AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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El arte de la conversacion.
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El arte de la conversacion.
Se podria decir que estaba más que satisfecha esta noche. Habia salido de mi castillo y me deleite cazando a un par de escorias de la ciudad, un par de asaltantes y un cura pedofilo. Los peores de la ciudad. Limpie bien mis labios y simplemente me dispuse a caminar un poco, admirando la noche que habia. Estaba más calmo ahora y poco a poco mis ojos volvieron a su color normal, el verde agua, ya que antes estaban rojos por la matanza. Decidi desviar mi ruta habitual y dar un ligero paseo por el parque, algo que no hacia con frecuencia. No recuerdo porqué, aunque tampoco sabia si tenia algun motivo.
Por la tarde, le habia hecho mi visita semanal a Carmella, la joven busca hombres que por suerte se habia salvado de que un vampiro desconocido la atacase. Pasaron ya dos semanas desde aquella vez que habia aceptado una salida con aquel extraño ser solo para que luego desapareciera sin dejar rastro visible. No me importuno a mi, sino a ella, quien me confeso no poder dormir en varias noches por estar pensando en él y en la oportunidad que habia perdido. Oportunidad?, pensaba yo, cuál oportunidad seria? La oportunidad de que aquel desconocido le mordiese el cuello? El caso es que habia arreglado con ella en visitarla cada viernes por la tarde, ya casi a oscuras y la joven acepto de buen grado pues no tenia mas personas a su lado.
Desde aquella noche no me habia vuelto a topar con él. Su nombre era...Lucien, si mal no recuerdo. No sabia como ubicarlo tampoco si aquel plan de la salida fue solo un truco o algo asi, pero esa noche estaba enojada y ni por descuido la iba a dejar morir. Si ella fuera una criminal, hacia ya tiempo que yo misma habria probado de su cuello pero ella solo fue una victima inocente en aquel momento y tuve la necesidad imperiosa de hacerlo.
Luego de caminar un poco, decidi sentarme en una de las bancas, cerca de unos rosales congelados por el frio. Aun no habia nevado, eso era un alivio para mi. Me limite a ver las estrellas y dejar mi velo sobre mis hombros, descubriendo mi rostro. Me iba a quedar unos minutos y si luego me aburria, quizas regrese a mis dominios. Tenia un par de libros que habia pospuesto por un par de dias y que mejor noche que esta para leer un rato y relajarse con una copa de vino?
Suspire un poco y mire la luna, estaba en una perfecta gibosa y me traia algunos recuerdos que, por descuido, creia que habia olvidado...Alli me quede, contemplandola, esperando a que pasase un poco de tiempo para luego marchar.
Por la tarde, le habia hecho mi visita semanal a Carmella, la joven busca hombres que por suerte se habia salvado de que un vampiro desconocido la atacase. Pasaron ya dos semanas desde aquella vez que habia aceptado una salida con aquel extraño ser solo para que luego desapareciera sin dejar rastro visible. No me importuno a mi, sino a ella, quien me confeso no poder dormir en varias noches por estar pensando en él y en la oportunidad que habia perdido. Oportunidad?, pensaba yo, cuál oportunidad seria? La oportunidad de que aquel desconocido le mordiese el cuello? El caso es que habia arreglado con ella en visitarla cada viernes por la tarde, ya casi a oscuras y la joven acepto de buen grado pues no tenia mas personas a su lado.
Desde aquella noche no me habia vuelto a topar con él. Su nombre era...Lucien, si mal no recuerdo. No sabia como ubicarlo tampoco si aquel plan de la salida fue solo un truco o algo asi, pero esa noche estaba enojada y ni por descuido la iba a dejar morir. Si ella fuera una criminal, hacia ya tiempo que yo misma habria probado de su cuello pero ella solo fue una victima inocente en aquel momento y tuve la necesidad imperiosa de hacerlo.
