AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
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Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
¿Quién quiere estar en la cima más alta, si sólo te vas a caer?.
Adele.
Adele.
Podía sentirlo en su cuerpo, arrastrándose, arañando sus órganos, amenazando con salir. Como una sombra que te acaricia de dentro hacia fuera, gruñendo como un animal salvaje, mirándote con unos ojos podridos de deseos deshechos. Su pelaje rojizo como la sangre misma, una recreación de su poderoso nombre, con unos labios finos que dejaban prever la punta de los afilados dientes con los que roía su confianza y fe. El poder de aquella bestia infernal lo infectaba, convirtiéndolo en una cáscara llena de aquel espíritu que se había adentrado de él la misma noche en que aquel despreciable rubio se había marchado. El odio era un sentimiento poderoso. Pero para alguien como él, cuya personalidad era extremista, aquel odio estaba vivo. Tenía forma y le hablaba. Le susurraba al oído desde el mismo instante en que se despertaba, y hoy, cansado de varias semanas de búsqueda infructuosa, sólo quería ceder. Dejar que encontrase una salida y pudiese así librarse de aquel bárbaro estado de ánimo que lo arrastraba a algo peor que la locura, la rabia destructiva sin límites.
El agarre con el que sostenía el cuerpo delgado de la campesina se intensificó, haciendo que ésta soltara su último grito al oprimirle las cuerdas vocales con la suficiente fuerza como para partirle el cuello. Aunque por aquel sonido desesperado, con un tono tan agudo que le hizo gruñir al dañarle sus tímpanos sensibles a los ruidos más insignificantes, lo más seguro es que hubiera sentido el dolor de la carne desgarrarse, haciendo que sus dedos entraran en la tierna carne con suma facilidad. Todo sucedió tan rápido, por su descontrol de aquella rabia interna, que antes de que pudiera evitarlo, le fracturó el cuello, partiendo el grueso hueso de su columna vertebral que unía cabeza y tronco.
Separó su rostro del cadáver, sus ojos azul iridiscente contrastaba con la negrura de aquel desierto lugar. Sus colmillos blancos, manchados por la sangre de la dulce mujer, se encogieron mientras pasaba la lengua por sus labios, limpiándolos con un movimiento sensual y descarado. Besó los cabellos rubios de la mujer, despidiéndose del culpable de su muerte, pues su tono era tan similar al de Maurice, su amante perdido, que no dudó en alimentarse de ella pensando en él. Lo que no había planeado era el matarla de aquella forma, pero ahora que había conseguido su sangre y muerte, no le podía ser más indiferente y repulsiva su visión. Los bultos que ocultaba su corpiño sencillo, le recordaba que la muerta no era él. Su rabia sólo se había liberado mínimamente, pero no había conseguido lo que más ansiaba; morder y arrancar la carne del hombre que la había despertado.
Arrojó el cadáver con la suficiente fuerza como para hacerlo chocar contra la puerta de la casa en la que ella vivía. El cuerpo cayó en el suelo, adoptando una extraña posición ante la suciedad del camino de tierra que se abría paso ante la pequeña entrada del hogar.
– Estoy perdiendo mi autocontrol.- Susurró mientras sacaba un pañuelo de su bolsillo y se limpiaba las manos y la boca. Un gesto de asco cubrió su semblante al ver restos de piel entre sus uñas. Las limpió con bruscos movimientos, maldiciendo su inutilidad. Nunca había sido un hombre frágil, pero parecía una maldita mujer despechada, arrojándose a los brazos de cualquiera que se pareciera lo suficiente a su difunto esposo. Todo valía, sin importar su forma física o edad, sólo que en su caso, él sólo ansiaba el calor del líquido rojizo que les recorría el cuerpo a los humanos. Necesitaba algo en común con Maurice; su pelo rubio, sus ojos verdes, su sonrisa pícara, una frase lanzada con el mismo narcisismo. Aquella mujer sólo necesitó peinar su pelo rubio delante de su casa, ése fue el crimen que le hizo perder la vida. Por él. Por su culpa.
Sus ojos vieron cómo su chaqueta de seda gris había quedado arruinada con la sangre de la humana, así que vació los bolsillos de la misma, guardando el reloj y la caja de cerillas en el bolsillo vacío de su pantalón. Hizo una bola con la ropa y caminó hasta la entrada de la casa. Allí encendió una de las cerillas y se encendió el único cigarro que le quedaba. Lo miró con las ansias de cualquier adicto a un placer maligno como aquel, llevándoselo a los labios con el placer de sentir su peso en la boca. Un roce suave que sustituía a la piel, ahora destrozada, del cuello de aquella mujer. Lo encendió y dejó caer la cerilla sobre el cuerpo de la mujer. El fuego se alimentó lentamente de las prendas de ropa de la mujer, arruinando su intacto cuerpo, convirtiéndola en una esfera rojiza y pestilente a carne quemada. Alimentó las llamas con las prendas de ropa que sostenía y esperó a que el fuego borrara las huellas de su presencia allí.
Para su disgusto, el fuego se extinguió antes de que pudiera acabar con el cadáver y su hogar, así que buscó en el interior de la casa todos los productos inflamables y después suspiró con placer al ver cómo toda la casa comenzaba a arder. A veces se necesitaba un pequeño empujón para conseguir nuestros objetivos, pensó mientras se alejaba de la cabaña, caminando por el camino de tierra con lentitud, dejando atrás una de las pequeñas muestras de su incipiente locura. Debía regresar a su casa, iba a desistir de su búsqueda. Si Maurice se había ido, no pensaba llorar por ello. Organizaría una orgía de sangre en su nombre y esperaría el momento en que el destino los uniera de nuevo. Ése día obtendría lo que ansiaba, marcar su piel con cada muerte que había hecho en su honor.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
Era tarde, de nuevo las horas se le habían ido mientras intentaba en vano un hechizo que parecía no llegaría a funcionar, pero aún no podía darse por vencido. Unos días más, y empezaba a creer que si no ocurría, debía simplemente dejar de alimentar aquellos pensamientos tortuosos que aquejaban su mente.
Suspiró viendo el sendero que lo acercaría a su hogar. Aun faltaba mucho camino, pero aunque le esperaban, también había mentido sobre su tardía llegada. Nadie por ahora sabía sobre lo que le preocupaba y le causaba sentirse a punto de caer en un abismo, y si era por él, nadie lo sabría.
Suspiró mientras se revolvía los cabellos de color miel algo más largos de lo que estaba acostumbrado a tenerlos, pero se había despistado mucho en cosas triviales como aquella en los últimos meses. Haber perdido a quien era su maestro, nunca pensó que con el poco tiempo que tenía de conocerlo todo sería tan difícil, hizo una mueca como si no estuviese de acuerdo consigo mismo mientras avanzaba a paso lento. Había estado dispuesto a dar todo de sí, así que podía decir que ahora el sentimiento de la pérdida lo estaba consumiendo.
Iba tan ensimismado hasta que el paisaje le hizo prestar atención a lo que había a su alrededor. La noche estaba despejada, pero la iluminación un poco distante del fuego le hizo parar en seco. No había estado en un incendio, pero su corazón sintió un vuelco, aquella persona había perecido justo ante ese elemento. Quemado en las mazmorras de aquella mansión de la que venía. Y aunque no estaba ahí, las llamas le producían una sensación extraña incluso si estaba aún apartado de él. Tomó aire diciéndose que estaba reaccionando sin una razón. Solo que al ir hacia ese lugar por un momento pensó en cambiar la ruta aunque tardase más.
Siempre le habían dicho que necesitaba la cabeza fría y el corazón tranquilo, sobre todo si pretendía usar esos dones que habían sido heredados de su padre sin que el lo supiera del todo. La primera persona que se tomó la molestia de enseñarle le dijo que era impulsivo en su mayoría, así que debía tener cuidado o un día se provocaría daño a sí mismo. Eso le había hecho tener más cuidado. Eso y el hecho de que cuando se alteraba demasiado era incapaz de usar aquella 'magia'.
No había cambiado demasiado y es que tampoco habían pasado tantos años. En ese instante se preguntó por qué no había llevado al par de fantasmas con él, pero sabía la respuesta, había dejado a aquel par cuidando a la gitana por un temor infundado. Uno de ellos habría sido buena compañía.
Frunció el ceño al parar en seco. Por una razón que no pudo comprender, sus pies se movieron antes de que él pudiese razonarlo y se escondió entre los árboles al notar una silueta en el camino. 'Idiota... si le has visto, seguramente te habrá notado... ¿y qué sentido tiene huir? mostrar miedo no es bueno' se dijo en una nota mental. Pero lo hecho, hecho estaba, tal vez esa persona simplemente pasara de él, pero lo que le había hecho retroceder era justamente aquella aura que percibía que más bien le había sonado a advertencia. Además no le preocupaba que pensaran que era un cobarde, conceptos omo aquel no le causaban demasiado.
Pero ocultarse no era algo muy placentero. Se sentía inquieto, era horrible, como si su cuerpo le traicionara al mismo tiempo que quería pasar desapercibido. Maldijo apenas audiblemente y se mordió el labio al notarlo. Se recargó en el tronco de un árbol. No sabía por qué estaba preocupado, tal vez era que estaba susceptible o medio paranoido con todo lo que ya le había pasado. Normalmente era más inconsciente a la hora de actuar. Dejando eso, prestó atención para escuchar bien si a quien había visto había avanzado en esa dirección o no. ¿Sería responsable de aquel incendio? Bueno, eso a él no le importaba. Además, ya se había topado en los caminos con gente bastante extraña y psicótica, pretendía convencerse a sí mismo de que hacía lo correcto no dando la cara.
Suspiró viendo el sendero que lo acercaría a su hogar. Aun faltaba mucho camino, pero aunque le esperaban, también había mentido sobre su tardía llegada. Nadie por ahora sabía sobre lo que le preocupaba y le causaba sentirse a punto de caer en un abismo, y si era por él, nadie lo sabría.
Suspiró mientras se revolvía los cabellos de color miel algo más largos de lo que estaba acostumbrado a tenerlos, pero se había despistado mucho en cosas triviales como aquella en los últimos meses. Haber perdido a quien era su maestro, nunca pensó que con el poco tiempo que tenía de conocerlo todo sería tan difícil, hizo una mueca como si no estuviese de acuerdo consigo mismo mientras avanzaba a paso lento. Había estado dispuesto a dar todo de sí, así que podía decir que ahora el sentimiento de la pérdida lo estaba consumiendo.
Iba tan ensimismado hasta que el paisaje le hizo prestar atención a lo que había a su alrededor. La noche estaba despejada, pero la iluminación un poco distante del fuego le hizo parar en seco. No había estado en un incendio, pero su corazón sintió un vuelco, aquella persona había perecido justo ante ese elemento. Quemado en las mazmorras de aquella mansión de la que venía. Y aunque no estaba ahí, las llamas le producían una sensación extraña incluso si estaba aún apartado de él. Tomó aire diciéndose que estaba reaccionando sin una razón. Solo que al ir hacia ese lugar por un momento pensó en cambiar la ruta aunque tardase más.
