Because He's a fallen angel [Privado]

– Ruega por nosotros – ¿Existe el cielo? ¿Existe el infierno? Nadie puede asegurarnos nada, lo  que si te puedo decir es que el demonio habita entre nosotros y es mucho más bello que un ángel...  pero debes tenerle miedo a su mirada… en su mirada se encuentra un lugar  donde el fuego jamás se extingue, donde únicamente hay dolor y tristeza, solo la penumbra y todos los males tienen lugar ahí…  el mundo es un infierno y ¿En donde se encuentra Lucifer? Estas parado frente a él.

Un rosario se enreda en la mano masculina perteneciente a su madre, lo guarda por lo que representa un recuerdo de la mujer que le dio la vida, en verdad no le interesa ni un poco lo que tenga que ver con ese ser omnipotente que los mira desde lo alto, se niega a creer en su existencia si Dios existiera todos los males perecerían… él no existiría.

Se persigna en la entrada de la Iglesia con una sonrisa de medio lado dibujada en su rostro, los feligreses se acercan al sacerdote para recibir su bendición, Deker no puede evitar bufar por aquella escena unas ratas buscando ser lavadas de sus pecados y volver a pecar, eso era el mundo; beso el Rosario y lo guardo en su bolsillo el sacerdote lo mira y ambos asienten con la cabeza… el trabajo ha comenzado.


El aire frio de la noche golpeaba directamente contra su rostro mientras corrían por el bosque, cazador y presa; cada uno de los segundos cuentan cuando tu rival puede terminar con tu vida en una fracción de segundo… instinto contra inteligencia,  una a una las flechas que disparaba su ballesta se clavaron en la piel del cambiaformas haciéndolo gruñir del dolor, aun así prefería correr antes de enfrentarse en una batalla directa con el inquisidor.

La plata que contenía la punta de las flechas comenzó a hacer estragos en la fuerza y velocidad del animal que no tardó en caer al suelo en su forma humana en un campo abierto, el inquisidor se acercó al hombre quien para ese momento pedía clemencia, tal vez si hubiera sido otra persona con la que se hubiera encontrado, pero para su mala suerte no era esa clase de persona.

-  En nombre de nuestro señor Jesucristro te declaro a ti como un hereje que debe ser juzgado ante él para tu propia salvación – Deker soltó una risa sádica al terminar de decir aquello dándose un pequeño golpe en la frente – Que estúpidas palabras son esas ¿no? sin embargo mi trabajo es acabar contigo y espero que si hay un Dios tenga piedad por tu alma – dicho esto preparó su ballesta y disparó en el corazón del hombre y el dolor que en su rostro se reflejaba.

Pero aunque sabía que había terminado su trabajo sabía que no estaba solo, una figura se escondía entre las sombras desde algunos metros atrás, no le tomó importancia hasta que notó la cercanía y la esencia de las rosas… -  Haz tardado en presentarte – se dirigió a la desconocida cuando su presencia fue visible, por su gesto no estaba nada contenta y para Deker eso carecia de importancia… al menos por ahora.

Los inquisidores se suponía debían ser personas de bien, eran justicieros capaces evitar las tentaciones que el demonio les había puesto en su camino para alejarlos de Dios, al menos esas eran las palabras que su madre le había inculcado desde muy pequeño. “Nuestra familia tiene una maldición Deker, ustedes los hombres de nuestra familia deben tener cuidado en las mujeres que escogen como esposa, debes tener cuidado sobretodo con las brujas, esas son las más peligrosas, hijo mío tu vida está en riesgo si se trata de una de ellas”.

Deker no entendió nunca a que se refería con alejarse de las brujas hasta que tuvo edad de saber la maldición, una hechicera sería su perdición si llegaba a enamorarlo, pero para el inquisidor eso era patrañas, él no creía en el amor, follar era mucho más simple, solo placer carnal que alimentaba a su cuerpo, las mujeres solo eran algo que mirar y adorar por tan solo unas horas y en Paris había amantes por montón que podría pagar con unos cuantos francos y luego desecharlas.

Lo que sucedió ese día parecía una broma cruel y macabra, de los arbustos una mujer completamente desquiciada le apuntaba con un revolver insultándole como lo haría un hombre vulgar en la peor de las tabernas, su físico no cuadraba con su forma de hablar, ¿Qué esperaba? ¿asustarlo? Eso causó gracia al hombre también el cual aun cuando su gesto fruncido se hacía presente, no podía faltar esa sonrisa típica suya torcida que lo hacía tan irresistible, o eso decían de él.