Luego de caminar un poco, decidi sentarme en una de las bancas, cerca de unos rosales congelados por el frio. Aun no habia nevado, eso era un alivio para mi. Me limite a ver las estrellas y dejar mi velo sobre mis hombros, descubriendo mi rostro. Me iba a quedar unos minutos y si luego me aburria, quizas regrese a mis dominios. Tenia un par de libros que habia pospuesto por un par de dias y que mejor noche que esta para leer un rato y relajarse con una copa de vino?
Suspire un poco y mire la luna, estaba en una perfecta gibosa y me traia algunos recuerdos que, por descuido, creia que habia olvidado...Alli me quede, contemplandola, esperando a que pasase un poco de tiempo para luego marchar.
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: El arte de la conversacion.
Desde la penumbra, y con la expectación pura e intrigante del cazador acechante, el inmortal contemplaba a la imperecedera mujer. Dejando su visión en la dama sentada en el parque, quedó contemplativo unos instantes desde un punto distante, alejado de los focos de luz en la noche. Sabedor de que en cierto grado, quizás al azar, la promesa se había cumplido o estaba a punto de cumplirse, alzó el mentón para dejar la visión muerta en el cielo estrellado, contemplándolo en su abstracción unos instantes, antes de regresar a su "presa", aunque en esta ocasión tal concepto cobrara un significado distinto.
Sus pasos empezaron a acercarse, ahogados en el reflejo plateado de la noche, que iluminaba la vegetación del parque. Sin interrumpir el silencio dormido de aquél jardín público parisino, su visión se ladeó a sendos costados, analizando el terreno en busca de factores a tener en cuenta. El hombre, el lector, no le llamó especialmente la atención, pero su presencia era la única palpable en el ambiente. Ese culto ciudadano evitaría cualquier indiscreción con su testimonial silueta, cosa que reforzaba el carácter social de la improvisada reunión.
Esta vez vestido de negro y plata, con la moda tardía del siglo pasado, Lucius empezó a sondear la posición de Jacqueline buscando llamar su atención. No le agradaba aparecer de repente para un semejante, nunca había que intentar pillarles desprevenidos, se lo podían tomar a mal, o incluso interpretarlo de un modo hostil. Primero caminó por el parque, de un modo casual y discreto, en círculos primero, alejado de la mujer, y posteriormente cerca, a la distancia en que la brisa lleva consigo el aroma de la sangre, dejándose ver en el campo visual de la dama, a una veintena de metros, entre el juego de luces y sombras del parque. Pareciera que la inmortal había estado a punto de marcharse. Apoyado en un bastón negro, coronado en una cabeza de lobo plateado, su caminar abandonó el sigilo, empezando a sonar, tacón a tacón, sumado ahora el repiqueteo del bastón.
Con el rostro elevado, su sonrisa se dibujó cortesana y falsa, ladeándolo a medida que la distancia se recortaba, y sus pasos se acercaban a la mujer. Cuando apenas quedaban tres metros entre ambos, enarcó ambas cejas para dotar de expresividad sus aparentemente celestes ojos, saludando con una inclinación elegante, a la par que dejaba fluir su serpentina voz, modulada para no llegar a oídos de terceros.
- Que bella casualidad, el aquí encontrados, mademoiselle Jacqueline. Provocáis en mi regocijo, y no pretendo atrevimiento cuando digo que esta noche y ante esta luna, vuestra piel brilla con un halo especial, que bien pudiera librar de la muerte al bello Narciso.- Tras la barroca salutación, volvió a erguir la columna, apoyando la mano diestra en el bastón, sobre el que cargó de un modo monárquico el peso de su cuerpo, reduciendo entonces la sonrisa, a un mero atisbo ladino.- Si nada ocupa vuestra agenda, quizás tengáis a bien compartir este tiempo con este humilde caballero.
Sus pasos empezaron a acercarse, ahogados en el reflejo plateado de la noche, que iluminaba la vegetación del parque. Sin interrumpir el silencio dormido de aquél jardín público parisino, su visión se ladeó a sendos costados, analizando el terreno en busca de factores a tener en cuenta. El hombre, el lector, no le llamó especialmente la atención, pero su presencia era la única palpable en el ambiente. Ese culto ciudadano evitaría cualquier indiscreción con su testimonial silueta, cosa que reforzaba el carácter social de la improvisada reunión.
