AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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From here to eternity. [Privado]
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From here to eternity. [Privado]
El joven cortesano se sentía cada vez más fuera de lugar en aquel burdel. A pesar de haber conseguido una mentora, no estaba siempre con ella y cuando era de día no habían muchos clientes que atender. La llegada a París le había sido difícil, más aún la estadía, se sentía cansado, aunque era más cansancio mental que físico. Debía pensar a menudo como mejorar su estrategia para atraer clientes y mantenerse en el burdel. Aquello y como hacer que su jefa no le despidiera a pesar de hacer cuanto ella decía le tenía algo cabreado, cosa que no era sencilla. Decidió pasar la noche solo con la escusa de que iba a buscar clientes en otro lugar.
Salió con los últimos rayos de sol, mochila y libros en ella dirección al bosque. El camino le resultó sumamente agradable a partir del punto en que sabía no iba a ser vigilado. Sabía los peligros que corría de noche, seres inmortales que bebían sangre humana para sobrevivir y quizás cuantas leyendas más eran ciertas, pero aquello no le importó. Necesitaba tiempo a solas o quizás conocer más sobre estos seres llamados vampiros.
Caminó sin dirección fija mientras leía historias de piratas. Aquellas le parecían más creíbles y confiables que las de seres mitológicos. Lo que había visto no era nada en comparación a como se describía en libros. Necesitaba despejar su mente imaginando lo que sería de él si tuviera un poco más de valor y fuerza, lo había logrado, el problema es que se olvidó del camino que iba a tomar y se dio cuenta solo cuando llegó a las profundidades del bosque.
A penas podía ver, pero Keyzey era listo, había salido con una cajetilla de fósforos por si acaso e improviso una antorcha utilizando una rama gruesa y una camiseta que había traído de cambio. Se demoró unos cuantos minutos pero por fin podía mirar por donde andaba.
Comenzó a preocuparse cuando no pudo encontrar el camino de vuelta, a pesar de haber caminado por donde venía, o al menos creyó hacerlo. Terminó en un claro donde podía ver bien las estrellas y una luna brillante, por suerte no llena. Se sentía cansado por la caminata así que decidió recostar su espalda contra el tronco de un árbol, dejando su mochila de lado y apagando la antorcha. Lamentó no haber ido con sus hermanos a acampar cuando chico, al menos sabría como encontrar el camino de vuelta, pero ahora no tenía como hacerlo. – Genial, solo necesitaba despejarme, no perderme – Dijo en un inglés bastante fluido siendo su idioma natal. Se daba oportunidad de usarlo cuando estaba solo y sabiendo que cosas podrían acecharle esperaba que así fuese, puesto que no era un experto a la hora de esconderse y lo había hecho notar bastante bien al llegar ahí.
Salió con los últimos rayos de sol, mochila y libros en ella dirección al bosque. El camino le resultó sumamente agradable a partir del punto en que sabía no iba a ser vigilado. Sabía los peligros que corría de noche, seres inmortales que bebían sangre humana para sobrevivir y quizás cuantas leyendas más eran ciertas, pero aquello no le importó. Necesitaba tiempo a solas o quizás conocer más sobre estos seres llamados vampiros.
Caminó sin dirección fija mientras leía historias de piratas. Aquellas le parecían más creíbles y confiables que las de seres mitológicos. Lo que había visto no era nada en comparación a como se describía en libros. Necesitaba despejar su mente imaginando lo que sería de él si tuviera un poco más de valor y fuerza, lo había logrado, el problema es que se olvidó del camino que iba a tomar y se dio cuenta solo cuando llegó a las profundidades del bosque.
A penas podía ver, pero Keyzey era listo, había salido con una cajetilla de fósforos por si acaso e improviso una antorcha utilizando una rama gruesa y una camiseta que había traído de cambio. Se demoró unos cuantos minutos pero por fin podía mirar por donde andaba.
