AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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La libertad es un privilegio que todos se prohíben tener [Privado con Yranné]
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La libertad es un privilegio que todos se prohíben tener [Privado con Yranné]
La mañana se avecinaba y yo lo sabía, y que más de comenzar el día con un buen desayuno madrugador de platillo de sashimi con un poco de salmón y ensalada aunque ésta última la dejara, sólo me servia para limpiar el estomago lo cual no necesitaba en el momento pues me desagrada estar volviendo las hierbas combinadas con el rico marisco que había degustado. Me agradaba despertar de un gran humor que contagiara a muchos, aunque me gustaría que el quien vive conmigo igual le sucediera aquel efecto de las mañanas, el problema es que el único efecto que le producirían las mismas sería reducirlo a cenizas. Había salido de aquel palacio donde compartía techo con aquel y salí corriendo a toda prisa que quien me viera saltar de las rejas de fierro diría que se me hacía tarde para llegar algún lado ¡y es que así era, para mí siempre se me hace tarde para salir a divertirme!. Pero por suerte aquel sitio donde siempre despertaba estaba muy alejado de la civilización, en un buen lugar donde el jardín de rosas de aquel hogar crecieran apacibles y durmieran para el invierno que se aproximaba; algo que yo igual debería hacer pero esta mañana de otoño era mi favorita, mi estación favorita.
Baje la colina para adentrarme al bosque muerto o más bien dormido y ante mi velocidad tuve que frenar estampandome en un regordete tronco, una risa divertida salió de mi garganta después de eso y luego abracé el árbol dándole los buenos días cómo si este fuese un ser vivo, pero claro que lo era sólo que se comunicaba con un idioma de mimetismo el cual yo entendía, y ¿quieren saber que me decía? me decía: —"¡Déjame dormir gato malcriado!". —¡Pero que falta de respeto! ...haber molestado al pobre tronco que dormía tan tranquilo y yo llego a chocar con él y darle unos lindos buenos días. Bueno hay que continuar positivos y andar a donde mi naturaleza me llamaba.
Oh sí, lo puedo oler, lo puedo detectar, el fresco aroma del río, el claro secreto, mi espacio de meditación, me había detenido a unos grandes metros de distancia antes de llegar, tenía sed y mi forma humana no me permitiría beber de aquella agua que poseía diminutas y microscópicas bacterias, así que entre un bosque que para mentes de otros era peligroso, estaba seguro que no habrían moros en la costa así que arrodillándome y comenzando a gatear despacio mi piel comenzó a desprenderse cuando el tamaño de mi cuerpo comenzó a ganar volumen, el pelaje oscuro se hizo presente y el reconfortante calor de mi piel me cobijaba ante la mañana y el sol comenzando a salir. Mis patas se atrevieron a hacer ruido entre las hojas secas para advertir a los demás animalillos que un gran y bello depredador estaba cerca, caminando tan elegante a paso lento, llegué al claro y ante la orilla del río me agazapé para comenzar a beber agua. ¡Ah! tan fresca y reconfortante. Esperen... ¿qué es ese aroma? Mis orejas comenzaron a moverse en órbita para detectar el sonido de aquel que se hallaba escondido. Me sentía observado.
Baje la colina para adentrarme al bosque muerto o más bien dormido y ante mi velocidad tuve que frenar estampandome en un regordete tronco, una risa divertida salió de mi garganta después de eso y luego abracé el árbol dándole los buenos días cómo si este fuese un ser vivo, pero claro que lo era sólo que se comunicaba con un idioma de mimetismo el cual yo entendía, y ¿quieren saber que me decía? me decía: —"¡Déjame dormir gato malcriado!". —¡Pero que falta de respeto! ...haber molestado al pobre tronco que dormía tan tranquilo y yo llego a chocar con él y darle unos lindos buenos días. Bueno hay que continuar positivos y andar a donde mi naturaleza me llamaba.
Oh sí, lo puedo oler, lo puedo detectar, el fresco aroma del río, el claro secreto, mi espacio de meditación, me había detenido a unos grandes metros de distancia antes de llegar, tenía sed y mi forma humana no me permitiría beber de aquella agua que poseía diminutas y microscópicas bacterias, así que entre un bosque que para mentes de otros era peligroso, estaba seguro que no habrían moros en la costa así que arrodillándome y comenzando a gatear despacio mi piel comenzó a desprenderse cuando el tamaño de mi cuerpo comenzó a ganar volumen, el pelaje oscuro se hizo presente y el reconfortante calor de mi piel me cobijaba ante la mañana y el sol comenzando a salir. Mis patas se atrevieron a hacer ruido entre las hojas secas para advertir a los demás animalillos que un gran y bello depredador estaba cerca, caminando tan elegante a paso lento, llegué al claro y ante la orilla del río me agazapé para comenzar a beber agua. ¡Ah! tan fresca y reconfortante. Esperen... ¿qué es ese aroma? Mis orejas comenzaron a moverse en órbita para detectar el sonido de aquel que se hallaba escondido. Me sentía observado.