Esta vez vestido de negro y plata, con la moda tardía del siglo pasado, Lucius empezó a sondear la posición de Jacqueline buscando llamar su atención. No le agradaba aparecer de repente para un semejante, nunca había que intentar pillarles desprevenidos, se lo podían tomar a mal, o incluso interpretarlo de un modo hostil. Primero caminó por el parque, de un modo casual y discreto, en círculos primero, alejado de la mujer, y posteriormente cerca, a la distancia en que la brisa lleva consigo el aroma de la sangre, dejándose ver en el campo visual de la dama, a una veintena de metros, entre el juego de luces y sombras del parque. Pareciera que la inmortal había estado a punto de marcharse. Apoyado en un bastón negro, coronado en una cabeza de lobo plateado, su caminar abandonó el sigilo, empezando a sonar, tacón a tacón, sumado ahora el repiqueteo del bastón.
Con el rostro elevado, su sonrisa se dibujó cortesana y falsa, ladeándolo a medida que la distancia se recortaba, y sus pasos se acercaban a la mujer. Cuando apenas quedaban tres metros entre ambos, enarcó ambas cejas para dotar de expresividad sus aparentemente celestes ojos, saludando con una inclinación elegante, a la par que dejaba fluir su serpentina voz, modulada para no llegar a oídos de terceros.
- Que bella casualidad, el aquí encontrados, mademoiselle Jacqueline. Provocáis en mi regocijo, y no pretendo atrevimiento cuando digo que esta noche y ante esta luna, vuestra piel brilla con un halo especial, que bien pudiera librar de la muerte al bello Narciso.- Tras la barroca salutación, volvió a erguir la columna, apoyando la mano diestra en el bastón, sobre el que cargó de un modo monárquico el peso de su cuerpo, reduciendo entonces la sonrisa, a un mero atisbo ladino.- Si nada ocupa vuestra agenda, quizás tengáis a bien compartir este tiempo con este humilde caballero.
Lucius Lucretius- Vampiro Clase Alta
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Re: El arte de la conversacion.
Estaba ya algo aburrida, la Luna ya me habia hecho suficiente compañia por esa noche y simplemente me limite a ponerme de pie y pensar si regresaba o si buscaba algo más de beber. Por simple gula, nada más. Voltee mi rostro al escuchar un par de zapatos rezonando en la acera del parque y llamando mi atencion. Leia la mente el hombre? Tras simples segundos de recordarle ahi estaba, caminando con un baston y con aquella sonrisa que hacia de mi desconfiar un poco. Acabe de voltear mi cuerpo en la direccion por la que él transitaba, sin denotar nada en mi rostro. Ahora que lo pensaba, era él mismo quien estaba caminando cerca de alli, le habia visto y presenti conocerle por la vestimenta algo antigua que llevaba pero no me atrevi a moverme ni a llamarle. No sé aun porque.
Me saludo y elogio, algo que no habia olvidado en él. Ante todo la cortesía. Le reverencie y luego me pare bien, llevando ambas manos mias entrelazadas, sobre mi vientre.
-Temo no poder decirle lo mismo, Mister Lucien. Siendole sincera, no esperaba encontrarme con usted puesto que solo me habia detenido aqui por un simple descanso de mi aburrimiento.Debo decirle que se ve usted muy bien aunque no estoy acostumbrada a ver a muchos hombres vistiendo atuendos similares a los suyos. Supongo que es algo ventajoso, eso le hace unico.-sonrei un poco entrecerrando mis ojos. El unico quizas seria algo...limitante ante los vampiros pero supongo que era algo cierto.
