AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Ángel Caído [Privado]
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Ángel Caído [Privado]
La noche se dejo caer lentamente, dejando todo el firmamento en una inmensa negrura que era decorada por las estrellas. Yo, desde el primer piso de mi mansión miraba las calles, vigilaba los movimientos de las personas, de los simples humanos que se paseaban despreocupados por las calles, permanecía oculto en la oscuridad mientras jugaba con uno de los anillos de mis dedos, miraba con la presciencia de un cadáver, serio y casi inexpresivo. Di un paso hacia atrás y las cortinas cubrieron el vidrio de la ventana. La mansión en la que ahora habitaba la había comprado apenas hace un par de meses, cuando después de casi cincuenta años vuelvo a la ciudad de París, la adquirí con todo y los muebles, una pequeña fortuna fue el costo, pero el dinero no era algo que me importara mucho. Baje las escaleras a toda velocidad, solo se escuchaba el crujir de los viejos maderos a mi descenso, en mi camino me encontré con Hávard, un anciano mayordomo de mirada dulce y voz temblorosa, pero debo decir que su servicio era impecable: ¿Va a salir esta noche el señor?- Me pregunto cuando pase a su lado-Si, pero no quiero que prepares el coche, saldré soló, a caminar-No le preste mas atención al viejo humano.
Vestido como era costumbre, de ropajes negro, elegantes y finos, un abrigo corto de color marrón que me cubría hasta la cadera y un pañuelo blanco que rodeaba mi cuello y quedaba acomodado en el pecho. Con mi bastón en las manos camine a paso firme y decidido por la zona residencial, evitaba cruzar la mirada con los que a mi andar pasaban a mi lado. Sentía mi boca seca y una terrible ansiedad, mi cuerpo pedía a gritos ser calmado con la sangre de algún mortal, era una sed difícil de contener,miraba el cuello de las mujeres en la calle y solo tragaba saliva para contener mis deseos. Saque de mi bolsillo un reloj de oro en el que estaba grabado mi nombre completo, un regalo de una adinerada mujer de la que me convertí en amante y luego en homicida. Las manecillas apuntaban a ser las 9:30 de la noche y el camino hacía el centro aun era largo.
Pasaron muchos minutos hasta que llegue a mi destino en el centro de la ciudad, baje hasta la zona mas pobre y decadente de París, donde solo hay mendigos, enfermos, ladrones y demás escoria inmunda. Los callejones era un laberinto que podía llegar a ser mortal para los débiles e inexpertos y también para los que no lo eran. Elegía de entre todos los habitantes de la ciudad a estos pobres ya que si uno desaparecía nadie lo iba a extrañar, nadie haría preguntas y así no pondría en riesgo el anonimato de los de mi raza. Me bastaron solo un par de minutos para seducir a una mujer y llevarla a uno de esos callejones, a uno vació y muy oscuro con la promesa de hacerla mía como nadie mas lo había hecho, no era muy atractiva, de hecho lo contrario, estaba algo pasada de peso y su aroma era desagradable, pero serviría para mi apetito. Ella fue directo a su fin, la muerte la esperaba en ese lugar húmedo, mal oliente y oscuro, cubrí su boca con mi mano para que los gritos no fueran tan audibles. Termine en el suelo, sobre ella mientras le desgarraba el cuello y su sangre, ese liquido tan cálido, carmesí, que me hacía temblar, su esencia vital mancho mis labios, rostro y manos. Sus alaridos terminaron después de solo unos segundos, cuando le empece a arrancar la cabeza. Ahora mi hambre había sido calmada con la muerte de esta mujer, me deshice del cuerpo lanzandolo a una alcantarilla cercana a la escena del crimen, el pesado cuerpo cayo al agua seguido de la cabeza. Limpie mis manos y mis labios con un pañuelo de seda blanco y lo deje caer al suelo. Comencé de nuevo a caminar por los callejones como si nada hubiera pasado, un hombre se me acerco a mendigarme una moneda, su imagen era desagradable-Hazte a un lado-Lo empuje con fuerza y este cayo al suelo, sin importarme seguí con mi camino, era hora de buscar algo divertido en estas calles, en mi rostro una sonrisa diabólica se dibujo.
Vestido como era costumbre, de ropajes negro, elegantes y finos, un abrigo corto de color marrón que me cubría hasta la cadera y un pañuelo blanco que rodeaba mi cuello y quedaba acomodado en el pecho. Con mi bastón en las manos camine a paso firme y decidido por la zona residencial, evitaba cruzar la mirada con los que a mi andar pasaban a mi lado. Sentía mi boca seca y una terrible ansiedad, mi cuerpo pedía a gritos ser calmado con la sangre de algún mortal, era una sed difícil de contener,miraba el cuello de las mujeres en la calle y solo tragaba saliva para contener mis deseos. Saque de mi bolsillo un reloj de oro en el que estaba grabado mi nombre completo, un regalo de una adinerada mujer de la que me convertí en amante y luego en homicida. Las manecillas apuntaban a ser las 9:30 de la noche y el camino hacía el centro aun era largo.
Pasaron muchos minutos hasta que llegue a mi destino en el centro de la ciudad, baje hasta la zona mas pobre y decadente de París, donde solo hay mendigos, enfermos, ladrones y demás escoria inmunda. Los callejones era un laberinto que podía llegar a ser mortal para los débiles e inexpertos y también para los que no lo eran. Elegía de entre todos los habitantes de la ciudad a estos pobres ya que si uno desaparecía nadie lo iba a extrañar, nadie haría preguntas y así no pondría en riesgo el anonimato de los de mi raza. Me bastaron solo un par de minutos para seducir a una mujer y llevarla a uno de esos callejones, a uno vació y muy oscuro con la promesa de hacerla mía como nadie mas lo había hecho, no era muy atractiva, de hecho lo contrario, estaba algo pasada de peso y su aroma era desagradable, pero serviría para mi apetito. Ella fue directo a su fin, la muerte la esperaba en ese lugar húmedo, mal oliente y oscuro, cubrí su boca con mi mano para que los gritos no fueran tan audibles. Termine en el suelo, sobre ella mientras le desgarraba el cuello y su sangre, ese liquido tan cálido, carmesí, que me hacía temblar, su esencia vital mancho mis labios, rostro y manos. Sus alaridos terminaron después de solo unos segundos, cuando le empece a arrancar la cabeza. Ahora mi hambre había sido calmada con la muerte de esta mujer, me deshice del cuerpo lanzandolo a una alcantarilla cercana a la escena del crimen, el pesado cuerpo cayo al agua seguido de la cabeza. Limpie mis manos y mis labios con un pañuelo de seda blanco y lo deje caer al suelo. Comencé de nuevo a caminar por los callejones como si nada hubiera pasado, un hombre se me acerco a mendigarme una moneda, su imagen era desagradable-Hazte a un lado-Lo empuje con fuerza y este cayo al suelo, sin importarme seguí con mi camino, era hora de buscar algo divertido en estas calles, en mi rostro una sonrisa diabólica se dibujo.
Julián Carax- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
De nuevo las calles de París albergaban los pasos de la cortesana, de aquella misma que noche tras noche se encontraba en una disyuntiva de querer huir, pero sin poder hacerlo, ¿Por qué había vuelto? Aún no lo sabía, simplemente había llegado a ese lugar de nueva cuenta, pero no sabía si había sido arrastrada hasta él o ella había dado los pasos inconscientes que la llevaran de nuevo al lugar en donde se estaba cavando su propia tumba.
Un hombre había pagado treinta francos por ella, para el burdelero eso era toda una fortuna, para Claudia sólo era un tormento más a su vasto recorrido, la hizo salir del burdel, decía que las situaciones extremas le excitaban más y que quería que esa noche fuera especial, al menos para él, suspiró la mujer de cabellos rosas mientras caminaba por detrás de él esperando a ver a donde la llevaba, el destino era el mirador que se encontraba a las afueras de París, aquél mismo donde se podía ver la laguna en todo su esplendor, con un reflejo de la luna impresionante en sus aguas.
Claudia se quitó el abrigo que cubría su cuerpo, dejando a simple vista un corsé que hacía hincapié en el tamaño de sus senos, además de adelgazar mucho más la cintura de la mujer, dejando unas caderas amplias que eran sólo el comienzo de un buen par de piernas, además de los perfectos glúteos que ella poseía, el hombre se la había comido con la mirada, pero parecía que no sólo eso era lo que quería, sino algo más mucho más que una simple vista.
El borracho comenzó a tocar cada parte de piel que la mujer dejaba a la vista mientras sus labios invadían su cuello, no sabía que era lo que más le daba asco, sumando a todo lo demás que apestaba a alcohol y quizá a orina, la respiración de la cortesana se aceleraba pero no por el hecho de una excitación, sino de un asco extremo que iba creciendo sin que ella pudiera detenerlo, de haber podido hubiera llorado, pero lo tenía estrictamente prohibido así que se quedó quieta mientras sentía los roces de lo que debería ser la hombría de aquél, ella estaba a punto de vomitar, podía hacerlo si quería aunque sería un punto malo para ella además de golpes incesantes y… No, mejor ni pensarlo, se aguantaría hasta que él terminara, no podía decir que no había hecho aquello por gusto alguna vez, pero no recordaba cuando había sido la última.
De pronto, el hombre aflojó su presión, ella pensó que le arrancaría la ropa, pero no fue así, lo que desgarró el silencio fue el golpe que terminó por darse contra el piso al caer inconsciente, Claudia se tapó la boca y a pesar de lo que le decía su “pepe grillo” cogió su abrigo y salió de ahí, seguramente cuando despertara pensara que había pasado una buena noche, pero nunca podría desmentir a Claudia, no tenía la noción perfecta de las cosas por eso ella se daba el lujo de huir.
Agarró su cabellera rosa y de uno de los bolsos del abrigo sacó una peluca de color castaño la cual se colocó para después cerrar el abrigo, era largo, le daba justo arriba de la rodilla, apenas unos cuantos milímetros y sus medias eran oscuras al igual que sus zapatillas.
Escuchó un grito que la hizo voltear hacia la acera de enfrente observando a dos hombres uno muy bien vestido y otro, un simple mendigo que quizá únicamente quería un par de monedas, eso a ella no le importaba, pero justo cuando iba a seguir su camino dos borrachos venían en su dirección, estaba harta de lidiar con ellos así que mientras sacaba un pañuelo y se limpiaba el cuello esperando dejar una fragancia femenina en donde aquél otro había dejado simple hedor se cruzó la calle topando con el hombre de finas vestiduras –Buenas noches tenga usted- comentó de manera educada mientras el vagabundo le iba a tocar de nuevo y ella sacó uno de los billetes que le había pagado el hombre –Coma- dijo de manera amable, sabía que aquello le costaría un par de golpes, pero ella no podía dejar morir en manos del hambre a alguien, pues ella había sobrevivido así mucho tiempo –No le iba a dejar de molestar, en ocasiones son muy necios- comentó de forma suave mientras miraba de nuevo al hombre –Este sitio es algo complicado, debería tener cuidado- no sabía por qué decía aquello, él era hombre, ella mujer… Había incoherencia en sus palabras pero no importaba, al menos no del todo.
Un hombre había pagado treinta francos por ella, para el burdelero eso era toda una fortuna, para Claudia sólo era un tormento más a su vasto recorrido, la hizo salir del burdel, decía que las situaciones extremas le excitaban más y que quería que esa noche fuera especial, al menos para él, suspiró la mujer de cabellos rosas mientras caminaba por detrás de él esperando a ver a donde la llevaba, el destino era el mirador que se encontraba a las afueras de París, aquél mismo donde se podía ver la laguna en todo su esplendor, con un reflejo de la luna impresionante en sus aguas.
Claudia se quitó el abrigo que cubría su cuerpo, dejando a simple vista un corsé que hacía hincapié en el tamaño de sus senos, además de adelgazar mucho más la cintura de la mujer, dejando unas caderas amplias que eran sólo el comienzo de un buen par de piernas, además de los perfectos glúteos que ella poseía, el hombre se la había comido con la mirada, pero parecía que no sólo eso era lo que quería, sino algo más mucho más que una simple vista.
