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PARÍS, FRANCIA
AÑO 1842

Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.

Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.

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Mensaje por Astor Gray Miér Abr 23, 2014 6:58 pm

Mi misión es matar el tiempo, y la del tiempo es matarme en su turno a mí.
Qué cómodo se encuentra uno entre asesinos.

Emil Michel Cioran


Estar alejado de todo lo que le confundía era justamente lo que necesitaba de vez en cuando. Una misión de esas que borraban todo de su mente; incluso Corinne desaparecía unos instante de su mente y eso era agradable. La loba se había instalado en cada parte del inquisidor, no le permitía olvidarla más que por ligeros momentos y todo el demás tiempo, ella permanecía dentro de su pensamientos. Seguía creyendo que lo mejor era que estuviesen juntos pero cuando se descubría a si mismo suspirando por ella y su cercanía, creía que lo mejor era que se alejara antes de que las cosas terminaran mal.
Para esta misión su mente estaba despejada todo debido a la mujer que se suponía que seria su compañera. Gianna era una inquisidora que acababa de llegar de otro sitio, pero para Astor era una inquisidora que se había escapado demasiado tiempo de él. El lobo la vió en ocasiones anteriores, en misiones donde había más personas involucradas, pero jamás pudo acercarse a ella de una manera más privada hasta este punto donde solo él y ella irían de reconocimiento. Las luces del atardecer ya habían abandonado del todo los cielos, en su lugar solo se encontraba el manto oscuro que les serviría de cubierta para acercarse a aquel sitio.

Un suspiro salió de sus labios mientras esperaba, se encontraba recargado en el tronco de un árbol con los brazos cruzados y los sentidos alerta de cualquier sonido que se escuchara cerca de donde se encontraba. La misión no era realmente complicada, era únicamente de ir a revisar lo que parecía ser una guarida para un grupo de brujos sin hogar, un grupo que estaba comenzando a hacer estragos por el hecho de que buscaban nuevos miembros y ya en sus locuras habían asesinado a dos inquisidores.
A diferencia de las ocasiones en que se desesperaba porque le tuvieran esperando, esta vez estaba muy tranquilo, después de todo, había llegado mucho antes de que fuera la hora establecida para la reunión de ambos.

Sonrió al detectar en el aire un aroma diferente, un aroma que conocía pero no tanto como esperaba llegar a hacerlo. Más que aquel grupo de brujos tenía la mirada y los sentidos puestos en otra dirección, una mucho más agradable para si mismo y esperaba que también para la inquisidora que con pasos firmes se estaba acercando hasta donde se hallaba el licántropo.
Buenas noches – menciono una vez que los pasos se encontraron ya lo suficientemente cerca como para que cualquier persona fuera capaz de detectarlos. La misión y más que eso, había comenzado.
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Mensaje por Gianna Castiglione Vie Abr 25, 2014 9:31 pm

"Muchas veces lo más inteligente que podemos hacer es desconfiar"

La vida de un inquisidor está llena de ires y venires, de ser y dejar ir, de ir por tierra y por mar hasta "limpiarlo" todo. Ellos saben que su destino está donde los envíen, donde las misiones y Dios lo requieran, donde sean necesarios. No obstante el cambio de país, de costumbres, de gente y de idioma le suponía a la italiana todo su esfuerzo. Acomodarse en un piso propio no había sido inconveniente, Gianna gustaba de la decoración y el arte y al tener unos días de "licencia" pudo ser ella misma en tanto se instalaba. Definitivamente agradecía esos días libres para reconocer París y ubicarse como era debido. Con las calles tampoco tuvo problema, la organización era prácticamente la misma con respecto a las distribuciones y modos de nomeclatura que conocía y en una semana de caminar y caminar ya se "defendía" en aquél aspecto. Extrañaba la comida, eso sí, porque nada superaba para ella la cocina italiana y la sazón de mamá y de abuela que no probaría en mucho tiempo. Esta era la primera vez que ella estaba lejos de los suyos, de su familia toda compuesta de inquisidores y cazadores todos criados para matar.

Cuando terminó su semana libre, asistió a los lugares predispuestos para la inquisición, y era allí donde a veces tenía confusiones con el idioma. Gianna venía estudiando francés desde hace casi dos años, pero una cosa es la teoría y otra muy distinta la práctica, sobre todo cuando no se conoce a nadie con quien se pueda mantener una conversación tranquila como para poder ejercitar realmente lo aprendido. Con cierta molestia tuvo que hacer repetir un par de órdenes, pero poco a poco su oído se iba acostumbrando al idioma y en medio de algunos deslices de pronunciación también se había hecho entender. Casi quince días estuvo inmiscuida con la facción de espías a modo de acople; iba a lugares públicos y se comportaba como una persona cualquiera para poder observar e ir supliendo los faltantes en el francés, las costumbres y las direcciones. Luego de ello fue a un par de misiones grupales con miembros de la facción a la que realmente correspondía y se familiarizó con su modo de comportamiento, incluso y a pesar de preferir trabajar sola, se había acoplado bien con los soldados dando como resultado labores exitosas. Sin duda Gianna era muy meticulosa y establecía pasos para absolutamente todo y eso le había permitido llegar a donde estaba. No descansaba más de lo necesario, los observaba a todos, aprendía, modificaba y más que nada, no le sacaba la vista de encima a los condenados.

Con dos días de anticipación, le fue informado que haría un reconocimiento con algo más de libertad y sólo iría acompañada de alguien más. Este, sería un miembro antiguo y altamente efectivo para la iglesia y, para sorpresa de Gianna, justamente era un condenado. Para ella, los condenados eran punto de su total atención puesto que no los comprendía, no sabía que tenían en mente y tampoco hasta que punto eran realmente confiables. Pero siempre los analizaba de lejos y jamás, jamás, fue a misión sola en compañía de uno. Astor Gray, le dijeron como si con eso pudiera saber de quien se trataba. Cuando preguntó quién era, alguien le señaló al hombre más notorio que salía a toda marcha con otro grupo de soldados a alguna misión a la que la italiana no fue asignada, pero sí que le había visto e incluso se había encontrado en un par de ocasiones con su penetrante mirada, a lo cual ella siempre hizo caso omiso. Aquél, era un licántropo que aún en su forma humana parecía enorme y de un carácter bastante fuerte. A leguas se imponía sobre muchos y su fuerza no parecía ser algo cuestionable. A Gianna le resultaba extraño e incluso intentaba no cruzárselo.

Cuando llegó la noche de la misión, ocultó armas con balas de plata, refuerzos, dagas y algunas otras armas pegadas al cuero de sus ropas de fácil movimiento y las cubrio con un gabán que daba la impresión de cubrir un gran vestido que no se dejaba ver por ningún lado. Sus cabellos cortos permanecieron sin demasiado arreglo y con algo de tiempo se encaminó hacia los bosques para conocer con más detalle la misión de los labios de su compañero de ronda. Al adentrarse más, le vio con ese gesto tranquilo pero amenazador con el que lo solía ver y esperó hasta avanzar más para responderle al saludo.
-Buenas noches... Gray, supongo- confirmó apenas con el apellido como si ya de primera mano y por mera costumbre mantuviera las distancias.
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Mensaje por Astor Gray Jue Mayo 01, 2014 6:11 pm

En la guerra, como en el amor, para llegar al objetivo es preciso aproximarse.
Napoleón Bonaparte


Era consciente de que ella sería algo más complicado que las mujeres que generalmente solía seguir. ¿Por qué lo sabía? Era la simple cuestión de mirarle trabajar y ver que ignoraba todo cuando podía a los demás, se limitaba demasiado a hacer su trabajo y no prestar atención a nada más. Incluso en las ocasiones que la mirada de ambos se encontraba, existía cierta frialdad y el ferviente deseo de ignorarle. Para Astor eso era normal, considerando que ella estaba recién llegada de Italia y que las cosas debían ser complicadas al cambiar de residencia, no conocer a nadie y las cosas que usualmente pueden preocupar a cualquier persona; aún conociendo aquellas complicaciones que la nueva integrante de la facción debía tener sobre sus hombros, no iba a descansar hasta poder saber más de ella, hasta meterse en la mente de aquella mujer.

Aguardando a que aquella presencia femenina apareciera frente a él, fue que comenzó a calmarse de todo lo que antes había invadido su mente y que n o tenía que ver para nada con la inquisidora, la misión o para aquellos a quienes servia.
Ultimamente estaba tomando decisiones que probablemente cambiarían nuevamente el rumbo de su vida, de todo aquello que había aparecido para sacar su forma de vivir del balance en el que antes se encontraba. El inquisidor tenía varios días desde que fuera la ultima vez que durmiera en su hogar, desde que Corinne y él se comprometieran se sentía ahogarse en aquella casa, tanto que le era necesario pasar el tiempo fuera y los días que trataba de quedarse en su hogar le era imposible conciliar el sueño como le era debido; si bien prometio que se quedaría con ella siempre que fuera necesario, la verdad era que estaba buscando la manera de que aquel compromiso terminara, de que ella más que él, se diera cuenta de que lo mejor era que cada uno fuese por su lado, claro que, Astor no le abandonaría a su suerte, seguiría velando cuanto pudiera por ella pero no como su esposa, sino como a una conocida.