Comenzó a preocuparse cuando no pudo encontrar el camino de vuelta, a pesar de haber caminado por donde venía, o al menos creyó hacerlo. Terminó en un claro donde podía ver bien las estrellas y una luna brillante, por suerte no llena. Se sentía cansado por la caminata así que decidió recostar su espalda contra el tronco de un árbol, dejando su mochila de lado y apagando la antorcha. Lamentó no haber ido con sus hermanos a acampar cuando chico, al menos sabría como encontrar el camino de vuelta, pero ahora no tenía como hacerlo. – Genial, solo necesitaba despejarme, no perderme – Dijo en un inglés bastante fluido siendo su idioma natal. Se daba oportunidad de usarlo cuando estaba solo y sabiendo que cosas podrían acecharle esperaba que así fuese, puesto que no era un experto a la hora de esconderse y lo había hecho notar bastante bien al llegar ahí.
Keyzey Skyride- Prostituto Clase Baja
- Mensajes : 35
Fecha de inscripción : 14/01/2014
Re: From here to eternity. [Privado]
Un pie detrás del otro. Aunque se tratase de un ejerció tan simple y monótono que no debería tener mayor trascendencia, los ojos de la vampiresa permanecían en el suelo, como si esperase que por alguna razón desconocida el ritmo de sus propias pisadas cambiara. No sería así a menos de que ella lo decidiera pero era incapaz de mirar algo más. Afortunada, o desafortunadamente, su mente se encontraba en otro lugar. Desde que había finalizado su última caza de la noche, una joven mujer adinerada que había decidido transitar sola por un paraje no muy concurrido de la ciudad, una serie de recuerdos le habían inundado impidiéndole continuar con una noche tranquila y regular. Aún tenía sed, era este un mal con el cual debía acostumbrarse a vivir. Al poco tiempo de saciarse volvía a sentir la odiosa quemazón pero, aunque no le molestase en lo más mínimo el hecho de alimentarse, ahora mismo su pasado la reclamaba con más fuerza que el malestar de su propia garganta. Soñaba despierta con días mejores, días en los que su sed había sido incluso más insoportable pero su vida entera, al mismo tiempo, mucho mejor en comparación con la fachada vacía y carente de color en la que ahora existía. Su noche de bodas se había convertido en el punto de quiebre en el que abandonaba todo lo que conociera hasta ese momento, y no solo se refería a su inocencia sexual. Durante aquella noche idílica había sido transformada por el ser a quien entregaría su alma humana y luego su corazón inmortal.
Extraña sus ojos, extraña su abrazo, su fuerte cuerpo, su grave voz. Sin él estaba perdida en un mundo nuevo lleno de extrañas sensaciones e instintos que a veces le resultaban aterradores, aunque fuese esto algo que no confesara con nadie. De ninguna manera ventilaría sus debilidades, al menos no por voluntad propia. Llegó entonces a su mente la imagen de una vampiresa de apariencia juvenil, de oscura cabellara y ojos claros. Tan antigua como inhumana. La única que la había alcanzado a un nivel tan profundo que aun se preguntaba como lo había logrado. Esa noche pensó que moriría, tanto por el genio de la vampiresa como por su estúpida imprudencia. Osada y temeraria hasta rayar en la estupidez, palabras más o menos era como aquella le había definido por negarse a ceder ante un poder superior. Pero entonces ¿Qué habría sucedido? Muy seguramente no estaría viendo sus propios pies esa noche. Las dos se asemejaban de muchas maneras y Fiona estaba segura de que Ophelia, al igual que ella, hubiese finalizado con rapidez la miseria de un alma débil. No, la fachada de orgullo infinito y ostentosa vanidad le habían salvado la vida y orquestado una promesa de un nuevo encuentro que, de hecho, ansiaba.