Alexandro- Cambiante Clase Alta
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Re: La libertad es un privilegio que todos se prohíben tener [Privado con Yranné]
El día iba llegando poco a poco. Una ligera niebla que se había levantado a lo largo de la madrugada y había persistido hasta estás horas, convirtiendo el bosque en una zona brumosa, fría y húmeda, continuaba dejando su huella en todo los alrededores. No le había ido bien en esa noche y comenzaba a cansarse aunque sus ímpetus no parecían derrotados todavía. El hombre había dejado su hogar por la noche, cerca de la media noche, como siempre, pero en lugar de seguir su rutina quiso intentar algo nuevo y ponerse a prueba a sí mismo. Curiosamente, pese a la velocidad que podía generar el animal, poco servía fuera de las planicies africanas de donde el chita provenía. Ramas, troncos, raíces y fango se interponían a cada momento en su trayecto.
Cerca de la madrugada, hambriento, cansado y ya sin deseos de seguir experimentando, el chita abandono su forma y se decidió a recuperar la dignidad mientras tomaba un cuerpo más grande y pesado, pero mortífero y aun así veloz. El tigre blanco descanso, esperando durante un largo rato, inmóvil, como si fuera una estatua viviente, la imagen misma de la paciencia. Entonces, sucedió. Se acercó la presa hasta él sin que hubiera notado la presencia del animal escondido entre los matorrales y los árboles. Espero un poco, otro poco, y de pronto, se levantó de un salto y lanzó el cuerpo hacía adelante, continuando la frenética carrera después del merecido descanso. Pocos metros más adelante, su presa cayó víctima de sus garras y le tigre rugió, complacido, por tener algo que comer.
Arrastró a su presa unos cuantos metros, hasta una zona algo alta en la que, sobre unas rocas que le procuraban cierta visibilidad, se tumbó a comer su cena tardía o desayuno tempranero, como quisiera verse. Devoró la carne lentamente, jugando un poco con ella, tirando con sus patas y cerrando las fauces con fuerza para tirar de la piel, abriéndola. Reclamando su victoria, se tomó su tiempo para poder degustar hasta el último bocado que podía caberle en el estómago. Rato después, se relamió gustoso, dejando un rastro de sangre en su hocico que comenzó a limpiarse tranquilamente. Pero pronto ya no quiso estar cerca del cuerpo que acababa de consumir y se alejó, perdiéndose entre los árboles y dejando a los animales más pequeños y a los carroñeros, el deguste de los restos del banquete.
Marchó con calma, hasta el cauce de un río conocido y por el que le gustaba pasar. Se movió paralelo al cause por varios metros, en un pase ligero que pronto lo llevo a una especie de cuesta empinada rodeada de arbustos y árboles intrépidos que habían nacido de aquel suelo y ahora lo mantenían firme y seguro. Desde allí arriba, lejos del agua fue que vio aquel oscuro pelaje. Tenían la misma idea al parecer. Verlo beber lo ánimo en la sed, pero antes de dar el paso la criatura lo detectó. Interesante. Continuó su camino entonces, sin preocuparle si hacía ruido o no. Bajó la pendiente y pasó entre las ramas hasta llegar a estar casi enfrente de aquel felino oscuro, aunque del otro lado del río. Se descubrió lentamente, pareciéndole curioso el contraste que creaban entre sí. Se inclinó y bebió un poco de agua, ayudándose para quitarse la sangre que manchaba aun su hocico. Se sentó lentamente, sin dejar de mirarle, el entendimiento en sus pupilas pero sin voz en la garganta o mente. Dudaba, a pesar de la inteligencia que podía ver.
Cerca de la madrugada, hambriento, cansado y ya sin deseos de seguir experimentando, el chita abandono su forma y se decidió a recuperar la dignidad mientras tomaba un cuerpo más grande y pesado, pero mortífero y aun así veloz. El tigre blanco descanso, esperando durante un largo rato, inmóvil, como si fuera una estatua viviente, la imagen misma de la paciencia. Entonces, sucedió. Se acercó la presa hasta él sin que hubiera notado la presencia del animal escondido entre los matorrales y los árboles. Espero un poco, otro poco, y de pronto, se levantó de un salto y lanzó el cuerpo hacía adelante, continuando la frenética carrera después del merecido descanso. Pocos metros más adelante, su presa cayó víctima de sus garras y le tigre rugió, complacido, por tener algo que comer.
Arrastró a su presa unos cuantos metros, hasta una zona algo alta en la que, sobre unas rocas que le procuraban cierta visibilidad, se tumbó a comer su cena tardía o desayuno tempranero, como quisiera verse. Devoró la carne lentamente, jugando un poco con ella, tirando con sus patas y cerrando las fauces con fuerza para tirar de la piel, abriéndola. Reclamando su victoria, se tomó su tiempo para poder degustar hasta el último bocado que podía caberle en el estómago. Rato después, se relamió gustoso, dejando un rastro de sangre en su hocico que comenzó a limpiarse tranquilamente. Pero pronto ya no quiso estar cerca del cuerpo que acababa de consumir y se alejó, perdiéndose entre los árboles y dejando a los animales más pequeños y a los carroñeros, el deguste de los restos del banquete.
