AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Elaine Fleur-de-lys
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Elaine Fleur-de-lys
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Elaine Fleur-de-lys
243 (aparenta 20)
Vampira
Clase alta
Bisexual
París
Sanación acelerada, percepción del aura. Bloqueo mental, hemokinesis, seducción.
Tiene el cabello castaño claro, ligeramente ondulado, que le llega casi hasta la cintura, y le gusta llevarlo suelto. Sus ojos son de color azul claro y penetrantes. Su nariz es más bien pequeña, y sus labios, finos y rosados, excepto justo después de alimentarse, cuando se vuelven más rojos.
Es de complexión delgada y no especialmente alta. Suele llevar vestidos preciosos y elaborados que realzan las formas naturales de su cuerpo y cuando acude a bailes y eventos se pone sus mejores joyas. Camina con elegancia y le encantan las cosas caras. Su belleza y su suntuosidad llaman la atención de todos cuantos la ven.
A simple vista, da la impresión de ser jovial y superficial, pero en su interior alberga una profunda tristeza y su actitud no es más que una forma de ocultarla y de sobreponerse a ella. Suele asistir a bailes, sobre todo a aquellos donde hay humanos, pues allí puede encontrar futuras presas. Le gusta jugar con ellos, intrigarlos y seducirlos, a veces incluso se acuesta con ellos antes de morderles. Su gran amor le enseñó que la vida es para disfrutarla, y ella siempre pone en práctica esa filosofía.
Es inteligente, culta y elegante. Le encanta leer y trata de reservar al menos una hora para esa actividad todas las noches. También es orgullosa y solo aprecia a la gente que considera que está a su altura; desprecia a los de clase baja y a los que no demuestran ser tan distinguidos como ella.
Los cazadores no la molestan mientras no se interpongan en su camino, pero a los inquisidores los odia con todo su ser y cualquier ocasión le parece buena para enfrentarse a ellos.
Nació en una familia de nobles parisinos, los Fleur-de-lys, y sus padres dieron mucha importancia a su educación. Así, como se esperaba de ella, Elaine aprendió a leer y a escribir, a tejer, a cantar, a bailar, a tocar el piano, y a hacer todas aquellas cosas que la convertirían en una buena esposa. La joven Elaine adoraba el mundo en el que vivía y representar el papel que sus padres exigían era como un juego para ella: ponerse vestidos bonitos, acudir a fiestas que organizaban otros nobles, mostrar lo culta y educada que era, deleitar a conocidos y desconocidos con sus numerosos talentos…
Cuando cumplió los diecisiete años, su padre decidió que había llegado la hora de casarla y empezó a negociar con un amigo cuyo hijo estaba interesado en ella. Elaine conocía a su prometido desde que era una niña y la verdad era que no le disgustaba del todo, pero tampoco deseaba convertirse en su esposa porque todavía se sentía demasiado joven para encerrarse en la aburrida vida del matrimonio. Sus padres se pusieron hechos una furia cuando se lo confesó y amenazaron con echarla de casa si no obedecía. Elaine no quería tener que vivir en la miseria rodeada de todos los pobres que la asustaban y repugnaban cuando los veía por la calle, y mucho menos acabar convirtiéndose en una prostituta, así que consintió en casarse con ese hombre, pero pidió que aplazaran el matrimonio un año, hasta que estuviera lista. Sus padres aceptaron.
Durante los siguientes meses, se dedicó a disfrutar al máximo de su libertad. Entonces se le ocurrió una manera de evitar el casamiento: logrando más pretendientes que compitieran con su prometido. No fue nada difícil, pues, dada su belleza, casi todos los hombres que la veían quedaban prendados de ella, y lo único que Elaine tenía que hacer era acercarse discretamente a los de más alta cuna y darles a entender que se interesaba por ellos. Así, antes de que acabara el plazo que se había establecido para formalizar el acuerdo del matrimonio, el padre de Elaine ya había recibido a varios hombres que acudían a pedir la mano de su hija, y, como todos eran ricos y nobles, no era capaz de decantarse por uno de ellos. Así, el asunto se retrasó más de lo esperado, cosa que Elaine no lamentaba lo más mínimo.
