer nada más que vueltas entre aquellos barrotes.

Ya la tengo, espero que sea resistente. — La voz de la cazadora hizo sisear al cisne que asomó su cabeza blanca entre las patas de Kirian, hasta que la mirada de la cazadora la hizo retroceder y volver al escondite que le proporcionaba su canino. — Vamos Kirian, ¿A qué esperas?  llévala hasta aquí y terminemos con esto. Como más pronto lo hagamos, más tiempo tendremos para nosotros. — dijo en una sonrisa abriendo la puerta de la jaula. Lya que no entendía todavía la relación que llevaba Kirian con aquella humana, permaneció completamente inocente tras aquellas palabras sin poder imaginarse nada más que no fuera que Kirian estuviera allí en contra de sus principios y de su corazón, o hechizado, atado de alguna forma a aquella cazadora. Algo muy diferente a la realidad. Tras unos instantes de temor, se dejó agarrar de nuevo por él, permaneciendo inmóvil  en sus fauces mientras era llevada, esperando con todo su corazón de que todo saliera bien y pudiese salir ambos indemnes de allí. “Extrañaba que me sostuvieras así, Kirian. Extrañaba tus brazos, tu risa, tu voz… “Le habló mentalmente intentando suavizar aquel acto de encerrarla, consolándole con sus palabras.



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Mensaje por Kirian Stendhal Dom Nov 02, 2014 10:16 pm

La fuerza de Lya le daba a él la seguridad para saber que todo saldría bien si estaban juntos, pese a que su misión era entregarla a un hombre que haría tanto como deseara con ella. Estaba seguro de que aquel a quien vendieran a Lya la trataría de una manera denigrante, pese a lo mucho que se mintiera a si mismo diciendo que estaría a salvo y sería feliz. Ninguno de los dos encontraría felicidad si es que estaban separados y toda felicidad que pensaran experimentar era nada comparado con la que llegarían a sentir estando juntos. La presencia de la cisne le dolía, le martirizaba como hacía tanto no le sucedía y nuevamente era precisamente por ella que estaba sufriendo de esa manera. La cisne era la única capaz de hacerle feliz y miserable en el mismo lapso de tiempo. Era tan idiota en su manera de actuar ante ella que incluso había sido capaz de gruñirle cuando en realidad no deseaba hacerlo; su instinto de protección para con Lya se mantenía aún en los puntos más altos de las prioridades del canino, pero aún así debía una falsa lealtad a Elisa.

La cisne le espero todo aquel tiempo y el saber eso aumento su sentimiento de culpabilidad. Lya regreso por él y para él, mientras que pos su parte y escapando del dolor de manera cobarde, Kirian se alejo de todo cuanto conocía. La fuerte era ella, él no la merecía y aún así la quería más que a nada ni a nadie en ese mundo. Necesitaba de su cisne como nunca necesito a nadie. Felicidad obtenía un significado real al lado de esa cambiante; significado que era un mero chiste al lado de la cazadora. ¿Quién era feliz asesinando? Nadie lo sería, mucho menos él que estaba acostumbrado a proteger y para quien su motivo principal de protección se encontraba ahora ahí.
“Las cosas cambiaron Lya, aceptemos eso y… deja de confundirme, debo hacer lo que me piden. No me digas que no has sido feliz, yo quería que lo fueras, quería que uno de nosotros no se sintiera miserable y no ayudas a disminuir mi carga” Una culpabilidad que bien se merecía, que no olvidaría y mucho menos si es que realmente se atrevía a entregar a su amiga de la infancia, aquella a quien le dijo miles de veces que se casarían de mayores.