Siempre le habían dicho que necesitaba la cabeza fría y el corazón tranquilo, sobre todo si pretendía usar esos dones que habían sido heredados de su padre sin que el lo supiera del todo. La primera persona que se tomó la molestia de enseñarle le dijo que era impulsivo en su mayoría, así que debía tener cuidado o un día se provocaría daño a sí mismo. Eso le había hecho tener más cuidado. Eso y el hecho de que cuando se alteraba demasiado era incapaz de usar aquella 'magia'.
No había cambiado demasiado y es que tampoco habían pasado tantos años. En ese instante se preguntó por qué no había llevado al par de fantasmas con él, pero sabía la respuesta, había dejado a aquel par cuidando a la gitana por un temor infundado. Uno de ellos habría sido buena compañía.
Frunció el ceño al parar en seco. Por una razón que no pudo comprender, sus pies se movieron antes de que él pudiese razonarlo y se escondió entre los árboles al notar una silueta en el camino. 'Idiota... si le has visto, seguramente te habrá notado... ¿y qué sentido tiene huir? mostrar miedo no es bueno' se dijo en una nota mental. Pero lo hecho, hecho estaba, tal vez esa persona simplemente pasara de él, pero lo que le había hecho retroceder era justamente aquella aura que percibía que más bien le había sonado a advertencia. Además no le preocupaba que pensaran que era un cobarde, conceptos omo aquel no le causaban demasiado.
Pero ocultarse no era algo muy placentero. Se sentía inquieto, era horrible, como si su cuerpo le traicionara al mismo tiempo que quería pasar desapercibido. Maldijo apenas audiblemente y se mordió el labio al notarlo. Se recargó en el tronco de un árbol. No sabía por qué estaba preocupado, tal vez era que estaba susceptible o medio paranoido con todo lo que ya le había pasado. Normalmente era más inconsciente a la hora de actuar. Dejando eso, prestó atención para escuchar bien si a quien había visto había avanzado en esa dirección o no. ¿Sería responsable de aquel incendio? Bueno, eso a él no le importaba. Además, ya se había topado en los caminos con gente bastante extraña y psicótica, pretendía convencerse a sí mismo de que hacía lo correcto no dando la cara.
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
“ Somos nuestro propio demonio y hacemos de este mundo nuestro propio infierno”
Mientras caminaba, comenzó a pensar en dónde había dejado su caballo. Sabía que se había vuelto loco con los susurros que sacudían su mente por la noche. La bestia, una criatura inexistente que se había inventado para poder explicar lo que le ocurría, cada vez se hacía más fuerte. Por eso había tenido que salir fuera de su casa, quería un inquisidor, alguien con quien pelear hasta quedar desfallecido. No pensar. Suplicaba por cualquier cosa que evitase que su mente pensara. Eso era malo. Porque lo que pasaba por sus pensamientos siempre estaba manchado de sangre.
Se detuvo en medio de la nada y miró al cielo, por alguna razón hoy las nubes no cubrían el cielo. Parecía que todo fuera ajeno a su maldad, haciendo que todo fuera hermoso a su alrededor cuando debería ser horrible. Él quería unas nubes gruesas y grises. Rayos y lluvia, que el viento se convirtiera en un huracán que arrasara con todo a su paso. ¿Por qué el mundo era tan indolente con su tristeza?. ¿ No entendían que no podía existir nada de felicidad en un universo que permitía que él sufriera de una manera tan cruel?. Ojalá llegara una inundación y se ahogaran todos. Que se vaya la felicidad, que deje de sonar la risa. Que llegue el silencio por su orgullo muerto y su corazón destrozado.
Cerró los ojos y apretó los puños. No podía más, tenía que detenerse. No pienses, se dijo mentalmente con un susurro lleno de necesidad, ¡ No pienses!. Su pensamiento resonó en su mente, mientras se concentraba por recuperar su control y buscar dentro de él esa parte en la que podía guardar todos sus sentimientos hasta que no quedase nada. ¿Alguien sabía cómo apagar las emociones?. ¿Dónde se encontraba?. Su corazón estaba muerto, no latía, allí no podía estar. Su estómago, rugiendo siempre por llenarse con la sangre de Maurice, ahora parecía calmado por la sangre de aquella mujer que había quemado. ¿ Y su mente, aquella en la que estaba su memoria?. ¿Los ojos que lo engañaban cada vez que veía un muchacho rubio?. ¡¡¿ Dónde demonios estaba el foco del que partían los sentimientos que lo consumían?!!.
¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde? ¿Dónde? ¿DÓNDE?
Sus ojos se abrieron de golpe, su pupila se dilató con la excitación que había recorrido toda su espina dorsal. Un corazón latente, tan cerca que podía escucharlo a pesar de los gritos desesperados que llenaban su cabeza. Inspiró, llenando sus pulmones de aire con un movimiento lento y largo, deleitándose con cada pequeño matiz del aroma que se acercaba a él en medio de los elementos de la naturaleza que los rodeaba. Alguien como él, quizás perdido en medio del bosque. Un ser que ansiaba la soledad de la naturaleza, su silencio para poder calmar la ansiedad que se adueñaba de aquellos que habían perdido algo valioso. O quizás se equivocaba y era sólo una persona que sólo paseaba por allí. Pero él había aprendido que nada sucedía porque sí. Todo ocurría por alguna razón, incluso los encuentros más fortuitos podían traer una noticia nueva. Un motivo para no pensar, se dijo mientras giraba su rostro hacia la dirección de la que provenía el sonido del corazón que cada vez latía con mayor fuerza.
Se concentró en él y pudo escuchar su maldición, formándose en la cabeza de aquella persona, antes de que sonara por sus labios. Sus labios formaron una pequeña sonrisa y se lamió el labio superior con lentitud, preguntándose cómo debía actuar. ¿Sorprendido? ¿Preocupado? ¿ Quizás sólo matarlo antes de que dijera que había estado cerca de la cabaña que ardía?. Una idea se forjó en su retorcida mente antes de comenzar a andar hacia él.
Se deslizó por el suelo sin hacer ruido, acortando la distancia que los mantenía separados, hasta que quedó justo detrás del árbol al que parecía aferrarse con ansiedad. Saboreó su aroma, su agitada respiración lo incitaba a querer poner sus dedos cerca de sus labios para ver si conseguía atrapar un gemido o grito de pánico. Pero recordó que aquello mancharía su plan, así que actuó según lo pensado y avanzó un paso más, quedándose a su lado antes de alzar sus manos y cogerlo por el cuello de su camisa.
- ¿Eres el rufián que ha prendido fuego a la casa de esa pobre mujer?- Le dijo mientras sus brazos lo alzaban en el aire, acercándolo a su rostro para que viera su expresión enojada. Tuvo cuidado de no rozar su piel con sus fríos dedos, no quería que sospechara de él más de lo que era natural. - ¡¡Responde o te llevaré ante las autoridades con unos cuantos morados!!- Elevó un poco más su voz, haciendo que su tono grave fuera suficiente para penetrar su piel, acusándolo del crimen que él mismo había cometido. Era una serpiente rastrera, un hábil y retorcido áspid dispuesto a envenenar con su mordedura.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
Seguía repitiéndose que sin importar la situación lo mejor era tener calma, pero su cuerpo parecía reaccionar antes de procesar ese pensamiento. ¿Querían saber qué era horrible? La incertidumbre. Eso le pasaba justo ahora, no podía verle, ni escucharle. Se ponía nervioso por eso, tal vez hubiese sido mejor toparse de frente, porque al menos no sentiría eso.
Cerró los ojos intentando concentrarse, saber que sucedía con la otra persona, porque ya debería haber pasado ese punto en el que se encontraba. Si hubiese siendo más creyente en aquel Dios que sentía que le había arrebatado casi todo lo bueno que había tenido en su vida, habría rezado. Pero no lo era. Así que solo podía confiar en él mismo.
Antes de que lograse su propósito de calmarse y tal vez asomarse, fue demasiado tarde. Dejó escapar un ligero y tenue sonido ahogado, no por haber captado que estaba frente a él sino por la forma en que le sostuvo, alzándole con relativa facilidad, sus pies buscaron mantenerse firmes en el suelo, pero aquellas manos lo eran más, haciéndole sentir una leve idea de desventaja. La sorpresa le hizo sentir ese miedo que era difícil de quitarse de encima cuando te tomaban desprevenido. Por inercia sus manos se cerraron en torno a las muñecas ajenas.
La expresión en el rostro ajeno no tenía nada que ver con él y luego esa pregunta le hizo fruncir el ceño -¿De qué habla? -Y fue cuando esa faceta que era más común en él, hizo su aparición. Se movió para zafarse de su agarre, notando lo firme que era, sus dedos al rozar la piel ajena cuando se había sostenido de él, se sentía fría, pero no podía decir que fuese algo tan raro con el clima de ese día, ignorando que tal vez había estado cerca de aquellas llamas que hora se veían a lo lejos -No he sido yo, ¡Suélteme! -Forcejeó y su voz había sonado firme y segura aunque el latido de su corazón era un martilleo difícil de ignorar en su pecho.
-¿Quién dice que no ha sido usted el responsable? - 'Tranquilo, Alexis' se dijo de nuevo. No era inofensivo, aún podía usar algún truco si era necesario. Ignorando que casi le había matado de un susto al aparecerse así frente a él, le observó con una expresión que quería pareciese enfado, sin saber que su temor podía vislumbrarse en más de una forma. -Es usted quien asegura que es una mujer la que vivía ahí, ¿Cómo habría de saberlo si no es de antemano? -Se removió.
Quería alejarse. No podía huir corriendo, pedir ayuda estaba fuera de lugar. No habría nadie cerca. Pero su instinto se lo gritaba, que debía librarse de él.
No parpadeó por no querer perderle de vista, al menos no lo hizo hasta que sus ojos lo hicieron en automático. Le miraba con esa fiereza propia de su juventud y de su falta de juicio por la misma razón. Él se atrevía a decir que le haría daño como una amenaza y le culpaba de algo de lo que no era responsable. Aunque no tenía como comprobar nada, ni su inocencia ni decir si aquel sujeto tenía algo que ver o solo le hacía eso por mera diversión. Como fuese, mostrarse amedrentado no era algo que quisiera con quien se acercaba así. No le había sentido o escuchado acercarse, eso le ponía aún más a la defensiva.
Cerró los ojos intentando concentrarse, saber que sucedía con la otra persona, porque ya debería haber pasado ese punto en el que se encontraba. Si hubiese siendo más creyente en aquel Dios que sentía que le había arrebatado casi todo lo bueno que había tenido en su vida, habría rezado. Pero no lo era. Así que solo podía confiar en él mismo.
Antes de que lograse su propósito de calmarse y tal vez asomarse, fue demasiado tarde. Dejó escapar un ligero y tenue sonido ahogado, no por haber captado que estaba frente a él sino por la forma en que le sostuvo, alzándole con relativa facilidad, sus pies buscaron mantenerse firmes en el suelo, pero aquellas manos lo eran más, haciéndole sentir una leve idea de desventaja. La sorpresa le hizo sentir ese miedo que era difícil de quitarse de encima cuando te tomaban desprevenido. Por inercia sus manos se cerraron en torno a las muñecas ajenas.