Marchó con calma, hasta el cauce de un río conocido y por el que le gustaba pasar. Se movió paralelo al cause por varios metros, en un pase ligero que pronto lo llevo a una especie de cuesta empinada rodeada de arbustos y árboles intrépidos que habían nacido de aquel suelo y ahora lo mantenían firme y seguro. Desde allí arriba, lejos del agua fue que vio aquel oscuro pelaje. Tenían la misma idea al parecer. Verlo beber lo ánimo en la sed, pero antes de dar el paso la criatura lo detectó. Interesante. Continuó su camino entonces, sin preocuparle si hacía ruido o no. Bajó la pendiente y pasó entre las ramas hasta llegar a estar casi enfrente de aquel felino oscuro, aunque del otro lado del río. Se descubrió lentamente, pareciéndole curioso el contraste que creaban entre sí. Se inclinó y bebió un poco de agua, ayudándose para quitarse la sangre que manchaba aun su hocico. Se sentó lentamente, sin dejar de mirarle, el entendimiento en sus pupilas pero sin voz en la garganta o mente. Dudaba, a pesar de la inteligencia que podía ver.
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Re: La libertad es un privilegio que todos se prohíben tener [Privado con Yranné]
Entonces ahí estaba, mi olfato no me había fallado ni mucho menos hecho una mala broma, realmente estaba ahí. Dejé de beber agua dando un último trago lento y miré fijamente hacia la cuesta donde aquel ser se encontraba observándome desde la cima; un tigre, ¡vaya! al parecer es hermano mío; pude reírme con eso, lastima que mis gestos no se producen en mi forma de Leopardo. Quizá por ser negro... vale, no soy negro pero es una forma de decirlo. Me relamí el hocico mientras le miraba bajar con tal elegancia como lo es un tigre de bengala, si estuviese en mi otra forma parecería que me estuviese viendo en un espejo cuando llegó a la orilla del río en el otro extremo. Me incorporé lentamente al plantar la mirada contra la suya, su aura emanaba una energía familiar, definitivamente era alguien como yo, hacía tanto tiempo que no me encontraba a alguien de mi misma estirpe, es emocionante.
Mis ojos intensificados, observando al felino frente a frente, sin habla ni telepatía; lo estaba estudiando detenidamente hasta que hice un gesto con los bigotes, mi forma de saludar ¿Le incomodaría si le hablaba o sería un ser amigable como lo es un tigre alegre y juguetón? Lo sabría si rompo el hielo con él. Me levante completamente y camine por la orilla del río de un lado a otro calculando la distancia que nos alejaba uno del otro, paso paso, media vuelta y otro paso, parecía un baile, hasta que me decidí brincar hacia el otro extremo con destreza y agilidad. Terminé a unos cuantos metros de distancia de él, pues aún no me animaba a acercarme demasiado; levante la punta de mi cola dándole a entender que estaba en son de paz. Tomé asiento en mi lugar mientras detectaba el aroma a carne, noté algunas pequeñas manchas de sangre en su hocico, pues la mayoría se había ido al beber agua. ¿Sería el momento para mandarle una señal telepática? Hay que intentarlo.
—"¡Bonjour!" —¿Lo habré dicho bien? Honestamente no soy bueno en el francés, pero supongo que pudo entenderlo si se escuchaba como mi compañero lo dice. Pero eso que importaba, me sorprendía encontrar a un ser como yo, tal vez porque no salgo mucho a la civilización únicamente para divertirme con los gitanos; aunque, he llegado a sentir a otros cambia-formas pero nadie de las mismas en las que yo me logro transformar. —"Debo decir que es la primera vez que veo a alguien como tú por estos lares... ¿eres nuevo por aquí?" —Me agazape apoyando mi cabeza entre mis dos patas delanteras mientras movía la cola de un lado a otro amigablemente. Era una pantera joven, pero con la mentalidad de un ser humano, por lo que no me comportaba salvaje con otros sólo si estos no se comportaban salvajes conmigo.
Mis ojos intensificados, observando al felino frente a frente, sin habla ni telepatía; lo estaba estudiando detenidamente hasta que hice un gesto con los bigotes, mi forma de saludar ¿Le incomodaría si le hablaba o sería un ser amigable como lo es un tigre alegre y juguetón? Lo sabría si rompo el hielo con él. Me levante completamente y camine por la orilla del río de un lado a otro calculando la distancia que nos alejaba uno del otro, paso paso, media vuelta y otro paso, parecía un baile, hasta que me decidí brincar hacia el otro extremo con destreza y agilidad. Terminé a unos cuantos metros de distancia de él, pues aún no me animaba a acercarme demasiado; levante la punta de mi cola dándole a entender que estaba en son de paz. Tomé asiento en mi lugar mientras detectaba el aroma a carne, noté algunas pequeñas manchas de sangre en su hocico, pues la mayoría se había ido al beber agua. ¿Sería el momento para mandarle una señal telepática? Hay que intentarlo.
