AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Noche de libertad [Privado]
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Noche de libertad [Privado]
Nada cambiaba. Los días pasaban con la misma rutina. Las clases con las mismas palabras, reuniones sin sentido, gente hueca por dentro. Abbey dudaba que su suerte cambiase en la ciudad de Paris. Pudo cambiar pero el destino quiso que no fuese así. Ahora, vivía al día, no esperaba nada de nadie. Al final, tendría que casarse con el que su padre dictase, ella tendría que ceder y por fin, se la quitarían de en medio.
El señor Gilbert, la vigilaba desde el otro lado del jardín. Sus intentos de huida fueron fallidos, hacía tanto que no abandonaba aquellas cuatro paredes que en algún momento, se terminaría volviendo loca. La última vez, terminó en aquel paraje apartado, el agua…y él. Desde que se despidieron, no volvió a pensar en él, en recordarlo. Ojos verdes brillantes de excitación, sus respiraciones al mismo compás, bocas que no dejaron de buscarse hasta que se callaron mutuamente…el ego dejó de tener valor cuando los dos coincidieron en un punto en el camino.
Le ofreció un trabajo, uno que seguro les darían en cuanto ella perjurase haber sido salvada de ser ahogada. Él un héroe y ella una loca. ¿Acaso importaba?. Estaba cansada. Necesitaba salir de allí y haría todo lo posible para escaparse esa noche. No le salió bien la última vez, la pillaron a las puertas así que esta vez tendría que tener cuidado y … sobre todo, no vestir de aquella forma, pasando por una joven corriente y no como una de alta cuna. Odiaba serlo aunque pareciese todo lo contrario.
Fue fácil encontrar ropa que le viniese perfecta. Pagó una buena cantidad de dinero a uno de los mozos de las cuadras. Parecía más un hombre que toda una señorita. El cabello rubio oculto bajo el sombrero de ala ancha negro, botas planas, pantalón y camisa muy ancho. Irreconocible, logró mezclase entre los demás jóvenes y salir de la residencia Cavey a caballo, como uno más. un plan perfecto que le llevaría a otra noche en busca de libertad.
Necesitaba perder el norte frente una buena botella de alcohol, de la que fuese. sus ojos azules bajo el sombrero, divisaron la primera taberna que tuvo más cerca. Solo necesitaba hacerse con la botella, ¿qué mejor compañía? Pagó la botella, tomándola y retomar sus pasos hacia el bosque, las afueras…allí podría emborracharse, dormir a la interperie y despertarse hecha un desastre pero al menos se olvidaría de todo.
Se disponía a salir cuando un alboroto no muy lejano captó su atención, es más, discutían cerca de la puerta, impidiendo el paso. Que oportuno ¿acaso no podían discutir fuera? Los gritos dieron paso a los golpes y como era de esperar, la metieron en el saco como uno más. Los hombres y las peleas, grandes amigos. Sabía defenderse pero con la botella en la mano lo dudaba. Así que, fue con ésta quien atizó un buen golpe a aquel que se dirigía a ella para golpearla… así sin más. la botella se hizo añicos pero al menos no recibió golpe alguno.
-¡Mi botella! Maldita sea -por la voz no, no era ningún jovencito y no tardaron en querer comprobarlo, al menos uno de ellos se encontraba en el suelo, incosnciente…iba a necesitar ayuda, pero ellos más bien pues se había hecho con otra botella, llena... la pelea acababa nada más que empezar.
El señor Gilbert, la vigilaba desde el otro lado del jardín. Sus intentos de huida fueron fallidos, hacía tanto que no abandonaba aquellas cuatro paredes que en algún momento, se terminaría volviendo loca. La última vez, terminó en aquel paraje apartado, el agua…y él. Desde que se despidieron, no volvió a pensar en él, en recordarlo. Ojos verdes brillantes de excitación, sus respiraciones al mismo compás, bocas que no dejaron de buscarse hasta que se callaron mutuamente…el ego dejó de tener valor cuando los dos coincidieron en un punto en el camino.
Le ofreció un trabajo, uno que seguro les darían en cuanto ella perjurase haber sido salvada de ser ahogada. Él un héroe y ella una loca. ¿Acaso importaba?. Estaba cansada. Necesitaba salir de allí y haría todo lo posible para escaparse esa noche. No le salió bien la última vez, la pillaron a las puertas así que esta vez tendría que tener cuidado y … sobre todo, no vestir de aquella forma, pasando por una joven corriente y no como una de alta cuna. Odiaba serlo aunque pareciese todo lo contrario.
Fue fácil encontrar ropa que le viniese perfecta. Pagó una buena cantidad de dinero a uno de los mozos de las cuadras. Parecía más un hombre que toda una señorita. El cabello rubio oculto bajo el sombrero de ala ancha negro, botas planas, pantalón y camisa muy ancho. Irreconocible, logró mezclase entre los demás jóvenes y salir de la residencia Cavey a caballo, como uno más. un plan perfecto que le llevaría a otra noche en busca de libertad.
Necesitaba perder el norte frente una buena botella de alcohol, de la que fuese. sus ojos azules bajo el sombrero, divisaron la primera taberna que tuvo más cerca. Solo necesitaba hacerse con la botella, ¿qué mejor compañía? Pagó la botella, tomándola y retomar sus pasos hacia el bosque, las afueras…allí podría emborracharse, dormir a la interperie y despertarse hecha un desastre pero al menos se olvidaría de todo.
Se disponía a salir cuando un alboroto no muy lejano captó su atención, es más, discutían cerca de la puerta, impidiendo el paso. Que oportuno ¿acaso no podían discutir fuera? Los gritos dieron paso a los golpes y como era de esperar, la metieron en el saco como uno más. Los hombres y las peleas, grandes amigos. Sabía defenderse pero con la botella en la mano lo dudaba. Así que, fue con ésta quien atizó un buen golpe a aquel que se dirigía a ella para golpearla… así sin más. la botella se hizo añicos pero al menos no recibió golpe alguno.
-¡Mi botella! Maldita sea -por la voz no, no era ningún jovencito y no tardaron en querer comprobarlo, al menos uno de ellos se encontraba en el suelo, incosnciente…iba a necesitar ayuda, pero ellos más bien pues se había hecho con otra botella, llena... la pelea acababa nada más que empezar.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
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Re: Noche de libertad [Privado]
Incesante mi búsqueda del hechicero del cuervo negro en el cuello, nada había hallado en París de él. Parecía un fantasma y las indicaciones de Luccio solo me llevaron a un callejón sin salida o mejor dicho a entre las piernas de una hechicera.
Mi vida era Caotica, demasiadas preocupaciones, dos de ellas con forma de mujer, dos de ellas que me importaban demasiado como para claudicar a un me largo sin mas.
Por primera vez tenia debilidades y eso complicaba mas aun la idea de encontrar a ese hechicero que si tenia éxito malograría mi nacimiento.
Necesitaba desconectar tras los últimos sucesos, así que me limité a acudir a una taberna cercana a beber hasta no tenerme en pie, después volvería al hotel.
Claro, que absurda era mi idea cuando a mi los problemas me seguían como una tormenta, ladeé la sonrisa encontrándome aun sin entrar una pelea en la puerta.
Juro que estuve a punto de dar media vuelta, había otros lugares donde beber en París y este pintaba ya desde lejos a una noche alejada de la tranquilidad que necesitaba.
Claro que pronto me di cuneta que uno de los “ hombres” que luchaba poseía una voz femenina que reconocería en el mismo infierno.
Arqueé la ceja, como podía ser tan necia.
Me acerqué la barullo, arremangando la camisa, demasiado era si sacaba las cimitarras, a fin de ucnetas solo eran unos pobres desgraciados con ganas de gresca.
Un puñetazo se llevó uno que pretendía estampar la botella en la cabeza de la dama.
La mayoría estaban ya ebrios, no me costó demasiado dejarlos tumbados en el suelo. Yo era un guerrero y ellos simples hombres de la sociedad parisiense. La pelea fue tan sencilla como arrebatar un caramelo a un niño pequeño.
Mis esmeraldas se clavaron en los azules de la dama. Tiré del sombrero haciendo caer su dorado pelo en cascada sobre sus hombros.
-El disfraz no esta muy bien hecho -aseguré ladeando la sonrisa mientras sorteaba los inconscientes cuerpos del suelo.
-Te invito a una copa -dije adentrándome en la taberna para tomar asiento en uno de los taburetes y colocar el de la dama con una clara invitación para que se sentara.
Mis esmeraldas recorrieron su femenino cuerpo vestido de hombre, desde luego la recordaba mucho mas sexy con su tez completamente desnuda, de echo creo recordar que nos habíamos quedado a medias.
-¿Me has echado de menos? -pregunté con mi característico tono vacilon.
Era cierto que no había ido a buscarla, ni a solicitar el puesto ofrecido, pero es que mi vida se había sumido en un autentico caos de acontecimientos y no disponía de mucho tiempo libre para saldar cuentas pendientes.
