AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Deseos sin entender [Sylmeria/Alfred] [Priv]
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Deseos sin entender [Sylmeria/Alfred] [Priv]
Sylmeria se preguntaba dónde estaba el Alfred y el Garth de antes. Hace tiempo que gozaba de la compañía de los dos hermanos como si fueran los suyos propios, pero una vez Garth se volvió distante hacia ella, como queriendo que su hermano consiguiera algo. No es que le disgustara la idea de estar con alguien como Alfred, pero de algún modo, siempre había deseado estar Garth. No sabía si era porque le atraía por su condición de licántropo o porque era el más receptivo y el que más se saltaba las reglas. Solamente cuando pensaba en Alfred, le daba pena, su hermano al estar su padre ausente en el frente, dio su mano en matrimonio a Alfred, cosa que no le pareció mal del todo, pero se sintió confusa al que no hubiera sido Garth.
Ahora, lo único que le preocupaba era que Garth al menos volviera a ser el de antes mientras se olvidaba de su deseo por él y se lo ofrecía a Alfred que era quien le había estado siempre protegiendo, bueno ambos hermanos…pero de un modo u otro, tenía que ser una buena novia y en el futuro una buena esposa para Alfred. Esa tarde, el sol estaba pegando fuerte pero gracias a su parasol no le molestaba demasiado. Su apariencia física aun no mostraba ningún embarazo a la vista…tan solo casi un mes desde que se fueron de su país natal, entonces llegaron por encontrarse con Garth y Alfred.
-Este parece un buen lugar para el picnic…..-Vislumbro un claro que estaba rodeado por árboles, piedras y arriba, las copas de los árboles hacían una silueta semicircular. Estaban en un claro semicircular en donde se podía ver al fondo un poco del lago. Muchas cosas habían pasado desde que habían sido deportados de su país. ¿Qué pasara a continuación? Recordaba que aun tenia allí a su caballo, sus vestidos, sus joyas que ya no tiene, pero que ahora no utilizará ya que no las tiene a mano ni será invitada a ninguna fiesta que puedan hacer. Su hermano en cambio, cuando llegaron los Lanagan a Paris, fue a revisar una casa modesta que habían comprado a las afueras, deberían de estar cerca entonces.
Cuando su hermano volvió, todo era raro en su rostro. A Sylmeria le pareció extraño que sonriera ya que no estaban en racha últimamente. Entonces fue cuando dijo que tendrían un hogar, pero temporalmente. El caso es que de temporal había pasado a permanente por insistencia de uno de los Lanagan. Ella no tenía ganas de caminar, no tenía ganas de ser secuestrada y menos que su hermano o alguno de los Lanagan saliera lastimado por las malas energías que rulan por Paris.
- ¿Estas bien Alfred? –Pregunto extrañada mientras se colocaba sobre la manta que extendió antes de hablar. Se recoloco lo que eran los volantes de un vestido sencillo que se le había sido comprado por Alfred. Era blanco a rayas negras muy finas, con escote y un broche ovalado en el centro del escote. En las mangas había un encaje discreto pero adornado con cintas negras. Su cabello estaba recogido con una coleta de media altura y un lazo a juego con el vestido. Fue lentamente con sus manos a quitarse el nudo que ataba los zapatos blancos que se habían manchado de barro -…Tsk…Bueno…luego les daré con fuerza para que se quite el barro…-Dijo observando a Alfred de reojo, podía sentir la tensión que había entre ambos ya que no habían hablado en todo el recorrido a caballo, después a pie hasta parar en donde estaban. En cuanto coloco los zapatos a un lado comenzó a jugar con un mechon de sus hebras doradas, intentando que la cosa se suavizara, que se aliviara la tensión -…. Alfred…-Giro su rostro hacia quien era su prometido, vio que estaba allí, cerca del caballo y muy lejos de ella. Suspiro volviendo la vista al frente mientras pensaba en que decir. La culpa estaba ahogándola en demasía, pero no podía evitar querer a ambos.