Pero ¿Por qué pensaba en aquella inmortal? Deteniéndose levantó finalmente la mirada para encontrarse con que no solo había salido de la ciudad sino que se había internado en uno de los bosques con los que lindaba. Claro, al encontrarse en tan despejado espacio su mente había rescatado el recuerdo de la noche en el pantano. Suspiró mientras recorría al lugar con la mirada. Si bien era una amante de la naturaleza no era la quietud del bosque lo que en realidad deseaba para esa noche…hora de plantearse un nuevo rumbo. Y entontes lo escuchó. El sonido de un cuerpo abriéndose paso por entre la maleza acompañado por una respiración ligeramente agitada. No le costó mucho identificar la fuente del sonido, más aún teniendo en cuenta la luz de la improvisada antorcha que le acompañaba. Esperó y observó, siguiéndole desde la distancia pero evitando que él notara su presencia. Dentro de la lógica tenía dos opciones: la primera le mataba y dejaba el cuerpo para los animales carroñeros y, la segunda, simplemente le ignoraba y cada cual continuaba su camino sin mayor interrupción. Pero la lógica cedió paso al sentimiento cuando consiguió una vista clara de los rasgos del joven. El cabello oscuro, los ojos claros, la fuerte quijada, los labios rellenos… no, no era él, pero se le asemejaba tanto que no pudo menos que contener la respiración.
Demonios, de pronto la noche se había ido al traste. Esperó hasta que el joven, evidentemente cansado, apagó la antorcha y se recostó contra un árbol cercano. Murmuró algo que ella no comprendió más por desatención que por otra razón. Le observó por un par de minutos más hasta que su propia ansiedad le obligó a actuar. – Curioso lugar para tomar un descanso ¿no lo cree? Si me pregunta yo hubiese escogido uno menos despejado, uno donde no fuese un blanco desprevenido claro para cualquiera que quisiere hacerme daño – su tono de voz era ligeramente juguetón, como si de una broma se tratase. Mientras hablaba salía de la espesura que le había dado cubierto hasta el claro donde él se encontraba. No dudaba en que la luz de las estrellas y la luna en una noche tan despejada servirían para que los débiles ojos humanos pudiesen verle con claridad. ¿Vería él la belleza de la mujer que se le acercaba, apreciaría la finura de sus joyas, la elegancia de su traje verde oscuro, la aparente suavidad de su cabellera recogida en un férreo lazo, o solo captaría la presencia de una amenaza surgida de repente? ¡Oh Dios! Sus ojos, su cabello, su perfil… tan parecido y a la vez tan distinto.
Extraña sus ojos, extraña su abrazo, su fuerte cuerpo, su grave voz. Sin él estaba perdida en un mundo nuevo lleno de extrañas sensaciones e instintos que a veces le resultaban aterradores, aunque fuese esto algo que no confesara con nadie. De ninguna manera ventilaría sus debilidades, al menos no por voluntad propia. Llegó entonces a su mente la imagen de una vampiresa de apariencia juvenil, de oscura cabellara y ojos claros. Tan antigua como inhumana. La única que la había alcanzado a un nivel tan profundo que aun se preguntaba como lo había logrado. Esa noche pensó que moriría, tanto por el genio de la vampiresa como por su estúpida imprudencia. Osada y temeraria hasta rayar en la estupidez, palabras más o menos era como aquella le había definido por negarse a ceder ante un poder superior. Pero entonces ¿Qué habría sucedido? Muy seguramente no estaría viendo sus propios pies esa noche. Las dos se asemejaban de muchas maneras y Fiona estaba segura de que Ophelia, al igual que ella, hubiese finalizado con rapidez la miseria de un alma débil. No, la fachada de orgullo infinito y ostentosa vanidad le habían salvado la vida y orquestado una promesa de un nuevo encuentro que, de hecho, ansiaba.
Pero ¿Por qué pensaba en aquella inmortal? Deteniéndose levantó finalmente la mirada para encontrarse con que no solo había salido de la ciudad sino que se había internado en uno de los bosques con los que lindaba. Claro, al encontrarse en tan despejado espacio su mente había rescatado el recuerdo de la noche en el pantano. Suspiró mientras recorría al lugar con la mirada. Si bien era una amante de la naturaleza no era la quietud del bosque lo que en realidad deseaba para esa noche…hora de plantearse un nuevo rumbo. Y entontes lo escuchó. El sonido de un cuerpo abriéndose paso por entre la maleza acompañado por una respiración ligeramente agitada. No le costó mucho identificar la fuente del sonido, más aún teniendo en cuenta la luz de la improvisada antorcha que le acompañaba. Esperó y observó, siguiéndole desde la distancia pero evitando que él notara su presencia. Dentro de la lógica tenía dos opciones: la primera le mataba y dejaba el cuerpo para los animales carroñeros y, la segunda, simplemente le ignoraba y cada cual continuaba su camino sin mayor interrupción. Pero la lógica cedió paso al sentimiento cuando consiguió una vista clara de los rasgos del joven. El cabello oscuro, los ojos claros, la fuerte quijada, los labios rellenos… no, no era él, pero se le asemejaba tanto que no pudo menos que contener la respiración.