- ¿Meterme en tu camino? ¿Pero qué estás loca? – Aquello rebasaba lo cómico,  una mujer impaciente que se creía superior a los hombres, de esas que con solo mover su cabello de un lado a otro pestañear creían que los tenían lamiéndole los pies, pero ese no era Deker y aunque parecía bastante atractiva y no negará que deseo llevarla a la cama era un inquisidor cumpliendo con su trabajo y ella una cazadora intentando vengarse de no haber realizado su misión porque claro no recibiría nada de su recompensa.  

Levanta las manos al aire en son de paz aunque realmente era una burla a la joven que no bajaba el revólver y que había disparado contra el árbol. - ¿Deseas matarme?, Adelante no me quitaré, puedes apuntar tu arma justo  en mi corazón, hace demasiado tiempo que quiero volver al infierno y si tu viniste a llevarme bello ángel de muerte, no dudes en hacerlo – dijo con sarcasmo antes de inclinarse de nuevo sobre el cuerpo del cambiaformas cortando uno de sus dedos, el que portaba una joya muy preciada que era justo lo que llevaría para recibir su pago.

– Si lo único que querías saber era mi nombre te hubieras ahorrado la escenita – guardó el anillo en un pequeño morral junto con el dedo y lo metió dentro de su bolso – Me llamo Deker Lemming, no creo que me conozcas, tampoco me interesa, vine a cobrar lo que la iglesia y el gran señor mandaba  –

–Ahora estas en deuda conmigo y tendré que tomar tu vida por tu grave ofensa-  Deker soltó una carcajada cruzándose de brazos – ¿Esa es tu forma de invitarme a salir? Por favor, esto es ridículo – Dio un paso hacia el frente sin titubeos aunque el arma estuviera apuntándole, uno a uno de sus pasos se acercó hasta ella rodeando su cuerpo con un brazo, el arma apuntaba directamente a su corazón... Su madre le advirtió que no se metiera con brujas… bueno no todas practicaban magia negra….

Hasta ese momento follar había sido más interesante, más fácil y mucho más placentero que meterse en temas sentimentales, lloriqueos, berrinches, mujeres que creían que un hombre caería bajo su hechizo por un par de pestañeos y algunas risillas tontas, su madre había intentado casarlo desde que era un adolescente, pero ninguna chica consiguió llenar las expectativas de Deker, que no eran nada altas; más bien, era un tanto más complejo… en realidad no tenia porque no le interesaba sentar cabeza.

cásate con una mujer decente Deker, recatada pero también que sea capaz de controlar tus demonios su madre le decía constantemente busca a la mujer que creas que es la indicada para ti, no siempre se puede vivir en la lujuria su madre no era tonta, bien sabía en lo que su hijo estaba metido, por eso intentaba aconsejarle hasta su último suspiro.

Por su parte el inquisidor solo agradecía la preocupación de su progenitora, aunque en realidad era como los viejos decían “le entraba por un oído y le salía por el otro” entonces… de la nada sale esta mujer apuntando un revolver contra su cara y un sinfín de emociones que no se puede explicar comienzan a hacerse presentes en su interior, una mujer atractiva que sabía manejar un revolver ¿había mujer más perfecta en el mundo? Pero eso no era todo sino que tuvo el valor de dispararle sin titubear, una mujer tan sádica como él… un demonio en este paraíso infernal que era el mundo terrenal.

Deker no pudo evitar la mueca de dolor y el ardor que la herida de bala causaba en su brazo, su sentido de supervivencia le decía a gritos que sacara alguna de sus armas y disparara a la mujer que había amenazado su vida… rara vez hacía caso a esa voz interna, este no era el momento… en vez de reaccionar como una persona normal movió su brazo como quien tiene un pequeño dolor muscular, podía sentir un liquido caliente caer por su hombro y el ardor que cada uno de sus movimientos le causaba pero no le importó, levantó la mano del hombro lastimado y se acarició la mandíbula… una sonrisa cruzo su rostro, una que seguramente le hacía lucir como un maniático, pero no iba a atacar… esto no se trataba de ello, si lo consideraba una caza pero el premio en particular eran las caderas de aquella morena.