Aunque no esperaba que aquella promesa que le habia hecho se cumpliera esta misma noche, la compañia de cualquier ser siempre es bienvenida por lo que le sonrei y le dije:
-Aunque dudo que la palabra humilde vaya con usted, seria agradable algo de compañia esta noche. Casi marcho de nuevo a mi hogar puesto que no hay demasiado que me entretenga...-hable de forma sincera, esta noche ya habia tenido algo de emocion pero se estaba tornando en algo rutinario y eso era lo que menos queria de mi vida.
Me saludo y elogio, algo que no habia olvidado en él. Ante todo la cortesía. Le reverencie y luego me pare bien, llevando ambas manos mias entrelazadas, sobre mi vientre.
-Temo no poder decirle lo mismo, Mister Lucien. Siendole sincera, no esperaba encontrarme con usted puesto que solo me habia detenido aqui por un simple descanso de mi aburrimiento.Debo decirle que se ve usted muy bien aunque no estoy acostumbrada a ver a muchos hombres vistiendo atuendos similares a los suyos. Supongo que es algo ventajoso, eso le hace unico.-sonrei un poco entrecerrando mis ojos. El unico quizas seria algo...limitante ante los vampiros pero supongo que era algo cierto.
Aunque no esperaba que aquella promesa que le habia hecho se cumpliera esta misma noche, la compañia de cualquier ser siempre es bienvenida por lo que le sonrei y le dije:
-Aunque dudo que la palabra humilde vaya con usted, seria agradable algo de compañia esta noche. Casi marcho de nuevo a mi hogar puesto que no hay demasiado que me entretenga...-hable de forma sincera, esta noche ya habia tenido algo de emocion pero se estaba tornando en algo rutinario y eso era lo que menos queria de mi vida.
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: El arte de la conversacion.
Atendió las primeras palabras de la dama para asentir una sola vez, manteniendo su sibilina sonrisa perenne, la cual se agrandó al escuchar la atribución de exclusividad que Jacqueline formulaba acerca de su vestimenta. Durante unos instantes su mente dio algunas vueltas a aquel detalle tan sencillo, pero revelador, en la conversación. Lo cierto es que realmente le costaba acostumbrarse a la visceralidad con que la moda parecía cambiar en la modernidad. El hecho de que vistiera aún con los trajes y ornamentos propios del siglo XVIII no obedecía a otro motivo que al de haber permanecido cuasi un siglo entero aislado en la región rural de La Vendée. Sin embargo, ese detalle, no tenía porque saberlo nadie.
- Sois muy considerada al así citarlo, mademoiselle. La originalidad es un valor en recesión en esta época que corre.- Su intrascendente aclaración no buscó interrumpir ni perjudicar las palabras de la mujer, las cuales siguió escuchando tras su breve incisión cortesana. El hecho de que girara el uso de la humildad en su contra, podría haberle parecido ofensivo a un noble real de la época, sin embargo a Lucius le pareció encantador, conocedor de sus propios defectos y valores. Aún y eso, su mente no se quedó demasiado tiempo en ese detalle, si no que voló hacia la segunda parte, donde citaba el hogar.
"Un hogar, es curioso escuchar tal palabra de labios de un semejante. Sería interesante ver uno, y conocer la visión de la intimidad artística. Las entrañas de la mente, representadas en una finca. Tened por seguro que un día estaré allí, en vuestra puerta, pero no hoy, ni mañana. Sería excesivo correr tan deprisa cuando el tiempo huyó de mi persona tanto atrás".
Sus pensamientos dejaron paso a las palabras, las cuales sin duda se lanzaron a un camino distinto del que su mente trazaba. Devolviendo el brillo a su enigmática sonrisa, abrió el brazo izquierdo simulando un arco elegante, para dotar de énfasis a sus palabras.
- Si compañía deseáis, compañía tendréis, y si es la mía me honráis, pues no hay otra cosa en mi mente, ni gustaría de tener otro plan en esta noche. Parece que la luna os haya maquillado para la ocasión, y tal no deseo enturbiar tan bella imagen, quizás os ceda el turno de la palabra. Tan excelsa presencia me deja sin argumento alguno, y es por ello que apenas puedo hablar, más quizás si preguntar...-. Descendió suavemente los párpados para arrugar los labios un instante, reflexivo, jugando con las palabras y las oraciones que emergían en un tono constante y aristocrático de su boca.- ... y dado que habéis despertado en mi esa curiosidad, ¿puedo saber cuánto tiempo lleváis aquí, en esta ciudad, mademoiselle Jacqueline?
