En todo tiempo desearé la muerte (Rylan)

por **Victoria M. Austerlitz** Dom Abr 20, 2014 1:13 pm

Recuerdo del primer mensaje :

"Y aun la ceguera del ciego y su andar a tiento han de dar fe del poder del sol que miró..."

Empezar de cero no tiene el mismo significado para todos y menos para Monicke, que ha encallado en un lugar desconocido luego de una terrible escena vivida a bordo de un barco plagado de inquisidores. ¿En quién confía la gente? ¿No se supone acaso que la iglesia es un descanso para pecadores y almas atormentadas? Las cosas difieren bastante y la inquisición no tiene nada de santa. Maldita fachada de bondad para el peor mal que pueden conocer muchos.

Tomada por al menos una docena de hombres recuerda claramente sus rostros; el ácido le quemó los ojos pero no pudo hacer lo mismo con los pensamientos. Mientras aún veía, los observó uno a uno y las lágrimas no fueron impedimento para detallar cada rasgo en el rostro de esos malditos, humanos todos ellos y enfermos como ninguno. Disfrutaron con su cuerpo por días mientras navegaban, se hartaron y sacaron a flote sus más asquerosos deseos y los materializaron en una misma mujer que repitió sus nombres mentalmente cada que podía con tal de recordar una cosa más de ellos. ¿Su pecado? haber nacido cambiaformas y salir a recorrer un bosque alemán junto a los suyos. ¡Cómo lamentaba sus muertes! sus gritos aún le cortaban el sueño en medio de la noche y casi creía escucharlos del mismo modo lastimero y horrible que cuando todo sucedió. En sus pesadillas veía sus muertes, imaginaba detalles y aquello era aún más fuerte con el deceso de su padre, completamente humano y viejo y torturado como si fuese una bestia. ¿Habrían hecho tales vejaciones con su madre, tal como lo hacían ahora con ella? la sola idea le causaba escalofríos y sólo esperaba que hubiese muerto muy pronto, sin demasiado dolor y sin tantos enfermos que mancillaran su cuerpo antes de entregársela a la muerte.

Cuando terminaban el recorrido sobre las intempestivas aguas, le dieron una última tortura a la cambiaformas y luego de ver el sol por última vez, sintió como si el mismo le perforara los ojos sin poder hacer nada. Así se sentía, como si el calor de los rayos le fuera quemando la retina mientras se despedía de ella para siempre. Las ataduras eran fuertes, las muñecas le sangraron en medio del forcejeo y nada fue suficiente para liberarse de la presa que ejercían las cadenas hechas de gruesa plata. Adiós para siempre, hasta nunca a todo lo que conoció alguna vez por medio la vista. ¿Cuánto podrían durar sus recuerdos de todo lo que contempló? Quizás años, tal vez sólo días.

Su cuerpo inconsciente debido al dolor fue arrojado sin misericordia a las aguas, dando por hecho que no quedaría otra cosa más que la muerte para ella y, así lo hubiera querido también Monicke. Pero de un modo extraño, ahora la arena se encuentra bajo su piel y puede respirar. Su cuerpo está tan lastimado que no puede moverse. Los abusos, los golpes, las cadenas, todo dejó una marca evidente en su cuerpo que prácticamente se haya desnudo sobre la tierra firme. El cabello completamente enmarañado y sucio le cubre el rostro y con la mejilla apoyada en el suelo y estando boca abajo, casi siente el sabor de la arena sobre sus labios. Pero en medio de todo, aún no está consciente, todo parece un sueño y las sensaciones recién empiezan a hacerse presentes en el camino a ese despertar que odiará casi de la misma forma que a aquellos hombres. Aquél será un despertar donde recuerda todo, pero aún no ha vuelto en sí como para poder preguntarse en dónde está y, sobre todo, para sentir el dolor sobre los globos oculares carentes ahora de todo color y sobre todo, de vida.

por **Victoria M. Austerlitz** Sáb Dic 27, 2014 11:05 pm

"La vida me perfila los ojos con agua y sal"

Silencio es todo lo que queda, cuando ya no queda nada. Dejar la mente en gris, cubrirla del polvo que levantaron las cenizas cuando bajó la guardia en blanco y escuchó los primeros disparos. No hablaría más de lo que fue y ya no es suyo. No hablaría más porque en cualquier momento, presa de la libertad otorgada por las manos de Rylan, caería en las de otro. No había trofeo entre los sucios logros de una supervivencia mediocre. No tenía nada. Tampoco era nada y no lo sería.