La expresión en el rostro ajeno no tenía nada que ver con él y luego esa pregunta le hizo fruncir el ceño -¿De qué habla? -Y fue cuando esa faceta que era más común en él, hizo su aparición. Se movió para zafarse de su agarre, notando lo firme que era, sus dedos al rozar la piel ajena cuando se había sostenido de él, se sentía fría, pero no podía decir que fuese algo tan raro con el clima de ese día, ignorando que tal vez había estado cerca de aquellas llamas que hora se veían a lo lejos -No he sido yo, ¡Suélteme! -Forcejeó y su voz había sonado firme y segura aunque el latido de su corazón era un martilleo difícil de ignorar en su pecho.
-¿Quién dice que no ha sido usted el responsable? - 'Tranquilo, Alexis' se dijo de nuevo. No era inofensivo, aún podía usar algún truco si era necesario. Ignorando que casi le había matado de un susto al aparecerse así frente a él, le observó con una expresión que quería pareciese enfado, sin saber que su temor podía vislumbrarse en más de una forma. -Es usted quien asegura que es una mujer la que vivía ahí, ¿Cómo habría de saberlo si no es de antemano? -Se removió.
Quería alejarse. No podía huir corriendo, pedir ayuda estaba fuera de lugar. No habría nadie cerca. Pero su instinto se lo gritaba, que debía librarse de él.
No parpadeó por no querer perderle de vista, al menos no lo hizo hasta que sus ojos lo hicieron en automático. Le miraba con esa fiereza propia de su juventud y de su falta de juicio por la misma razón. Él se atrevía a decir que le haría daño como una amenaza y le culpaba de algo de lo que no era responsable. Aunque no tenía como comprobar nada, ni su inocencia ni decir si aquel sujeto tenía algo que ver o solo le hacía eso por mera diversión. Como fuese, mostrarse amedrentado no era algo que quisiera con quien se acercaba así. No le había sentido o escuchado acercarse, eso le ponía aún más a la defensiva.
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
“En cuestión de gusto, sólo tú eres, y debes ser, el único juez que te complazca.”
Oh, sí. Ahí estaba. Ése mágico y delirante olor dulce y vaporoso del miedo. Había jugado durante varias épocas, e incluso siglos, con sus víctimas. Dándole pequeños empujones hacia la letal muerte, divirtiéndose con todos y cada uno de los humanos que había tomado, avivando su terror con la más letal de las armas; mucho tiempo libre en el que pensar cuál sería el último momento de sus vidas, antes de que él pasara , como uno de esos cobradores de impuesto, a llevarse con él todos sus sueños e ilusiones. Porque él era un vampiro tenebroso, de esos que disfrutaban sabiendo que marcaba a cada una de esas pequeñas almas con su presencia, antes de que acudieran a cualquier dios en el que creyeran.
Si bien con el tiempo había moderado esa caprichosa tendencia de jugar con la comida, no había podido evitar el disfrutar de una buena pelea antes de penetrar su suave carne con los colmillos, desgarrándola para tomar de ellos aquello que necesitaba para seguir en el mundo. Con el tiempo descubrió que los únicos que podían satisfacer su extraño fetiche, eran precisamente los inquisidores. Humanos o condenados sobrenaturales que tenían la única misión de exterminar a aquellos como él.
Pero había algunas ocasiones como esta, en la que su locura y el instinto cazador se imponía sobre su fetiche y se alimentaba del miedo y el dolor. El olor de esos sentimientos endulzaba la sangre y él respondía ante el canto de esa sirena, como el buen marinero y pirata que fue en vida, y en su, no tan latente, vida vampírica.
- Deja de gritar, me hieres los tímpanos con tu estridente voz.- Le dijo con una mueca de disgusto, recordando que a veces el tener los sentidos más desarrollados que los humanos tenían sus desventajas. Le gustaría poder producir un sonido que creara un agudo pitido en sus oídos y supieran el dolor que le causaban a su especie cada vez que alzaban la voz en demasía, sobretodo cuando estaban tan cerca como el joven brujo.
- ¿Tengo el aspecto de un pirómano?. ¿De un hombre cruel o asesino?- Le preguntó mientras lo soltaba con lentitud, dejando que sus pies volvieran a tocar la tierra del suelo, fingiendo que realmente no se fiaba de que el brujo dijera la verdad. Como si no supiera que el culpable era él mismo. Se apartó varios pasos de él y le dejó un espacio libre para que viera su expresión de duda y sospecha.
- Sé que vivía allí porque la conozco.- Su voz era firme y cálida, un torrente mezclado con la emoción de la pérdida y el asombro. – Venía a visitarla, hacía muchos meses que no la veía por mi trabajo en la capital.- Bajó su mirada al suelo y se mantuvo en silencio durante el tiempo suficiente como para crear una tensión que alejara la mente del brujo de cualquier sentimiento de sospecha hacia su persona. Incluso, cuando volvió a alzar sus ojos, éstos tenían el brillo del dolor.
- Cuando he llegado, he visto las llamas, así que he caminado con rapidez para encontrar al culpable. – Le palmeó el pecho y le ayudó a alisar sus ropas con movimientos elegantes y paternales, antes de apartar sus manos de nuevo de él. – Mis disculpas. Debo suponer que el asaltante se ha alejado por otra dirección y en mi burdo asalto hacia usted, he perdido toda oportunidad de atraparlo.-
Tapó sus ojos con una de sus manos, como si eso pudiera esconder su vergüenza, una que no sentía, pero que no tenía porqué saberlo aquel chico. Sólo debía pensar qué hacer a continuación; si marcharse o jugar un poco más con él y fingir ser un buen hombre, atenazado por el dolor de la pérdida de una amiga.
- Disculpe.- Repitió de nuevo, apartando su mano de sus ojos, tendiéndole una sonrisa tensa y avergonzada. – Debo ir a buscar ayuda y, usted, debe continuar su camino. – Miró hacia la luz anaranjada que había a lo lejos y apretó sus labios como si la visión le resultase insoportable. – Tenga una buena noche.- Le ofreció una pequeña reverencia y se giró para caminar lejos de él, con suma lentitud.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
Frunció el ceño molesto. Alexis solía dejarse llevar cuando escuchaba comentarios como aquel. Y quería renegar a sus palabras. ¿Gritar? El no le había gritado. Ni su culpa era que sus oídos fuesen sensibles. Pero lo detuvo, ese miedo que él mismo apenas percibía, recordando a aquel otro vampiro que conociese hacía poco tiempo atrás. Sentirse impotente antes una situación no le agradaba en lo más mínimo y aunque su espíritu impulsivo buscó imponerse, solo se vio reflejado en sus facciones lo que le hubiese gustado decir. Pero poco a poco las palabras del vampiro fueron alimentando esa parte de su ser.
Tuvo que reír finalmente, una carcajada sonora, que seguro produciría una queja en la persona que le acompañaba -Como si un rostro pudiese decirte algo sobre una persona. Para mí, usted puede ser un psicópata, un pirómano o un simple hombre que no sabe lo que hace -Lo que claramente no era.
Y mantuvo un poco de silencio, apenas el necesario -Sin embargo yo no sé que tienen de ciertas sus palabras, caballero... El culpable no tendría problema en mentir y huir... en un lugar como este, el escape es fácil, no hay normalmente testigos que amenacen a la suerte -Habló lo más formal que pudo, recordando lo que le había enseñado su maestro.
Había escuchado su timbre, visto aquellos movimientos en los músculos de su rostro y era incapaz de creerle, porque él mismo había mentido muchas veces. Sus movimientos osbre sus ropas le habían hecho pasar las manos de nuevo sobre la tela que el otro había tocado, en un movimiento involuntario y algo nervioso de su parte-Casi podría asegurar que miente -Dijo observando su espalda -La pena y la culpabilidad en su rostro no parecen ciertos-O tal vez estaba intentando reflejarse en ello, porque él estaba pasando por tantas cosas que le era difícil creer que unos gestos como aquellos fuesen reales. Veía su rostro y no veía el dolor, no veía ni una pizca de agonía, pro veía algo diferente, algo que conocía bastante bien.
Y a pesar de su instinto diciéndole que lo dejara marchar, que ignorara todo, los sentimientos que hervían en su interior le impidieron actuar en base a ello. Suspiró sin darse cuenta, como esperando que el otro reaccionara. Se dijo mentalmente que esto no estaba bien, que aún había alguien esperando por él. Que al llegar a casa ese vacío inmenso que parecía querer absorberle desaparecería. Pero necesitaba aquello, sentir peligro, sentir que aún era vulnerable, él mismo y no quienes le rodeaban. Era algo con lo que había crecido, sentía esa necesidad malsana de meterse en algún problema sin medir las consecuencias. Sentir el martilleo de su propio corazón le provocaba una extraña satisfacción.
Tuvo que reír finalmente, una carcajada sonora, que seguro produciría una queja en la persona que le acompañaba -Como si un rostro pudiese decirte algo sobre una persona. Para mí, usted puede ser un psicópata, un pirómano o un simple hombre que no sabe lo que hace -Lo que claramente no era.
Y mantuvo un poco de silencio, apenas el necesario -Sin embargo yo no sé que tienen de ciertas sus palabras, caballero... El culpable no tendría problema en mentir y huir... en un lugar como este, el escape es fácil, no hay normalmente testigos que amenacen a la suerte -Habló lo más formal que pudo, recordando lo que le había enseñado su maestro.
Había escuchado su timbre, visto aquellos movimientos en los músculos de su rostro y era incapaz de creerle, porque él mismo había mentido muchas veces. Sus movimientos osbre sus ropas le habían hecho pasar las manos de nuevo sobre la tela que el otro había tocado, en un movimiento involuntario y algo nervioso de su parte-Casi podría asegurar que miente -Dijo observando su espalda -La pena y la culpabilidad en su rostro no parecen ciertos-O tal vez estaba intentando reflejarse en ello, porque él estaba pasando por tantas cosas que le era difícil creer que unos gestos como aquellos fuesen reales. Veía su rostro y no veía el dolor, no veía ni una pizca de agonía, pro veía algo diferente, algo que conocía bastante bien.
Y a pesar de su instinto diciéndole que lo dejara marchar, que ignorara todo, los sentimientos que hervían en su interior le impidieron actuar en base a ello. Suspiró sin darse cuenta, como esperando que el otro reaccionara. Se dijo mentalmente que esto no estaba bien, que aún había alguien esperando por él. Que al llegar a casa ese vacío inmenso que parecía querer absorberle desaparecería. Pero necesitaba aquello, sentir peligro, sentir que aún era vulnerable, él mismo y no quienes le rodeaban. Era algo con lo que había crecido, sentía esa necesidad malsana de meterse en algún problema sin medir las consecuencias. Sentir el martilleo de su propio corazón le provocaba una extraña satisfacción.
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
"Nací cuando ella me besó, morí el día que me abandonó, y viví el tiempo que me amó".