Un nuevo acercamiento derrumbo todas las barreras que surgieron en algún momento. Ahora eran únicamente ambos contra todo lo que existiera para dañarlos. Elisa carecía de importancia y el tiempo al lado de una cazadora era algo que olvidaría fácil con tal de estar una vez más disfrutando de la vida junto a Lya. Los cuerpos abrazados de ambos era algo confuso. La ultima vez que se vieron en forma humana eran apenas unos chiquillos y ahora eran adultos.
Vamos no tienes que gritar ni hablar tan fuerte que nos encontrara – rodeaba con cuidado el cuerpo femenino, mantenía cerca la figura de Lya, provocando que en determinados momentos las pieles de ambos se rozaran pero no existía vergüenza – No eres un gato, eres un cisne que aún necesita que estén cuidando porque sino termina atrapada por sus conocidos – se miraron a los ojos, diciendo todo cuanto podían con aquella mirada pues las palabras que se pronunciaran en esos instantes serían muy pocas para todo lo que deberían hablar – ¿Jovencita llorona? Yo solo veo a la mujer más hermosa que he contemplado en toda mi vida – sonrío atontado por la belleza de su querida cisne. El beso no se lo esperaba, pese a que fuera apenas en la mejilla estaba cargado de un amor que nadie hubiera podido superar. Kirian quería abrazarle más, tenerla tan cerca que el aroma de ambos se mezclara y platicar con ella de todo lo que ambos enfrentaron en el transcurso del tiempo separados.

La voz y aroma de Elisa le alertaron para dar indicaciones a Lya. Lucho contra si mismo para soltarle, alejarle e indicarle que confiara en él. Una sonrisa le ilumino el rostro.
Soy un tonto por mentirte y decir que no me importabas – volvieron a abrazarse y sin saber con certeza cuanto tiempo estaría separado de ella se atrevió a volver a decir lo que de niño habrá dicho – Lya, yo te amo – y tras esas palabras, su figura cambio de nuevo a ser un perro guardián y ella una cisne de nuevo entre sus patas.  Elisa entro con la jaula, decidida a llevar a cabo su cometido y ante la visión de la jaula, Kirian noto como el cuerpo de la cisne temblaba. “Tranquila Lya, confía en mi pronto estarás libre una vez más y nos iremos lejos tu y yo; no volveré a dejarte sola, perdona por haber sido tan cobarde como para abandonarte una vez pero eso no se repetirá nuevamente” trataba de darle tranquilidad con sus palabras, que ella entendiera que no planeaba repetir sus errores de antes.

Dudo ante las palabras de su cazadora, pero era necesario que metiera a Lya en aquella jaula para que Elisa no sospechara nada de él y entonces, cuando planearan irse dejaría en libertad a Lya y después, iría hasta ella. Aunque la vida se le fuera en el camino, llegaría hasta su amada cisne.
“Pronto estaremos más tiempo así Lya, solo confía en mi y cuando la jaula sea abierta, cuando vayamos a irnos y estemos en el exterior, ya te dije, huye. Corre tanto como puedas y busca ropa, cambiate y finge que no conocer a Elisa, yo le diré que no eres tu y nos iremos. Promete también que cuando no estemos aquí, me esperaras más, porque esta vez te prometo que regresare” y dicho eso dejo a Lya dentro de la jaula donde rápidamente fue encerrada por la humana.
Esta todo listo – suspiro – Ahora, deja de verte en esa figura de perro que quiero que descansemos un rato para después partir – Elisa miro en dirección a Kirian, que mantuvo su figura mientras la cazadora ponía cara de molestia – Bueno, cuidale entonces, aunque no creo que pueda escapar. Igual duerme aunque sea en esa forma.

No tardó mucho tiempo entonces en que Elisa preparara un sitio para dormir un poco y fue mucho más corto el tiempo en que se quedo dormida, mientras que Kirian se mantenía cerca de la jaula. “Después de esto nos iremos” se acercó sigiloso y con el hocico abrió el cerrojo de la jaula “De esta manera, cuando te saque yo de aquí fingiremos tu escape y todo estará bien” se tiro entonces a un costado de la jaula, cerca de Lya “Pronto seremos libres de nuevo, los dos” y esa promesa la mantendría, al igual que cumpliría las que hiciera en su infancia.


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Mensaje por Lyanna Moldovan Dom Dic 14, 2014 7:08 pm

Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.
Amor eterno –
Gustavo Adolfo Bécquer


¿Podía ser aquel su regalo más preciado? Por noches había pedido a los astros que alumbraban las aguas oscuras del lago en la noche, que se lo devolvieran sano y salvo. Que regresara con ella de nuevo y pudiera buscar su perdón por su partida. Ya que al llegar nuevamente a su hogar y no encontrarle, por noches y días enteros se había lamentado y culpado en un sinfín de lágrimas silenciosas y lamentos. ¿Podría él perdonarla? Por dejarle y partir con su familia? Esperaba de todo corazón que sí y así poder resurgir de nuevo aún más fuertes que de niños y volver al lago. A sus tierras donde tanta felicidad corrió entre ellos en aquellos tiempos.