En uno de los bailes, la joven, ya con diecinueve años, vislumbró a un hombre increíblemente atractivo del que se enamoró a simple vista. Intentó entablar una conversación con él, convencida de que podría conquistarlo y después interceder ante su padre a su favor para que lo eligiera como su futuro marido, pero el desconocido tenía la curiosa habilidad de desaparecer cada vez que ella se decidía a hablarle. Cuando finalmente fue el hombre quien se acercó a ella, ya era demasiado tarde: el padre de Elaine ya la había prometido a Charles, el noble más poderoso que había pedido su mano.
El hombre del que estaba enamorada Elaine se llamaba Alexandre. Elaine siempre le guardó cierto rencor por haberla esquivado durante tanto tiempo, pues pensaba que de lo contrario podría haber evitado la boda. Sin embargo, eso no le impidió seguir amándole. Alexandre la correspondía y, aunque no podía visitar a una mujer casada sin levantar sospechas, siempre encontraba la manera de verla en los bailes y en los eventos nocturnos a los que ella acudía acompañada de Charles o de otros amigos. Finalmente, acabó incluso colándose en su casa cuando el esposo de Elaine estaba fuera.
Elaine no se arrepentía de ser infiel, pues no sentía nada por su marido y sospechaba que lo único que a él la atraía de ella era la belleza, como a tantos otros. En cambio, Alexandre le dedicaba mucha más atención y mucho más cariño. Sin embargo, apenas sabía nada de él, ya que solía responder esquivamente a sus preguntas y no revelaba gran cosa de su vida personal. Finalmente, ante las insistencias de su amada, Alexandre acabó revelándole el motivo de tanto misterio: era un vampiro.
Aunque al principio se asustó, la joven acabó aceptando la naturaleza de Alexandre y le pidió que la abrazara. Él se negó, pues para él ser un vampiro no era un don, sino una maldición: estaba condenado a vivir para siempre, debía matar inocentes para alimentarse y jamás podría volver a ver la luz del sol. A Elaine le gustaba la animada vida diurna de París, pero estaba dispuesta a renunciar a ella para huir de su matrimonio impuesto y vivir para siempre junto a su verdadero amor.
Alexandre no cedió hasta que vio que su relación había puesto en peligro a Elaine. Charles descubrió la infidelidad y empezó a golpear brutalmente a su esposa como castigo. Elaine, desesperada, buscó la manera de defenderse de la agresión y solo logró alcanzar el atizador de la chimenea. Con él, asestó a su marido un golpe mortal en la cabeza. Por la noche, Alexandre, extrañado porque la pareja no había acudido al baile al que los había invitado, se pasó por la casa y desde fuera oyó los sollozos de Elaine. Entró inmediatamente y no tardó mucho en entender lo que había ocurrido y en adivinar lo que le ocurriría a la dama cuando su familia descubriera que era una adúltera y una asesina. Elaine, obviamente, también lo sabía, y le suplicó que la abrazara. Alexandre se la llevó a su mansión y lo hizo.
A Elaine le costó acostumbrarse a su nueva condición, pero pronto empezó a pensar que el placer de beber sangre superaba con creces al de ingerir cualquier otro manjar que hubiera probado cuando era humana. A pesar del disgusto que se había llevado al matar a su marido, ahora acabar con desconocidos para sobrevivir le parecía lo más natural del mundo y, aunque no se propasaba, le veía cierto encanto a acechar a su presa, engañarla y abatirla, especialmente si la acompañaba Alexandre. Y solo de pensar que le esperaba una vida eterna junto a él, todas sus dudas se esfumaban.
Elaine y Alexandre vivieron juntos más de doscientos años. No se quedaron siempre en París, sino que decidieron conocer el mundo, y viajaron por toda Europa e incluso por Asia. Elaine, que nunca antes había salido de Francia, se maravillaba cada vez que veía un lugar nuevo y se sentía la criatura más feliz de la Tierra. De vez en cuando tenían que enfrentarse a algún licántropo, cambiaformas o cazador, pero no solían tener demasiadas dificultades para vencerlos, porque Alexandre tenía mucha experiencia peleando y Elaine aprendía rápido. Sin embargo, una noche los atacó un nutrido grupo de inquisidores que logró atraparlos.