Demonios, de pronto la noche se había ido al traste. Esperó hasta que el joven, evidentemente cansado, apagó la antorcha y se recostó contra un árbol cercano. Murmuró algo que ella no comprendió más por desatención que por otra razón. Le observó por un par de minutos más hasta que su propia ansiedad le obligó a actuar. – Curioso lugar para tomar un descanso ¿no lo cree? Si me pregunta yo hubiese escogido uno menos despejado, uno donde no fuese un blanco desprevenido claro para cualquiera que quisiere hacerme daño – su tono de voz era ligeramente juguetón, como si de una broma se tratase. Mientras hablaba salía de la espesura que le había dado cubierto hasta el claro donde él se encontraba. No dudaba en que la luz de las estrellas y la luna en una noche tan despejada servirían para que los débiles ojos humanos pudiesen verle con claridad. ¿Vería él la belleza de la mujer que se le acercaba, apreciaría la finura de sus joyas, la elegancia de su traje verde oscuro, la aparente suavidad de su cabellera recogida en un férreo lazo, o solo captaría la presencia de una amenaza surgida de repente? ¡Oh Dios! Sus ojos, su cabello, su perfil… tan parecido y a la vez tan distinto.
Última edición por Fiona Di Centa el Miér Jun 11, 2014 9:54 pm, editado 2 veces
Fiona Di Centa- Vampiro Clase Alta
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Re: From here to eternity. [Privado]
De la rabia a la impotencia solo hay un paso. ¿Qué podía hacer el joven cortesano para volver a casa? No había mucho que podía hacer en realidad. Perdido en medio de la nada... Podía seguir caminando por horas y seguir perdido en la espesura del bosque o bien podía quedarse ahí sentado, ponerse en posición fetal y llorar a causa de su incompetencia. Así era la cosa, una mirada resignada se dibujo en su rostro... ¿Qué posibilidades habían después de todo de que alguien lo encontrase con vida o si quiera de que alguien le buscase?
Entonces pudo escuchar una voz femenina acercarse de entre los árboles. Alzo la vista para poder verla y agradeció la luz natural que las estrellas y la luna le brindaban. Era hermosa... Toda una dama a simple vista. Su cabellera roja recogida por un lazo y su vestido verde hacían un contraste hermoso pero extraño a la vez. La fineza de sus joyas y la elegancia de su caminar, todo en ella era pura clase. ¿Qué podía hacer una dama como ella ahí? ¿Vendría del burdel a buscarlo? Su rostro se sonrojo perdido en esos ojos a pesar de que parecía imposible que viniese en su búsqueda. ¿Estaría perdida quizás? No parecía posible en una dama como ella tampoco.
Entonces pudo sentir un leve escalofrío y el recuerdo de un hombre muerto por unos finos colmillos se hizo presente en su mente. ¿Podía ser acaso...? El miedo le impidió completar aquel hilo de pensamiento, pero sabía muy bien que clase de seres habitaban en la noche y de que se alimentaban. Mas sus mejillas no dejaban de ruborizarse por su belleza y estaba más que claro que su voz se dirigía al cortesano.
Se levantó nervioso y se acercó a ella, casi como si le suplicase ser su alimento, aunque no estaba del todo seguro si era o no lo que él creía. Sus ojos se posaron en sus labios y tragó algo de saliva, no estaba seguro de querer adivinar la naturaleza de ese pálido y hermoso rostro. – Tiene razón, mi Lady. Mas estando perdido creo que cualquier lugar sería peligroso – Dijo tratando de sonar algo tranquilo, pero como cortesano y ante una mujer como ella le era difícil dejar algo de lasciva a un lado. – Aunque espero que mi encuentro con usted sea más una bendición – Terminó de hablar y entonces pensó que debía jugarsela con ella si quería volver a casa o mejor aún no pasar una noche solo y perdido en el bosque.