El borracho comenzó a tocar cada parte de piel que la mujer dejaba a la vista mientras sus labios invadían su cuello, no sabía que era lo que más le daba asco, sumando a todo lo demás que apestaba a alcohol y quizá a orina, la respiración de la cortesana se aceleraba pero no por el hecho de una excitación, sino de un asco extremo que iba creciendo sin que ella pudiera detenerlo, de haber podido hubiera llorado, pero lo tenía estrictamente prohibido así que se quedó quieta mientras sentía los roces de lo que debería ser la hombría de aquél, ella estaba a punto de vomitar, podía hacerlo si quería aunque sería un punto malo para ella además de golpes incesantes y… No, mejor ni pensarlo, se aguantaría hasta que él terminara, no podía decir que no había hecho aquello por gusto alguna vez, pero no recordaba cuando había sido la última.
De pronto, el hombre aflojó su presión, ella pensó que le arrancaría la ropa, pero no fue así, lo que desgarró el silencio fue el golpe que terminó por darse contra el piso al caer inconsciente, Claudia se tapó la boca y a pesar de lo que le decía su “pepe grillo” cogió su abrigo y salió de ahí, seguramente cuando despertara pensara que había pasado una buena noche, pero nunca podría desmentir a Claudia, no tenía la noción perfecta de las cosas por eso ella se daba el lujo de huir.
Agarró su cabellera rosa y de uno de los bolsos del abrigo sacó una peluca de color castaño la cual se colocó para después cerrar el abrigo, era largo, le daba justo arriba de la rodilla, apenas unos cuantos milímetros y sus medias eran oscuras al igual que sus zapatillas.
Escuchó un grito que la hizo voltear hacia la acera de enfrente observando a dos hombres uno muy bien vestido y otro, un simple mendigo que quizá únicamente quería un par de monedas, eso a ella no le importaba, pero justo cuando iba a seguir su camino dos borrachos venían en su dirección, estaba harta de lidiar con ellos así que mientras sacaba un pañuelo y se limpiaba el cuello esperando dejar una fragancia femenina en donde aquél otro había dejado simple hedor se cruzó la calle topando con el hombre de finas vestiduras –Buenas noches tenga usted- comentó de manera educada mientras el vagabundo le iba a tocar de nuevo y ella sacó uno de los billetes que le había pagado el hombre –Coma- dijo de manera amable, sabía que aquello le costaría un par de golpes, pero ella no podía dejar morir en manos del hambre a alguien, pues ella había sobrevivido así mucho tiempo –No le iba a dejar de molestar, en ocasiones son muy necios- comentó de forma suave mientras miraba de nuevo al hombre –Este sitio es algo complicado, debería tener cuidado- no sabía por qué decía aquello, él era hombre, ella mujer… Había incoherencia en sus palabras pero no importaba, al menos no del todo.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
Recordaba mi vida en España hace un par de siglos, cuando era solo un niño que jugaba en los verdes pastos, en las praderas fuera de la ciudad, recordaba las clases de mi madre cada tarde cuando no estaba muy cansada, me encantaba escucharla tocar, era emocionante, el violín era su instrumento preferido y en el que era diestra, creo que solo cuando ella tocaba una sonrisa sincera se dibujaba en sus labios, era cuando por fin alcanzaba la libertad y era cuando mas feliz era yo, viéndola tocar y dejando que la música me envolviera y me llevara muy lejos. Por años he intentado incansablemente imitarla pero por mas que lo hago aun me siento muy superado por ella, a pesar de que otros siempre me elogian por como lo hago. No sé desde cuando vivo de eso, de recuerdos de mi vida humana, me lamento siempre por no haberla disfrutado tanto y ahora siento como si la inmortalidad fuera insuficiente para ser tan feliz como en aquel entonces.
Pero ya estoy muy lejos de ese niño sin dientes que pasaba sus tardes en el jardín con su madre, ahora, la crueldad del mundo me había dejado marcado, me consumió por completo y me devolvió siendo un monstruo, el diablo según muchos. Y ahora me vengaba de la vida burlándola, riéndome de ella en su cara y acabando con el existir de...ya no sé cuantos, he perdido la cuenta. Algún día me alcanzara, pero no cambiara nada. Hasta ese momento, seré la bestia a la que fui condenado.
Sentía aun en mis labio el sabor de la sangre, su olor, la sensación de tenerla en mi boca, de hacerla pasar por mi garganta, llenándome con su energía, con la vida de alguien mas. Aun mis manos temblaban sutilmente de la excitación de haber consumado mi cena. Cuando recién fui transformado en vampiro, devore a dos centenares de hombre en menos de un año, recuerdo que mi apetito era voraz, sin control, ni mi maestro lograba controlarme con todas sus fuerzas, ahora ya lo dominaba casi a la perfección, solo necesitaba de una victima a la semana y por esta noche ya había tenido demasiado.
En un segundo alguien mas entro en la escena, una mujer adivine por sus vestimentas y su largo cabello, mis sentidos mas agudos que los de cualquiera detectaron su olor, era dulce e incitador, pero venía impregnado de algo mas, un aroma mas parecido a estas sucias calles, a este inmundo lugar,me detuve al verla pasar y con la mirada seguí sus movimientos, como ayudaba aquel hombre que con solo la mirada le agradecía infinitamente por su noble gesto de bondad, el sujeto se puso de pie y después de agradecer se fue a toda prisa, seguro en cualquier momento ella sería atacad por todos los otros que fueron testigos, desde niños hambrientos, hasta mujeres enfermas y borrachos.Ella me hablo y por mi parte detuve mi camino, gire para mirarla, mantuve mi porte y mi actitud voluble ante ella, la mujer me hablo y no detecte en su voz mas que una enorme comprensión, como si tras ese lindo abrigo se escondiera alguien que entendía este lugar mejor que yo-Buenas noches-Respondí a su saludo aun que ella ya había dejado de hablar. Dí un par de pasos hasta salir de la oscuridad y mi rostro y todo mi cuerpo se ilumino por la luz ocre del farol sobre nosotros-Podría haber lidiado con él sin ningún problema, yo también soy muy necio-Dije con una leve sonrisa-Y usted lo ha dicho, este lugar no es seguro y usted es una bella mujer en medio de un horrible lugar-Di un paso hacía ella-Mi código y mi consciencia me dicta que no debo dejarla ir sola-Eso era mentira, yo no tengo código y mucho menos consciencia, quizás solo buscaba una charla con alguien-Si me lo permite quiero acompañarle hasta un lugar mas decente-Hice una leve reverencia con la cabeza en señal de humildad ante mi ofrecimiento-Pero que descuidado y mal educado soy-Dije con una leve risa-Un extraño no debe decir tales cosas, así que...me llamo Julián-Me presente ante la dama.
Pero ya estoy muy lejos de ese niño sin dientes que pasaba sus tardes en el jardín con su madre, ahora, la crueldad del mundo me había dejado marcado, me consumió por completo y me devolvió siendo un monstruo, el diablo según muchos. Y ahora me vengaba de la vida burlándola, riéndome de ella en su cara y acabando con el existir de...ya no sé cuantos, he perdido la cuenta. Algún día me alcanzara, pero no cambiara nada. Hasta ese momento, seré la bestia a la que fui condenado.
Sentía aun en mis labio el sabor de la sangre, su olor, la sensación de tenerla en mi boca, de hacerla pasar por mi garganta, llenándome con su energía, con la vida de alguien mas. Aun mis manos temblaban sutilmente de la excitación de haber consumado mi cena. Cuando recién fui transformado en vampiro, devore a dos centenares de hombre en menos de un año, recuerdo que mi apetito era voraz, sin control, ni mi maestro lograba controlarme con todas sus fuerzas, ahora ya lo dominaba casi a la perfección, solo necesitaba de una victima a la semana y por esta noche ya había tenido demasiado.
En un segundo alguien mas entro en la escena, una mujer adivine por sus vestimentas y su largo cabello, mis sentidos mas agudos que los de cualquiera detectaron su olor, era dulce e incitador, pero venía impregnado de algo mas, un aroma mas parecido a estas sucias calles, a este inmundo lugar,me detuve al verla pasar y con la mirada seguí sus movimientos, como ayudaba aquel hombre que con solo la mirada le agradecía infinitamente por su noble gesto de bondad, el sujeto se puso de pie y después de agradecer se fue a toda prisa, seguro en cualquier momento ella sería atacad por todos los otros que fueron testigos, desde niños hambrientos, hasta mujeres enfermas y borrachos.Ella me hablo y por mi parte detuve mi camino, gire para mirarla, mantuve mi porte y mi actitud voluble ante ella, la mujer me hablo y no detecte en su voz mas que una enorme comprensión, como si tras ese lindo abrigo se escondiera alguien que entendía este lugar mejor que yo-Buenas noches-Respondí a su saludo aun que ella ya había dejado de hablar. Dí un par de pasos hasta salir de la oscuridad y mi rostro y todo mi cuerpo se ilumino por la luz ocre del farol sobre nosotros-Podría haber lidiado con él sin ningún problema, yo también soy muy necio-Dije con una leve sonrisa-Y usted lo ha dicho, este lugar no es seguro y usted es una bella mujer en medio de un horrible lugar-Di un paso hacía ella-Mi código y mi consciencia me dicta que no debo dejarla ir sola-Eso era mentira, yo no tengo código y mucho menos consciencia, quizás solo buscaba una charla con alguien-Si me lo permite quiero acompañarle hasta un lugar mas decente-Hice una leve reverencia con la cabeza en señal de humildad ante mi ofrecimiento-Pero que descuidado y mal educado soy-Dije con una leve risa-Un extraño no debe decir tales cosas, así que...me llamo Julián-Me presente ante la dama.
Julián Carax- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
Sabía de alguna forma que estaba segura en aquél sitio, pues había sido un hogar, uno mejor que el que ahora tenía, pero eso ya era cosa del pasado, hacía mucho tiempo que no estaba segura si de verdad habría algún sitio en el cual tendría un hogar.
Retiró la mano con cortesía cuando el hombre quiso besarla, no es que le diera asco aquél méndigo, pues estaba segura de que noche con noche tenía que revolcarse con unos peores que podían vestir de finas telas, pero que al final eran más sucios que aquél humilde señor que sólo pedía un poco de comida.
-Quizá usted sea más necio pero en verdad no le veo caso a que se meta en problemas con la gente de aquí, creo que todos alguna vez en la vida hemos sabido lo que es tener hambre, incluso sólo si el horario se nos ha pasado por más de unas cuantas horas…- Claudia sonrió de forma amable mientras miraba al hombre que vestía con aquellas telas y elegancia que se notaba a leguas de distancia.
Sonrió de forma cálida y de nuevo podía decir que no sentía que tuviera que temer algo, pues se sentía tranquila, no sabía por qué, quizá porque darle aquél dinero al hombre entonces haría que si ella se sentía ofendida cuando menos uno de los que estaba ahí saldría en su defensa, eso sí había todavía alguien agradecido, si no, estaría sola y a su suerte, como siempre –¿Acompañarme?- la sonrisa se le borró del rostro mientras decía aquellas palabras, quizá sólo podría hacerlo ir a un sitio cercano por el burdel sin mostrarlo del todo –Yo no llevaba rumbo fijo, sólo andaba por las calles de París vagando un poco así que… No sé a dónde quisiera acompañarme, la verdad que meterme de nuevo en casa… No quiero justo ahora- no estaba mintiendo, al menos no del todo, era verdad que en ese momento no quería volver al burdel y bueno, ese sitio había sido su casa por unos cuantos años, quizá más de los que ella quisiera en realidad –No se preocupe, yo tampoco le he dicho mi nombre- hizo una pequeña reverencia con la cabeza y se le quedó viendo de nuevo –Claudia- estaba usando su nombre real, en el burdel siempre se lo cambiaban, ¿Qué tan buena era la vista de aquél hombre? La farola le había iluminado y la cortesana en ese momento fue cuando le pudo vislumbrar de una forma más certera, pero mientras muchos de sus rasgos habían quedado casi imperceptibles para ella.
-Si gusta podemos caminar… Pero no sé hacia donde, ¿A dónde se dirigía usted? - quizá con aquello él se distrajera, pero ahora parecía que ella era la que le iba a servir de escolta y estarse ocultando tanto quizá podría llegar a llamar la atención del hombre que parecía ser ahora su acompañante –Creo que la noche es linda como para desperdiciarla ¿No lo cree?- perder el tiempo haría que el burdelero la regañara, pero ¿Quién lo sabría? Nadie sabía cuándo se despertaría el borracho y de hacerlo no iría al burdel, en caso contrario ya buscaría la mujer como hacer que su castigo disminuyera, al menos haría un intento.