Los inquisidores los encerraron en una mazmorra, en celdas separadas, y los torturaron durante horas. Por lo visto, pensaban que si no les daban sangre y les hacían sufrir lo suficiente su dolor los expiaría de sus pecados y dejarían de ser los seres diabólicos que eran. Cuando consideraron que estaban preparados, decidieron exponerlos a la luz del sol para comprobar si había funcionado y Dios les había permitido recuperar la humanidad. Primero probaron con Alexandre, que estaba tan débil que ya no se podía resistir, y por mucho que Elaine gritara y suplicara que no lo hicieran, los inquisidores sacaron al vampiro a la luz del día y este falleció abrasado.
Los inquisidores, aunque no lamentaban la muerte de un vampiro, se sorprendieron por su fracaso. Decidieron torturar más a Elaine antes de volverlo a intentar, pues de lo contrario era probable que obtuvieran el mismo resultado. Tras presenciar el destino de su amado, a la vampira no le importaba correr la misma suerte, pero estaba resuelta a vengarse antes. Esas ansias de venganza le dieron la fuerza necesaria para soportar el resto de la tortura. Cuando llegó la noche, utilizó sus habilidades de seducción con uno de los inquisidores. No fue fácil porque ella estaba muy débil y el inquisidor se resistía, pero persistió hasta que logró que bajara la guardia y se acercara lo suficiente para poder morderle. Con su sangre, Elaine recuperó algo de energía y fue capaz de liberarse de sus cadenas. Se enfrentó a los demás hombres con fiereza. Después de haberse alimentado de los primeros, volvía a ser tan poderosa como de costumbre, así que, aunque el resto la superaba en número, consiguió vencerlos. No los mató a todos, sino que, cuando se hubo saciado con la sangre de unos cuantos, dejó vivos a algunos heridos y los torturó uno por uno hasta que murieron. A otros los convirtió en esclavos de sangre mediante la hemokinesis y se dedicó a observar hasta dónde podía hacerlos llegar la adicción y qué efectos tenía la abstinencia. Después, también acabó con ellos.
Elaine se marchó y retomó su viaje. Después de pasar más de doscientos años compartiendo su vida con Alexandre, se sentía espantosamente triste y sola, pero se propuso sobreponerse a su dolor y ser feliz en la medida de lo posible. Siguió viajando, conoció otros vampiros y entabló relaciones de amistad con muchos de ellos, pero ninguno lograba aliviar su pena durante mucho tiempo. Trataba de disfrutar de la caza de humanos como hacía antes y poco a poco lo fue consiguiendo. También se divertía yendo a fiestas y bailes como lo hacía con Alexandre. Y, por supuesto, cuando tenía conocimiento de que había inquisidores cerca, se dedicaba a perseguirlos, torturarlos y finalmente matarlos.
Ahora, Elaine ha decidido regresar a París, la ciudad que siempre ha considerado su hogar y que echaba de menos después de recorrer medio mundo. Ha comprado una mansión cercana a la antigua residencia de su familia y prácticamente está en plena mudanza. Quiere comenzar una nueva vida en París, superar de una vez por todas la muerte de su amado Alexandre y gozar de la vida eterna que este le concedió.
Tiene un ataúd en el sótano, pero normalmente duerme en una cómoda cama que se encuentra en una habitación de la mansión cuya ventana, durante el día, está cubierta por una cortina negra.
Dispone de dos sirvientas que se encargan de todo el mantenimiento que la casa requiere. Para asegurarse de que le son leales, las ha convertido en esclavas de sangre.
Nombre del personaje
Elaine Fleur-de-lys
Edad
243 (aparenta 20)
Especie
Vampira
Clase social
Clase alta
Orientación sexual
Bisexual
Lugar de origen
París
Habilidad/Poder
Sanación acelerada, percepción del aura. Bloqueo mental, hemokinesis, seducción.
Descripción Física
Tiene el cabello castaño claro, ligeramente ondulado, que le llega casi hasta la cintura, y le gusta llevarlo suelto. Sus ojos son de color azul claro y penetrantes. Su nariz es más bien pequeña, y sus labios, finos y rosados, excepto justo después de alimentarse, cuando se vuelven más rojos.
