AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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No todos los días se cumplen 50 años... [Privado] [+18]
Aroma a Rosas
GOAR - SOPHIA | HABITACION REAL | NOVIEMBRE |
El aroma a las rosas estaba impregnado en toda la habitación, la doncella me había preparado un baño de rosas, el día había sido agotador y necesitaba reponer mis energías, estirar mi cuerpo y relajar cada centímetro de él, el sol estaba a punto de ocultarse y prontamente llegarían los invitados, a la hora señalada mire del balcón hacia afuera todo estaba iluminado, parecía de ensueño o sacado de un cuento de hadas, abajo en los jardines todos parecían correr afinando los últimos detalles, una alfombra roja se extendía de la entrada hasta los jardines donde se había construido una carpa para albergar a cerca de mil invitados, mas toda la guardia real, era todo un espectáculo, rosas rojas y blancas habían por todo el lugar, simplemente bellísimo adornos sin tanto lujo, al menos así se apreciaba de la ventana de mi habitación – Lady Sophia, Esta listo el baño de rosas le he dejado todo preparado, tiene cerca de hora y media a dos para estar lista cuando usted desee entraran las doncellas a preparar su vestido, peinado y maquillaje – Escuche que me decía gire con una sonrisa en los labios – No sé qué haría sin ti – suspire – planificas todo para que salga perfecto y siempre has estado a mi lado desde aun antes de que quedara viuda, gracias por preparar todo esta fiesta te has preocupado hasta del mas mínimo detalle, algo que yo no habría podido hacer – me acerque a la habitación contigua, donde la bañera estaba en el centro llena de agua y pétalos de rosas, en su interior - Puedes retirarte, hare sonar la campanilla cuando necesite asistencia para el vestuario, dile a Goar que entre que tengo que afinar últimos detalles con él, además como sabes él será mi pareja esta noche, lo necesito cerca y encubierto la última vez que se celebro una festividad mataron a Zarek… ahora necesitamos estar alerta – Agregué, la doncella asintió en silencio y salió de mi habitación, quite la bata que cubría mi cuerpo y me acerque a la tina de porcelana toque el agua con mis dedos, estaba en su temperatura justa; metí un pie y luego el otro mientras acomode mi cuerpo para sumergirlo en las aguas tibias con aroma a rosas, estire completamente mi cuerpo a lo largo de la bañera, necesitaba detener mi día un momento, analizar lo que había ocurrido. La declaración correspondida entre Goar y yo aquello me tenia exaltada, emocionada y encantada, perfecto era el miedo de alguna vez se había disipado y ahora simplemente necesitaba vivir, darme una oportunidad para conquistar mi vida, Italia y el corazón de aquel hombre que parecía ser de hierro… pero no lo era. El tiempo se detuvo en ese momento me deje llevar como cual gato se acicala lentamente y cada parte de su cuerpo peludo. Los aromas me embrujaban se hacían soñar, imaginar cómo sería ese día y el resto de mis días. Tenía mucho que avanzar mucho que vivir… Tome una pequeña toalla que había sobre la mesa junto a la bañera y mojándola por completo comencé a refregar con total cuidado mis piernas, para así quedar impregnada a rosas, pase de los pies subiendo llegando a la rodilla y luego el muslo, era todo un arte aquello, no había cosa que disfrutara más que un buen baño de rosas para encontrar el amor, - Baño de rosas que con tus aromas embriagas… baño de rosas que con tu aroma enamoras… - repetí aquello varias veces, sin sentido, no estaba pensando simplemente me había dejado llevar - Sublime y sutil – pronuncie mientras volvía a recostarme… Tú trata a toda costa de no hurtarte, Que el sello que nos une es de por vida Y sin tu amor la vida ya es en balde, Pues de tu amor depende que perviva. Mi vida de lo peor se encuentra a salvo Si con lo menos malo ya se muere: Me auguro más a gusto en este estado Que a expensas de tu humor y sus vaivenes. Si acaba con mi vida un solo enredo, ¿Qué daño puede hacerme tu inconstancia? Feliz si soy tu amor, feliz si muero: Que hallazgo tan feliz es mi coartada. Más, ¿Qué hay tan grato que no sufra ofensa? Podrías ser falso y yo sin darme cuenta. Recite un soneto que me había aprendido la primera vez que leí un escrito por mí misma, un soneto que parecía calzar perfecto con lo que sentía… |
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Última edición por Sophia D`Luca el Sáb Nov 28, 2015 11:36 pm, editado 1 vez
Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: No todos los días se cumplen 50 años... [Privado] [+18]
Definitivamente este día resultaba ser por lejos uno de sus días más trabajosos desde que empezó sus faenas encomendadas respecto a la protección de la reina, pero también resultó ser el día más encandilante y lleno de cambios favorables para él, ¿supone entonces que todo bien se debe pagar con esfuerzo? A eso estaba acostumbrado en su vida, así que no era una novedad. Aquella charla con la muchacha había traído consigo tan solo más intrigas y una que otra respuesta, sin embargo no tenía demasiado tiempo para quedarse atrapado en esa disyuntiva, además tenía claro que vendrían más aún nuevos secretos, tenía en su poder dos cartas cerradas y sin abrir, su derecho estaba solo sobre una de ellas. Colocó ambas sobre su mesa de estar y se sentó en el borde su cama un par de minutos en silencio, estaba demasiado sometido a la presión en ese momento, sin embargo la respuesta siempre resultaba la misma para él, seguir adelante, enfrentar la realidad. Se levantó de golpe y tomó su carta, cogió la cuchilla más cercana y cortó el papel, retiro el contenido e inmediatamente comenzó a leerla para sí mismo en total silencio.
El puño se había mantenido cerrado durante toda la lectura, en cuanto terminó aquel descendió de golpe sobre la madera, la cual se cuarteó notablemente, no tenía esa intención, no perdía el control, él no podía, tomó la carta leída y la quemó dentro de la primera lampara que encontró, no estaba rechazando su contenido, simplemente deseaba que no se supiera nada de esto. Estaba consiente de que debía vestirse, su primera intención resultaba tomar la carta de Sophia y no dejarla salir de su cuarto hasta que la leyera, pero no podía hacer eso, ¿sería justo? Estaría arruinando este día tan especial. Un suspiro largo se apoderó del lupino, guardó la carta en el cajón y lo empujó hasta el tope, un día más no haría daño a nadie, al menos eso pensaba. Justo cuando se estaba hundiendo en el tema su puerta sonó. No salió, simplemente respondió que estaría donde se le solicitaba, terminó de retirar los pantalones de servicio de su cuerpo y se colocó los elegidos para la celebración, con tranquilidad falsa se vistió, más no se colocó el abrigo, quedó en camisa, por alguna razón tenía demasiado calor, y no podía identificar si estaba así por lo leído, porqué Sophia debía leer o por lo que se avecinaba a vivir junto a Sophia esta noche. ¿Desde cuándo las emociones resultaban ser tan aberrantes para él? Ahora estaba entendiendo en propia piel lo que Sophia reclamaba y de lo que afirmaba estar agotada, la admiraba por estar en píe aún. El lupino se encargó de llevar todo lo indicado, el puñal escondido por cualquier imprevisto, el pañuelo, las flores y el regalo que había recuperado de entre sus pertenencias más antiquísimas, el collar de su fallecida madre. Se lo otorgaría esta noche a la cambiante. Salió y comenzó su caminata hasta la zona más privada del palacio, cruzó miradas serias con los dos guardias de la entrada, y negó con dureza ante sus cuchicheos, tener la oportunidad de callar cualquier insinuación era menester para ellos, por el momento ahora. Golpeó la puerta una vez frente a ella de aquella forma particular para que estuviera al tanto, aunque estaba seguro que ella estaría ocupada, así que no esperó una respuesta e ingresó, cerró la puerta con seguro y avanzó notando la habitación vacía, sin embargo el sonido del agua le otorgó la información necesaria, dejó el abrigo, las flores y la caja de regalo sobre la cama de la reina para avanzar hacia el cuarto de baño - Sophia, me agarró un poco por sorpresa, pero aquí estoy - Aquello lo mencionó con el aroma impactante sobre sus fosas, no fue hasta que pisó la habitación donde ella estaba para toparse con ese cuadro casi hipnótico, aunque lo esperaba, aquello llamó su atención mucho más de lo que tenía pensando, se acercó a ella y le observó detenidamente - ¿Necesitas que te ayude con la preparación acaso? - Sí, resultaba ser una invitación abierta que tenía esperanza que fuera tomada por ella.
Zarek escribió:Abadinchi...
Si estas leyendo esta carta es por que lo que había temido ha ocurrido, debí advertirte antes pero creí que lo tenia todo bajo control... ¿Pero que es el control cuando no puede controlar ni tus instintos?
Un clan de vampiros me ha estado siguiendo, ni todos mis guardias han podido con ellos, cada vez se acercan mas, quieren derrocarme... quieren el trono... quieren... a Sophia... mi gran tesoro... Ella es mi razón de ser... te preguntaras por que no te avise. Estas en servicio para tu país, no quería interrumpir tu campaña, mandarte a llamar quizás hubiera sido un error ya que te necesito con vida... te estoy protegiendo por que eres el único capaz de cuidar a la reina, eres el mejor de tu especie, y dirán que estoy o estamos locos, pero nuestras especie si pueden vivir en paz, estamos demostrando eso...
¿Que tiene Sophia que la quieren a ella?
Ella posee la llave para abrir el arca, donde se encuentras secretos milenarios... donde existe la fuente de la sabiduría, la iglesia lo quiere... y no solo ella... clanes vampiricos también lo desean... ella no sabe nada y quiero que siga así, pero tu necesitas saber todo. La llave se encuentra en el collar de su transformación felino domestico, el collar posee una gran cantidades de diamantes y el que cuelga es la llave... ¿El lugar? eso te lo dejo a ti... solo te diré que es el lugar del palacio donde mas le gusta a Sophia... en el centro...
Cuídala con tu propia vida... cuídala a ella y a Serena... esa pequeña puede ser difícil de tratar, pero la crié así para que pudiera sobrevivir a solas... pero sigue siendo una niña... recuerda eso y perdóname por darte tantas responsabilidades...
Pero de algo estoy seguro... la llegaras Amar tanto como yo... ¿Porque lo se? por que te conozco...
Cuidalas...
Posdata: Si Sophia no lee la carta... léesela tú a ella... no dice nada de Serena... aún... llevo años planificando esto... y prometo hacerte saber todo a su tiempo...
Por una amistad que supero los prejuicios de nuestras razas
Zarek...