Una vez que los pasos llegaron más cerca de él y aquel saludo fue dado de su parte, aguardo hasta que la cercanía femenina fuera la suficiente como para poder alejar la mirada del suelo donde se hallaba en aquellos momentos y enfrentarse a la mujer que lucía como si fuera a ir a un sitio importante, todo por la manera en que ocultaba su cuerpo bajo aquel abrigo que se le antojo a Astor demasiado exagerado; igual, se le escapo una sonrisa al imaginarse que clase de armas era las que llevaba bajo esa gruesa tela al igual que pensar en las ropas que estaría usando verdaderamente.
Supones bien, Castiglione – se aparto ligeramente del árbol donde se encontraba recargado y dio algunos pasos en dirección a ella – así que seremos compañeros esta noche en que nos dedicaremos a la caza de brujos – le miro de arriba a abajo, notando la manera en que aún estando a solas mantenía la distancia con él y no pudo más que soltar una carcajada – Castiglione, mantiene usted su distancia siempre según he visto pero supongo que sabe que cuando se va de misiones lo mejor es estar cerca de su compañero – se acerco mucho más a ella, tanto que podía considerarse inoportuno o que invadía demasiado el espacio ajeno – muy cerca – finalizo por decir antes de darle la espalda y alejarse de ella – ¿Te han informado de lo que nos toca hacer? o ¿Debo explicarte en que consiste exactamente nuestra misión? – hablaba sin mirarle, quería escuchar de labios de su compañera que era lo que se suponía que hacían allá, aprovechando que con eso podría oír más de aquella voz que hasta esos momentos le agradaba.
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Mensaje por Gianna Castiglione Vie Mayo 02, 2014 5:17 pm

"Cuando se dice que tienes un fuerte carácter,
se suele querer decir que tienes un mal carácter.
Qué bueno que me gusta jugar con eso."

Cuando se trabaja para la inquisición se aprende de todo: a matar; a espiar; a moverte rápido y tan liviano al tiempo que no puedan notarte; a matar con agilidad; a manejar armas; a ser certero y un montón de cosas más; pero sobre todo, se aprende a lidiar con el carácter de humanos y condenados por igual para no terminar arruinando todo en un descontrol temperamental. Gianna tenía claro todo eso, desde siempre se lo recordaron cuando se veía molesta en ciertas misiones y no rendía igual y, a raíz de eso, aprendió poco a poco a reaccionar distinto aunque estuviera en medio de situaciones tensas.

Para esa noche, Gianna se había informado bien y algo sabía del carácter que tenía Astor cuando iba de reconocimiento o cualquier tipo de misión que se tratara; por tanto, Gianna iba preparada para cualquier clase de comportamiento por parte del licántropo y a pesar de no ser muy dócil, ella no daría su brazo a torcer, más que nada, por ningún motivo le llevaría la razón en todo y hayaría el mejor modo de darselo a entender. Cuando algunos le comentaron que él creía tener siempre la razón y dirigía todo con la certeza que sus movimientos eran los más acertados, a ella simplemente le pareció divertido compartir esa noche de trabajo con alguien así, se rió para sus adentros y se preparó con toda su ironía para probar un poco hasta donde aguantaba la compostura uno de los condenados.

Cuando Astor se acercó, Gianna apenas avanzó un paso y luego se detuvo en seco, con las manos en los bolsillos y con un gesto frío en su rostro, como si no le importara nada y fuera a lo que debía ir, sin más. Respondió también llamándola por el apellido y era claro que él también estaba bien informado acerca de su compañera de ronda. Brujos, eso no lo sabía la inquisidora porque no le dieron demasiados detalles
-Ya veo, creo que omitieron un par de detalles al enviarme aquí-. Enarcó la ceja y frunció ligeramente el ceño cuando él la miró de arriba a abajo y rió ¿Qué era tan gracioso? ya él se iba mostrando como era y ella empezaba a suponer el cómo debía tratarlo. Si esperaba que Gianna se le acercara demasiado y cediera a sus encantos evidentes, estaba muy equivocado, ella era demasiado firme cuando se decidía a mantener las distancias y a permanecer en el lugar que creía debería estar. A leguas se notaba que creía saberlo todo, pero ¿Quién era él para decirle cómo era una misión? las había de varios tipos y jamás había un parámetro de cercanías que aplicara para todo. La italiana se sintió molesta, ella había sido educada para ser lo que era y toda su vida estuvo rodeada de gente que se dedicaba a lo mismo. Sin embargo, no diría nada, la que se jactaba de sí misma no era ella y, con uno alardeando con sutileza era más que suficiente. Le permitió acercarse, sí, reconoció entonces que se veía en exceso fuerte pero por suerte para Gianna, la estatura no le suponía molestia porque ella también era bastante alta a pesar de ser mucho más delgada que él. En la cercanía, Gianna lo miró a los ojos sin parpadear y sin titubeo alguno -Claro, tan cerca como cuando se mata a quemarropa- respondió en una amenaza bien disimulada y sonrió cuando él le dio la espalda. Como era de esperarse, al girar de nuevo Astor ya no vería nada de esa sonrisa en los labios de la italiana.

En lo que él se veía al frente, la mujer comprendió que debía ir más cómoda y mientras él seguía dándole la espalda se abrió el gabán
-Me temo que tendrá que decirme un par de cosas. Por algún motivo prefirieron que usted me dijera del asunto. Deben tenerle demasiada confianza- mencionó ella, bajó el rostro mirándose la cintura y en un movimiento se desprendió parte de las ropas que ocultaban la fuerza de las armas y que constituían algo del estilo de las faldas de la época, pero que eran apenas una imitación que podía ser retirada con tan sólo un movimiento. Solamente el cuero y las armas bien disimuladas quedaron adheridas a su cuerpo y el abrigo cayó con más soltura sobre su cuerpo que se notaba ahora más delgado. -Supongo que ya no será necesario tanto adorno- tiró esas prendas al suelo junto al árbol, se llevó las manos tras la espalda y ajustó las dagas ocultas de tal modo que no se veía nada en ese ajuste. -Bueno, lo escucho, Gray- le dijo como si ella tuviera control de todo y esperara que él se quejara o algo antes de informar bien lo que harían. De nuevo se cerró las ropas.
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Mensaje por Astor Gray Mar Mayo 20, 2014 9:41 pm

Tenía el carácter de un ser grande y unificado, fríamente acostumbrado a que le escuchen.
Philip Roth


Apenas una mirada y la ligera cercanía con ella es suficiente para hacer que Astor olvide todo lo demás. Las noches sin poder dormir son un recuerdo vago y Corinne es nada más que un nombre sin sentido alguno para el licántropo que ahora tiene metidas la imagen de la inquisidora frente a él. Pese a que ella aún le mira con recelo, le da igual, hará lo que se le venga en gana aunque eso termine por hacer rabiar a la italiana. Gianna se mantiene firme, no retira la mirada de él y no titubea ni un segundo, cosa que hace que él se sienta mucho más interesado en ella que antes.
Astor siempre había subestimado a las mujeres inquisidoras y por más fuertes que fueran o sin importarle como se comportaron delante de él, todas eran inferiores; Gianna es algo diferente, se nota a simple vista y eso genera una satisfacción única que resulta complicada de explicarse a si mismo, aunque quizás después de aquella misión y de pasar tiempo a su lado, sepa que es lo que cree realmente.

Curioso que hubieran omitido aspectos importantes de la misión, tal vez lo olvidaron o no lo creyeron realmente importante; aunque conocer todos los detalles de aquello que se piensa atrapar es de suma importancia ¿No, Castiglione? – le sonríe un tanto burlón, sus palabras cargan una intención más profunda que hablar únicamente de la misión que les espera y no presta atención a la manera en que ella le mira, mientras que los ojos de Astor recorren lentamente la figura femenina, esa que estaba seguro de que algún día se encargaría de memorizar a la perfección con sus propias manos. La frialdad femenina solo le da más tentación de provocarle y de ser capaz de sacar un lado diferente al que muestra ahora que esta solo enfocada en el trabajo que llevan por delante.
Estando cerca de ella se notaba la altura de la inquisidora, que sobrepasaba la del común de las mujeres pero que no superaba la suya; aún así, la volvía en cierto grado perfecta para él. Le dedico una sonrisa mucho más divertida que las anteriores cuando los labios de Gianna pronunciaron aquello que parecía ser una amenaza sumamente divertida en dirección a él; cualquier otra mujer se hubiese pensado bastante tiempo el haber dicho algo como eso a alguien como Astor, pero ella lo había hecho sin más, como si fuera lo más natural y sencillo del mundo tratar con él.
Porque hay que mantener a los amigos cerca y a los enemigos mucho más – sonrió – y lo malo es que nunca se esta seguro de quien es lo uno o lo otro – seguramente era más una amenaza que nada para la inquisidora, aún cuando cada una de sus palabras y la carencia de reacciones o movimientos lo divertían más y más.