Ahora, lo único que le preocupaba era que Garth al menos volviera a ser el de antes mientras se olvidaba de su deseo por él y se lo ofrecía a Alfred que era quien le había estado siempre protegiendo, bueno ambos hermanos…pero de un modo u otro, tenía que ser una buena novia y en el futuro una buena esposa para Alfred. Esa tarde, el sol estaba pegando fuerte pero gracias a su parasol no le molestaba demasiado. Su apariencia física aun no mostraba ningún embarazo a la vista…tan solo casi un mes desde que se fueron de su país natal, entonces llegaron por encontrarse con Garth y Alfred.
-Este parece un buen lugar para el picnic…..-Vislumbro un claro que estaba rodeado por árboles, piedras y arriba, las copas de los árboles hacían una silueta semicircular. Estaban en un claro semicircular en donde se podía ver al fondo un poco del lago. Muchas cosas habían pasado desde que habían sido deportados de su país. ¿Qué pasara a continuación? Recordaba que aun tenia allí a su caballo, sus vestidos, sus joyas que ya no tiene, pero que ahora no utilizará ya que no las tiene a mano ni será invitada a ninguna fiesta que puedan hacer. Su hermano en cambio, cuando llegaron los Lanagan a Paris, fue a revisar una casa modesta que habían comprado a las afueras, deberían de estar cerca entonces.
Cuando su hermano volvió, todo era raro en su rostro. A Sylmeria le pareció extraño que sonriera ya que no estaban en racha últimamente. Entonces fue cuando dijo que tendrían un hogar, pero temporalmente. El caso es que de temporal había pasado a permanente por insistencia de uno de los Lanagan. Ella no tenía ganas de caminar, no tenía ganas de ser secuestrada y menos que su hermano o alguno de los Lanagan saliera lastimado por las malas energías que rulan por Paris.
- ¿Estas bien Alfred? –Pregunto extrañada mientras se colocaba sobre la manta que extendió antes de hablar. Se recoloco lo que eran los volantes de un vestido sencillo que se le había sido comprado por Alfred. Era blanco a rayas negras muy finas, con escote y un broche ovalado en el centro del escote. En las mangas había un encaje discreto pero adornado con cintas negras. Su cabello estaba recogido con una coleta de media altura y un lazo a juego con el vestido. Fue lentamente con sus manos a quitarse el nudo que ataba los zapatos blancos que se habían manchado de barro -…Tsk…Bueno…luego les daré con fuerza para que se quite el barro…-Dijo observando a Alfred de reojo, podía sentir la tensión que había entre ambos ya que no habían hablado en todo el recorrido a caballo, después a pie hasta parar en donde estaban. En cuanto coloco los zapatos a un lado comenzó a jugar con un mechon de sus hebras doradas, intentando que la cosa se suavizara, que se aliviara la tensión -…. Alfred…-Giro su rostro hacia quien era su prometido, vio que estaba allí, cerca del caballo y muy lejos de ella. Suspiro volviendo la vista al frente mientras pensaba en que decir. La culpa estaba ahogándola en demasía, pero no podía evitar querer a ambos.
Ásbjörn y Sylmeria Dogli- Humano Clase Baja
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Re: Deseos sin entender [Sylmeria/Alfred] [Priv]
Fue el más feliz del mundo cuando encontraron a Sylmeria y As en el lugar menos esperado. La promesa de protección hecha a la joven aquella seguía en pie y era lo único que Alfred haría, no como Garth que aunque también estaba contento de haberles encontrado, seguía pensando es Iss. Siempre había sabido de aquella relación secreta y prohibida entre su hermano y aquella mujer pero nunca le dijo nada, le permitió seguir en lo suyo y ser feliz aunque no sospecho que esa felicidad se convertiría después en lo único que le quitara el sueño a su hermano, deseaba que fuera feliz, tan feliz como él al saber que podía estar de nuevo con Sylmeria muy a pesar de que en el fondo y aunque sospechaba que ella le quería, supiera que el amor de Sylmeria era únicamente para su hermano.
Desde que les encontraran y se fueran a vivir todos juntos en una sencilla casita, observo con atención la manera en que su amada seguía a su hermano con la mirada a donde quiera que fuera y de vez en cuando suspirara; también era capaz de notar que al mirarlo a él, existía en los ojos de Sylmeria cierta pena que solo dejaba una espina de dolor en el corazón de Alfred. Temía nunca ser lo suficiente para ella y que siempre añorara a alguien que no fuera a él; lo ultimo que quería era casarse con alguien que no le amara pero sobre todo no quería volverle infeliz.