El puño se había mantenido cerrado durante toda la lectura, en cuanto terminó aquel descendió de golpe sobre la madera, la cual se cuarteó notablemente, no tenía esa intención, no perdía el control, él no podía, tomó la carta leída y la quemó dentro de la primera lampara que encontró, no estaba rechazando su contenido, simplemente deseaba que no se supiera nada de esto. Estaba consiente de que debía vestirse, su primera intención resultaba tomar la carta de Sophia y no dejarla salir de su cuarto hasta que la leyera, pero no podía hacer eso, ¿sería justo? Estaría arruinando este día tan especial. Un suspiro largo se apoderó del lupino, guardó la carta en el cajón y lo empujó hasta el tope, un día más no haría daño a nadie, al menos eso pensaba. Justo cuando se estaba hundiendo en el tema su puerta sonó. No salió, simplemente respondió que estaría donde se le solicitaba, terminó de retirar los pantalones de servicio de su cuerpo y se colocó los elegidos para la celebración, con tranquilidad falsa se vistió, más no se colocó el abrigo, quedó en camisa, por alguna razón tenía demasiado calor, y no podía identificar si estaba así por lo leído, porqué Sophia debía leer o por lo que se avecinaba a vivir junto a Sophia esta noche. ¿Desde cuándo las emociones resultaban ser tan aberrantes para él? Ahora estaba entendiendo en propia piel lo que Sophia reclamaba y de lo que afirmaba estar agotada, la admiraba por estar en píe aún. El lupino se encargó de llevar todo lo indicado, el puñal escondido por cualquier imprevisto, el pañuelo, las flores y el regalo que había recuperado de entre sus pertenencias más antiquísimas, el collar de su fallecida madre. Se lo otorgaría esta noche a la cambiante. Salió y comenzó su caminata hasta la zona más privada del palacio, cruzó miradas serias con los dos guardias de la entrada, y negó con dureza ante sus cuchicheos, tener la oportunidad de callar cualquier insinuación era menester para ellos, por el momento ahora. Golpeó la puerta una vez frente a ella de aquella forma particular para que estuviera al tanto, aunque estaba seguro que ella estaría ocupada, así que no esperó una respuesta e ingresó, cerró la puerta con seguro y avanzó notando la habitación vacía, sin embargo el sonido del agua le otorgó la información necesaria, dejó el abrigo, las flores y la caja de regalo sobre la cama de la reina para avanzar hacia el cuarto de baño - Sophia, me agarró un poco por sorpresa, pero aquí estoy - Aquello lo mencionó con el aroma impactante sobre sus fosas, no fue hasta que pisó la habitación donde ella estaba para toparse con ese cuadro casi hipnótico, aunque lo esperaba, aquello llamó su atención mucho más de lo que tenía pensando, se acercó a ella y le observó detenidamente - ¿Necesitas que te ayude con la preparación acaso? - Sí, resultaba ser una invitación abierta que tenía esperanza que fuera tomada por ella.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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Re: No todos los días se cumplen 50 años... [Privado] [+18]
Aroma a Rosas
GOAR - SOPHIA | HABITACION REAL | NOVIEMBRE |
Cuanto tiempo era prudente un baño de rosas el necesario para purificar el alma, un comienzo, lo suficiente para enamorar, dejarme llevar, relajar mi cuerpo de pies a cabeza, mi instinto nato de un felino que busca la perfección, la sutileza en cada acto, el salvajismo que afloraba en mi piel, estire mi cuerpo sintiendo como todos mis músculos se movían lentamente uno que otro hueso se acomodo y sentí como el pestillo de la habitación era cerrado, solo una persona tenía el poder de hacer aquello y prontamente sus palabras se hicieron notar en la habitación, gire mi cabeza un poco confusa con lo primero que había dicho - ¿Qué te agarro por sorpresa? – estaba en un trance propio y típico de mi especie el baño era un acto de confianza que solo pocos podían observar… levante una ceja y estire mi brazo haciéndole una seña hacia el – ¿Toda nuestras reuniones serán así? Con un deje de salvajismo, erotismo, donde dejaremos aflorar lo que sentimos… - sonreí y sin quitarle la vista de encima, recorrí con mi mirada de pies a cabeza, se veía diferente, sentía aun así algo extraño en el, algo había cambiado después del almuerzo para bien o para mal. Estire mi mano con la pequeña toalla en ella insinuando que necesitaba ayuda – De ahora en adelante siempre necesitare de tu ayuda mi Guardián, la pregunta es ¿Quieres tu ayudarme? Y no solo con este baño sino necesitare ayuda en mi vida, eres aquello que no deseo perder y que deseo tener por mucho tiempo, nos queda una vida por disfrutar y si aceptas puede ser aun mas – me levante dejando que el agua escurriera por mi cuerpo – ¿Esta noche puede ser mas especial aun de lo que ya es? Y la respuesta es sí, aunque no lo creas he preparado pequeñas cosas de esta festividad, que te involucran… - sonreí – acércate – le hice una seña con mi mano para que viniera hacia mi –Hoy es un nuevo comienzo y como serás parte de él necesito que empieces a conocerme no solo como la reina si no como tu amante, te dejo en libertad de hacer lo que desees. Y te invito formalmente a entrar en mi vida y te aseguro que no te dejare salir tan fácilmente. De ahora en adelante tenemos una vida y un largo camino por recorrer, un largo camino que no será fácil… pero te invito – estire mi mano para alcanzar la suya – a superar todos los prejuicios existentes en este mundo – Y ven aquí y bésame por que tengo miedo de lo que pueda suceder… tengo miedo de no poder soportar todo el peso del mundo tras mi espalda… heme aquí como la mujer que soy… una que no eligió su destino pero en este momento y por primera vez… siento que estoy en el lugar que deseo estar – y así sinceramente del fondo de mi corazón dictaba mi declaración de amor tal vez una diferente, llena de verdades así de la manera más pura que podía presentarme ante el hombre que estaba cambiando mi vida… que entro lentamente y de un momento a otro ha roto todas las puertas para llegar a mí. El atardecer da paso a la temprana noche donde comenzara la celebración antes pensaba que me sentiría sola entre tantos invitados hoy puedo decir que me sentiré en compañía y espero nunca más sentir esa soledad que aun rodeada de gente me consumía – termine por decir, no solía hablar mucho y en ese momento había hablado por todas esas veces que no lo había hecho antes… sentía esa libertad de expresarme sin ser prejuiciada por él ni por nadie, por primera vez en mucho tiempo entendía que nadie pondría en duda mi palabra… a final de cuentas era la reina y soberana de Italia… les gustara o no. |
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Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: No todos los días se cumplen 50 años... [Privado] [+18]
Logremos que hacer el amor se vuelva más intenso en la realidad que en la novelas
Negar que su atención se posaba enteramente en ella definitivamente sería una de las peores mentiras – Que me mandaras a llamar, pero creo que ahora encuentro el sentido a esto – Se acercó para tomar la palma de la cambiante, definitivamente tenía razón al mencionar que el erotismo estaba a flor de piel, de igual manera no podía negar que la culpable del mismo resultaba ser ella, pues le mandó a traer cuando ella estaba tomando un baño – Mientras nuestros encuentros estén cargados de aspectos positivos estará bien, lo preocupante sería que pierdan la gracia o la pasión – Aspiró su aroma con suavidad – Hueles muy fuerte, pero muy bien, ese baño parece ser efectivo - Asintió - ¿Lo estás dudando siquiera, Sophia? Sabes que cuentas con mi apoyo incondicional para todo, y estaré ahí para satisfacer cada necesidad que me competa o que se encuentre al alcance de mis manos, por supuesto que acepto, no tendría manera alguna de poder negarme a lo que más deseo a estas alturas de mi vida, sería estúpido dudar, insensato en todo sentido – Definitivamente no estar con ella, sería igual a arrepentirse el resto de su vida de manera innecesaria, sería un estúpido masoquista, y del peor tipo tratando de alejarla a ella. El lupino se levantó a la misma vez que la cambiante lo hizo, sus palmas como dos imanes se aferraron directamente a los glúteos de su hembra, escucharla entonces tan solo alimentaba aquel fuego interior que no podía ya ser apagado, esta vez no. Se acercó lo más que pudo sin importarle mojar la ropa que debería lucir en un par de horas, se secarían probablemente y sino el abrigo lo cubriría todo para su suerte, tampoco estaba pensando en ello, en ese futuro cercano, su único interés estaba latente en esta realidad inmediata que empezaba a gozar con furor – No quiero ser esta vez yo el que hable mucho – Mencionó tras escucharle del todo, sinceramente estaba enteramente satisfecho con Sophia, con su confesión, estaba seguro que ella estaba a nada de empezar a salir adelante finalmente como él había deseado desde hace mucho, probablemente hubiera ayudado desde antes el confesarse hacia ella también, ¿pero resultaba adecuado? Ya no tenía caso debatirlo internamente – Haré lo que sea para que esta noche sea la mejor de toda tu vida, me arriesgaré sin pensar en nadie más que no seas tú – La elevó por los glúteos mismos de la bañera por completo.
Un giro retiró la figura femenina de su baño, el agua comenzó a chorrear, pero tampoco le interesó, deseaba tomarla ahora mismo, una primera parada se dio en la pared más cercana, así pudo besar sus labios intensamente e incluso morder el inferior, tirar del mismo hasta separar del todo sus rostros para continuar su camino, realmente sentir su cuerpo desnudo era su deleite. Su miembro caliente, erecto y retenido por las prendas no engañaba a nadie, la depositó en la cama y separó sus piernas de inmediato, la observó descaradamente, con esa vulgaridad necesaria que deben poseer los amantes cuando se están amando. Con el mayor cuidado posible se retiró la camisa parcialmente mojada, la tiró a un lado, le observó esta vez directamente al rostro y se fue inclinando lentamente, los primeros besos fueron a parar en el abdomen húmedo de la cambiante, sobre su ombligo, luego en la pelvis, ahí afirmó los muslos con ambas palmas, una última mirada otorgó a la mujer antes de comenzar a utilizar la lengua en el punto más sensible que ella poseía. El aroma de las flores que había utilizado aún estaba fuerte, pero el aroma íntimo de la misma también, su naturaleza le permitía poder sentir ambos aromas en una mezcla diferente, la lengua se escondió para la succión lenta, fue solo un par de minutos, se irguió una vez más logrando escapar de los agarres ajenos, llamó con el dedo a Sophia más luego el mismo le ayudó a elevar el torso, guío con cierta picardía las palmas ajenas hacia su cinturón, aquella zona dejaba expuesta su erección directamente a los ojos de la reina, aquella mala costumbre de siempre querer abrir la boca estaba latente en el lupino, pero guardó silencio, en este tipo de situaciones sus acciones, sus cuerpos y sus sensaciones internas debían hablar por los dos. Aquello resultaba más importante que soltar un pequeño discurso sobre lo mucho que la deseaba, sobre lo mucho que deseaba que le liberara para finalmente unirse a ella, retozar dentro de la misma, sudar a su lado y por su exclusiva causa. Si lograba transmitir eso ayudad de su mirada entonces el trabajo estaba hecho. ¿Les daría tiempo para llegar? ¿Importaba ya? Tenían que presentarse claro, pero bueno, ella era la agasajada, los interesados en hacerlo podían esperarle a ella, resultaba lo correcto aunque para algunos pudiera ser abusivo. Era el momento de ellos.
Un giro retiró la figura femenina de su baño, el agua comenzó a chorrear, pero tampoco le interesó, deseaba tomarla ahora mismo, una primera parada se dio en la pared más cercana, así pudo besar sus labios intensamente e incluso morder el inferior, tirar del mismo hasta separar del todo sus rostros para continuar su camino, realmente sentir su cuerpo desnudo era su deleite. Su miembro caliente, erecto y retenido por las prendas no engañaba a nadie, la depositó en la cama y separó sus piernas de inmediato, la observó descaradamente, con esa vulgaridad necesaria que deben poseer los amantes cuando se están amando. Con el mayor cuidado posible se retiró la camisa parcialmente mojada, la tiró a un lado, le observó esta vez directamente al rostro y se fue inclinando lentamente, los primeros besos fueron a parar en el abdomen húmedo de la cambiante, sobre su ombligo, luego en la pelvis, ahí afirmó los muslos con ambas palmas, una última mirada otorgó a la mujer antes de comenzar a utilizar la lengua en el punto más sensible que ella poseía. El aroma de las flores que había utilizado aún estaba fuerte, pero el aroma íntimo de la misma también, su naturaleza le permitía poder sentir ambos aromas en una mezcla diferente, la lengua se escondió para la succión lenta, fue solo un par de minutos, se irguió una vez más logrando escapar de los agarres ajenos, llamó con el dedo a Sophia más luego el mismo le ayudó a elevar el torso, guío con cierta picardía las palmas ajenas hacia su cinturón, aquella zona dejaba expuesta su erección directamente a los ojos de la reina, aquella mala costumbre de siempre querer abrir la boca estaba latente en el lupino, pero guardó silencio, en este tipo de situaciones sus acciones, sus cuerpos y sus sensaciones internas debían hablar por los dos. Aquello resultaba más importante que soltar un pequeño discurso sobre lo mucho que la deseaba, sobre lo mucho que deseaba que le liberara para finalmente unirse a ella, retozar dentro de la misma, sudar a su lado y por su exclusiva causa. Si lograba transmitir eso ayudad de su mirada entonces el trabajo estaba hecho. ¿Les daría tiempo para llegar? ¿Importaba ya? Tenían que presentarse claro, pero bueno, ella era la agasajada, los interesados en hacerlo podían esperarle a ella, resultaba lo correcto aunque para algunos pudiera ser abusivo. Era el momento de ellos.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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Re: No todos los días se cumplen 50 años... [Privado] [+18]
Tomame es una orden
GOAR - SOPHIA | HABITACION REAL | NOVIEMBRE |
“Haré lo que sea para que esta noche sea la mejor de toda tu vida, me arriesgaré sin pensar en nadie más que no seas tú”, me quede con sus palabras en mi cabeza que llenaban de gozo mi alma que triunfante estaba en ese momento, no era que necesitara de su ayuda para hacer todo, pero lo quería de esa manera, ocultaba muchas cosas a todo el mundo pero ante Goar no podía hacerlo, era eso que deseas y puedes tener en ese preciso momento ¿Por qué detener lo inminente? ¿Por qué ocultar el deseo? No había excusa, no tendría palabras para detener a las bestias que habitaban en los cuerpos de ambos, el y yo nadie mas éramos cómplices del deseo latente que subía lentamente. Mi cuerpo quedo pegado al de él, poco me importo su atuendo, poco me importo el tiempo que estuviera, el anfitrión nunca llegaba a la hora, la música comenzaba a sonar, los invitados iban llegando para esperar a su reina que antes de cualquier cosa necesitaba satisfacer sus deseos carnales, liberar al lobo y liberarse a ella misma, pase mis piernas por su cintura, dejando que me elevara de manera lenta, tras mi espalda sentí el acolchado de la cubierta de la cama, y el éxtasis se elevo ante sus besos, mi cuerpo lo esperaba con ansias, excitado, ansioso, me aferre de la colcha mientras sentía su lengua jugar en mi intimidad todo en mi se engrifo ante aquel acto, mordí mi labio intentando ocultad lo que era evidente, e deseo carnal, la temperatura subía todo en ese momento era erotismo puro. Mis manos fueron a dar a su cinturón, atrevidamente pase mi mano por el bulto escondido tras la tela dándole un apretón sintiendo aquella dureza que se hacía notar, esta vez ya era diferente, con un poco de agilidad desabroche su cinturón, baje el cierre del pantalón con cuidado y deje al descubierto su interior, lo mire de igual forma que el clavaba sus ojos en mi, con deseo salvaje, introducir mi mano hasta llegar a su virilidad y la apreté con fuerzas, arquee mi espalda al sentir lo ardiente y dura que se encontraba, mi entrepiernas se humedeció de sobre manera al sentirlo, mi boca se hizo agua, con mi mano libre fui a parar hasta su nuca y lo acerque hacia mi cuerpo, mientras la otra masajeaba su erección, lenta y fuertemente, no eran necesarias las palabras cuando los cuerpos hablaban por si solos, en un comienzo sentimos el deseo que nos hacia caer en la lujuria de poseer y ser poseída, agarre su labio inferior entre mis dientes de manera fuerte atrayéndolo sobre mi piel desnuda, su cuerpo ardía todo en el era fuego puro, sin soltar su miembro con la otra mano le ayude a bajar el pantalón, algo apresurado, el tiempo pasaba y ansiaba sentirlo dentro de mí, lo libere completamente y me corrí hacia atrás llegando a la cabecera de la cama con un gesto convencional lo llame hacia mi – Ven – susurre seductoramente, no tardo en estar sobre mi cuerpo, busque sus labios, entre mordidas y besos fui bajando mis manos en busca de su gran miembro pase mi dedo desde la cabeza hasta el tronco envolviendo con mi mano apretando y sintiendo, guiándolo a mi entrepiernas que húmeda se encontraba, jugando ahí en la entrada, en el monte de Venus, masajeando su virilidad contra la mía sin penetrar elevando aun mas las ganas… mi respiración comenzaba agitarse mi cuerpo comenzaba a llamarlo, era el invitado a mi vida y al interior de mi… no había vuelta atrás yo quería ser poseída y el poseer, mis uñas se estiraron como cual gato queriendo aferrar a su presa y mi mano suelta a su espalda fue a parar, mi instinto animal salía a flote… - Tómame… que ya no hay vuelta atrás – mencione jugando en sus labios, mordiéndolo, lentamente… |