Retiró la mano con cortesía cuando el hombre quiso besarla, no es que le diera asco aquél méndigo, pues estaba segura de que noche con noche tenía que revolcarse con unos peores que podían vestir de finas telas, pero que al final eran más sucios que aquél humilde señor que sólo pedía un poco de comida.
-Quizá usted sea más necio pero en verdad no le veo caso a que se meta en problemas con la gente de aquí, creo que todos alguna vez en la vida hemos sabido lo que es tener hambre, incluso sólo si el horario se nos ha pasado por más de unas cuantas horas…- Claudia sonrió de forma amable mientras miraba al hombre que vestía con aquellas telas y elegancia que se notaba a leguas de distancia.
Sonrió de forma cálida y de nuevo podía decir que no sentía que tuviera que temer algo, pues se sentía tranquila, no sabía por qué, quizá porque darle aquél dinero al hombre entonces haría que si ella se sentía ofendida cuando menos uno de los que estaba ahí saldría en su defensa, eso sí había todavía alguien agradecido, si no, estaría sola y a su suerte, como siempre –¿Acompañarme?- la sonrisa se le borró del rostro mientras decía aquellas palabras, quizá sólo podría hacerlo ir a un sitio cercano por el burdel sin mostrarlo del todo –Yo no llevaba rumbo fijo, sólo andaba por las calles de París vagando un poco así que… No sé a dónde quisiera acompañarme, la verdad que meterme de nuevo en casa… No quiero justo ahora- no estaba mintiendo, al menos no del todo, era verdad que en ese momento no quería volver al burdel y bueno, ese sitio había sido su casa por unos cuantos años, quizá más de los que ella quisiera en realidad –No se preocupe, yo tampoco le he dicho mi nombre- hizo una pequeña reverencia con la cabeza y se le quedó viendo de nuevo –Claudia- estaba usando su nombre real, en el burdel siempre se lo cambiaban, ¿Qué tan buena era la vista de aquél hombre? La farola le había iluminado y la cortesana en ese momento fue cuando le pudo vislumbrar de una forma más certera, pero mientras muchos de sus rasgos habían quedado casi imperceptibles para ella.
-Si gusta podemos caminar… Pero no sé hacia donde, ¿A dónde se dirigía usted? - quizá con aquello él se distrajera, pero ahora parecía que ella era la que le iba a servir de escolta y estarse ocultando tanto quizá podría llegar a llamar la atención del hombre que parecía ser ahora su acompañante –Creo que la noche es linda como para desperdiciarla ¿No lo cree?- perder el tiempo haría que el burdelero la regañara, pero ¿Quién lo sabría? Nadie sabía cuándo se despertaría el borracho y de hacerlo no iría al burdel, en caso contrario ya buscaría la mujer como hacer que su castigo disminuyera, al menos haría un intento.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
El que durante muchos años creí y trate como mi padre, era un simple sastre que hacía las vestimentas de los obreros y servidumbre, hacía composturas simples y demás, pero tenía un excelente sentido de la moda y del buen vestir y, aun que lo odie por mucho tiempo, me enseño algunas cosas que hasta ahora no olvido, una de ella es que puedes saber mucho de las personas por su forma de vestir, por el estado de sus ropajes, por su calzado, por su forma de expresarse y, ahora con los muchos años que llevaba acuestas, había descubierto que tenía razón. Mi experiencia me ha ayudado mucho, el viajar y conocer diferentes culturas, ahora soy del tipo de hombres que pueden leer un libro con solo ver la portada.
Sonreí débilmente con sus primeras palabras, yo sabía de lo que hablaba, muchas veces mi dolor me llevo a arrastrarme ebrio por el suelo, dormir en los parques y morir de hambre, pero luego comprendí que si no eras severo con el mundo, este te consumiría-Es verdad...aun que no me lo crea sé de lo que habla-Le dije mientras me colocaba junto a ella. Mire discretamente hacia todos lados, era un largo callejón, con luces muy tenues que salían de las casas, cajas y basura eran la decoración y habitantes nocturnos que iban desde gatos callejeros hasta hombres en el suelo que parecían estar muertos-La entiendo, estamos en la misma situación, no deseo regresar a mi hogar, es muy solo. Yo solo propuse acompañarle si usted así lo prefería-Le explique y comencé a mirarla mas a detalle, su abrigo era lindo, pero de materiales simples, muy parecido a los que mi padre muchas veces surcio. Pero ya me había dado cuenta de eso, ella no era una dama de sociedad, era de una clase mas precaria.
Ella se presento y le dedique una sonrisa amigable-Es un gusto conocerle, Claudia-Pensé que tal vez ella era trabajaba de enfermera, ama de llaves o algo por el estilo y ahora mismo su jornada de labores había terminado. Ella me pregunto cual era mi destino y pensé en que sería bueno decir, no podía decirle la verdad, que escogí esta noche para salir a las calles y cazar a algunas mujeres para beberme su sangre y luego matarlas, ademas ahora el plan ya no era ese-En realidad tenía planeado caminar mucho y disfrutar del frío...voy hacia la isla de la Cité, a Notre Dame-Me encogí de hombros y la mire-Pero ahora que seremos acompañantes nocturnos deberíamos decir juntos a donde ir, ¿no cree?-Le ofrecí mi brazo para comenzar a caminar y dejar atrás ese lugar-Lo primero es dejar este sitio-Esta era una ventaja que yo tenía, en mi mansión no había absolutamente nadie que esperara mi regreso, si no llegaba una, dos o tres noches seguidas nadie me extrañaría, ni mis empleados, a ellos les daba lo mismo, ni Hávard que hasta ahora demostraba ser el mas leal. Eso sería triste para muchos, darse cuenta que en realidad se esta muy solo en el mundo, pero no para mi, creo que desgraciadamente ya me había acostumbrado y resignado a eso.
Una suave corriente de viento recorrió todo el callejón haciéndolo silbar, el aire despeino un poco mi castaño cabello y con mi zurda lo acomode de nuevo, en mis manos llevaba el bastón color negro que casi nunca usaba para sostenerme en él, lo traía conmigo siempre por su doble función. Bueno, como fuera ahora pasaría un rato junto con ella, así que tenía que hablar de algo, de lo que fuera, eso sería lo menos importante-En realidad soy nuevo en la ciudad, no la conozco muy bien y ustedes es de las primeras personas con las que converso, así que si gusta guiarme a algún lugar o proponer algo, estoy seguro que será mejor idea que cualquiera que yo pueda maquilar-Le sonreí y comencé a caminar junto a ella.
[/blur]Sonreí débilmente con sus primeras palabras, yo sabía de lo que hablaba, muchas veces mi dolor me llevo a arrastrarme ebrio por el suelo, dormir en los parques y morir de hambre, pero luego comprendí que si no eras severo con el mundo, este te consumiría-Es verdad...aun que no me lo crea sé de lo que habla-Le dije mientras me colocaba junto a ella. Mire discretamente hacia todos lados, era un largo callejón, con luces muy tenues que salían de las casas, cajas y basura eran la decoración y habitantes nocturnos que iban desde gatos callejeros hasta hombres en el suelo que parecían estar muertos-La entiendo, estamos en la misma situación, no deseo regresar a mi hogar, es muy solo. Yo solo propuse acompañarle si usted así lo prefería-Le explique y comencé a mirarla mas a detalle, su abrigo era lindo, pero de materiales simples, muy parecido a los que mi padre muchas veces surcio. Pero ya me había dado cuenta de eso, ella no era una dama de sociedad, era de una clase mas precaria.
Ella se presento y le dedique una sonrisa amigable-Es un gusto conocerle, Claudia-Pensé que tal vez ella era trabajaba de enfermera, ama de llaves o algo por el estilo y ahora mismo su jornada de labores había terminado. Ella me pregunto cual era mi destino y pensé en que sería bueno decir, no podía decirle la verdad, que escogí esta noche para salir a las calles y cazar a algunas mujeres para beberme su sangre y luego matarlas, ademas ahora el plan ya no era ese-En realidad tenía planeado caminar mucho y disfrutar del frío...voy hacia la isla de la Cité, a Notre Dame-Me encogí de hombros y la mire-Pero ahora que seremos acompañantes nocturnos deberíamos decir juntos a donde ir, ¿no cree?-Le ofrecí mi brazo para comenzar a caminar y dejar atrás ese lugar-Lo primero es dejar este sitio-Esta era una ventaja que yo tenía, en mi mansión no había absolutamente nadie que esperara mi regreso, si no llegaba una, dos o tres noches seguidas nadie me extrañaría, ni mis empleados, a ellos les daba lo mismo, ni Hávard que hasta ahora demostraba ser el mas leal. Eso sería triste para muchos, darse cuenta que en realidad se esta muy solo en el mundo, pero no para mi, creo que desgraciadamente ya me había acostumbrado y resignado a eso.
Una suave corriente de viento recorrió todo el callejón haciéndolo silbar, el aire despeino un poco mi castaño cabello y con mi zurda lo acomode de nuevo, en mis manos llevaba el bastón color negro que casi nunca usaba para sostenerme en él, lo traía conmigo siempre por su doble función. Bueno, como fuera ahora pasaría un rato junto con ella, así que tenía que hablar de algo, de lo que fuera, eso sería lo menos importante-En realidad soy nuevo en la ciudad, no la conozco muy bien y ustedes es de las primeras personas con las que converso, así que si gusta guiarme a algún lugar o proponer algo, estoy seguro que será mejor idea que cualquiera que yo pueda maquilar-Le sonreí y comencé a caminar junto a ella.
Julián Carax- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
Ver a aquellos hombres mientras caminaban y buscaban comida en los cestos de basura, yo no era mejor que ellos, por el contrario, ellos tenían mucho más valor que yo, que para comer tenía que vender mi cuerpo, aunque no fuera por gusto ¿Por qué no podía volver a las calles? Porque ni para ellas yo era lo suficientemente buena, ya no valía nada, ni siquiera un centavo, mi valor se había perdido en el mismo momento en el que alguien me había "hecho mujer", hubiera preferido siempre ser una maldita niña de la calle, tal vez ya estuviera muerta, pero mil veces mejor que ser violada y ultrajada cada noche, soportar los toques de cualquier hombre que cree que con pagar apenas unas monedas ya puede hacer lo que se le hinche la gana con un cuerpo que no le pertenece.
Suspiró mientras intentaba que su mente dejara atrás a aquella niña de cabellos rubios y ojos azules que podía llegar a cautivar a cualquiera para poder comer, eso se había perdido y ya de ella no quedaba nada, ya no daba lástima... Daba asco, ya no tenían compasión por ella, sino que se dedicaban a humillarla, quizá por ello en ocasiones no sabía que era lo mejor, si estar en el burdel o fuera de este, pues los tratos eran tan aberrantes tanto en uno como en otro.
-¿Y si me entiende por qué no le ha dado dinero a ese infeliz? Sé que no me interesa pero quien ha vivido el hambre... No la fomentaría...- encogió los hombros mientras pasaba la mano por debajo del brazo del hombre ¿Si el supiera que era cortesana sería tan amable con ella como hasta ahora? Lo dudaba un poco o quizá un mucho, había dos caminos, la insultaba y humillaba como todos sobajándola por ser lo que era o pediría sus servicios ¿Cuál era el mejor? Valorando todo... Lo segundo porque al menos así regresaría con el dinero correspondiente a casa, al final sabía que podía abrir las piernas a cualquier precio, sólo tenía que cobrar, se tensó un poco ante aquellos pensamientos.
Sus pasos eran tranquilos mientras que iba lentamente tomada de su brazo, el callejón parecía querer comenzar a dormir aunque siempre había alguien que se empeñaba con quebrar la paz en la que se vivía en ese sitio -El gusto es mío, caballero- sonrió mientras que miraba hacia el cielo, no quería decirle lo que era porque de alguna manera esperaba que no le dijera cosas indeseables, pero por otro sentía que estaba rompiendo con una confianza que todavía ni siquiera se ganaba, pero ¿Por qué interesarle? No lo sabía y quizá ya lo averiguaría, tal vez ya se lo diría cuando se despidieran o terminara por descubrirlo antes de que ella pudiera decir algo tan siquiera -Pues entonces caminemos, usted no se aflija por los tacones, los tengo dominados- dijo dándole una palmada cómplice en el brazo con la mano que tenía libre -Le repito que yo no tenía destino así que no importa- encogió los hombros, quería que sus palabras sonaran todo lo convincente que podía, pues a pesar de los castigos que podría obtener por hacer aquello, le importaba muy poco pues por un rato sería libre.