Sin duda ese era el leitmotiv del encuentro, y la petición de una cita. El conocimiento, la información, el saber. Poseer un criterio sobre los inmortales en París, tener una base sobre la que sentar sus ideas y trazar sus planes futuros en la ciudad de las luces. Y para ello, debía conocer a unas cuantas personalidades primero, la inmortal parecía un excelente primer paso, y sin duda buscaría saberlo todo de ella.
- Sois muy considerada al así citarlo, mademoiselle. La originalidad es un valor en recesión en esta época que corre.- Su intrascendente aclaración no buscó interrumpir ni perjudicar las palabras de la mujer, las cuales siguió escuchando tras su breve incisión cortesana. El hecho de que girara el uso de la humildad en su contra, podría haberle parecido ofensivo a un noble real de la época, sin embargo a Lucius le pareció encantador, conocedor de sus propios defectos y valores. Aún y eso, su mente no se quedó demasiado tiempo en ese detalle, si no que voló hacia la segunda parte, donde citaba el hogar.
"Un hogar, es curioso escuchar tal palabra de labios de un semejante. Sería interesante ver uno, y conocer la visión de la intimidad artística. Las entrañas de la mente, representadas en una finca. Tened por seguro que un día estaré allí, en vuestra puerta, pero no hoy, ni mañana. Sería excesivo correr tan deprisa cuando el tiempo huyó de mi persona tanto atrás".
Sus pensamientos dejaron paso a las palabras, las cuales sin duda se lanzaron a un camino distinto del que su mente trazaba. Devolviendo el brillo a su enigmática sonrisa, abrió el brazo izquierdo simulando un arco elegante, para dotar de énfasis a sus palabras.
- Si compañía deseáis, compañía tendréis, y si es la mía me honráis, pues no hay otra cosa en mi mente, ni gustaría de tener otro plan en esta noche. Parece que la luna os haya maquillado para la ocasión, y tal no deseo enturbiar tan bella imagen, quizás os ceda el turno de la palabra. Tan excelsa presencia me deja sin argumento alguno, y es por ello que apenas puedo hablar, más quizás si preguntar...-. Descendió suavemente los párpados para arrugar los labios un instante, reflexivo, jugando con las palabras y las oraciones que emergían en un tono constante y aristocrático de su boca.- ... y dado que habéis despertado en mi esa curiosidad, ¿puedo saber cuánto tiempo lleváis aquí, en esta ciudad, mademoiselle Jacqueline?
Sin duda ese era el leitmotiv del encuentro, y la petición de una cita. El conocimiento, la información, el saber. Poseer un criterio sobre los inmortales en París, tener una base sobre la que sentar sus ideas y trazar sus planes futuros en la ciudad de las luces. Y para ello, debía conocer a unas cuantas personalidades primero, la inmortal parecía un excelente primer paso, y sin duda buscaría saberlo todo de ella.
Lucius Lucretius- Vampiro Clase Alta
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Re: El arte de la conversacion.
Al parecer no le habia disgustado el que le dijese que su atuendo n oera de alguien que normalmente viese, quizas porque era yo quien se lo decia. Cuando Carmella le habia preguntado por su procedencia, el rostro del caballero estaba algo serio, turbio, seco. Parecia que la sonrisa que le hizo, fue falsa, muy notoria para mi pero no para mi debil amiga. Por lo menos no le habia ofendido, si algo me habian enseñado era a usar bien las palabras y hablar con honestidad pero nunca usarlas contra una persona si no se lo merecia.