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Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: No todos los días se cumplen 50 años... [Privado] [+18]
Justo cuando ya se encontraba sobre ella, tras haber presenciado su llamada, sus oídos desarrollados le permitieron escuchar el inicio de la ceremonia, eso realmente no lograba distraerle. La mano que le estimulaba captaba toda su atención, debido a la sensación de placer que lentamente se hinchaba dentro de él. En cuanto se colocó presto para la roce se agenció de las palmas ajenas, colocó ambas hacia los lados de la cabeza femenina, entrelazó sus dedos y la sostuvo contra el colchón, le sostuvo la mirada en todo momento, y fue entonces cuando por fin, aquello se consumó, tantos meses en silencio, tanto tiempo reprimiendo el deseo, pero ahora retozando dentro de la humedad caliente de la cambiante todo aquello parecía borrarse en un segundo, sus parpados cayeron lentamente ante los primeros atisbos de movimiento que su cintura generaba para impactar el cuerpo ajeno, el vaivén inició lento, así como sus labios sobre los ajenos, los cuales se resbalaron por el mentón hasta quedar en el cuello – Nuestra única salida valida siempre fue estar juntos – Aquella conclusión no resultaba ser acaso la más pura de las verdad, definitivamente lo era. El movimiento rectilíneo del lupino se vio acrecentado notoriamente en cuanto terminó de pronunciar esas palabras. Colocó las palmas de la cambiante sobre su cabeza, sobre sus cabellos mojados que se encontraban extendidos y algunos enredados por el acto. Con solo una palma mantuvo bajo su poder a su pareja, no es algo que ciertamente el lupino notara o hiciera a propósito, pero dentro de las sábanas sin duda su postura de alfa parecía nacer de manera innata y pasar desapercibida por él como si fuera algo completamente natural. Su palma derecha, la libre, fue a parar sobre el rostro ajeno, lo acarició lo mejor pudo teniendo en cuenta el hecho de que el cuerpo femenino se sacudía y no muy suavemente ante cada estocada que le otorgaba, cada estocada que generaba satisfacción, esperaba que para ambos por igual, lamio sus propios labios antes de colocar el dedo gordo sobre el labio inferior ajeno y estirar este levemente, definitivamente se consumía mejor observando el rostro de placer que él estaba generando. Se inclinó sobre ella juntando un poco más sus cuerpos, liberó sus palmas para sostenerse con las propias, colocándolas sobre el colchón, besó sus labios intensamente mientras se acomodaba mejor aún entre las piernas que le rodeaban, ya más cómodo
Comenzó a sacudir su cuerpo de tal manera que la gran cama comenzó a golpear con sus altas estructuras de madera la pared, no le importaba, en ese momento no podía pensar en nada más que poseerla de la manera más natural que poseen los humanos con rasgos salvajes como ellos dos, con esa cota de agresividad implícita que no puede ser acallada. No tenía para nada el control del tiempo, sus acciones resultaban ser guiadas por el instinto no tenía otra manera de comportarse ahora mismo. En cierto punto se separó de ella, no porque hubieran terminado, quedaba demasiado aún, se colocó de lado guiando la figura ajena también, estiró la pierna femenina que estaba por encima hacia atrás y empujó su propia pelvis hacia adelante para ingresar una vez más pero esta vez de lado, su mano izquierda se aferró a la cabellera ajena y la derecha le abrazó en media luna hasta aferrar uno de sus senos, las embestidas no se hicieron esperar y una vez más se apoderando del placentero espectáculo. Ahora no golpeaba tanto el cuerpo ajeno por la posición, pero se juntaba lo máximo posible para que la cambiante pudiera sentir toda la extensión de su falo, definitivamente variar las posiciones traía consigo un efecto satisfactorio que si le preguntara no podría definir con palabras, ¿quizás explorar todos los ángulos de su mujer? Aquello sonaba demasiado cliché. No estaba pasando por su mente el hecho de que al estar haciéndole el amor a Sophia ni por un segundo se cruzaba en su mente el tema de Serena, de su amigo, los enemigos de la corona, los peligros que podrían ocurrir esta noche, absolutamente nada negativo, ¿ahí se encontraba la magia entonces? ¿La verdad felicidad? Dicen que el sexo es la unión completa de dos seres, otros simplemente un método de reproducción, los más libidinosos afirman que es un método de infinito para obtener placer, en este caso, Goar encontraba paz simplemente al compartir lo más íntimo con la persona que amaba, su verdad siempre tiene más peso que cualquier verdad ajena, y si bien no la otorga como absoluta, es definitivamente por la cual se guía y actúa, lucha y defiende. Siempre fue así y no habría nada que le hiciera cambiar al menos en ese aspecto, Sophia resultaba ser parte de su realidad, con aquello estaba más que claro la relevancia de sus ideales y creencias.
Comenzó a sacudir su cuerpo de tal manera que la gran cama comenzó a golpear con sus altas estructuras de madera la pared, no le importaba, en ese momento no podía pensar en nada más que poseerla de la manera más natural que poseen los humanos con rasgos salvajes como ellos dos, con esa cota de agresividad implícita que no puede ser acallada. No tenía para nada el control del tiempo, sus acciones resultaban ser guiadas por el instinto no tenía otra manera de comportarse ahora mismo. En cierto punto se separó de ella, no porque hubieran terminado, quedaba demasiado aún, se colocó de lado guiando la figura ajena también, estiró la pierna femenina que estaba por encima hacia atrás y empujó su propia pelvis hacia adelante para ingresar una vez más pero esta vez de lado, su mano izquierda se aferró a la cabellera ajena y la derecha le abrazó en media luna hasta aferrar uno de sus senos, las embestidas no se hicieron esperar y una vez más se apoderando del placentero espectáculo. Ahora no golpeaba tanto el cuerpo ajeno por la posición, pero se juntaba lo máximo posible para que la cambiante pudiera sentir toda la extensión de su falo, definitivamente variar las posiciones traía consigo un efecto satisfactorio que si le preguntara no podría definir con palabras, ¿quizás explorar todos los ángulos de su mujer? Aquello sonaba demasiado cliché. No estaba pasando por su mente el hecho de que al estar haciéndole el amor a Sophia ni por un segundo se cruzaba en su mente el tema de Serena, de su amigo, los enemigos de la corona, los peligros que podrían ocurrir esta noche, absolutamente nada negativo, ¿ahí se encontraba la magia entonces? ¿La verdad felicidad? Dicen que el sexo es la unión completa de dos seres, otros simplemente un método de reproducción, los más libidinosos afirman que es un método de infinito para obtener placer, en este caso, Goar encontraba paz simplemente al compartir lo más íntimo con la persona que amaba, su verdad siempre tiene más peso que cualquier verdad ajena, y si bien no la otorga como absoluta, es definitivamente por la cual se guía y actúa, lucha y defiende. Siempre fue así y no habría nada que le hiciera cambiar al menos en ese aspecto, Sophia resultaba ser parte de su realidad, con aquello estaba más que claro la relevancia de sus ideales y creencias.
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Tomame es una orden
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Hacer el amor no solo era aquel acto sexual que tan placentero se sentía, era más que eso, podría definirlo… Hacer el amor es abrir tu alma a la persona opuesta, dejarla entrar en tu vida demostrarle que no todo es lo que se ve a simple vista si no que hay mas, hay sentimientos y emociones, hay verdades que no se pueden ocultar y existen mentiras que salen a la luz… hacer el amor es la entrega total, la aceptación de uno mismo siendo poseído por el otro… hacer el amor no es un acto de placer es algo que día se va cultivando y nosotros sin saber lo que estábamos haciendo habíamos cultivado amor por largo tiempo buscando el momento adecuado para entregarnos el uno al otro… hacer el amor era la entrega… total… me aferre de las sabanas con fuerzas cuando mi cuerpo era envestido de aquella manera tan fuerte, que hacia vibrar no solo mi cuerpo, mi cama, mi mundo, mi todo, nuestros cuerpos unidos en unisón, parecían hechos para el otro, calzaban de manera perfecta, lamí y mordí su dedo de manera sensual, desesperada, excitada, no le quite la vista de encima, me satisfacía ver que disfrutaba de aquello. El ruido de la habitación se mezclaba con la música que en lejanía sonaba… el tiempo en ese momento seria eterno porque era lo que habíamos esperado. Contraje levemente los músculos de mi pelvis, de mi intimidad para apretar su virilidad que entraba y salía, cada segundo quedaba más húmeda que la anterior arremetida… sus labios eran ya míos y los proclamaba para mí desde ahora en adelante. El calor aumentaba entre nuestros cuerpos, que sudorosos comenzaban a estar, con su ayuda quede de lado , encorvé mi espalda y sentí como volvía a entrar, esta vez tocaba lo más profundo de mi interior, removiendo todo a su paso, no podía aguantar y lentamente los gemidos comenzaron hacerse presentes, parecían leves maullidos cuando su mano agarro mi seno sentí ese placer inexplicable, me hice para atrás para que fuéramos solo una figura en movimiento, mis gemidos aumentaban a medida que las embestidas seguían, el deleite aumentaba y nuevamente comencé a contraer mis músculos interiores, apretando con suavidad su miembro erecto que parecía estar cada vez más duro, más caliente, lleve mi mano hacia la que tenia sujeto mi seno y ahí apreté con fuerzas para que no se detuviera… porque aquello detonaba en mi mil sensaciones, nuevas, ocultas tal vez olvidadas… otro gemido reprimido con la satisfacción del momento… - Goar – su nombre de mis labios salió… no podía decir nada mas el vaivén del placer continuaba y con ello mis sentidos aumentaban, cada roce era aumentado… escuchaba su corazón muy cerca… su respiración agitada era la música que necesitaba oír… con la mano que quedo atrapada agarre mi otro seno y comencé a apretarlo, dejándome llevar con los movimientos… los gemidos se reprimían con mi respiración agitada, de mi entrepierna sentía como la humedad aumentaba, la fricción, me enloquecía… quería mas… guie su mano izquierda hacia abajo… pasando por mi abdomen llegando más abajo no la solté… le oriente a seguir ahí donde el detonante del placer se ocultaba mi mano sobre la suya tocaron mi humedad y me dedique a estimular el clítoris mi cuerpo sentía los estragos de aquello, simplemente me enloquecía… deje que el siguiera en conjunto con las embestidas… cometíamos el pecado más placentero del mundo… Mi cuerpo reaccionaba con cada movimiento, con cada estimulación… deseaba que me mordiera… que me tomara de mil formas que lo necesitaba… lo deseaba… lo quería y lo amaba… |
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En cuanto escuchó su nombre se encendió aún más – Sophia – Respondió casi de inmediato, le dejo tocar aquella zona de su cuerpo hasta que le relevó en la actuación, pasó su brazo por debajo de la cintura ajena y lo elevó logrando hacerse así de los senos, estrujó repetidas veces ambos encargándose de aplicar mayor presión justo sobre los pezones erectos de la cambiante. Su mano izquierda por otro lado estimulaba de forma circular y ejerciendo ligera presión sobre el clítoris de la reina, él tan solo podía notar como con los minutos su amada se encendía más y más, aquello se traducía en la humedad que estaba emanando ella, causa de estar dentro de la misma - ¿Cómo te gustó más? – Refiriéndose al cambio de posiciones que habían realizado, sin duda de esta manera tenía más acceso a las diferentes zonas erógenas del cuerpo femenino y podía otorgarle más sensaciones a la vez. Pero la comunicación sobre todo en aspectos sexuales es sin duda fundamental para llevar el sexo a su tope máximo si es que realmente aquello existe, ¿los límites del placer? Seguro que los humanos podían gozar menos tiempo que ellos dos debido a su condición sobrenatural, como fuera, a su lado seguramente descubriría todo aquello y más. En un punto de la penetración con ambas palmas sujetó sus caderas y las sostuvo fuerte, entonces impulsándose con fuerza una y otra vez inicio una serie de embestidas profundas y rudas contra los glúteos y el coxis ajeno, fue veloz, aproximadamente unas cincuenta idas y venidas, a penas y pasaron del medio minuto, aquello solo lo podía otorgar aquella capacidad sobrehumana que tenía como lupino. Se detuvo de golpe y la observó - ¿Más? – Sí, estaba permitiéndose ser juguetón con ella, probablemente Sophia conocería aspectos más recónditos de él ahora que compartían esa intimidad más profunda aún. Introdujo lentamente los dedos dentro de las fauces ajenas por unos segundos luego los bajo hasta el pecho humedeciéndolo aún más. Tenían que hacerlo de aquella forma, aunque fuera muy común, resultaba su favorita sobremanera. Elevó el cuerpo ajeno hasta tenerlo frente al propio, ambos sostenidos por las rodillas en la cama, frente a frente, la besó intensamente, la estrujó con fuerza, como si no se fueran a ver en un buen rato, y en teoría así sería, ¿o no? En un pequeño giro de su rostro pudo notar el gran espejo, uno de los tantos de la habitación.
La hizo girar lentamente hasta que sus ojos se despegaron, la recostó a medias y elevó sus glúteos para dejarlos dispuestos hacia él, se apostó detrás de ella, la misma inercia dejo el miembro entre los glúteos de la cambiante, la palma derecha del lupino viajó por la espalda ajena hasta tomar los cabellos mojados femeninos, los enrolló lentamente entre su puño derecho, con su mano izquierda se ayudó a introducir el falo dentro de su vagina una vez más y este se posó en la cadera para aferrarla, de esta manera no tiraría tanto de su cabellera al momento de que inicie nuevamente. Goar sonrió sabiendo que ella podía ver tras el espejo y él verla a ella, no perdería de vista así su rostro de placer. Una vez más las embestidas iniciaron primero lento, dejaba todo su miembro dentro de ella y se mantenía ahí adrede, aunque aquello quizás fuera también una tortura para él. Motivo por el cuál quizás aquello no duró mucho más y una vez más la cama comenzó a sacudirse aunque esta vez ya no golpeaba la pared debido a que se encontraban en la posición opuesta a la madera, se encontraban en posición a los anchos de la cama, pero el suelo, él podía escuchar como las patas de la mesa se frotaban incesablemente con la superficie alfombrada, aparentemente había olvidado que el sexo es una mezcla de pasiones, sentimientos, sensaciones y sonidos. Todo puro estimulo que se beneficia entre sí con un fin en particular, el placer, o la satisfacción. Con el paso de los minutos fue dejando cada vez más su cuerpo ceder lento hasta que tuvo acceso a la zona del busto, con ambas palmas apretó ambos entre sí por unos instantes, jugó como un niño que recién descubre los soldados de madera, estrujó sus pezones entre el largo de sus dedos, las embestidas por naturaleza redujeron su velocidad debido a la posición pero resultaban por suerte constante y con buen ritmo. Desde su posición recogió todo el cabello de la cambiante y lo enrolló en una sola cola que sostenía con su puño cerrado apenas, una palma en medio de sus omóplatos y las embestidas una vez más agarraron su cauce furioso, placentero, generoso y erótico por naturaleza. Aquel sonido difícil de esconder de su pelvis chocando contra los enrudecidos glúteos de la fémina se repetía una y otra vez como una andanada de disparos.