El callejón no brindaba muchas opciones y se lograba escuchar el correr del viento que también huía de aquél sitio -Pues no sé cuáles sean sus gustos, caballero, pero...- hizo una mueca con los labios -Hay zonas, el puerto nunca descansa, siempre se puede llegar a ver uno que otro buque... También hay tabernas para quien quiere perder la consciencia por un tiempo o simplemente bailar, aunque bueno, quizá a usted le gusten los restaurantes más sofisticados y también los hay... - se detuvo al salir del callejón un instante esperando que él dijera hacia donde quería ir -Bosques... Laguna... Burdeles... Un teatro... Se llama "Theatre des Vampires" - encogió los hombros a pesar de que ella sabía que existían los vampiros pues en alguna ocasión en aquél trabajo le habían pagado por dejar que se alimentaran de ella, aunque doloroso era mucho mejor que tener sexo con ellos -Así que soy su guía y usted decide, sólo diga que le interesa- sonrió de forma amable mientras le miraba esperando cualquier indicación, su educación no le permitía exigir nada, era ella siempre quien obedecía a pesar de que no le parecieran las órdenes.
Suspiró mientras intentaba que su mente dejara atrás a aquella niña de cabellos rubios y ojos azules que podía llegar a cautivar a cualquiera para poder comer, eso se había perdido y ya de ella no quedaba nada, ya no daba lástima... Daba asco, ya no tenían compasión por ella, sino que se dedicaban a humillarla, quizá por ello en ocasiones no sabía que era lo mejor, si estar en el burdel o fuera de este, pues los tratos eran tan aberrantes tanto en uno como en otro.
-¿Y si me entiende por qué no le ha dado dinero a ese infeliz? Sé que no me interesa pero quien ha vivido el hambre... No la fomentaría...- encogió los hombros mientras pasaba la mano por debajo del brazo del hombre ¿Si el supiera que era cortesana sería tan amable con ella como hasta ahora? Lo dudaba un poco o quizá un mucho, había dos caminos, la insultaba y humillaba como todos sobajándola por ser lo que era o pediría sus servicios ¿Cuál era el mejor? Valorando todo... Lo segundo porque al menos así regresaría con el dinero correspondiente a casa, al final sabía que podía abrir las piernas a cualquier precio, sólo tenía que cobrar, se tensó un poco ante aquellos pensamientos.
Sus pasos eran tranquilos mientras que iba lentamente tomada de su brazo, el callejón parecía querer comenzar a dormir aunque siempre había alguien que se empeñaba con quebrar la paz en la que se vivía en ese sitio -El gusto es mío, caballero- sonrió mientras que miraba hacia el cielo, no quería decirle lo que era porque de alguna manera esperaba que no le dijera cosas indeseables, pero por otro sentía que estaba rompiendo con una confianza que todavía ni siquiera se ganaba, pero ¿Por qué interesarle? No lo sabía y quizá ya lo averiguaría, tal vez ya se lo diría cuando se despidieran o terminara por descubrirlo antes de que ella pudiera decir algo tan siquiera -Pues entonces caminemos, usted no se aflija por los tacones, los tengo dominados- dijo dándole una palmada cómplice en el brazo con la mano que tenía libre -Le repito que yo no tenía destino así que no importa- encogió los hombros, quería que sus palabras sonaran todo lo convincente que podía, pues a pesar de los castigos que podría obtener por hacer aquello, le importaba muy poco pues por un rato sería libre.
El callejón no brindaba muchas opciones y se lograba escuchar el correr del viento que también huía de aquél sitio -Pues no sé cuáles sean sus gustos, caballero, pero...- hizo una mueca con los labios -Hay zonas, el puerto nunca descansa, siempre se puede llegar a ver uno que otro buque... También hay tabernas para quien quiere perder la consciencia por un tiempo o simplemente bailar, aunque bueno, quizá a usted le gusten los restaurantes más sofisticados y también los hay... - se detuvo al salir del callejón un instante esperando que él dijera hacia donde quería ir -Bosques... Laguna... Burdeles... Un teatro... Se llama "Theatre des Vampires" - encogió los hombros a pesar de que ella sabía que existían los vampiros pues en alguna ocasión en aquél trabajo le habían pagado por dejar que se alimentaran de ella, aunque doloroso era mucho mejor que tener sexo con ellos -Así que soy su guía y usted decide, sólo diga que le interesa- sonrió de forma amable mientras le miraba esperando cualquier indicación, su educación no le permitía exigir nada, era ella siempre quien obedecía a pesar de que no le parecieran las órdenes.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
La pañoleta en mi cuello no solo cumplía con la función de adornar, también cubría un par de cicatrices, que eran la señal de mi trasformación, la marca de mi condena, cuando fui transformado de un simple y débil mortal a un ser de oscuridad. Justo en donde se encuentra la vena principal de nuestro sistema, el "veneno" se inyecta en ella para que en solo segundos llegue hasta el último rincón de nuestro cuerpo, el dolor que se siente es inexplicable, cuando lo experimente todo mi ser se colapso desmayado y aturdido por el punzante dolor. En mi vida me he cruzado con muchos seres como yo y otros diferentes pero con una naturaleza similar. Los humanos hablan del dolor y de la miseria, hablan de demonios y de fantasmas que han dejado en sus vidas. Solo me causan risa, ellos que pueden saber del verdadero dolor, de los demonios, de la muerte.
La pregunta de la mujer me tomo por sorpresa y como pocos, me arrebato una verdadera sonrisa de los labios, tuve que pensar en algo para responderle-En ese preciso momento no estaba de humor, pero debo admitir que el verla y su acción me han hecho olvidar lo que me tenía así-Le sonreí. Nuestros pasos fueron lentos y despreocupados, como si el sigilo acompañara nuestra huida de aquel lugar. Era de chiste ver a estos hombres que pelean entre ellos por las migajas de pan en el suelo y luego pensar en la comodidad de aquellos, como yo, que ordenan banquetes para el deleite de solo unos cuantos. Pero a la vez no dudaba de la sabiduría del destino, que nos da a todos lo que merecemos o lo que estamos dispuestos a pagar. Yo viví en lugares como este, donde mendigue por una moneda solo para regresar a un antro de mala muerte a seguir embriagándome, con la firme creencia de que así, olvidaría. Pero si yo pude salir de ese foso, ellos también, aun que yo para lograrlo tuve que vender mi alma.
Por alguna extraña razón el estar con ella me estaba resultando relajante, era como ver la decadencia y girar la vista para encontrarse con algo mas bello aun que igual e triste. Y aun no descubría el por que. Comencé a pensar mas en ella y en la razón de una mujer para estar sola en ese lugar y el deseo de no volver a casa. Era una mujer muy joven y hermosa, seguro ya estaba casada o mas de uno desearía su compañía para una noche tan bella como esta, tal vez una familia o amigos. Íbamos dejando atrás el callejón y ella se dispuso a decirme todos los posibles destinos a los que podría llevarme a conocer, la escuche con atención y el último me sorprendió, pero decidí no darle mas importancia, ya que para este punto debía ser un hombre que llego por error a los callejones y que de igual manera se encontró con alguien-No, no me gustan mucho esos lugares, donde todos fingen ser personas interesantes, yo prefiero algo mas real...mas autentico-Gire un poco para verla a los ojos y casi de inmediato de forma suave regrese la vista al camino-La idea de perder la consciencia no es tan mala, pero quizás otra noche, aun que el bailar...-La mire de nuevo-Solo si desdice ser mi pareja para un par de piezas-Eso me parecía una buena idea, pero tal vez a ella no y como buen caballero tendría que aceptar los gustos o preferencias de mi acompañante.
Deje que pasaran unos segundos y la duda seguía taladrando mi cabeza, no quería ser indiscreto y mucho menos orillarla a algo que sería impropio, por eso me anime a preguntar-Me cuesta trabajo pensar que usted no quiera llegar a su destino, seguro hay alguien que la espera, quizás su familia o su prometido-No use la palabra: esposo, ya que en sus dedos no había ninguna sortija de matrimonio-Es raro ver a una señorita sola en las calles-
La pregunta de la mujer me tomo por sorpresa y como pocos, me arrebato una verdadera sonrisa de los labios, tuve que pensar en algo para responderle-En ese preciso momento no estaba de humor, pero debo admitir que el verla y su acción me han hecho olvidar lo que me tenía así-Le sonreí. Nuestros pasos fueron lentos y despreocupados, como si el sigilo acompañara nuestra huida de aquel lugar. Era de chiste ver a estos hombres que pelean entre ellos por las migajas de pan en el suelo y luego pensar en la comodidad de aquellos, como yo, que ordenan banquetes para el deleite de solo unos cuantos. Pero a la vez no dudaba de la sabiduría del destino, que nos da a todos lo que merecemos o lo que estamos dispuestos a pagar. Yo viví en lugares como este, donde mendigue por una moneda solo para regresar a un antro de mala muerte a seguir embriagándome, con la firme creencia de que así, olvidaría. Pero si yo pude salir de ese foso, ellos también, aun que yo para lograrlo tuve que vender mi alma.
Por alguna extraña razón el estar con ella me estaba resultando relajante, era como ver la decadencia y girar la vista para encontrarse con algo mas bello aun que igual e triste. Y aun no descubría el por que. Comencé a pensar mas en ella y en la razón de una mujer para estar sola en ese lugar y el deseo de no volver a casa. Era una mujer muy joven y hermosa, seguro ya estaba casada o mas de uno desearía su compañía para una noche tan bella como esta, tal vez una familia o amigos. Íbamos dejando atrás el callejón y ella se dispuso a decirme todos los posibles destinos a los que podría llevarme a conocer, la escuche con atención y el último me sorprendió, pero decidí no darle mas importancia, ya que para este punto debía ser un hombre que llego por error a los callejones y que de igual manera se encontró con alguien-No, no me gustan mucho esos lugares, donde todos fingen ser personas interesantes, yo prefiero algo mas real...mas autentico-Gire un poco para verla a los ojos y casi de inmediato de forma suave regrese la vista al camino-La idea de perder la consciencia no es tan mala, pero quizás otra noche, aun que el bailar...-La mire de nuevo-Solo si desdice ser mi pareja para un par de piezas-Eso me parecía una buena idea, pero tal vez a ella no y como buen caballero tendría que aceptar los gustos o preferencias de mi acompañante.
Deje que pasaran unos segundos y la duda seguía taladrando mi cabeza, no quería ser indiscreto y mucho menos orillarla a algo que sería impropio, por eso me anime a preguntar-Me cuesta trabajo pensar que usted no quiera llegar a su destino, seguro hay alguien que la espera, quizás su familia o su prometido-No use la palabra: esposo, ya que en sus dedos no había ninguna sortija de matrimonio-Es raro ver a una señorita sola en las calles-
Julián Carax- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
Aquél abrigo escondía todo lo que ella quería ocultar de ella, por eso siempre lo llevaba, los días que lo mandaba a lavar no salía del burdel pues no tenía ropa decente que ponerse, siempre era más grande que su talla o demasiado chica como la que llevaba justo en ese momento, por eso mejor se encerraba en el cuarto, no sabía cuando se había avergonzado de ella misma, de ser Claudia Gunter, cuando aquello se había vuelto una carga para ella, estaba segura que de poder huir y que nadie supiera de donde había salido lo hubiera hecho o quizás no... ¿Qué sabía hacer? Nada, nunca le habían enseñado otro oficio que no fuera intentar dar placer a los hombres que así lo requirieran.
Sus propios pensamientos eran sus peores enemigos pues siempre hacían que ella se distrajera de lo que sucedía justo en el momento, hasta que vio a su acompañante de nuevo y sonrió ligeramente -Bueno... Si necesita algo puede decírmelo... Soy una desconocida pero eso trae una ventaja, quizá nunca nos volvamos a ver y entonces no tiene de que preocuparse- miró el semblante del hombre, no parecía que en algún momento hubiera tenido que arrastrarse por las calles a falta de hambre, pero ella más que nadie sabía de lo que eran capaces los hombres de la alta sociedad, pues en ocasiones eran seres tan despreciables que seguro nadie se imaginaba lo que en sus mentes retorcidas se maquinaba pero que a Claudia en ocasiones le tocaba hacerlo realidad.