- Bravo…. –  aplaudió – Eres la primera mujer que conozco que tiene los cojones de tomar un arma y disparar a un hombre… pero ¿sabes qué? Te metiste con el hombre equivocado, porque yo cariño soy el demonio en persona – trono su cuello caminando en círculos varios segundos, sacó de su manga una especie de daga sujeta a su mano enterrándola en su propia herida, una gran herida que comenzó a sangrar con abundancia, removió la cuchilla en su brazo hasta que la bala de plata cayó al suelo… el silencio se hizo presente, la sonrisa del caballero no desapareció en ningún momento, lo que si cambio fue su forma de verla... entre los rehenes de esta lucha estaba el corazón del inquisidor… por primera vez aunque parecía imposible alguien se lo había robado

La sonrisa en el rostro de Deker no desapareció en ningún segundo, contemplaba la escena como si estuviera ajeno a ella, un espectador más que no corría ningún riesgo de morir en manos de aquella atractiva pero tan peligrosa mujer;  cualquier persona en su sano juicio buscaría el modo de salir invicto de una pelea, después de todo no se suponía que los cazadores tuvieran que enfrentarse uno contra el otro, lo que aquella mujer no sabía es que Deker no era como cualquier persona en su sano juicio probablemente era por ello que había destacado en su país natal, que había conseguido un puesto como el suyo porque a diferencia de las personas normales… Deker no tenía miedo a la muerte.

Recibe un golpe en su mejilla que lo hace girar el rostro y cuando se da cuenta sus labios cálidos contra los suyos se mueven en un apasionado beso que no puede evitar ni quiere hacerlo,  la toma de las caderas con ambas manos para acercarla así mismo pero le es imposible cuando ve que se aleja ¿Qué había pasado? quería matarlo, ¿no es así?  Mira la pistola que los separa ahora y luego vuelve a subir la mirada para encontrarse con aquellos ojos verdes como zafiro, lo más bello que podría existir en este mundo.

Si una parte de él no entendía el modo en el que alagaba su presencia, su figura, su valor, pensó que solo se trataba de aquello la única mujer del mundo que había retado al inquisidor y no había caído ante sus sonrisas, su beso lo hizo perder el aliento como si nunca hubiera besado antes, era una energía que no podía explicar porque hasta ese momento era un terreno que nunca había explorado. – Te llamaré como yo quiera cariño – susurro tomando el arma con ambas manos moviendo las manos de ella para que soltara el revólver, al conseguir desarmarla acerco de nuevo sus labios contra los suyos y la besa con mucha más pasión que antes subiendo las manos por sus mejillas para apoderarse de su rostro, deslizándolas por su negro cabello, un árbol cercano los acercó más al haberla acorralado contra su tronco, era delicioso probar aquellos labios, en cualquier momento se separarían de nuevo, ella buscaría el modo de desarmarlo y él no dejaría que fuera ella.

La cuchilla escondida bajo su manga hizo aparición presionándose levemente contra la garganta femenina, Deker aspiró el aroma que desprendía, rosas y sangre… el aroma más delicioso que hubiera respirado jamás, miró su cuello y se deleitó sintiendo su respiración bajo la cuchilla – Esto es lo que haremos volveré a llevarme el anillo que me arrebataste… y en su lugar te haré disfrutar de mi compañía… - susurra de nuevo contra sus labios acariciando su cintura con la mano libre.

¿Quién carajos era esa bruja? ¿Cómo podía volverlo loco con tan solo una mirada? Era imposible que una mujer, una simple mujer de muchas que habían pasado por la cama de Deker pudiera tener ese efecto en él, era imposible que pensara cosas bellas por sus ojos, por sus labios y que una parte suya deseara verla sangrar, la cuchilla en su garganta se presionó un poco más solo para poder oír su sangre correr con fuerza, no se atrevía a lastimarla aunque una parte de sí imagino lo hermosa que se vería cubierta con sangre y sudor, su mente no podía imaginar ese cuerpo perfectamente cincelado sobre si mismo moviéndose con fuerza… esa mujer era una maldita bruja, lo tenía completamente hechizado.