Se separaron de ella para cuestionarle sin tener que tenerla tan a la defensiva y una risotada sonó en aquel lugar donde se hallaban cuando ella habló de la confianza que le tenían para que le informara de su misión.
No existe confianza alguna, pero saben que no tengo otra opción que no sea seguir las ordenes que se me den al pie de la letra y siempre lo hago, sin importar que deba hacer o pasar para conseguirlo – se giro para encararle y termino enarcando la ceja mientras parte de las brumosas prendas que usaba abandonaban aquel cuerpo, dejando solo lo indispensable y aquello que era perfecto para una ir de caza – Definitivamente no será necesario – cruzó los brazos y espero a que ella terminara de acomodarse las ropas, deleitando su mirada con la manera en que ella se movía. Cuando la inquisidora termino de organizar sus ropas y las armas, dando espació para que el licántropo hablara, fue que nuevamente abrió la boca – Nos han pedido una simple misión de reconocimiento, ver las zonas de entrada más factibles al hogar del grupo de brujos y de ser posible saber cuantos son los que están ahí. Desafortunadamente nos han pedido que de ser posible no matemos a nadie, no quieren alertarlos y tener que buscarlos nuevamente después pero si la oportunidad se presenta – movió el cuello, provocando que se escuchara como tronaban sus huesos – entonces podremos divertirnos. Todo claro inquisidora o tengo que explicarlo de nuevo – le miro fijamente, aguardando por ver si diría ahora algo o se limitaría a aceptar lo que él dijo.
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Mensaje por Gianna Castiglione Mar Jun 10, 2014 7:10 pm

"La paciencia es amarga, pero más vale que sus frutos sean dulces."

Esa sería una noche larga, Gianna lo presentía con sólo ver a Astor minuto a minuto. Viendo como la miraba sin dejar ese aire de superioridad del que tanto murmuraban y hablando como si buscara provocarla.

-A mí no me parece curioso, quizás sólo buscan que usted haga su trabajo como guía- se encogió de hombros restándole importancia a la posición que se le había asignado por estar recién llegada a París. Su experiencia quedaba en lo que haría en campo, pero en cuanto a órdenes se refiere, había un conducto regular que debía seguir y la italiana lo asumía con la madurez que le exigía su situación de extranjera. Astor Gray, se decía, era temperamental pero certero en cada misión encomendada y era por ello que no habían enviado a nadie más con ellos. En teoría les parecía suficiente o quizás era apenas una misión de observación donde el riesgo era mínimo o se debían guardar demasiado las apariencias. Eso sólo se confirmaría cuándo llegarán al supuesto territorio de brujos que iban a observar. Mientras se acercaba al hombre, recordó aquella teoría donde dicen que los sobrenaturales se reconocen entre sí por su aura. Los brujos iban a reconocerlo a él como lo que era, pero quizás esas mezclas con humanos los hacía parecer algo más inofensivos y en esa medida Gianna estaba dispuesta a fingir lo necesario para hacer creer que sencillamente paseaban por ahí como cualquiera. Eso, lo había aprendido en sus días como espía.

Con la misma sonrisa que él le había dedicado en medio del sarcasmo, Gianna lo dejó hablar lo que quiso, interpretó las señales que daba para hacerle entender que él hacía lo que le venía en gana y, haciendo caso omiso, se le acercó caminando como si nada por sobre el césped. Lo tomó del brazo sin retirarle la mirada y tampoco preguntar nada, pero teniendo bien en claro que no iba a ceder ni un ápice a sus provocaciones por más molesta que se llegara a sentir, ignoraría en lo posible esas miradas y risas que le lanzaba y le respondería a todo con la misma moneda.
–Claro, por eso voy a mantenerlo lo suficientemente cerca como para fingir que apenas caminamos como si nada y a la suficiente distancia para asegurarme de cómo debo catalogarlo- volteó el rostro hacia el frente acomodando el cabello en ese movimiento y pretendió avanzar, teniendo claro que debía mantener la compostura para llevar a cabo algo como lo que fuera que planeaba la noche. –Quiero ver si es tan bueno actuando como alardeando, Gray- la sinceridad le fluía como a él las risas, incluso estuvo a punto de decirle algo sobre esa manera de mirarla que tenía pero guardó silencio, por ahora. –Avancemos- dijo con un tono plano mirando hacia el camino que les esperaba.

-¿No tiene otra opción? Suena a que le teme a algo o que saben cómo mantenerlo allí ¿Me equivoco?- la italiana preguntó abiertamente mientras avanzaban cortando un silencio que le diera a entender a él que lograba su aparente objetivo de molestarla; además realmente le causaba curiosidad aquel modo de decirlo. –Ahh, lo olvidaba- le miró de nuevo soltando una risa jactanciosa –Sé bien cómo es una labor de reconocimiento, por no decir que sé fingir bien para pasar desapercibida. Así que no, “inquisidor” no tiene que explicarme nada de nuevo, entendí perfectamente- vocalizó clara cada sílaba en el francés que tanto practicaba y evidentemente no le quedaban dudas sobre lo que irían a hacer, sin embargo si hubo algo que le quedó como incertidumbre –Lo que no me queda claro es su concepto de “Divertirnos”- Gianna desdibujó de su rostro la sonrisa y enarcó ambas cejas esperando una respuesta. Sin embargo, su mente estaba llena de ganas de dejarlo hablando sólo, de soltarlo de aquél hipócrita agarre que sólo buscaba hacerlo dudar sobre cómo reaccionaba ella y pedir que ni se les ocurriera ponerla de nuevo en una misión con ese egocéntrico ser que parecía creerse absolutamente poderoso. Incluso cuando tronó el cuello fue molesto. Era eso para Gianna, un pesado con ínfulas de superioridad en un cuerpo bien formado y atractivo. No obstante mantuvo la compostura y sopesó la idea de algo oculto tras todo él y su fachada de “Soy perfecto” que tanto le molestaba a ella ¿Qué había más allá de Astor Gray? La inquisidora no se iba a permitir quedar con la duda y, tampoco actuaría como una pequeña a las provocaciones de aquél desconocido. Si cada uno tenía un concepto de diversión, Gianna encontraría el suyo reflejado en su compañero.
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Mensaje por Astor Gray Lun Jun 23, 2014 9:46 pm

Si eres orgulloso conviene que ames la soledad; los orgullosos siempre se quedan solos.
Amado Nervo


¿Trabajo como guía? Astor no podía creer lo que estaba escuchando de boca de aquella mujer, una boca que tarde o temprano debería callar y que era probable que se usara a si mismo para lograrlo, pero eso se vería conforme pasaran los minutos y la misión, al igual que las palabras fueran fluyendo entre ambos. Una carcajada se escucho en aquel silencio que los bosques mantenían y su mirada se posó sobre la ajena; Gianna era una mujer de lo más interesante y con cada segundo que pasaba escuchándole y mirando su inexpresivo rostro, más ganas tenia de acercarse a ella y ver que tanto podía cambiar aquella seguridad que la mujer mantenía en si misma.
Quizás, aunque dudo bastante que sea ese el motivo del por qué estoy aquí, pero si quieres sentirte o más segura o más importante de esa manera, adelante, por mi no existe ningún problema – No era que quisiera ser el más importante en la inquisición, solo quería poder descargarse con todo aquello que encontrara a su paso, realizar una catarsis destructiva para los demás, pero que sabía que poco a poco le consumía.

Cuando ella se acerco hasta él y le tomo del brazo, sin tener un motivo claro, recordó a Bea. Supuso que era por la manera en que Gianna lucía, frágil pero al mismo tiempo fuerte, igual que aquella cortesana que descansaba bajo una tumba que llevaba el apellido Gray. Aquel lugar que era el único donde Astor podía sentirse en paz. Si observaba con detenimiento a la inquisidora, nada tenía que ver con Bea; ambas eran muy diferentes pero al parecer coincidían en demasiadas cosas o al menos así le estaba pareciendo. La sonrisa se le esfumo mientras había estado pensando en eso, pero la voz de ajena y sus palabras, le provocaron una nueva sonrisa.
¿Analizaras mis movimientos Castiglione? Pues observalos con detenimiento, tal vez logres aprender algo para ti misma – termino por decir antes de guiñarle el ojo y dejar que avanzara a su lado; estaba más segura con él cuidando su andar y estando al pendiente de todo lo que estaba alrededor de ambos. Los recuerdos y cualquier otra clase de pensamientos no tuvieron espacio cuando sus sentidos se enfocaban en el andar de la inquisidora aquella, justo a un lado de él.

Digamos que ya no tengo otra opción que no sea estar atado a la inquisición. Para quienes son humanos lograr salir es más fácil que para nosotros los condenados – No quería hablar mucho al respecto, disfrutaba de matar y eso era todo lo que debía importar, había abandonado todo por esa vida, por esa forma de ser y arrepentirse o buscar otra forma de vivir era sencillamente inútil – eso es todo, por lo que ahora solamente me divierto con lo que me toca hacer y nada más – con aquello dio por terminada la respuesta a aquella pregunta, y no estaba dispuesto a que indagara más en ese aspecto. Le miro de reojo con seriedad mientras continuaban avanzando, acercandose lentamente a aquel lugar donde las verdaderas habilidades de ambos se pondrían a la vista – Bueno, solo decía porque siempre existe quien no sabe nada de misiones de reconocimientos – era poco usual aquello, pero no imposible que se encontrara con quienes solo asistían a un tipo de misiones. Ante la siguiente pregunta de ella se detuvo y le miro – No me digas que no disfrutas de una buena misión y de terminar con seres sobrenaturales – sonrío – estoy seguro que disfrutarías hasta terminar con un grupo de inquisidores condenados, como la mayoría de los humanos pero es algo de esperarse – Solo dijo eso, suponiendo que ella tendría algo que decir al respecto.