Mi vida era Caotica, demasiadas preocupaciones, dos de ellas con forma de mujer, dos de ellas que me importaban demasiado como para claudicar a un me largo sin mas.
Por primera vez tenia debilidades y eso complicaba mas aun la idea de encontrar a ese hechicero que si tenia éxito malograría mi nacimiento.
Necesitaba desconectar tras los últimos sucesos, así que me limité a acudir a una taberna cercana a beber hasta no tenerme en pie, después volvería al hotel.
Claro, que absurda era mi idea cuando a mi los problemas me seguían como una tormenta, ladeé la sonrisa encontrándome aun sin entrar una pelea en la puerta.
Juro que estuve a punto de dar media vuelta, había otros lugares donde beber en París y este pintaba ya desde lejos a una noche alejada de la tranquilidad que necesitaba.
Claro que pronto me di cuneta que uno de los “ hombres” que luchaba poseía una voz femenina que reconocería en el mismo infierno.
Arqueé la ceja, como podía ser tan necia.
Me acerqué la barullo, arremangando la camisa, demasiado era si sacaba las cimitarras, a fin de ucnetas solo eran unos pobres desgraciados con ganas de gresca.
Un puñetazo se llevó uno que pretendía estampar la botella en la cabeza de la dama.
La mayoría estaban ya ebrios, no me costó demasiado dejarlos tumbados en el suelo. Yo era un guerrero y ellos simples hombres de la sociedad parisiense. La pelea fue tan sencilla como arrebatar un caramelo a un niño pequeño.
Mis esmeraldas se clavaron en los azules de la dama. Tiré del sombrero haciendo caer su dorado pelo en cascada sobre sus hombros.
-El disfraz no esta muy bien hecho -aseguré ladeando la sonrisa mientras sorteaba los inconscientes cuerpos del suelo.
-Te invito a una copa -dije adentrándome en la taberna para tomar asiento en uno de los taburetes y colocar el de la dama con una clara invitación para que se sentara.
Mis esmeraldas recorrieron su femenino cuerpo vestido de hombre, desde luego la recordaba mucho mas sexy con su tez completamente desnuda, de echo creo recordar que nos habíamos quedado a medias.
-¿Me has echado de menos? -pregunté con mi característico tono vacilon.
Era cierto que no había ido a buscarla, ni a solicitar el puesto ofrecido, pero es que mi vida se había sumido en un autentico caos de acontecimientos y no disponía de mucho tiempo libre para saldar cuentas pendientes.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Noche de libertad [Privado]
Llegó en la hora punta. La pelea se desató porque uno perdió a las cartas y el otro estaba demasiado borracho como para seguir la pelea, ambos se enfadaron en un sin sentido y la metieron, como si fuese una integrante más en la mesa de juego. Solo quería beber, olvidarse de todo. beber hasta no recordar ni quien era, esa botella sería su acompañante de esa noche pues ¿quién iba a impedírselo? Estaba cansada de ser una señorita, hacía mucho no tenía una noche de las que ella etiquetaba como perfecta.
Y con perfecta no se refería a una fiesta con vestidos caros y catering exquisito. Si no acción, aventura y a saber qué pasase. Recordó la noche con Astrid y ese vampiro, la de Lazarus y aquel nigromante. Sin duda, el mundo sobrenatural le llamaba a gritos. Ingeniaba un plan, debía de salir perfecto. Abbey Appleby debía morir para dar paso a su verdadera esencia. Sopesaba muchas ideas, pero no podría sola..de momento, tendría que buscar a su verdugo, la persona que vigilaría sus pasos con el único fin de que se portase bien.
-¡Eh! Cuidado ¡mi botella, malnacido! -apartó al hombre de una patada, agarraba su pierna para que no se marchase y tuvieron que descubrirla, no cualquier persona. Si no él. gruñó miles de maldiciones por lo bajo e intentó recuperar su sombrero sin éxito ¿cómo la había descubierto? Era un disfraz perfecto y hasta esos se lo habían tragado. Los golpes que propinó noquearon a los borrachos, aunque quizás él también lo estuviese…era hora de ello -El disfraz no es hecho, es comprado… huele a caballo , ya sabes de donde viene. ¡ Qué espectáculo!, me has puesto incluso nerviosa… ya sabes -sonrió traviesa, dejando escapar un sonoro suspiro.
-Sí, te eché de menos -sonó tan tajante y sin pensar que pudo haberlo dicho en serio o no, nunca lo sabrían -Y tú me estabas esperando, qué sería una noche sin marearte y volverte…loco -sonrió traviesa, deslizando el vaso por la barra para que le llenase la copa -O me seguías… ¡ah! Que no trabajas para mí, no haces eso… -se llevó la copa a los labios, mostrando una breve sonrisa… no fue un reproche, más bien esperó de verdad aceptase el puesto -El grandullón duerme, me escapé con la facilidad que sopla el viento. Mi intención era bebérmela entera, así que si la mediamos,…es lo justo, te lo debo por eso…- se inclinó a él para susurrarle algo, más íntimo… o eso parecía -Estarás acostumbrado a ver a mujeres parecer o querer aparentar hombres, otra cosa es que lo consigan ¿no crees? Pero bueno, yo solo quería estar aquí, frente a mi copa y dame eso
Le arrebató entre risas su sombrero y se lo puso, sin guardar su cabello rubio, dejándolo caer en su espalda como una cascada de oro, sus ojos azules volvían a brillar con esa pizca de picardía y aventura.
-¿Dónde me vas a llevar hoy? Me dijiste que ibas a enseñarme a ser libre… ¿tú lo eres? No me has respondido nunca a seo o no lo llegué a entender… ah y… no voy a discutir contigo, prefiero luchar en otro sitio - más directa imposible, aún así se alejaba y acercaba al mismo tiempo. Su alma rebelde seguía luchando por salir…del todo.
Y con perfecta no se refería a una fiesta con vestidos caros y catering exquisito. Si no acción, aventura y a saber qué pasase. Recordó la noche con Astrid y ese vampiro, la de Lazarus y aquel nigromante. Sin duda, el mundo sobrenatural le llamaba a gritos. Ingeniaba un plan, debía de salir perfecto. Abbey Appleby debía morir para dar paso a su verdadera esencia. Sopesaba muchas ideas, pero no podría sola..de momento, tendría que buscar a su verdugo, la persona que vigilaría sus pasos con el único fin de que se portase bien.
-¡Eh! Cuidado ¡mi botella, malnacido! -apartó al hombre de una patada, agarraba su pierna para que no se marchase y tuvieron que descubrirla, no cualquier persona. Si no él. gruñó miles de maldiciones por lo bajo e intentó recuperar su sombrero sin éxito ¿cómo la había descubierto? Era un disfraz perfecto y hasta esos se lo habían tragado. Los golpes que propinó noquearon a los borrachos, aunque quizás él también lo estuviese…era hora de ello -El disfraz no es hecho, es comprado… huele a caballo , ya sabes de donde viene. ¡ Qué espectáculo!, me has puesto incluso nerviosa… ya sabes -sonrió traviesa, dejando escapar un sonoro suspiro.
-Sí, te eché de menos -sonó tan tajante y sin pensar que pudo haberlo dicho en serio o no, nunca lo sabrían -Y tú me estabas esperando, qué sería una noche sin marearte y volverte…loco -sonrió traviesa, deslizando el vaso por la barra para que le llenase la copa -O me seguías… ¡ah! Que no trabajas para mí, no haces eso… -se llevó la copa a los labios, mostrando una breve sonrisa… no fue un reproche, más bien esperó de verdad aceptase el puesto -El grandullón duerme, me escapé con la facilidad que sopla el viento. Mi intención era bebérmela entera, así que si la mediamos,…es lo justo, te lo debo por eso…- se inclinó a él para susurrarle algo, más íntimo… o eso parecía -Estarás acostumbrado a ver a mujeres parecer o querer aparentar hombres, otra cosa es que lo consigan ¿no crees? Pero bueno, yo solo quería estar aquí, frente a mi copa y dame eso
Le arrebató entre risas su sombrero y se lo puso, sin guardar su cabello rubio, dejándolo caer en su espalda como una cascada de oro, sus ojos azules volvían a brillar con esa pizca de picardía y aventura.
-¿Dónde me vas a llevar hoy? Me dijiste que ibas a enseñarme a ser libre… ¿tú lo eres? No me has respondido nunca a seo o no lo llegué a entender… ah y… no voy a discutir contigo, prefiero luchar en otro sitio - más directa imposible, aún así se alejaba y acercaba al mismo tiempo. Su alma rebelde seguía luchando por salir…del todo.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
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Re: Noche de libertad [Privado]
Ladeé la sonrisa cuando dijo que me había echado de menos, claro que esas palabras las acompañó con si yo la había ido a buscar.
Realmente no quería una noche tranquila, en soledad, bebiendo y nada mas, pero bueno, nunca solía acabar la noche con la idea con la que la empezaba, los problemas me seguían y sin duda ella era uno de esos problemas.
-No, no te he echado de menos -susurré mordiéndome la lengua ligeramente sin borrar mi sonrisa engreída.