Miro su escote cuando recordó donde había escondido el anillo y no pudo evitar morderse el labio inferior con algo de fuerza, se acercó un poco más a su acompañante pero tuvo que alejarse de ella al sentir el golpe en su hombría, grito de dolor y maldijo al viento, si; había sido un maldito imbécil toda su vida había llegado el momento de pagarlo en vida, había abusado de mujeres, había matado hombres por todo el mundo, había cortejado mujeres casadas y después había sido capaz de usar su encanto para que sus maridos fueran quienes pagaran su cena, había matado niños, maldijo a la iglesia tantas veces como fuera posible y uso instrumentos puros como crucifijos para hacer gemir a las mujeres, Dios se  había encargado de darles ese enorme placer… había sido un maldito bastardo toda su vida y al parecer había una maldita perra que pudiera domarlo.

– tranquila fiera… - el dolor fue latente un buen rato pero intento aparentarlo o hacer que desapareciera respirando hondo, sin embargo no pudo evitar levantar el rostro y se estremecerse  por la lamida hasta su sien, le giro de  nuevo el rostro y volvió a apoderarse de sus labios con fuerza, le tomo de las muñecas e hizo que las pusiera en  su espalda.

– tomare lo que quiera de ti… porque se que también lo deseas… estoy casi seguro de saber tu nombre, he oído de una maldita arpía que enamora los hombres y después los mata… lo gracioso es que la mayoría de ellos han sido parte de mi lista de seres sobrenaturales no? – jadeo con fuerza por la falta de aire, la hizo girar pegando su culo contra su hombría aun un poco adolorida, no soltó las muñecas de la mujer, pero solo las sujeto con una sola mano llevando la libre a su barbilla aspirando el aroma de su cabello negro.

-  eres Tara Mirković – susurro contra su oído jadeando de nuevo… Llevo las manos ambas manos por su cintura aspirando nuevamente el aroma de su cabello - ¿me he equivocado? – susurra contra su oído pegando un poco más el cuerpo contra el suyo, esa mujer sacaba un lado animal suyo que no podía evitar, no se trataba solo de sexo, no solo era deseo, sabía que después de aquellos labios jamás habría mujer para él… el cazador había sido cazado.

¿Qué era ella? Un maldito demonio, un súcubo que buscaba hacerlo caer en la tentación, aquella prueba que el grandísimo señor le ponía a todos sus siervos, aquellos fieles de corazón, sus ovejas seguirán sus pasos sin dudar pero Deker… no cree en seres imaginarios, trabaja para uno; el que tiene el nombre más sonado del mundo… al menos paga bien.

Pero por primera vez en su existencia empieza a creer que el demonio si existe, al menos uno más además de sí mismo ¿Quién iba a decir que aquella pareja iba a encontrarse en aquel lugar? Echarle la culpa a su “jefe” pero no, porque él no estaba enamorado ¿o sí? No estaba seguro, lo único que tenía claro era ese loco deseo de poseerla, de tenerla a su lado solo para él.

¿Eso acaso no era amor?, no, no lo era, se llama posesividad, se llamaba egoísmo, dos de los sentimientos que formaban parte de la personalidad de Deker, él jamás sentía nada bueno por alguien, la sonrisa anterior no se compara con el brillo de esa última ante las palabras de la mujer, sobre todo la postura que han tomado ahora, ella intentando dominarlo  ¿y porque no?
Aquel hermoso y perfecto cuerpo se acomodó sobre el cuerpo del inquisidor y aquel roce de ambos cuerpo era tan excitante que le era imposible pasarlo por alto, echó levemente la cabeza hacia atrás y aunque su virilidad empezaba a sentir aquella tela estorbosa no se movió ni un centímetro, la dejo conquistar… tantear el terreno, era su presa ahora mismo… al menos por ahora.

La hizo girar de nuevo y la dejo bajo su cuerpo pegando su ya excitado miembro chocar contra su sexo, le levantó una pierna y la puso sobre su hombro pegando su cuerpo contra el suyo lo más que podía. - ¿A ti pequeña fierecita nunca te han dicho que no debes hablarle así a un hombre? – susurró cerca de sus labios pero sin llegar a besarlos, recorrió su barbilla hasta su garganta presionando los labios contra el hueco de esta – no soy un hombre machista así que no lo tomaré a pecho, eres la única persona que se ha atrevido a enfrentarme y sí... tomaré tu cuerpo, ¿Por qué? Porque quiero hacerlo y me da la gana y yo se…

Llevó una mano entre los pechos de ella. La deslizó hasta encontrarse en su vientre buscando el modo de colarla para hacer pequeñas figuras en su vientre – Sé que te encantará, por más que digas que no… tu cuerpo lo está deseando – araño un poco su vientre y mordió su garganta antes de abrirle la blusa de un solo tirón quedándose helado por tan solo un segundo… no se había equivocado… en verdad era una Diosa, su némesis.