Quizá no tuviera mujer el hombre que estaba a su lado o quizá la había perdido y por eso ahora huía de casa, todo era normal pero ella no podría llegar a saber más pues si ella intentaba averiguar, él también lo haría y no sería capaz de mentir, lo que ahora hacía era una simple omisión, algo que él no había preguntado. Sus palabras hicieron que la cortesana sonriera y asintió -Pues debo decirle que no soy la mejor bailando pero intentaré no verme tan torpe y espero no pisarle- mencionó lo último en tono de broma aunque no era muy diestra en el baile se defendía bastante bien ¿Qué cortesana no sabía bailar? Cuando los hombres no querían placer y buscaban sólo alguien que los acompañara acudían a ellas para no tener que presentarse solos, al menos así las alquilaba también el burdelero donde ella estaba -Si es que no se ha arrepentido con esto que le he dicho pues entonces podemos bailar- murmuró aunque de pronto la sonrisa se le fue ¿Irían a una taberna? No lo sabía pero no iba a poder bailar con el abrigo siempre o quizás sí... Ya se las ingeniaría.
Se tensó al escuchar sus palabras mientras la respiración se le aceleraba y más con aquella palabra usada por el hombre "señorita", tomó aire como si en ello le fuera la vida -Pues ni familia, ni prometido... Creo que ni siquiera amigos, así que llegar al destino no es lo más deseado en mi caso y... Yo salí de calles así... Sé que no me harían nada...- en su cabeza se repetía una y otra vez que omitiendo información no mentía, no quería hacerlo, Julián se veía buena persona pero hombres como él no quieren en su círculo mujeres como ella, al menos no en el círculo conocido -¿Y usted? ¿Por qué no llegar a su destino? Es la misma pregunta... ¿Por qué no estar en casa junto a su familia o la de su prometida? O alguna mujer que pretenda...- encogió los hombros mientras se le quedaba viendo y caminaba justo hacia donde se encontraban los lugares comerciales, seguía a paso lento y constante sin hacer que él corriera.
Sus propios pensamientos eran sus peores enemigos pues siempre hacían que ella se distrajera de lo que sucedía justo en el momento, hasta que vio a su acompañante de nuevo y sonrió ligeramente -Bueno... Si necesita algo puede decírmelo... Soy una desconocida pero eso trae una ventaja, quizá nunca nos volvamos a ver y entonces no tiene de que preocuparse- miró el semblante del hombre, no parecía que en algún momento hubiera tenido que arrastrarse por las calles a falta de hambre, pero ella más que nadie sabía de lo que eran capaces los hombres de la alta sociedad, pues en ocasiones eran seres tan despreciables que seguro nadie se imaginaba lo que en sus mentes retorcidas se maquinaba pero que a Claudia en ocasiones le tocaba hacerlo realidad.
Quizá no tuviera mujer el hombre que estaba a su lado o quizá la había perdido y por eso ahora huía de casa, todo era normal pero ella no podría llegar a saber más pues si ella intentaba averiguar, él también lo haría y no sería capaz de mentir, lo que ahora hacía era una simple omisión, algo que él no había preguntado. Sus palabras hicieron que la cortesana sonriera y asintió -Pues debo decirle que no soy la mejor bailando pero intentaré no verme tan torpe y espero no pisarle- mencionó lo último en tono de broma aunque no era muy diestra en el baile se defendía bastante bien ¿Qué cortesana no sabía bailar? Cuando los hombres no querían placer y buscaban sólo alguien que los acompañara acudían a ellas para no tener que presentarse solos, al menos así las alquilaba también el burdelero donde ella estaba -Si es que no se ha arrepentido con esto que le he dicho pues entonces podemos bailar- murmuró aunque de pronto la sonrisa se le fue ¿Irían a una taberna? No lo sabía pero no iba a poder bailar con el abrigo siempre o quizás sí... Ya se las ingeniaría.
Se tensó al escuchar sus palabras mientras la respiración se le aceleraba y más con aquella palabra usada por el hombre "señorita", tomó aire como si en ello le fuera la vida -Pues ni familia, ni prometido... Creo que ni siquiera amigos, así que llegar al destino no es lo más deseado en mi caso y... Yo salí de calles así... Sé que no me harían nada...- en su cabeza se repetía una y otra vez que omitiendo información no mentía, no quería hacerlo, Julián se veía buena persona pero hombres como él no quieren en su círculo mujeres como ella, al menos no en el círculo conocido -¿Y usted? ¿Por qué no llegar a su destino? Es la misma pregunta... ¿Por qué no estar en casa junto a su familia o la de su prometida? O alguna mujer que pretenda...- encogió los hombros mientras se le quedaba viendo y caminaba justo hacia donde se encontraban los lugares comerciales, seguía a paso lento y constante sin hacer que él corriera.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
Y si no estoy del todo satisfecho con mi vida, ¿Por que no cambio? ¿por que no le pongo fin a todo? ¿Por que si no me gusta ser vampiro hago algo para cambiarlo?. No puedo, lo he intentado, pero es imposible, ya no logro llevar una vida normal, es imposible tener amigos o buscar pareja si ellos envejecen y tú no. En una ocasión conseguí un revólver, tuve que embriagarme y atiborrar mi mente de todos aquellos recuerdos que me lastiman para así conseguir el valor necesario, espere a que fuera muy noche y en el ático de mi mansión en turno me volé los sesos, al despertar estaba en el suelo sin heridas ni cicatrices, solo un charco de sangre y el arma suicida en el suelo junto a mi. Eso dejo de lado el suicidio. Vivo huyendo y no sé de que o de quien, creo que de mis demonios, los que me persiguen y no me dejan en paz, he asesinado a muchos y puedo jurar que los veo al cerrar los ojos, al ir por las calles, su reflejo sobre el agua en los lagos, la paz es solo un sueño muy lejos y la locura un triste destino.
Ella tenía razón, quizás solo coincidiéramos esa fría noche y al día siguiente solo seríamos recuerdos que con el paso de los días se harían mas borrosos hasta desaparecer por completo, bueno, yo no tenía problema con ello, así ha sido siempre conmigo, todos los que entran a mi vida se van, de una u otra manera, pero siempre se van-Bueno...si ese es el caso, al menos tratare de que sea una noche agradable para ambos y así no nos olvidemos tan pronto-Dije con una suave sonrisa en mis labios. Al decir eso recordé algo que me dijo mi madre cuando mi "padre" murió, ella dijo que se muere dos veces, una cuando nuestra vida llega a su fin y la otra cuando se te menciona por última vez, en ese momento sus palabras me resultaron muy tristes, pero recordé a los compositores de la época que habían dejado una huella en el mundo y que posiblemente pasarían muchos años para que murieran de verdad.
La calle por la que caminábamos lucía muy desierta, la mayoría de las casas que dejábamos a nuestro paso estaban a oscuras, tal vez todos ya dormían, no era de madrugada aun pero tampoco muy temprano, solo se escuchaban las ramas de los árboles que se mecían con el viento y a lo lejos el galopar lento y firme de un caballo que jalaba una carroza, en toda la calle no había mas de seis o siete personas, eso le daba un toque mortuorio a el paisaje pero a la vez era mas tranquilo-No se preocupe, si no sabe bailar yo le enseño, es muy fácil y es algo que a mi me gusta mucho hacer-Dije y eso me trajo aun mas recuerdos, yo tampoco sabía bailar pero mi amada Penélope me enseño cuando eramos novios, de eso ya casi han pasado dos siglos.
Caminaba al mismo ritmo que ella sin ir mas rápido ni mas lento, solo atento a sus constantes cambios de velocidad, ella iba sujeta a mi brazo y pude notar su reacción tras escuchar mis preguntas, pensé que no habían sido muy oportunas y estaba a punto de disculparme cuando ella me hablo, la escuche y fruncí los labios-Es una pena... es usted una mujer muy agradable por lo que veo, debería estar rodeada de personas que la quieran y que usted aprecie-Era realmente raro que alguien dijera eso, en mi caso se entendía por mi estado, pero ella, que poseía las únicas dos cosas que los mortales deben apreciar, que son la juventud y la belleza, no entendía el por que de su tan grande soledad. Claudia me devolvió las mismas preguntas, eso lo veía venir desde que note como su cuerpo se tensaba, le iba a responder solo omitiendo los detalles de mi edad y mi "enfermedad". Inhale con fuerza en un suspiro-Este mundo es muy pequeño y resulta que somos victimas de la soledad, en mi hogar nadie me espera, vivo solo con mis recuerdo... Tuve una prometida pero ella murió-Dije y baje la mirada al suelo, ese tema no era mi preferido, pero si tenía la oportunidad de hablar de ello lo hacia. Sonreí de nuevo y la mire-Pero eso fue hace años-Dije con una tranquilidad y amabilidad fingida-Ahora me gusta mi soledad, excepto en las noches y por eso salgo a las calles, aquí no me siento tan solo-Dejaba que ella me guiara, tal vez aquí era solo y callado, pero la idea era ir a un lugar completamente diferente.
Ella tenía razón, quizás solo coincidiéramos esa fría noche y al día siguiente solo seríamos recuerdos que con el paso de los días se harían mas borrosos hasta desaparecer por completo, bueno, yo no tenía problema con ello, así ha sido siempre conmigo, todos los que entran a mi vida se van, de una u otra manera, pero siempre se van-Bueno...si ese es el caso, al menos tratare de que sea una noche agradable para ambos y así no nos olvidemos tan pronto-Dije con una suave sonrisa en mis labios. Al decir eso recordé algo que me dijo mi madre cuando mi "padre" murió, ella dijo que se muere dos veces, una cuando nuestra vida llega a su fin y la otra cuando se te menciona por última vez, en ese momento sus palabras me resultaron muy tristes, pero recordé a los compositores de la época que habían dejado una huella en el mundo y que posiblemente pasarían muchos años para que murieran de verdad.
La calle por la que caminábamos lucía muy desierta, la mayoría de las casas que dejábamos a nuestro paso estaban a oscuras, tal vez todos ya dormían, no era de madrugada aun pero tampoco muy temprano, solo se escuchaban las ramas de los árboles que se mecían con el viento y a lo lejos el galopar lento y firme de un caballo que jalaba una carroza, en toda la calle no había mas de seis o siete personas, eso le daba un toque mortuorio a el paisaje pero a la vez era mas tranquilo-No se preocupe, si no sabe bailar yo le enseño, es muy fácil y es algo que a mi me gusta mucho hacer-Dije y eso me trajo aun mas recuerdos, yo tampoco sabía bailar pero mi amada Penélope me enseño cuando eramos novios, de eso ya casi han pasado dos siglos.
Caminaba al mismo ritmo que ella sin ir mas rápido ni mas lento, solo atento a sus constantes cambios de velocidad, ella iba sujeta a mi brazo y pude notar su reacción tras escuchar mis preguntas, pensé que no habían sido muy oportunas y estaba a punto de disculparme cuando ella me hablo, la escuche y fruncí los labios-Es una pena... es usted una mujer muy agradable por lo que veo, debería estar rodeada de personas que la quieran y que usted aprecie-Era realmente raro que alguien dijera eso, en mi caso se entendía por mi estado, pero ella, que poseía las únicas dos cosas que los mortales deben apreciar, que son la juventud y la belleza, no entendía el por que de su tan grande soledad. Claudia me devolvió las mismas preguntas, eso lo veía venir desde que note como su cuerpo se tensaba, le iba a responder solo omitiendo los detalles de mi edad y mi "enfermedad". Inhale con fuerza en un suspiro-Este mundo es muy pequeño y resulta que somos victimas de la soledad, en mi hogar nadie me espera, vivo solo con mis recuerdo... Tuve una prometida pero ella murió-Dije y baje la mirada al suelo, ese tema no era mi preferido, pero si tenía la oportunidad de hablar de ello lo hacia. Sonreí de nuevo y la mire-Pero eso fue hace años-Dije con una tranquilidad y amabilidad fingida-Ahora me gusta mi soledad, excepto en las noches y por eso salgo a las calles, aquí no me siento tan solo-Dejaba que ella me guiara, tal vez aquí era solo y callado, pero la idea era ir a un lugar completamente diferente.
Julián Carax- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
A veces sentía que odiaba a sus padres ¿Por qué la habían condenado a vivir de este modo? ¿Por qué no la habían dejado morir de hambre o de frío? No, tenían que haberse sacrificado para que la pequeña Claudia siguiera su camino y estar en las calles a pesar de las hambres que pasaba no le ocurría nada más, incluso podía llegar a tener alguna muñeca, rota o sin alguna mano pero con eso ella se conformaba y ahora... Ahora ni siquiera se tenía ella misma.