Dejé escapar una risa llevando el vidrio a mis labios para dejar que el parduzco liquido entrara por mi garganta.
-Touche -aseguré relamiendo el alcohol que quedaba en ellos -No fui a reclamar el trabajo, porque me creas o no, los problemas me han buscado y encontrado, quizás algún día te cuente en que he estado ocupado.
Negué con la cabeza al escuchar que había logrado con facilidad deshacerse de su guarda espaldas.
-¿estas segura de querer cambiar de perro? Yo duermo menos, soy animal nocturno y se me da bien ser un depredador que no suelta presa.
Sus azules se hundieron en mis esmeraldas, centelleaban, sabia que se alegraba de verme, era normal.
Me eche a reír divertido volviendo a llevarme el vaso a los labios, mis ojos por encima del vidrio siguieron escuchándola.
-¿Solo una botella para dos?
Tiré de su taburete para orillarla contra mi cuerpo, sus labios rozaron los míos con su aliento antes de quitarme el sombrero para cubrir su cabeza dejando su pelo caer como una cascada por su espalda perfecta.
Me eche a reír cuando me dijo que donde la iba a llevar hoy. Quería seguir siendo libre y sin duda yo era el mejor para enseñarle a ser eso.
-Me tendrás que contratar como guía, como guardaespaldas no me veo teniendo en cuenta que la ultima vez caíste de un acantilado.
Le di un azote en el trasero para que se pusiera en pie.
-¿que te parece si vamos a un edificio que conozco, esta en ruinas, en las zonas mas alejadas de París, dormí allí la primera noche que llegué, no he visto mejores vistas ¿que me dices? ¿confías en mi? -susurré tendiéndole la mano.
Me encogí de hombros, esa pregunta era complicada.
-¿define ser libre? Si te refieres a si soy completamente libre, no. Me ata una guerra en el norte, mi linaje, mi familia y la idea utópica de algún día tener la propia -reí hundiendo en ella mis esmeraldas -para estas cosas necesitaría estar borracho -bromeé tirando de su mano -quizás ahí arriba después de bebernos un par de botellas pueda responder esa pregunta.
Realmente no quería una noche tranquila, en soledad, bebiendo y nada mas, pero bueno, nunca solía acabar la noche con la idea con la que la empezaba, los problemas me seguían y sin duda ella era uno de esos problemas.
-No, no te he echado de menos -susurré mordiéndome la lengua ligeramente sin borrar mi sonrisa engreída.
Dejé escapar una risa llevando el vidrio a mis labios para dejar que el parduzco liquido entrara por mi garganta.
-Touche -aseguré relamiendo el alcohol que quedaba en ellos -No fui a reclamar el trabajo, porque me creas o no, los problemas me han buscado y encontrado, quizás algún día te cuente en que he estado ocupado.
Negué con la cabeza al escuchar que había logrado con facilidad deshacerse de su guarda espaldas.
-¿estas segura de querer cambiar de perro? Yo duermo menos, soy animal nocturno y se me da bien ser un depredador que no suelta presa.
Sus azules se hundieron en mis esmeraldas, centelleaban, sabia que se alegraba de verme, era normal.
Me eche a reír divertido volviendo a llevarme el vaso a los labios, mis ojos por encima del vidrio siguieron escuchándola.
-¿Solo una botella para dos?
Tiré de su taburete para orillarla contra mi cuerpo, sus labios rozaron los míos con su aliento antes de quitarme el sombrero para cubrir su cabeza dejando su pelo caer como una cascada por su espalda perfecta.
Me eche a reír cuando me dijo que donde la iba a llevar hoy. Quería seguir siendo libre y sin duda yo era el mejor para enseñarle a ser eso.
-Me tendrás que contratar como guía, como guardaespaldas no me veo teniendo en cuenta que la ultima vez caíste de un acantilado.
Le di un azote en el trasero para que se pusiera en pie.
-¿que te parece si vamos a un edificio que conozco, esta en ruinas, en las zonas mas alejadas de París, dormí allí la primera noche que llegué, no he visto mejores vistas ¿que me dices? ¿confías en mi? -susurré tendiéndole la mano.
Me encogí de hombros, esa pregunta era complicada.
-¿define ser libre? Si te refieres a si soy completamente libre, no. Me ata una guerra en el norte, mi linaje, mi familia y la idea utópica de algún día tener la propia -reí hundiendo en ella mis esmeraldas -para estas cosas necesitaría estar borracho -bromeé tirando de su mano -quizás ahí arriba después de bebernos un par de botellas pueda responder esa pregunta.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Fecha de inscripción : 18/01/2017
Re: Noche de libertad [Privado]
No lo culpaba. ¿Quién iba a echarla de menos? nadie. Era la definición de la palabra: problema, lío, entuerto… en cada uno de ellas firmaba como “Abbey Appleby”. Su vida siendo señorita no podía ser más aburrida, acomodada sí, no le faltaba de nada, hasta personas que masticarían la comida para que ni eso tuviese que hacer pero… ¿Acaso ella lo había pedido? No. Ser una Appleby conllevaba muchas obligaciones, demasiadas… y una de ellas , la más importante y la que odiaba…era la de aguantar a sus hermanas. Ninguna había pasado por la residencia de señoritas, no hizo falta…al fin y al cabo, terminaron casadas y con hijos sin apenas haber rozado los dieciocho años.
Ella a sus veinte seguía igual, en su estado de confort. No se negó a seguir en aquel lugar pero como no, bajo sus condiciones. Se escapaba, huía de la realidad para de verdad poder ser quien era. El disfraz poco le sirvió ante él, salió desapercibida hasta que él la descubrió de aquella forma tan vil, delante de esos palurdos borrachos que enseguida la miraron de una manera muy diferente. Y… se sorprendió, mucho a decir verdad. Sus gestos hablaban por sí solos, abrió los ojos sorprendida, resoplando y terminando en un silbido de lo más inusual en una dama, más de su alta alcurnia.
-Esas son palabras mías. Los problemas me persiguen. Ahora entiendo porque te has cruzado en mi camino. ¿Vas a ser el problema más grave que tenga? Estoy acostumbrada, no tienes que salvarme, ni cuidarme…lo sé hacer por mí misma. Ellos no me quieren poner a un gorila para que no me pase nada, más bien al contrario… quieren evitar que me dé cuenta de lo que ya lo hice desde la primera noche que me escapé de allí, la primera que llegué a Paris. Y es que una señorita no puede valerse por sí misma. Sé que me entiendes, me hablaste de las mujeres libres de allá de donde vienes… -tomó el vaso y le dio un buen trago, estaba acostumbrada… como si se estuviese bebiendo un vaso de té, eso sí…y es que su carácter no casaba con el de una señorita pero eso no quería decir que en ciertos aspectos o lo fuese. Elegante y muy coqueta, femenina en sus movimientos.
-No quiero un perro. Ellos se conforman con no saborear la libertad y ya lo he hecho, solo queda el paso…de que un día no regrese -un nuevo trago que acabó con todo el whisky, se sirvió otra copa, parecía pensativa y no era para menos, le había hecho pensar en según qué cosas. lo miró desafiante junto con una sonrisa divertida, le había sonado un plan para un fin…acabar con lo que dejaron a medias -Las cosas surgen, no se planean, estás planeando que terminemos aquello pero esta noche puede pasar cualquier cosa… nos persiguen los problemas ¿no? -dejó en la barra suficiente dinero para un par de botellas más, incluso le sobraba -Quédeselo, así renueva las mesas.. que hemos roto, siento el altercado. Hay algunos que no saben jugar,…ni beber -¿doble sentido? Podía ser, con ella podría significar cualquier cosa.
-Nadie es completamente libre. Una cosa es sentirte libre y otra serlo. Sé muy bien la diferencia pero por esta noche solo quiero lo primero, sentirme así, ya veremos que pasa después. Quiero ver Paris desde otro lado que no sea mi ventana, apenas se ven unos edificios… espero que me sorprendas o me bebo tu botella. Toma, es tuya por salvar mi pureza… bueno, o eso creían que era inocente y virginal -movió las cejas divertida, saltando del taburete, en dirección a la puerta, como siempre adelantándose… las ideas claras, sueños por cumplir, planes que ejecutar… quizás en un día, sí que fuese libre, sentirse plena… de momento que saborease esa noche.
Sus orbes azules en la noche, buscaron las esmeraldas llenas de vida. Le sorprendía la manera que tenía de ver la vida, ese fuerte carácter en el que terminaban desembocando ambos…hielo y fuego.
Ella a sus veinte seguía igual, en su estado de confort. No se negó a seguir en aquel lugar pero como no, bajo sus condiciones. Se escapaba, huía de la realidad para de verdad poder ser quien era. El disfraz poco le sirvió ante él, salió desapercibida hasta que él la descubrió de aquella forma tan vil, delante de esos palurdos borrachos que enseguida la miraron de una manera muy diferente. Y… se sorprendió, mucho a decir verdad. Sus gestos hablaban por sí solos, abrió los ojos sorprendida, resoplando y terminando en un silbido de lo más inusual en una dama, más de su alta alcurnia.
