El infravalorado arte de prosperar [Myhunna]

por **Alexalmo** Vie Mar 21, 2014 5:03 am

Supervivencia, amigos, ése es el tema de la historia de hoy. Pero no supervivencia salvaje, violenta y animal como las que se ven en las selvas de África, no una supervivencia extrema de "comer o ser comido" y "matar o morir", sino una supervivencia más elegante, más sutil y más... artística. Se trata de la supervivencia de los astutos, de prosperar, de salir adelante y de recuperar el estátus social. Hablo de sobrevivir y prosperar en las duras calles de París, donde el lujo, el dinero y la elegancia son tan abundantes, que parece casi obligatorio estar a la altura si no quieres quedarte desfasado con respecto al lujoso estilo de vida común en el resto de la sociedad francesa.
Ésta es la historia de dos almas que lo han perdido todo: un joven vampiro lleno de odio por la Inquisición que le arrebató a quienes más amaba por romper sus leyes sagradas. Una joven gitana que perdió a su madre siendo sólo una niña y que había sido abandonada por su anterior maestro cuando ella se negó a aceptar la norma de no practicar su misteriosa magia en casa. Ambos convertidos en vagabundos por un contratiempo del destino, ahora luchan para recuperar o al menos imitar la vida tranquila que solían tener.

La noche al fin había caído. Me desperté al sentir unos cariñosos lametones en mi cara.
- Hmm... buenas noches, Elmo.
Elmo era mi acompañante. Solía pertenecer a un grupo de vagabundos con quienes me escondí durante un tiempo, pero nos habíamos separado por diferencias de opiniones. Sin embargo, Elmo se vino conmigo, y desde entonces casi no nos separamos. Aunque hacía tiempo que no veía a esos vagabundos y la verdad es que empezaba a echarlos de menos.
- Elmo, dime... ¿te gustaría visitar al viejo Auguste? - me respondió con un ladrido - Supongo que tendré que tomarme eso como un "sí".
Sonreí y le acaricié la cabeza. Auguste era el líder de ese grupo de vagabundos. Tuve que confesarle que era un vampiro para que me mantuviera oculto durante el día y no le contara nada a las autoridades ni a la inquisición, y a cambio le traía dinero y comida que conseguía mendigar. Sin embargo, Auguste se dio cuenta de que para que la gente me diera cosas, tenía que usar uno de mis poderes: la Persuasión, para forzarlos a hacerlo. Auguste consideraba esto como algo inmoral y no paraba de criticarme por hacerlo, por lo que tras muchas discusiones decidí abandonar ese grupo, ya que la convivencia no era muy... cómoda. Sin embargo, le había terminado cogiendo cariño al viejo y había pensado ir a visitarlo.

Así pues, me levanté y me sacudí el polvo. Estaba durmiendo en una casa abandonada, casi hecha ruinas, en un rincón donde no llegaba el Sol. Echaba de menos una cama caliente, una bañera y todas esas comodidades propias de un hogar estable, pero aún me costaba mucho llegar a ese nivel.
Me puse en marcha, con mi perrito acompañándome a paso alegre.
Tras unos minutos avanzando, llegamos a la zona comercial. Aún estaba anocheciendo, y las tiendas seguían abiertas. Entonces me di cuenta de mi sucio aspecto: vivía en la calle, y eso se notaba en mi ropa. Manchas de suciedad, rastros de polvo y ceniza, etc... Ya daba asco.

Me metí en una tienda de ropa. Podría haber elegido una tienda superlujosa, pero no, eso sería pasarse. En lugar de eso, simplemente entré en una tienda normal, para gente de clase media. No tardé demasiado, simplemente usé la Persuasión con los guardias y dependientes para conseguir algunas prendas de ropa limpia gratis y una capucha para cubrirme por si salía el Sol y no me había refugiado a tiempo, y salí. Ahora, con ropajes más decentes, seguí andando y me olvidé por un momento de Auguste, me llamaba la atención esa cantidad de tiendas. Me sorprende que no les hubiera prestado más atención en el pasado.
- Quién sabe, Elmo, tal vez te encontremos algo para comer.
Con más tranquilidad, miré detenidamente lo que había por esa zona.