Una mano tomo la de la inmortal con delicadeza, sintiendo un frío quizás algo familiar. Era un gesto de saludo, aunque no era muy bueno con esas cosas. – Keyzey Skyride, para servirle en lo que necesite... – Se presentó y una leve sonrisa se dibujo en su aún ruborizado rostro.
Entonces pudo escuchar una voz femenina acercarse de entre los árboles. Alzo la vista para poder verla y agradeció la luz natural que las estrellas y la luna le brindaban. Era hermosa... Toda una dama a simple vista. Su cabellera roja recogida por un lazo y su vestido verde hacían un contraste hermoso pero extraño a la vez. La fineza de sus joyas y la elegancia de su caminar, todo en ella era pura clase. ¿Qué podía hacer una dama como ella ahí? ¿Vendría del burdel a buscarlo? Su rostro se sonrojo perdido en esos ojos a pesar de que parecía imposible que viniese en su búsqueda. ¿Estaría perdida quizás? No parecía posible en una dama como ella tampoco.
Entonces pudo sentir un leve escalofrío y el recuerdo de un hombre muerto por unos finos colmillos se hizo presente en su mente. ¿Podía ser acaso...? El miedo le impidió completar aquel hilo de pensamiento, pero sabía muy bien que clase de seres habitaban en la noche y de que se alimentaban. Mas sus mejillas no dejaban de ruborizarse por su belleza y estaba más que claro que su voz se dirigía al cortesano.
Se levantó nervioso y se acercó a ella, casi como si le suplicase ser su alimento, aunque no estaba del todo seguro si era o no lo que él creía. Sus ojos se posaron en sus labios y tragó algo de saliva, no estaba seguro de querer adivinar la naturaleza de ese pálido y hermoso rostro. – Tiene razón, mi Lady. Mas estando perdido creo que cualquier lugar sería peligroso – Dijo tratando de sonar algo tranquilo, pero como cortesano y ante una mujer como ella le era difícil dejar algo de lasciva a un lado. – Aunque espero que mi encuentro con usted sea más una bendición – Terminó de hablar y entonces pensó que debía jugarsela con ella si quería volver a casa o mejor aún no pasar una noche solo y perdido en el bosque.
Una mano tomo la de la inmortal con delicadeza, sintiendo un frío quizás algo familiar. Era un gesto de saludo, aunque no era muy bueno con esas cosas. – Keyzey Skyride, para servirle en lo que necesite... – Se presentó y una leve sonrisa se dibujo en su aún ruborizado rostro.
Keyzey Skyride- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 14/01/2014
Re: From here to eternity. [Privado]
Por supuesto que el joven que permanecía de pie en medio del pequeño claro no era él, pero era tan similar que la vampiresa no conseguía quitarle los ojos de encima ¿podía ser cierto o solo era su mente jugando con unos rasgos apenas parecidos? Después de todo muchos humanos posean la piel y los ojos claros combinados con un cabello de tono oscuro. Entonces un leve sonrojo cubrió las mortales mejillas, como si con esa simple reacción corporal quisiera dejarle en claro, inconscientemente, que no se trataba de su amor pedido. Gracias a que sondeaba la mente ajena, como era su costumbre, se enteró instantemente de que aquel joven era nada más y nada menos que un cortesano, que el sonrojo se debía a que se había fijado en la belleza que se revelaba ante en él en aquella noche clara y que, por algún motivo, sospechaba que le habían enviado a buscar. Que mal habito el de espiar los pensamientos ajenos. Muchos eran los que le habían reclamado por no tener el mas mínimo respeto por tan intimo espacio pero poco era lo que le importaba el que a los demás les molestara. Para ella era éste el don máximo con el que había sido dotada y ninguna razón conseguiría que dejase de importunar e inmiscuirse en las mentes ajenas. Una nueva imagen se sobrepuso a todo lo anterior. Colmillos, sangre, muerte. ¡Así que el humano conocía sobre su especie! Eso sí que resultaba ser una sorpresa pues, por lo general, los mortales ignoraban la realidad sobre las criaturas nocturnas que pululaban en medio de lo que ellos llamaban su civilización. Una suerte de alegría le invadió. Odiaba esconderse, permanecer oculta entre las sombras y permitir que la realidad de su existencia fuese palpable solo durante los breves momentos de alimentación que, por lo general, precedían a la muerte ¿de qué le servía ser reconocida como el monstruo que era por un par de ojos moribundos?