Lo cierto es que en ese modo de desvalorizarse, ella no pediría más. Ese único pan era suficiente porque comía por necesidad y no por ganas. Cada bocado le recordaba a casa, esa misma a la que no volvería porque no sabría ni cómo llegar a ella ni como ubicarse en el vacío. Las voces de sus padres resonaron en su mente y el deseo de llorar fue tan fuerte que sintió que se ahogaba con el último trozo de pan que se hubo metido a la boca. Toció, lo hizo con una fuerza tal, que pudiera culpar a la asfixia de las lágrimas que no podía contener y que eran comprensibles. Quizás Rylan jamás hubiese perdido a nadie, pero a Monicke le habían asesinado a toda su familia hace apenas unas horas atrás. Tomó como pudo el agua y bebió de nuevo el vaso completo. Pero no comería más, ya no quería nada, ni siquiera pensar —Así está bien, gracias— expresó una vez hubo controlado la tos que era a medias fingida e ignoró las lágrimas al agachar la cabeza y casi secarlas con sus cabellos. —Ya sólo me siento muy cansada— y era cierto, incluso, si tuviera los ojos abiertos, sentiría para entonces que se le cerraban. Pero esos ojos no se volverían a abrir, ni su esperanza de nada tampoco. Estaba vacía, o al menos así se sentía.

Cuando el gitano la llamó idiota ella se sintió aterrada e incluso casi llevó su cuerpo hacia atrás como si buscara alejarse de él por puro instinto, como el ave asustada que era. Él era duro y ya Monicke comprendía que no sólo sería su salvador, sino también alguien con quien se debe controlar tanto las acciones como la lengua. Ella se cohibía de hablar por su situación, pero claramente terminaría encerrada en sí misma por causa del gitano. No obstante no entendía porque hablaba en plural con respecto al riesgo. Y tampoco iba a preguntar. Sin embargo sí era de admirar que notara las intenciones ocultas de Monicke al pretender ser un animal más tiempo y encoger sus sentimientos y recuerdos a esa pequeña y alada forma en la que mutaba. Pero no tenía caso explicarlo, él no iba a entender nada porque sólo pretendía fortaleza. Y estaba bien, pero era demasiado pronto.

La cambiante suspiró, meditó lo que iba a decir antes de dejarse llevar por el impulso, y al final sólo pudo asentir y no contrariarlo —Está bien— la voz fue apagada, como ella misma, y condescendiente, como se convertiría —No puedo ver nada, sólo confiar y creer en lo que me dice. Ya no tengo hambre, sólo quiero dormir un poco para aliviar el ardor en…— hizo una pausa porque decir que le dolían los ojos era mentira, ya no estaban, sentía —Los párpados y el cuerpo. No dormiré mucho y cuando despierte me dirá qué puedo hacer para compensarle ¿Podría ayudarme, por favor? — sintió que hablaba mucho, pero también que era completamente inútil. Y fue en ese momento, cuando comprendió que la vida que le quedara por delante no le sería sencilla y que sea como fuere, necesita un guía, un bastón firme y casi un poco, un amo. Ella ya no se sentía independiente, ahora era todo lo que quedaba de lo que una vez fue realmente Monicke Austerlitz.

Intentó levantarse porque no sabía como debía ser todo, sin embargo se detuvo, quedando de rodillas y con las manos sobre las mismas —Yo sé que no quiere que le agradezca más, pero no todos hubieran ayudado a un extraño en la playa y menos en mis condiciones. No sé como compensarlo, pero créame cuando le digo que lo haré—

CERRADO

En todo tiempo desearé la muerte (Rylan)

En todo tiempo desearé la muerte (Rylan)

Re: En todo tiempo desearé la muerte (Rylan)