-Esas son palabras mías. Los problemas me persiguen. Ahora entiendo porque te has cruzado en mi camino. ¿Vas a ser el problema más grave que tenga? Estoy acostumbrada, no tienes que salvarme, ni cuidarme…lo sé hacer por mí misma. Ellos no me quieren poner a un gorila para que no me pase nada, más bien al contrario… quieren evitar que me dé cuenta de lo que ya lo hice desde la primera noche que me escapé de allí, la primera que llegué a Paris. Y es que una señorita no puede valerse por sí misma. Sé que me entiendes, me hablaste de las mujeres libres de allá de donde vienes… -tomó el vaso y le dio un buen trago, estaba acostumbrada… como si se estuviese bebiendo un vaso de té, eso sí…y es que su carácter no casaba con el de una señorita pero eso no quería decir que en ciertos aspectos o lo fuese. Elegante y muy coqueta, femenina en sus movimientos.
-No quiero un perro. Ellos se conforman con no saborear la libertad y ya lo he hecho, solo queda el paso…de que un día no regrese -un nuevo trago que acabó con todo el whisky, se sirvió otra copa, parecía pensativa y no era para menos, le había hecho pensar en según qué cosas. lo miró desafiante junto con una sonrisa divertida, le había sonado un plan para un fin…acabar con lo que dejaron a medias -Las cosas surgen, no se planean, estás planeando que terminemos aquello pero esta noche puede pasar cualquier cosa… nos persiguen los problemas ¿no? -dejó en la barra suficiente dinero para un par de botellas más, incluso le sobraba -Quédeselo, así renueva las mesas.. que hemos roto, siento el altercado. Hay algunos que no saben jugar,…ni beber -¿doble sentido? Podía ser, con ella podría significar cualquier cosa.
-Nadie es completamente libre. Una cosa es sentirte libre y otra serlo. Sé muy bien la diferencia pero por esta noche solo quiero lo primero, sentirme así, ya veremos que pasa después. Quiero ver Paris desde otro lado que no sea mi ventana, apenas se ven unos edificios… espero que me sorprendas o me bebo tu botella. Toma, es tuya por salvar mi pureza… bueno, o eso creían que era inocente y virginal -movió las cejas divertida, saltando del taburete, en dirección a la puerta, como siempre adelantándose… las ideas claras, sueños por cumplir, planes que ejecutar… quizás en un día, sí que fuese libre, sentirse plena… de momento que saborease esa noche.
Sus orbes azules en la noche, buscaron las esmeraldas llenas de vida. Le sorprendía la manera que tenía de ver la vida, ese fuerte carácter en el que terminaban desembocando ambos…hielo y fuego.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: Noche de libertad [Privado]
Los dos eramos tempestad y como si ansiáramos bebernos la vida por motivos distintos nos mirábamos decididos a empezar por la noche.
Entre risas y dando tragos a la botella empezamos a caminar hacia las afueras de París, un lugar bastante lúgubre, nada que ver con el centro, lleno de gente de la alta sociedad, con calles bien iluminadas, casas señoriales y plagadas de flores por doquier.
Caminábamos por la acera, apenas unas farolas iluminaban esta, hombres trapicheaban en los callejones. Olia a alcohol, sexo, orín y podredumbre.
-Menudo sitio para una segunda cita ¿verdad? Bromeé hundiendo mis esmeraldas en sus azules antes de dar otro trago a la botella.
Dos putas se nos aceraron, al parecer aun no habían cazado a su cliente nocturno y yo no era uno desdeñable, claro que sin monedas en mi cinto, de poco iba a servirles.
Negué con la cabeza entre risas, tomando a Abbey por el brazo para alejarnos de ellas, me relamí los restos de alcohol contemplándola.
-¿y bien? ¿aparte de echarme de menos y soñar con ese hombre al que dejaste a medias que mas ha hecho señorita? -pregunte tirando de ella para colarnos por una puerta derruida.
La casa estaba en ruinas, cochambrosa, llena de botellas de alcohol vacías y algún que otro vagabundo durmiendo por su interior ido y abandonado de la fe de su dios.
Subimos por unas escaleras empinadas, la mirad de la barandilla rota, la otra cuarteada hasta dar con la parte superior de la casa, una azotea, sucia, destartalada.
-Se pone interesante -susurré en su oído -¿tienes miedo?
Tapé sus ojos con la mano y la llevé justo al borde de la baranda de la azotea.
Allí aparté mi mano para que ahora si contemplara las luces de París, desde allí podía verse toda la ciudad entera.
-No te sientes libre ahora, toda París se postra a tus pies -susurré en su oído.
Su pecho contra mi espalda, mis brazos a cada parte de su cuerpo y mi cabeza mirando por encima de su hombro.
-me gusta estar aquí, es un lugar para perderse, pensar, beber.
Me aparté de ella, dejándome caer, mi espada contra el murete, en mi mano la botella que pronto acaparó de nuevo mis labios.
-Hasta ahora he sido yo quien te ha enseñado a vivir, es irónico cuando paso la vida tratando de sobrevivir.
Mi vida era un caos, no es que en el futuro viviera en paz, todo lo contrario, mas en el presente, la dinámica no cambiaba, solo que estaba mas solo, mas desesperado y la idea de no dar con el hechicero complicaba bastante mi maldito trabajo de salvar mi vida sin morir en el intento.
Entre risas y dando tragos a la botella empezamos a caminar hacia las afueras de París, un lugar bastante lúgubre, nada que ver con el centro, lleno de gente de la alta sociedad, con calles bien iluminadas, casas señoriales y plagadas de flores por doquier.
Caminábamos por la acera, apenas unas farolas iluminaban esta, hombres trapicheaban en los callejones. Olia a alcohol, sexo, orín y podredumbre.
-Menudo sitio para una segunda cita ¿verdad? Bromeé hundiendo mis esmeraldas en sus azules antes de dar otro trago a la botella.
Dos putas se nos aceraron, al parecer aun no habían cazado a su cliente nocturno y yo no era uno desdeñable, claro que sin monedas en mi cinto, de poco iba a servirles.
Negué con la cabeza entre risas, tomando a Abbey por el brazo para alejarnos de ellas, me relamí los restos de alcohol contemplándola.
-¿y bien? ¿aparte de echarme de menos y soñar con ese hombre al que dejaste a medias que mas ha hecho señorita? -pregunte tirando de ella para colarnos por una puerta derruida.
La casa estaba en ruinas, cochambrosa, llena de botellas de alcohol vacías y algún que otro vagabundo durmiendo por su interior ido y abandonado de la fe de su dios.
Subimos por unas escaleras empinadas, la mirad de la barandilla rota, la otra cuarteada hasta dar con la parte superior de la casa, una azotea, sucia, destartalada.
-Se pone interesante -susurré en su oído -¿tienes miedo?
Tapé sus ojos con la mano y la llevé justo al borde de la baranda de la azotea.
Allí aparté mi mano para que ahora si contemplara las luces de París, desde allí podía verse toda la ciudad entera.
-No te sientes libre ahora, toda París se postra a tus pies -susurré en su oído.
Su pecho contra mi espalda, mis brazos a cada parte de su cuerpo y mi cabeza mirando por encima de su hombro.
-me gusta estar aquí, es un lugar para perderse, pensar, beber.
Me aparté de ella, dejándome caer, mi espada contra el murete, en mi mano la botella que pronto acaparó de nuevo mis labios.
-Hasta ahora he sido yo quien te ha enseñado a vivir, es irónico cuando paso la vida tratando de sobrevivir.
Mi vida era un caos, no es que en el futuro viviera en paz, todo lo contrario, mas en el presente, la dinámica no cambiaba, solo que estaba mas solo, mas desesperado y la idea de no dar con el hechicero complicaba bastante mi maldito trabajo de salvar mi vida sin morir en el intento.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: Noche de libertad [Privado]
Aquel descarado no dejaba de tentarla y buscarla a cada mirada, palabra o gesto; lo que provocaba en Abbey una constante sonrisa. Difícil que la manzana sonriese o hiciese el amago de ello y él lo había conseguido. ¿Había oído bien? ¿Cita? Negó con la cabeza como si la sola idea le diese alergia. No tenia citas, ahora que lo pensaba…nunca tuvo ninguna. Abbey Appleby disfrutaba de la soledad en ese aspecto, nunca necesitó a nadie en términos amorosos. Se burlaba del amor hasta que lo probó y le llegó aún más que el sabor de una rica tarta de manzana.
Porque a fin de cuentas ¿qué era el amor para ella? un sentimiento que te vuelve idiota, inútil y te termina consumiendo, débil y vulnerable. Después de la experiencia, terminó herida y muy dolida, huía del amor y no lo buscaba, para ella no era prescindible. Lo que sí era crucial para la vida, era pasarlo bien, sentirte libre. Desde que tuvo uso de razón, las prohibiciones y obligaciones, estaban a la orden del día pero siempre se escapaba… buscando algo más. Ya desde pequeña, su alma rebelde desafiaba a todo aquel que le prohibía simplemente…vivir.