Una vez después de que dijo aquello reanudo su andar, llevando junto a él a Gianna. Las cosas entre ambos se ponían delicadas a ratos, se desafiaban el uno al otro y Astor estaba comenzando a encantarse con esa idea cada vez más. ¿Hasta donde sería capaz de llegar? Mejor dicho ¿Hasta donde le dejaría ella llegar?
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Mensaje por Gianna Castiglione Dom Jul 06, 2014 8:13 pm

"No me catalogues, no soy un objeto. No me etiquetes, no soy mercadería. No me juzgues, no soy tu reo..."

Por un momento estuvo a punto de soltar una carcajada ¿De verdad él creía que Gianna era ese tipo de mujer que busca y anhela protección? Ella distaba bastante de aquello y el entrenamiento recibido durante toda su vida le daba muchas posibilidades de defenderse sola por más que hubiesen otros más fuertes. Sin embargo se contuvo y bajó la mirada frunciendo los labios, disimulando hasta poder controlar ese deseo para levantar de nueva cuenta la vista hacia el inquisidor cuando aquello hubo desaparecido. –Ah claro, gracias. Antes no podía sentirme tranquila, pero ahora que usted lo dice así me siento muy segura y hasta protegida. Lo necesitaba tanto…- respondió con evidente sarcasmo. Gianna le seguía la corriente, pero de un modo poco convencional y que, según creía ella, terminaría exasperando al mismo Astor Gray más temprano que tarde.

Al avanzar lo analizaba, tal como había dicho. Él caminaba seguro y demasiado derecho. Su orgullo de lycan se le notaba hasta en cada paso que daba, en como parecía mantener ambas cejas elevadas o fruncidas pero logrando mostrarse adusto, soberbio y superior en cada gesto que realizaba. Ella negó sin disimulo cuando él habló de nuevo y sin soltarlo volteó el rostro para mirarlo
–Empiezo a creer que por cada frase que dice se adula a sí mismo del modo que sea. ¿Es así siempre o es sólo hoy?- la italiana no dudó en preguntarle aquello. Sentía que era bueno darle una bofetada de sinceridad cada tanto. Parecía que su ego tomaba el control, induciéndolo a pensar que cualquier cosa podría prosperar en sus manos. Sin embargo esa guiñada de ojo al final de la frase logró que Gianna soltara una risita, negara de nuevo con la cabeza y terminara por girar el rostro y continuara viendo hacia al frente, sabiendo que una discusión sobre ese tema no tendría el menor caso.

-Lo sé- supuso ella sabiendo que la iglesia se tornaba posesiva en el mayor de los casos, sobre todo cuando de condenados se trataba. Finalmente era por eso que les “perdonaban la vida”. Una vez afuera de la institución, serían como cualquier sobrenatural perseguido, pero con la diferencia de que la iglesia tenía más información de ellos que de cualquier desconocido que jamás hubiese estado conectado con la inquisición.

Por momentos creía que sería mejor quedarse callada y no dirigirle la palabra en todo el camino. Quizás limitarse a hablar lo necesario sería más cómodo para ambos, pero Astor decía cosas que lograban que Gianna olvidara esa idea y continuara conversando con él en tanto llegaban al lugar de la misión que sólo Dios sabía lo que les depararía.  Cuando se detuvo, ella intuyó que lo que diría él sería algo complicado o que él consideraba importante. Por supuesto, la italiana también se detuvo, se soltó de su brazo, cruzó los suyos y se posicionó frente a él.
–Entiendo, no todos los que le ponen como compañeros son iguales- suspiró –Sin embargo, Gray, aunque disfruto de las misiones no me complace matar condenados y, aunque no me lo pregunta le voy a decir por qué, por la sencilla razón que empiezo a hartarme de sus deducciones.- Tomó un mínimo de aire, frunció los labios y enfatizó su mirada en la de Astor –Vengo de una familia de inquisidores y curiosamente, comprendemos bien que los “accidentes” ocurren. Así que no quiero matarlos por la sencilla razón que parte de mi familia es sobrenatural por eso mismo. Creo que eso corrige su nueva teoría errónea acerca de mí- al terminar de decir aquello parecía muy seria y de hecho lo estaba. No estaba molesta, realmente no, pero ese era un tema delicado para ella y que había cambiado el modus operandi suyo y de su familia, al punto de generar una especie de quiebre o efecto de cuerda floja en su estadía en la santa inquisición que no toleraba que les llevaran la contraria al pretender perdonar un par de vidas sobrenaturales al “hallarlos libres de culpa” como los denominaban los Castiglione.

Sin más, guardó silencio y avanzó unos pasos atrás de él observando el lugar y retirando más la mirada del hombre.
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Mensaje por Astor Gray Miér Jul 23, 2014 10:55 pm

Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio.
Leonardo Da Vinci

Una humana que no estaba seguro de si era demasiado talentosa como soldado como para sentirse que podía hacer las cosas por su cuenta. Para el inquisidor era demasiado complicado poder entender como una mujer podía valerse por si misma, después de todo prácticamente a todas las que se había encontrado hasta aquellos momentos fueron mujeres inútiles que tarde o temprano necesitaban protección. Respecto a Gianna, le perdonaba esa manera de hablarle solo por el hecho de que le parecía mucho más interesante que ofensiva o burlona. Ese era un aspecto que ella llevaba a favor en contra de todas las mujeres tras las que estuvo antes; era la primera que de manera tan firme y sería le llevaba la contaría, sin importar nada.
No te sientas tan buena en esto, he visto caer a mejores – le dedico una sonrisa cargada de burla, sus palabras denotaban ante él, que ella buscaba la igualdad, una que no podría conseguir con Astor.

Por cada palabra que decía él, ella tenía algo que decirle, algún aspecto sobre el que parecía que tratara de reflexionar o molestarle. Realmente estaba analizando cada cosa que decía y hacía ¿Qué veía ella en él? Por la manera en que hablaba, lo mismo que todos. Aquel hombre que solo buscaba su beneficio, aquel a quien no le importaba matar a quien fuera siempre que le encargaran la misión, quien mataba prostitutas inocentes en los callejones y después les daba sepultura, el hombre que prometía a una mujer quedarse con ella por siempre solo para desaparecer después. Era todo eso y más, únicamente en el exterior; pues no era tan malo o cruel como todos lo veían pero se acostumbro a ser así.
Solo hoy, después me vuelvo más adulador e insoportable – menciono como si fuera lo más normal del mundo. Deseo por unos momentos volver a toparse con la única que en cierto punto pareció entender lo que estaba bajo la superficie. Aquella lycan con la cual peleo y se le escapo. Ahora en cambio tenía a Gianna y ella le agradaba más.

Soltó una carcajada ante ese “lo sé” de la mujer.
No sabes nada – Existían quienes decían que comprendían a la perfección las situaciones que atravesaban los condenados, la realidad era que nadie sabía lo que pasaba en aquella facción hasta que se volvían parte de ella. Y ahí estaba Gianna, dando sus razones de porque no disfrutaba matar condenados, e igual seguía sin saber nada – Hoy dices eso, mañana no se sabe. ¿Tu familia es parte de los condenados? Felicidades, deben ser parte de los pocos que no son amenazados de muerte o maltratados. Aquellos humanos que se volvieron condenados por “accidentes” no comprenderían lo que es ser enviados y atrapar sobrenaturales para las facciones – sonrío – ¿No te gusta matar condenados? Pues les harías un enorme favor a la mayoría. Al menos yo no dejare que corran mi suerte otros.

El silencio les envolvió por una buena parte del camino y solo cuando el licántropo comenzó a detectar al grupo de brujos fue que se decidió a hablarle nuevamente a la mujer que andaba a su lado.
Más adelante ya se encuentran, seguramente se darán cuenta fácil de nuestras presencias. No por nada se han mantenido tan seguros así que de aquí en adelante andemos con cuidado, nunca se sabe que puede esperarnos un poco más allá – y habiendo dicho eso, como parte de una predicción, el olor a algo putrefacto le inundo las fosas nasales. Apenas tuvo el tiempo preciso para girarse y ver como tres cadáveres se dirigían a ellos – Excelente, mandaran a los muertos a terminar con nosotros – le dirigió una mirada a Gianna – parece que la misión comienza ahora – y como si estuviesen por hacer lo más divertido del mundo. Le sonrío.
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Mensaje por Gianna Castiglione Jue Jul 31, 2014 1:09 pm

"No esperes que me someta. Así que sonríe o dispara"

-Y yo no estoy diciendo que no vaya a caer, Gray. Aunque evidentemente no está eso en mis planes- respondió sin detenerse a pensar nada, excepto en la parte en la que quiso llamarle “insoportable Gray”. –De nuevo deduce lo que se le antoja- rezongó de nuevo y no quitó de su rostro la sonrisa de satisfacción. Esa que le producía saber que tenía razón y que por nada del mundo debía dejarse llevar por los comentarios subjetivos que pudiera hacer el inquisidor. De por sí que ya le habían advertido que su lengua podía ser tan letal como sus fuertes brazos o mandíbula.

