Hazme entender que no es una locura soñar con el amor (privado)

Se revolvió en la cama, definitivamente no podría conciliar nuevamente el sueño, aquella pesadilla recurrente la estaba volviendo desquiciada. Suspiró con fastidio y golpeó con sus puños el lecho. Se levantó y tras vestirse, decidió salir a caminar, no iría lejos, se quedaría por los alrededores de la construcción y podría liar un cigarrillo y fumarlo, sonrió divertida pensando en lo escandalosa que se pondría su hermana cuando descubriera que fumaba como algunos hombres, es que había descubierto que solo con uno, podía sacar las tensiones que se le colaban en el alma. Antes las liberaba con la práctica, azotando árboles, saltando de rama en rama, desquiciando la caza de otros individuos, pero desde que salía con Hayden todo eso había terminado, no era que él se lo pidiera, pero ahora era una mujer comprometida y no podía ponerse en peligro, - no por una buena causa – pensó recordando su participación en campañas para la Alianza.

Bajó en total silencio la gran escalera de mármol que en la obscuridad absoluta resplandecía como bañada por la luz de la luna. Se dirigió a la sala de recibo y de allí a la puerta que daba a la parte lateral izquierda de la propiedad. Giró la llave en la cerradura y esta hizo un chasquido al destrabarse, miró para todos lados, para ver si había despertado a alguien, - aquí no está Cosimo – sonrió pensando en el viejo mayordomo de la casa de Girolamo, que por el leve sonido que perturbara la noche se levantaba listo para el combate, ese hombre era el único que la trataba como una hija y con quien podía hablar casi de todo, pero desde que se encontraba en la mansión de Maryeva no había tenido tiempo de ir a visitarlo, y aunque lo hiciera, las palabras no le saldrían, - ¿cómo podría hablar, con él, estos temas de mujeres?- se dijo – como contarle que temo que la familia Vaggö, me desprecie por mi origen – expresó en voz baja, mientras descendía por la corta escalera que la alejaba de la construcción señorial, se dirigió por el senderó que unía la propiedad al bosque, caminando de forma desganada.

Se alejó unos 60 metros, estaba vestida como para la práctica, pantalones, camisa, cazadora, sus dos pistolas en las cartucheras y sus dagas en las botas, solo era una precaución, si Hayden tenía enemigos, vendrían a por ella solo por fastidiarlo, pero Giulia, estaría preparada para defenderse. Siguió caminando internándose en el bosque con dirección a la laguna, encontró una piedra enorme que como el mármol de la escalera, relucía en la penumbra del bosque, se sentó, lió el cigarrillo, lo encendió con el yesquero y mientras hacía la primera pitada y soltaba tristemente el humo y el aliento, recostó su cabeza en el tronco del árbol que junto con la piedra hacían un banco natural, cerró los ojos y dejó que los sonidos de la noche la rodeara, la serenaran.

Algo había inquietado a Dalma lo suficiente para alejarse de la residencia Van Wijs, era una clase de presentimiento. Últimamente se había conectado mucho con la Alianza volviéndose líder de los fantasmas y almas, todo gracias a su amada Crystall, su niña que tanto se había alejado de ella. Pero no sólo era el sentimiento de que algo andaba mal, también era la depresión que cargaba Dalma en las últimas semanas. Era muy buena para ocultarlo a su niña, pero era una mujer y no podía ocultar en todos momentos esa tristeza.

Perdida en mil y nada cosas, llegó a un lago y del otro lado alcanzó a distinguir una silueta, al parecer un muchacho fumando. Ya era muy noche, Dalma recordaba que a esas horas mandaba a dormir a Crystall cuando ésta era pequeña, cuando era un angelito tierno y le cantaba su canción de cuna.

«¿Cómo había crecido Crystall, con qué rapidez el tiempo había pasado?» eran las preguntas que se hacía muy a menudo, y cada vez que la veía abrazada o besándose con Derek sentía un extraño sentimiento, aún no los aceptaba, «eran hermanos, ¡HERMANOS!», pero «¿quién era ella para debatirles, para separarlos cuando eran felices?» esa era su depresión, giraba entorno a esa polémica relación.

Cuando Dalma estaba lo suficientemente cerca para reconocerla se asombró, era Giulia Di Arezzo una miembro de la alianza, –¿está fumando?– era una pregunta tonta pero le ayudó a asimilar lo que veía, a Crystall nunca se lo había permitido, aunque las personalidades de ambas eran totalmente diferentes, por supuesto que no conocía el pasado de Giulia, pero dudaba que hubiera vivido lo que Crystall, las violaciones y después la cruzada vengativa llena de tortura y sadismo que su niña invocó, la matanza provocada, de como del ángel había pasado a ser un autentico demonio que sólo ella podía llegar a calmar. Pero eso se había acabado, Derek la había apaciguado.