Se le quedó viendo por unos segundos y asintió, la poca luz no le permitía definir exactamente el rostro de su acompañante pero no importaba el tono de su voz le daba tranquilidad a la mujer y se quedó callada por unos instantes, sabía que era mejor que no lo volviera a ver aunque quizá de nuevo se encontraran si es que iba a dar a aquél sitio en donde ella cada noche tenía que "trabajar" o en la calle -Tal vez... Eso es algo que no sabemos, creo que será mejor que sólo nos enfoquemos en estar tranquilos aunque sea en esta ocasión o si nos volvemos a topar pues... Ya sé que su compañía es agradable- murmuró como si tuviera miedo de romper el silencio de aquella noche, aunque quizá su miedo era sólo por ser reconocida.
Su respiración era acompasada mientras su mano libre se revolvía en el interior del bolso del abrigo, estaba un poco nerviosa, sentía la necesidad de contarle lo que era simplemente por ser sincera... Por no perder a alguien que podría llegar a ser un buen amigo en un futuro, uno de esos que le hacen faltan a alguien como ella, pero de nuevo el simple hecho de ver sus ropas le recordaba que no sólo eran distintos en la profesión, sino también en la clase -Bueno, entonces usted dígame que tipo de música quisiera bailar para saber a que sitio ir...- los ojos azules de la cortesana se elevaron al cielo como si con ello buscara un milagro, aunque siempre podía ir a parar a una taberna que ella no conociera y todo resultaría mucho más sencillo.
Se le quedó viendo y negó con la cabeza a sus palabras -Créame que tengo mucha gente alrededor pero no es... Por cariño o algo así, creo que después de tanto tiempo viviendo con la soledad como compañera ya me estoy haciendo un poco inmune a ella, no añoro la compañía de nadie, tampoco nunca la he tenido ni buscado... Creo que por ello es que ahora no la necesito- la nostalgia de su voz se hacía apenas notoria, pero a pesar de tantos años todavía le dolía en el pecho como sus sueños se habían ido desmoronando uno a uno, pues siempre había visto a sus padres que a pesar de pobres se amaban con tanta fuerza que Claudia deseaba encontrar a alguien así, pero ahora... Después de todo lo que había tenido que vivir, ese sueño se había resquebrajado, dejando sus restos filosos en su interior que todavía la lastimaban dejando pequeñas heridas al ser removidos .
Notó la tensión del hombre pero ahora sabía que no era la única que ocultaba algo así que por ello pudo sentirse un poco menos culpable o mentirosa -Lo lamento tanto...- en un instinto llevó su mano libre, sintiendo el frío del viento sobre su piel mucho más marcado debido a la calidez con la que contaba en el interior del abrigo, sobre la mano de su acompañante y la apretó con suavidad -Sé que debe ser complicado pero.. Alguna mujer buena llegará a su vida, ya verá, es usted muy amable, parece buena gente y merece que alguien le cuide- dijo de forma sincera mientras llegaban a fuera de una taberna en donde se escuchaba música animada y que varios bailaban y tomaban con ferviente emoción -Las calles siempre son el mejor lugar para estar solo sin sentirlo demasiado- comentó encogiendo los hombros -¿Aquí o algo más tranquilo?- señaló con la cabeza la puerta de la taberna, era nueva así que ella no corría peligro.
Se le quedó viendo por unos segundos y asintió, la poca luz no le permitía definir exactamente el rostro de su acompañante pero no importaba el tono de su voz le daba tranquilidad a la mujer y se quedó callada por unos instantes, sabía que era mejor que no lo volviera a ver aunque quizá de nuevo se encontraran si es que iba a dar a aquél sitio en donde ella cada noche tenía que "trabajar" o en la calle -Tal vez... Eso es algo que no sabemos, creo que será mejor que sólo nos enfoquemos en estar tranquilos aunque sea en esta ocasión o si nos volvemos a topar pues... Ya sé que su compañía es agradable- murmuró como si tuviera miedo de romper el silencio de aquella noche, aunque quizá su miedo era sólo por ser reconocida.
Su respiración era acompasada mientras su mano libre se revolvía en el interior del bolso del abrigo, estaba un poco nerviosa, sentía la necesidad de contarle lo que era simplemente por ser sincera... Por no perder a alguien que podría llegar a ser un buen amigo en un futuro, uno de esos que le hacen faltan a alguien como ella, pero de nuevo el simple hecho de ver sus ropas le recordaba que no sólo eran distintos en la profesión, sino también en la clase -Bueno, entonces usted dígame que tipo de música quisiera bailar para saber a que sitio ir...- los ojos azules de la cortesana se elevaron al cielo como si con ello buscara un milagro, aunque siempre podía ir a parar a una taberna que ella no conociera y todo resultaría mucho más sencillo.
Se le quedó viendo y negó con la cabeza a sus palabras -Créame que tengo mucha gente alrededor pero no es... Por cariño o algo así, creo que después de tanto tiempo viviendo con la soledad como compañera ya me estoy haciendo un poco inmune a ella, no añoro la compañía de nadie, tampoco nunca la he tenido ni buscado... Creo que por ello es que ahora no la necesito- la nostalgia de su voz se hacía apenas notoria, pero a pesar de tantos años todavía le dolía en el pecho como sus sueños se habían ido desmoronando uno a uno, pues siempre había visto a sus padres que a pesar de pobres se amaban con tanta fuerza que Claudia deseaba encontrar a alguien así, pero ahora... Después de todo lo que había tenido que vivir, ese sueño se había resquebrajado, dejando sus restos filosos en su interior que todavía la lastimaban dejando pequeñas heridas al ser removidos .
Notó la tensión del hombre pero ahora sabía que no era la única que ocultaba algo así que por ello pudo sentirse un poco menos culpable o mentirosa -Lo lamento tanto...- en un instinto llevó su mano libre, sintiendo el frío del viento sobre su piel mucho más marcado debido a la calidez con la que contaba en el interior del abrigo, sobre la mano de su acompañante y la apretó con suavidad -Sé que debe ser complicado pero.. Alguna mujer buena llegará a su vida, ya verá, es usted muy amable, parece buena gente y merece que alguien le cuide- dijo de forma sincera mientras llegaban a fuera de una taberna en donde se escuchaba música animada y que varios bailaban y tomaban con ferviente emoción -Las calles siempre son el mejor lugar para estar solo sin sentirlo demasiado- comentó encogiendo los hombros -¿Aquí o algo más tranquilo?- señaló con la cabeza la puerta de la taberna, era nueva así que ella no corría peligro.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
Soy alguien que vive de sus recuerdos, que intenta aferrarse a ellos, los mantengo siempre en mi mente, hasta los comparo con lo que vivo y siempre resulta que mi pasado es mucho mejor que lo que tengo ahora. El mejor de mis recuerdos fue cuando una tarde de primavera, bajo un viejo roble, le pedí a mi amada que se convirtiera en mi esposa, la respuesta llego en solo unos segundos, pero para mi fueron horas deseando que algo saliera de sus labios, ella acepto y se lanzo a mis brazos. Ese es el mejor momento de mi existir, lo atesoro como lo mas bello que poseo. Esa tarde hicimos el amor bajo aquel árbol e imaginamos como sería nuestra vida juntos, el nombre de nuestros hijos y como sería envejecer uno a lado del otro. Daría todo lo que tengo, mi vida, lo que fuera para recuperar ese instante, muchas veces he llorado al verme tan lejos de ese momento, de esos pensamientos, de la vida que me arrebataron y la sepultaron junto con el fruto de nuestro amor. Matar a los culpables no me hizo sentir mejor como yo lo había pensado, todo lo contrario, me hizo sentir un gran vació y una inmensa desolación.
Sus palabras se escucharon suavemente, ella apenas y gesticulo sus labios para dejarlas salir. Permanecía distante, cautelosa, después de todo eramos unos desconocidos, eso lo entiendo, pero ella se refugiaba en ese abrigo y en sus palabras que decían tan poco-Lo mismo digo. Yo creo que esta ciudad no es tan grande seguro nos volveremos a encontrar ya sea en algún parque, en el teatro, en algún restaurante....o en los callejones mientras huimos de nuestra soledad-Me encogí de hombros y seguí con nuestro andar. Ella no era como las mujeres de sociedad, que solo saben hablar mal de otros y de lo buenas que serían como esposas de alguien como yo, tan falsas. Creo que disfruto mas la compañía de esta mujer que de esas de elegantes vestidos.
Ella me pidió que dijera que tipo de música quería bailar, en realidad me gustaban los vals, sobre todo el vienés que es mas rápido que el ingles o la música mas común entra la clase media y baja, que eran las bandas sonoras-No tengo problema por el ritmo, de hecho creo que bailo bastante bien y me acoplo a las nuevas tonadas-Algo estaba pasando conmigo, era extraño en mi ser tan cortes y educado con los otros, trababa a casi todo aquel que se me acercara de manera cruel y mezquina, no me importaba sus clases, yo traba igual a casi todos, pero ahora estaba rompiendo con la regla, ella me hacia sentir mas tranquilo, como si no importara quien era o que había hecho, me sentía mas "normal" caminado con ella tomada de mi brazo.
Ella me hablo un poco mas sobre su soledad, la escuche pero negué con la cabeza-La soledad no le hace bien a nadie, al contrario, yo la poseo, pero de verdad espero que no sea así por siempre, esa fue una de las cosas que me trajo a Francia, buscar un nuevo comienzo, donde tal vez logre encontrar lo que busco-¿Que busco? No lo sé, tal vez la felicidad o la humanidad que lentamente voy perdiendo, sé que mi alma ya no tiene perdón, pero me aferrare a esta vida hasta que me de cuenta que no ha sido en vano.-Estoy consciente que la sociedad en la que vivimos es muy severa y cruel pero....no estamos aquí para cumplir las expectativas de otros, así que permitame sugerirle dejar la soledad- Tal vez mi abandono era un castigo por las atrocidades de mi vida, pero ella aun lograría hacer algo para cambiar. No era necesario preguntarle, en su tono de voz se descubría el dolor que cargaba, yo lo sé, hay algo en su vida que es tan atroz como mi naturaleza.
De pronto sentí la delicada mano de ella sobre la mía, la mire y sonreí, ese gesto fue muy amable de su parte, al parecer intentaba reconfortarme con su tacto y con sus palabras-Gracias-Ella dijo que alguien mas llegaría a mi vida, pero yo no quería a nadie mas-Eso lo dudo, yo ya tuve a una mujer y me he jurado no amar a otra. Ademas de que no creo que alguien se merezca a un hombre como yo-Dije eso último en voz mas débil, como si fuera solo para mi. Salí súbitamente de mis pensamientos al darme cuenta de donde estaba, me encontraba de pie frente a una taberna que lucía un ambiente cálido en su interior, las risas y la música eras como un brillante farol en una casa oscura. Mire a Claudia y di u paso hacia adelante-Aquí esta bien-Empuje la puerta y de inmediato una ola de calor humano se impacto contra mi cuerpo, había mucha gente en el interior y antes de que mi acompañante lograra entrar un hombre se acerco a mi y me ofreció una mesa-La mas cercana a la pista-Me adelante hacia el y le deposite tres monedas de oro en la mano, me gire para mirarla a ella y sonreirle.
Sus palabras se escucharon suavemente, ella apenas y gesticulo sus labios para dejarlas salir. Permanecía distante, cautelosa, después de todo eramos unos desconocidos, eso lo entiendo, pero ella se refugiaba en ese abrigo y en sus palabras que decían tan poco-Lo mismo digo. Yo creo que esta ciudad no es tan grande seguro nos volveremos a encontrar ya sea en algún parque, en el teatro, en algún restaurante....o en los callejones mientras huimos de nuestra soledad-Me encogí de hombros y seguí con nuestro andar. Ella no era como las mujeres de sociedad, que solo saben hablar mal de otros y de lo buenas que serían como esposas de alguien como yo, tan falsas. Creo que disfruto mas la compañía de esta mujer que de esas de elegantes vestidos.
Ella me pidió que dijera que tipo de música quería bailar, en realidad me gustaban los vals, sobre todo el vienés que es mas rápido que el ingles o la música mas común entra la clase media y baja, que eran las bandas sonoras-No tengo problema por el ritmo, de hecho creo que bailo bastante bien y me acoplo a las nuevas tonadas-Algo estaba pasando conmigo, era extraño en mi ser tan cortes y educado con los otros, trababa a casi todo aquel que se me acercara de manera cruel y mezquina, no me importaba sus clases, yo traba igual a casi todos, pero ahora estaba rompiendo con la regla, ella me hacia sentir mas tranquilo, como si no importara quien era o que había hecho, me sentía mas "normal" caminado con ella tomada de mi brazo.