– Maldita… - susurró llevando una mano hasta su propia quijada sobándola levemente como si esa mujer le hubiera golpeado y de cierta manera lo había hecho, había herido su orgullo,  vaya que la cazadora tenía agallas nadie le hablaba y trataba de ese modo ¿Por qué no la mataba de una vez y terminaba con todo eso? Porque simplemente no tenía ganas de matarla a ella, porque era ya era suya o por lo menos sería esa noche.

– Podria aplaudir tu escena, eres una actriz realmente convincente, te ganarías un premio si fuera tu trabajo, pero no – se puso de pie ladeando levemente la cabeza sin dejar de mirarla,  su rostro de póquer jamás cambiaba, ¿acaso Deker no tenía sentimientos?, claro que los tenía pero los reservaba para gente con importancia en su vida, ella sería algo más un usar y tirar, tan simple como eso, se relamió los labios mirando aquel cuerpo que le parecía atractivo desde el primer momento en que la escaneo con totalidad, aun así se acercó hasta ella e hizo un ademán como invitándola a alejarse de él ahora que puedes pensó.

– Pero no, tu sabes muy bien porque no te vas, porque estas tan excitada como una gata en celo, quieres que te tome aquí y ahora, que te trate como una perra… como una maldita perra, que te arranque gemidos que nadie había hecho antes… pequeña princesa de hielo, tu estas tan excitada ahora que juro que puedo olerte, tienes razón he estado con muchas putas, he arrancado más virginidades de las que puedo contar pero a ninguna la disfrutaré como lo haré contigo – aseguro caminando hasta ella y tomándola del cuello presionando con algo de fuerza, lo suficiente para cortarle el aire pero no para matarla ni lastimarla… solo quería hacerla sentir lo que había despertado en él… a la bestia.

Beso sus labios con fuerza atrayéndola de la cintura, su mano libre subió por su espalda hasta tirar de su negra cabellera haciendo que echara el cuello hacia atrás, soltando después el agarre de este, beso su garganta y deslizo los labios por toda su piel hasta entre sus pechos, no le importaba lo que pensara de él, él ya había tomado su decisión y la quería a ella.

Sin soltarla del cabello la hizo caminar hasta un árbol pegándola contra este de frente, deslizo una mano por sus entrepiernas y descaradamente introdujo la mano bajo la ropa interior de ella, un dedo entro en su cálido interior… y eso lo descoloco, era claro que ella también lo deseaba… lo excito a más no poder – Tara… - gimió contra su oído moviendo el dedo con dificultad en su interior a causa de la ropa – se mía… -

¿Esto era una jodida broma? ¿Así pasarían el día? Ambos intentando obtener el poder y control sobre el otro, esto no podía ser posible, no podían vivir en esa constante pelea ¿o sí? ¡Por supuesto que no! Porque para eso tendrían que estar juntos y ellos no lo iban a estar nunca, solo eran dos cazadores que se habían encontrado por casualidad en el bosque, dos misiones que al final resultó ser el mismo sujeto por aniquilar pero no más, ellos no iban a estar juntos, al menos era lo que Deker se juraba y perjuraba.

Aquella mujer en verdad lo estaba sacando de sus casillas, era una persona insoportable, una hembra que se creía la dueña del mundo pero en realidad lo único que mostraba con su actitud es que era una tonta niña indefensa que buscaba alejar a los hombres con su careta de chica ruda, esto era el colmo, cualquier otra mujer estaría deseosa de tenerlo a él, Deker Lemming entre sus piernas, podría pisar cualquier rincón en Europa y podría hablar de su buena reputación, al menos sobre la cama, podría darse media vuelta y seguir con su camino después de todo no era más que una mujer frígida a sus ojos.