Es de complexión delgada y no especialmente alta. Suele llevar vestidos preciosos y elaborados que realzan las formas naturales de su cuerpo y cuando acude a bailes y eventos se pone sus mejores joyas. Camina con elegancia y le encantan las cosas caras. Su belleza y su suntuosidad llaman la atención de todos cuantos la ven.
Descripción Psicológica
A simple vista, da la impresión de ser jovial y superficial, pero en su interior alberga una profunda tristeza y su actitud no es más que una forma de ocultarla y de sobreponerse a ella. Suele asistir a bailes, sobre todo a aquellos donde hay humanos, pues allí puede encontrar futuras presas. Le gusta jugar con ellos, intrigarlos y seducirlos, a veces incluso se acuesta con ellos antes de morderles. Su gran amor le enseñó que la vida es para disfrutarla, y ella siempre pone en práctica esa filosofía.
Es inteligente, culta y elegante. Le encanta leer y trata de reservar al menos una hora para esa actividad todas las noches. También es orgullosa y solo aprecia a la gente que considera que está a su altura; desprecia a los de clase baja y a los que no demuestran ser tan distinguidos como ella.
Los cazadores no la molestan mientras no se interpongan en su camino, pero a los inquisidores los odia con todo su ser y cualquier ocasión le parece buena para enfrentarse a ellos.
Historia
Nació en una familia de nobles parisinos, los Fleur-de-lys, y sus padres dieron mucha importancia a su educación. Así, como se esperaba de ella, Elaine aprendió a leer y a escribir, a tejer, a cantar, a bailar, a tocar el piano, y a hacer todas aquellas cosas que la convertirían en una buena esposa. La joven Elaine adoraba el mundo en el que vivía y representar el papel que sus padres exigían era como un juego para ella: ponerse vestidos bonitos, acudir a fiestas que organizaban otros nobles, mostrar lo culta y educada que era, deleitar a conocidos y desconocidos con sus numerosos talentos…
Cuando cumplió los diecisiete años, su padre decidió que había llegado la hora de casarla y empezó a negociar con un amigo cuyo hijo estaba interesado en ella. Elaine conocía a su prometido desde que era una niña y la verdad era que no le disgustaba del todo, pero tampoco deseaba convertirse en su esposa porque todavía se sentía demasiado joven para encerrarse en la aburrida vida del matrimonio. Sus padres se pusieron hechos una furia cuando se lo confesó y amenazaron con echarla de casa si no obedecía. Elaine no quería tener que vivir en la miseria rodeada de todos los pobres que la asustaban y repugnaban cuando los veía por la calle, y mucho menos acabar convirtiéndose en una prostituta, así que consintió en casarse con ese hombre, pero pidió que aplazaran el matrimonio un año, hasta que estuviera lista. Sus padres aceptaron.
Durante los siguientes meses, se dedicó a disfrutar al máximo de su libertad. Entonces se le ocurrió una manera de evitar el casamiento: logrando más pretendientes que compitieran con su prometido. No fue nada difícil, pues, dada su belleza, casi todos los hombres que la veían quedaban prendados de ella, y lo único que Elaine tenía que hacer era acercarse discretamente a los de más alta cuna y darles a entender que se interesaba por ellos. Así, antes de que acabara el plazo que se había establecido para formalizar el acuerdo del matrimonio, el padre de Elaine ya había recibido a varios hombres que acudían a pedir la mano de su hija, y, como todos eran ricos y nobles, no era capaz de decantarse por uno de ellos. Así, el asunto se retrasó más de lo esperado, cosa que Elaine no lamentaba lo más mínimo.
En uno de los bailes, la joven, ya con diecinueve años, vislumbró a un hombre increíblemente atractivo del que se enamoró a simple vista. Intentó entablar una conversación con él, convencida de que podría conquistarlo y después interceder ante su padre a su favor para que lo eligiera como su futuro marido, pero el desconocido tenía la curiosa habilidad de desaparecer cada vez que ella se decidía a hablarle. Cuando finalmente fue el hombre quien se acercó a ella, ya era demasiado tarde: el padre de Elaine ya la había prometido a Charles, el noble más poderoso que había pedido su mano.