-Soñar que todas morían quemadas mientras bordaban cojines con flores -le salió tan natural que parecía mentira que esa frase hubiese salido de sus labios de manzana y aún no había acabado con ello -No he podido hacer todo lo que quisiese, solo cuando salgo… si te empiezo a decir todo lo que he hecho, ten por seguro que no llegamos ni a la esquina, te duermes antes -rió divertida, guiada por sus pasos. Tenía curiosidad por el sitio al que la llevaría, el primero fue impresionante y este segundo no sería menos.
Miedo. No era una pregunta cualquiera. ¿Ella miedo? Sus orbes azules, lo miraron de una forma muy distinta hasta ahora. No, no solo no tenía miedo, algo muy diferente estaba a punto de descubrir de aquella joven que apareció de la nada en aquel callejón para complicarle la vida… y no de cualquier manera. Rió dejándose hacer, confiaba en él…al menos en ese instante. Ella misma se envalentonó para subir donde le pedía y antes de que apartase la mano, sonrió ampliamente…deseosa de más, no era suficiente.
-Hermosa Paris -murmuró perdiendo la mirada en cada rincón que le ofrecía la vista. Se mordió el labio inferior, ella aún no le había mostrado nada… no tenía lugares secretos pero sí aspiraciones y un modo de ver la vida distinto a cualquier otra persona de aquella residencia de señoritas -Dicen que la vida es eso, sobrevivir y yo creo que la vida es para vivirla a cada segundo. Batallar contra el tiempo lo veo ilógico ¿para qué pensar en cada segundo, minuto, hora? Cuando podemos vivirlo intensamente. Y eso hago cuando cruzo esas puertas. Dejo de ser Abbey Appleby para convertirme en un transeúnte más… -casi pierde el equilibrio, por lo que tuvo que agarrarse, aferrarse a la ropa de su pecho. Murmuró cien mil maldiciones por lo bajo y como no, ese ceño fruncido no podía ser más adorable.
-¿Por qué estás en Paris? Allá de donde vienes… no creo que quieras huir de allí. Algo te ata aquí y no es ninguna mujer o quizás sí ¿la muerte te persigue? Puedo verla en tus ojos… y no me preguntes cómo lo sé. Digamos que hace mucho tiempo… la vi también en una mirada diferente, una que ya no podré admirar jamás. -hizo una pausa, dejando escapar un suspiro, estaba decidida a cambiar, no estaba atada a nada ni a nadie -No volveré a cruzar esas puertas. Quiero morir. Necesito que crean que he muerto , solo así podré ser libre. Dime, ¿cómo puedo vagar entre la multitud sin ser quién soy? Sé que lo sabes. Tú lo haces. No me preguntes como pero lo haces…eres diferente a todos ellos
Porque a fin de cuentas ¿qué era el amor para ella? un sentimiento que te vuelve idiota, inútil y te termina consumiendo, débil y vulnerable. Después de la experiencia, terminó herida y muy dolida, huía del amor y no lo buscaba, para ella no era prescindible. Lo que sí era crucial para la vida, era pasarlo bien, sentirte libre. Desde que tuvo uso de razón, las prohibiciones y obligaciones, estaban a la orden del día pero siempre se escapaba… buscando algo más. Ya desde pequeña, su alma rebelde desafiaba a todo aquel que le prohibía simplemente…vivir.
-Soñar que todas morían quemadas mientras bordaban cojines con flores -le salió tan natural que parecía mentira que esa frase hubiese salido de sus labios de manzana y aún no había acabado con ello -No he podido hacer todo lo que quisiese, solo cuando salgo… si te empiezo a decir todo lo que he hecho, ten por seguro que no llegamos ni a la esquina, te duermes antes -rió divertida, guiada por sus pasos. Tenía curiosidad por el sitio al que la llevaría, el primero fue impresionante y este segundo no sería menos.
Miedo. No era una pregunta cualquiera. ¿Ella miedo? Sus orbes azules, lo miraron de una forma muy distinta hasta ahora. No, no solo no tenía miedo, algo muy diferente estaba a punto de descubrir de aquella joven que apareció de la nada en aquel callejón para complicarle la vida… y no de cualquier manera. Rió dejándose hacer, confiaba en él…al menos en ese instante. Ella misma se envalentonó para subir donde le pedía y antes de que apartase la mano, sonrió ampliamente…deseosa de más, no era suficiente.
-Hermosa Paris -murmuró perdiendo la mirada en cada rincón que le ofrecía la vista. Se mordió el labio inferior, ella aún no le había mostrado nada… no tenía lugares secretos pero sí aspiraciones y un modo de ver la vida distinto a cualquier otra persona de aquella residencia de señoritas -Dicen que la vida es eso, sobrevivir y yo creo que la vida es para vivirla a cada segundo. Batallar contra el tiempo lo veo ilógico ¿para qué pensar en cada segundo, minuto, hora? Cuando podemos vivirlo intensamente. Y eso hago cuando cruzo esas puertas. Dejo de ser Abbey Appleby para convertirme en un transeúnte más… -casi pierde el equilibrio, por lo que tuvo que agarrarse, aferrarse a la ropa de su pecho. Murmuró cien mil maldiciones por lo bajo y como no, ese ceño fruncido no podía ser más adorable.
-¿Por qué estás en Paris? Allá de donde vienes… no creo que quieras huir de allí. Algo te ata aquí y no es ninguna mujer o quizás sí ¿la muerte te persigue? Puedo verla en tus ojos… y no me preguntes cómo lo sé. Digamos que hace mucho tiempo… la vi también en una mirada diferente, una que ya no podré admirar jamás. -hizo una pausa, dejando escapar un suspiro, estaba decidida a cambiar, no estaba atada a nada ni a nadie -No volveré a cruzar esas puertas. Quiero morir. Necesito que crean que he muerto , solo así podré ser libre. Dime, ¿cómo puedo vagar entre la multitud sin ser quién soy? Sé que lo sabes. Tú lo haces. No me preguntes como pero lo haces…eres diferente a todos ellos
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Re: Noche de libertad [Privado]
Ladeé la sonrisa escuchando sus palabras, era cierto la vida para la mayoría no trataba de eso, de sobrevivir sin mas, pero para mi justo era eso, una guerra en la que vencías, sobrevivías hasta el siguiente encuentro o por ende marchabas al Valhalla bien acompañado por supuesto.
Dejé escapar el aire de forma pesada.
-Bueno, digamos que la guerra corre por mi venas, llevo observando a la parca demasiado tiempo como para no ser un necio y saber que moriré joven.
De allí de donde vengo es luchar o morir, hasta ahora he vencido tantas veces que no temo a la muerte, supongo que es lo que sucede cuando te conviertes en su confidente.
Sobrevivo peor bebiéndome la vida, soy libre, no me compadezco de mi sino, es mas me gusta.
Mis ojso centellearon contra los suyos dando de cierto modo veracidad a sus palabras.
-Un poco de todo señorita Abby, es cierto que algo me ata a este lugar, mi vida y mi muerte a decir verdad. París es el lugar donde naceré y si no lo evito donde pereceré.
Vi la cara que puso, una en la que no entendía nada mas buscaba entender con curiosidad inusitada.
-Soy un viajero en el tiempo, en este ni siquiera me encuentro en el vientre de mi madre. Hace relativamente poco descubrimos que un hechicero había cruzado un portal espacio temporal para dar conmigo y acabar con mi vida, al parecer en el futuro de donde provengo yo acabo con la suya, así que, si nazco, el no muere, un plan redondo, cobarde pero redondo.
Así que decidí venir a este tiempo a enfrentarme a el y cometer mi función acabar con su misera existencia antes de que el haga desaparecer la mía.
De momento no he tenido suerte y no he dado con él, todo me lleva a un laberinto sin salida.
Si el tiempo se me agota tendré buscar a mi madre y contarle la verdad, no puedo permitir que me destruyan, pero eso cambiaría la linea temporal.
Negué con la cabeza algo saturado, todo era demasiado complicado, eso por no hablar de la guerra encarnizada que libraba mi familia en el norte.
-Ese es el motivo de parecer un fantasma, lo soy, en esta época no tengo nada, o al menos nada a lo que poder aferrarme.
Sobre el amor -di un trago a la botella -eso es mas complicado -te confesaré algo, soy un cobarde, me pongo una coraza, me cuesta mucho permitirme sentir algo, porque de hacerlo estaría condenando a esa persona a llorar sobre una tumba, como te he dicho no me veo de viejo frente a una chimenea rodeado de nietos, la parca lleva mi nombre escrito en la lista y soy consciente de que Odin me quiere en sus filas.
Es cuestión de tiempo.
Hay una inmortal por la que siempre he sentido cierta confusión, quizás justo por eso, porque nada puede existir entre los dos y hace poco conocí a una mujer en París, es dulce, bonita, me gustaría conocerla, creer que para mi hay redención y utopía pero.. -hice una pausa para dar otro trago -creo que he bebido demasiado. Y luego estas tu, salvaje, intentando ser libre pero siendo esclava siempre de las cadenas que te atrapan -reí divertido -el amor es para otro que no sienta el aliento de la muerte en su cuello.