Ella me hablo un poco mas sobre su soledad, la escuche pero negué con la cabeza-La soledad no le hace bien a nadie, al contrario, yo la poseo, pero de verdad espero que no sea así por siempre, esa fue una de las cosas que me trajo a Francia, buscar un nuevo comienzo, donde tal vez logre encontrar lo que busco-¿Que busco? No lo sé, tal vez la felicidad o la humanidad que lentamente voy perdiendo, sé que mi alma ya no tiene perdón, pero me aferrare a esta vida hasta que me de cuenta que no ha sido en vano.-Estoy consciente que la sociedad en la que vivimos es muy severa y cruel pero....no estamos aquí para cumplir las expectativas de otros, así que permitame sugerirle dejar la soledad- Tal vez mi abandono era un castigo por las atrocidades de mi vida, pero ella aun lograría hacer algo para cambiar. No era necesario preguntarle, en su tono de voz se descubría el dolor que cargaba, yo lo sé, hay algo en su vida que es tan atroz como mi naturaleza.
De pronto sentí la delicada mano de ella sobre la mía, la mire y sonreí, ese gesto fue muy amable de su parte, al parecer intentaba reconfortarme con su tacto y con sus palabras-Gracias-Ella dijo que alguien mas llegaría a mi vida, pero yo no quería a nadie mas-Eso lo dudo, yo ya tuve a una mujer y me he jurado no amar a otra. Ademas de que no creo que alguien se merezca a un hombre como yo-Dije eso último en voz mas débil, como si fuera solo para mi. Salí súbitamente de mis pensamientos al darme cuenta de donde estaba, me encontraba de pie frente a una taberna que lucía un ambiente cálido en su interior, las risas y la música eras como un brillante farol en una casa oscura. Mire a Claudia y di u paso hacia adelante-Aquí esta bien-Empuje la puerta y de inmediato una ola de calor humano se impacto contra mi cuerpo, había mucha gente en el interior y antes de que mi acompañante lograra entrar un hombre se acerco a mi y me ofreció una mesa-La mas cercana a la pista-Me adelante hacia el y le deposite tres monedas de oro en la mano, me gire para mirarla a ella y sonreirle.
Julián Carax- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
Noche tras noche se iba forjando la misma historia en la vida de Claudia, nada cambiaba desde hacía ya un par de años, pero ya se había acostumbrado a ello, al amanecer, cuando el sol se mostraba haciendo que las secuelas de sus penares se notaran más rogaba porque no volviera a anochecer o porque ella ya no despertara, con que pasara cualquiera de esas dos cosas la cortesana se daría por bien servida, sin embargo, seguía con la fe y la esperanza, esperando que si Dios existía le escuchara por primera vez en la vida, pues creía que pasaba de ella sin importar que tan mal se encontrara y que tan bien se portara.
Ella no creía que se fueran a encontrar en alguno de los lugares que él había mencionado, a excepción del último, pero como su compañía hasta el momento le había sido agradable, por un momento deseó volver a encontrarlo, al menos si la veían con alguien podrían pensar que no estaba huyendo, pero sí trabajando aunque después tendría que ver de donde sacar el dinero, lo cual no era lo de menos pero sí lo que menos le preocupaba a Claudia justo en ese momento -Seguro que sí y bueno dicen que el mundo es un pañuelo así que París aún es más pequeño y si usted gusta de las caminatas nocturnas entonces lo más probable será que haya encuentros fortuitos, por lo menos alguno- encogió los hombros mientras asentía a sus propias palabras.
Sonrió mientras escuchaba al hombre y asintió -Bueno, comprobaré si lo que dice es cierto así que espero que no me mienta- le miró como si estuvieran hablando de algo sumamente importante y esperaba que la confianza depositada en él no fuera defraudada, aunque después sonrió indicando la broma, pues si no sabía bailar, ella no podría hacer nada, sólo sonreír y decir que nada pasaba, sin embargo no sabía porque había cierta confianza con el hombre, aquella tranquilidad y quizá complicidad que se había presenciado en aquellos momentos era un poco difícil y más siendo ella, pues Claudia generalmente nunca hablaba ni tampoco entablaba amistad con nadie, no podía, ni debía pero ahora se había saltado las normas, quizá no era la primera vez, pero eso no importaba, quería pensar que Julián era buena persona tal como parecía y para eso necesitaba comprobarlo.
Asintió a sus palabras, quizá encontrara lo que buscaba y ella deseaba que así fuera pues igual que el hambre, estar solo era algo que no se merecía nadie pues era un castigo cruel y broma macabra del destino -Seguro que encuentra lo que busca en este sitio, tiene sorpresas muy agradables para algunos y espero que usted sea uno de ellos- comentó con una sonrisa esperanzada, fe ya no tenía mucha, pero esperanza sí, al menos por él, nadie podía tener tan mala suerte como la tenía ella -Dejar la soledad suena fácil, pero no lo es- negó con la cabeza soltando un lento pero audible suspiro -No es sencillo, usted lo ha dicho... La sociedad es el principal obstáculo- ella sabía que dejar el burdel le iba a traer hambres y más miserias, pues no creía que alguien le contratara para que pudiera trabajar en algún lugar de manera "decente" y encontrar a alguien para estar sólo a su lado era algo mucho más complicado de alcanzar, incluso algún amigo que quisiera apoyarla, su vida estaba arruinada y ella lo sabía, renegaba pero lo aceptaba.
Entró a la taberna con la mirada hacia el piso y tratando de observar de ese modo a los que estuvieran a su alrededor pero sin poder conseguirlo por completo, se arriesgaría, de todas maneras en algún momento le diría o eso había pasado por su mente, decían que al mal paso había que darle prisa, pero esperar un poco más no le haría daño a nadie -Usted sabe lo que siente, pero no lo que puede llegar a sentir... Nadie sabe el futuro y ¿Un hombre como usted? Yo veo alguien amable, así que... No diré que encontrará a alguien que usted pueda amar, pero quizá sí alguien que lo ame e intente luchar por tenerle- encogió los hombros de manera sencilla para después tomar asiento sin quitarse el abrigo, no importaba cuanta calor estuviera haciendo en aquél sitio.
La mesa era buena y se podía ver a los músicos, además de un fácil acceso a la pista y desde esta seguro que una buena visibilidad para el sitio donde ahora estaban y así no descuidar del todo sus pertenencias -Parece que es una noche no muy alborotada porque en ocasiones estos sitios parece que vomitan gente- comentó elevando un poco el tono de su voz intentando que el hombre la escuchara por encima del alboroto -Whisky- ordenó cuando el mesero se acercó, era algo fuerte o así lo consideraban, la realidad es que a Claudia era la única bebida que no le causaba efectos secundarios adversos.
Ella no creía que se fueran a encontrar en alguno de los lugares que él había mencionado, a excepción del último, pero como su compañía hasta el momento le había sido agradable, por un momento deseó volver a encontrarlo, al menos si la veían con alguien podrían pensar que no estaba huyendo, pero sí trabajando aunque después tendría que ver de donde sacar el dinero, lo cual no era lo de menos pero sí lo que menos le preocupaba a Claudia justo en ese momento -Seguro que sí y bueno dicen que el mundo es un pañuelo así que París aún es más pequeño y si usted gusta de las caminatas nocturnas entonces lo más probable será que haya encuentros fortuitos, por lo menos alguno- encogió los hombros mientras asentía a sus propias palabras.
Sonrió mientras escuchaba al hombre y asintió -Bueno, comprobaré si lo que dice es cierto así que espero que no me mienta- le miró como si estuvieran hablando de algo sumamente importante y esperaba que la confianza depositada en él no fuera defraudada, aunque después sonrió indicando la broma, pues si no sabía bailar, ella no podría hacer nada, sólo sonreír y decir que nada pasaba, sin embargo no sabía porque había cierta confianza con el hombre, aquella tranquilidad y quizá complicidad que se había presenciado en aquellos momentos era un poco difícil y más siendo ella, pues Claudia generalmente nunca hablaba ni tampoco entablaba amistad con nadie, no podía, ni debía pero ahora se había saltado las normas, quizá no era la primera vez, pero eso no importaba, quería pensar que Julián era buena persona tal como parecía y para eso necesitaba comprobarlo.
Asintió a sus palabras, quizá encontrara lo que buscaba y ella deseaba que así fuera pues igual que el hambre, estar solo era algo que no se merecía nadie pues era un castigo cruel y broma macabra del destino -Seguro que encuentra lo que busca en este sitio, tiene sorpresas muy agradables para algunos y espero que usted sea uno de ellos- comentó con una sonrisa esperanzada, fe ya no tenía mucha, pero esperanza sí, al menos por él, nadie podía tener tan mala suerte como la tenía ella -Dejar la soledad suena fácil, pero no lo es- negó con la cabeza soltando un lento pero audible suspiro -No es sencillo, usted lo ha dicho... La sociedad es el principal obstáculo- ella sabía que dejar el burdel le iba a traer hambres y más miserias, pues no creía que alguien le contratara para que pudiera trabajar en algún lugar de manera "decente" y encontrar a alguien para estar sólo a su lado era algo mucho más complicado de alcanzar, incluso algún amigo que quisiera apoyarla, su vida estaba arruinada y ella lo sabía, renegaba pero lo aceptaba.
Entró a la taberna con la mirada hacia el piso y tratando de observar de ese modo a los que estuvieran a su alrededor pero sin poder conseguirlo por completo, se arriesgaría, de todas maneras en algún momento le diría o eso había pasado por su mente, decían que al mal paso había que darle prisa, pero esperar un poco más no le haría daño a nadie -Usted sabe lo que siente, pero no lo que puede llegar a sentir... Nadie sabe el futuro y ¿Un hombre como usted? Yo veo alguien amable, así que... No diré que encontrará a alguien que usted pueda amar, pero quizá sí alguien que lo ame e intente luchar por tenerle- encogió los hombros de manera sencilla para después tomar asiento sin quitarse el abrigo, no importaba cuanta calor estuviera haciendo en aquél sitio.
La mesa era buena y se podía ver a los músicos, además de un fácil acceso a la pista y desde esta seguro que una buena visibilidad para el sitio donde ahora estaban y así no descuidar del todo sus pertenencias -Parece que es una noche no muy alborotada porque en ocasiones estos sitios parece que vomitan gente- comentó elevando un poco el tono de su voz intentando que el hombre la escuchara por encima del alboroto -Whisky- ordenó cuando el mesero se acercó, era algo fuerte o así lo consideraban, la realidad es que a Claudia era la única bebida que no le causaba efectos secundarios adversos.
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
Los humanos han soñado siempre, desde que se dieron cuenta de lo débiles que eran, que sería muy bueno ser inmortales, imperecedero, no se dan cuenta que no hay nada con tales habilidades, todos tendremos un fin tarde que temprano, hasta nosotros los vampiros que nos enorgullecemos de burlar a la muerte y vivir por muchos milenios. Pocos entienden lo difícil y muchas veces doloroso que es ser tan longevo, no debemos relacionarnos sentimentalmente con los que no poseen nuestra naturaleza, si lo hacemos terminaremos sufriendo al perderlos, ademas somos seres que solo traen el dolor y el sufrimiento a los que nos rodean, perdemos la capacidad de asombrarnos y este mundo comienza a ser mas que aburrido, se vuelve sombrío y todo lo que deseábamos disfrutar con una vida así se vuelve contra nosotros, nos decepcionamos de los mortales y de los que no los son, nos damos cuenta de su verdadera forma de ser, son egoístas y corruptos, ambiciosos, crueles y mezquinos. Ese es un mundo en el que estoy seguro nadie quisiera vivir.
Con lo que ya había vivido tenía mas que practicada la apatía, no me gustaba convivir con otros, ni con los de mi raza, ya no buscaba el amor o la felicidad, tenía mas que claro que eso era solo una ilusión, los sentimientos y el apego era algo que ya no necesitaba conmigo. Pero aun así y aun que suene contradictorio, tenía la creencia de que alcanzaría la felicidad y tener una vida que no resultara tan desastrosa. Lleve mi mirada hacia ella y con una muy ligera sonrisa, le hable-O podrías visitarme o yo visitarte o tal vez pactar un encuentro si no te molesta y si no tienes algo mejor que hacer-Era verdad que no me gustaba de la compañía de alguien mas, pero durante el transcurso de la noche logre darme cuenta que ella no era como las mujeres que ya conocía, tenia algo diferente, era como si se pareciera a mi en algo, pero aun no lograba descubrir que era, tal vez el hecho de estar solos en este mundo o que en nuestras miradas se percibía el dolor que habíamos experimentado.