Esa mañana salieron a llevar a cabo un picnic, uno al cual no tenía muchas ganas de ir a pesar de que estaría a solas con Sylmeria. No podía pensar en otra cosa que no fuera que ella estaba ahí con él por obligación, por pena… por cualquier cosa menos amor como el que sintiera por Garth. Si bien se levanto temprano para tener todo listo justo a tiempo, durante el viaje a caballo hasta el claro que le había gustado a Sylmeria, ninguno de los dos pronuncio palabra, o ninguna palabra que fuera realmente importante - Si, parece un sitio agradable para estar un buen rato - susurro, terminando por bajarse del caballo y ayudar a aquella mujer de rubios cabellos a bajar. Se dirigió a atar el caballo a un árbol cercano y después volvió al lado de ella con una mirada un tanto acongojada.
Antes de responder a lo que ella preguntaba, se sentó a su lado en aquella manta. Llevaba el todo lo necesario para el picnic en una canasta y la puso al centro de la manta - Si, estoy bien. ¿te canso el camino hasta acá? - trataba de hablar lo más normal posible o cambiar su expresión pero le era complicado. Con atención observo a Sylmeria, aquel vestido resaltaba su figura, precisamente por eso se lo había comprado. Aquellos cabellos dorados le hacían lucir mucho más hermosa, tenía tantos deseos de pasarle los dedos por aquellas hebras, acercarse a ella y poder besarle que el mero pensamiento de eso le dolía en el pecho.
Suspiro solo para terminar levantándose, aprovechando que ella estaba distraída con sus zapatos para ir a acariciar al caballo. Estaban distantes, distantes como nunca en la vida lo habían sido pero Alfred sabía que debía enfrentar aquello, hablar debidamente con ella y confrontarle. Dio unos golpecitos al caballo antes de regresar hasta la manta y sentarse en ella, mirando fijamente a Sylmeria - ¿Quieres casarte con Garth? - le lanzo sin más, mirándole de manera fija - esta pregunta debe ser muy repentina, pero estoy harto de fingir que no veo como le miras, estoy cansado Syl… - suspiro con pesadez - muy cansado.
Desde que les encontraran y se fueran a vivir todos juntos en una sencilla casita, observo con atención la manera en que su amada seguía a su hermano con la mirada a donde quiera que fuera y de vez en cuando suspirara; también era capaz de notar que al mirarlo a él, existía en los ojos de Sylmeria cierta pena que solo dejaba una espina de dolor en el corazón de Alfred. Temía nunca ser lo suficiente para ella y que siempre añorara a alguien que no fuera a él; lo ultimo que quería era casarse con alguien que no le amara pero sobre todo no quería volverle infeliz.
Esa mañana salieron a llevar a cabo un picnic, uno al cual no tenía muchas ganas de ir a pesar de que estaría a solas con Sylmeria. No podía pensar en otra cosa que no fuera que ella estaba ahí con él por obligación, por pena… por cualquier cosa menos amor como el que sintiera por Garth. Si bien se levanto temprano para tener todo listo justo a tiempo, durante el viaje a caballo hasta el claro que le había gustado a Sylmeria, ninguno de los dos pronuncio palabra, o ninguna palabra que fuera realmente importante - Si, parece un sitio agradable para estar un buen rato - susurro, terminando por bajarse del caballo y ayudar a aquella mujer de rubios cabellos a bajar. Se dirigió a atar el caballo a un árbol cercano y después volvió al lado de ella con una mirada un tanto acongojada.
Antes de responder a lo que ella preguntaba, se sentó a su lado en aquella manta. Llevaba el todo lo necesario para el picnic en una canasta y la puso al centro de la manta - Si, estoy bien. ¿te canso el camino hasta acá? - trataba de hablar lo más normal posible o cambiar su expresión pero le era complicado. Con atención observo a Sylmeria, aquel vestido resaltaba su figura, precisamente por eso se lo había comprado. Aquellos cabellos dorados le hacían lucir mucho más hermosa, tenía tantos deseos de pasarle los dedos por aquellas hebras, acercarse a ella y poder besarle que el mero pensamiento de eso le dolía en el pecho.