-No lo pongo por duda. Eso sí se lo creo- dijo soltando luego una risita que admitía que habían acordado en algo. Lástima que era acerca del evidente ego del condenado y que obviamente no era un secreto para nadie. Parecía como si todos pudieran caer menos él, como si creyera que jamás erraba y que por ello mismo todos deberían creerle. A Gianna le pasaba al revés. Creía que no se podía fiar de él en el sentido estricto de las órdenes, pero que seguramente no era un mentiroso. Eso era bueno. Podía creerse el mejor, pero eso mismo lograba que dijera sus opiniones sin temor a ser corregido o enfrentado. Hablaba con fluidez y de un modo sincero que invitaba a odiarlo por ello mismo y, si bien no era alguien muy dado a caerle bien a Gianna, al menos valoraba algo de aquél desconocido.

-Y usted lo sabe todo. Ajam- de nuevo respondió con sarcasmo. No podía responder de otro modo, era eso o largarse de ahí y dejarlo hablando solo. Si no se tratara de una misión, seguramente ya lo hubiera hecho. –Hay de todo, Gray. Pero ¿Para qué decirle nada? Si su opinión se basta sola, esté equivocado o no.- y era cierto. Los Castiglione eran una familia bastante peculiar. No sólo habían condenados e inquisidores humanos, sino que también protegían a quienes habían sido convertidos y huían sin más. Los había cazadores incluso, y eran ellos mismos los que más protegían a quienes se ocultaban luego de una transformación independiente de si habían trabajado o no antes para la inquisición. Era una familia disciplinada pero no estúpida. Las ideas de la iglesia no eran su biblia aunque se sentían cómodos en medio de la disciplina y armas que les brindaba la misma. Pero también creaban las suyas, tenían una mente inquieta y por eso iban y venían a su antojo de una facción a otra sin el más mínimo inconveniente. Ya llevaban demasiado en la inquisición, desde sus inicios el apellido fue conocido. No había otra opción. –No estoy aquí para hacer favores. Allá usted con sus elecciones de asesinato. No funcionamos igual, no le voy a dar vueltas al asunto- finalizó avanzando unos pasos por delante de él dando por finalizada aquella estúpida discusión.

Cuando él volvió a hablar, ya era con respecto a la misión y Gianna aminoró la velocidad de sus pasos para quedar de nuevo junto a él y escuchar sus instrucciones. A lo primero, ella asintió, sin decir nada.  Por supuesto que sus sentidos no estaban tan desarrollados como los del licántropo y era por esa misma razón que la italiana no le retiraba la mirada y estaba atenta a sus movimientos. Se giró con una diferencia mínima de él y sonrió a lo que veía.
 –Los enviaron para que termináramos con ellos- respondió en una ligera corrección y de inmediato llevó sus manos dentro del abrigo sacando un par de dagas de su espalda y giró el rostro a Astor para sonreírle –Si me permite…- mencionó esbozando una sonrisa más amplia y sin esperar respuesta alguna. Se inclinó apenas unos centímetros, aguzó la vista y ubicó los brazos sobre sus hombros con las dagas empuñadas para aprovechar su práctica en la puntería. Acto seguido, lanzó las dagas de plata que fueron a encajar entre los ojos de dos de los cadáveres. Lo demás era cuestión de rematar, de deshacerse de todo lo que pudiera moverse luego. –Le dejo el último- rió por lo bajo mientras sacaba un arma más y caminaba como si nada, como si no le preocuparan aquellos cuerpos en claro estado de descomposición –Es su turno, Gray- le instó devolviéndole un poco del egocentrismo que le había dado él por el camino.
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Mensaje por Astor Gray Miér Ago 13, 2014 8:58 pm

Hay tres clases de compañeros: unos buenos, otros malos, y otros, en fin, que no son ni lo uno ni lo otro.
Don Bosco

Ninguno cedía a las palabras del otro y parecía que sería de esa manera durante mucho tiempo o al menos cada vez que se encontraran. Astor estaba decidido a no ceder ni un ápice ante nada de lo que pasara, siempre llevaría la ventaja; eso sería lo que él creería y era probable que Gianna pensara lo mismo respecto a ella, así como que cada uno le resultaba molesto al otro. Para Astor, claro, Gianna era más bella y tentadora que molesta.

Castiglione, no lo sé todo. Sé bastante pero no tanto – sonreía como el hombre superior que creía ser. Esa manera en la que se presentaba ante aquella mujer era quizás la única manera más “normal” en que podía relacionarse con otros – Podría decirme cualquier cosa, quizás lo que busco es que me saque de mis errores pero este no es el momento – le dirigió una mirada sería y le sonrió – Tal vez en algún otro momento pueda sacarme de esas creencias que parece creer tan erróneas y quizás ridículas – Lo más seguro era que la mujer tomara aquellas palabras como algo ridículo. ¿Quién querría pasar el tiempo con alguien como él? La mujer que parecía querer eso, era a la que estaba abandonando, solo para lanzarse tras una mujer que no le mostraba el menor interés.

Suspiro pesadamente, ya estaba acostumbrado a escuchar que sus ideas sobre la muerte y el asesinato eran ridículas. Nadie le comprendía y era una probabilidad que nunca lo harían. La vida daba diferentes enseñanzas a todos y para Astor habían sido complicadas, hasta dejarle buscando la muerte de otros para evitar su propia destrucción. De no ser inquisidor, de no buscar la muerte de otros; estaría quizás en contra de la inquisición, con la incertidumbre de si le atraparían o no en cualquier momento. Siendo parte de aquel gran teatro de mentiras, al menos estaba más a salvo que nunca.
Entonces no diré nada más por un rato – y soltó una risotada antes de guardar el silencio que le prometía a su acompañante de la noche.

Planean probarnos al parecer – miro en dirección a Gianna, que ya estaba prácticamente dispuesta a lanzarse contra aquel grupo de cadáveres que iban en dirección a ellos – Detesto que piensen que somos inútiles – sonrió al ver como la inquisidora terminaba por lanzar dagas a los patéticos enemigos que tenían por esos momentos – Las damas primero – susurro observando como es que los cadáveres no significaban gran esfuerzo para ella. Ante las ultimas palabras de ella y sin esperar más palabras de parte de ella se dirigió al cadáver restante y sujetando la cabeza de lo que alguna vez fue una persona viva la arranco de su sitio sin mucha dificultad, dejando que el cadáver cayese al igual que la cabeza – Ha sido una agradable bienvenida, pero veamos que más nos han preparado – y avanzando por delante de ella para abrir camino se dirigió al sitio por el cual aparecieron los cadáveres apareciendo un poco más allá lo que parecía ser una enorme fogata y el sonido de algunas personas llegaban a sus oídos – Tengo el presentimiento de que deberemos terminar con este sitio antes de que terminen por irse y esta misión de reconocimiento sea solo una perdida de tiempo – miro a Gianna – ¿Qué opinas Castiglione? – si estaban juntos en la misión, debía tomar a consideración lo que su compañera pensara. Las consecuencias de los actos que se llevaran a cabo esa noche, serían de ambos.
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Mensaje por Gianna Castiglione Miér Sep 10, 2014 9:52 am

"No sabíamos de empatía, sabíamos de ser nosotros mientras nos íbamos contra el mundo"

-Si no estuviéramos tan ocupados le celebraría eso que admite- respondió Gianna con disimulada burla cuando él admitió a su modo que no lo sabía todo. “Algo es algo” pensó ella. Pero ¿Sacarlo de sus errores? La italiana le devolvió aquella seria mirada y no supo cómo responder a aquello, sobre todo porque su risa no acompañó la frase y el sarcasmo se le mermó por lo mismo ¿Acaso era una broma? –No las creo erróneas, estoy segura de que lo son- afirmó enarcando la ceja pero con el mismo gesto inmutable de hace un momento. Al final, el ego iba y venía y rebotaba del uno al otro todo el tiempo de modo casi inevitable.

-¡Gracias!- dijo ella cuando él hizo mención de callar, aunque en el fondo la Italiana sabía que aquello no le duraría mucho tiempo y pronto empezaría a quejarse de lo que fuera, de lo que hacía o decía ella o de cualquier cosa que se le cruzara por la cabeza. Sin duda, aquella primera impresión no era muy favorable que digamos, pero por suerte Gianna no era una mujer que se afianzara en la idea popular que reza que la primera impresión es la que vale. Todavía quedaba mucho por descubrir de Gray y en el mes que había sido asignada a la sede inquisitoria de París, sabía que repetiría un par de misiones más con él.