por **Myhunna Trianne** Sáb Mar 22, 2014 9:37 am

Me levanté con un tremendo y agudo dolor de cabeza. Tuve que sacarme la tierra del pelo. ¡Oh, venga ya, si estaba totalmente segura de que lo había dejado todo bien limpio! ¿De donde salía tanta arena?
Miré por la ventana apoyando los brazos en el alfeizar, con cuidado de no cortarme gracias a los cristales rotos. Llevaba ya una semana, con sus días y sus noches, viviendo en París. Había sido una suerte encontrar esa casa abandonada tan alejada de la ciudad, la verdad. Era un sitio grande y lo suficientemente sucio como para deducir que nadie entraba en mucho tiempo, y nadie iría a reclamarlo mientras yo lo usase como hogar. Esperaba no tener que soportar mucho esta situación.
Mientras cavilaba sobre si debía salir ya a trabajar o quedarme un poco más remoloneando en la cama, sentí un par de pequeños arañazos en la pierna. Ah, ¿no lo había dicho? Parece que mis deseos de tener un animalillo por fin iban a cumplirse.
La casa no estaba del todo abandonada, al parecer. Le había quitado el refugio a ese pequeño gato negro.
Lo miré a los ojos y le saqué la lengua. No iba a irme después de haber tenido tanta suerte con semejante hallazgo. ¡Que se acostumbrase a mi presencia si quería!
Tapé los arañazos del gato con un pañuelo para que no sangrasen. Aquel trozo de tela llevaba un par de cascabeles enganchados, así que cada uno de mis pasos resonaba con inquietante claridad.
Suspiré, perezosa, y agarré la funda de mi violín antes de salir de mi hermosa casa. Llevaba ya una semana en París, una semana con sus días y sus noches. Una semana en la que prácticamente no había hecho nada más que dormir y trabajar.
Si la rutina iba a ser esa, me esperaba un largo periodo de hambruna. Por la mañana iba a tocar a la ciudad, y con el dinero que conseguía compraba algo para comer por la noche. Gracias al cielo, no necesitaba ropa ni mantas ni nada por el estilo, al menos no por ahora.
Pero lo que me compraba no era demasiado, y no podía permitirme ahorrar nada. ¿Iba a pasarme mucho tiempo así? ¿Vivir de la escasa caridad de los ciudadanos de la capital francesa era lo último que iba a hacer?
Sonreí de medio lado mientras rodaba los ojos. ¡No podía detenerme en semejantes pensamientos! Piensa en positivo, Myhunna. Conseguiré el dinero que necesito para comprar una casa, y viviré bien, viviré siendo yo misma de una forma digna.
Cuando por fin llegué a la ciudad, las calles estaban repletas de gente. Un buen día para el negocio, sí.
Me apoyé con pereza en una farola y saqué a Dŭrvo de su funda. Estaba igual de precioso que siempre, nunca permitía que se ensuciara o se rompiese. Bostezando, me puse a tocar, con la funda de mi violín bien abierta delante de mí. A medida que pasaban las horas, los golpes que daban las monedas contra la tela negra de la cama de Dŭrvo aumentaban. ¡Hoy la gente se sentía extremadamente generosa!
Estaba a punto de irme ya a comprar, cuando me di cuenta de que tenía en frente a un grupo de niños bien nutrido que llevaban unos largos veinte minutos oyéndome tocar. Reí un poco, ¿tan admirable resultaba? Para mi desgracia, el grupito se dispersó cuando se dieron cuenta de que ya no era ajena a su presencia. Todos se fueron, todos menos una niña pequeña.
Le dediqué a esa cría humana la mejor y más dulce de mis sonrisas mientras me sacaba una flor blanca detrás de la cabeza. Un truco de magia sencillo, la verdad. Se la entregué con mucha floritura y disfruté de como se le iluminaban los ojos de sorpresa. Definitivamente, aquello era lo mío.
Hubiera seguido haciendo tonterías para aquella mocosa de no ser porque su madre vino dispuesta a llevársela a rastras, como si tuviese que sacarla del mismísimo infierno.
Me encogí de hombros, deshaciéndome de la atención que había puesto en ellas, y empecé a contar el dinero de la funda. Suficiente para mi primera comida decente en todo el tiempo que llevaba aquí:
-Oiga, esto...-una mujer me estaba dando toques en la espalda. Para mi sorpresa, era a mujer que se había llevado a la niña. Ahora no estaba con la pequeña. Me sorprendió un poco ver que era una vampiresa, ¿podían tener hijos?-. He oído que algunos de... vosotros, predecís el futuro.
Dijo vosotros como si estuviese hablando de asesinos en serie. Eso me puso de mal humor:
-¿Puedo ofrecerle mis servicios, señora?-repuse en cambio, con una sonrisa encantadora. No había que tratar mal a los clientes en potencia.
La mujer era tan insulsa y simple como el futuro que tendría. Solo quería que leyese las líneas de su mano. Estaba preocupada por si su marido la abandonaba. Le aseguré que no iba a hacerlo, pero no le comenté nada de que me parecía increíble que pudiese entrar recta por las puertas, teniendo en cuenta el considerable tamaño de sus cuernos.
Al fin empezaba a hacerse de noche. Estaba bastante cansada de pasarme el día cambiando de farola, pero había conseguido bastante dinero. Cuando pedí de comer en un bar dejaron que me lo llevara y todo (quien sabe si no sería para mezclar a la selecta clientela con gente como yo). No quería volver a casa y que aquel estúpido gato me robase la comida. Tendría que ponerle nombre.Quizás Atlas estuviese bien, era un nombre de titan, un nombre con fuerza. En esas cosas estaba pensando yo, en llamar de alguna forma al gato que me había desgarrado el muslo esa misma tarde, cuando escuché un par de ladridos.
¡Pero que perro tan adorable! Arrugué la nariz y miré lo que me quedaba de lo que había comprado. Era suficiente para mañana y podía darle un poco a ese cachorro.
Silbé y el perro giró la cabeza hacia mí. Con un gesto perezoso, le enseñé la comida que tenía en la mano y poco faltó para que se acercase a mí a la velocidad de la luz. ¡Como de hambriento tenía que estar el animal para fiarse así de desconocidos! Le acaricié la cabeza mientras devoraba mi generoso regalo:
-Pobrecito perrito... Supongo que tendrás amo, ¿no?
Y dicho esto, levanté la cabeza para buscar al dueño del chucho entre la creciente multitud. ¡De alguna forma tendría que reñirle por no darle de comer a un perro tan mono!