Suspiro solo para terminar levantándose, aprovechando que ella estaba distraída con sus zapatos para ir a acariciar al caballo. Estaban distantes, distantes como nunca en la vida lo habían sido pero Alfred sabía que debía enfrentar aquello, hablar debidamente con ella y confrontarle. Dio unos golpecitos al caballo antes de regresar hasta la manta y sentarse en ella, mirando fijamente a Sylmeria - ¿Quieres casarte con Garth? - le lanzo sin más, mirándole de manera fija - esta pregunta debe ser muy repentina, pero estoy harto de fingir que no veo como le miras, estoy cansado Syl… - suspiro con pesadez - muy cansado.
Alfred Lanagan- Humano Clase Alta
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 10/02/2014
Re: Deseos sin entender [Sylmeria/Alfred] [Priv]
Despistada como estaba mirándose los volantes del vestido, se quedaba mientras pensando en una respuesta, alguna nueva que le sirviera a Alfred para convencerle que en realidad, si, si le gustaba y gozaba de su compañía pero también se había sentido muy atraída por Garth a quien intento consumir con el su virginidad, pero al ser que estaba comprometida con Alfred, pues no quiso nada con ella y tampoco quería traicionar a su hermano. Aquello le hizo sentir a Sylmeria como una daga en el corazón. Como si la traicionaran y se fuera con el bando enemigo. Pero hacia su mejor esfuerzo por querer a Alfred, había algo en el que la aburría demasiado y era que desconfiara de ella y que no creyera en su palabra, a veces se cansaba, pero esta vez se mantuvo en el sitio algo tensa por cómo le hablaba Alfred .
-…..y-yo…-Se lamio los labios solo para coger aire y valor y mirarle a la cara, pero no podía hacerlo de la vergüenza que sentía de la afirmación, pero al mismo tiempo que no iba a poder ser. Intento buscar algo que decirle, pero solo se mantuvo en silencio, abrió un paquete que contenía frutos secos y algunos dátiles del mercado -…..Alfred…y-yo…-Volvió a lamerse los labios, pero antes de que Alfred se levantara le sujeto la mano, resultándole difícil su estancia ahí -….Es…Es cierto que hubiera deseado que quien se casara conmigo fuera Garth…pero tampoco me desagrada en absoluto que seas tú quien me despose….-Acerco la mano que sujetaba de Alfred hasta ponerla sobre su seno en donde estaba su corazón -….Aquí…es donde llegan todas las miradas que me enviáis ambos, todas las sonrisas que me regalas siempre pero ahora esta triste porque no confías en mis palabras y en su sinceridad….-Quito lentamente la mano de Alfred de su pecho, para comenzar a coger un paquetito el cual contenía un poco de embutido y quesos frescos.
Fue comiendo lentamente y miraba de vez en cuando a Alfred, esperando que aquella respuesta le hubiera valido de algo, pero solo estaba esperando seguramente en vano. Hubo un chico que conoció en el mercado. Se llamaba Merciel y vendía los quesos y el embutido. Le sirvió de inmediato y le cobro por muy poco. Salió contenta de sus compras y lo siguiente que escucho fue ese joven pidiéndole una cita. La mirad de Alfred mientras permanecía dos puestos atrás hizo que negara y que se fuera a otro puesto rápidamente, en donde quedó prendada de un par de piedras preciosas que servirían de decoración o para alguna creación de joyería. Aun miraba de vez en cuando a Alfred hasta que opto por levantarse con cuidado, ir descalza de un lado a otro con pasos lentos, intentando que la cosa se destensara, pero acabo por sentarse en otro tronco que había más allá de Alfred y el caballo.
Algo fallaba entre los dos. Algo había entre los dos que no les unía del todo. ¿Sería el compromiso forzado? O ¿Simplemente que no terminaban de encajar? Ella le amaba con todo su corazón, pero era pensar en Garth y era sentir su cuerpo hecho un flan con ganas de que Garth untara su nata en su caramelo, pero no, estaba con Alfred y con él se sentía como si hubiera una barrera entre ambos que no le dejaba sentir el mismo afecto que sentía hacia Garth. Le daba rabia no sentirse así con él, pero hay quien dice que siempre los buenos mienten para ser malos inocentes.