Humphrey Bogart
El silencio se estableció entre ambos, sólo roto por el sonido del corazón latente de Alexis y el lejano crepitar de las llamas devorando su fechoría anterior. Podía escuchar el ligero grito de la madera cediendo al calor de las llamas, el tejado derrumbándose al tener los cimientos de aquella cabaña mordidos por el fuego. Era tan claro cada sonido, que podía imaginarse la escena en su cabeza mientras sus ojos seguían fijos en los de Alexis, aquel joven que insistía en alzar su cabeza ante él, como si intentara advertirle que él tampoco era lo que aparentaba. ¿ Qué trucos escondía aquel pequeño brujo irritante?.
- Está claro que ni yo voy a fiarme de ti, ni tú de mí. – Sus labios se doblaron con cierta picardía, le divertía ver cómo él no caía en sus redes. El muchacho tenía un buen instinto, aunque no podía decir que fuera lo suficiente inteligente como para simplemente dejarle hacerse con la suya y dejarlo marchar con tranquilidad. No, aquel brujo tenía que enfrentarlo, poniendo en duda su inocencia. Y eso le gustaba a aquella bestia que rondaba en su interior, ella quería siempre más. Más sangre, más vidas, más víctimas. Debía paliar la ausencia de Maurice, llenar el vacío que dejara. Era toda su culpa.
- Haré una excepción por esta noche. – Todo su humor se arruinó cuando recordó a la persona por la que él había dejado de ser aquel hombre despreocupado y arrogante que había sido durante siglos. Ahora era sólo una cáscara vacía, un recipiente abandonado que necesitaba romper todos los valores que había tenido, ya nada le importaba. No tenía principios, ni siquiera confianza en sí mismo, pues él se lo había entregado todo. Toda su persona, su protección, su hogar, su dinero, su mustio y muerto corazón. Y no fue suficiente.
Se llevó las manos a la cabeza y peinó sus cabellos, riéndose con dolor, sin importarle nada el tener a Alexis cerca de él, observándolo. Quizás eso sólo hiciera que el muchacho confirmara todas sus dudas, pero, ¿qué le importaba ya?. Sólo quería que todo terminara, ojalá el viento soplara y elevara las llamas, provocando un incendio que se llevara con él toda aquella ciudad que había hecho que Maurice se fuera.
- Vete, no tengo un buen día. El incendio sólo me ha agriado el humor, veo la muerte donde quiera que vaya– Le abrumaba la sensación vívida del dolor llenándolo, había creído que matar sería suficiente. Pero sólo le había dado unos segundos de paz. Ahora volvía a estar triste y solo. Levantó sus ojos hacia Alexis y le dio una mirada llena de advertencia. - ¿ Necesitas que te acompañe a tu casa, pequeña cosa irritante?.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
Por un momento el tiempo pareció detenerse. Aún cuando aún escuchaba el murmullo del aire y podía sentir lo que los alrededores traían a él, los olores, la temperatura que hacía su piel erizarse con ligereza. Pero estaba viéndolo a él, con esa mirada que no sabía lo que ocultaba.
Pensamientos de un ser oscuro, perverso, eso creía y no pensaba que eso estuviese alejado de la realidad y luego pareció sonreír.
-Claro está que eso no sucedería –Contestó un poco más tranquilo sin querer, a pesar de que no había nada que le indicara que podía estarlo.
-Oh, vaya, qué honor –Respondió por lo bajo ante la idea de que dejaría pasar esta vez la aparente y absurda ofensa que según él había cometido. Desvió la mirada para ver el resplandor del fuego en los árboles cercanos a ellos, tenue pero notorio a pesar de la distancia.
Vio su expresión y no supo cómo tomarlo, él era bueno observando, al diablo que no, había tenido que sobrevivir a base de eso. Y no se movió para nada de su sitio. Era ilógico irse antes que la persona de la que desconfiabas. Le quedaba claro que no le haría nada, pero mejor evitar cualquier posibilidad, incluso si verle irse no le entregaba ninguna seguridad verdadera.
Y no pudo evitar reír ante esa pregunta -¿Acompañarme? Ni Dios lo quiera –Dijo con ese tono que parecía más una burla -¿No sería aún más peligroso que cualquier cosa en la que pueda pensar en este momento? Un chupasangre como tu acompañándome –Dijo con cierto desdén. Tenía sus motivos para sentirse a la defensiva con los que eran como él. Tenía sus motivos y era la clase de persona que actuaba de esa forma cuando temía por su propio bienestar. Si había que elegir, él sin duda elegía aquello, sin importarle si sus palabras tal vez no habían sido tan pensadas en las últimas frases.
Pensamientos de un ser oscuro, perverso, eso creía y no pensaba que eso estuviese alejado de la realidad y luego pareció sonreír.
-Claro está que eso no sucedería –Contestó un poco más tranquilo sin querer, a pesar de que no había nada que le indicara que podía estarlo.
-Oh, vaya, qué honor –Respondió por lo bajo ante la idea de que dejaría pasar esta vez la aparente y absurda ofensa que según él había cometido. Desvió la mirada para ver el resplandor del fuego en los árboles cercanos a ellos, tenue pero notorio a pesar de la distancia.
Vio su expresión y no supo cómo tomarlo, él era bueno observando, al diablo que no, había tenido que sobrevivir a base de eso. Y no se movió para nada de su sitio. Era ilógico irse antes que la persona de la que desconfiabas. Le quedaba claro que no le haría nada, pero mejor evitar cualquier posibilidad, incluso si verle irse no le entregaba ninguna seguridad verdadera.
Y no pudo evitar reír ante esa pregunta -¿Acompañarme? Ni Dios lo quiera –Dijo con ese tono que parecía más una burla -¿No sería aún más peligroso que cualquier cosa en la que pueda pensar en este momento? Un chupasangre como tu acompañándome –Dijo con cierto desdén. Tenía sus motivos para sentirse a la defensiva con los que eran como él. Tenía sus motivos y era la clase de persona que actuaba de esa forma cuando temía por su propio bienestar. Si había que elegir, él sin duda elegía aquello, sin importarle si sus palabras tal vez no habían sido tan pensadas en las últimas frases.
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
“Quien con monstruos lucha cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti.”
Friedrich Nietzsche
Friedrich Nietzsche
El rumor de las hojas siendo mecidas por la caricia de la suave brisa, unida al crepitar de las llamas lejanas como único recuerdo del terror cometido con anterioridad por el fruto de su locura. La luz de un incendio haciéndose cada vez mayor al devorar toda la casa, llenando el aire del indudable hedor de la madera desapareciendo bajo la mordedura incansable del fuego. El mero hecho de que éste pudiera siquiera hacerse más grande, terminando con más de lo que había planeado quemar, no le era, en lo más mínimo, preocupante. Más bien estaba centrado en cómo todo aquello parecía crear una escena extrañamente propia de un poema. El demonio que aparecía después de un sacrificio, mostrándose ante un brujo al cual seducir con sus malas artes.
Sus ojos azules lo miraron fijamente en silencio, ignorando la desfachatez con la que seguía hablándole. Era admirable ver cómo seguía erguido ante él, quemándolo con su mirada, como si con ello pudiera averiguar qué tenía planeado contra aquel pobre muchacho. Aunque su gesto perdía toda gallardía gracias a la forma en la que seguía aferrándose al tronco del árbol. Como si mantener su espalda firmemente contra la madera pudiera evitar que él realmente lo sorprendiera en un ataque que le costase la vida.
- Escucha atentamente brujo.- Señaló con un tono de voz bajo y, lo suficientemente oscuro como para que, junto a su sonrisa posterior, convirtiera un marco completamente espeluznante. – No soy un hombre conocido principalmente por mi paciencia, así que guarda ese absurdo gesto petulante de arrogancia. –
Dio un varios pasos hacia él, hasta que, con solo alargar su mano, sus dedos pudieran tocar su rostro con plena sencillez. Un movimiento lento, casi como si quisiera pedir permiso antes de que su mano lo rozara. Le sorprendió el no hallar en él la menor muestra de nacimiento de bello sobre sus mejillas. La ausencia de barba sólo acentuaba la juventud del muchacho, haciéndolo aún más frágil ante alguien como él, una criatura nocturna con un milenio tras su espalda.
- No querría tener que cumplir tus tétricas insinuaciones, arrancándote la cabeza del cuerpo. – Sus ojos brillaron durante unos segundos, una sombra gélida del demonio que guardaba bajo ellos. Aunque, su sonrisa se borró cuando el sentido del viento cambió, haciendo que llegara hasta ellos el inconfundible aroma de algo mucho peor que él.
Todo su cuerpo se tensó, reaccionando con rapidez al taparle la boca al muchacho y pegar su cuerpo contra el del brujo, apretándolos firmemente contra el tronco de un árbol. Lejos de ellos, a unos metros de distancia, una bestia olfateaba la cabaña quemada con curiosidad. Durante unos segundos, pudo vislumbrar el color cobrizo del pelaje que cubría el terrorífico cuerpo del licántropo. Una bestia que no tenía nada más en su cabeza que muerte y destrucción. Su alargado hocico se movía para captar los aromas presentes allí, pero lo que le hizo estremecer, fue principalmente el enorme tamaño de la bestia. Era evidente que el humano que se hallaba condenado a la maldición de la luna era realmente un elemento destacable, ya que él había visto muchos licántropos, pero aquel era, sin duda, uno de los más grandes con los que se había encontrado. Al haber cambiado el sentido del viento, tenían la posibilidad perfecta de huir sin que los notara, pero, si cometían el más mínimo error en su huida, les advertiría de su presencia. Desafortunadamente, no podían quedarse allí y esperar pasar desapercibidos, ya que el viento posiblemente cambiaría de nuevo su sentido y, entonces, ambos estarían gritando “comida fresca”.
- No grites, ni hagas ruido.- Murmuró tan bajo que apenas sus palabras fueron un seseo. Seguía vigilando al licántropo, mientras aflojaba la firmeza del agarre. Debían salir de allí con cuidado, ya que, a pesar de adorar un buen combate, no tenía tiempo suficiente como para mantener una lucha con un hombre lobo. Había malgastado su noche matando a una insulsa humana y ahora debía esquivar a un licántropo y volver a casa a tiempo de no convertirse en un vampiro carbonizado por el sol.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
No iba a mentirse a sí mismo, cuando escuchó aquella clara advertencia, por no quererlo ver como una amenaza real, sintió un escalofrío subir por su cuerpo. Y el leve roce de la piel blanca y fría le hizo sentir cómo su corazón se aceleraba y palpitaba con fuerza. Pero más fue el susto cuando le vio por un breve momento distraer su mirada. Se preparó para tener que huir de ahí usando lo único que tenía. Era un brujo y podía ser que físicamente no fuese ningún digno adversario para aquel monstruo, pero uno que otro truco podría funcionar.
Si bien sabía los vampiros podían ser rápidos, el sentirle contra él, apresándolo contra el árbol le habría hecho gritar en un acto reflejo. No tenía buenas experiencias con vampiros y había sido tan de súbito que todos sus sentidos se alteraron. Gracias al cielo cualquier reacción como esa quedó fuera de lugar gracias al otro, y pensaba en que había sido bueno porque notar aquella mirada le hizo saber que allí había algo más de que preocuparse que solo el hombre de piel de marfil. No podía ver al licántropo, pero ahora se sintió tontamente indefenso estando en aquella escena.