por **Alexalmo** Dom Mar 23, 2014 3:37 pm

Paseaba por la zona residencial, mirando distraídamente los escaparates, las ofertas, las tiendas, los restaurantes... Recordé con cierta tristeza cuando Edith me traía aquí para cargar con las cosas que él compraba para la casa. Comida, ropa, productos de limpieza, de vez en cuando algunos caprichitos como alcohol, joyas, muebles caros, obras de arte decorativas... Era una vida decente, en mi opinión, la de aquel que tiene lo justo para sobrevivir y para permitirse un capricho de vez en cuando. Era... era una vida muy agradable, muy feliz, nunca pedí más de lo que entonces tenía.

Me juré entonces que recuperaría la vida que me robaron. Que encontraría un modo de salir de las calles y de dejar de ser un condenado vagabundo, que tendría un hogar seguro, y que no dejaría que la Inquisición volviera a hacerme daño, a mí o a ningún amigo. Eso estaba claro.
Fue entonces cuando noté que Elmo ya no me seguía.
- ¿Eh? ¿Elmo? ¿¡Elmo!? - lo busqué con la mirada, pero no lo veía entre la multitud, y empecé a alarmarme - ¡Chico! Elmo, ¿dónde estás?
Di media vuelta y caminé justo por donde había venido. No había estado muy atento, pero estaba convencido de que Elmo no me había adelantado, lo hubiera visto. Seguí buscándolo y llamándolo. Si perdía a mi compañero más fiel, entonces sí que estaba perdido.
Fue entonces cuando empecé a escuchar una melodía de violín suave y agradable al oído. Miré en la dirección del sonido y vi a una joven tocando alegremente con su violín. La reconocí, la había visto antes mendigando por estas zonas. Otra pobre vagabunda como yo, vaya mierda de vida. Suspiré y seguí avanzando, no tenía tiempo para escuchar a la violinista, tenía un perro que encontrar.

Sin embargo, pude sentir que la melodía del violín se mezclaba con otro sonido agudo también. Era un aullido de cachorro, que intentaba acompañar la música del violín. Miré, y vi aliviado que efectivamente ese cachorro era Elmo, que había quedado hipnotizado por la música.
- Elmo, tontorrón, no me des esos sustos - dije, sonriendo.
Sabiendo que mi compañero estaba a salvo, me relajé, me apoyé en una pared y contemplé entretenido a la chica que tocaba, dejándome hipnotizar por sus notas como también se dejó hipnotizar Elmo.
Y así hasta que la chica agotó su repertorio o simplemente se cansó y dejó de tocar. En lugar de eso, se puso a... ¿leerle la mano a una vampiresa? Vaya... es una gitana de ésas que te predicen el futuro, qué interesante. Efectivamente, le leía el futuro a una vampiresa, algo que pude notar por su aura. Ella también debió percibir la mía porque se giró hacia mí, y nos miramos durante unos segundos. Le sonreí y ella asintió con seriedad. Era una mirada que quería decir "te reconozco como uno de mi especie, pero no puedo quedarme a charlar contigo". A mí me bastaba así.
Entretanto, Elmo se dio cuenta de mi presencia, me miró y se puso a ladrarme, como saludándome después de habernos separado. Le respondí con una sonrisa amistosa. Niño travieso...