Asi pues camine hasta él y acepte su invitacion tomando su brazo arqueado, comenzando a caminar sin saber muy bien el rumbo. Ya veria a donde acabariamos. Mi acompañante lucia tranquilo esta noche, algo más atractivo sin los deseos de matar a alguien pero aun me daba la impresion de que habia demasiada actuacion en él. Como si siempre estuviese finjiendo. Segun él no era alguien se poder conversar demasiado cuando estaba en compañia por lo que me pregunto algo para "romper el hielo".
No tenia excusa como para no revelar algo de mi, asi que simplemente le respondi:
-Soy conciente de que ya he estado en Paris antes pero en este momento, solo estoy de visita por un tiempo. Poseo unos dominios casi fuera de la ciudad donde me alojo cuando estoy explorando. Quizas ya lleve aqui unos meses, menos de cinco yo supongo.-no sabia muy bien cuantos por lo que saque la cuenta algo indecisa.-Qué hay de usted? Ha venido por visita o por que ha hallado algun descubrimiento nuevo?-recordaba su pasion por la arqueologia y esa podria ser un buen motivo para venir a Paris.
Asi pues camine hasta él y acepte su invitacion tomando su brazo arqueado, comenzando a caminar sin saber muy bien el rumbo. Ya veria a donde acabariamos. Mi acompañante lucia tranquilo esta noche, algo más atractivo sin los deseos de matar a alguien pero aun me daba la impresion de que habia demasiada actuacion en él. Como si siempre estuviese finjiendo. Segun él no era alguien se poder conversar demasiado cuando estaba en compañia por lo que me pregunto algo para "romper el hielo".
No tenia excusa como para no revelar algo de mi, asi que simplemente le respondi:
-Soy conciente de que ya he estado en Paris antes pero en este momento, solo estoy de visita por un tiempo. Poseo unos dominios casi fuera de la ciudad donde me alojo cuando estoy explorando. Quizas ya lleve aqui unos meses, menos de cinco yo supongo.-no sabia muy bien cuantos por lo que saque la cuenta algo indecisa.-Qué hay de usted? Ha venido por visita o por que ha hallado algun descubrimiento nuevo?-recordaba su pasion por la arqueologia y esa podria ser un buen motivo para venir a Paris.
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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Re: El arte de la conversacion.
Una vez la dama le tomó del brazo, el inmortal reanudó su lento y calmado caminar, propio de una ruta sosegada que no lleva a ninguna parte. Su visión permanecía en el horizonte cuando andaba, salvo contadas excepciones, en las que observaba el rostro de su acompañante, nunca de reojo. Parecía tener un gran control sobre su propia presencia, y por ello cuidaba hasta el más ínfimo de los detalles en cada nueva situación, postura o gesto.
La respuesta de la mujer pareció no suscitar a priori cambio alguno en él, limitándose a asentir con calma mientras seguía avanzando, acompañando su movimiento del bastón, que sonaba intermitente, pero nunca molesto, ejerciendo un toque sordo y espaciado en el tiempo. A la pregunta que le fue formulada, sus facciones sonrieron, tensando las comisuras, aunque sus párpados permanecieron lisos, denotando que la expresión de sonrisa era meramente bucal, y por lo tanto protocolaria.
- ¿Un descubrimiento nuevo? Por supuesto. La propia París lo es en realidad, debo decir que nunca antes había estado aquí. Es la primera vez que visito la Ciudad de las Luces, y aunque pueda parecer extraño debido a su poderosa fama en el continente, no creo haberme perdido demasiado, pues tengo entendido que tan espectacular ciudad, no ha sido nunca antes, tan atractiva.- Al terminar las últimas palabras, su visión se posó sobre las facciones de Jacqueline, prosiguiendo entonces. - Como os dije en nuestra anterior conversación, he pasado estos últimos años en la región de La Vendée, no demasiado lejos, ni excesivamente cerca. Debo deciros que hasta pisar esta urbe, solo había conocido las tierras que ahora se llaman orgullosamente francesas, como campiñas y pastos...