Esperó de pie, quieta, hasta que el humano se levanto y se aproximó a pesar de sospechar frente a que se encontraba. Este gesto consiguió exponer una nueva sonrisa en los labios de la vampiresa. Los claros ojos se posaron sobre sus labios, como si un deseo oculto, más que un acto consiente, les impulsara. – Bueno, tiene usted un punto con eso – aceptó. Ningún lugar era seguro para quien desconocía su paradero exacto. Se encontraba a punto de argumentar sobre su segunda frase cuando él le tomo una de sus manos. Fiona río con ganas pero sin separar tanto los labios como para permitir que el joven confirmara sus sospechas – Es un placer Monsieur Skyride, estoy segura de que podrá servirme más de adecuadamente – contestó antes de encerrar la suave mano en un férreo apretón y halar el tibio cuerpo hacia el suyo propio, consiguiendo que quedasen tan cerca que ella podría sentir su calor tanto como él su frialdad. – Fiona Di Centa – soltó sin adornar la presentación con ninguna floritura. Luego elevó su mano libre y repasó con ella el contorno del rostro del que se presentase como Keyzey – y supongo que el resultado de este encuentro dependerá básicamente de lo que usted considere como bendición…¿Puedo preguntar que hace un cortesano tan lejos de su espacio habitual? – soltó mientras su mano recorría el camino desde el lóbulo de su oreja hasta la base de su cuello ¿le resultaría extraño al joven el que ella conociere su profesión o estaría tan afectado por el repentino y casi violento acercamiento como para notarlo?
Esperó de pie, quieta, hasta que el humano se levanto y se aproximó a pesar de sospechar frente a que se encontraba. Este gesto consiguió exponer una nueva sonrisa en los labios de la vampiresa. Los claros ojos se posaron sobre sus labios, como si un deseo oculto, más que un acto consiente, les impulsara. – Bueno, tiene usted un punto con eso – aceptó. Ningún lugar era seguro para quien desconocía su paradero exacto. Se encontraba a punto de argumentar sobre su segunda frase cuando él le tomo una de sus manos. Fiona río con ganas pero sin separar tanto los labios como para permitir que el joven confirmara sus sospechas – Es un placer Monsieur Skyride, estoy segura de que podrá servirme más de adecuadamente – contestó antes de encerrar la suave mano en un férreo apretón y halar el tibio cuerpo hacia el suyo propio, consiguiendo que quedasen tan cerca que ella podría sentir su calor tanto como él su frialdad. – Fiona Di Centa – soltó sin adornar la presentación con ninguna floritura. Luego elevó su mano libre y repasó con ella el contorno del rostro del que se presentase como Keyzey – y supongo que el resultado de este encuentro dependerá básicamente de lo que usted considere como bendición…¿Puedo preguntar que hace un cortesano tan lejos de su espacio habitual? – soltó mientras su mano recorría el camino desde el lóbulo de su oreja hasta la base de su cuello ¿le resultaría extraño al joven el que ella conociere su profesión o estaría tan afectado por el repentino y casi violento acercamiento como para notarlo?
Fiona Di Centa- Vampiro Clase Alta
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Re: From here to eternity. [Privado]
La risa de la inmortal le tomo por sorpresa después de haber hecho el gesto de saludo. Sabía que no se le daba muy bien acercarse a la gente incluso para ser un cortesano, pero ¿tanto se había notado? Prefirió no decir nada al respecto puesto que aún no se sentía en confianza con ella. Empero lo que más le sorprendió fue sentir el apretón de su mano y luego ser jalado hacía el cuerpo de ella. Casi tambalea por lo desprevenido que le pilló dicha acción, pero logró mantenerse de píe cuando su rostro ya se encontraba mejilla con mejilla al de ella. Tragó saliva antes de que pudiera hablar y aún más sonrojado apartó un poco el rostro para poder mirarle a los ojos, solo entonces se dio tiempo para poder sentir el frío de su cuerpo. Aquello afortunadamente o quizás no para un cortesano que realizaba su trabajo cotidianamente de noche no levantaba mayor sospecha sobre la naturaleza de quien se presentaba como Fiona.