La gitana violinista oyó los ladridos de mi perro, lo llamó con un silbido y le ofreció comida. Entonces, Elmo hizo algo que no me esperaba: fue corriendo hacia ella sin pensárselo y comió lo que ella le ofrecía con ganas, muerto de hambre. Cualquiera pensaría que simplemente lo hacía porque estaba hambriento, pero yo conozco a mi mascota, y su actitud era muy amigable, más que de costumbre. No sólo comía lo que ella le ofreció, sino que al acabar le lamió cariñosamente la mano y correteó dando vueltas a su alrededor, ladrando con alegría, mostrando una confianza total en ella.
- Ya veo... - dije, en un susurro, mientras sonreía viéndolos a los dos tan contentos.
Elmo era un perro especial, tenía un sexto sentido que siempre me había resultado de gran utilidad, aunque tardé bastante en darme cuenta. Muchas veces gruñía o ladraba alarmado, y cuando lo hacía, efectivamente algo malo pasaba. Cuando alguien se me acercaba y Elmo le gruñía, al poco tiempo tenía un conflicto con esa persona, y si en vez de gruñirle le ladraba con alegría, por lo general esa persona se llevaba bien conmigo. Algunas veces hice caso omiso de las advertencias del perro y había pagado caras las consecuencias, dándome a entender que Elmo era una de mis herramientas más útiles contra el peligro. Pero nunca, NUNCA lo había visto tan y tan alegre y confiado con alguien. Esa gitana... ¿cómo había atraído así el cariño de Elmo? Era alguien especial, sin duda... ¿Podría ser simplemente que el perro está agradecido por la comida? No, muchas veces la gente le daba sobras y él la comía y daba uno o dos ladridos de agradecimiento, pero esa actitud amistosa era algo... especial.

Me acerqué a ellos, con cierta timidez, pero amistosamente.
- Hola. Así que aquí estabas, ¿eh, granujilla? Y yo tan preocupado buscándote por todas partes... - dije, alegremente - Hola, chica, y gracias por cuidar de mi amigo. Te he visto muchas veces tocando por aquí, ¿eres violinista profesional?
Si Elmo había mostrado esa amistad con la chica, sabiendo que yo estaba mirando, tal vez me estuviera diciendo algo. Quería saber más de esa muchacha antes de sacar conclusiones, así que decidí improvisar una conversación casual.

por **Myhunna Trianne** Jue Mar 27, 2014 9:22 am

Sonreí levemente al perro cuando empezó a ladrar a mi al rededor. ¡Que animal tan agradable! A lo mejor no tenía amo... ¿Entonces podría llevármelo a casa? Cuidar de un perro era un gran trabajo, teniendo en cuenta que casi no tenía dinero para darme de comer a mí, ¿como iba a alimentar a otro ser vivo? Mejor sería no quedármelo. Con el gato de la casa era distinto, parecía acostumbrado a pasar hambre, como la mayoría de los gatos callejeros, ¿pero este perrito? Aún tenía que crecer, alimentarse bien, y todas esas cosas... Si se quedaba conmigo, se moriría de hambre. Tristemente, le acaricié la cabeza con un gruñido y suspiré. ¡Sería un compañero de trabajo genial!
Pero no iba a tener tanta suerte, aquel cachorrillo sí tenía dueño.
Alcé levemente la cabeza cuando el hombre se nos acercó, a mí y al perrito. ¿Otro vampiro? ¿Tenía un imán para ellos hoy, o qué?
Durante unos minutos, que se me hicieron eternos, decidí hacerle más caso al recién recuperado cachorro que a su supuesto amo:
-Así que este es tu jefe, ¿no pequeño?-el perro ladró, como diciéndome que sí-. Un jefe bastante negligente si ni siquiera te da de comer.
Dije lo último en francés para estar segura de que el vampiro me entendiera. Por supuesto que estaba molesta con él, me dolía ver al pequeño animal tan famélico, y el otro con esa ropa tan elegante. ¡Había gente muy egoísta en este mundo!
Pero casi como si supiera lo que estaba pensando sobre su amo, el perro me dio un mordisco en la mano cuando se la pasaba por el cuello. No dolió, solo fue un roce con los dientes, pero me lo tomé como una advertencia. No debía ser tan dura con él, molestaba al cachorro.
Y si a un cachorro le molesta que insulten a su amo, es porque su amo es bueno con él. Quizás había juzgado mal. Era muy difícil hacerse una idea del carácter de otra persona cuando solo podías ver una bruma pálida sobre ellos. Por eso no me gusta hablar con vampiros, porque nunca sé como se sienten. Con los humanos, siempre siento que voy un paso por delante.
Decidí solemnemente hacerle caso al animal en vez de a mis propios instintos. Si uno considera que su superior es una buena persona, normalmente no se equivoca. Los animales tienen un sexto sentido para estas cosas:
-Perdona-me levanté del suelo y rodé los ojos. Luego le dediqué una sonrisa al hombre, la mejor que tenía, la que me había ganado mi nombre artístico-. Ha sido un placer cuidarlo, tu amigo es encantador -el perro me saltó a la rodilla, como dándome las gracias. Reí, un poco por eso y otro poco por lo que me había preguntado- ¿Profesional? Si fuera profesional no tendría que tocar en la calle, ¿no crees?
No me sorprendió notar que se agriaba la voz. Aunque no estaba enfadada, hablar de mi talento con el violín siempre me ponía de mal humor. ¡El mundo sabía tan bien como yo que había nacido para tocar! Estaba tan clavado en mi alma, en mis genética, como Dŭrvo. Y solo los ricachones de buena estirpe podían beneficiarse de las clases.
¡Lo mal que lo había pasado cuando estuve en el conservatorio, solo por haber nacido donde he nacido! Me lo habían advertido todos cuando era pequeña, y había decidido tener fe en la comprensión humana.
Gracias a ello había acabado en la calle.
Agité la cabeza y me mordí el labio para intentar controlarme. Apretaba la funda de Dŭrvo con demasiada fuerza, y eso nunca era bueno. Inspiré con fuerza y cerré los ojos mientras extendía la mano hacia aquel completo desconocido:
-Myhunna, para servirle -hice una reverencia bastante teatral y miré al perro de reojo. Casi parecía sonreír. Si te parece bien que hable con tu amo no me voy a negar, chico-. Pero la consulta está cerrada ahora. ¿Con quien tengo el placer de hablar?