—"¡Bonjour!" —¿Lo habré dicho bien? Honestamente no soy bueno en el francés, pero supongo que pudo entenderlo si se escuchaba como mi compañero lo dice. Pero eso que importaba, me sorprendía encontrar a un ser como yo, tal vez porque no salgo mucho a la civilización únicamente para divertirme con los gitanos; aunque, he llegado a sentir a otros cambia-formas pero nadie de las mismas en las que yo me logro transformar. —"Debo decir que es la primera vez que veo a alguien como tú por estos lares... ¿eres nuevo por aquí?" —Me agazape apoyando mi cabeza entre mis dos patas delanteras mientras movía la cola de un lado a otro amigablemente. Era una pantera joven, pero con la mentalidad de un ser humano, por lo que no me comportaba salvaje con otros sólo si estos no se comportaban salvajes conmigo.
- PD:
- Perdona si fue algo corto, en el final no me llegó mucho la inspiración u.u
Alexandro- Cambiante Clase Alta
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Re: La libertad es un privilegio que todos se prohíben tener [Privado con Yranné]
Lo miraba inmóvil, pasando de su rostro a su cuerpo. No se sorprendió de ver a un semejante aunque la duda de si lo sería de verdad aun rondaba en su mente opacada por la bestia ahora en relajación, saciado su apetito. Sus patas delanteras se juntaron y su espalda se curveo, manteniéndose metódicamente quieto en el instante en que aquel movimiento se acabó; mostraba una inteligencia que son desearlo podría delatarlo fácilmente. Como si fuera un reflejo, una imitación, se relamió también, casi al mismo tiempo, el hocico, recogiendo el agua y la sangre pero sin preocuparse por limpiarse. No era algo que le importará a un tigre. Lo vio moverse y apartó la mirada de él, posándola al frente donde el bosque se extendía o al suelo enlodado y húmedo. Cuando volvió la vista al otro felino se había movido. Se puso tenso y levantó bien las orejas.
Se puso de pie lentamente, observando los cálculos en los ojos contrarios, comprendiendo, fácilmente, lo que estaba haciendo, lo que pensaba hacer. Sin duda era un igual. Observo el arco que hacía en el aire en un salto que ambos podrían imitar y se levantó de un salto, nervioso, alejándose un paso pero enseguida quedándose inmóvil. Observó su gesto y se sentó de nuevo frente a él a una distancia tan prudente como la que su nuevo conocido quería mantener. Inclinó la cabeza ligeramente; sólo la noche era testigo, sólo los ruidos de la noche los acompañaba. Se pasó la lengua por el hocico de nuevo y cuando decidió comunicarse, su compañero se le adelanto, con las mejores intenciones posibles. Exquisito en su amabilidad. Había dado un excelente primer paso. Espero a que terminara de hablar y observó, como en cámara lenta, el movimiento y la nueva actitud puesta frente a él.
— "Hola, es un placer…." — Respondió con suavidad, al tiempo que se recostaba pero dejaba su cabeza en alto, sin acabar recostándola sobre sus patas. — "No, ya tengo tiempo en la ciudad, y cazando aquí también… ¿Eres nuevo en París?" – Preguntó con curiosidad, respirando su esencia desconocida. — "Me llamo Yranné, Yranné Salvin, hermano mío. ¿Quién eres tú?" — Preguntó con curiosidad, moviendo su cola por fin en señal amistosa. Se levantó nuevamente, inclinándose hacía el arroyo y volvió a beber; momentos después volvía encararlo, sentándose.
Se puso de pie lentamente, observando los cálculos en los ojos contrarios, comprendiendo, fácilmente, lo que estaba haciendo, lo que pensaba hacer. Sin duda era un igual. Observo el arco que hacía en el aire en un salto que ambos podrían imitar y se levantó de un salto, nervioso, alejándose un paso pero enseguida quedándose inmóvil. Observó su gesto y se sentó de nuevo frente a él a una distancia tan prudente como la que su nuevo conocido quería mantener. Inclinó la cabeza ligeramente; sólo la noche era testigo, sólo los ruidos de la noche los acompañaba. Se pasó la lengua por el hocico de nuevo y cuando decidió comunicarse, su compañero se le adelanto, con las mejores intenciones posibles. Exquisito en su amabilidad. Había dado un excelente primer paso. Espero a que terminara de hablar y observó, como en cámara lenta, el movimiento y la nueva actitud puesta frente a él.
— "Hola, es un placer…." — Respondió con suavidad, al tiempo que se recostaba pero dejaba su cabeza en alto, sin acabar recostándola sobre sus patas. — "No, ya tengo tiempo en la ciudad, y cazando aquí también… ¿Eres nuevo en París?" – Preguntó con curiosidad, respirando su esencia desconocida. — "Me llamo Yranné, Yranné Salvin, hermano mío. ¿Quién eres tú?" — Preguntó con curiosidad, moviendo su cola por fin en señal amistosa. Se levantó nuevamente, inclinándose hacía el arroyo y volvió a beber; momentos después volvía encararlo, sentándose.
