¿Puedes entender mi sufrimiento? - privado

por **Julia Rondizzoni** Sáb Sep 30, 2017 7:31 pm

Había decidido no quedarse mas que el tiempo necesario en la mansión de Tristan, pues no podía dejar de sentir que el corazón dolía al ver cómo sus sueños volvían a estallar en mil pedazos. Asi, que solía pasar las horas esperando que terminara su jornada laboral, para correr a cambiarse y salir a la calle, intentando no pensar que su vida volvía a ser tan gris y triste como hacía unos meses atrás.

Sus pasos, la llevaron por diferentes lugares, sin decidirse a entrar en ninguno, primero pensó en pasar por el conservatorio de música, podría inscribirse en alguna de las clases de canto o de piano, pero cuando estuvo a punto de pedir la solicitud para inscribirse, una angustia en el medio de su pecho, la llevó a dejar aquel lugar, como si alguien la estuviera persiguiendo.

Así, fue recorriendo varios establecimientos, hasta llegar a las puertas del museo del Louvre, se detuvo y miró el interior, era un buen lugar para esconderse de todos, para poder llorar su pena y tal vez encontrar la decisión adecuada para encaminar su vida de una vez y para siempre. Casi de forma automática, comenzó a subir por las escalinatas que la introducirán al interior del edificio. Sus ojos veían con asombro tanta belleza allí expuesta, tanto tiempo en la ciudad, y jamás se había dado un momento para explorar tan exquisito lugar.

Recorrió los pasillo, entrando en cada una de las salas, ricamente decoradas, pero a pesar de ello, no llegaba a ser un impedimento para poder contemplar extasiada cada una de las obras que allí exhibían. Tomó un pasillo que la llevaba a otra ala del edificio y se quedó atónita ante las piezas que allí se exponían. Era entrar a un mundo diferente, pinturas de épocas lejanas, de países exóticos, ¿como había dejado que tanto tiempo se perdiera para descubrir aquel tesoro? para disfrutar de cada detalle que se podía observar en las piezas de porcelana, en los tapices y armaduras. Pensó en las miles de historias que se escondían detrás de cada una de esas piezas y un nudo en la garganta le impidió respirar, haciendo que sus ojos se inundaran de lagrimas, - no eres la única que ha sufrido, ¿cuantos como tú han puesto sus esperanzas en amores no correspondidos? - se dijo en voz baja, mientras sus dedos acariciaban furtivamente el traje de seda ricamente bordado con hilos de oro y plata.

por **Jong Bum Kim** Miér Oct 25, 2017 8:28 pm

Tantos años viajando, yendo de un lado al otro, poniendo distancia entre sus enemigos y él. Lo llevaron a convertirse en un hombre silencioso, solitario, que prefería pasar desapercibido en todo momento, pero que también se daba el tiempo para disfrutar de las pequeñas y grandes cosas de la vida.

El amor por el arte de oriente, por su música, su historia, su cultura, despertó cuando la nostalgia de la familia ausente se hizo cada vez mas insoportable, Cuando al mirarse en un espejo, se preguntó, a que antepasado se parecía. Entonces, sus viajes se hicieron mas frecuentes, cruzando los océanos en varias ocasiones, con el solo interés de conocer mas sobre la tierra de su madre, sobre ese pasado que había quedado oculto al llegar a Inglaterra, junto con el hombre que su madre había amado. Al recordarla, y pensar en las interminables horas que habría vivido sola tras perder a su esposo y a sus hijos, fue que Roy, decidió ayudar al Museo del Louvre, y por su intermedio, a la embajada de Corea, a traer a París, una muestra muy especial, la que permitiría, a todos los residentes coreanos, radicados en la ciudad, disfrutar de un poco de ese mundo que había quedado tan distante, de esa vida a la que la mayoría, jamás podría regresar.

Las semanas habían pasado, la noche de la inauguración se había desarrollado sin ningún inconveniente, y tras la apertura al publico en general, aquellas salas eran la atracción de todos los ciudadanos de París. Roy, que en esos momentos había tenido la necesidad de volver a sentir a su madre mas cerca, había entrado al museo y dirigido sus pasos a las salas de exposición, en donde se estaba desarrollando tan importante exposición. Al entrar a la primera sala, pudo comprobar que en ésta ya se encontraba una joven, que desde atrás, no se podía distinguir si se trataba de una asiática, o de una curiosa mujer occidental.

Enarcó una ceja, al escuchar las palabras de la joven, - No eres la única que ha sufrido, ¿cuantos como tú han puesto sus esperanzas en amores no correspondidos? - repitió en voz baja, las palabras dichas por la joven, mientras la contemplaba en silenció. Hubiera seguido así, si las manos de la joven, no se acercaran peligrosamente al antiquísimo hambok real. Fue que comprendió que debería intervenir, pues si el embajador, se enteraba que sus tesoros habían sido tocados por extraños, debería soportar sus demandas y la ira del sobrenatural. - No debería tocarlo - dijo, desde la entrada de la sala, - ¿O desea que el destino de quien lo usó, caiga sobre usted? -, dijo un poco en broma y otro poco en serio.

por **Julia Rondizzoni** Miér Oct 25, 2017 8:45 pm

A milímetros de tocar aquel hermoso traje, la voz de un hombre la sorprendió, haciendo que retrajera su mano, escondiéndola tras de su espalada, como una niña que ha cometido una travesura y está por ser castigada por aquel pequeño delito. Su rostro, al igual que su cuello, se encontraban colorados, pues la vergüenza le hacía enmudecer. había girado su cuerpo para enfrentar al extraño, quien se fue acercando lentamente, mientras le comentaba aquella extraña creencia de que si un objeto era tocado por un extraño, éste debería padecer el destino de su dueño.

Quiso afirmar que esa creencia era una total mentira, pero, ¿como poder estar seguro de ello? ¿acaso no podía ser eso posible? ¿y si el destino de el dueño de tan hermosa prenda había sido sumamente triste? ella no deseaba eso, muy por el contrario, estaba tan cansada de no poder ser correspondida en sus amores, en su vida, que por un lado se sentía frustrada, pero por el otro, pesó, si esa vida,podía ser menos dolorosa de la que hoy le tocaba vivir.

El caballero se fue acercando hacia ella, hasta pararse a su costado, y así mirar juntos la prenda que parecía haber sido confeccionada como un regalo, un obsequio muy especial, - ¿porque afirma tal cosa? - preguntó, girando su rostro hasta fijar la mirada en los serenos ojos del caballero. Como una niña, se encontraba atrapada por la curiosidad, quería saber todo lo que pudiera sobre aquellas prendas, sobre esa fantástica cultura, que pensaba de una forma tan extraña, pero a la vez tan mágica. - ¿Usted sabe a quien pertenecía ésa hermosa túnica? - dijo en voz baja, como si temiera ser escuchada, por el dueño de aquel traje, como si el solo nombrarle pudiera producir un portento.

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