por **Alexalmo** Dom Mar 30, 2014 2:33 pm

No pude evitar reír cuando Elmo mordió a la chica después de que me insultara.
- ¡Jajajajajaja! ¡Muy buena, Elmo!
De todas formas, ¿a qué venía esa respuesta? Sólo había venido a hablar con ella tan tranquilamente y va y me responde así.
- Si "no le doy de comer" es sencillamente porque no puedo, ¿vale? Quiero decir, ¿acaso no se nota que tanto él como yo vivimos en la calle? Quiero decir, si me dijeras que tengo una gran casa, con una buena vida y dinero de sobra, entonces lo que has dicho tendría sentido, pero ¡venga ya! No entiendo cómo puedes decirle eso a un pobre vagabundo que a penas encuentra algo para sí mismo. Y sí, hago lo que puedo para alimentarle, pero no es tan fácil teniendo que vivir entre escombros, y mendigando, y durmiendo en el suelo de la calle, y...
Y entonces me dí cuenta de que estaba vestido con la ropa elegante que acababa de "pedir" en la tienda
- Y... ehm... esto... - balbuceé muerto de vergüenza mientras miraba mi propia ropa - Ah... y de tener que... ya sabes, ir a las tiendas y... - me puse a bailotear como un payaso alrededor de la chica y a cantar alegremente - ¡Papapá parapapá papaparapapara! - disimuladamente y sin dejar de bailar ni cantar, me acerqué a su oído y susurré - "Robar"... ¡Papara parapapá, paparaparapapá! - volví bailando hasta donde estaba y seguí hablando con normalidad - en las tiendas de alrededor. No es una vida fácil.

Me encogí de hombros ante su respuesta sobre ser violinista profesional.
- Supongo... Tal vez fueras profesional en el pasado pero acabaras mendigando en la calle por cualquier problema personal. Tal vez tus criados te tendieron una trampa y te robaron todo tu dinero, o el director de una orquesta importante te ofreció un puesto en un concierto de alta calidad que te daría fama de por vida a cambio de que tuvieras sexo con él y tu preferiste rechazar la fama y el dinero pero conservar tu dignidad, o tal vez descubrieron que mentiste sobre tu pasado y no eres la hija del conde de Alemania como juraste cuando te presentaste como música. Se me ocurren mil razones por las que podrías haber empezado siendo profesional y haber acabado en la calle. Pero supongo que en el fondo lo único que quería era hacerte la típica pregunta tonta para comenzar una conversación.