Con una sonrisa escondida en el pecho ajeno, dejó que la calidez masculina la envolviera en un abrazo y que su cuerpo se cobijara contra el ajeno, sin tener en cuenta, ni dar importancia alguna a las diferencias que de niños a ahora habían pasado. Solo tenía en mente su aroma nuevamente contra su nariz, su piel contra sus labios y la sonrisa y la luz de aquellos ojos que tanto había añorado. Sonrío y dejó escapar una suave risa al tiempo que buscaba su mirada, y sus mejillas se sonrojaban. — La forma en que me miras… es distinta y aun así, sigues siendo tú. — murmuró antes de ir y besarle en la mejilla, quedándose para cuando estuvieran libres y de nuevo juntos, el beso que realmente se moría por darle.

En su abrazo nuevamente soñó por un instante que todo iba a salir bien y marcharía aquella noche a su lado, escondiéndose en el bosque de aquella cazadora, jugando de nuevo como de niños hasta terminar danzando en el lago, como tantas veces de pequeños habían terminado tras sus juegos y días juntos. Sonrío en sus brazos y al oírle decir aquella una sonrisa nació de sus labios mientras volvía a besarle la mejilla, bajando hasta su mandíbula.

Yo también te amo Kirian y siempre lo he hecho. — susurró viéndola una última vez antes de dejarle que se volviera un labrados y ella tomara tras unos segundos la forma de un bonito cisne.

Quedándose entre sus piernas, dejó que él la agarrara en su boca y la hiciera entrar en la jaula que tan poca gracia le hacía. Descontenta y al ver como la cazadora cerraba su jaula, intentó picotearle la mano de nuevo, fallando para entonces chillar descontenta. Jamás en su sano juicio un cambiante se encontraría cómodo enjaulado, por lo que debía representar el papel de que no deseaba estar allí, aunque la verdad fuera otra y no se imaginara otro lugar que no fuera junto a su canino. Tras aletear se calmó y quedándose tumbada en el suelo de la jaula observó al canino que se tumbaba junto a ella. Ladeó la cabeza y acercó su cabeza a los barrotes de la jaula, intentando llegar al pelaje de Kirian. “¿De verdad va a salir todo bien? No deseo que nos vuelvan a separar Kirian, y tengo miedo que al volar lejos de ti nos pase eso de nuevo.” Sus dudas y el dolor de pensar en volver a separarse de él eran visibles en sus ojos. “Lo haré… confío en ti y volaré lejos para que no me encuentre, pero y tú? Ya estarás a salvo? No deseo que nada te ocurra por mi culpa… así que por favor, prométeme que vas a cuidarte y que nada va a ocurrirte o no me lo perdonaría jamás.” Finalmente tras esfuerzos logró pasar su cabeza por entre los barrotes y acomodarse sobre el pelaje de Kirian, acariciándoselo, hasta que devolviéndose a su jaula de nuevo, se acordó de que Kirian había abierto la puerta de su jaula, por lo que antes de que él pudiera decirle algo fue a empujarla con su cuerpo abriéndola en silencio. Por unos segundos el cuerpo de la cazadora se movió e inmóvil la cisne restó dentro la jaula todavía hasta que Elisa volvió a dormirse profundamente, lo que aprovechó para salir de la jaula e irse a acurrucar entre las patas de Kirian, acomodándose sobre sus patas delanteras. “Déjame dormir contigo y antes de que se despierte me devuelves a la jaula o me despiertas y vuelvo a encerrarme, pero déjame esta noche para volver a sentirme así contigo a mi lado… Hacia tanto soñaba con acurrucarme a tu lado, con dormir contigo... como cuando las noches de tormenta, en las que huía de casa para buscarte y que tú me protegieras de las luces del cielo.” Sonrío y se acarició contra él hasta que lentamente empezó a adormecerse entre caricia y caricia, cayendo dormida sin quererlo.



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