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Re: La libertad es un privilegio que todos se prohíben tener [Privado con Yranné]
Lo escuchaba atentamente mientras no perdía detalle de sus gestos, pude haber sonreído al momento que escuché esa suavidad en la que entonaba las palabras al hablar pero las curvas de mi hocico ya lo delataban siempre. El que dijera que ya tenía tiempo en parís me había sorprendido, pues nunca le había visto por estos lares o sólo que nunca hayamos coincidido; o al menos, que conociera aquel lugar escondido entre el bosque.
—"Llevo un tiempo, un par de años solamente" —respondí ante su duda —"sólo me sorprende que nunca te haya visto o sentido a menos que nunca coincidiéramos en el mismo tiempo de la mañana o noche". —hice un tic con las orejas al sentir que una abeja me molestaba en ese instante e incliné mi cabeza de lado como un típico gato curioso al escuchar su nombre y el preguntar quien era yo, ladee mi cabeza explorando el otro extremo del río y me relamí el hocico para volver a mirarle —"Alexandro" —pausé y continué —"solamente Alexandro, mi apellido desapareció junto con mi familia, digamos que soy libre de escoger como quiero llamarme" —dije aquello con un sentido de broma, el que no quisiera decir el apellido de mi familia era precisamente porque no me gustaba recordarla, pero los recuerdos son eternos y de eso no hay duda.
No sé porque el verle me comenzaba a inquietar, quizá sentía que era raro un tigre y un leopardo conversar, pero sin duda si se trataba de fusión serian combinaciones perfectas. Le observé beber detenidamente y me levanté para acercarme al río nuevamente para acompañarle en el trago de agua y levantar la mirada hacia él. —"Decís que tienes tiempo en la ciudad pero no eres de París, ¿cierto? ¿de donde sois?" —pregunté tan amigablemente como lo era mi persona, el saber de otros me intrigaba, más cuando eran personas nuevas para mí aunque su esencia fuese familiar.
—"Llevo un tiempo, un par de años solamente" —respondí ante su duda —"sólo me sorprende que nunca te haya visto o sentido a menos que nunca coincidiéramos en el mismo tiempo de la mañana o noche". —hice un tic con las orejas al sentir que una abeja me molestaba en ese instante e incliné mi cabeza de lado como un típico gato curioso al escuchar su nombre y el preguntar quien era yo, ladee mi cabeza explorando el otro extremo del río y me relamí el hocico para volver a mirarle —"Alexandro" —pausé y continué —"solamente Alexandro, mi apellido desapareció junto con mi familia, digamos que soy libre de escoger como quiero llamarme" —dije aquello con un sentido de broma, el que no quisiera decir el apellido de mi familia era precisamente porque no me gustaba recordarla, pero los recuerdos son eternos y de eso no hay duda.
No sé porque el verle me comenzaba a inquietar, quizá sentía que era raro un tigre y un leopardo conversar, pero sin duda si se trataba de fusión serian combinaciones perfectas. Le observé beber detenidamente y me levanté para acercarme al río nuevamente para acompañarle en el trago de agua y levantar la mirada hacia él. —"Decís que tienes tiempo en la ciudad pero no eres de París, ¿cierto? ¿de donde sois?" —pregunté tan amigablemente como lo era mi persona, el saber de otros me intrigaba, más cuando eran personas nuevas para mí aunque su esencia fuese familiar.
Alexandro- Cambiante Clase Alta
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Re: La libertad es un privilegio que todos se prohíben tener [Privado con Yranné]
Se sentía satisfecho, tranquilo y curioso por aquel nuevo encuentro que ningún de los dos parecía haber planeado. Lo miró tranquilamente, con la misma curiosidad que había venido mostrando desde un principio cuando se vieran, uno a cada orilla del río. La punta de su cola seguía moviéndose con intriga y de ponto hizo un gesto meramente humano, moviendo la cabeza arriba y abajo, asintiendo con una especie de solemnidad. No, no se había visto, pero no le sorprendía que eso no hubiera ocurrido.
— “Efectivamente, debo decir que soy sumamente precavido con mi naturaleza de cambiante, ya que tengo una vida algo vistosa aquí en París, que me gustaría continuar.” — Respondió con algo de ansiedad. Estaba sosteniendo una conversación con otro cambia forma sin tener que cambiar de forma, esto era fantástico. — “Suelo ir de cacería en ciertas zonas nada más.” — Escuchó su nombre y aunque no era algo en lo que se iba a entrometer, resulto que su nuevo amigo, Alexandro, estaba dispuesto a darle una mínima explicación sobre del por qué no tenía otro nombre. Lo comprendía. Él mismo sólo tenía a su madre; una mujer por la que daría más de lo que nadie esperaba que diera.
Se levantó lentamente y se acercó al agua para beber otro poco, con un aire más pensativo. Lo dejó dirigir la conversación, aunque en realidad no estaban hablando de nada realmente. Pensó en la pregunta, tratando de hacer memoria sobre sus primeros días allí y las cosas que había hecho y para las que había tenido que esperar. París había sido el sitio dónde había amasado su fortuna, la gloriosa era industrial le había dado lo que necesitaba para incrementar el negocio.