Reí divertido mientras ella hacía una reverencia teatral a la vez que daba su nombre como si se presentara para ser mi criada. En cuanto me preguntó quién era, procedí a hacer lo propio: hice una reverencia teatral también, pero en versión masculina. Me quité el sombrero de copa que llevaba puesto, lo bajé y me incliné sin dejar de mirarle a los ojos y sonriéndole, mientras le decía mi nombre:
- Alexalmo, y el placer es todo mío. Tienes un nombre muy bonito, Myhunna. Suena... extranjero, exótico, ¿sabes? Aunque reconozco que Alexalmo tampoco debe ser muy común aquí en Francia.
Me incorporé y volví a colocarme el sombrero en la cabeza. No sabía si Myhunna se había dado cuenta, pero este sombrero no estaba tan en buen estado como el resto de la ropa, sino que estaba más polvoriento y un poco desgastado, indicando que no era precisamente nuevo.
Dicho esto, me senté a su lado.
- ¿Eres de esas caravanas gitanas que recorren Francia y tienen ferias propias?

por **Myhunna Trianne** Sáb Abr 05, 2014 1:55 pm

Tuve bastante ganas de darle una colleja cuando empezó a hablar sobre lo mal que lo pasaba la gente viviendo de la calle. ¡El que no llora no mama, chico! No hay una vida que sea fácil. Los ricos lo pasan mucho peor, no recordaba un día realmente divertido cuando estaba viviendo con el viejo noble... Por lo menos cuando estaba en el campamento me divertía, y tampoco lo pasaba tan mal ahora.
¿A qué venía quejarse tanto?
En todo caso, podría decir que me sorprendió mucho que se pusiera a bailar y cantar por ahí mientras se justificaba diciendo que había sacado toda aquella ropa del hurto. Tampoco es que eso me pareciese bien. Me habían criado con profundas convicciones morales: robar estaba mal, quien lo hacía no merecía respeto.
Pero luego le eché un ojo a la funda de Dŭrvo y me callé todo el sermón que le tenía preparado con respecto a los diez mandamientos y los diferentes círculos del Infierno.
Apreté un poco el medallón de mi madre y miré al perro. Ahora se dedicaba a lamerme los dedos:
-Así que te llamas Elmo, ¿eh?
Me parecía un nombre precioso, muy adecuado para un perro como él. Me dediqué a rascarle detrás de las orejas mientras escuchaba las teorías conspiratorias acerca de mi vida. Poco a poco se me fue esbozando una sonrisa, a pesar de que me hubiese gustado evitarlo. ¿La hija del conde de Alemania? ¡Incluso podría serlo, quien sabe! Estaba bastante segura de que mi padre era un noble, o al menos alguien rico e importante. Pero no podría quedarme con nada suyo, si no llevaba su apellido:
-Me temo que no tengo un pasado tan interesante-murmuré entre dientes-. Una gitana que vive en la calle, como tantos otros gitanos que viven en la calle.
Empecé a juguetear con el medallón de mi madre entre los dedos mientras volvía a sentarme en el suelo empedrado de aquella calle. Estaba demasiado lejos de París. Maldita sea, ¿cómo había acabado allí? No llevaba ni una semana y ya echaba de menos Bélgica. ¿Por qué Francia? Me había recorrido media Europa para acabar en un sitio en el que no conocía a nadie... ¿Por vivir una aventura?
Desde luego, que llevase siete días y ninguno de los muchos vampiros de la ciudad hubiera intentado marcarme como su aperitivo particular era un gran comienzo. ¡Pero cuantos había! ¡Y ahora estaba hablando con uno mientras le hacía carantoñas a su perro!:
-Mi madre decía...-me mordí el labio mientras sacudía la cabeza. No podía hablar de ella en pasado, y eso que hacía ya bastante tiempo...-. Dice, que significa guerrera. Es más antiguo que otra cosa. Tan antiguo que nadie sabe que significa guerrera -jugueteé con uno de los flecos del pañuelo que llevaba atado a la pierna. Se había manchado un poco de sangre-. A-lex-al-mo -pronuncié despacio las sílabas, no estaba demasiado segura de si lo había hecho bien- ¿Sabes a que suena? Al sur, al Mediterráneo... También es bonito.
Si me dijeran que apostase sobre la vida de ese hombre, diría casi con toda seguridad que francés no era, aunque lo hablase muy bien. Yo tampoco lo hablaba mal, ¿no? Aunque mezclase cosas, había quien lo encontraba muy encantador. Ya ves...:
-¿Caravanas? No, no...-reí un poco, agitando una mano-. Estaría bien, pero no, hace tiempo que no voy con una de esas... Pero bueno...-me acerqué un poco y clavé mis ojos en los del hombre, con bastante curiosidad-. Nunca había tenido el placer de encontrarme con un vampiro pobre...-entrecerré los ojos, intentando ver algo, un ápice de aura, pero nada. Solo brumas-. Conseguís todo lo que queréis...-mascullé, en otro idioma y lo más entre dientes que pude, para ni siquiera entender a mi misma.
Le eché una mano a la funda de Dŭrvo, como acto reflejo, y subí a Elmo encima de mis piernas. Estaba demasiado contento, y eso me divertía demasiado.
La mascota de un vampiro mendigo, que cosas...