Sylmeria tenía claro en casarse con Alfred, no se iba a desnudar de repente para ver si así se deshacía ese sentimiento de frialdad entre ambos, pero estaba perdida. Queria que su hermano estuviera con ella, que le aconsejara que hacer, pero su hermano había centrado su atención estos últimos días en aquella muchacha que encontraron el otro día. Solo suspiro, sintiéndose pequeña y débil e inmediatamente se sentía con ganas de desaparecer por ser tan horrible y cruel con Alfred quien le ofrecía todo lo que ella no le mostraba.
-…..y-yo…-Se lamio los labios solo para coger aire y valor y mirarle a la cara, pero no podía hacerlo de la vergüenza que sentía de la afirmación, pero al mismo tiempo que no iba a poder ser. Intento buscar algo que decirle, pero solo se mantuvo en silencio, abrió un paquete que contenía frutos secos y algunos dátiles del mercado -…..Alfred…y-yo…-Volvió a lamerse los labios, pero antes de que Alfred se levantara le sujeto la mano, resultándole difícil su estancia ahí -….Es…Es cierto que hubiera deseado que quien se casara conmigo fuera Garth…pero tampoco me desagrada en absoluto que seas tú quien me despose….-Acerco la mano que sujetaba de Alfred hasta ponerla sobre su seno en donde estaba su corazón -….Aquí…es donde llegan todas las miradas que me enviáis ambos, todas las sonrisas que me regalas siempre pero ahora esta triste porque no confías en mis palabras y en su sinceridad….-Quito lentamente la mano de Alfred de su pecho, para comenzar a coger un paquetito el cual contenía un poco de embutido y quesos frescos.
Fue comiendo lentamente y miraba de vez en cuando a Alfred, esperando que aquella respuesta le hubiera valido de algo, pero solo estaba esperando seguramente en vano. Hubo un chico que conoció en el mercado. Se llamaba Merciel y vendía los quesos y el embutido. Le sirvió de inmediato y le cobro por muy poco. Salió contenta de sus compras y lo siguiente que escucho fue ese joven pidiéndole una cita. La mirad de Alfred mientras permanecía dos puestos atrás hizo que negara y que se fuera a otro puesto rápidamente, en donde quedó prendada de un par de piedras preciosas que servirían de decoración o para alguna creación de joyería. Aun miraba de vez en cuando a Alfred hasta que opto por levantarse con cuidado, ir descalza de un lado a otro con pasos lentos, intentando que la cosa se destensara, pero acabo por sentarse en otro tronco que había más allá de Alfred y el caballo.
Algo fallaba entre los dos. Algo había entre los dos que no les unía del todo. ¿Sería el compromiso forzado? O ¿Simplemente que no terminaban de encajar? Ella le amaba con todo su corazón, pero era pensar en Garth y era sentir su cuerpo hecho un flan con ganas de que Garth untara su nata en su caramelo, pero no, estaba con Alfred y con él se sentía como si hubiera una barrera entre ambos que no le dejaba sentir el mismo afecto que sentía hacia Garth. Le daba rabia no sentirse así con él, pero hay quien dice que siempre los buenos mienten para ser malos inocentes.
Sylmeria tenía claro en casarse con Alfred, no se iba a desnudar de repente para ver si así se deshacía ese sentimiento de frialdad entre ambos, pero estaba perdida. Queria que su hermano estuviera con ella, que le aconsejara que hacer, pero su hermano había centrado su atención estos últimos días en aquella muchacha que encontraron el otro día. Solo suspiro, sintiéndose pequeña y débil e inmediatamente se sentía con ganas de desaparecer por ser tan horrible y cruel con Alfred quien le ofrecía todo lo que ella no le mostraba.