Se acercó a esa figura pensativa y como si tuviera forma corpórea le acarició el cabello. Giulia se sobre saltó, Dalma se dio cuenta de que estaba armada, –¿pero por qué?– se dijo para ella y tomó forma corpórea, la habilidosa mujer que había causado una buena impresión en Dalma no se exaltó, la reconoció, después de todo ambas estaban en la misma cruzada.

—Hola señorita Giulia, ¿no es muy tarde para estar sola?, debería de estar durmiendo— Dalma era incapaz de no mostrar su cariño, cuando alguien se lo había ganado y es que de cierto modo Giulia tenía la edad que Crystall antes de sufrir lo que sufrió, la veía como un angelito rebelde, si esa era Giulia, al menos para los ojos de Dalma.

Giulia, aun con los ojos cerrados, pensaba – mamá, si me hubieras dado un poco de tu tiempo, si tan solo estuvieras aquí – se dijo casi a punto de llorar. Entonces sintió una caricia en sus cabellos, como si su madre hubiera venido a su pedido, se sobresaltó, se envaró en su asiento y abrió los ojos, buscando el espectro de su madre, pero no vio más que la oscuridad de la noche, estuvo a punto de sacar sus pistolas, para hacer una inspección del lugar. Entonces la vio, era un anima que se iba materializando ante sus ojos, al principio no la reconoció. Se estremeció, temía que fuera su madre, cuantas veces la había maldecido, por su poco amor hacia ella, la verdad era que al final de cuentas era su madre y la amaba aunque no la comprendiera. Pero cuando se corporizó totalmente, comprobó que no era Giulia – su madre -, sino Dalma, la fantasma amiga de Crystall y parte de la Alianza, bajó lentamente la mano soltando la culata de la pistola y distendiéndose un poco.

Aún tenía el cigarrillo en la comisura de los labios cuando la fantasma la saludo y de alguna manera la regaño, eso le causó suma ternura, ya que era la forma de expresar cariño del viejo Cosimo y lo extrañaba tanto, extrañaba el cariño, la comprensión, el tomarse un momento para darle un poco de importancia a su pobre ser. Se levantó y acercó, - la verdad, que sí es tarde, muy tarde – le contestó pasando a su lado, mirando elcielo que entre las ramas de los arboles era casi indistinguible, giró al pasar a su lado, quedando enfrentando aquel rostro dulce, - pero no puedo dormir, además necesitaba tomar un poco de aire fresco – llevó una mano a su espalda a la altura de la cintura y con la otra sostenía el cigarrillo, golpeándolo suavemente para que cayera la ceniza, la miró detenidamente a los ojos, era una mujer hermosa, aun en su forma fantasmal - realmente bella – pensó, - Dígame señorita Dalma – le dijo sonriendo y tratando de imitar la forma en que la regaño – ¿acaso no es tarde para usted también? Y está muy lejos de casa ¿verdad?, yo en cambio estoy a unos pasos de donde me alojo - señaló con la mano del cigarrillo, la dirección en donde se encontraba la residencia de Maryeva.

Se le quedó mirando, con una sonrisa pícara y algo altanera, pero en ese momento y sin poder controlarlo, aquel gesto desapareció, la angustia que sentía en el pecho era tan grande que sentía, no podía entrar en su pecho, no tenía con quien hablar esos temas que la agobiaban. Bajó la cabeza mientras tiraba el cigarrillo al piso y lo apretaba con la punta de la bota hasta que lo apagó, suspiró antes de volver a enfrentar esos ojos tiernos y comprensivos, estaba a punto de hablar pero enmudeció, sentía que una mano invisible le estrangulaba el cuello, el aire se le quedaba congelado en los pulmones y entonces no soportó más, éste Salió como un suspiro largo y triste.

Volvió a bajar la cabeza y su cuerpo comenzó a temblar según los sollozos se liberaban, las lágrimas corrían libres por sus mejillas, y en un arrebato que no era propio de ella, se abalanzó sobre Dalma abrazándola fuerte, -ayyyy… no puedo más, no soporto más, tengo mucho miedo, no sé qué hacer – todas las palabras salían una detrás de la otra y cuando terminó de expresar todo lo que la atormentaba se dio cuenta de su arrebato, palideció de vergüenza, se fue separando de Dalma, con voz entrecortada le dijo – disculpe, es que… no sé qué me pasó… es que no puedo hablar con nadie – se justificó mientras hacía unos pasos hacia atrás y se volvía a sentar en la roca, - por favor no tome en cuenta todo lo que dije… ya se me pasará… ya estoy acostumbrada… siempre estuve sola, no será la primera ni la última vez que afronte mi destino sola – reflexionó más para sí que para su compañía.