— “Llegué aquí aproximadamente cuando lucia de unos quince años. Han pasado poco más de diez años desde entonces. Un tercio de mi vida, por ponerlo de una forma.” — Respondió con un tono amable, cuidado y muy cordial. — “Has dicho que llevas sólo un par de años acá… ¿De dónde eres tú?” — Preguntó y dejó que la pregunta sonara de la misma forma, cuidadosamente dicha, antes de responder. — “Yo soy sueco… Nací en Estocolmo, antes de que las cosas se pusieran feas y tuviera que irme de allí con mi madre.” — bebió otro poco y finalmente se tendió en el suelo, descansando la cabeza sobre sus patas. — “¿De dónde eres tú?” — Lo miró. — “¿Te mostrarías en tu forma humana si te lo pidiera?”
— “Efectivamente, debo decir que soy sumamente precavido con mi naturaleza de cambiante, ya que tengo una vida algo vistosa aquí en París, que me gustaría continuar.” — Respondió con algo de ansiedad. Estaba sosteniendo una conversación con otro cambia forma sin tener que cambiar de forma, esto era fantástico. — “Suelo ir de cacería en ciertas zonas nada más.” — Escuchó su nombre y aunque no era algo en lo que se iba a entrometer, resulto que su nuevo amigo, Alexandro, estaba dispuesto a darle una mínima explicación sobre del por qué no tenía otro nombre. Lo comprendía. Él mismo sólo tenía a su madre; una mujer por la que daría más de lo que nadie esperaba que diera.
Se levantó lentamente y se acercó al agua para beber otro poco, con un aire más pensativo. Lo dejó dirigir la conversación, aunque en realidad no estaban hablando de nada realmente. Pensó en la pregunta, tratando de hacer memoria sobre sus primeros días allí y las cosas que había hecho y para las que había tenido que esperar. París había sido el sitio dónde había amasado su fortuna, la gloriosa era industrial le había dado lo que necesitaba para incrementar el negocio.
— “Llegué aquí aproximadamente cuando lucia de unos quince años. Han pasado poco más de diez años desde entonces. Un tercio de mi vida, por ponerlo de una forma.” — Respondió con un tono amable, cuidado y muy cordial. — “Has dicho que llevas sólo un par de años acá… ¿De dónde eres tú?” — Preguntó y dejó que la pregunta sonara de la misma forma, cuidadosamente dicha, antes de responder. — “Yo soy sueco… Nací en Estocolmo, antes de que las cosas se pusieran feas y tuviera que irme de allí con mi madre.” — bebió otro poco y finalmente se tendió en el suelo, descansando la cabeza sobre sus patas. — “¿De dónde eres tú?” — Lo miró. — “¿Te mostrarías en tu forma humana si te lo pidiera?”
Última edición por Yranné Salvin el Miér Ene 06, 2016 6:06 pm, editado 1 vez
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Re: La libertad es un privilegio que todos se prohíben tener [Privado con Yranné]
Tomé asiento en aquel suelo de tierra y ramas pequeñas arrojadas por los animalillos que vivían en la copa de los árboles, me gustaba sentir esa sensación de hojas quebrándose bajo mis patas, hojas que formaban ahora fragmentos como abono. Sin duda el aire era fresco en aquella mañana y el sol al haber despertado para salir de aquellas nubes del cielo nublado me cobijaba sintiendo una cálida caricia en el rostro, sobre mi cabeza.
Le escuchaba con atención sin apartar la mirada de él. Su forma de hablar era muy cordial, formalista, sin duda de una clase social con muy buena educación... Más bien, de buena familia podría decir, pues la clase no tenía que ver si yo también pertenecía a ese tipo de sociedad y no me veo hablando de formalismos. Viré un poco la cabeza al escuchar su cuestionamiento pero no respondí pues sin duda aún no terminaba de hablar, como dándose una auto-respuesta para después recibir la mía sin que yo le vuelva a preguntar la misma pregunta y poder pasar a temas más interesante a base de ésta.
Asentí suavemente tanto a su comentario acerca de la historia que le hizo venir a este hermoso y atestado país de corrupción y filosofía, y ante lo que pensaba responder yo. Baje la mirada para observar el reflejo de aquel felino oscuro, las ondas del agua parecían como si algo se formara en la misma pero no es así, simplemente mi figura bailaba al compás de agua cristalina.
—"Es una pregunta un tanto complicada de responder, tengo dos orígenes por así decirlo"—respondí amablemente con un tono libertino que demostraba que no me sentía para nada incomodo ante las interrogaciones, hablaba normalmente como si conociera a ese ser para toda la vida—. "Nací en Alemania, puedo decir que ese es mi origen principal, pero de una madre turca y un padre Alemán... Dos padres alemanes." —Corregí, pues mi padre verdadero había desaparecido antes de mi nacimiento y nadie sabía exactamente que mi madre había sido infiel a mi padre político. Ni siquiera yo.
—"Creo que tenemos el mismo asunto que nos trajo aquí, yo para olvidar; tuve un problema hacía un tiempo y escapé" —dije aquello en un tono casi nostálgico pero después me agité esa emoción de mi cabeza y volver a mi actitud indiferente. Me tiré al suelo dando un giro como un gato revolcándose en la tierra patas arriba y después caer de lado para mirarle de frente—. "Ciertamente ya no hay nada que me ate allá, pero sin duda estoy mejor acá, en París."