La hizo girar lentamente hasta que sus ojos se despegaron, la recostó a medias y elevó sus glúteos para dejarlos dispuestos hacia él, se apostó detrás de ella, la misma inercia dejo el miembro entre los glúteos de la cambiante, la palma derecha del lupino viajó por la espalda ajena hasta tomar los cabellos mojados femeninos, los enrolló lentamente entre su puño derecho, con su mano izquierda se ayudó a introducir el falo dentro de su vagina una vez más y este se posó en la cadera para aferrarla, de esta manera no tiraría tanto de su cabellera al momento de que inicie nuevamente. Goar sonrió sabiendo que ella podía ver tras el espejo y él verla a ella, no perdería de vista así su rostro de placer. Una vez más las embestidas iniciaron primero lento, dejaba todo su miembro dentro de ella y se mantenía ahí adrede, aunque aquello quizás fuera también una tortura para él. Motivo por el cuál quizás aquello no duró mucho más y una vez más la cama comenzó a sacudirse aunque esta vez ya no golpeaba la pared debido a que se encontraban en la posición opuesta a la madera, se encontraban en posición a los anchos de la cama, pero el suelo, él podía escuchar como las patas de la mesa se frotaban incesablemente con la superficie alfombrada, aparentemente había olvidado que el sexo es una mezcla de pasiones, sentimientos, sensaciones y sonidos. Todo puro estimulo que se beneficia entre sí con un fin en particular, el placer, o la satisfacción. Con el paso de los minutos fue dejando cada vez más su cuerpo ceder lento hasta que tuvo acceso a la zona del busto, con ambas palmas apretó ambos entre sí por unos instantes, jugó como un niño que recién descubre los soldados de madera, estrujó sus pezones entre el largo de sus dedos, las embestidas por naturaleza redujeron su velocidad debido a la posición pero resultaban por suerte constante y con buen ritmo. Desde su posición recogió todo el cabello de la cambiante y lo enrolló en una sola cola que sostenía con su puño cerrado apenas, una palma en medio de sus omóplatos y las embestidas una vez más agarraron su cauce furioso, placentero, generoso y erótico por naturaleza. Aquel sonido difícil de esconder de su pelvis chocando contra los enrudecidos glúteos de la fémina se repetía una y otra vez como una andanada de disparos.
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¡Dame Mas!
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Como si fuera poco Goar se atrevía a preguntar si quería mas, ¿Acaso era necesaria una respuesta ante tal acto? No podía negar que ni en sueños había imaginado esta escena que parecía perturbadora si la veía hace un tiempo atrás… pero el presente había que disfrutarlo, y el mi guardián era mi presente, nadie podía quitarme aquello que me pertenecía por mis propios méritos, él, de egoísta podrían tacharme por querer que solo fuera para mi, por que así era, y así seria. – Dame todo… mi guardián… todo – entre suspiros salieron aquellas palabras, que con el poco aire que estaba en mis pulmones pude recitar, si gritara tal vez, alguien oyera pero no me importaba la música opacaría mis gritos, unos que estaban llenos de placer, unos que solo eran la entrega de mi cuerpo y mi alma, sus embestidas hacían vibrar todo mi cuerpo, cada centímetro de mi piel se erizaba con las caricias, mis pezones duros disfrutaban de su agarre, mi respiración cortada era un cántico para mis oídos, mas lo era su respiración que retumbaba en mis oídos, su virilidad extendida y calurosa, podría sentirla palpitar levemente en mi interior, chocar con lo más profundo de mis entrañas, y el placer aumentaba cada segundo. Un leve grito se escapo de mis labios cuando por escasos segundos habíamos detenido la penetración, más nunca el acto sexual. Lo bese con toda la intensidad que tenía, deseaba mas lo deseaba todo. Clave mi vista en el espejo sin dejar de observarlo, su rostro placentero me encendía aun mas, ¿Podía llegar más adentro? Al parecer si, apoyada de mis rodillas y con mis brazos estirados afirmando mi cuerpo de las sabanas, apreté con fuerzas aguantando la respiración, aumentando mi propio clímax, que con las embestidas me hacían volar, desear, el sonido de ambos cuerpos chocando me inquietaba comencé apretar mis glúteos lentamente mientras el entraba y salía éramos fuego en ese momento, donde afloraban nuestros instintos salvajes y sexuales, cerré mis ojos por unos segundos mis jadeos iban en aumento sentir su piel en contacto con la mía era una verdadera explosión de sensaciones, cada una mejor que la otra. Mi cuerpo comenzó a moverse al ritmo de las embestidas, levante más mis caderas, sintiendo como entraba, sintiendo como mis fluidos lubricaban cada vez más, invitándolo a seguir, ¿Podría aguantar más? No lo sabía, seguí apretando mis glúteos y mis músculos interiores para aprisionar su virilidad, un juego de que te dejo entrar pero no salir… prácticamente no quería que saliera ni de mi vida, ni de mi interior – aaaahh – grite iba a ir en aumento y deje caer mi cabeza para morder las colchas de mi cama para ahogar el grito de placer que me hacía sentir, mi cuerpo comenzaba a contraerse, a medida que las embestidas aumentaban… - Dame mas – grite mordiendo las sabanas y clave mis ojos en el espejo buscando los ajenos, penetrando con aquella mirada de placer… |
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No se trataba exactamente de obediencia, tampoco de manera unitaria respecto a satisfacer los deseos de su reina, su mujer, su protegida, se guiaba por la sensación de placer y de satisfacción que el acto generaba en sí, que por igual extendía las sensaciones similares a los dos actores de la función. El cuerpo del lupino se mantenía ese vaivén constante que no permitía se enfriara el ambiente, una y otra vez, y otra vez, el sonido seco y aparentemente infinito de los glúteos ajenos chocando contra su pelvis una y otra vez se apoderaba de la acústica ambiental junto a la cama forcejeando inútil contra la fuerza bruta de las embestidas que el licántropo otorgaba con desmesura a su amante. Empezaba a descubrir el rubio que las reacciones sonaras de Sophia le excitaban bastante, o dicho de otra manera, le agradaban demasiado y por alguna razón parecía cada vez que le escuchaba, tener más deseo de volver a escucharle, de sentir la emisión de su voz de aquella manera tan perdida. Fue como durante las embestidas se retuvo levemente para poder sujetar de una manera más precisa los pezones de la hembra, con las yemas de sus comenzó a presionar las porciones de grasa, y tiró de ellas lentamente hacia los costados, tan solo buscando tantear la reacción ajena, quería escucharla gemir, reaccionar ante sus estímulos o travesuras. Se recostó un poco más sobre la espalda ajena para pasar a morder su hombro repetitivas veces mientras su brazo se estiraba hacia abajo colocando así la palma sobre su pelvis, los dedos largos alcanzaban justos el clítoris expuesto de la fémina, así los estimuló en círculos aplicando la presión suficiente para generar la sensación placentera deseada, las embestidas continuadas bajaron su fuerza, sin embargo ahora resultaba ser más profundas, empujando todo el falo dentro de la cavidad vaginal, por instantes dejando el miembro al completo dentro de ella para que pudiera sentirle del todo – Quiero escucharte, Sophia – Le susurró muy cerca de la oreja, para luego morder suavemente el lóbulo de la misma tirando de este, dando la posición que tenía ella no podía acceder a su rostro del todo, pero se conformaba, pasó a morder varias veces el lóbulo más luego bajo por el cuello repartiendo las mordidas que tan solo buscaban encender el cuerpo de la cambiante, predisponerlo aún más y colocarla más sensible ante sus acciones, ese era su objetivo.
Se levantó lentamente dejando las uñas sobre los omoplatos de la cambiante, así lentamente dejando una marca superficial de las uñas, diez rayas blanquecinas sobre la piel, por todo el largo de la espalda hasta que llegaron sus palmas una vez más hacia la cintura de Sophia donde se aferraron para continuar las embestidas – Debo de haber perdido la cuenta respecto a todas las veces que ocurrió en mi mente – Esos recuerdos de deseo tan solo le excitaban más teniendo en cuenta que finalmente veía consumido aquello que anhelada pero que callaba por varias razones en particular que ciertamente ahora se encontraban desechadas por completo y no había manera de negarlo. Así se mantuvieron por lagos minutos pero el lupino se detuvo – Es tu turno – Pronunció antes de recostarse en la cama y atraer la figura ajena, le dio el espacio suficiente para que pueda montar sobre él, le ayudó a acomodarse sujetando sus caderas, de aquella manera tenía acceso a casi prácticamente toda su figura y podía degustar al completo del cuerpo de la fémina que le encendía constante a pesar de tener cada parte de su cuerpo desnudo ya marcado dentro de su memoria fotográfica que jamás le fallaba, subió las palmas lentamente por el abdomen ajeno acariciando, presionando levemente hasta llegar a los senos, los apretó con una fuerza media, los estrujó entre sí, empujando las esferas carnosas contra el pecho femenino. Se encontraba completamente excitado y con la mente en cualquier lugar menos en sus problemas o responsabilidades, Sophia había conseguido por primera vez hacerle olvidar absolutamente todo lo que le mantiene en un estado de estrés, ya sea leve o no, pero tensionado de alguna manera, ahora mismo nada de aquello le estaba fastidiado, se encontraba en paz, lleno de lujuria y sudado, pero complacido. Estaba deseando en ese mismo momento no tener que asistir al baile, ni al banquete, tan solo quedarse en esa habitación a solas con ella el resto de la noche, sería sin duda una situación perfecta y mucho más cómoda y placentera para él, pero en el fondo sabía que debían asistir quieran o no, debían de y no había otra forma de culminar la noche, su consuelo estaba en poder disfrutar del todo este encuentro sexual y tratar de prolongarlo lo máximo posible, para que los pudieran así disfrutar del uno del otro sin tapujos o restricciones.
Se levantó lentamente dejando las uñas sobre los omoplatos de la cambiante, así lentamente dejando una marca superficial de las uñas, diez rayas blanquecinas sobre la piel, por todo el largo de la espalda hasta que llegaron sus palmas una vez más hacia la cintura de Sophia donde se aferraron para continuar las embestidas – Debo de haber perdido la cuenta respecto a todas las veces que ocurrió en mi mente – Esos recuerdos de deseo tan solo le excitaban más teniendo en cuenta que finalmente veía consumido aquello que anhelada pero que callaba por varias razones en particular que ciertamente ahora se encontraban desechadas por completo y no había manera de negarlo. Así se mantuvieron por lagos minutos pero el lupino se detuvo – Es tu turno – Pronunció antes de recostarse en la cama y atraer la figura ajena, le dio el espacio suficiente para que pueda montar sobre él, le ayudó a acomodarse sujetando sus caderas, de aquella manera tenía acceso a casi prácticamente toda su figura y podía degustar al completo del cuerpo de la fémina que le encendía constante a pesar de tener cada parte de su cuerpo desnudo ya marcado dentro de su memoria fotográfica que jamás le fallaba, subió las palmas lentamente por el abdomen ajeno acariciando, presionando levemente hasta llegar a los senos, los apretó con una fuerza media, los estrujó entre sí, empujando las esferas carnosas contra el pecho femenino. Se encontraba completamente excitado y con la mente en cualquier lugar menos en sus problemas o responsabilidades, Sophia había conseguido por primera vez hacerle olvidar absolutamente todo lo que le mantiene en un estado de estrés, ya sea leve o no, pero tensionado de alguna manera, ahora mismo nada de aquello le estaba fastidiado, se encontraba en paz, lleno de lujuria y sudado, pero complacido. Estaba deseando en ese mismo momento no tener que asistir al baile, ni al banquete, tan solo quedarse en esa habitación a solas con ella el resto de la noche, sería sin duda una situación perfecta y mucho más cómoda y placentera para él, pero en el fondo sabía que debían asistir quieran o no, debían de y no había otra forma de culminar la noche, su consuelo estaba en poder disfrutar del todo este encuentro sexual y tratar de prolongarlo lo máximo posible, para que los pudieran así disfrutar del uno del otro sin tapujos o restricciones.