por **Alexalmo** Jue Abr 10, 2014 2:22 pm

- Ya veo... - respondí, cuando me contaba que vivía en la calle - No debe de ser fácil, tener que... ehm... "independizarse" así, tan bruscamente.
Desvié la mirada de ella y miré hacia el suelo, tristemente.
- Yo hará casi un mes vivía con mi mentor, pero lo mataron y nuestra casa sufrió un incendio. Bueno, ahora vivo en la calle también, aunque espero no estar así demasiado tiempo. Era buena gente, ¿sabes? Mi mentor, digo.
Volví a mirarla con una sonrisa cálida. Me reí con ganas ante su comentario sobre mi nombre, y me di cuenta de que ella se estaba tocando una venda improvisada que le cubría una herida.
- Jajajajajaja. Mediterráneo, ¿eh? Haz acertado de pleno: soy español de pies a cabeza. Me gustaría decirte que Alexalmo significa "inteligente" o algo por el estilo, pero la verdad es que no significa absolutamente nada porque me lo inventé yo, así que supongamos que "Alexalmo" significa vam... ejem... "vagabundo medio-loco" o algo por el estilo. Pero me alegro de que te parezca bonito de todas formas.
Le dediqué una sonrisa feliz y algo infantil. Qué susto, por poco digo "vampiro". Miré de nuevo al suelo mientras escuchaba lo que me decía, hasta que de repente...
- Nunca había tenido el placer de encontrarme con un vampiro pobre... - dijo de pronto, así, sin avisar.
Sobresaltado, me giré y la miré. Me estaba mirando directamente a los ojos con un interés bastante intimidante.
- ¿¡Qué!?
Miré alrededor alarmado para asegurarme de que nadie nos oía, me acerqué un poco más a ella. ¿Conocía la existencia de los seres sobrenaturales?
- ¿Y tú qué sabes de nosotros?
Noté que una persona nos estaba mirando, y tosí ruidosamente.
- Quiero decir... ¡jajajajajajaja! ¡Cuánta imaginación, muchacha! ¡Qué cosas dices! ¡Todos saben que los vampiros son seres sobrenaturales que no existen sino en los libros y en los cuentos de terror para niños! - bajé la voz, me acerqué un poco más y le susurré - Oye, no deberías hablar de estas cosas en público. No conviene que todo el mundo lo sepa, ¿sabes? Muchas complicaciones. Ahora dime, ¿cómo es que sabes que existimos?

Escuché su respuesta atento, y al final decidí sacar el tema de la herida en su pierna.
- ¿Qué te ha pasado ahí? - pregunté, señalándola - ¿Te has caído o algo de eso?