—Hice una expresión de ironía, entrecerrando los ojos mientras meditaba su pregunta que hizo de improvisto e hice la cabeza hacia atrás un poco deslizándola por el suelo y me relamí el hocico. —"Por supuesto, lo haría cuando lo pidieras solamente que estemos en un lugar donde haya donde cambiarme" —Reí telepáticamente y me lamí la pata derecha volviendo a mirarle con aquellos ojos intensos de una pantera —"Creo haz de saber que una vez transformado en lo que somos, volvemos a como el señor invisible nos trajo al mundo, si tenemos suerte, quizá un poco de tela cubriéndonos algunas partes importantes." —Pude haber sonreído como un payaso bufón ante aquel comentario, pero con solo imaginarlo me fue gracioso aunque podía deducir que tal vez no para él.
Le escuchaba con atención sin apartar la mirada de él. Su forma de hablar era muy cordial, formalista, sin duda de una clase social con muy buena educación... Más bien, de buena familia podría decir, pues la clase no tenía que ver si yo también pertenecía a ese tipo de sociedad y no me veo hablando de formalismos. Viré un poco la cabeza al escuchar su cuestionamiento pero no respondí pues sin duda aún no terminaba de hablar, como dándose una auto-respuesta para después recibir la mía sin que yo le vuelva a preguntar la misma pregunta y poder pasar a temas más interesante a base de ésta.
Asentí suavemente tanto a su comentario acerca de la historia que le hizo venir a este hermoso y atestado país de corrupción y filosofía, y ante lo que pensaba responder yo. Baje la mirada para observar el reflejo de aquel felino oscuro, las ondas del agua parecían como si algo se formara en la misma pero no es así, simplemente mi figura bailaba al compás de agua cristalina.
—"Es una pregunta un tanto complicada de responder, tengo dos orígenes por así decirlo"—respondí amablemente con un tono libertino que demostraba que no me sentía para nada incomodo ante las interrogaciones, hablaba normalmente como si conociera a ese ser para toda la vida—. "Nací en Alemania, puedo decir que ese es mi origen principal, pero de una madre turca y un padre Alemán... Dos padres alemanes." —Corregí, pues mi padre verdadero había desaparecido antes de mi nacimiento y nadie sabía exactamente que mi madre había sido infiel a mi padre político. Ni siquiera yo.
—"Creo que tenemos el mismo asunto que nos trajo aquí, yo para olvidar; tuve un problema hacía un tiempo y escapé" —dije aquello en un tono casi nostálgico pero después me agité esa emoción de mi cabeza y volver a mi actitud indiferente. Me tiré al suelo dando un giro como un gato revolcándose en la tierra patas arriba y después caer de lado para mirarle de frente—. "Ciertamente ya no hay nada que me ate allá, pero sin duda estoy mejor acá, en París."
—Hice una expresión de ironía, entrecerrando los ojos mientras meditaba su pregunta que hizo de improvisto e hice la cabeza hacia atrás un poco deslizándola por el suelo y me relamí el hocico. —"Por supuesto, lo haría cuando lo pidieras solamente que estemos en un lugar donde haya donde cambiarme" —Reí telepáticamente y me lamí la pata derecha volviendo a mirarle con aquellos ojos intensos de una pantera —"Creo haz de saber que una vez transformado en lo que somos, volvemos a como el señor invisible nos trajo al mundo, si tenemos suerte, quizá un poco de tela cubriéndonos algunas partes importantes." —Pude haber sonreído como un payaso bufón ante aquel comentario, pero con solo imaginarlo me fue gracioso aunque podía deducir que tal vez no para él.
Alexandro- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 19/05/2015
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Re: La libertad es un privilegio que todos se prohíben tener [Privado con Yranné]
Se había quedado despierto toda la noche, de nuevo. Su salida para despejarse y reencontrarse con su yo animal se le había ido de las manos. Y ni siquiera era mitad de semana. Ahora se sentía adormilado y deseaba dormir, pero tendría que llegar a casa para arreglase y salir a trabajar, o bueno, más bien a codearse con gente con la que estaba en negocios que manejaban fuertes sumas de dinero. Sin embargo, en esta forma, no se sentía con prisa alguna. ¿Debería? Sí, porque el sol comenzaba a salir y aún tenía que correr a casa para poder simular que tuvo un descanso esplendido y estaba listo para enfrentarse al mundo.
Pero hasta ahora aquella urgencia no había aparecido, no cuando acababa de encontrarse con un nuevo compañero de especie, por decirlo de alguna forma. Alexandro era su nombre, nacido alemán y con sangre alemana dentro de sí. Yranné lo escuchaba tranquilamente, con la calma reflejada en todo su cuerpo que seguía tendido igual que como se colocó después de haber bebido agua para bajar la carne consumida. Sentía una extraña empatía hacia aquella criatura, peor era difícil determinar el por qué. No quería creer ser tan superficial como para atribuírselo únicamente a que pertenecían a la misma raza y eran felinos los dos. Deseo tener sus hombros en ese momento, para poder encogerlos y restarle importancia a lo que estaba pensando.