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Goar
GOAR - SOPHIA | HABITACION REAL | NOVIEMBRE |
Existían lugares, momentos, escenas, libros, historias que podían traer al recuerdo muchas situaciones, bellas y no tanto. Ahí en pleno acto sexual cuando por lapsos de tiempo aguantaba mi respiración venían a mi cabeza escenas de aquel día en que nos conocimos, las castañas, el paseo por la plaza, tan lejano a este episodio que llenaba mi vida de todos lo vacios que existían, mi cuerpo bailaba junto al de él, estábamos en armonía casi hechos el uno para el otro. Mil sensaciones llevadas a un solo acto, eso era inconfundible, mis jadeos seguían suaves deseosos, el guardián encendía mis bajos instintos elevando mi libido a medida que pasaban los segundos, los movimientos, las caricias, el golpeteo de nuestros cuerpos era la música de fondo a nuestro espectáculo privado, ¿quería escucharme? Le daría el placer de hacerlo, deje atrás todo aquello de que las paredes escuchan, esa ala del palacio era privada solo personal autorizado podía entrar… no tenia porque reprimirme, salió un grito de mis labios cuando masajeo mi clítoris, aquello estremecía mi cuerpo de manera inexplicable. Podía sentir como de mi interior emanaba aquel liquido de satisfacción, haciendo que su miembro erecto entrara y saliera con facilidad. Jadeo tras jadeo, sus mordidas me estremecían y aun me excitaban mas, sentir como acariciaba y tocaba mi cuerpo me hacia despegar, podía explotar en ese momento y aun así seguiría disfrutando de aquel acto, tan salvaje y puro que estábamos teniendo. Se detuvo de manera abrupta, mantuve el silencio con la respiración entrecortada, me daba el control de la situación con cuidado me pose sobre él, una pierna a cada lado de su cadera no le quite la vista de encima, mordiendo mi labio agarre con una de mis manos su virilidad, y masajee suavemente antes de dejarlo entrar mi cuerpo extendido era el punto de partida, baje mis caderas suavemente mientras comencé a sentir la cabeza de su miembro entre mis labios vaginales, escalofríos recorrían mi cuerpo en ese momento lo libere del agarre y deje que entrara lentamente, mis manos fueron a parar a su pecho donde me afirme y con cuidado con el ya dentro de mi comencé con un vaivén suave, jugando con el roce de mi entrepiernas con su cuerpo causaba estragos, cerré mis ojos apoyando mis manos al costado de su cabeza, aumente paulatinamente la velocidad de mi pelvis frotando mi cuerpo con el suyo, dejando que entrara y saliera solo un poco, cada segundo que asaba seguía mas húmeda que el anterior. Enderece mi cuerpo y tome sus manos para llevarlas a mis pechos donde apreté con fuerzas mientras seguía, estaba volando en ese momento… unos segundos más tarde pose mi tronco desnudo sobre el suyo y bese su cuello lentamente, acomode mi cuerpo y llegue a su oído donde deje que escuchara mi respiración agitada, excitada por lo que hacíamos, jadeos suaves que terminaban con – Goar – alargando su nombre lamí el lóbulo de su oreja una hasta dos beses y me fui directo a sus labios donde me dedique a besar, pasionalmente, pase mis manos por detrás de su cuello y lo atraje hacia mí para así quedar los dos sentados, apreté fuertemente su cuerpo con el mío mientras daba saltos ahí mismo, me estaba desesperando, llegando a la cima máxima del clímax de ese acto, continué moviéndome, perdiendo el control de mis respiraciones, apretándolo hacia mí con fuerzas, sintiendo escalofríos recorrer mi cuerpo, mi respiración comenzó agitarse de manera más rápida, mis jadeos fueron más intensos y mis movimientos continuaron sin detenerse, sin darle salida, la fricción entre ambos me estaba llevando a explotar…. – Goar… - repetí varias veces entre jadeos… de satisfacción. |
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Se dispuso de tal manera que ella quedara perfectamente acomodada sobre su cuerpo, o al menos sobre aquella zona de su anatomía. Colocó sin dudarlo sus palmas sobre los senos de la cambiante, estrujó con notable deseo e intención las porciones de grasa que por alguna mítica razón siempre traía consigo la atención de todos los hombres. Aprovechando que en poco se acercó ella a él, la estrujó con un brazo, con esa intención de tenerla tan solo más cerca y más unido su cuerpo con el de ella, se mantuvo en esa posición con ella por un extenso número de minutos, se tornaba mucho más íntimo poder degustar sus labios directamente mientras la penetración continuaba. No pudo evitar elevar su tronco para quedar casi a la misma altura que Sophia, le colocó las piernas de tal manera que estuviera sobre él a horcajadas, con las rodillas y las canillas sobre la mesa, le acarició la zona interna de las piernas que tenía expuesta hasta llegar a sus pies que se encontraban al completo también pegados al colchón con la cara externa y la interna expuesta. Sujetó los glúteos de su hembra con firmeza para comenzar a moverle de arriba para abajo, utilizando su fuerza otorgada por la condición diferente que poseía – Tengo el deseo incontrolable de llenarte de mí – Y acudiendo al tiempo que llevaban realizando su faena probablemente no sería mucho lo que tardaría en cumplir aquel deseo. Aprovechó la nueva posición para devorar, no literalmente, el cuello y el hombro de la cambiante, diferentes estrategias, una mezcla de besos y mordidas, por otro lado el paso de su lengua extenso por la piel enrojecida debido a su propia causa, o recorrer su cuello y su clavícula con la punta de su nariz para obtener de manera gratuita y fuerte el aroma a flores exquisito que a pesar del sudor aún podía desprenderse de su cuerpo, lo disfrutaba, lo había venido acompañando todo el acto sexual y probablemente sería una marca olfativa que reconocería como suya desde este momento, aquello resultaba difícil de olvidar para el lupino, esos detalles que iban a mantener frescos en su mente para toda la vida y sin dudar agradecería aquello. Lentamente el cuerpo del rubio se fue deslizando sobre el ajeno hasta quedar encima de ella una vez más, el deseo se volvía cada más insoportable y la presión sobre su miembro lentamente nacía.
Ese pequeño apretón bajo su glande le mostraba en silencio que el tiempo se agotada, pero solo para aquella ocasión, estaba claro que tendrían muchísimas más y aquello tan solo resultaba alentador. Apoyó ambas palmas sobre el coxis ajeno, quedando estas entre el colchón y la figura ajena, su cadera parecía haber pedido todo cause y se sacudía una y otra vez sin ningún miramiento contra las entrepiernas ajenas, ajetreando el miembro de salida y de entra una y otra vez, la vía, la intimidad ajena. Sus labios puestos sobre los ajenos, con sus mordidas suaves que inevitablemente por lo constante de las mismas habían logrado abultar los labios ajenos, pero de manera muy superficial. Aun cuando su cuerpo le otorgaba todas las señalas suficientes para tener presente que acabaría, no salió de ella, tampoco se detuvo en lo absoluto, deseaba tanto tenerla y reclamarla como suya, por alguna razón poco explicable llenarle de su esencia, la idea le tentaba demasiado y no deseaba dejar pasar aquello, debía de hacerlo, ¿sería acaso una especie de instinto animal que se veía despierto entre ellos dos aunque no necesariamente compartieran ese lado de sus existencias la misma raza? La naturaleza podía ciertamente ser bastante curiosa por no decir otra cosa. Tan prontas y rudas que resultaban ser las embestidas que no pudo aguantar más con ello, no porque estuviera cansado y no le dieran más los músculos, simplemente porqué el cuerpo resultaba ser así, a pesar de todo lo sobrenatural que se pueda ser, no se puede escapar de todo la biología, vestigios que recuerdan la humanidad probablemente de ambos. Así fue tras un último embate descargó el semen dentro de ella, pudo sentir perfectamente como esos dos chorros fuertes llegaban profundo dentro de su hembra querida. Un sonido ahogado y seco escapó de sus fauces al momento de la eyaculación, el orgasmo masculino siempre ingrato pero placentero. Tras unos segundos la sujetó de vuelta sobre sí pero dejó caer su cuerpo pesadamente sobre la cama, con la nuca en medio de algunas almohadas de las tantas repartidas por esa enorme cama. No tenía demasiadas intenciones de romper aún la unión con ella que se encontraba sobre él, le abrazó en silencio y con ese dejo agitado en su respiración que por naturaleza se buscaba disimular pero resultaba imposible por las razones obvias – Lo repetiría ahora mismo, si no tuviéramos que ir... – Le susurró antes de besar su frente lentamente y probar lo salado de su sudor.
Ese pequeño apretón bajo su glande le mostraba en silencio que el tiempo se agotada, pero solo para aquella ocasión, estaba claro que tendrían muchísimas más y aquello tan solo resultaba alentador. Apoyó ambas palmas sobre el coxis ajeno, quedando estas entre el colchón y la figura ajena, su cadera parecía haber pedido todo cause y se sacudía una y otra vez sin ningún miramiento contra las entrepiernas ajenas, ajetreando el miembro de salida y de entra una y otra vez, la vía, la intimidad ajena. Sus labios puestos sobre los ajenos, con sus mordidas suaves que inevitablemente por lo constante de las mismas habían logrado abultar los labios ajenos, pero de manera muy superficial. Aun cuando su cuerpo le otorgaba todas las señalas suficientes para tener presente que acabaría, no salió de ella, tampoco se detuvo en lo absoluto, deseaba tanto tenerla y reclamarla como suya, por alguna razón poco explicable llenarle de su esencia, la idea le tentaba demasiado y no deseaba dejar pasar aquello, debía de hacerlo, ¿sería acaso una especie de instinto animal que se veía despierto entre ellos dos aunque no necesariamente compartieran ese lado de sus existencias la misma raza? La naturaleza podía ciertamente ser bastante curiosa por no decir otra cosa. Tan prontas y rudas que resultaban ser las embestidas que no pudo aguantar más con ello, no porque estuviera cansado y no le dieran más los músculos, simplemente porqué el cuerpo resultaba ser así, a pesar de todo lo sobrenatural que se pueda ser, no se puede escapar de todo la biología, vestigios que recuerdan la humanidad probablemente de ambos. Así fue tras un último embate descargó el semen dentro de ella, pudo sentir perfectamente como esos dos chorros fuertes llegaban profundo dentro de su hembra querida. Un sonido ahogado y seco escapó de sus fauces al momento de la eyaculación, el orgasmo masculino siempre ingrato pero placentero. Tras unos segundos la sujetó de vuelta sobre sí pero dejó caer su cuerpo pesadamente sobre la cama, con la nuca en medio de algunas almohadas de las tantas repartidas por esa enorme cama. No tenía demasiadas intenciones de romper aún la unión con ella que se encontraba sobre él, le abrazó en silencio y con ese dejo agitado en su respiración que por naturaleza se buscaba disimular pero resultaba imposible por las razones obvias – Lo repetiría ahora mismo, si no tuviéramos que ir... – Le susurró antes de besar su frente lentamente y probar lo salado de su sudor.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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Llego la hora
GOAR - SOPHIA | HABITACION REAL | NOVIEMBRE |
Lléname, dame todo – dije mientras me movía con el vaivén que él había impuesto sus embestidas hacían que tiritera, sus besos me excitaban, todo en el causaba estragos en mi boca se hacía agua mientras los besos y las mordidas seguían, no quería detenerme, podría estar toda la noche, así disfrutando del sexo, del acto, del amor que me estaba proporcionando de mil maneras. Goar llenaba mis espacios, llenaba cada centímetro de mi ser, en cuerpo y alma, seguí casi endemoniadamente los movimientos de cadera, su pelvis chocando con mi entrepiernas. Aquella posición era de hecho la que más me gustaba, sentirlo sobre mí, el movimiento se apresuro y todo comenzó a volverse gris o tal vez blanco, un tiritón comenzó en mis pies comenzó a subir hasta llegar a mis caderas donde sentí una serie de contracciones que iban y venían, de un segundo a otro quede sin aliento, todo subió y explote en un millón de sensaciones que causaron un placer inexplicable, sentí su jadeo intenso casi un segundo después de que me complaciera… justo después de alcanzar el cielo vi su rostro tan o más satisfecho que yo, el peso de su cuerpo sobre el mío se sintió de una manera tan agradable que podría ser así todos los días… o las noches de mi vida, escuchar su respiración me tranquilizaba, sentirlo cerca me hacía sentirme segura, feliz, enamorada. No todo puede ser esto me pose sobre su cuerpo corriendo hacia atrás sus cabellos dando besos cortos en sus labios – Ambos tenemos que cumplir con un deber, el mío como reina y el tuyo como su pareja de baile – bese con ternura sus labios y me levante – Aun no he terminado de darme un baño- le quede mirando sin pudor alguno – me queda media hora más menos para estar completamente lista y tu… tu arréglate que pronto llegara mi doncella a ver si estoy lista – le guiñe un ojo de manera sensual – Mi vida ha cambiado en un día… y todo es gracias a ti… - musite dirigiéndome hacia la bañera, no repare en disfrutar más de lo debido sino mas bien que moje mi cuerpo, refregué con la pequeña toalla mis piernas, mis brazos, mi tronco… todo mi cuerpo, para que aun así quedara impregnado completamente con el aroma a rosas, luego de ese momento me envolví en la toalla y tome aire, ya estaba atrasada y aunque sabía que nadie me diría nada, no me gustaba ser impuntual me pare frente al espejo y abrí el armario donde estaba el Vestido escogido para esa noche, uno color rojo con pequeños detalles en diamantes, lo tome y poniéndome mi pantaloncillo me introduje en el vestido – Goar… necesito ayuda – dije casi de manera juguetona, necesitaba que tirara de las cuerdas del corsé para que se amoldara a mi figura me afirme a una silla que estaba frente al espejo de cuerpo completo que estaba en la habitación y espere a que Goar se acercara. Sabía que algo se me olvidaba, aguarde silencio por unos segundos – Cierto, en la cena te sentaras a mi derecha, durante el baile bailaras conmigo salvo que algún invitado quiera bailar, puedes seguirme de cerca o bailar con alguna otra dama… - dije no tan convencida de aquello, ya que no me gustaría verlo bailando con otra mujer, pero era una fiesta y no podíamos ambos estar exentos de aquello, no sabía si él era celoso, en ese momento sentí que lo conocía poco, y era cierto poco conocía de la vida de mi guardián… no era de preguntar pero quería saber más… tal vez mañana o más tarde… me daría el tiempo de saber más, conocer su historia, conocía muy poco de el… - Goar, ¿estás listo? – logre escuchar a la doncella acercarse, al cabo de unos segundos la puerta era golpeada… era la hora. |
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Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Se levantó de la cama – Es una lástima, pero jamás huyo de mis responsabilidades, siempre las cumplo, sobre todo cuando en realidad disfruto de hacerlo, como ser tu pareja en el baile – Caminó hacia la habitación de baño esperando que ella salga, utilizó las toallas que ella había impregnado antes con ese aroma para frotarlas por su pecho y luego sumergió su cabello en agua, si aparecía con ese pelo sudoso sería bastante extraño, en cambio completamente mojado podría tomarse simplemente como un guardia inexperto en estos temas llegando bastante apresurado a la ceremonia. Buscó toallas secas para retirar toda la humedad de su cuerpo, no le costó demasiado, fuertemente secó sus cabellos, aunque no veía mucho manera de peinarse bien. Buscó su ropa y se colocó prenda por prenda una vez más. Tenía muchas cosas que darle a Sophia ahora, este sería el momento adecuado – Un cuadro para ti está esperando en la salida, no es de mi parte… - susurró en un tono más bajo del usual – Pero tengo unos regalos para ti de la mía – se acercó a ella y con tranquilidad anudó los cordones del corsé hasta que estuvieran bien sujetos – Nunca entenderé porqué la sociedad desea que las mujeres maltraten su cuerpo – Le observó por el espejo y aflojó un poco las tiras – Así es suficiente – Inclinó su rostro y beso el hombro de la cambiante – Te los daré – retrocedió y trajo consigo el ramo de flores, de distintos colores, las había recolectado él mismo de varios lugares, del palacio, de los jardines, del laberinto, seguro reconocería sus tonalidades, no se trataba de una sorpresa en sí, más bien una recolección de toda la flora agradable del lugar. Se lo entregó lentamente – Pero eso no es todo, aunque no sea la gran cosa – retiró de la caja el collar de diamantes que curiosamente iba a combinar perfectamente con los que ya tenía vistiendo. Con cuidado lo colocó sobre su cuello y amarró lentamente la parte trasera del mismo – Te queda muy bien, espero que sea de tu agrado – No resultaba ser una joya digna de la realeza, tampoco algo que costaría dos ojos de la cara, sin embargo estaba seguro que a Sophia aquello le daba igual, estaba seguro que valoraba más esos detalles de entregarle algo que lo tan caro o fino que pudieran ser. Así que estaba satisfecho con lo que le había entregado esta noche, en general.