Dejé escapar el aire de forma pesada.
-Bueno, digamos que la guerra corre por mi venas, llevo observando a la parca demasiado tiempo como para no ser un necio y saber que moriré joven.
De allí de donde vengo es luchar o morir, hasta ahora he vencido tantas veces que no temo a la muerte, supongo que es lo que sucede cuando te conviertes en su confidente.
Sobrevivo peor bebiéndome la vida, soy libre, no me compadezco de mi sino, es mas me gusta.
Mis ojso centellearon contra los suyos dando de cierto modo veracidad a sus palabras.
-Un poco de todo señorita Abby, es cierto que algo me ata a este lugar, mi vida y mi muerte a decir verdad. París es el lugar donde naceré y si no lo evito donde pereceré.
Vi la cara que puso, una en la que no entendía nada mas buscaba entender con curiosidad inusitada.
-Soy un viajero en el tiempo, en este ni siquiera me encuentro en el vientre de mi madre. Hace relativamente poco descubrimos que un hechicero había cruzado un portal espacio temporal para dar conmigo y acabar con mi vida, al parecer en el futuro de donde provengo yo acabo con la suya, así que, si nazco, el no muere, un plan redondo, cobarde pero redondo.
Así que decidí venir a este tiempo a enfrentarme a el y cometer mi función acabar con su misera existencia antes de que el haga desaparecer la mía.
De momento no he tenido suerte y no he dado con él, todo me lleva a un laberinto sin salida.
Si el tiempo se me agota tendré buscar a mi madre y contarle la verdad, no puedo permitir que me destruyan, pero eso cambiaría la linea temporal.
Negué con la cabeza algo saturado, todo era demasiado complicado, eso por no hablar de la guerra encarnizada que libraba mi familia en el norte.
-Ese es el motivo de parecer un fantasma, lo soy, en esta época no tengo nada, o al menos nada a lo que poder aferrarme.
Sobre el amor -di un trago a la botella -eso es mas complicado -te confesaré algo, soy un cobarde, me pongo una coraza, me cuesta mucho permitirme sentir algo, porque de hacerlo estaría condenando a esa persona a llorar sobre una tumba, como te he dicho no me veo de viejo frente a una chimenea rodeado de nietos, la parca lleva mi nombre escrito en la lista y soy consciente de que Odin me quiere en sus filas.
Es cuestión de tiempo.
Hay una inmortal por la que siempre he sentido cierta confusión, quizás justo por eso, porque nada puede existir entre los dos y hace poco conocí a una mujer en París, es dulce, bonita, me gustaría conocerla, creer que para mi hay redención y utopía pero.. -hice una pausa para dar otro trago -creo que he bebido demasiado. Y luego estas tu, salvaje, intentando ser libre pero siendo esclava siempre de las cadenas que te atrapan -reí divertido -el amor es para otro que no sienta el aliento de la muerte en su cuello.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: Noche de libertad [Privado]
Curioso oírle decir que moriría joven, ella siempre tuvo esa sensación de sí misma. Se arriesgaba demasiado, alejándose de ese mundo de lujos para terminar en lugares insospechados, mezclarse con gente que bien le podía arruinar la vida o mejor, cambiarla para siempre. Y no deseaba nada más que eso, dejar de ser esa señorita que debía ser para convertirse en tan solo Abbey, sin ese apellido adornando su nombre ¿alguna vez podría ser?
La fascinación con la que sus orbes azules lo miraron, la sonrisa en sus labios ¿viaje en el tiempo? acaso eso …¿Se podía hacer?. Dejó que hablase, por primera vez , alguien le había dejado sin palabras y dejado que se expresase sin interrumpirle. Nadie hasta hoy lo había conseguido. Se quedó mirándole, entrecerrando los ojos, observándole en silencio…era increíble. Su historia le parecía algo imposible, viajes en el tiempo, brujos , venganza… magia. No dijo nada durante unos minutos, desvió la mirada hacia sus gastadas botas,…bueno, ni siquiera eran suyas. No sabía qué decir así que reaccionó de un modo que quizás a él le sorprendiese.
-No eres de este tiempo. Te dije que no eras como los demás. Yo no debí nacer en este tiempo tampoco. Veo la vida de distinta manera, no quiero acabar casada con alguien tan solo por heredar tierras y dote, tener un sinfín de hijos y terminar muriendo sola…aunque creo que me pasará lo que a ti, en una de estas salidas… terminaré mal. Es un hecho -se encogió de hombros, sentándose más cerca, el frío le acababa de poner la piel de gallina…el frío y esa historia fantástica. No parecía que mintiese pero era un hombre… así que no las tenía todas con ella.
Enarcó ambas cejas. El amor. Ese tema eran palabras mayores. Esa palabra la había arrancado de su diccionario, no quería saber nada de ello y él pudo darse cuenta en la cómo entornó los ojos y resopló. El amor no estaba hecho para ella, el único que pudo hacerla feliz … se marchaba cuando más lo necesitaba. No extrañaba esa sensación de vértigo, ni perderse en una mirada que te veía como si fueses la única y especial… ese pellizco en el vientre. Le sorprendió aún más oírle su pensamiento sobre el amor, parecía estar oyéndose a ella misma. Una risa incrédula, se escapó de sus labios… oírle hablar seguía siendo novedoso, imposible, le sorprendía.
-Solemos fijarnos en lo contrario a nosotros. En lo que nos falta y la otra persona nos da y nos complementa. No soy buena dando consejos, yo no sé hacer eso. Pienso como tú, enamorarme sería mi condena… me pasó una vez y fue suficiente. No voy a enamorarme nunca más -sentenció desviando la mirada hacia las vistas de Paris, sintiéndose vacía de golpe. Aún quedaba el consejo, uno que acababa de darse a ella misma -Vas a condenarte, condenarla si te enamoras de esa joven. Aunque los sentimientos no pueden controlarse. Te veo ilusionado, con ganas de experimentar lo que es, qué se siente al ser correspondido. -hubo un silencio, uno que rompió segundos después -El amor es un error, Niels pero si ella es esa persona, da igual de dónde vengas o lo que vayas a hacer… quizás te arrepientas de haberla dejado escapar. Duele más perder- su gesto se tensó, dando un largo trago a la botella -¿Qué es eso con que “luego estás tú”? , no te enamorarías de mí, no me soporto ni yo misma. No podría corresponderte nunca -
Desvió la mirada al suelo, alzando la barbilla después… porque como bien dijo, el amor no, no era para ella.
La fascinación con la que sus orbes azules lo miraron, la sonrisa en sus labios ¿viaje en el tiempo? acaso eso …¿Se podía hacer?. Dejó que hablase, por primera vez , alguien le había dejado sin palabras y dejado que se expresase sin interrumpirle. Nadie hasta hoy lo había conseguido. Se quedó mirándole, entrecerrando los ojos, observándole en silencio…era increíble. Su historia le parecía algo imposible, viajes en el tiempo, brujos , venganza… magia. No dijo nada durante unos minutos, desvió la mirada hacia sus gastadas botas,…bueno, ni siquiera eran suyas. No sabía qué decir así que reaccionó de un modo que quizás a él le sorprendiese.
-No eres de este tiempo. Te dije que no eras como los demás. Yo no debí nacer en este tiempo tampoco. Veo la vida de distinta manera, no quiero acabar casada con alguien tan solo por heredar tierras y dote, tener un sinfín de hijos y terminar muriendo sola…aunque creo que me pasará lo que a ti, en una de estas salidas… terminaré mal. Es un hecho -se encogió de hombros, sentándose más cerca, el frío le acababa de poner la piel de gallina…el frío y esa historia fantástica. No parecía que mintiese pero era un hombre… así que no las tenía todas con ella.
Enarcó ambas cejas. El amor. Ese tema eran palabras mayores. Esa palabra la había arrancado de su diccionario, no quería saber nada de ello y él pudo darse cuenta en la cómo entornó los ojos y resopló. El amor no estaba hecho para ella, el único que pudo hacerla feliz … se marchaba cuando más lo necesitaba. No extrañaba esa sensación de vértigo, ni perderse en una mirada que te veía como si fueses la única y especial… ese pellizco en el vientre. Le sorprendió aún más oírle su pensamiento sobre el amor, parecía estar oyéndose a ella misma. Una risa incrédula, se escapó de sus labios… oírle hablar seguía siendo novedoso, imposible, le sorprendía.