Retornando los ojos al frente, observó unos instantes la vegetación del parque, controlando a intervalos el entorno inmediato, siempre dominante de su propia seguridad, controlador en la escena que ocupaba. Al no percibir nada alarmante, o que fuera remarcable en sus sentidos, enarcó ambas cejas y alzó sensiblemente el mentón, para seguir hablando.
- Quizás por eso encontré La Vendée tan seductora, su belleza radica en la simplicidad, y en el carácter de su gente. No es demasiado distinto al de antaño, en términos muy genéricos. Sin embargo París se halla iluminada por la modernidad y la... ilustración. Un fenómeno, de lo más... curioso.
Sin duda "curioso" no era el término que hubiera deseado para enmarcar el concepto de la Ilustración. Los cambios que se empezaban a respirar en el mundo conocido eran insufribles para un inmortal con sus valores tradicionales, y para su desdicha, solo la monarquía era un obstáculo a que el pueblo tomara el poder. ¿Dónde estaba la nobleza orgullosa y organizada?
- Si os agrada la arqueología no obstante, debo hablaros de áfrica. Las tierras doradas del sur poseen un magnífico trasfondo y poder místico. Aunque lamentablemente, se han echado a perder, en su mayoría. Un destino lamentable para tan altas civilizaciones, pero los que sobrevivimos al tiempo, ya sabemos que nada existe para siempre...
Su rostro adaptó una fingida melancolía durante unos escasos segundos, configurando cuasi instantáneamente una nueva sonrisa, que fue dirigida a la dama acompañante.
- ¿Y vos, mademoiselle Jacqueline, conocéis bien el continente?
La respuesta de la mujer pareció no suscitar a priori cambio alguno en él, limitándose a asentir con calma mientras seguía avanzando, acompañando su movimiento del bastón, que sonaba intermitente, pero nunca molesto, ejerciendo un toque sordo y espaciado en el tiempo. A la pregunta que le fue formulada, sus facciones sonrieron, tensando las comisuras, aunque sus párpados permanecieron lisos, denotando que la expresión de sonrisa era meramente bucal, y por lo tanto protocolaria.
- ¿Un descubrimiento nuevo? Por supuesto. La propia París lo es en realidad, debo decir que nunca antes había estado aquí. Es la primera vez que visito la Ciudad de las Luces, y aunque pueda parecer extraño debido a su poderosa fama en el continente, no creo haberme perdido demasiado, pues tengo entendido que tan espectacular ciudad, no ha sido nunca antes, tan atractiva.- Al terminar las últimas palabras, su visión se posó sobre las facciones de Jacqueline, prosiguiendo entonces. - Como os dije en nuestra anterior conversación, he pasado estos últimos años en la región de La Vendée, no demasiado lejos, ni excesivamente cerca. Debo deciros que hasta pisar esta urbe, solo había conocido las tierras que ahora se llaman orgullosamente francesas, como campiñas y pastos...
Retornando los ojos al frente, observó unos instantes la vegetación del parque, controlando a intervalos el entorno inmediato, siempre dominante de su propia seguridad, controlador en la escena que ocupaba. Al no percibir nada alarmante, o que fuera remarcable en sus sentidos, enarcó ambas cejas y alzó sensiblemente el mentón, para seguir hablando.
- Quizás por eso encontré La Vendée tan seductora, su belleza radica en la simplicidad, y en el carácter de su gente. No es demasiado distinto al de antaño, en términos muy genéricos. Sin embargo París se halla iluminada por la modernidad y la... ilustración. Un fenómeno, de lo más... curioso.
Sin duda "curioso" no era el término que hubiera deseado para enmarcar el concepto de la Ilustración. Los cambios que se empezaban a respirar en el mundo conocido eran insufribles para un inmortal con sus valores tradicionales, y para su desdicha, solo la monarquía era un obstáculo a que el pueblo tomara el poder. ¿Dónde estaba la nobleza orgullosa y organizada?
- Si os agrada la arqueología no obstante, debo hablaros de áfrica. Las tierras doradas del sur poseen un magnífico trasfondo y poder místico. Aunque lamentablemente, se han echado a perder, en su mayoría. Un destino lamentable para tan altas civilizaciones, pero los que sobrevivimos al tiempo, ya sabemos que nada existe para siempre...