por **Myhunna Trianne** Vie Abr 11, 2014 1:33 pm

Casi me hizo reír. ¿Independizarme? ¿Cómo iba a independizarme? ¡Vivo en la calle, nací y me críe en la calle! Para independizarme, tendría que encerrarme en una casa y no salir de ahí hasta el día de mi muerte.
Y entonces, saldría con los pies por delante:
-Todos tenemos un mentor, ¿no crees?
Siempre había pensado que los vampiros no toleraban demasiado bien en fuego. Pero este en concreto... ¿Había sobrevivido a un incendio y ahora vivía en la calle? ¿Con lo bien que solían apañárselas esas sanguijuelas para vivir? Desde luego, me había encontrado con un ejemplar peculiar.
Un vampiro español y una gitana belga... ¿No parece el principio de una canción? Una de esas viejas canciones que enseñan las madres a sus hijos para darles una lección. "No hagáis lo mismo que esa chica, no os paréis a hablar con desconocidos". En fin, si la cosa no salía bien, siempre podría acabar convertida en una bonita moraleja. La gran Estrella Roja, dándole una lección a las generaciones venideras.
Y desde luego, a partir de aquel momento la cosa se había puesto tensa. ¿A caso no debía haber mencionado nada? Parece que está mal que sepa que existen los vampiros, por alguna extraña razón...
Me encogí levemente de hombros y bajé la voz también, quizás para no ponerle más tenso de lo que parecía estar:
-¡Claro que lo sé! No es algo que se pueda ocultar fácilmente a alguien... Como yo-rodé los ojos y luego volví a mirarle fijamente. Nada de nada. Brumas. No tenía la más mínima idea de lo inútil que se sentía una al no poder ver el aura del de enfrente-. Veo tu aura. Bueno, si hubiese algo que ver. Cuando el todo mundo está rodeado de un color vacilante y claro, menos algunas personas, empiezas a preguntarte por qué... Y averiguas cosas. Como que hay gente medio animal que brillan como condenados y sanguijuelas de las que no puedes ver nada. Y si piensas que hay poca gente consciente de esta realidad... Estás bastante equivocado-cerré los ojos, rascando a Elmo entre las orejas-. Cuando era niña...-aquí bajé más la voz, era casi imperceptible. Estaba segura de que el otro me oiría-. Todos en mi campamento sabían... lo que había. Y todos teníamos cuidado.
Tragué un poco de saliva y sonreí. Me pareció un buen momento para que la conversación a susurros sobre mis fantásticas habilidades terminase. Ante su pregunta sobre mi pañuelo-venda, simplemente deshice el nudo tirando con cuidado de una de sus tiras.
Mierda.
Era un poco más profundo de lo que yo pensaba. Aún sangraban un poco. Dos cortes verticales, perpendiculares, casi perfectos. Tuve que reconocer que aquel felino cabrón hizo un gran trabajo:
-Un gato idiota que tengo metido en casa... Estoy pensando en quedármelo-volví a taparme la herida con la venda-. Creo que Atlas sería un buen nombre.
Elmo se apoyó con cuidado sobre el pañuelo, como si intentase consolarme. Que perro tan adorable:
-Venga, chico, no es nada...-me mordí el labio inferior, intentando recordar como se decía aquella estúpida palabra-... ¿Cabajo? No, ¡abajo!
Casi me pareció que se reía de mí, pero me obedeció igual:
-Entonces... ¿Entablas conversaciones repentinas con desconocidas vagabundas frecuentemente, o debería sentirme halagada?

por **Alexalmo** Lun Abr 21, 2014 4:37 am

Vaya... qué interesante. Así que los vampiros carecemos de aura completamente. ¿Y dice que en su familia todos sabían lo de los seres sobrenaturales? ¿Y que ella puede identificarlos? Qué curiosa situación.
- ¿Qué? ¿Estás diciendo que no tengo ningún tipo de aura? Joooo... los niños malos se reirán de mí en el cole - dije, poniendo una expresión triste. Un chiste bastante malo, Alexalmo, espero que mejores en el futuro.
Me fijé en Elmo. Realmente se había encariñado con ella.
- Bueno, es cierto que cada día hay más gente que sabe de nosotros, pero eso no quiere decir que todo el mundo deba saberlo. El ámbito de los sobrenaturales de momento sigue siendo un secreto para la gran mayoría de la gente. Es como si... - puse mi mano derecha unos centímetros por encima de mi mano izquierda - A ver, imagínate que mi mano derecha, la que está arriba, representa a los que no lo saben, y la izquierda a los que sí. Cuanto más alto esté una mano, más gente está en su grupo. Entonces, digamos que por mucha gente que haya que sepa de los seres sobrenaturales - levanté la mano izquierda un poco, pero sin llegar a tocar a la derecha - siempre debemos asegurarnos de que sea una minoría, que eso se mantenga en secreto. Si dejamos que se nos vaya de las manos - levanté la izquierda hasta ponerla a la altura de la derecha, di una palmada y mostré las palmas de ambas manos a Myunna, como formando un sólo grupo - es decir, si dejamos que todo el mundo sepa la verdad, entonces será un desastre. Los vampiros tendríamos muchos problemas para alimentarnos, pero eso es sólo la punta del iceberg. Habría mucha desconfianza, muchas tensiones, y conociendo a la humanidad como la conocemos gracias a los libros de Historia, seguramente acabaríamos desencadenando en una enorme guerra a escala mundial. Es mejor que todo sea lo más secreto posible.

Se quitó la venda y vi entonces la herida de su pierna. Estuve de acuerdo cuando dijo que era bastante profunda.
- ¿Así que quieres quedarte como mascota al gato que te hizo eso? A mí también me gusta vivir al límite. - bromeé - Mira, ya sé que no es asunto mío, pero esa herida tiene muy mala pinta. Parece que vaya a infectarse. No soy médico, pero he oído que una infección así puede sentarte muy mal. Fiebre, debilidad y hay gente que ha llegado a morirse de eso. ¿Quieres que te lleve con algún doctor? Habrá uno por aquí cerca.

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El infravalorado arte de prosperar [Myhunna]

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