-Eso pensamos también de ellos- acotó la mujer en cuanto terminó de lanzar las dagas a los cuerpos que se movían sin vida hacia los inquisidores. Era evidente que también creían poder con quien se les viniera –Pero esto es una advertencia, si quisieran probarnos hubieran enviado más. Sólo nos dicen que ya saben el porqué de nuestra visita- respondió con seguridad mientras volvía a los dos primeros cuerpos y pisaba con tal fuerza los cuellos en el suelo que se desprendían del cuerpo en el acto. –Los cuerpos estaban demasiado débiles ya, no planean otra cosa más que plantar su advertencia. Pero no necesitamos más, ya corroboramos lo que son y no podemos lanzarnos solos contra un aquelarre- le buscó la mirada, ya lejos de egos o prepotencias personales. Aquello era un tema más delicado, algo en lo que se podrían jugar sus vidas más allá de ser algo enteramente de trabajo, o al menos eso era para ella. –Pero es usted quien dirige esto. Para mí es obvio el asunto pero no me parece prudente. A menos que prendamos fuego a esto y nos vayamos sin más…- ¿Pero sería lo correcto? La última frase de Gianna tenía la duda implícita en sí y no lo ocultaba, no planeaba hacerlo cuando más allá de su personalidad entendía bien lo que era someterse a alguien de un rango mayor. En Italia no pasaba eso, pero su condición de soldado temporal en la zona le daba otra posición. Si él decía que atacaran, lo haría. Si decía que se retiraran, también. Era en lo único que le seguiría la corriente a aquél soberbio licántropo.

Sin motivo aparente, Gianna sonrió a medias para sí misma, fue algo fugaz pero el pensar cómo sería él bajo sus órdenes le causaba gracia. Incluso pensaba que al regresar de su luna de miel con el que sería su esposo, usaría sus contactos para pedir un traslado temporal del licántropo a Italia tan sólo para devolverle una a una las que él decidiera hacerle mientras ella lo acompañaba como una especie de subalterna.
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Mensaje por Astor Gray Dom Sep 21, 2014 10:03 pm

Reflexiona con lentitud, pero ejecuta rápidamente tus decisiones.
Isócrates

Cuando se trataba de enfocarse en las misiones el inquisidor era capaz hasta de olvidarse de su nombre y con mucha más razón del cuerpo de la atractiva inquisidora que estaba al lado suyo esa noche. No le gustaba fracasar, no existía espacio en su mente para esas situaciones; le ocurrió una vez contra aquella loba que era demasiado imprudente pero que el mismo tiempo le había hecho ver algo de lo que siempre se había negado. Irónico. No había sido también Massone italiana. Esas cosas las analizaría y las pensaría después, en esos instantes tenía otras cosas en las cuales centrar su atención. Como los cadáveres que se encontraban ya tendidos en el suelo, inútiles una vez más.
Sea lo que sea que estén tratando de hacer es inútil, los brujos generalmente no son tan idiotas para enfrentar inquisidores de frente. Los hechizos son efectivos pero creo que tardan demasiado en ellos, por lo general se mantienen a distancia tal cual lo han hecho ahora – miro a la italiana – así que aunque nos informen que saben que estamos aquí, es probable que no hagan nada más que cosas de este estilo para evitar que lleguemos a ellos – Todo aquello era obviamente una teoría basada en experiencias anteriores, pero no era capaz de garantizar nada de lo que pasaría a partir de ese punto.

Su mirada se enfoco en Gianna y en lo que decía. Por más que tratara de buscar la manera de entrar a aquel campamento de brujos les sería imposible terminar con todos sin que alguno de los dos terminara herido y por su parte estaba bien, lo que pensaba era en Gianna. Rió de si mismo. Pensar en otros no era su estilo pero tampoco iba a negar que le agradaba pensar en ella aun con la idea de la misión tan fresca y sus sentidos casi por completo en debate sobre el siguiente movimiento a llevar a cabo.

Se tomo unos minutos para analizar la situación hasta que gruño.
Bien, incendiemos el maldito lugar. Hagamos que se muevan de locación y mantengamos la atención en sus movimientos para descubrir a que sitio es al que deciden moverse; de esa manera podremos dar un informe de la nueva locación del grupo y pedir un equipo entero para la misión – aquella era la mejor idea y la única oportunidad que tendrían de descubrir algo o hacer que el grupo de brujos se movieran según ellos lo esperasen – así que ¿Lista para prender un poco de fuego, Castiglione? – pregunto sin mirarle, viendo a la oscuridad, allá donde suponía se encontraba el grupo de brujos esperando por el siguiente movimiento de ambos – No podemos continuar por este camino, así que regresemos un poco, existe otro camino para llegar a ellos, de ahí nos dividiremos para comenzar el incendio desde dos puntos opuestos y nos encontraremos nuevamente en el punto de despedida – Al pensar en dejarle ir por su cuenta le inquietaba un poco, pero era esencial para el cumplimiento de la misión – será algo rápido, tratemos de no tardar mucho tiempo – Los pasos del licántropo fueron enfocados en regresar parte del camino, hasta otro más pequeño que llegaba a una división del camino en dos puntos – Preparemos todo antes de separarnos – se quedo mirando en dirección a la inquisidora, esperando porque le dijera algo respecto al plan, si es que tenía algo que decir.
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Mensaje por Gianna Castiglione Vie Sep 26, 2014 1:24 pm

"Era comprometido y apasionado,
empezaba a creer que ella que pretendía nadar en medio de su ego"

El cambio en el licántropo era increíble y a Gianna le gustaba eso. Era de esos a quienes se les dice “Profesional en su trabajo” y así era cuando se ponía serio y se olvidaba de él para centrarse en la misión que se le había encomendado. Su actitud previa era una cosa, pero en el campo de acción era mucho más objetivo y menos egocéntrico. Finalmente no sería tan malo trabajar con él, bastaba con no prestarle demasiada atención mientras llegaban a destino y eso sería todo.

-Así es, aunque tienen nigromantes entre ellos, la magia oscura que pueden llegar a utilizar nos ha sido advertida de paso- reflexionó la italiana mientras continuaba observando en busca de cualquier señal realmente amenazante –Y sólo somos dos- susurró. Una cosa era un aquelarre contra una facción completa y otra muy distinta era el mismo aquelarre contra dos inquisidores. Uno de ellos, humano. Nada se podía garantizar allí, excepto que no se podían ir de frente contra el asentamiento completo de brujos. No conocían cuantos eran, ni sus edades, ni sus habilidades, nada. Ir tan a ciegas sería sin duda una misión suicida.

Su mirada buscó la de Gray a la espera de alguna señal. Él la miraba, pero al tiempo analizaba todo. Era un punto más a favor: él no actuaba a la ligera ¿Era entonces todo ese ego la fachada de un hombre algo más calculador e inteligente? Eso tampoco se podía asegurar por ahora y no había tiempo para reparar en eso. Cuando gruñó, ella quedo atenta de nuevo conteniendo una sonrisa
–Claro que estoy lista, finalmente esa fue idea mía- dijo a modo de disimulada broma y le sonrió con diversión y antipatía al mismo tiempo pese a que él había girado el rostro hacia otro lugar –Seguramente ellos también van a dividirse, así que luego de esto tendremos dos lugares de reunión antes que intenten juntarse nuevamente- sin chistar nada más, la italiana siguió a Astor unos pasos atrás antes de tomar caminos diferentes y en su mente tejía el plan que llevaría a cabo ella.

Una vez se detuvieron, Gianna metió las manos en los bolsillos del gabán y sacó varias cajetillas de cerillos -¿Necesita?- le extendió la mano con un par. Ella era bastante precavida y llevaba fuego siempre, dado que nadie, ni sobrenatural ni humano, era inmune a eso.
–Las telas de las carpas en las que están son inflamables por sí mismas. Conozco bien ese material. Además, si no usamos ningún combustible será más fácil pasar inadvertidos, nadie se podrá poner alerta hasta que el fuego haya cobrado suficiente altura- añadió trayendo a colación lo observado. –Una vez inicie un fuego que no se pueda detener, debemos irnos de inmediato porque obviamente saldrán corriendo y eso nos expone a uno contra no sabemos cuántos. Así que ¿Está seguro que quiere que regresemos a este mismo punto?- En Italia, cuando los caminos se dividían, todos se encontraban en la sede de la inquisición para evitar ser acorralados o algo parecido, sin mencionar claro, que las alternativas de escape eran mucho mayores de ese modo. Sin embargo no estaba en Italia y sólo eran dos personas. Una vez más, dependía de las decisiones de Gray, las cuales Gianna cuestionaba de tanto en tanto del modo más sutil que le era posible, pero a las cuales no ponía en duda cuando se convertían en una orden.
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Mensaje por Astor Gray Mar Oct 14, 2014 6:01 pm

Grandes hechos suelen ser forjados con grandes riesgos.
William Hazlitt


Astor continuaba creyendo que aquel aquejare debía ser destruido lo más pronto posible, por eso es que ya que Gianna lo sugería, prender fuego y seguirles hasta ver en donde encontraban un nuevo lugar para establecerse era lo apropiado, de esa manera podrían atacarles con un equipo completo y no con dos conejillos de indias listos para morir.
Deben tener toda clase de brujos ahí así que es un completo misterio tratar de descubrir que es lo que hacen en el interior de ese lugar – estaba bastante consciente de que eran solo dos y por eso gruño por lo bajo cuando la italiana se lo recordó no de manera directa o al parecer intencionada, sino como un simple comentario.