Finalmente se colocó el saco y se acomodó todo, justo luego de aquello se escuchó la puerta, por lo que se apresuró al espejo que antes habían utilizado para otro tipo de acciones – Creo que estoy mal peinado – Su creo, realmente podría hacer reír a cualquiera, todos sus cabellos se encontraban dispersos, como es usual, sin embargo tras los revuelcos parecen haberse colocado aún más rebeldes que de costumbre – Sí, estoy listo – Observó a Sophia, pero en realidad estaba buscando aprobación o quizás que viniera a solucionar lo que él no podía, algo que para él resultaba nuevo, diferente, y no es que aquello le molestara, simplemente resultaba ser extraño, pero agradable quizás, ¿de eso se trataba estar con ella, no? Un complemento, la ayuda mutua, aunque su hombría le empujara a ser siempre él quién diera solución a cada situación, a todas las que pudiera, por más pequeñas que fueran. Realmente tenía en mucho que pensar ahora, cartas, el cuadro, Serena, Sophia aceptando aquello o no haciéndolo, leyendo lo que tenía que leer, su mente volvió a conectar de inmediato con todo lo que pesado que había desaparecido de pronto y obviamente su rostro cambió de inmediato, sin embargo no permitió que aquello fuera tan notorio, simplemente se centró en lo que estaba haciendo, no le quedaba de otra. Se acomodó las prendas y con tranquilidad observó a Sophia, realmente se veía hermosa, despampanante y no había mencionado aquello aún, estaba siendo muy descuidado con ese aspecto. Se acercó a ella – No pensaría ni por un segundo en cambiar a la mujer más hermosa de toda Italia y otras partes del mundo que conocí, por alguien más, preferiré bailar solo contigo en todo momento y esperaré que no se tengan que dar oportunidades donde vaya a tener que cederte a otro hombre, menos a uno que te pretenda a ti o bueno, tenga otras intenciones – Seguramente que había una larga lista de “posibles pretendientes” bastante interesados en la corona que en ella, y esa sola idea lograba enfermarle, ponerle de un humor horrible, sin embargo no podía permitir que aquello arruinara esta noche, sería compresivo, pero no tonto, estaría vigilante, y no porque siquiera pudiera pensar en desconfiar de ella. Sino porque no confiaba en el resto de la gente y sus intenciones, este era un baile de reconciliación además de celebración y varias cosas podrían suceder, por ello guardaba el puñal dentro del abrigo.
Finalmente se colocó el saco y se acomodó todo, justo luego de aquello se escuchó la puerta, por lo que se apresuró al espejo que antes habían utilizado para otro tipo de acciones – Creo que estoy mal peinado – Su creo, realmente podría hacer reír a cualquiera, todos sus cabellos se encontraban dispersos, como es usual, sin embargo tras los revuelcos parecen haberse colocado aún más rebeldes que de costumbre – Sí, estoy listo – Observó a Sophia, pero en realidad estaba buscando aprobación o quizás que viniera a solucionar lo que él no podía, algo que para él resultaba nuevo, diferente, y no es que aquello le molestara, simplemente resultaba ser extraño, pero agradable quizás, ¿de eso se trataba estar con ella, no? Un complemento, la ayuda mutua, aunque su hombría le empujara a ser siempre él quién diera solución a cada situación, a todas las que pudiera, por más pequeñas que fueran. Realmente tenía en mucho que pensar ahora, cartas, el cuadro, Serena, Sophia aceptando aquello o no haciéndolo, leyendo lo que tenía que leer, su mente volvió a conectar de inmediato con todo lo que pesado que había desaparecido de pronto y obviamente su rostro cambió de inmediato, sin embargo no permitió que aquello fuera tan notorio, simplemente se centró en lo que estaba haciendo, no le quedaba de otra. Se acomodó las prendas y con tranquilidad observó a Sophia, realmente se veía hermosa, despampanante y no había mencionado aquello aún, estaba siendo muy descuidado con ese aspecto. Se acercó a ella – No pensaría ni por un segundo en cambiar a la mujer más hermosa de toda Italia y otras partes del mundo que conocí, por alguien más, preferiré bailar solo contigo en todo momento y esperaré que no se tengan que dar oportunidades donde vaya a tener que cederte a otro hombre, menos a uno que te pretenda a ti o bueno, tenga otras intenciones – Seguramente que había una larga lista de “posibles pretendientes” bastante interesados en la corona que en ella, y esa sola idea lograba enfermarle, ponerle de un humor horrible, sin embargo no podía permitir que aquello arruinara esta noche, sería compresivo, pero no tonto, estaría vigilante, y no porque siquiera pudiera pensar en desconfiar de ella. Sino porque no confiaba en el resto de la gente y sus intenciones, este era un baile de reconciliación además de celebración y varias cosas podrían suceder, por ello guardaba el puñal dentro del abrigo.
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Del brazo de...
GOAR - SOPHIA | CENA DE CELEBRACION | NOVIEMBRE |
El tiempo había sido eterno mientras habían estado juntos, liberando sus ataduras entregándose mutuamente lo que llamaban amor, aun sin pronunciarlo por parte de él sentía aquello amor, no sabía cómo sentiría el aquello y eso le atormentaba de alguna u otra forma. Escucho sobre el cuadro y sonrió aun sin entender aquello de que no era de su parte, no comprendía y tal vez no quería entender del todo aquello. La sorpresa fue cuando vio el ramo de flores, con sus colores tan vivos, los conocía y sabía perfectamente de donde los había conseguido, nunca le habían regalado flores, nunca, aquello la hizo sentir especial y única, clavo la vista en el espejo y olfateo las flores con cuidado – Gracias. – Sonreí ampliamente las pondría en un masetero y las dejaría junto a la ventana para que así el sol las iluminara de día y duraran mas. Estaba a unos segundos de sentir aquella presión de lo que vendría, el baile la celebración, las miradas, los prejuicios, tomo aire y mientras cerraba los ojos sintió como Goar aun tenia mas sorpresas para ella el collar era hermoso su corazón exploto al ver aquella joya, llevo su mano derecha para tocar el diamante, no sabía de joyas, ni de lujos, aquello no le gustaba ni la impresionaba en lo absoluto pero esta vez se había sorprendido era perfecto – Nunca terminaras de sorprenderme ¿cierto? – dejo caer su cabello húmedo, agregando unas pinzas en los costados dejando libre su rostro no quería grandes peinados, tome una brocha y con suavidad maquille mi rostro, sutilmente sin exageración, un poco de color en los labios y estaba lista. Al girar vi su cabellera desordenada, seductora, informal, ante su pregunta negué con la cabeza y acercándome a él con mis dedos peine hacia atrás sus cabellos – Quiero que todos vean tu rostro – musite mientras acomodaba unos mechones detrás de su oreja – El rostro de mi pareja – bese la punta de su nariz de manera tierna. Me aleje de el unos pasos y di una vuelta para el - ¿Me veo bien? – pregunte mientras me alejaba, la doncella entraría en cualquier momento con la corona. ¿Cortejarme a mí? – Sonrió con amplitud - De seguro lo único que quieren es el título de rey… uno que nunca conseguirán – volvió a mirar el espejo donde el reflejo de ambos lo adornaba – ¿Eres celoso? – Arrugue mi frente de manera chistosa mientras me acercaba a la puerta para sacarle el seguro que horas antes Goar había puesto. Entraron dos doncellas una con una almohadilla roja y sobre esta la corona recién pulida, brillaba de todos sus ángulos y la otra doncella entro en silencio, ambas observaron a Goar no dijeron nada, una se ubico tras de mi acomodo el cabello, aguarde en silencio mientras las doncellas hacían lo suyo, en ningún momento quite la vista de encima del guardián, me llenaba por completo que estuviera ahí con junto a mí, sabía que no me dejaría sola. – Llego el momento – gire en mis talentos mientras avanzaba hacia Goar para tomarle el brazo, no me importo que estuvieran espectadores, le mire con ternura – El collar, la noche, y tu son perfectos, el mejor regalo que he recibido en muchos años – estaba agradecida, las doncellas se quedaron atrás y comencé avanzar – Es momento de que la reina vea a sus invitados – sonrió refiriéndome en tercera persona a mí misma. Llene mis pulmones de aire y me dije para mí, es momento de ver sonrisas sínicas y disfrutar al menos de la compañía, apreté el brazo de Goar con fuerzas con un deje de miedo y se dispusieron por el gran pasillo, bajando escaleras, hasta llegar a la planta baja una alfombra roja guiaba su camino hasta los jardines. La música cambio y todo se volvió en completo silencio era el momento de la entrada real, mientras avanzaba los invitados hacían una reverencia, hecho que era obligatorio cuando se veía a la reina, camino con paso firme del brazo de Goar hasta llegar al borde del salón donde se encontraba su trono, el asiento real que dispuesto delante de él estaba la mesa preparada para la cena, todos permanecían en silencio, los nervios me estaban carcomiendo, al llegar unas doncellas retiraron la gran silla ahí sobre el lugar podía observar a todos, algunas caras conocidas otras que ni siquiera sabía quiénes eran, sonreí ampliamente y en silencio tome asiento, luego de eso todo el salón hizo lo mismo. Miro a su lado derecho y ahí estaba Goar, tan correcto, tan serio – Disfruta de la comida – dijo con suavidad, en complicidad solo para él. En la mesa había una variedad de alimentos exóticos, y otros no tantos, no tenia apetito en ese momento, solo quería disfrutar pronto los fuegos artificiales alumbrarían la noche y estaba ansiosa por observarlos. Los invitados comenzaron a comer, los murmullos aumentaban, podía oír perfectamente todo lo que decían, del retraso de media hora, de su acompañante, del vestido… la gente hablaría y nunca se quedaría callada de eso estaba segura… Mi único deseo era que la noche pasara rápido, quería estar sola o en compañía de Goar, en aquella multitud era el único que lograba hacer que me sintiera cómoda. El baile después de la cena seria su momento de escape a los jardines… |
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Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: No todos los días se cumplen 50 años... [Privado] [+18]
Esas preguntas personales, no es que no pudiera contestarlas, es que ciertamente no estaba seguro, o en su defecto, no podía estar seguro si lo estaría o no. Confiaba plenamente en ella y estaba seguro de que no le traicionaría en lo absoluto, aunque llevaran solo un día juntos, le conocía desde hace tanto tiempo a Sophia y le había observado durante tanto, que le confiaba del todo inclusive su propia vida – No sé si soy celoso, pero no creo que sea el más amigable respecto a que otro hombre esté rondándote o tocándote, lo que es normal supongo. Ya tocará el momento de que lo experimente, es algo que resulta inevitable, sin embargo estoy seguro de que podré controlarlo sin problemas – Estaba seguro casi al cien por ciento. Con algo de ansiedad y la seriedad que debería mostrar observó a Sophia – Te ves hermosa, ya lo mencioné y seguro cualquier hombre buscaría cortejarte, más allá de la corona, por eso mismo estaré vigilante de todas maneras – Con tanta tranquilidad como pudo se mantuvo quieto ante la llegada de las doncellas, definitivamente los tratos a ella jamás dejaban de sorprenderle, pero no necesariamente porque se tratara de ella, sino por el trato que se le daba a la gente de la realeza, quizás porque a pesar de todo no estaba acostumbrado a ello, o porque simplemente le parecía algo excesivo desde su punto de vista, sin embargo la idiosincrasia humana estaba colocada de esa manera, de alguna manera tenía claro con estos pequeños detalles por qué Sophia muchas veces se veía entrometida en esas sensaciones de desagrado respecto a su posición y a lo que todo aquello implica. Incluso al trato que debía de entablar ahora con todos los invitados en el baile, definitivamente estar ahora mucho más cerca de ella le haría entrometerse más en el aspecto personal y emotivo de los efectos que causa su vida como reina en ella, el camino hacia el gran salón no resultaba ser necesariamente largo, sin embargo en ese momento pareció durar bastante más de lo usual, probablemente porque no estaba representando el papel de guardia de manera principal, sino de pareja de la reina, seguramente mucha gente hablará de ello, de él, pero no le importaría, después de todo sería lo usual, lo esperado, no podía hacer nada el respecto y tampoco debía de sentirse ofendido o afectado por ello, sería lo más tonto del mundo y no caería en esa tontería tan carente de sentido.