Su rostro adaptó una fingida melancolía durante unos escasos segundos, configurando cuasi instantáneamente una nueva sonrisa, que fue dirigida a la dama acompañante.
- ¿Y vos, mademoiselle Jacqueline, conocéis bien el continente?
Lucius Lucretius- Vampiro Clase Alta
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Re: El arte de la conversacion.
Pareciera ser, no obstante que viviese lejos, que conociese la ciudad como la palma de su mano. Hablaba con mucha calma de ella y era extraño a veces que se dirigiera a esta como una ciudad maravillosa. En si, lo era, para que mentir? Pero tampoco era una ciudad en la que yo quisiera vivir por siempre, establecerme y no irme nunca...Enarque una ceja sin que el hombre lo notase, quizas era porque era nuevo pero no habia visto lo que yo en esta ciudad.
Por otro lado, estaba siempre mirando a nuestros alrededores, como si nos siguiesen. Algo extraño pues con solo escuchar podria averiguarlo. Será que los longevos pierden algo de su poder con el paso del tiempo?
Me relato de Africa, un hermoso continente en las epocas que yo lo visite pero por desgracia, tenia mucha razon. Cuando lo habia visitado, en un pequeño claro, algunos eran transportados como esclavos hacia otros sitios y peor aun, los jovenes estaban muy maltratados y rogaban por algo de bondad, agua y comida. Era un horror que no quisiera volver a ver. Aprete un poco mis ojos cuando me pregunto si conocia el continente.
-Mucho, me temo.-fue lo unico que dije, me estaba desestabilizando. Tarde unos segundos en recobrarme, intentar desviar las imagenes de mi mente y luego continuar con mi respuesta:-Conoco muy bien este contninente y casi igual el continente asiatico. He hecho planes para viajar al que muchos han llamado el "nuevo mundo". Domino el Ingles por mi lugar de procedencia pero aun debo practicar el español y algunas lenguas de alli. Mi gramatica y vocabulario son muy buenos pero no domino el acento.-suspire.-A duras penas logro hablar francés de un modo que no denote mi acento.-o eso esperaba...
-A veces me gustaria retornar a algunos sitios, por curiosidad y para saber que ha sido de ellos. España, Polonia, Italia, Grecia, Alemania...Muchas culturas y mucho más porque descubrir...
Por otro lado, estaba siempre mirando a nuestros alrededores, como si nos siguiesen. Algo extraño pues con solo escuchar podria averiguarlo. Será que los longevos pierden algo de su poder con el paso del tiempo?
Me relato de Africa, un hermoso continente en las epocas que yo lo visite pero por desgracia, tenia mucha razon. Cuando lo habia visitado, en un pequeño claro, algunos eran transportados como esclavos hacia otros sitios y peor aun, los jovenes estaban muy maltratados y rogaban por algo de bondad, agua y comida. Era un horror que no quisiera volver a ver. Aprete un poco mis ojos cuando me pregunto si conocia el continente.
-Mucho, me temo.-fue lo unico que dije, me estaba desestabilizando. Tarde unos segundos en recobrarme, intentar desviar las imagenes de mi mente y luego continuar con mi respuesta:-Conoco muy bien este contninente y casi igual el continente asiatico. He hecho planes para viajar al que muchos han llamado el "nuevo mundo". Domino el Ingles por mi lugar de procedencia pero aun debo practicar el español y algunas lenguas de alli. Mi gramatica y vocabulario son muy buenos pero no domino el acento.-suspire.-A duras penas logro hablar francés de un modo que no denote mi acento.-o eso esperaba...
-A veces me gustaria retornar a algunos sitios, por curiosidad y para saber que ha sido de ellos. España, Polonia, Italia, Grecia, Alemania...Muchas culturas y mucho más porque descubrir...
Jacqueline S. Ritchway- Vampiro Clase Alta
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