El hombre del que estaba enamorada Elaine se llamaba Alexandre. Elaine siempre le guardó cierto rencor por haberla esquivado durante tanto tiempo, pues pensaba que de lo contrario podría haber evitado la boda. Sin embargo, eso no le impidió seguir amándole. Alexandre la correspondía y, aunque no podía visitar a una mujer casada sin levantar sospechas, siempre encontraba la manera de verla en los bailes y en los eventos nocturnos a los que ella acudía acompañada de Charles o de otros amigos. Finalmente, acabó incluso colándose en su casa cuando el esposo de Elaine estaba fuera.
Elaine no se arrepentía de ser infiel, pues no sentía nada por su marido y sospechaba que lo único que a él la atraía de ella era la belleza, como a tantos otros. En cambio, Alexandre le dedicaba mucha más atención y mucho más cariño. Sin embargo, apenas sabía nada de él, ya que solía responder esquivamente a sus preguntas y no revelaba gran cosa de su vida personal. Finalmente, ante las insistencias de su amada, Alexandre acabó revelándole el motivo de tanto misterio: era un vampiro.
Aunque al principio se asustó, la joven acabó aceptando la naturaleza de Alexandre y le pidió que la abrazara. Él se negó, pues para él ser un vampiro no era un don, sino una maldición: estaba condenado a vivir para siempre, debía matar inocentes para alimentarse y jamás podría volver a ver la luz del sol. A Elaine le gustaba la animada vida diurna de París, pero estaba dispuesta a renunciar a ella para huir de su matrimonio impuesto y vivir para siempre junto a su verdadero amor.
Alexandre no cedió hasta que vio que su relación había puesto en peligro a Elaine. Charles descubrió la infidelidad y empezó a golpear brutalmente a su esposa como castigo. Elaine, desesperada, buscó la manera de defenderse de la agresión y solo logró alcanzar el atizador de la chimenea. Con él, asestó a su marido un golpe mortal en la cabeza. Por la noche, Alexandre, extrañado porque la pareja no había acudido al baile al que los había invitado, se pasó por la casa y desde fuera oyó los sollozos de Elaine. Entró inmediatamente y no tardó mucho en entender lo que había ocurrido y en adivinar lo que le ocurriría a la dama cuando su familia descubriera que era una adúltera y una asesina. Elaine, obviamente, también lo sabía, y le suplicó que la abrazara. Alexandre se la llevó a su mansión y lo hizo.
A Elaine le costó acostumbrarse a su nueva condición, pero pronto empezó a pensar que el placer de beber sangre superaba con creces al de ingerir cualquier otro manjar que hubiera probado cuando era humana. A pesar del disgusto que se había llevado al matar a su marido, ahora acabar con desconocidos para sobrevivir le parecía lo más natural del mundo y, aunque no se propasaba, le veía cierto encanto a acechar a su presa, engañarla y abatirla, especialmente si la acompañaba Alexandre. Y solo de pensar que le esperaba una vida eterna junto a él, todas sus dudas se esfumaban.
Elaine y Alexandre vivieron juntos más de doscientos años. No se quedaron siempre en París, sino que decidieron conocer el mundo, y viajaron por toda Europa e incluso por Asia. Elaine, que nunca antes había salido de Francia, se maravillaba cada vez que veía un lugar nuevo y se sentía la criatura más feliz de la Tierra. De vez en cuando tenían que enfrentarse a algún licántropo, cambiaformas o cazador, pero no solían tener demasiadas dificultades para vencerlos, porque Alexandre tenía mucha experiencia peleando y Elaine aprendía rápido. Sin embargo, una noche los atacó un nutrido grupo de inquisidores que logró atraparlos.
Los inquisidores los encerraron en una mazmorra, en celdas separadas, y los torturaron durante horas. Por lo visto, pensaban que si no les daban sangre y les hacían sufrir lo suficiente su dolor los expiaría de sus pecados y dejarían de ser los seres diabólicos que eran. Cuando consideraron que estaban preparados, decidieron exponerlos a la luz del sol para comprobar si había funcionado y Dios les había permitido recuperar la humanidad. Primero probaron con Alexandre, que estaba tan débil que ya no se podía resistir, y por mucho que Elaine gritara y suplicara que no lo hicieran, los inquisidores sacaron al vampiro a la luz del día y este falleció abrasado.