Le parecía un nombre digno de la belleza que poseía la inmortal. Mas no se esperó después de sus últimas palabras que tomará tanta confianza con él. Sintió la gélida mano moverse por el costado de su rostro, desde su lóbulo hasta su cuello. Aquello le gustaba, pero el hecho de la repentina confianza de ella hacía él más algo que había dicho le hicieron sentirse algo inseguro... ¨Espera... En ningún momento revelé mi profesión¨ Pensó para si mismo... Le parecía extraño puesto que no era precisamente uno de los cortesanos más antiguos o con mayor clientela del burdel. De hecho, pudo recordar entonces la razón por la que había dejado su lugar de trabajo aquella noche... Como muchas veces cuando la cosa no pintaba bien, se sentía bastante fuera de lugar en ese entorno. Como si aún fuese el hijo de una familia de clase alta que más que trabajar quería satisfacer sus deseos sexuales y no había encontrado mejor lugar para hacerlo.
– Bueno, digamos que me perdí dando un paseo... – Admitió con pocas ganas. Lo cierto es que no veía peligro alguno en decirle su verdadero motivo para encontrarse ahí. Además, de ser una vampiresa hambrienta, Keyzey sabía muy bien que ya estaría muerto. No podía fiarse de nadie que le diera sospecha de ser inmortal, más aquella caricia que le ofrecía la mujer le gustaba demasiado, casi podía sentir aquel repentino acto como un capricho que se estaba auto-ofreciendo.
Sentía mucha curiosidad en saber como la mujer conocía de su profesión aún, pero no quería ser descortés con quién podría convertirse en una nueva clienta. Quizás algo propio en él, alguna marca que le habían dejado sus maestras o algún cliente lo había revelado como cortesano y había producido curiosidad en Fiona. Eran muchas las posibilidades que se le cruzaban por la mente mientras la miraba a los ojos. Antes de preguntarle, ambas manos se posaron sobre la cintura de la mujer, no con intención de separarse sino de aceptar el que se le acercase de esa forma. Después de todo la belleza de ella seguía cautivando al joven cortesano. – ¿Puedo preguntarle ahora, Lady Fiona, cómo es que sabe de mi profesión? – Dijo sin más deseando resolverse esa duda. ¿Sería capaz de decirle la verdad o jugaría con la mente de Keyzey y dejaría que la curiosidad que le producía al muchacho se acercase más a ella? No es que el joven inglés no hubiese imaginado ya como satisfacerla, vaya que lo había hecho y eso era razón suficiente para que el rojo que cubría sus mejillas siguiera presente.
Le parecía un nombre digno de la belleza que poseía la inmortal. Mas no se esperó después de sus últimas palabras que tomará tanta confianza con él. Sintió la gélida mano moverse por el costado de su rostro, desde su lóbulo hasta su cuello. Aquello le gustaba, pero el hecho de la repentina confianza de ella hacía él más algo que había dicho le hicieron sentirse algo inseguro... ¨Espera... En ningún momento revelé mi profesión¨ Pensó para si mismo... Le parecía extraño puesto que no era precisamente uno de los cortesanos más antiguos o con mayor clientela del burdel. De hecho, pudo recordar entonces la razón por la que había dejado su lugar de trabajo aquella noche... Como muchas veces cuando la cosa no pintaba bien, se sentía bastante fuera de lugar en ese entorno. Como si aún fuese el hijo de una familia de clase alta que más que trabajar quería satisfacer sus deseos sexuales y no había encontrado mejor lugar para hacerlo.
– Bueno, digamos que me perdí dando un paseo... – Admitió con pocas ganas. Lo cierto es que no veía peligro alguno en decirle su verdadero motivo para encontrarse ahí. Además, de ser una vampiresa hambrienta, Keyzey sabía muy bien que ya estaría muerto. No podía fiarse de nadie que le diera sospecha de ser inmortal, más aquella caricia que le ofrecía la mujer le gustaba demasiado, casi podía sentir aquel repentino acto como un capricho que se estaba auto-ofreciendo.