Cerró los ojos un segundo, como maldiciéndose por haber decidido salir ese día. Las palabras del otro le hicieron fruncir el ceño. Ya había pasado el momento de gritar, así que no lo haría, no estaba tan loco notando cómo lucía observando a la otra creatura que estaba ahí. Pero no hacer ruido… aquellas bestias –incluído el vampiro- tenían un oído que él no tenía, sabía que era fácil ser notado por los seres sobrenaturales. Asintió y tomó aire en cuanto pudo hacerlo, sin soltarlo, conteniéndolo por si acaso. ¿Qué se suponía que hiciera ahora? Pensó mientras veía a su no tan grato acompañante pero al cual no iba a desobedecer por su propio bienestar. Si él le decía que no hiciera ruido, al menos era porque no pensaba entregarlo como carnada a la otra cosa que estuviese ahí.
Miró de reojo, buscando lo que el otro tenía bajo su mirada y no pudo ver con la misma claridad, pero un vistazo fue suficiente para él, no necesitaba enfrentarse a una imagen para saber que era peligrosa.
'No eres un chiquillo Alexis' se dijo tratando de tranquilizarse. Aunque probablemente no podía contra con años de experiencia con los que otros sí. Nunca se había enfrentado a un ser sobrenatural y salido airoso. Por fortuna nunca habían tenido intenciones de matarlo, solo había elegido mal a la gente a la que se acercaba, nunca neófitos o personas que no fuesen poderosas, siempre tenía que ir a caer con gente espeluznante, esa era su suerte. Pero en un par de años había aprendido que había cosas que podía hacer. Así que soltó el aire que había tomado, lentamente, y se preparó para cualquier cosa. Si tenía que pelear, al menos lo intentaría, pero de preferencia quería irse en una pieza y él no tenía ningún problema en huir de una situación así. Era mejor que sufrir en manos de unas garras como aquellas. Miró al vampiro como preguntándose qué era lo que él quería hacer.
Si bien sabía los vampiros podían ser rápidos, el sentirle contra él, apresándolo contra el árbol le habría hecho gritar en un acto reflejo. No tenía buenas experiencias con vampiros y había sido tan de súbito que todos sus sentidos se alteraron. Gracias al cielo cualquier reacción como esa quedó fuera de lugar gracias al otro, y pensaba en que había sido bueno porque notar aquella mirada le hizo saber que allí había algo más de que preocuparse que solo el hombre de piel de marfil. No podía ver al licántropo, pero ahora se sintió tontamente indefenso estando en aquella escena.
Cerró los ojos un segundo, como maldiciéndose por haber decidido salir ese día. Las palabras del otro le hicieron fruncir el ceño. Ya había pasado el momento de gritar, así que no lo haría, no estaba tan loco notando cómo lucía observando a la otra creatura que estaba ahí. Pero no hacer ruido… aquellas bestias –incluído el vampiro- tenían un oído que él no tenía, sabía que era fácil ser notado por los seres sobrenaturales. Asintió y tomó aire en cuanto pudo hacerlo, sin soltarlo, conteniéndolo por si acaso. ¿Qué se suponía que hiciera ahora? Pensó mientras veía a su no tan grato acompañante pero al cual no iba a desobedecer por su propio bienestar. Si él le decía que no hiciera ruido, al menos era porque no pensaba entregarlo como carnada a la otra cosa que estuviese ahí.
Miró de reojo, buscando lo que el otro tenía bajo su mirada y no pudo ver con la misma claridad, pero un vistazo fue suficiente para él, no necesitaba enfrentarse a una imagen para saber que era peligrosa.
'No eres un chiquillo Alexis' se dijo tratando de tranquilizarse. Aunque probablemente no podía contra con años de experiencia con los que otros sí. Nunca se había enfrentado a un ser sobrenatural y salido airoso. Por fortuna nunca habían tenido intenciones de matarlo, solo había elegido mal a la gente a la que se acercaba, nunca neófitos o personas que no fuesen poderosas, siempre tenía que ir a caer con gente espeluznante, esa era su suerte. Pero en un par de años había aprendido que había cosas que podía hacer. Así que soltó el aire que había tomado, lentamente, y se preparó para cualquier cosa. Si tenía que pelear, al menos lo intentaría, pero de preferencia quería irse en una pieza y él no tenía ningún problema en huir de una situación así. Era mejor que sufrir en manos de unas garras como aquellas. Miró al vampiro como preguntándose qué era lo que él quería hacer.
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
Nunca había vivido un momento de tal silencio que no fuera para su enferma mente algo delicioso, incluso en aquellos instantes en los que, en medio de una batalla, había sentido la mano de otro vampiro danzar en su interior, buscando su corazón, él había reaccionado a ello con admiración hacia el silencio. Y es que no había nada en esta vida que pudiera llenarlo tanto como la ausencia de sonido alguno. Podía sonar extraño si se dijera en alta voz sin una explicación de ello, pero, ¿ no eran acaso los silencios, a veces, más esclarecedores que las palabras?. En algunas ocasiones podían ocultar una declaración de sentimientos que no podían decirse en voz alta, y otras, solo eran el preludio del encuentro de un alma con la muerte. Si estabas atento, el silencio podía entonar una melodía dulce. Solo hacía falta cerrar los ojos y escuchar con aquello que tantas veces ignoramos; el corazón.
Pero esta vez, el silencio no llevaba nada que pudiera escuchar. Alguien había apagado la música para él, dejándole tan solo la respiración acelerada del joven al que intentaba alejar de la criatura antes de que fueran nada más que un amasijo de huesos y piel secándose al sol al día siguiente. Necesitaba hacer algo, moverse, no hacer ruido y huir. Pero era tan extraño ese concepto para él, quien jamás había escapado a la muerte, que se sentía a punto de quebrar uno de los principios más importantes de su vida. Si lo miraba con una perspectiva más ecuánime, esta noche estaba resultando el día de los quebrantamientos. No existía ningún valor que fuera digno de respetar, ni quiera una norma a la que aferrarse para continuar con su existencia. Ya no tenía un código moral, ya no le importaba morir. Sólo quería dejar de sentir. O, siendo más sincero consigo mismo, quizás solo quería quemarse en un dolor aún mayor al que lo arrastraba en su locura. Algo que mitigara sus pensamientos.
Sus dedos se separaron de los labios de Alexis para rodear su cabeza y bajar desde su nuca, acariciando su espalda con la yema de los dedos hasta llegar a su cintura, donde tomaron posesión de su carne, aferrándose a ella para acercarlo a su cuerpo. Con su otra mano le agarró una de sus piernas, moviéndola para que colocara uno de sus pies sobre el suyo como si fueran un padre bailando con uno de sus hijos, sabiendo que cada paso que el mayor daba, lo daría el otro con el al tenerlo de pie sobre sus pies. Una voz en su cabeza le dijo que solo debería empujarlo hacia la bestia y esperar a que lo devorase para poder huir, sobretodo cuando estaba dejando que aquel extraño pisotease sus caros zapatos lustrados. ¿ Por qué le salvaba la vida?.
Con rapidez se movió, una sombra en medio de los árboles, un mero borrón de su figura humanoide gracias a la velocidad que habían tomado sus acciones, cargando con el cuerpo de Alexis sobre él para así no dejar que el chico hiciera ruido y le arruinase la huida. Sentía cómo el cabello del chico le acariciaba su mejilla por la cercanía, un suave recuerdo de la velocidad que habían tomado y de que el viento seguía tomando la dirección necesaria para ayudarles en su huida. Todo en él estaba concentrado en la huída. Pensaba tanto en ello, que a penas se dio cuenta de la forma dolorosa en la que sostenía aún la cintura de Alexis contra él, para impedirle así el moverse el más mínimo centímetro sin su permiso.
Todo el bosque se desdibujaba para ellos, quienes huían como una moto de polvo mecida por el viento. Sería escuchado ver qué hubieran dicho aquellos que lo conocían si pudieran verle en aquella tesitura. Aunque lo más probable es que creyesen que solo cargaba a una víctima entre sus brazos para así, poder comerla más tarde o jugar con ella. Esta noche no sólo había roto su costumbre de tener siempre un plan b preparado por si algo iba mal, o la costumbre de no matar a aquellos que lo merecieran. Sino que realmente se había alimentado de alguien que no era un inquisidor y ahora, como si eso no fuese lo suficientemente extraño, cargaba con un joven solo para que un licántropo no se lo comiera. Estaba huyendo de una batalla para salvarlo. ¿ ante qué demonio lo habían maldecido?.
Pero el destino no estaba con ellos, ya que el viento comenzó a agitarse, cambiando de nuevo de sentido. Incluso cuando él había puesto bastante distancia entre la bestia y él, el eco del aullido que anunciaba el comienzo de una caza, le atravesó la piel, erizándola como respuesta a aquel espeluznante sonido. Aumentó la velocidad de sus piernas y corrió con toda la rapidez que pudo, sorteando todo tipo de obstáculos que pudieran retener a la bestia; árboles, rocas e incluso arbustos.
- ¡¡ Corre y no te detengas, oigas lo que oigas!!- Gruñó dejándolo en el suelo para tirar de su mano y guiarlo entre los árboles. Si no se equivocaba, las cabañas de cazadores que habían hecho los humanos sobre la copa de los árboles debían estar cerca. Era la única vez que se había alegrado de que esos seres inferiores existieran. Si llegaban a tiempo a ellas, podían esconderse allí, entre las copas de los árboles y tener, con suerte, alguna arma a mano con la que defenderse si es que la bestia no llegaba a matarlos antes.
Pero esta vez, el silencio no llevaba nada que pudiera escuchar. Alguien había apagado la música para él, dejándole tan solo la respiración acelerada del joven al que intentaba alejar de la criatura antes de que fueran nada más que un amasijo de huesos y piel secándose al sol al día siguiente. Necesitaba hacer algo, moverse, no hacer ruido y huir. Pero era tan extraño ese concepto para él, quien jamás había escapado a la muerte, que se sentía a punto de quebrar uno de los principios más importantes de su vida. Si lo miraba con una perspectiva más ecuánime, esta noche estaba resultando el día de los quebrantamientos. No existía ningún valor que fuera digno de respetar, ni quiera una norma a la que aferrarse para continuar con su existencia. Ya no tenía un código moral, ya no le importaba morir. Sólo quería dejar de sentir. O, siendo más sincero consigo mismo, quizás solo quería quemarse en un dolor aún mayor al que lo arrastraba en su locura. Algo que mitigara sus pensamientos.
Sus dedos se separaron de los labios de Alexis para rodear su cabeza y bajar desde su nuca, acariciando su espalda con la yema de los dedos hasta llegar a su cintura, donde tomaron posesión de su carne, aferrándose a ella para acercarlo a su cuerpo. Con su otra mano le agarró una de sus piernas, moviéndola para que colocara uno de sus pies sobre el suyo como si fueran un padre bailando con uno de sus hijos, sabiendo que cada paso que el mayor daba, lo daría el otro con el al tenerlo de pie sobre sus pies. Una voz en su cabeza le dijo que solo debería empujarlo hacia la bestia y esperar a que lo devorase para poder huir, sobretodo cuando estaba dejando que aquel extraño pisotease sus caros zapatos lustrados. ¿ Por qué le salvaba la vida?.