Los inquisidores, aunque no lamentaban la muerte de un vampiro, se sorprendieron por su fracaso. Decidieron torturar más a Elaine antes de volverlo a intentar, pues de lo contrario era probable que obtuvieran el mismo resultado. Tras presenciar el destino de su amado, a la vampira no le importaba correr la misma suerte, pero estaba resuelta a vengarse antes. Esas ansias de venganza le dieron la fuerza necesaria para soportar el resto de la tortura. Cuando llegó la noche, utilizó sus habilidades de seducción con uno de los inquisidores. No fue fácil porque ella estaba muy débil y el inquisidor se resistía, pero persistió hasta que logró que bajara la guardia y se acercara lo suficiente para poder morderle. Con su sangre, Elaine recuperó algo de energía y fue capaz de liberarse de sus cadenas. Se enfrentó a los demás hombres con fiereza. Después de haberse alimentado de los primeros, volvía a ser tan poderosa como de costumbre, así que, aunque el resto la superaba en número, consiguió vencerlos. No los mató a todos, sino que, cuando se hubo saciado con la sangre de unos cuantos, dejó vivos a algunos heridos y los torturó uno por uno hasta que murieron. A otros los convirtió en esclavos de sangre mediante la hemokinesis y se dedicó a observar hasta dónde podía hacerlos llegar la adicción y qué efectos tenía la abstinencia. Después, también acabó con ellos.
Elaine se marchó y retomó su viaje. Después de pasar más de doscientos años compartiendo su vida con Alexandre, se sentía espantosamente triste y sola, pero se propuso sobreponerse a su dolor y ser feliz en la medida de lo posible. Siguió viajando, conoció otros vampiros y entabló relaciones de amistad con muchos de ellos, pero ninguno lograba aliviar su pena durante mucho tiempo. Trataba de disfrutar de la caza de humanos como hacía antes y poco a poco lo fue consiguiendo. También se divertía yendo a fiestas y bailes como lo hacía con Alexandre. Y, por supuesto, cuando tenía conocimiento de que había inquisidores cerca, se dedicaba a perseguirlos, torturarlos y finalmente matarlos.
Ahora, Elaine ha decidido regresar a París, la ciudad que siempre ha considerado su hogar y que echaba de menos después de recorrer medio mundo. Ha comprado una mansión cercana a la antigua residencia de su familia y prácticamente está en plena mudanza. Quiere comenzar una nueva vida en París, superar de una vez por todas la muerte de su amado Alexandre y gozar de la vida eterna que este le concedió.
Datos extra
Tiene un ataúd en el sótano, pero normalmente duerme en una cómoda cama que se encuentra en una habitación de la mansión cuya ventana, durante el día, está cubierta por una cortina negra.
Dispone de dos sirvientas que se encargan de todo el mantenimiento que la casa requiere. Para asegurarse de que le son leales, las ha convertido en esclavas de sangre.
Última edición por Elaine Fleur-de-lys el Sáb Mayo 03, 2014 5:36 am, editado 4 veces
Elaine Fleur-de-lys- Vampiro Clase Alta
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Re: Elaine Fleur-de-lys
OBSERVACIONES:
TU FICHA ESTÁ CORRECTA, PERO NECESITO QUE PONGAS UNA IMAGEN DE CABECERA CON EL PB DE TU PERSONAJE
POSTEA A CONTINUACIÓN CUANDO TERMINES TU FICHA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF
PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN. GRACIAS.
TU FICHA ESTÁ CORRECTA, PERO NECESITO QUE PONGAS UNA IMAGEN DE CABECERA CON EL PB DE TU PERSONAJE
POSTEA A CONTINUACIÓN CUANDO TERMINES TU FICHA PARA QUE UN MIEMBRO DEL STAFF
PASE A REVISARLA Y TE DE COLOR Y RANGO SI TODO ESTÁ EN ORDEN. GRACIAS.
Doreen Jussieu- Hechicero Clase Alta
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Re: Elaine Fleur-de-lys
¡Listo! Espero que esté bien.
Elaine Fleur-de-lys- Vampiro Clase Alta
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Re: Elaine Fleur-de-lys
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Asagi Dunkelheit- Vampiro Clase Alta
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