Una vez entraron a la habitación indicada, los saludos llegaron hacia ambos, las miradas sobre todo, el centro de atención, definitivamente no estaba acostumbrado a ello y resultaba abrumador, no estaba incómodo para nada, sin embargo no sentía libertad para actuar, lo cual era normal, después de todo no estaba acostumbrado a ello, siguió su camino tal como marcaba el protocolo hasta llegar a la mesa – Cuando usted lo haga - Respondió, no estaba demasiado predispuesto al alimento como pocas veces, probablemente porque estaba más preocupado de las demás personas que de ellos mismo y esto no resultaba de lo más adecuado para el goce de la noche, así que simplemente puso de su parte para tratar de ignorar aquel detalle, observó al resto de invitados principales, no podía distraerse del todo, debía de identificar cualquier posible amenaza que pudiera aparecer, sin embargo ningún miembro hasta ahora parecía mostrar una actitud extraña, reacciones y comportamientos esperados, habladurías, secretos, risas, miradas fijas, pero no nervios o ansiedad, situaciones propias de alguien que está a punto de realizar alguna fechoría o planeando un posible ataque, la mirada del lupino se paseó por cada uno de los guardias, todos los reconoció, todos en el puesto indicado, y algunos de ellos notaron su mirada y por ende se pusieron más rectos aún. Por estar cumpliendo el rol de pareja de la reina no dejaba de ser el guardia real de ella y ni el jefe de toda la guardia real. Respeto que se merecía por completo, y ella también, finalmente tras nos minutos pasados se dispuso a cortar al carne con los finos cubiertos seleccionados para la gente de la mesa principal, platería fina por supuesto y de la menor calidad y pulcritud. Se llevó a las fauces un gran pedazo de carne y comenzó a masticar con tranquilidad, se limpió las fauces con lentitud - ¿Todo está bien? Por mi parte todo está tranquilo – Susurró con tranquilidad refiriéndose a los temas de seguridad – Por otro lado, supuse que me sentiría más fuera de lugar aún, pero tu presencia es reconfortante – bebió un poco del vino, definitivamente no había nada malo en su sabor ni en su aroma como había notado desde que ingresó al gran salón del banquete, ya no tenía razones, por el momento, para no relajarse e intentar disfrutar del evento social.
Una vez entraron a la habitación indicada, los saludos llegaron hacia ambos, las miradas sobre todo, el centro de atención, definitivamente no estaba acostumbrado a ello y resultaba abrumador, no estaba incómodo para nada, sin embargo no sentía libertad para actuar, lo cual era normal, después de todo no estaba acostumbrado a ello, siguió su camino tal como marcaba el protocolo hasta llegar a la mesa – Cuando usted lo haga - Respondió, no estaba demasiado predispuesto al alimento como pocas veces, probablemente porque estaba más preocupado de las demás personas que de ellos mismo y esto no resultaba de lo más adecuado para el goce de la noche, así que simplemente puso de su parte para tratar de ignorar aquel detalle, observó al resto de invitados principales, no podía distraerse del todo, debía de identificar cualquier posible amenaza que pudiera aparecer, sin embargo ningún miembro hasta ahora parecía mostrar una actitud extraña, reacciones y comportamientos esperados, habladurías, secretos, risas, miradas fijas, pero no nervios o ansiedad, situaciones propias de alguien que está a punto de realizar alguna fechoría o planeando un posible ataque, la mirada del lupino se paseó por cada uno de los guardias, todos los reconoció, todos en el puesto indicado, y algunos de ellos notaron su mirada y por ende se pusieron más rectos aún. Por estar cumpliendo el rol de pareja de la reina no dejaba de ser el guardia real de ella y ni el jefe de toda la guardia real. Respeto que se merecía por completo, y ella también, finalmente tras nos minutos pasados se dispuso a cortar al carne con los finos cubiertos seleccionados para la gente de la mesa principal, platería fina por supuesto y de la menor calidad y pulcritud. Se llevó a las fauces un gran pedazo de carne y comenzó a masticar con tranquilidad, se limpió las fauces con lentitud - ¿Todo está bien? Por mi parte todo está tranquilo – Susurró con tranquilidad refiriéndose a los temas de seguridad – Por otro lado, supuse que me sentiría más fuera de lugar aún, pero tu presencia es reconfortante – bebió un poco del vino, definitivamente no había nada malo en su sabor ni en su aroma como había notado desde que ingresó al gran salón del banquete, ya no tenía razones, por el momento, para no relajarse e intentar disfrutar del evento social.
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Perdida... en la multitud
GOAR - SOPHIA | SALON REAL | NOVIEMBRE |
Existían pocas cosas que realmente me agradaban del puesto que poseía… de ser la Reina y si me preguntaran ahora que era aquello que me agravaba seria una respuesta tan simple que quizás nadie le tomaría el peso, no me gustaban las joyas voluminosas o muy llamativas, prefería algo simple hecho a mano o en algo así como lo que me había regalado Goar, detestaba ocupar la corona por el peso que poseía esta y por el simple hecho que me traía a la memoria momentos que no quería recordar, no me gustaban los vestidos voluminosos por qué no me podía mover con facilidad y no me gustaban las reuniones de cualquier índole porque me ahogaba el hecho e ver multitudes, ¿Qué me gusta de ser reina? Poder disfrutar del laberinto de la rosa sin que nadie me diga nada, uno de mis placeres reales, exclusivos… mi mente viajaba en aquel momento que todos comenzaron a comer, los murmullos habían comenzado y alcanzaba a escuchar uno que otro comentario sobre mi pareja de baile, muchos decían algo así “Es el jefe de los guardias” “Es el Perro Guardián” “Es su amante” y así una infinidad de estupideces que me causaron bastante gracias, realmente eso era lo otro que me gustaba podía hacer lo que quisiera… lo que dice El rey es ley… en su defecto lo que dice la Reina es ley… pinche con el tenedor de oro unas verduras y las saboree, luego un poco de carne y bebí un poco de agua, para limpiar mi boca y luego un poco de vino… mire el lugar, todos felices, sonrientes, lo mire a él y sonreí casi sonrojándome… No necesito que estés pendiente de los invitados Goar… necesito que trates de disfrutar… - los guardias sabían lo que tenían que hacer, la servidumbre sabía lo que tenía que hacer, los músicos lo que tenían que tocar… ¿y yo?, poco a poco los platos fueron cambiando, la fiesta tomo esa entonación de fiesta luego de los brindis que hicieron en mi honor, un minuto de silencio por Zarek… pero toda una noche para celebrar… la música comenzó a sonar y me levante – Es Hora de bailar – avance en silencio mirando el lugar un joven se me acerco, para felicitarme y así un centenar de personas hicieron lo mismo, unos me agradecían… otros me felicitaban, unos me daban su apoyo y otros decían que eran mis aliados, trate de recordar sus nombres pero no podía, los invitados me absorbieron llevándome al centro del salón donde ahí rodeada de personas me sentí la mujer más sola del universo, aquello no era lo mío… la música sonaba y sentí como un hombre hacia una reverencia y tomando de mi mano comenzamos a bailar, no era Goar… lo había perdido entre felicitaciones, no podía detenerme mi cabeza estaba en otro lado buscando aquellos ojos que me socorrieran, mi sonrisa falsa iba seguida de mis pasos, y luego cambio de pareja esta vez con un duque de algún país lejano, hablaba de cosas sin interés, me alababa y decía que me invitaba, media vuelta y la música seguía sonando más alegre… pero yo no… perdida en el salón bailando… otro cambio de pareja esta vez con un jovencito que hablaba sobre mi vestido, de lo bella que me veía… que sus padres lo habían traído… que si estaba casada … otro giro y todas las mujeres dábamos una vuelta por el salón… un, dos, tres… cambio de dirección parecía una ronda, todos sonreían, me sentía mareada de nuevo me tomaban de la mano y me atraían, otra vez aquel hombre que me había tomado para bailar… la música termino y mi cabeza daba vueltas, varios aplaudían y la multitud nuevamente me acorralaba, quería gritar, y salir corriendo los músicos se preparaban para continuar… quería que se detuviera todo, quería que Goar estuviera aquí, sonreí sínicamente buscándolo con la mirada, pero no lo veía, los guardias seguían es sus posiciones… una joven me tomo de la mano diciendo el nombre del baile, asentí y en un grupo de cuatro mujeres comenzamos a bailar… una reverencia, dos pasos para la izquierda… una vuelta y viene tu pareja… y te toma por la espalda… cerré los ojos simplemente para dejarme llevar… |
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Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: No todos los días se cumplen 50 años... [Privado] [+18]
Pasado el tiempo pudo comprobar algo que se sentía y además, olía evidente, los platillos en definitiva resultaban ser deliciosos, siempre en el palacio se conocía estupendamente, sin embargo por ser una ocasión especial parecían estarse luciendo y esforzando a sus máximas capacidades, no había manera alguna de encontrarle un contra a lo que su paladar estaba degustando, Goar se sabía ya un hombre entregado a la buena sazón de los alimentos, y quizás solo aquello por el momento lograba que le hiciera caso a las palabras de Sophia, estaba disfrutando de los buenos y variados sabores sin pensar más allá o preocuparse, sin embargo aquello terminaría y duraría poco. Y así fue, el tiempo de alimentarse acabó y si por él fuera se hubiera podido pedir una ronda más de alimento y bebida, sin embargo estaba consciente del protocolo, o al menos en parte y también consiente de que en la sala podría ser el único licántropo con apetito voraz, ciertamente podía asegurarlo puesto que no sentía ningún aroma particular, ni familiar en el sentido racial. Una nueva de las etapas de la ceremonia comenzó, ciertamente tanto movimiento resultaba más una molestia que una alegría, sin embargo era lo que debía hacerse, se levantó y avanzó entre las personas, sin embargo todos parecían haber sido más rápidos que él al momento del baile, probablemente porque ya para ese punto estaba más preocupado de observar a todo el mundo y a Sophia, a la que por cierto perdió por unos segundos y que rápido pudo recuperar, aunque se encontraba ahora bailando, era inevitable para el lupino no escuchar las conversaciones, aunque parecía que ella ciertamente no estuviera muy consiente o al menos interesada en seguir las conversaciones, había gente en sus alrededores y sin embargo parecía que su postura de inconformidad emanaba la suficiente indirecta, la que pedía que nadie se acercara, aunque no podría afirmar si estaba de tal manera por estar dejándose llevar por la extrema preocupación de que nada ocurriera o por el hecho de que estuviera bailando con alguien que no fuera él, pues una parte de él comprendía perfectamente que tras no haberse celebrado ninguna ceremonia de la realeza habían muchos interesados en intercambiar palabras con ella y seguramente también ofrecerse, o codiciar, ya había escuchado mucha basura durante la noche y ciertamente escuchar lo agregado durante las danzas fue quizás más un descanso que otra cosa aunque no por ende uno cómodo.
Sinceramente ya sabía de antemano lo que pasaría y sabía que así sucedería por mucho tiempo más y que nada podía hacerse al respecto, no iba a cerrarse a todo aquello con una coraza invisible, probablemente debería aprenderlo a superar, pero con el tiempo, puesto que ahora mismo no lo estaba haciendo bien. Agradeció que aquello se detuviera, aunque no parecía que los bailes lo hicieran, observó con atención y aún solo desde su posición el baile de Sophia, el que realizaba junto a las otras muchachas, fue paciente, lo más paciente posible, y ya en este punto si sabía lo que el protocolo indicaba, pues poco o nada lo recordaba. Fue cauteloso al acercarse a la escena y aparentemente mientras lo hacía parecía que la misma pronto terminaría, finalmente la música cambió, y no lo dudó. Las palmas rasposas del lupino, por tanto manejar diferentes armamentos, finalmente se posaron sobre los brazos de quien era para la sociedad y lo que podían permitirse mencionar en voz alta, su pareja de baile, se mostró para que supiera que era él – Creo que fue suficiente cortesía para los invitados de mi parte – Y se refería exclusivamente a que monopolizaría el tiempo de la cambiante, al menos lo que durara el tiempo restante de bailes. Sin duda alguna no era el pez dentro del agua, pero sabía hacerlo, así que simplemente giró a la cambiante y en cuanto la música comenzó lo hizo también su cuerpo guiando al ajeno, la danza que realizaban según comprendía era la apropiada para la pieza que se encontraban sonando en estos momentos – Es una sensación contradictora puesto que es una celebración por tu cumpleaños, sin embargo no es el cumpleaños de tu preferencia y me refiero por el modo en que se celebra, así que no puedo desear que se acabe por lo mismo, pero sí hacértelo agradable o al menos intentarlo – No podía ser efusivo en público con sus movimientos, toques o caricias, debía limitarse a lo que la danza permitía, no podía negarse que el contacto físico era evidente y constante, pero no con segundas intenciones, simplemente por la definición de los mismos movimientos, para que mantuvieran la gracia – Si alguno se acerca no te cederé – Aquello salió natural, sinceramente una explosión de lo más interno, y no necesitaba explicaciones al respecto, pues sobraban o eran demasiado obvias. La pieza acabó y comenzó una nueva, más alegre, más movida aunque siempre para que se conservara la elegancia. El ritmo fue cambiado entonces una vez más por el lupino, remarcando así que un solo baile o dos no satisfacerían al licántropo, esperaba que en algún momento hubiera la licencia de que Sophia descansara y pudiera volver a tomar asiento, pero probablemente eso lo sabía ella mejor que nadie.