Con rapidez se movió, una sombra en medio de los árboles, un mero borrón de su figura humanoide gracias a la velocidad que habían tomado sus acciones, cargando con el cuerpo de Alexis sobre él para así no dejar que el chico hiciera ruido y le arruinase la huida. Sentía cómo el cabello del chico le acariciaba su mejilla por la cercanía, un suave recuerdo de la velocidad que habían tomado y de que el viento seguía tomando la dirección necesaria para ayudarles en su huida. Todo en él estaba concentrado en la huída. Pensaba tanto en ello, que a penas se dio cuenta de la forma dolorosa en la que sostenía aún la cintura de Alexis contra él, para impedirle así el moverse el más mínimo centímetro sin su permiso.
Todo el bosque se desdibujaba para ellos, quienes huían como una moto de polvo mecida por el viento. Sería escuchado ver qué hubieran dicho aquellos que lo conocían si pudieran verle en aquella tesitura. Aunque lo más probable es que creyesen que solo cargaba a una víctima entre sus brazos para así, poder comerla más tarde o jugar con ella. Esta noche no sólo había roto su costumbre de tener siempre un plan b preparado por si algo iba mal, o la costumbre de no matar a aquellos que lo merecieran. Sino que realmente se había alimentado de alguien que no era un inquisidor y ahora, como si eso no fuese lo suficientemente extraño, cargaba con un joven solo para que un licántropo no se lo comiera. Estaba huyendo de una batalla para salvarlo. ¿ ante qué demonio lo habían maldecido?.
Pero el destino no estaba con ellos, ya que el viento comenzó a agitarse, cambiando de nuevo de sentido. Incluso cuando él había puesto bastante distancia entre la bestia y él, el eco del aullido que anunciaba el comienzo de una caza, le atravesó la piel, erizándola como respuesta a aquel espeluznante sonido. Aumentó la velocidad de sus piernas y corrió con toda la rapidez que pudo, sorteando todo tipo de obstáculos que pudieran retener a la bestia; árboles, rocas e incluso arbustos.
- ¡¡ Corre y no te detengas, oigas lo que oigas!!- Gruñó dejándolo en el suelo para tirar de su mano y guiarlo entre los árboles. Si no se equivocaba, las cabañas de cazadores que habían hecho los humanos sobre la copa de los árboles debían estar cerca. Era la única vez que se había alegrado de que esos seres inferiores existieran. Si llegaban a tiempo a ellas, podían esconderse allí, entre las copas de los árboles y tener, con suerte, alguna arma a mano con la que defenderse si es que la bestia no llegaba a matarlos antes.
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
Eran esos momentos, llenos de incertidumbre, con la adrenalina corriendo por sus venas, algo a lo que debía estar acostumbrado. Sin embargo, sus pensamientos fueron de un lugar a otro, sintiendose por un momento indefenso ante una situación que al salir horas antes no se habría imaginado.
Los vampiros eran seres egoístas, que podían tener cuanto quisieran si solo lo deseaban con suficiente fuerza, eso era lo que él creía. Pero también tenía esa seguridad, que si bien ahora no le servía de nada, sabía con certeza él no era tampoco una persona común. Había tenido un poco de mala suerte en su vida, pero aún se creía capaz de cualquier cosa, como cualquier mente juvenil. Y él era bastante jóven a pesar de todo lo que había ya sucedido, y se creía preparado para lo peor, pero la realidad siempre deja atrás las expectativas.
Estar frente a dos seres, que él denominaría monstruos, no era algo que le gustase. Su actitud altanera y que le hacía parecer inconsciente de su propia situación había desaparecido mientras el vampiro le guiaba, sumergiéndolo en esa sensación de no poder hacer nada.
Y su respiración se aceleró, pero solo pudo notarlo cuando sintió todo a su alrededor moverse macabramente cuando le soltó y le dejó en el suelo. Tomó aire, como despertando de un sueño -¿Qué harás? -Preguntó mientras se levantaba, atento y a la defensiva. Las manos le temblaban, pero no lo suficiente para no dejarle hacer algo al respecto. Era curioso como eras incapaz de sentir el miedo hasta que ya está profundamente sembrado en tí.
Se preguntaba si este sujeto sería tan aventurado para regresar y enfrentarse a la bestia, lo veía en sus ojos, en su aura, y no lo comprendía. Era engañoso, confuso. Pero justo ahora le había salvado y sentía que le debía algo -¿Regresarás?- No había porque darle vueltas. Alterados ambos, intentó mantener su voz en un volumen bajo, bastante moderado, como si temiera que el viento mismo le escuchase. Y por un instante fue como si lo hiciera, las rafagas de aire despeinaron sus cabellos y le miró entre preocupado y aún sin poder creerse en lo que se había metido.
Corre. Tenía que correr, se dijo. Tal y como él le había dicho su interlocutor. Pero su cuerpo aún no le respondía cómo era debido. Era como si el tiempo se hubiese detenido o fuese más lento. Veía el rostro del otro y no lograba encontrar la esperanza de poder huir él mismo si un ser de la noche parecía preocupado por ello. Corre. Y no te detengas... No puedes ayudar ¿O es que si podía? Los fantasmas estaban cerca, tal vez ellos, con esa fuerza invisible que eran en sí mismos. O tal vez debía simplemente obedecer y huir tan rápido como sus piernas lo permitieran.
Los vampiros eran seres egoístas, que podían tener cuanto quisieran si solo lo deseaban con suficiente fuerza, eso era lo que él creía. Pero también tenía esa seguridad, que si bien ahora no le servía de nada, sabía con certeza él no era tampoco una persona común. Había tenido un poco de mala suerte en su vida, pero aún se creía capaz de cualquier cosa, como cualquier mente juvenil. Y él era bastante jóven a pesar de todo lo que había ya sucedido, y se creía preparado para lo peor, pero la realidad siempre deja atrás las expectativas.
Estar frente a dos seres, que él denominaría monstruos, no era algo que le gustase. Su actitud altanera y que le hacía parecer inconsciente de su propia situación había desaparecido mientras el vampiro le guiaba, sumergiéndolo en esa sensación de no poder hacer nada.
Y su respiración se aceleró, pero solo pudo notarlo cuando sintió todo a su alrededor moverse macabramente cuando le soltó y le dejó en el suelo. Tomó aire, como despertando de un sueño -¿Qué harás? -Preguntó mientras se levantaba, atento y a la defensiva. Las manos le temblaban, pero no lo suficiente para no dejarle hacer algo al respecto. Era curioso como eras incapaz de sentir el miedo hasta que ya está profundamente sembrado en tí.
Se preguntaba si este sujeto sería tan aventurado para regresar y enfrentarse a la bestia, lo veía en sus ojos, en su aura, y no lo comprendía. Era engañoso, confuso. Pero justo ahora le había salvado y sentía que le debía algo -¿Regresarás?- No había porque darle vueltas. Alterados ambos, intentó mantener su voz en un volumen bajo, bastante moderado, como si temiera que el viento mismo le escuchase. Y por un instante fue como si lo hiciera, las rafagas de aire despeinaron sus cabellos y le miró entre preocupado y aún sin poder creerse en lo que se había metido.
Corre. Tenía que correr, se dijo. Tal y como él le había dicho su interlocutor. Pero su cuerpo aún no le respondía cómo era debido. Era como si el tiempo se hubiese detenido o fuese más lento. Veía el rostro del otro y no lograba encontrar la esperanza de poder huir él mismo si un ser de la noche parecía preocupado por ello. Corre. Y no te detengas... No puedes ayudar ¿O es que si podía? Los fantasmas estaban cerca, tal vez ellos, con esa fuerza invisible que eran en sí mismos. O tal vez debía simplemente obedecer y huir tan rápido como sus piernas lo permitieran.
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
“Lo mejor no es tratar al amigo sino al enemigo hacerlo amigo”
Maldición. Aquel chico no había comprendido aún la urgencia que le acusaba el saberse tan cerca de aquella bestia, quizás el muchacho no se había cruzado con un licántropo en plena luna llena, de lo contrario, no estaría preocupado por él. Eran dos desconocidos, pero de alguna forma, actuaban como si se conocieran de mucho antes. Él era un hombre egoísta, siempre dispuesto a participar en una buena pelea, nada sabía de proteger a los indefensos. Incluso cuando era un joven humano siempre alzó su espada para proteger sus posesiones, no las vidas individuales de todos aquellos que convivieran en su aldea. Simplemente eran suyos, y nadie tocaba lo que era suyo si no quería morir. Quizás eso explicase por qué ahora era un hombre tan intenso, nunca fue alguien moderado. O se entregaba con toda su alma a la pasión, u odiaba con todo su ser. Jamás hubo un gris entre el blanco y el negro.
Cerró sus dedos sobre la mano ajena y tiró de ella con fuerza para impulsarlo a correr junto a él, no se molestó en contestarle, simplemente lo empujó delante de su cuerpo y le dedicó una mirada fría como si fuera un soldado dando una orden muda a quien consideraba inferior en rango. Eso era lo único normal en él esa noche, siempre se le había dado bien el gobernar sobre los demás, incluso cuando era un mocoso ya lanzaba órdenes a hombres mucho mayores que él. Extrañamente aquella orden hizo que se sintiera reconfortado, todo parecía aclararse en su mente. Primero debía poner a buen recaudo al joven, después le tocaba proteger su propio trasero y enfrentarse a aquel monstruo. Después le preguntaban qué demonios tenía en contra de los licántropos. Nada, siempre le gustaba tener un chucho gigante deseoso de arrancarle la piel , pensó con ironía.
- Vamos, estamos llegando, no pares. – Dijo intentando animarlo para que siguiera impulsando sus piernas hacia delante, ya que, aunque pretendía salvarle, no iba a morir por él. Si el licántropo llegaba antes de que llegasen a las cabañas que estaban sobre las copas de los árboles, iba a convertirlo en una deliciosa hamburguesa él mismo. Después de que saliesen de aquel aprieto, iba a tener que pensar seriamente qué demonios le pasaba. Al parecer tenía una debilidad innata en jóvenes malcriados y contestones, quizás fuera un maldito masoquista.
Escuchó con atención las pisadas que emitía el licántropo que los perseguía, cómo la tierra emitía un quejido ante el pesado cuerpo que la quebraba en aquella carrera infernal que lo guiaba más cerca de sus presas. Ya debía haber descubierto que eran más de dos criaturas delante de él, así que seguramente la criatura estaría haciendo sus planes para separarlos. Ya tenía cierta consciencia de su modus operandi, aunque no podía fiarse, cada bestia era distinta, al igual que el humano que habitaba en su interior. Lo que le ponía nervioso era tener que enfrentarse a su propia estupidez, siempre cargaba con alguna arma encima, pero no hoy. Cosa que remediaría de allí en adelante, si es que sobrevivían.