Igual debía preguntarte si tu idea te sigue pareciendo lo más apropiado. Ha sucedido que se suele cambiar de opinión en el ultimo minuto, en cuyo caso no te culpare, hasta lo más valientes se arrepienten cuando creen estar en una misión suicida – desafortunadamente ese no era su caso. Cuando no se creía tener nada que perder, podías actuar de las maneras más irresponsables que se te ocurrieran porque entonces tu muerte no afectaría a nadie en lo absoluto. Analizo las palabras de Gianna sobre el grupo de brujos y asintió – en eso tienes razón, pero al menos estamos seguros de que no volverán a estar juntos tan pronto y eso permitirá que nos hagamos de un plan para terminar con ellos de manera eficaz cuando el momento llegue – No podían perder mucho tiempo más, cada minuto que demoraban les daba más posibilidades a los brujos ya fuera de descubrirles y atacarles como de terminar huyendo antes de que la misión de ambos inquisidores se viera completa.

Cuando estaban el punto de separación y sin dudar ni un instante tomo de la mano de Gianna los cerillos que le ofrecía.
Al menos no deberé encender fuego de maneras tan arcaicas como las que tenía planeadas – por su parte no iba tan bien preparado como ella, pero siempre tenía maneras de solucionar los inconvenientes que surgían durante las misiones – Bien, entonces encender las carpas es lo más apropiado. Excelente – enarco la ceja al escuchar la duda que Gianna le manifestaba y no pudo más que sonreír. La realidad era que Astor no abandonaba así como así a alguno de sus compañeros en misiones y siempre buscaba el que se vieran en un sitio determinado para asegurarse de regresar con todos aquellos que había salido. Por eso prefería trabajar por su cuenta, en solitario; de esa manera no debía preocuparse por el bienestar de otros más que el de él mismo y respecto a ese bienestar no estaba muy interesado – Estoy seguro de eso, de hecho, cuando regreses a este sitio aguarda por mi un poco y de no aparecer yo, entonces marchate. Deja una marca que pueda reconocer como tuya si es que llego tarde y entonces sabré que lo has conseguido – observo en dirección al camino que estaba destinado a seguir él – Asegurate de aparecer Castiglione, no quiero tener que buscarte entre los brujos – y dicho eso se alejo de la cercanía de la inquisidora, siguiendo el camino que le correspondía para generar su parte del incendio.

Durante su propio camino pensaba en su compañera. Separarse había sido la mejor opción y sin embargo le dejaba con inseguridades sobre la manera en que a ella le tocaría pasar todo aquello. Existían igual de posibilidades para que alguno le ocurriese algo, solo que Astor siempre prefería que fuera a él.

El camino hasta el campamento que debía seguir estaba bastante oculto de todo, así que no tardo en llegar sin inconveniente alguno hasta las cercanías del campamento. Podía observar a brujos y brujas ir y venir de una carpa a otra, así que debió esperar hasta que la ida y venida pareció detenerse para salir de la oscuridad donde se encontraba, sacar las cerillas que Gianna le ofreciera y comenzar a generar el incendio. Prendió fuego, con mucho cuidado de no ser visto a tres carpas antes de alejarse de nuevo a la oscuridad. No iba a abandonar su posición hasta que el fuego se hubiera extendido lo suficiente por aquel campamento. Aguardaría por el caos para regresar al lado de la inquisidora.
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Mensaje por Gianna Castiglione Miér Oct 22, 2014 11:54 pm

“El hombre o la mujer que consulten espíritus de muertos o se entreguen a la adivinación,
han de morir...” (Levítico 20:27)

Ser inquisidor no era nada fácil, se requerían horas y horas de entrenamiento para poder tomar decisiones y ejecutarlas a la mayor velocidad posible. A la par, el físico era de vital importancia, dado que los sobrenaturales que se cazaban tendían naturalmente a ser más ágiles y fuertes que un humano convencional. Por eso Gianna agradecía la bendición de ser de contextura delgada y contar con piernas largas que le permitieran correr a zancadas más largas. –No hacen nada bueno, eso nos basta para actuar, ya vimos algo de lo que saben– "Que no haya adivinos, ni nadie que consulte a los astros y a hechiceros, que no se halle a nadie que practique encantamientos o consulte espíritus; que no se halle ningún adivino o quien consulte a los muertos. Porque Dios aborrece a los que hacen estas cosas y precisamente por esta razón los expulsa delante de tí". Aquella cita fue de las primeras que aprendió de niña, cuando sus padres le decían que la presencia de brujos podía traer maldición sobre una tierra completa y que ellos eran quienes ejecutaban la voluntad de Dios al erradicarlos de la tierra. Eso se repetía la italiana cada vez que pensaba que podía haber inocentes entre los aquelarres, hasta que recordaba que cuando Dios ordenaba eliminar un pueblo, lo incluía todo, hasta los animales que también estaban por sus dueños, malditos.

–Descuide, hago lo que digo y tengo claro que la hechicería no tiene en sí nada de bueno. Son ellos o nosotros, Gray, no hay más que pensar–
tenía decidido correr el riesgo, el aquelarre sabía que los inquisidores rondaban sus territorios y no tardarían en hacer alguna jugada más. Gianna estaba segura, no era para nada endeble y por ello le iba tan bien en la facción a la que pertenecía cuando de aquelarres se trataba. Si bien es cierto que en su familia había sobrenaturales, habían sido cuestiones de accidentes, pero el ejercer la brujería representaba voluntad completa a la hora de ejecutarla. Respecto a eso, no había excusa.

Cuando él tomó los cerillos, ella se rió por lo bajo, pensando que él se comportaba por momentos a lo arcaico, pero no era adecuado decirlo en ese preciso momento.
–Si encendemos primero las cuerdas que sostienen las carpas, estas caerán y perderán la visibilidad mientras el resto se quema, eso nos permitirá retrasarlos un poco y ser más efectivos– sugirió rápidamente mientras terminaba de preparar lo que necesitara. –Pues bien, aquí estaré de regreso. Siempre vuelvo– le sonrió con determinación y salió rápido pero sin hacer ruido hacia la zona que le correspondía.

En el camino sabía que cada uno tenía sus ventajas. Él era más rápido y fuerte. Ella no tenía un aura sobrenatural que la delatara y eso le daba más “privacidad” a la hora de realizar su parte. Tenía los cerillos en la mano y sabía que debía ser rápida, por eso se arriesgó a encender la carpa más cercana al camino, de ese modo huirían en sentido contrario al de ella y pese a que tenía que volver en medio del fuego, sería más fácil no ser atrapada por un grupo completo.

Fue complicado de ejecutar, el fuego lame lo que alcanza en tiempo record y Gianna debía ser precavida con su desastre y con sus víctimas. Muchas veces tuvo que arrojarse al suelo y casi reptar, otras ocultarse tras los árboles o incluso trepar a ellos por momentos; pero con todo regresó en unos cuarenta y cinco minutos, luego de haber comprobado que muchos ardían y que el fuego les limitaba incluso el escape. Seguramente, Gray había encendido el fuego en un sentido opuesto al de ella y eso había permitido acorralarlos. Finalmente no parecían tan malos juntos, ni siquiera debían hablar demasiado para saber qué debían hacer.

Al retornar, Gianna se subió al árbol más alto que le fue posible y se mantuvo serena, oculta por la oscuridad y la ropa negra en medio de ramas. Desde allí aguardaría por su compañero, no se pensaba ir hasta saber que había sucedido con él.
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Mensaje por Astor Gray Sáb Nov 22, 2014 3:10 pm

El liderazgo que produce cambios permanentes requiere un trabajo en equipo.
Rick Warren


En realidad no era tan necesario tener una certeza tan clara de que lo que se hacía estaba mal. Varias ocasiones, de un inicio que Astor entro a la inquisición, había notado la manera en que una mera sospecha infundada llevaba a la muerte a una persona que verdaderamente era inocente. Durante sus inicios esas cosas realmente llegaron a afectarle pero ahora que usaba el matar a otros como una mera distracción y no como algo realmente especial, todo termino por volverse más sencillo. Igual las personas morían tarde o temprano, así que acelerar un proceso natural no debía causarles pena, dolor o remordimiento; sin mencionar que sus entrenamientos les llevaban a volverse personas más frías de lo normal. El licántropo no encontró complicado abandonar todas sus creencias y parte de su forma de ser; se convirtió en un hombre muy diferente a quien fuera al ser humano y para él, estaba bien.