— “¿Escapar? No estoy seguro de si yo podría usar esa palabra, pero sé que venimos aquí con un tono de urgencia. Mi madre sólo deseaba protegerme. Lo hizo bien…” — Comentó con un tono algo pensativo, evitando esa nostalgia que había escuchado en el otro felino. Lo miró cubrirse de tierra y prácticamente sonrió sintiendo que estaba con un niño cuando no era así. Sin embargo, resulto altamente refrescante sentirlo. No guardaba ningún tipo de culpa o arrepentimiento, pero, si hubiera podido hacerlo, le hubiera gustado jugar más cuando pudo hacerlo. Los tiempos de caos llegaron a molestarlo a él incluso.
De pronto, todo rastro de culpa o posible arrepentimiento se borró de su semblante y sonrió, sonrió como podría hacerlo n cambiante, con la expresión inamovible en el rostro del animal pero la carcajada en la mente de su compañero. No era la primera vez que veía tal pudor de parte de uno de sus congéneres, pero no dejaba de parecerle entretenido, aunque en la primera ocasión estuviera llorando de dolor practicante y las circunstancias fueran completamente diferentes.
— “Logras hacerme sentir como un descarado.” — Dijo con una risa que de nuevo sólo pudo expresar en su mente. — “Por supuesto que lo sé, es algo que hago desde pequeño, no es como si en alguna ocasión hubiera tenido ropa puesta. Pero quiero que sepas como soy, por si acaso nos encontramos en otra ocasión.” — Aclaró el punto mientras se ponía de pie y se estiraba, alargando lo más posible su cuerpo. Se rascó detrás de la oreja y bostezó. Sería un largo día. — “Yo no tengo mi ropa en algún punto del bosque, si no en mis aposentos, en mi hogar. Vivo lejos de la ciudad, rodeado por una parte de lo que ves a tu alrededor, es un sitio esplendido sin duda. Hay un árbol de grueso tronco que cualquier tigre podría escalar.” —Insinuó las cosas con sutileza, sentándose en sus patas traseras y volviendo a mover la cola. Sentía curiosidad.
Pero hasta ahora aquella urgencia no había aparecido, no cuando acababa de encontrarse con un nuevo compañero de especie, por decirlo de alguna forma. Alexandro era su nombre, nacido alemán y con sangre alemana dentro de sí. Yranné lo escuchaba tranquilamente, con la calma reflejada en todo su cuerpo que seguía tendido igual que como se colocó después de haber bebido agua para bajar la carne consumida. Sentía una extraña empatía hacia aquella criatura, peor era difícil determinar el por qué. No quería creer ser tan superficial como para atribuírselo únicamente a que pertenecían a la misma raza y eran felinos los dos. Deseo tener sus hombros en ese momento, para poder encogerlos y restarle importancia a lo que estaba pensando.
— “¿Escapar? No estoy seguro de si yo podría usar esa palabra, pero sé que venimos aquí con un tono de urgencia. Mi madre sólo deseaba protegerme. Lo hizo bien…” — Comentó con un tono algo pensativo, evitando esa nostalgia que había escuchado en el otro felino. Lo miró cubrirse de tierra y prácticamente sonrió sintiendo que estaba con un niño cuando no era así. Sin embargo, resulto altamente refrescante sentirlo. No guardaba ningún tipo de culpa o arrepentimiento, pero, si hubiera podido hacerlo, le hubiera gustado jugar más cuando pudo hacerlo. Los tiempos de caos llegaron a molestarlo a él incluso.
De pronto, todo rastro de culpa o posible arrepentimiento se borró de su semblante y sonrió, sonrió como podría hacerlo n cambiante, con la expresión inamovible en el rostro del animal pero la carcajada en la mente de su compañero. No era la primera vez que veía tal pudor de parte de uno de sus congéneres, pero no dejaba de parecerle entretenido, aunque en la primera ocasión estuviera llorando de dolor practicante y las circunstancias fueran completamente diferentes.
— “Logras hacerme sentir como un descarado.” — Dijo con una risa que de nuevo sólo pudo expresar en su mente. — “Por supuesto que lo sé, es algo que hago desde pequeño, no es como si en alguna ocasión hubiera tenido ropa puesta. Pero quiero que sepas como soy, por si acaso nos encontramos en otra ocasión.” — Aclaró el punto mientras se ponía de pie y se estiraba, alargando lo más posible su cuerpo. Se rascó detrás de la oreja y bostezó. Sería un largo día. — “Yo no tengo mi ropa en algún punto del bosque, si no en mis aposentos, en mi hogar. Vivo lejos de la ciudad, rodeado por una parte de lo que ves a tu alrededor, es un sitio esplendido sin duda. Hay un árbol de grueso tronco que cualquier tigre podría escalar.” —Insinuó las cosas con sutileza, sentándose en sus patas traseras y volviendo a mover la cola. Sentía curiosidad.
Yranné Salvin- Cambiante Clase Alta
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Fecha de inscripción : 29/04/2014
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