- Mira hacia arriba.- Murmuró antes de agarrarle de la cintura y cargarlo como si fuera un mero saco, habían llegado por fin al coto de caza que usaban los humanos en invierno. Quizás aún él no pudiera verlo, pero su vista vampírica le permitía divisar ya las cabañas colgantes. Sonrió con placer y se movió con rapidez inhumana, quedando justo debajo de uno de los árboles sobre los que se erguían, oscuras y desordenadas, las construcciones que podrían ayudar al humano a sobrevivir.
Agarró su cuerpo y lo impulsó sobre su cabeza, ayudándole a que colocase sus pies sobre sus hombros, formando una columna que requería equilibrio y destreza. Parecía divertido el tener que recurrir a algo tan infantil, como si el humano fuese un niño al que quisiera dejar sobre sus hombros para que viese el aterrador espectáculo del licántropo corriendo hacia ellos.
- Sube, no puedo garantizar tu seguridad si te quedas a mi lado. – Gruñó al sentir sus sucios zapatos manchándole el abrigo, pero ignoró la punzada asesina que le exigía el cortarle los pies que se habían atrevido a mancharlo de aquella vulgar forma, al fin y al cabo, era él quien lo había permitido.
- Espero que no te pese el trasero chico, pero el llegar a la cabaña depende de ti – Le ofreció una mirada pícara, antes de agarrarle precisamente la parte de su anatomía que había nombrado, para empujarlo más arriba, atreviéndose a reír como un duende travieso, aligerando aquel momento peligroso, como si, ahora sabiendo que él estaba casi a salvo, se sintiese a gusto con la situación de tener una futura batalla entre manos.
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
Nunca había sentido tal impulso de adrenalina y de hecho tampoco se había visto tan inútilmente frustrado cuando el otro le jaló haciéndole avanzar de nuevo. Ya no sabía si corría por cuenta propia o no. El aire comenzaba a faltarle pero era más fuerte el saber que no podía detenerse. Intentó calmarse y pensar al menos claramente ¡Era un brujo! Y parecía un chiquillo que no tenía ningún arma a su alcance, aún cuando las meras palabras eran su arma en más de un sentido.
Se maldijo por su falta de utilidad en ese instante, pero apenas y lograba tomar el aire necesario, su corazón se había acelerado y casi podía sentir el aliento caliente en su nuca, aunque estaba seguro que iban lo suficientemente rápido.
Pero había que decir que cuando le dijo que mirase hacia arriba, aún cuando lo hizo, fue totalmente extraño, no supo qué quería decir con eso y sintió que perdía el aire cuando dejó de tocar el suelo. Luego suspiró, no supo si por alivio o por otra razón. Esta escena era sin duda algo que no esperaba. ¿Qué hacía ese vampiro salvándole? Eso no tenía sentido. Hasta ahora ninguno había mostrado demasiado interés en ‘ayudarle’ de ninguna manera. Bufó con la frustración en su ser en aumento. Se sintió algo mareado cuando el otro se movió de aquella forma que sin duda no era natural para un ser humano como él.
Y luego hizo una mueca de desagrado ante sus comentarios, como si no estuviese en absoluto peligro, como si olvidara la situación. –¿Pero qué dices? Si soy ligero como una pluma –Dijo con cierto tono sarcástico cuando se ayudaba a sí mismo para quedar a resguardo de su aparente refugio temporal. Una vez que pudo sentirse en la superficie se volteó a él, le sonrió de medio lado, con una clara seguridad que no estaba seguro si debía mostrar en ese momento, pero el ya había hecho suficiente por él -¿Qué sería de mí si dependiese tanto de alguien más? Estaría muerto desde hace mucho –Respondió sintiéndose mejor ahora. Haría lo necesario, estaba más calmado y podía pensar con mayor claridad. El latir de su corazón aún se sentía fuera de control, pero al menos, si sucedía algo, podía hacer algo al respecto, eso creía, además, un hechizo para cubrir su ubicación no debería ser tan complejo aún si estaba sin nada a su alcance.
¿Iría hacia el licano? Se lo preguntó. Parecía descabellado, pero algo en aquella expresión le hacía pensar que no le parecía una mala idea en realidad. Él no podía entenderlo, había estado en situaciones de peligro, pero no siempre por elección propia, aunque se dejaba llevar y a veces el mismo las provocaba por su falta de juicio y su impulsividad.
-Ten cuidado -dijo tra poner un gesto serio aunque apenas y fue capaz de notar su propia reacción. Se dio la vuelta, respiró profundo y se sentó en medio de la cabaña mientras recitaba en latín un hechizo de protección que había aprendido hacía mucho, pero que no había utilizado en mucho tiempo. Era una especie de ritual para él, empezaría por llamar a los espíritus que solían acompañarle, era mejor tener un plan alternativo al cual recurrir. Arthur y Egyed aparecieron casi al instante cuando los invocó y él sonrió ahora que no estaba solo.
-Deberíais evitar los incidentes peligrosos... Vosotros no dejáis de meteros en problemas... -Dijo Arthur con una especie de pesadez, que sabia no era sino la causa del otro fantasma que estaba ahí y sonreía como si aquello fuese divertídisimo.
-Es porque te preocupas por nosotros -Dijo a modo de burla, aunque eso le aliviaba. Eran la única compañía constante que había tenido en su vida.
Se maldijo por su falta de utilidad en ese instante, pero apenas y lograba tomar el aire necesario, su corazón se había acelerado y casi podía sentir el aliento caliente en su nuca, aunque estaba seguro que iban lo suficientemente rápido.
Pero había que decir que cuando le dijo que mirase hacia arriba, aún cuando lo hizo, fue totalmente extraño, no supo qué quería decir con eso y sintió que perdía el aire cuando dejó de tocar el suelo. Luego suspiró, no supo si por alivio o por otra razón. Esta escena era sin duda algo que no esperaba. ¿Qué hacía ese vampiro salvándole? Eso no tenía sentido. Hasta ahora ninguno había mostrado demasiado interés en ‘ayudarle’ de ninguna manera. Bufó con la frustración en su ser en aumento. Se sintió algo mareado cuando el otro se movió de aquella forma que sin duda no era natural para un ser humano como él.
Y luego hizo una mueca de desagrado ante sus comentarios, como si no estuviese en absoluto peligro, como si olvidara la situación. –¿Pero qué dices? Si soy ligero como una pluma –Dijo con cierto tono sarcástico cuando se ayudaba a sí mismo para quedar a resguardo de su aparente refugio temporal. Una vez que pudo sentirse en la superficie se volteó a él, le sonrió de medio lado, con una clara seguridad que no estaba seguro si debía mostrar en ese momento, pero el ya había hecho suficiente por él -¿Qué sería de mí si dependiese tanto de alguien más? Estaría muerto desde hace mucho –Respondió sintiéndose mejor ahora. Haría lo necesario, estaba más calmado y podía pensar con mayor claridad. El latir de su corazón aún se sentía fuera de control, pero al menos, si sucedía algo, podía hacer algo al respecto, eso creía, además, un hechizo para cubrir su ubicación no debería ser tan complejo aún si estaba sin nada a su alcance.
¿Iría hacia el licano? Se lo preguntó. Parecía descabellado, pero algo en aquella expresión le hacía pensar que no le parecía una mala idea en realidad. Él no podía entenderlo, había estado en situaciones de peligro, pero no siempre por elección propia, aunque se dejaba llevar y a veces el mismo las provocaba por su falta de juicio y su impulsividad.
-Ten cuidado -dijo tra poner un gesto serio aunque apenas y fue capaz de notar su propia reacción. Se dio la vuelta, respiró profundo y se sentó en medio de la cabaña mientras recitaba en latín un hechizo de protección que había aprendido hacía mucho, pero que no había utilizado en mucho tiempo. Era una especie de ritual para él, empezaría por llamar a los espíritus que solían acompañarle, era mejor tener un plan alternativo al cual recurrir. Arthur y Egyed aparecieron casi al instante cuando los invocó y él sonrió ahora que no estaba solo.
-Deberíais evitar los incidentes peligrosos... Vosotros no dejáis de meteros en problemas... -Dijo Arthur con una especie de pesadez, que sabia no era sino la causa del otro fantasma que estaba ahí y sonreía como si aquello fuese divertídisimo.
-Es porque te preocupas por nosotros -Dijo a modo de burla, aunque eso le aliviaba. Eran la única compañía constante que había tenido en su vida.
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
Definitivamente aquel encuentro había tenido un poco de todo, aunque extraño, no podía evitar el calificarlo como algo divertido. Al fin y al cabo, su concepto de entretenimiento siempre tenía sangre y malas palabras. Pero había considerado que al menos, en lo que al brujo se refería, terminaría siendo el depredador más grande. ¿Qué había hecho mal, para que todo se truncase aquella noche?. Bien, había matado a una mujer inocente, ¿pero no lo eran casi todos los humanos de los que se alimentaba?.
En otro momento quizás pensara en ello, pero ahora tenía sus manos llenas con el licántropo al que tenía que hacer frente. Si fuera inteligente, por la fuerza y el peso de las pesadas que llevaba escuchando, huiría del animal. Dejando que el muchacho sirviese de comida si es que lograba alcanzarlo ahora que estaba en la cabaña de los cazadores. Pero nunca había sido alguien que huyera. Ya había infringido los suficientes principios como para mantenerse firmemente sobre la tierra, esperando a la criatura, mientras pensaba cual era el mejor ángulo por el cual atacarla.
Sentía la vibración de la tierra mientras el licántropo se acercaba, el crugido de las hojas y las ramas siendo aplastadas contra el cuerpo lobuno, su propia energía manando de su cuerpo, derramándose mientras sus ojos perdían el color humano que solía mantener, por un azul iridiscente que brillaba en la oscuridad, tan propio de su alma Berserker. En la antigüedad, sus congéneres vikingos habían considerado a sus mejores y más peligrosos guerreros como un Berseker. Una criatura caracterizada por su locura, su amor por la sangre y la insensibilidad al dolor.
El gruñido bajo y largo llegó antes de que el hocico del licántropo asomara entre los árboles, acercándose al claro en el que se encontraba el vampiro, siendo recibido por un siseo peligrosamente suave. Una leve exhalación de aire entre los colmillos, antes de moverse con rapidez inhumana para deshacerse de todas las prendas de ropa que le incordiaban. Quedando sólo con su camisa y pantalones.
- Esto será divertido – Murmuró entre dientes, justo a tiempo de que la criatura comenzara a correr hacia él, dando comienzo así a una batalla encarnizada, que gracias a la velocidad y experiencia del vampiro, se convirtió más en una danza con un acompañante un tanto dado a dar zarpazos y mordidas en el aire.
En otro momento quizás pensara en ello, pero ahora tenía sus manos llenas con el licántropo al que tenía que hacer frente. Si fuera inteligente, por la fuerza y el peso de las pesadas que llevaba escuchando, huiría del animal. Dejando que el muchacho sirviese de comida si es que lograba alcanzarlo ahora que estaba en la cabaña de los cazadores. Pero nunca había sido alguien que huyera. Ya había infringido los suficientes principios como para mantenerse firmemente sobre la tierra, esperando a la criatura, mientras pensaba cual era el mejor ángulo por el cual atacarla.