Al menos hasta esos momentos no tenía que dudar de que Gianna fuera a cumplir con el cometido, todo lo que hicieron hasta ese punto demostraba que la italiana estaba en perfectas condiciones para llevar a termino todas las indicaciones que se le daban y por eso es que estaba confiando en que ir cada uno por su lado ayudaría más a la misión y claro, estaba seguro de que la volvería a ver en el punto de despedida.
Tenga ese pensamiento siempre en claro Castiglione y seguro que saldremos de esta – algunos inquisidores solían fracasar porque caían en la fragilidad humana de la compasión y esa no era precisamente una de las más grandes habilidades de Astor. Contrario quizás a lo que otros pensarían, sobre las cosas que podían fallar, el licántropo pensaba en todo lo que saldría bien y en la manera en que él y Gianna tendrían éxito.

Acepto los cerillos, escucho lo que la italiana tenia para dar de indicaciones que podrían ayudarle y salió también él en dirección a su punto de destrucción. Solo hasta que se separaban las inseguridades aparecieron en su mente y pese a que trato de alejarlas, continuaban ahí, presentes a cada segundo.
Concentración, no seas idiota. Ella estará bien – se dijo a si mismo mientras la oscuridad y el camino le escondían de quienes pudieran percatarse de su presencia. Al llegar al punto de inicio del incendio todo se encontraba en orden, fue capaz de andar hacía las carpas de manera sigilosa y sin nadie que pudiera delatarle de sus planes pues la oscuridad le ayudaba a resultar inadvertido. Tal como Gianna se lo sugirió, inicio el fuego de las cuerdas que sostenían las carpas y una vez que su misión fue cumplida se alejo para observar todo.

Solo una vez que existieron los gritos de ayuda, que las carpas ardían y el aquelarre se encontraba en el completo caos, fue que pudo dar por terminada su misión. En el camino de regreso se había topado con un brujo que trataba de escapar del fuego y en el proceso de asesinato se demoro más de lo que había esperado. El retraso en el regreso le hizo pensar que Gianna ya no se encontraría en el lugar donde habían quedado de reencontrarse. Cosa que le pareció obvia al llegar y no ver a la inquisidora.
¿Castiglione? – pregunto por ella al aire, los gritos de los brujos impedían un tanto que se escucharan otras cosas y el aroma de la italiana en el sitio le decía que hacía poco estaba ahí o al menos era lo que esperaba. De no estar la inquisidora por esos lugares le hacía pensar que estaría en problemas. Se quedo unos segundos pensando en que hacer. No podía irse sin ella así que comenzó a seguir el camino que antes siguiera la italiana. La buscaría para asegurarse de que no estuviese ahí antes de irse.
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Mensaje por Gianna Castiglione Dom Dic 21, 2014 8:10 pm

"Aleja de mi la maldición, pues solamente te he servido"

En la inquisición, la mayoría de las muertes se tomaban como un acto de bondad que sanaba la tierra y bendecía a París con la paz que le era necesaria. El ser humano estaba demasiado enfermo de guerra como para sumarle sobrenaturales y era eso precisamente lo que los inquisidores solucionaban. O al menos creían solucionar.

Quemar todo no iba a aniquilar a todo el aquelarre, pero disminuiría su número y el riesgo con él. Tomarlos por sorpresa fue fácil para aquellos a quienes les habían encargado la misión y el hecho de haber sido solamente dos, daba cuenta de la confianza depositada en ambos.

Por lo mismo fue que la italiana regresó primero y esperaba en el árbol hasta que apareciera su compañero. Aguardaría hasta el amanecer, de ser necesario, pero mientras pensaba y observaba, sintió que algo le recorría las piernas. Aguzó la vista y se vio obligada a encender un cerillo para aclarar lo que sucedía y casi pesaba sobre la piel. Al encenderlo, lo que vio le resultó tan desagradable que estuvo a punto de perder el equilibrio. Lo que tenía sobre sí, eran víboras, al menos unas cuatro o cinco que ascendían como si alguien las manipulara. Algunas tenían partes cortadas o tenían los orbes vacíos, incluso, una estaba quemada en algunas partes. No estaban vivas, era claro, pero no habían muerto hace demasiado tiempo y alguien las estaba usando para atacarla con el poco veneno que les quedaba. Gianna saltó de inmediato del árbol, no tenía sentido quedarse inmóvil para calmar algo que controlaba otro y debía actuar rápido. En cuanto cayó, se lanzó al suelo y dio una vuelta para evitar quebrarse algún hueso y se levantó corriendo hacia donde escuchó el ruido. Una mujer rio por lo bajo y empezó a recitar palabras incomprensibles para la inquisidora, quien sabía bien que se trataba de la condena que aquella le lanzaba. En un movimiento y sin dar tiempo a nada, la italiana sacó una daga y se la arrojó al cuello. La mujer se rio y mientras la sangre manaba, declaró sus últimas palabras
—Has labrado tu destino, asesina. La maldición va tras de ti. Te alcanzará la muerte de otro a quien amas y luego, dejarás de ser humana. Vas a sufrir, como todos nosotros. ¡Que caiga sobre ti la maldición de mi muerte y la de mi hijo no nacido!— finalizó la mujer y acto seguido, cayó al suelo y expiró.

Gianna se quedó muda, como si intentara aclararse luego de ello y en cuanto escuchó a Astor llamarla, retiró la daga del cuerpo de la nigromante y salió de donde estaba con rostro impávido y casi helado, sin muestras de haber obtenido la victoria como había sucedido, aparentemente
—Es hora de irnos. Ha terminado— susurró y con el ceño fruncido miró hacia el suelo donde ahora yacían inertes las serpientes que la habían seguido. Ella piso las que pudo en su avance y sin dejar de observar como lo hacía, dio unos pasos por delante de él hacia la salida de aquél lugar — ¿Cree en las maldiciones, Gray? — preguntó sin mirarlo como si eso pudiera aclararle la mente.
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Mensaje por Astor Gray Lun Dic 22, 2014 9:35 am

¿Acaso la esperanza no es lo último que se pierde?
Jojo Moyes

El fuego era una manera de expiación que pocos tenia la “dicha” de conocer. El aquejare de brujos aquel era de los afortunados en probar el fuego que todo lo purificaba y que eliminaba los pecados de todo aquel que moría en sus llamas. Astor claro, no creía de esa manera. Todo aquello era mera palabrería y nada podía salvar a una persona de los pecados que cometía, ni siquiera cuando alguien actuaba bien toda su vida se encontraba asegurada una vida plena. Como muestra de eso, estaba él mismo; pero ya nada del pasado tenía sentido, ahora únicamente debía ser capaz de encontrar a su compañera e irse de aquel maldito lugar, en lo que quienes debían morían lo hacían y quienes debían escapar se daban a la fuga, al menos hasta que los encontraran y terminaran con todos.

Los gritos de los que pertenecían al aquelarre eran solo una molestia y la tensión que sentía por no encontrar a Gianna hacían que deseara únicamente regresar y ayudar al fuego a terminar con la vida de más de los brujos y probablemente lo hubiera hecho, de no haber llegado hasta él un aroma peculiar. Sangre fresca. Apenas comenzaba a seguir el rastro de la sangre cuando apareció frente a si a quien buscaba.
Castiglione, ya iba a comenzar a buscarte porque no te dejabas encontrar por ningún sitio – el aroma de la sangre se volvía más intenso y simplemente rió de manera descarada al suponer que la sangre pertenecía a algún miembro de aquel grupo de brujos que se manera desafortunada se había encontrado con su compañera de la noche – Ya que la diversión ha terminado, después de usted Castiglione – dijo casi al mismo tiempo que ella decía que debían irse de ese lugar de una buena vez.

Aguardo unidamente a que los pasos de la inquisidora fueran un poco por delante de él y le siguió, cuidando las espaldas de ambos. No creía que nadie fuera a atacarles hasta ese lugar, pero igual cabía la posibilidad de que sucediera y el licántropo, no pondría en peligro a Gianna. Caminaban con seguridad, alejándose cada vez más de la muerte y la destrucción de todos los brujos que no lograran escapar de las llamas. Ante la pregunta de Gianna, Astor no pudo más que sonreír de manera ligera y mover la cabeza de un lado a otro.
– Vera Castiglione, no soy un hombre que suela creer todo lo que escucha o que piense que el futuro de alguien esta dicho solo por las palabras de una persona en especifico. Sin embargo, tampoco puedo decir que esas palabras no van a influir para nada en el futuro – se rasco la nuca – En este mundo existen muchas cosas que podemos creer del todo, pero tampoco podemos descartar. Luego es probable que nos llevemos sorpresas indeseadas – y no dijo más. ¿Qué podía decir? Él que no había creído en criaturas sobrenaturales durante gran parte de su vida y que de un momento a otro terminaba con una maldición por parte de la luna; llevándole a ser parte de las filas de la inquisición como un perro que no tenía otra opción más que esa.

El camino de regreso transcurrió sin muchas palabras, cada uno pareció sumirse en su propio mundo. Debieron ir juntos a los cuarteles y dar informe de lo sucedido, pero ninguno volvió a hablar con el otro después de eso. Astor debía volver a la realidad de su vida, a otras preocupaciones y Gianna; bueno ella sería una mujer que llamaría su atención mucho más tiempo, solo que en ese punto ninguno de los dos sospechaba hasta donde les llevaría aquel primer encuentro.


TERMINADO
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