Sinceramente ya sabía de antemano lo que pasaría y sabía que así sucedería por mucho tiempo más y que nada podía hacerse al respecto, no iba a cerrarse a todo aquello con una coraza invisible, probablemente debería aprenderlo a superar, pero con el tiempo, puesto que ahora mismo no lo estaba haciendo bien. Agradeció que aquello se detuviera, aunque no parecía que los bailes lo hicieran, observó con atención y aún solo desde su posición el baile de Sophia, el que realizaba junto a las otras muchachas, fue paciente, lo más paciente posible, y ya en este punto si sabía lo que el protocolo indicaba, pues poco o nada lo recordaba. Fue cauteloso al acercarse a la escena y aparentemente mientras lo hacía parecía que la misma pronto terminaría, finalmente la música cambió, y no lo dudó. Las palmas rasposas del lupino, por tanto manejar diferentes armamentos, finalmente se posaron sobre los brazos de quien era para la sociedad y lo que podían permitirse mencionar en voz alta, su pareja de baile, se mostró para que supiera que era él – Creo que fue suficiente cortesía para los invitados de mi parte – Y se refería exclusivamente a que monopolizaría el tiempo de la cambiante, al menos lo que durara el tiempo restante de bailes. Sin duda alguna no era el pez dentro del agua, pero sabía hacerlo, así que simplemente giró a la cambiante y en cuanto la música comenzó lo hizo también su cuerpo guiando al ajeno, la danza que realizaban según comprendía era la apropiada para la pieza que se encontraban sonando en estos momentos – Es una sensación contradictora puesto que es una celebración por tu cumpleaños, sin embargo no es el cumpleaños de tu preferencia y me refiero por el modo en que se celebra, así que no puedo desear que se acabe por lo mismo, pero sí hacértelo agradable o al menos intentarlo – No podía ser efusivo en público con sus movimientos, toques o caricias, debía limitarse a lo que la danza permitía, no podía negarse que el contacto físico era evidente y constante, pero no con segundas intenciones, simplemente por la definición de los mismos movimientos, para que mantuvieran la gracia – Si alguno se acerca no te cederé – Aquello salió natural, sinceramente una explosión de lo más interno, y no necesitaba explicaciones al respecto, pues sobraban o eran demasiado obvias. La pieza acabó y comenzó una nueva, más alegre, más movida aunque siempre para que se conservara la elegancia. El ritmo fue cambiado entonces una vez más por el lupino, remarcando así que un solo baile o dos no satisfacerían al licántropo, esperaba que en algún momento hubiera la licencia de que Sophia descansara y pudiera volver a tomar asiento, pero probablemente eso lo sabía ella mejor que nadie.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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GOAR - SOPHIA | SALON REAL | NOVIEMBRE |
El tono de su voz hizo que automáticamente apareciera en mi una enorme sonrisa, me sentía perdida entre toda esa multitud y no pude más que solo sonreír una sonrisa sincera la primera de toda la noche podría decir, sentí ese impulso efusivo de abrazarlo con todas mis fuerzas pero no era el momento y menos con todos los ojos puestos en nuestro baile – Eres el héroe de la Noche Goar, ya me estaba sintiendo muy sola entre toda esta multitud – dije mientras me hacia girar entre mis talones y me volvía acercar a su cuerpo para que nos moviéramos en una dirección siguiendo la coreografía de aquel baile que todos bailaban tan animadamente. Tenía que admitirlo él era la pareja de baile perfecta para ese momento. – Si me preguntaran a mi cual sería la mejor forma de celebrar mi cumpleaños – tome aire mientras lo observaba con cierta dulzura - definitivamente seria al aire libre cerca de un lago, donde pudiera dar un paseo tranquila y sentir la naturaleza… en su máxima extensión – suspire anhelando aquello, hacia mucho que no me daba una escapada a los bosques parisinos, que en mi opinión eran los más cautivantes que había conocido - Con una buena compañía hubiera sido el mejor cumpleaños – sonreí haciendo referencia que tan solo él y yo bastaba para una gran celebración. La música termino e hice una reverencia, en seguida se acerco un jovencito queriendo tomar mi mano para bailar, cosa que no pudo ya que mi pareja de baile me tenia prisionera de él… Créeme que no quiero bailar con nadie más que contigo – me tome la libertar de arreglar uno de sus cabellos que comenzaba a cubrir su rostro – Debo confesar, que eres un buen bailarín y en este momento solo siento que somos tu y yo en medio del salón – ganas no me faltaban para darle un beso, abrazarlo con fuerzas y acortar el espacio que manteníamos por las apariencias. La música termino completamente y sentí como una de las doncellas tomaba mi vestido, se me acerco a mi oído y me dio el recado, suspire y mira a Goar – Es hora de seguir fingiendo… - le dije con una enorme sonrisa en mi rostro, del otro lado del salón se acercaba un enorme pastel de cumpleaños con varias velitas en total veinticinco, era hora del tan famoso cantico en celebración por el cumpleaños, no dejaría que Goar se alejara nuevamente de mi lado y contra todo lo que pudieran decir le agarre de la mano fuerte, si querían hablar pues que lo hicieran… El cantico se hizo más fuerte mientras el enorme pastel se acercaba a mi lugar, todos parecían tan emocionados y yo ahí sin saber qué hacer, las luces se bajaron y pareció quedar todo a oscuras sin más luz que las velas que alumbraban el lugar, el pastel quedo lo bastante cerca y no podía ver muy bien los rostros de las personas, sonreí y alce la mirada entre la multitud vi a un encapuchado, similar a los que habían atentado el día de mi coronación y me sentí tan tensa que solo me basto un pestañear de ojos y desapareció, gire mi cabeza para mirar a Goar, cada uno de mis vellos se erizaron, luego vi a una pequeña que podría decir tenía un parecido a mí que me espanto y apreté con mas fuerzas la mano de Goar, todo permaneció en completo silencio esperando que soplara las velitas, tarde un segundo pidiendo mis deseos… y sople apagando todas y todo quedo a oscuras mientras se oían los aplausos efusivos… - Sácame de aquí – logre decir mientras una de mis doncellas me decía que tenía que ir a la sala de los regalos… y todo se comenzó a volver un poco confuso… volví a ver al encapuchado entre la multitud, mientras poco a poco iban encendiendo las luces del salón… había perdido a Goar… y comencé a caminar sin sentido por el lugar… buscando la salida más próxima de ahí… |
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Sophia D'Luca- Cambiante/Realeza
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Re: No todos los días se cumplen 50 años... [Privado] [+18]
Tal como había asumido, un momento que debía de ser agradable para todos, el momento del pastel, en cuanto la oscuridad comenzó sus ojos pudieron igualmente observar a la perfección, lo que agradecía a sus bondades animales, sin embargo lo que captó con su mirada fue tan solo una suposición que había tenido desde que se empezó a planear esta celebración. Sin embargo la historia no se repetiría. Lo primero que hizo fue usar la visión compartida sobre la guardiana de Serena, la observó con Serena, sin embargo le mostró la visión de aquellos hombres. En cuanto regresó a la mujer solo pudo notar a Serena correr, ¿por qué no se quedó a su lado? Fue lo primero que pensó – Sophia, te estaré vigilando – Una palma levantó el jefe de la guardia real y de inmediato los hombres que no habían observado la amenaza reaccionaron también. Pronto se perdió entre la gente y el puñal de su traje salió, lo pegó a su anatomía con cuidado, no debía lastimar a nadie más y la gente se empujaba, aparentemente aún no eran conscientes de la situación, pero la realidad era que todos corrían peligro. Detuvo su camino para observar lo que Serena veía, estaba fuera, definitivamente una muchacha rápida y audaz, inclusive con ese vestido pomposo y pesado podía ser así de ágil. En el laberinto estaría segura, al menos hasta el momento en que fueran a por ella, podía ir sin Sophia puesto que su memoria excelente recordaba absolutamente todo de aquel laberinto, una trampa si se quería comparar a como Sophia aprendió todos los caminos. Pero iría con ella, puesto que no podía dejarla sola. En cuanto regresó su visión al gran salón lo primero que observó fue a Sophia siendo perseguida. El lupino se lanzó golpeando a varias mujeres y hombres a su paso, tal era su fuerza de avanzada que estos salían por sus costados, algunos cayendo o simplemente chocando contra otros invitados, podía afirmarse que se encontraba absolutamente cegado y quería matarlo, sí. Matar al sujeto, amenazaba lo más importante en su vida, lo único que para él tenía valor. No le costó demasiado sujetar al encapuchado por el cuello, ni siquiera se molestó en descubrir su rostro, ¿para qué hacerlo? Ese fue su pensamiento inicial, su sentir cegado por la ira, si no fuera por su control quizás pudiera terminar convirtiéndose en una bestia ahí mismo y aquello sería devastador para todos.
Lo único que le calmó en parte fue clavar su puñal siete veces en el corazón del atacante, le soltó casi hiperventilado y el cadáver cayó al suelo de golpe como el pedazo de escoria que era – El salón está comprometido, la reina está peligro, dispérsense – La orden era para sus soldados que habían hecho su parte, unos encapuchados habían caído también, y suponía que Ámbar iba a por Serena. Sabía que debía cuidarla también, pero tener a Sophia segura era su primordial deber, y no solo eso, sino que era lo único que le importaba. Sujetó a la cambiante por la cintura y la sacó del salón, no se dio la molestia de abrir la puerta, simplemente la rompió con su propia anatomía frente a la sorpresa de un grupo de asistentes cercanos, aunque no hicieron demasiado caso a ello pues eran presa del pánico – Serena – Pronunció – Serena está sola, debemos ir al laberinto – Bien sabía que ella no tendría idea de la persona que nombraba, no había deseado leer la carta, y Serena no había hecho su presencia por razones obvias, esto no estaba saliendo en lo absoluto como debía, pero no quedaba de otra, debía limpiar el salón, algunos invitados corrían fuera, otros simplemente se escondían mientras que los guardias hacían su labor, un grupo más grande de guardias llegó a la puerta donde ellos estaban – Protejan a la reina con su vida - Indicó y de inmediato los hombres se la llevaron, al lugar indicado, al salón de reuniones que desde hace mucho permanecía cerrado, ahí mismo estaba una de las entradas al laberinto, pero no partirían hasta que él apareciera. Ingresó al gran salón notando los destrozos, el pastel magnifico ahora yacía en el suelo hecho un pertrecho, las mesas rozas y lamentablemente gente inocente en el suelo, los daba por muertos, demasiados corazones latiendo agitados como para poder identificar la vida de los inertes. Su mirada se topó con los guardias - ¿Eran todos? – Preguntó al notar a la gente ya menos dispersa y a uno de los encapuchados capturado pero con heridas - ¿Quiénes son, por qué? – Pateó el estómago del hombre y le arrancó la cobertura, por supuesto que no le conocía, debía tratarse de un esbirro simplemente – Lleven al bastardo a los calabazos, solo dos de ustedes, el resto de la guardia debe esparcirse por todo el palacio y resguardar la seguridad de todos. Cualquier persona desconocida debe pasar por espada sin miramientos, no deseo riesgos innecesarios. Ahora – Su último grito fue la señal y su aviso de salida puesto que iba con Sophia, el objetivo era claro. Asegurar que todo el perímetro estuviera limpio, al menos dentro de la edificación y luego salir rumbo al laberinto con nos guardias más. Guardó su puñal lleno de sangre una vez más y abrió las puertas del salón de reuniones segundos después de llegar. Los hombres le apuntaron sin embargo le reconocieron y bajaron armas. Se acercó a Sophia y le abrazó con demasiada intensidad, no le preocupó que el resto viera – Debemos ir al laberinto – Le soltó para que aquello no fuera más sospechoso de lo que ya era – Cuatro hombres con nosotros, dos delante, dos atrás, el resto a limpiar los pasillos del palacio, ya, ya – Y las ordenes se ejecutaron, las seis personas ingresaron al pasaje secreto camino a las afueras, la pared se cerró por uno de los guardias de atrás y el camino comenzó. Goar sujetó a Sophia en todo momento, no la dejaría sola un segundo más durante toda la noche y probablemente durante varios meses más tras esto.
Lo único que le calmó en parte fue clavar su puñal siete veces en el corazón del atacante, le soltó casi hiperventilado y el cadáver cayó al suelo de golpe como el pedazo de escoria que era – El salón está comprometido, la reina está peligro, dispérsense – La orden era para sus soldados que habían hecho su parte, unos encapuchados habían caído también, y suponía que Ámbar iba a por Serena. Sabía que debía cuidarla también, pero tener a Sophia segura era su primordial deber, y no solo eso, sino que era lo único que le importaba. Sujetó a la cambiante por la cintura y la sacó del salón, no se dio la molestia de abrir la puerta, simplemente la rompió con su propia anatomía frente a la sorpresa de un grupo de asistentes cercanos, aunque no hicieron demasiado caso a ello pues eran presa del pánico – Serena – Pronunció – Serena está sola, debemos ir al laberinto – Bien sabía que ella no tendría idea de la persona que nombraba, no había deseado leer la carta, y Serena no había hecho su presencia por razones obvias, esto no estaba saliendo en lo absoluto como debía, pero no quedaba de otra, debía limpiar el salón, algunos invitados corrían fuera, otros simplemente se escondían mientras que los guardias hacían su labor, un grupo más grande de guardias llegó a la puerta donde ellos estaban – Protejan a la reina con su vida - Indicó y de inmediato los hombres se la llevaron, al lugar indicado, al salón de reuniones que desde hace mucho permanecía cerrado, ahí mismo estaba una de las entradas al laberinto, pero no partirían hasta que él apareciera. Ingresó al gran salón notando los destrozos, el pastel magnifico ahora yacía en el suelo hecho un pertrecho, las mesas rozas y lamentablemente gente inocente en el suelo, los daba por muertos, demasiados corazones latiendo agitados como para poder identificar la vida de los inertes. Su mirada se topó con los guardias - ¿Eran todos? – Preguntó al notar a la gente ya menos dispersa y a uno de los encapuchados capturado pero con heridas - ¿Quiénes son, por qué? – Pateó el estómago del hombre y le arrancó la cobertura, por supuesto que no le conocía, debía tratarse de un esbirro simplemente – Lleven al bastardo a los calabazos, solo dos de ustedes, el resto de la guardia debe esparcirse por todo el palacio y resguardar la seguridad de todos. Cualquier persona desconocida debe pasar por espada sin miramientos, no deseo riesgos innecesarios. Ahora – Su último grito fue la señal y su aviso de salida puesto que iba con Sophia, el objetivo era claro. Asegurar que todo el perímetro estuviera limpio, al menos dentro de la edificación y luego salir rumbo al laberinto con nos guardias más. Guardó su puñal lleno de sangre una vez más y abrió las puertas del salón de reuniones segundos después de llegar. Los hombres le apuntaron sin embargo le reconocieron y bajaron armas. Se acercó a Sophia y le abrazó con demasiada intensidad, no le preocupó que el resto viera – Debemos ir al laberinto – Le soltó para que aquello no fuera más sospechoso de lo que ya era – Cuatro hombres con nosotros, dos delante, dos atrás, el resto a limpiar los pasillos del palacio, ya, ya – Y las ordenes se ejecutaron, las seis personas ingresaron al pasaje secreto camino a las afueras, la pared se cerró por uno de los guardias de atrás y el camino comenzó. Goar sujetó a Sophia en todo momento, no la dejaría sola un segundo más durante toda la noche y probablemente durante varios meses más tras esto.
Goar Abadinchi- Licántropo/Realeza
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