Sentía la vibración de la tierra mientras el licántropo se acercaba, el crugido de las hojas y las ramas siendo aplastadas contra el cuerpo lobuno, su propia energía manando de su cuerpo, derramándose mientras sus ojos perdían el color humano que solía mantener, por un azul iridiscente que brillaba en la oscuridad, tan propio de su alma Berserker. En la antigüedad, sus congéneres vikingos habían considerado a sus mejores y más peligrosos guerreros como un Berseker. Una criatura caracterizada por su locura, su amor por la sangre y la insensibilidad al dolor.
El gruñido bajo y largo llegó antes de que el hocico del licántropo asomara entre los árboles, acercándose al claro en el que se encontraba el vampiro, siendo recibido por un siseo peligrosamente suave. Una leve exhalación de aire entre los colmillos, antes de moverse con rapidez inhumana para deshacerse de todas las prendas de ropa que le incordiaban. Quedando sólo con su camisa y pantalones.
- Esto será divertido – Murmuró entre dientes, justo a tiempo de que la criatura comenzara a correr hacia él, dando comienzo así a una batalla encarnizada, que gracias a la velocidad y experiencia del vampiro, se convirtió más en una danza con un acompañante un tanto dado a dar zarpazos y mordidas en el aire.
- Disculpas:
- Perdona, pensaba que ya había respondido el tema, pero lo vi en el Word y supe que no lo había colocado. D: Perdón, perdón, perdón
Löwe Von Meer- Vampiro Clase Alta
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
Alexis notó al estar en el interior de la choza lo acelerado de su pulso y el temblor en sus propias manos como no lo había notado segundos antes. A pesar de su apariencia apática y del que su actitud le hiciera parecer alguien sin miedo de decir o hacer algo, la verdad era que no se diferenciaba de cualquier otro ser humano.
Aspiró aire y lo dejó escapar lentamente, repitiéndose que la calma era la mejor arma, te ayudaba a pensar con mayor claridad. Escuchaba el ruido afuera, la noche ayudaba en ello, mucho mejor que el día con sus ruidos por doquier. Al sentarse en el suelo buscó en sus bolsillos, fijándose en si había alguien con él. Se suponía que aquel era un lugar seguro ¿no? Cerró los ojos y se arremangó la camisa, en sus brazos aún estaban las cicatrices que él mismo se había hecho tiempo antes, así que solo recitó las palabras en latín, esperando que sus dos aliados aparecieran.
Apenas su voz se apagó, supo que estaban ahí incluso antes de poder verlos. Sonrió y Egyed sonreía mientras que Arthur giró viendo hacia donde se desarrollaba la batalla, como si pudiese ver a través del material de la cabaña y es que probablemente podía hacerlo.
-¿Crees que el vampiro gane? -Preguntó el muchacho sintiéndose algo aliviado.
-Nunca te confíes hasta que la batalla esté finalizada -Respondió Egyed como si pudiese leer los pensamientos de Arthur, que solo dirigió una leve mirada a él.
Alexis se puso de pie y sacó la tiza de su pantalón, estaba hecha pedacitos, menos mal algunos aún servían para escribir si era necesario. Esperaría un poco más, pero si era necesario dibujaría sobre esa puerta algún hechizo que contuviera a la bestia que los había seguido.
-Nunca vi un hombre lobo antes -Confesó acercándose a la puerta y a los dos fantasmas -Si ves que se acercan demasiado, déjame saberlo, es un poco estresante no saber lo que pasa afuera o si debo prepararme.
Aunque sabía toda clase de hechizos, era difícil pensar en alguno que realmente fuese a ayudar contra un ser como aquel, dado que no había forma de saber si funcionarían con efectividad o si debía hacer algo que nunca había intentado. Espero, pacientemente, pensando que tal vez el vampiro lograría vencerlo sin problema alguno, pero su corazón latía aún con fuerza por la incertidumbre.
Aspiró aire y lo dejó escapar lentamente, repitiéndose que la calma era la mejor arma, te ayudaba a pensar con mayor claridad. Escuchaba el ruido afuera, la noche ayudaba en ello, mucho mejor que el día con sus ruidos por doquier. Al sentarse en el suelo buscó en sus bolsillos, fijándose en si había alguien con él. Se suponía que aquel era un lugar seguro ¿no? Cerró los ojos y se arremangó la camisa, en sus brazos aún estaban las cicatrices que él mismo se había hecho tiempo antes, así que solo recitó las palabras en latín, esperando que sus dos aliados aparecieran.
Apenas su voz se apagó, supo que estaban ahí incluso antes de poder verlos. Sonrió y Egyed sonreía mientras que Arthur giró viendo hacia donde se desarrollaba la batalla, como si pudiese ver a través del material de la cabaña y es que probablemente podía hacerlo.
-¿Crees que el vampiro gane? -Preguntó el muchacho sintiéndose algo aliviado.
-Nunca te confíes hasta que la batalla esté finalizada -Respondió Egyed como si pudiese leer los pensamientos de Arthur, que solo dirigió una leve mirada a él.
Alexis se puso de pie y sacó la tiza de su pantalón, estaba hecha pedacitos, menos mal algunos aún servían para escribir si era necesario. Esperaría un poco más, pero si era necesario dibujaría sobre esa puerta algún hechizo que contuviera a la bestia que los había seguido.
-Nunca vi un hombre lobo antes -Confesó acercándose a la puerta y a los dos fantasmas -Si ves que se acercan demasiado, déjame saberlo, es un poco estresante no saber lo que pasa afuera o si debo prepararme.
Aunque sabía toda clase de hechizos, era difícil pensar en alguno que realmente fuese a ayudar contra un ser como aquel, dado que no había forma de saber si funcionarían con efectividad o si debía hacer algo que nunca había intentado. Espero, pacientemente, pensando que tal vez el vampiro lograría vencerlo sin problema alguno, pero su corazón latía aún con fuerza por la incertidumbre.
- Off:
- Siento la tardanza! Descuidé un poco mi cuenta :')
Alexis VanVollehoven- Hechicero Clase Baja
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Re: Destruyendo todos los principios, abrazando la locura (privado)
Sus labios se separaron para lanzar un grito que se fundió con un bramido de ira incontrolable. Sus dedos se estaban hundiendo entre los dientes de la bestia. Sólo su fuerza inhumana estaba permitiendo que su cabeza no fuera arrancada de su cuerpo de un mordisco, lo que le decía que aquel lobo había luchado antes contra algún vampiro y al parecer, por la fuerza con la que sus mandíbulas seguían ejerciendo presión a pesar de que sus manos intentaban abrir su boca para partirle la mandíbula, había vencido.
Estaba en aquella situación por haberse confiando en el último segundo. Su batalla de golpes y gruñidos estaba yendo bien, mientras su poder hacía que los huesos del lobo se retorcieran de dolor cada vez que sus ojos coincidían con los enrojecidos de la bestia. Lamentablemente, al darle varios zarpazos en el estómago, creyó que había vencido. El hombre lobo cayó hacia un lado, gimoteando y arrastrándose lejos del vampiro, mientras éste lo observaba, con su pecho agitándose en una respiración que no le era necesaria, pero que le permitía concentrarse.
Inspirar. Puñetazo. Exhalar. Inspirar. Mordedura. Exhalar. Una y otra vez. Como si fuera una pelea callejera, con movimientos de boxeo. Era difícil acertar a un licántropo, sobretodo porque al igual que él, tenía unos poderes capaz de desconcertarle. Y eso, precisamente fue lo que lo sorprendió en el último momento. Un segundo lo tenía llorando en el suelo y, en el otro había desaparecido.
Su expresión de sorpresa se fundió con una de dolor cuando un profundo corte le recorrió el estómago, lanzándolo por el golpe que le había dado el licántropo, contra el árbol en el que estaba sostenida la cabaña. Aquel grueso tronco tembló, sacudiéndose, antes de ser agitado y sostenido por los otros árboles que habían alrededor. No tuvo tiempo de ver si el brujo había sido dañado, ya que inmediatamente la respiración del licántropo se cernió sobre su cabeza cuando abrió la mandíbula dispuesto a engullirlo allí mismo.
Sus piernas lo patearon con dureza, sobre la herida, pero el licántropo parecía obstinado en arrancarle la cabeza de un mordisco. Podía ver el dolor en aquellos ojos cada vez que lo golpeaba de nuevo en las heridas que le había hecho en el estómago, pero eso sólo hacía que cada arremetida de sus dientes fuera más fuerte y salvaje que la anterior, así que se mantenía duramente fijado al suelo por el cuerpo de la bestia, evitando su muerte como podía.
- ¡¡ Maldita sea, brujo, mueve tu culo o serás el siguiente !! - Le bramó cuando las patas del licántropo le desgarraron la piel de sus piernas. Le sorprendió sentir aquel dolor intenso, ya que él no solía ser de esos vampiros que sintiera los golpes o cortes. Su poder le hacía resistente al mismo, como si fuera un berséker.
Estaba en aquella situación por haberse confiando en el último segundo. Su batalla de golpes y gruñidos estaba yendo bien, mientras su poder hacía que los huesos del lobo se retorcieran de dolor cada vez que sus ojos coincidían con los enrojecidos de la bestia. Lamentablemente, al darle varios zarpazos en el estómago, creyó que había vencido. El hombre lobo cayó hacia un lado, gimoteando y arrastrándose lejos del vampiro, mientras éste lo observaba, con su pecho agitándose en una respiración que no le era necesaria, pero que le permitía concentrarse.
Inspirar. Puñetazo. Exhalar. Inspirar. Mordedura. Exhalar. Una y otra vez. Como si fuera una pelea callejera, con movimientos de boxeo. Era difícil acertar a un licántropo, sobretodo porque al igual que él, tenía unos poderes capaz de desconcertarle. Y eso, precisamente fue lo que lo sorprendió en el último momento. Un segundo lo tenía llorando en el suelo y, en el otro había desaparecido.
Su expresión de sorpresa se fundió con una de dolor cuando un profundo corte le recorrió el estómago, lanzándolo por el golpe que le había dado el licántropo, contra el árbol en el que estaba sostenida la cabaña. Aquel grueso tronco tembló, sacudiéndose, antes de ser agitado y sostenido por los otros árboles que habían alrededor. No tuvo tiempo de ver si el brujo había sido dañado, ya que inmediatamente la respiración del licántropo se cernió sobre su cabeza cuando abrió la mandíbula dispuesto a engullirlo allí mismo.
Sus piernas lo patearon con dureza, sobre la herida, pero el licántropo parecía obstinado en arrancarle la cabeza de un mordisco. Podía ver el dolor en aquellos ojos cada vez que lo golpeaba de nuevo en las heridas que le había hecho en el estómago, pero eso sólo hacía que cada arremetida de sus dientes fuera más fuerte y salvaje que la anterior, así que se mantenía duramente fijado al suelo por el cuerpo de la bestia, evitando su muerte como podía.
- ¡¡ Maldita sea, brujo, mueve tu culo o serás el siguiente !! - Le bramó cuando las patas del licántropo le desgarraron la piel de sus piernas. Le sorprendió sentir aquel dolor intenso, ya que él no solía ser de esos vampiros que sintiera los golpes o cortes. Su poder le hacía resistente al mismo, como si fuera un berséker.
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