-Solemos fijarnos en lo contrario a nosotros. En lo que nos falta y la otra persona nos da y nos complementa. No soy buena dando consejos, yo no sé hacer eso. Pienso como tú, enamorarme sería mi condena… me pasó una vez y fue suficiente. No voy a enamorarme nunca más -sentenció desviando la mirada hacia las vistas de Paris, sintiéndose vacía de golpe. Aún quedaba el consejo, uno que acababa de darse a ella misma -Vas a condenarte, condenarla si te enamoras de esa joven. Aunque los sentimientos no pueden controlarse. Te veo ilusionado, con ganas de experimentar lo que es, qué se siente al ser correspondido. -hubo un silencio, uno que rompió segundos después -El amor es un error, Niels pero si ella es esa persona, da igual de dónde vengas o lo que vayas a hacer… quizás te arrepientas de haberla dejado escapar. Duele más perder- su gesto se tensó, dando un largo trago a la botella -¿Qué es eso con que “luego estás tú”? , no te enamorarías de mí, no me soporto ni yo misma. No podría corresponderte nunca -
Desvió la mirada al suelo, alzando la barbilla después… porque como bien dijo, el amor no, no era para ella.
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
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Re: Noche de libertad [Privado]
La rubia parecía realmente interesada en mi historia, me di cuenta de que al igual que yo estaba desesperada por que su vida fuera corta.
Quizás teníamos motivos distintos, lo mio no era en señal de rebeldía, es que mi carácter era así, impetuoso, no podía redimirlo, no había paz para mi alma y por eso supe que algún día Lakme llevaría flores blancas a mi tumba.
No me veía con una familia, no porque en el fondo no la quisiera, claro que soñaba con tener una mujer con la que volver después de cada gesta, una que envainara mi espada y muchos hijos corriendo por la casa, que el apellido Cannif no acabara conmigo.
Tras esto llego el turno de la reflexión sobre el amor, parece que la dama estaba hastiada de ese sentimiento. Yo no es que odiara como ella lo que representaba, si no que odiaba la idea de no ser capaz de hacer feliz a una mujer.
-Soy un hombre complicado, dudo que ninguna me aguantara -bromeé tratando de quitar hierro al asunto.
Es cierto que esa joven es distinta, me gusta, si fueran otras las circunstancias creo que me daría una oportunidad para conocerla, pues no teme a la muerte, la he visto luchar y con mi gente.
Viene de un linaje de guerreros y como yo esquiva a la parca en un tremendo duelo. Mas no es eso lo que mas me gusta de ella, si no la inocencia que destila con cada caricia, cada beso. Es dulce, demasiado y eso me da miedo porque admito me atrapa de un modo que me desarma.
Estoy acostumbrado a otro tipo de mujeres y a ellas si se manejarlas.
Me eché a reír cuando dijo que me olvidara de ella que no tenia la menor intención de tener nada con nadie.
-No te preocupes, serias la ultima mujer sobre la faz de la tierra en la que pensaría para tener algo -mentí con cierto tono divertido -no me gustan las historias complicadas. Tu corazón sigue ocupado y parece que no esta dispuesto a dejarme entrar en él ¿cierto?
Tiré de su cintura para sentarla junto a mi, lancé las pieles por encima de los dos permitiendola apoyarse en mi pecho.
-Pero que el amor no esté hecho para ninguno no implica que no podamos tener sexo -bromeé rozando con mis labios su oído -no me dejaras entrar en tu corazón pero y en otro sitio.
Mi picara mirada lo decía todo, ladeé la sonrisa antes de perderme en sus labios bajo el manto estrellado.
Me separé perdiendo mi mirada un instante en el firmamento, me traía recuerdos.
-si pudieras pedir un deseo Abbey ¿cual seria?
Enarqué una ceja esperando la respuesta mientras yo meditaba cual seria la mía, algo complicado teniendo en cuenta que parecía tener todo cuanto quería, algo que no era del todo cierto.
-Mi vida es complicada -apunté finalmente nitre risas tomando la botella y dándole un trago.
Quizás teníamos motivos distintos, lo mio no era en señal de rebeldía, es que mi carácter era así, impetuoso, no podía redimirlo, no había paz para mi alma y por eso supe que algún día Lakme llevaría flores blancas a mi tumba.
No me veía con una familia, no porque en el fondo no la quisiera, claro que soñaba con tener una mujer con la que volver después de cada gesta, una que envainara mi espada y muchos hijos corriendo por la casa, que el apellido Cannif no acabara conmigo.
Tras esto llego el turno de la reflexión sobre el amor, parece que la dama estaba hastiada de ese sentimiento. Yo no es que odiara como ella lo que representaba, si no que odiaba la idea de no ser capaz de hacer feliz a una mujer.
-Soy un hombre complicado, dudo que ninguna me aguantara -bromeé tratando de quitar hierro al asunto.
Es cierto que esa joven es distinta, me gusta, si fueran otras las circunstancias creo que me daría una oportunidad para conocerla, pues no teme a la muerte, la he visto luchar y con mi gente.
Viene de un linaje de guerreros y como yo esquiva a la parca en un tremendo duelo. Mas no es eso lo que mas me gusta de ella, si no la inocencia que destila con cada caricia, cada beso. Es dulce, demasiado y eso me da miedo porque admito me atrapa de un modo que me desarma.
Estoy acostumbrado a otro tipo de mujeres y a ellas si se manejarlas.
Me eché a reír cuando dijo que me olvidara de ella que no tenia la menor intención de tener nada con nadie.
-No te preocupes, serias la ultima mujer sobre la faz de la tierra en la que pensaría para tener algo -mentí con cierto tono divertido -no me gustan las historias complicadas. Tu corazón sigue ocupado y parece que no esta dispuesto a dejarme entrar en él ¿cierto?
Tiré de su cintura para sentarla junto a mi, lancé las pieles por encima de los dos permitiendola apoyarse en mi pecho.
-Pero que el amor no esté hecho para ninguno no implica que no podamos tener sexo -bromeé rozando con mis labios su oído -no me dejaras entrar en tu corazón pero y en otro sitio.
Mi picara mirada lo decía todo, ladeé la sonrisa antes de perderme en sus labios bajo el manto estrellado.
Me separé perdiendo mi mirada un instante en el firmamento, me traía recuerdos.
-si pudieras pedir un deseo Abbey ¿cual seria?
Enarqué una ceja esperando la respuesta mientras yo meditaba cual seria la mía, algo complicado teniendo en cuenta que parecía tener todo cuanto quería, algo que no era del todo cierto.
-Mi vida es complicada -apunté finalmente nitre risas tomando la botella y dándole un trago.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
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Re: Noche de libertad [Privado]
La conversación se había desviado a seria y complicada. Tocaban varios temas. El amor, la libertad, sus demonios y los sueños por cumplir. Sueños encerrados en una jaula dorada, un lugar en donde permanecería siempre aunque lograse abrir la puerta y alzar al vuelo como un pájaro por primera vez, libre. Alguien le dijo una vez “haré desaparecer la llave de tu jaula”. Mentiras y más promesas sin cumplir. Por eso ella, nunca hacía ninguna. Nadie cumplía promesas, jamás nadie le había demostrado lo contrario. Él se marchaba, no estaba segura de volver a verlo y sí, creyó que como la última vez…aparecería tras la puerta.
Una sonrisa irónica, apareció en sus labios al acordarse de aquella última noche. Fue feliz, prometió y le prometieron cosas imposibles, lo pagaría caro. A ella no le pasaban esas cosas, no podía hablar de nadie en especial por temor a que desapareciese, como había ocurrido. Sus ojos azules, se perdieron en el paisaje, no parecía estar escuchándole. Le hablaba de otra, de una mujer que ya había cambiado su mundo, conocía esa sensación. No paraba de hablarle de ella y por un segundo, sintió que sobraba en aquel sitio ¿por qué no estaba con ella entonces? Resopló, frunciendo ligeramente el ceño. No estaba celosa, eran unos celos diferentes.
-No esperaba otra cosa -fingió una sonrisa, una que se evaporó, esas palabras la había oído demasiadas veces. Y es cierto ¿quién iba a soportarla? Rió sin poder evitarlo, su corazón ocupado ¿qué importaba la respuesta a eso? sin embargo, no iba a guardárselo -Yo no tengo corazón, Niels. Lo enterré , me deshice de él para no sentir. -volvió a mirarle a los ojos, no lo estaba diciendo en serio y eso, era triste -Deja de jugar con las palabras. No te intereso. No me miras del mismo modo que cuando me hablas de “ella”. Ya me han mentido muchas veces para intentar meterse en la cama conmigo, o fingir querer conquistarme para que accediese a casarme con dicha persona. Mi corazón está vacío. -sentenció , seria y distante, aún más que la primera vez que se conocieron, no solo le habían hecho daño…algo le rondaba por la cabeza y tenías que ser adivino para saberlo…podía sorprender a cualquiera.
-Olvidar -no lo pensó , lo dijo tal como lo pensó. No debió pero acababa de decir una estupidez. -Temes que me enamore de ti -no se lo estaba preguntando, acababa de afirmarlo - Tranquilo, no lo haré, serías el último hombre en la faz de la tierra ¿no quieres oír eso? pero el amor no se elige, te puedes enamorar de tu propio enemigo, desde el primer segundo, de quien menos lo esperas. Mi vida también es complicada, no busco el amor, nunca lo he buscado. El amor es para los locos, me consideran una de ellos . Loca. Es una palabra que suelen usar mucho cuando se quieren referir a mi persona , “Esa loca de tu hija…” por ver la vida de distinta manera, por revelarme, no querer ese futuro que tan bien me lo pintan. ¿Qué deseo pediría? Dejar de verdad ser quién soy.