Sin embargo aquel terco inquisidor no se iba a quedar así, no después de haberle puesto el ojo encima, ella sería suya de alguna manera, aunque tuviera que tomarla a la fuerza a ese punto había llegado después de que aquella mujer se había atrevido a besarlo y después golpearle la mejilla, se contuvo por tan solo un segundo pero se dio cuenta de que no podría controlar más a la bestia que había en su interior, gruño por lo bajo a la par que él también golpeaba la mejilla de ella.

 - No sé qué crees que estamos jugando, porque esto está cayendo de mi gracia, puede que tengas algo más que cualquier mujer que haya conocido, pero  no eres la única y si tienes toda la razón, podría de hecho debería dejarte aquí así como estas ahora tan excitada que apenas puedes mantener las piernas cerradas e ir con cualquier mujer que si quiera mi compañía, eres tan solo una mujer frígida, una mujer insatisfecha pero no solo sexualmente… eres una mujer insatisfecha por su vida, no mereces ni mi tiempo – aseguro el inquisidor soltando una pequeña risa.

Intento alejarse pero no lo consiguió, ahora era él quien había acortado la distancia de nuevo tomándola de los hombros para que no se alejara mientras la miraba directamente a los ojos, esa mujer era tan hechizante, sabía que no importaba que hiciera, no podría olvidarse de esos ojos por más que lo quisiera – Si no quieres ser mía, ¿Por qué estoy aquí aun prendido a ti? – susurra cerca de sus labios, aunque realmente fue un pensamiento en voz alta.

Volvió a besarla con fuerza presionando sus labios tanto que incluso se lastimaba él mismo, la tomo de las caderas subiéndola y obligándola a rodear su cintura con sus piernas pegándole la espalda contra un árbol cercano, en ese momento se dio cuenta de que él había perdido, él estaba aceptando que ella hiciera lo que él quisiera, porque así ambos ganarían, él ya era suyo.

El demonio puso sobre la Tierra aquellos pecados para que el hombre pudiera caer en sus redes, Deker siendo el inquisidor que era nunca había ni en su jefe ni el mismísimo príncipe de las tinieblas porque en vida había aprendido que el único dueño del infierno era el ser humano quien se revolcaba, devoraba, aspiraba y deseaba todo aquello que no pudiera tener y cuando lo tenía en su poder deseaba más, nunca se saciaba y entonces ahí era donde entraba él, quien había tenido todo lo que había deseado en la vida.

Su trabajo le permitía darse lujos que muy poca gente había podido tener, darse el placer de satisfacer sus más bajos deseos en donde quisiera cuando  lo quisiera, así fue como muchas veces tuvo que cubrir la boca de las mujeres con las que se acostaba por estarlas follando en un lugar inapropiado; nunca había encontrado ningún obstáculo que se le presentara y entonces apareció ella, aquello que nunca podría tener y que deseaba más que nada en el mundo.

No puedo decir que lo que Deker siente es amor, porque ni siquiera está seguro que ame a su familia, siente respeto por ella, les agradece la vida que le han dado pero no está seguro si eso se le puede considerar amor…

Esto es deseo y el inquisidor no está dispuesto a aceptar un no por respuesta, sus manos bajan hasta la poca ropa que aun lleva la cazadora desgarrando su ropa interior, abriéndose paso, ya no le importaba lo que ella le dijera porque su cuerpo le decía otra cosa. Con algo de dificultad apoyándose contra el árbol a su espalda se desnudó el mismo dejando al descubierto su miembro quien ya no aguantaba más… necesitaba sentirla y no le importaba nada más.

Acomodó a  esa bruja haciéndola caer sobre su miembro, no hay palabras para explicar la sensación que recorrió el cuerpo de Deker, de lo más hondo de su garganta un gemido se escapó tan intenso que podía pasar por un gruñido animal.

- Di lo que quieras zorra… pero esta noche serás mía, no importa que digas porque sé que lo estas disfrutando tanto como yo… - Deker era un animal, ya no había rastro del caballero, era una bestia que no pararía hasta obtener todo de ella, cada gota de su esencia.

No le importaba moverse bruscamente en su interior, le daba igual si la lastimaba a ese punto del encuentro pero sabía que no sería así porque estaba tan húmeda que no podía creérselo, los labios del inquisidor buscaban reposo sobre el escote de su dama, paseando la lengua, saboreando su piel, nada lo iba a detener ahora y si ella quería pararlo entonces tendría que matarla… porque ella era suya, le gustara o no le gustara…