Ásbjörn y Sylmeria Dogli- Humano Clase Baja
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Re: Deseos sin entender [Sylmeria/Alfred] [Priv]
Momentos como ese le provocaban odiar su manera de ser. Maldecía a todo cuanto podía por no ser capaz de ser como su hermano Garth pero más que eso, detestaba que él no pudiera tener como su hermano, alguien que le amara con locura. Desde que supiera que se casaría con Sylmeria había sido inmensamente feliz, pero esa felicidad poco a poco se iba tornando en tristeza y miseria. A ratos pensaba en terminar con su compromiso con ella solo para que corriera a los brazos de Garth y finalmente se diera cuenta de que su hermano la quería solo como la chica que siempre había jurado proteger y que el corazón del mayor de los Lanagan pertenecía a otra mujer, una por la cual su hermano sería capaz incluso de dejar a Sylmeria y a él mismo.
No despegaba la mirada de ella, aguardando porque llegara la respuesta la pregunta que había formulado y aunque ya sabía cual sería, quería comprobar si Sylmeria era lo bastante sincera con él como para aceptar todo aquello o si planeaba seguirle mintiendo eternamente. Cualquiera de ambas cosas le dolería en el alma, pero que le mintiera sería lo peor que podría hacer. Sonrió con pesa cuando la respuesta le fue dada, no se sorprendió en absoluto pero igual dolía como si un millón de dagas estuvieran siendo clavadas en su corazón - No te desagrada… eso no quiere decir que estés feliz con saberlo Sylmeria y tu infelicidad solo hace que yo sea mucho más infeliz - Cuanto hubiera dado porque en otra situación su mano se posara sobre uno de los senos de Syl, pero ahora, le daba lo mismo si es que ella se le desnudaba enfrente, él nunca sería lo que estaba esperando. Confianza, sinceridad. Es que ella no lo notaba, no sabía como poco a poco el amor que sentía por ella se estaba convirtiendo en la mayor carga que pudiera llevar a cuestas y como todo aquello le estaba enfermando la mente - Pues entonces perdona que no sea capaz de confiar en aquello que no termina de hacerme daño una y otra vez - dijo cuando su mano había sido abandonada por la de su compañera de paseo y se limito a mantenerse en silencio, sentado sin siquiera observarle o comer algo de lo que habían llevado.
Ocasiones pasadas hubiera seguido a Sylmeria a cualquier parte que ella decidiera ir, pero de verdad que estaba cansado de todo y por eso fue que cuando ella se alejo de él, no trato de seguirla y se recostó en la manta aquella con las manos en la nuca, observando al cielo. Alfred sabia que lo mejor era no hacerse daño entre ellos y fue gracias a ese pensamiento que se reincorporo y miro en dirección a Sylmeria con una seriedad y una frialdad con la que antes no lo haría - Se acabo… has lo que quieras con tu vida, contrae matrimonio con alguien que te haga feliz y solo déjame en paz, deja que busque alguien que me haga verdaderamente feliz y no una chiquilla que solo piense en tenerme a mi y a mi hermano solo para ella - estaba dolido, molesto y decía todo lo primero que se le venia a la mente - Si es que nos tienes si quiera algo de aprecio real y no solo tus caprichos entonces déjanos en paz, deje que Garth sea feliz con la mujer que verdaderamente ama y no le sigas más, con respecto a mi… solo alejate y no me des más falsas esperanzas, no me hagas odiarte con la intensidad con la que puedo amarte - dio por terminado todo aquello y volvió recostarse sin darse a la tarea de ver si aquello le había afectado a ella o le daba lo mismo.
No despegaba la mirada de ella, aguardando porque llegara la respuesta la pregunta que había formulado y aunque ya sabía cual sería, quería comprobar si Sylmeria era lo bastante sincera con él como para aceptar todo aquello o si planeaba seguirle mintiendo eternamente. Cualquiera de ambas cosas le dolería en el alma, pero que le mintiera sería lo peor que podría hacer. Sonrió con pesa cuando la respuesta le fue dada, no se sorprendió en absoluto pero igual dolía como si un millón de dagas estuvieran siendo clavadas en su corazón - No te desagrada… eso no quiere decir que estés feliz con saberlo Sylmeria y tu infelicidad solo hace que yo sea mucho más infeliz - Cuanto hubiera dado porque en otra situación su mano se posara sobre uno de los senos de Syl, pero ahora, le daba lo mismo si es que ella se le desnudaba enfrente, él nunca sería lo que estaba esperando. Confianza, sinceridad. Es que ella no lo notaba, no sabía como poco a poco el amor que sentía por ella se estaba convirtiendo en la mayor carga que pudiera llevar a cuestas y como todo aquello le estaba enfermando la mente - Pues entonces perdona que no sea capaz de confiar en aquello que no termina de hacerme daño una y otra vez - dijo cuando su mano había sido abandonada por la de su compañera de paseo y se limito a mantenerse en silencio, sentado sin siquiera observarle o comer algo de lo que habían llevado.