Creo que el seguir hablando que a los dos nos removía los recuerdos o nos hacía pensar en nuestra desdicha no y esa no era la mejor forma de pasar la noche así que cuando ella termino de hablar solo asentí, después de todo tenía la razón. Nos es fácil dejar la soledad y menos cuando estas tan apegada a ella, cuando ya la sientes parte de ti o cuando ya has llegado a aceptarla y a resignarte. Ya estábamos dentro de aquel lugar, era mas difícil la comunicación ya que el el ambiente, las voces, la música y hasta el sonar de los tacones de las mujeres que bailaban hacia difícil escucharnos. El lugar contaba con un ambiente muy cálido y alegre, seguro era por la hora, ya casi media noche, la mayoría de los presentes ya estaban al borde de la embriagues. Algunos me miraban con curiosidad y lo entendí de inmediato, me diferenciaba de casi todos por mi apariencia, los presentes eran casi e su totalidad de clase media o baja y la diferencia entre las clases siempre a sido claramente marcada. No me importaba y de seguro a ellos dejaría de importarles en su siguiente trago- Lo siento pero no creo en el amor, aun así puede...y solo en un caso remoto, tal vez alguien llegue a quererme y si eso pasa tratare de cuidar ese cariño aun que me cueste devolverlo-
El calor de inmediato me empezó a incomodar, mi piel fría era sensible ante este notable cambio de temperatura, suspire y me quite el abrigo dejándolo sobre el respaldo de mi asiento, ademas me despoje de la tela que cubría mi cuello y la guarde en uno de los bolsillos del abrigo-Pues a mi me parece que el ambiente es muy bueno, aun que ya es un poco tarde-Le sonreí y mire al hombre que nos pedía nuestra orden, ella escogió whisky y a mi me pareció algo fuerte para una señorita pero bueno, no había problema por ello-Ginebra-Dije devolviendo mi mirada a ella-Bueno...quiero conocerla un poco mejor si no le incomoda, así que cuénteme de usted-Le sonreí ampliamente mientras esperaba su respuesta o su reacción, hasta ahora ella parecía muy evasiva ante ese tema, pero yo no dejaría de insistir-O ¿prefiera que bailemos ya?-Le dí la alternativa, en cualquiera de los casos saldría ganando.
Con lo que ya había vivido tenía mas que practicada la apatía, no me gustaba convivir con otros, ni con los de mi raza, ya no buscaba el amor o la felicidad, tenía mas que claro que eso era solo una ilusión, los sentimientos y el apego era algo que ya no necesitaba conmigo. Pero aun así y aun que suene contradictorio, tenía la creencia de que alcanzaría la felicidad y tener una vida que no resultara tan desastrosa. Lleve mi mirada hacia ella y con una muy ligera sonrisa, le hable-O podrías visitarme o yo visitarte o tal vez pactar un encuentro si no te molesta y si no tienes algo mejor que hacer-Era verdad que no me gustaba de la compañía de alguien mas, pero durante el transcurso de la noche logre darme cuenta que ella no era como las mujeres que ya conocía, tenia algo diferente, era como si se pareciera a mi en algo, pero aun no lograba descubrir que era, tal vez el hecho de estar solos en este mundo o que en nuestras miradas se percibía el dolor que habíamos experimentado.
Creo que el seguir hablando que a los dos nos removía los recuerdos o nos hacía pensar en nuestra desdicha no y esa no era la mejor forma de pasar la noche así que cuando ella termino de hablar solo asentí, después de todo tenía la razón. Nos es fácil dejar la soledad y menos cuando estas tan apegada a ella, cuando ya la sientes parte de ti o cuando ya has llegado a aceptarla y a resignarte. Ya estábamos dentro de aquel lugar, era mas difícil la comunicación ya que el el ambiente, las voces, la música y hasta el sonar de los tacones de las mujeres que bailaban hacia difícil escucharnos. El lugar contaba con un ambiente muy cálido y alegre, seguro era por la hora, ya casi media noche, la mayoría de los presentes ya estaban al borde de la embriagues. Algunos me miraban con curiosidad y lo entendí de inmediato, me diferenciaba de casi todos por mi apariencia, los presentes eran casi e su totalidad de clase media o baja y la diferencia entre las clases siempre a sido claramente marcada. No me importaba y de seguro a ellos dejaría de importarles en su siguiente trago- Lo siento pero no creo en el amor, aun así puede...y solo en un caso remoto, tal vez alguien llegue a quererme y si eso pasa tratare de cuidar ese cariño aun que me cueste devolverlo-
El calor de inmediato me empezó a incomodar, mi piel fría era sensible ante este notable cambio de temperatura, suspire y me quite el abrigo dejándolo sobre el respaldo de mi asiento, ademas me despoje de la tela que cubría mi cuello y la guarde en uno de los bolsillos del abrigo-Pues a mi me parece que el ambiente es muy bueno, aun que ya es un poco tarde-Le sonreí y mire al hombre que nos pedía nuestra orden, ella escogió whisky y a mi me pareció algo fuerte para una señorita pero bueno, no había problema por ello-Ginebra-Dije devolviendo mi mirada a ella-Bueno...quiero conocerla un poco mejor si no le incomoda, así que cuénteme de usted-Le sonreí ampliamente mientras esperaba su respuesta o su reacción, hasta ahora ella parecía muy evasiva ante ese tema, pero yo no dejaría de insistir-O ¿prefiera que bailemos ya?-Le dí la alternativa, en cualquiera de los casos saldría ganando.
Julián Carax- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 31/03/2013
Re: Ángel Caído [Privado]
Había intentado morir algunas veces, también había intentado escapar otras, sólo una fue la que lo había logrado en serio, pero después de unos días sin saber como mantenerse tuvo que volver, su vida se había consumido al igual que su ser, era como si no tuviera otra opción más que quedarse ahí porque de otra forma moriría de hambre y a pesar de desearlo no había tenido las agallas para mantenerse de igual forma, además los peligros en la calle se acrecentaban y ella ya no estaba para padecerlos, aunque por fuera parecía perfecta realmente estaba rota por dentro, demasiado débil, bastante lastimada, con huellas imborrables que sabía no podrían eliminarse por mucho que ella se esforzara.
Su carácter no le permitía confiar en nadie, era como si no pudiera creer en que había bondad en una persona, más cuando había visto tanta crueldad, aunque había alguien en particular que ella pensaba podía ser bueno, sin embargo no estaba demostrado, su poca confianza casi se extinguía, eran muchos años, sobre todo no podría confiar en los hombres, sabía que querían y a ella le daba un asco irremediable -Visitarte...- dijo de manera nerviosa, aunque la segunda parte era lo peor de todo, era mejor no mencionarla no quería que el nerviosismo jugara en su contra y terminara enredándose ella sola con sus palabras -Podemos quedar... Claro, creo que sería buena opción, sobre todo si ambos somos caminantes nocturnos, cuando menos podemos llevar a cabo una charla amena para distraernos- aquello era la mejor opción sin duda alguna, ella podría ir a la casa de él, pero por el momento ella no tenía casa, al menos no un hogar y le daría pena que lo conociera, aunque seguramente si era como los demás terminaría por ir a ese sitio y descubrirlo.
Agradeció que el hombre ya no siguiera con el tema de la soledad, eso abría heridas muy profundas en el interior de la mujer pero no pasaba nada, quizá no sólo a estar sola se había acostumbrado sino también al dolor que iba sintiendo, era ya casi insensible aunque llorara, era por inercia no por gusto, estar en brazos de alguien nunca le garantizaba sentir deseo, y mucho menos amor, no sentía nada, sólo repulsión -Bueno... Yo tampoco creo en el amor, pero sí tengo una leve esperanza, quizá tonta pero...- encogió los hombros, no esperaba a un hombre bajando de un caballo, sin embargo esperaba que alguien pudiera hacer sentir que el mundo no era una porquería -Espero que alguien pueda aceptarme como soy, cosa complicada, pero no te cierres... Seguro que si alguien te quiere y ves que es sincera podrás dejar la soledad- le sonrió de buena manera mientras que deseaba con todas sus fuerzas que nadie tuviera que vivir en soledad como ella, no le gustaría.
Sonrió, el calor era tan fuerte que ella se empezaba a sentir un poco incómoda en aquél abrigo pero era lo mejor, por el momento, se le quedó viendo de nueva cuenta -Sí, parece que todos están bastante ambientados- cruzó la pierna con cuidado, estaba intentando que su semblante no cambiara, necesitaba que él no se diera cuenta de la tensión en la que vivía la chica al tener que ocultar lo que era -Como usted quiera, no tengo ningún problema con que platiquemos o que bailemos, así que puede decidir- ese era el problema de la mujer, siempre se había dedicado a obedecer con tal de que no le fuera tan mal y decidir por ella misma le costaba todavía un poco de trabajo o quizá mucho -¿Qué quiere saber de mí? Le advierto que soy bastante mala hablando de mí por eso casi no lo hago pero... Si pregunta, intentaré responder de la mejor manera posible- su voz se hizo un poco más alta que lo normal haciendo que se lastimara levemente la garganta pero con el alboroto no sabía si ella le oía a ella le costaba un poco de trabajo entender l
o que le decía.Su carácter no le permitía confiar en nadie, era como si no pudiera creer en que había bondad en una persona, más cuando había visto tanta crueldad, aunque había alguien en particular que ella pensaba podía ser bueno, sin embargo no estaba demostrado, su poca confianza casi se extinguía, eran muchos años, sobre todo no podría confiar en los hombres, sabía que querían y a ella le daba un asco irremediable -Visitarte...- dijo de manera nerviosa, aunque la segunda parte era lo peor de todo, era mejor no mencionarla no quería que el nerviosismo jugara en su contra y terminara enredándose ella sola con sus palabras -Podemos quedar... Claro, creo que sería buena opción, sobre todo si ambos somos caminantes nocturnos, cuando menos podemos llevar a cabo una charla amena para distraernos- aquello era la mejor opción sin duda alguna, ella podría ir a la casa de él, pero por el momento ella no tenía casa, al menos no un hogar y le daría pena que lo conociera, aunque seguramente si era como los demás terminaría por ir a ese sitio y descubrirlo.
Agradeció que el hombre ya no siguiera con el tema de la soledad, eso abría heridas muy profundas en el interior de la mujer pero no pasaba nada, quizá no sólo a estar sola se había acostumbrado sino también al dolor que iba sintiendo, era ya casi insensible aunque llorara, era por inercia no por gusto, estar en brazos de alguien nunca le garantizaba sentir deseo, y mucho menos amor, no sentía nada, sólo repulsión -Bueno... Yo tampoco creo en el amor, pero sí tengo una leve esperanza, quizá tonta pero...- encogió los hombros, no esperaba a un hombre bajando de un caballo, sin embargo esperaba que alguien pudiera hacer sentir que el mundo no era una porquería -Espero que alguien pueda aceptarme como soy, cosa complicada, pero no te cierres... Seguro que si alguien te quiere y ves que es sincera podrás dejar la soledad- le sonrió de buena manera mientras que deseaba con todas sus fuerzas que nadie tuviera que vivir en soledad como ella, no le gustaría.
Sonrió, el calor era tan fuerte que ella se empezaba a sentir un poco incómoda en aquél abrigo pero era lo mejor, por el momento, se le quedó viendo de nueva cuenta -Sí, parece que todos están bastante ambientados- cruzó la pierna con cuidado, estaba intentando que su semblante no cambiara, necesitaba que él no se diera cuenta de la tensión en la que vivía la chica al tener que ocultar lo que era -Como usted quiera, no tengo ningún problema con que platiquemos o que bailemos, así que puede decidir- ese era el problema de la mujer, siempre se había dedicado a obedecer con tal de que no le fuera tan mal y decidir por ella misma le costaba todavía un poco de trabajo o quizá mucho -¿Qué quiere saber de mí? Le advierto que soy bastante mala hablando de mí por eso casi no lo hago pero... Si pregunta, intentaré responder de la mejor manera posible- su voz se hizo un poco más alta que lo normal haciendo que se lastimara levemente la garganta pero con el alboroto no sabía si ella le oía a ella le costaba un poco de trabajo entender l
Claudia Gunter- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 30/01/2013
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