Dejó un espacio entre ambos, apartándose de él, no iban a hacer nada. Menos después de hablarle de otra, la primera noche no conocía ese detalle pero ahora era algo muy diferente.
-¿Y tú? ¿Qué deseo pedirías?
Una sonrisa irónica, apareció en sus labios al acordarse de aquella última noche. Fue feliz, prometió y le prometieron cosas imposibles, lo pagaría caro. A ella no le pasaban esas cosas, no podía hablar de nadie en especial por temor a que desapareciese, como había ocurrido. Sus ojos azules, se perdieron en el paisaje, no parecía estar escuchándole. Le hablaba de otra, de una mujer que ya había cambiado su mundo, conocía esa sensación. No paraba de hablarle de ella y por un segundo, sintió que sobraba en aquel sitio ¿por qué no estaba con ella entonces? Resopló, frunciendo ligeramente el ceño. No estaba celosa, eran unos celos diferentes.
-No esperaba otra cosa -fingió una sonrisa, una que se evaporó, esas palabras la había oído demasiadas veces. Y es cierto ¿quién iba a soportarla? Rió sin poder evitarlo, su corazón ocupado ¿qué importaba la respuesta a eso? sin embargo, no iba a guardárselo -Yo no tengo corazón, Niels. Lo enterré , me deshice de él para no sentir. -volvió a mirarle a los ojos, no lo estaba diciendo en serio y eso, era triste -Deja de jugar con las palabras. No te intereso. No me miras del mismo modo que cuando me hablas de “ella”. Ya me han mentido muchas veces para intentar meterse en la cama conmigo, o fingir querer conquistarme para que accediese a casarme con dicha persona. Mi corazón está vacío. -sentenció , seria y distante, aún más que la primera vez que se conocieron, no solo le habían hecho daño…algo le rondaba por la cabeza y tenías que ser adivino para saberlo…podía sorprender a cualquiera.
-Olvidar -no lo pensó , lo dijo tal como lo pensó. No debió pero acababa de decir una estupidez. -Temes que me enamore de ti -no se lo estaba preguntando, acababa de afirmarlo - Tranquilo, no lo haré, serías el último hombre en la faz de la tierra ¿no quieres oír eso? pero el amor no se elige, te puedes enamorar de tu propio enemigo, desde el primer segundo, de quien menos lo esperas. Mi vida también es complicada, no busco el amor, nunca lo he buscado. El amor es para los locos, me consideran una de ellos . Loca. Es una palabra que suelen usar mucho cuando se quieren referir a mi persona , “Esa loca de tu hija…” por ver la vida de distinta manera, por revelarme, no querer ese futuro que tan bien me lo pintan. ¿Qué deseo pediría? Dejar de verdad ser quién soy.
Dejó un espacio entre ambos, apartándose de él, no iban a hacer nada. Menos después de hablarle de otra, la primera noche no conocía ese detalle pero ahora era algo muy diferente.
-¿Y tú? ¿Qué deseo pedirías?
Abbey Appleby- Cazador Clase Alta
- Mensajes : 505
Fecha de inscripción : 23/03/2011
Localización : París-Londres
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Noche de libertad [Privado]
Enarqué una ceja cuando me dijo que no me interesaba, que solo trataba de mentirle para colarme entre sus piernas.
No pude evitar echarme a reír, no podía ser mas sincero de lo que lo había sido en esos momentos, pero al parecer mis palabras no le habían agradado y eso la llevó a separarse de mi, a dejarme vació de su piel.
-Siempre crees que tienes la razón, eres una niña mimada y consentida que tiene todo lo que quiere. Incapaz de luchar por nada ni por nadie.
Negué con la cabeza sin poder dejar de sonreír, ciertamente tenia razón en algo, estaba loca, loca no por no querer amar y hacerlo, estaba loca porque no dejaba de negar lo evidente, quizás como yo lo hacia.
-Si, tengo sentimientos por esa mujer. Devon es su nombre y es trasparente. No se esconde como nosotros tras mascaras absurdas, es capaz de decirme sin miedo lo que siente, es valiente, segura y ¿sabes? Podría ser feliz con ella ¿el problema? Que le arruinaré la vida.
Soy un puto desastre, como tu, no somos tan diferentes, ninguno de los dos quiere bajar los escudos que tiene en frente porque somos dos cobardes que se refugian en cosas diferentes, tu en las palabras, yo en el sexo puro y duro.
Al final los dos nos auto-compadecemos pero ninguno hace nada por cambiar su situación actual.
Me relamí los labios antes de dar un trago a la botella. Mis esmeraldas se hundieron en sus azules.
-No te miento, me atraes y quiero colarme entre tus piernas ¿donde ves ahí la mentira? No tengo necesidad de engañar a una mujer para acabar enredado en el lecho con ella.
Fruncí el ceño pensativo, por mi mente la imagen de Devon, hablar de ella me quitaba las ganas de estar con otra, como a otra las ganas de estar conmigo.
-No se Abbey, no estoy bastante borracho, ni tu segura de lo que quieres ahora mismo.
Creo que por esta noche es mejor que nos limitemos a contemplar el infinito porque si yo tuviera que pedir un deseo ahora mismo no se que pediría.
Era verdad, estaba confundido, mi vida era un caos, venia del futuro, buscaba a un hechicero que quería acabar conmigo y ante un “no toques nada”, lo había tocado todo.
Me había creado cientos de enemigos en París y lo único que me cobijaba era una mujer a la que no me atrevía a decirle lo que sentía porque de hacerlo la metería en mi espiral autodestructiva.
-Estoy destinado a estar solo Abbey, me alegro de que no seas capaz de enamorarte de mi, nadie debería hacerlo nunca.
Di un trago a la botella, mis ojos se perdieron en las estrellas, como si ellas pudieran sacarme de esta.
Me relamí las gotas de alcohol, era complicada esa noche, una en la que de nuevo me destruía sin piedad, pero siempre supe que moriría joven y Lakme llevaría flores blancas a mi tumba para llorar lagrimas de sangre.
No pude evitar echarme a reír, no podía ser mas sincero de lo que lo había sido en esos momentos, pero al parecer mis palabras no le habían agradado y eso la llevó a separarse de mi, a dejarme vació de su piel.
-Siempre crees que tienes la razón, eres una niña mimada y consentida que tiene todo lo que quiere. Incapaz de luchar por nada ni por nadie.
Negué con la cabeza sin poder dejar de sonreír, ciertamente tenia razón en algo, estaba loca, loca no por no querer amar y hacerlo, estaba loca porque no dejaba de negar lo evidente, quizás como yo lo hacia.
-Si, tengo sentimientos por esa mujer. Devon es su nombre y es trasparente. No se esconde como nosotros tras mascaras absurdas, es capaz de decirme sin miedo lo que siente, es valiente, segura y ¿sabes? Podría ser feliz con ella ¿el problema? Que le arruinaré la vida.
Soy un puto desastre, como tu, no somos tan diferentes, ninguno de los dos quiere bajar los escudos que tiene en frente porque somos dos cobardes que se refugian en cosas diferentes, tu en las palabras, yo en el sexo puro y duro.
Al final los dos nos auto-compadecemos pero ninguno hace nada por cambiar su situación actual.
Me relamí los labios antes de dar un trago a la botella. Mis esmeraldas se hundieron en sus azules.
-No te miento, me atraes y quiero colarme entre tus piernas ¿donde ves ahí la mentira? No tengo necesidad de engañar a una mujer para acabar enredado en el lecho con ella.
Fruncí el ceño pensativo, por mi mente la imagen de Devon, hablar de ella me quitaba las ganas de estar con otra, como a otra las ganas de estar conmigo.
-No se Abbey, no estoy bastante borracho, ni tu segura de lo que quieres ahora mismo.
Creo que por esta noche es mejor que nos limitemos a contemplar el infinito porque si yo tuviera que pedir un deseo ahora mismo no se que pediría.
Era verdad, estaba confundido, mi vida era un caos, venia del futuro, buscaba a un hechicero que quería acabar conmigo y ante un “no toques nada”, lo había tocado todo.
Me había creado cientos de enemigos en París y lo único que me cobijaba era una mujer a la que no me atrevía a decirle lo que sentía porque de hacerlo la metería en mi espiral autodestructiva.
-Estoy destinado a estar solo Abbey, me alegro de que no seas capaz de enamorarte de mi, nadie debería hacerlo nunca.
Di un trago a la botella, mis ojos se perdieron en las estrellas, como si ellas pudieran sacarme de esta.
Me relamí las gotas de alcohol, era complicada esa noche, una en la que de nuevo me destruía sin piedad, pero siempre supe que moriría joven y Lakme llevaría flores blancas a mi tumba para llorar lagrimas de sangre.
Niels Cannif-Cavey- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 18/01/2017
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