Ocasiones pasadas hubiera seguido a Sylmeria a cualquier parte que ella decidiera ir, pero de verdad que estaba cansado de todo y por eso fue que cuando ella se alejo de él, no trato de seguirla y se recostó en la manta aquella con las manos en la nuca, observando al cielo. Alfred sabia que lo mejor era no hacerse daño entre ellos y fue gracias a ese pensamiento que se reincorporo y miro en dirección a Sylmeria con una seriedad y una frialdad con la que antes no lo haría - Se acabo… has lo que quieras con tu vida, contrae matrimonio con alguien que te haga feliz y solo déjame en paz, deja que busque alguien que me haga verdaderamente feliz y no una chiquilla que solo piense en tenerme a mi y a mi hermano solo para ella - estaba dolido, molesto y decía todo lo primero que se le venia a la mente - Si es que nos tienes si quiera algo de aprecio real y no solo tus caprichos entonces déjanos en paz, deje que Garth sea feliz con la mujer que verdaderamente ama y no le sigas más, con respecto a mi… solo alejate y no me des más falsas esperanzas, no me hagas odiarte con la intensidad con la que puedo amarte - dio por terminado todo aquello y volvió recostarse sin darse a la tarea de ver si aquello le había afectado a ella o le daba lo mismo.
Alfred Lanagan- Humano Clase Alta
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 10/02/2014
Re: Deseos sin entender [Sylmeria/Alfred] [Priv]
¿Qué puedes hacer si la persona que te hace llorar tanto es la única capaz de consolarte?
No más hizo que sus lágrimas rodaran finalmente por su rostro de porcelana. No había esperado aquellas palabras de Alfred, pero tampoco que Garth tuviera alguien a quien amar de verdad y que no era ella. Ella no era cruel, solo avariciosa por querer a dos personas tan bellas, tanto por fuera como por dentro. Había crecido con aquellas dos personas sin pedir nada a cambio. Los príncipes simplemente estaban alegres de que estuvieran con ellos de vuelta, pero Sylmeria se equivocó de camino y se fue fijando en Garth de una manera errónea pero que ella creía ciegamente que era la correcta, haciendo daño a Alfred sin que ella misma lo viera.
-..Lo lamento Alfred...No fui sincera contigo y pensaba que iba por el buen camino, que iba…bueno, a...conseguir algo con Garth, pero te pido que perdones mis errores que hice en el pasado…-No se movería de ahí aun estando con el cuerpo como un flan, pensando o temblando por si se levantaba de repente a pegarla en la cara simplemente para que parase de hablar -…Pe-pero yo cometo fallos…aun teniendo el título de princesa del Sacro Imperio Romano como derecho de nacimiento, me hace importante, sí, pero a pesar de eso, soy una humana común y corriente que comete errores...-Junto sus manos sobre su vientre, acariciándose la una con la otra, en cada silencio, intentando coger un poco de aire pero los nervios no ayudaban nada. Ella seguía estando ahí, dispuesta a no desvanecerse como la típica doncella en apuros.
Estaba por desnudarse, pero eso no sería de su estatus ni tener dignidad alguna. Así que se abstuvo, pero seguía ahí quieta sin ni siquiera moverse un poco –Mi hermano me prometió contigo Alfred…-se arrodillo a su lado, oso mover la cabeza de Alfred para ponerla en su regazo, sabía que estaba bastante molesto con ella y por lo que había hecho -...y sé que no te gusta estar conmigo en este momento, pero solo te tengo a ti, a Garth, a mi hermano, y a Mélyna...no creo encontrar personas irremplazables como vosotros en esta vida..
Se atrevió a acariciar esos cabellos rubios de Alfred, mirándole con su mirada celeste- Alfred, desde lo más profundo de mi corazón sé que te amo y ahora no me burlo...te lo juro y sabes que siempre hablo con la verdad por delante –Volvio a dejar su cabeza sobre el pasto, fue levantándose y se sacudió la tierra del vestido -..Daré un paseo…-Con eso salto con un pie y luego el otro un tronco tumbado en el suelo, no habían comido nada, pero ahora se le había quitado el apetito.
-Hice demasiado mal a los dos…-Suspiro conforme caminaba por un camino de tierra entre las arboledas del bosque –Debería pedirle a mi hermano que libere a Alfred..-Comenzó a hablar consigo misma mientras caminaba por aquellos senderos solitarios. Paró un momento y vio a Alfred a lo lejos, aun tumbado en aquella tierra con las vistas hacia el cielo. No avanzo mucho. Se detuvo en un tronco que había cerca, sentándose sobre la corteza no sin antes poner un pañuelo bajo su falda.
No más hizo que sus lágrimas rodaran finalmente por su rostro de porcelana. No había esperado aquellas palabras de Alfred, pero tampoco que Garth tuviera alguien a quien amar de verdad y que no era ella. Ella no era cruel, solo avariciosa por querer a dos personas tan bellas, tanto por fuera como por dentro. Había crecido con aquellas dos personas sin pedir nada a cambio. Los príncipes simplemente estaban alegres de que estuvieran con ellos de vuelta, pero Sylmeria se equivocó de camino y se fue fijando en Garth de una manera errónea pero que ella creía ciegamente que era la correcta, haciendo daño a Alfred sin que ella misma lo viera.
-..Lo lamento Alfred...No fui sincera contigo y pensaba que iba por el buen camino, que iba…bueno, a...conseguir algo con Garth, pero te pido que perdones mis errores que hice en el pasado…-No se movería de ahí aun estando con el cuerpo como un flan, pensando o temblando por si se levantaba de repente a pegarla en la cara simplemente para que parase de hablar -…Pe-pero yo cometo fallos…aun teniendo el título de princesa del Sacro Imperio Romano como derecho de nacimiento, me hace importante, sí, pero a pesar de eso, soy una humana común y corriente que comete errores...-Junto sus manos sobre su vientre, acariciándose la una con la otra, en cada silencio, intentando coger un poco de aire pero los nervios no ayudaban nada. Ella seguía estando ahí, dispuesta a no desvanecerse como la típica doncella en apuros.
Estaba por desnudarse, pero eso no sería de su estatus ni tener dignidad alguna. Así que se abstuvo, pero seguía ahí quieta sin ni siquiera moverse un poco –Mi hermano me prometió contigo Alfred…-se arrodillo a su lado, oso mover la cabeza de Alfred para ponerla en su regazo, sabía que estaba bastante molesto con ella y por lo que había hecho -...y sé que no te gusta estar conmigo en este momento, pero solo te tengo a ti, a Garth, a mi hermano, y a Mélyna...no creo encontrar personas irremplazables como vosotros en esta vida..
Se atrevió a acariciar esos cabellos rubios de Alfred, mirándole con su mirada celeste- Alfred, desde lo más profundo de mi corazón sé que te amo y ahora no me burlo...te lo juro y sabes que siempre hablo con la verdad por delante –Volvio a dejar su cabeza sobre el pasto, fue levantándose y se sacudió la tierra del vestido -..Daré un paseo…-Con eso salto con un pie y luego el otro un tronco tumbado en el suelo, no habían comido nada, pero ahora se le había quitado el apetito.
-Hice demasiado mal a los dos…-Suspiro conforme caminaba por un camino de tierra entre las arboledas del bosque –Debería pedirle a mi hermano que libere a Alfred..-Comenzó a hablar consigo misma mientras caminaba por aquellos senderos solitarios. Paró un momento y vio a Alfred a lo lejos, aun tumbado en aquella tierra con las vistas hacia el cielo. No avanzo mucho. Se detuvo en un tronco que había cerca, sentándose sobre la corteza no sin antes poner un pañuelo bajo su falda.
Ásbjörn y Sylmeria Dogli- Humano Clase Baja
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