Sentía mucha curiosidad en saber como la mujer conocía de su profesión aún, pero no quería ser descortés con quién podría convertirse en una nueva clienta. Quizás algo propio en él, alguna marca que le habían dejado sus maestras o algún cliente lo había revelado como cortesano y había producido curiosidad en Fiona. Eran muchas las posibilidades que se le cruzaban por la mente mientras la miraba a los ojos. Antes de preguntarle, ambas manos se posaron sobre la cintura de la mujer, no con intención de separarse sino de aceptar el que se le acercase de esa forma. Después de todo la belleza de ella seguía cautivando al joven cortesano. – ¿Puedo preguntarle ahora, Lady Fiona, cómo es que sabe de mi profesión? – Dijo sin más deseando resolverse esa duda. ¿Sería capaz de decirle la verdad o jugaría con la mente de Keyzey y dejaría que la curiosidad que le producía al muchacho se acercase más a ella? No es que el joven inglés no hubiese imaginado ya como satisfacerla, vaya que lo había hecho y eso era razón suficiente para que el rojo que cubría sus mejillas siguiera presente.
Keyzey Skyride- Prostituto Clase Baja
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Re: From here to eternity. [Privado]
Una de las sensaciones que no dejaba de sorprender a la vampiresa era la transferencia de calor que ocurría desde un cuerpo humano en el cual aun latiese el corazón, por supuesto. Le resultaba fascinante como un montón de carne podía generar tal cantidad de energía, incluso como para llegar a calentar momentáneamente su propia fría y dura piel ¿había sido ella alguna vez tan cálida, tan suave? Seguramente sí pero, como suele ocurrir, se trata de un don de que no es apreciable hasta que se pierde, en cuyo caso el humano en cuestión estará lo suficientemente muerto como para no poder percibir nada en absoluto. No lo extrañaba, no lo anhelaba, simplemente lo disfrutaba cada vez que tenía la oportunidad, como ahora, teniendo al cortesano tan cerca de su propio cuerpo. Su mejilla era suave y sedosa, sus ojos claros y brillantes y sus labios carnosos e incitantes. La expresión de sorpresa y el sonrojo en su rostro, además, le confería una suerte de gesto aniñado que revolucionaría el instinto materno en cualquiera que lo tuviese. Lamentablemente ese no era el caso de Fiona. No, ella solo tenía ojos para él por una razón y esa era su gran parecido con alguien de su pasado.
Kayzey, en sus pensamientos, la reconocía como bella (eso bastaba para inflar su gran ego) y, a pesar de la mezcla de emociones debido al sorpresivo encuentro, tenía la mente lo suficientemente clara como para darse cuenta de que no había mencionado su profesión. Fiona rió una vez más, esta vez muy bajito y corto. Le agradaba que no se dejase llevar por el miedo de encontrarse a solas, en medio del bosque y con una criatura que sabia podía matarle. Pero al mismo tiempo resultaba extraño ahora que lo pensaba pues, además de la sorpresa, en realidad no sentía emanar del humano el miedo propio de una mente sensata ¿sería posible que en realidad no le temiera? Fiona retrajo su mano pero no se alejó del cuerpo del joven – Un paseo inusual. Pero bueno, digamos que dejaremos el tema por ahora – le obsequió un guiño al repetir la palabra utilizada por el cortesano.
Y entonces fue el rostro de la pelirroja el que surcó con una expresión de profunda sorpresa al sentir como el osado joven apoyaba sus manos en su cintura. No solo le permitió aquel acercamiento sino que además lo perpetuó apoyando sus propias manos sobre los antebrazos del joven. Muchas preguntas y deducciones bailaban en la mente de Keyzey hasta que una de ellas afloró finalmente por sus labios Yo sé lo que eres porque lo pensaste, así como pensaste lo que yo soy. Ambos sabemos a quién y qué nos enfrentamos, solo que de maneras diferentes. Ahora dime tu ¿Cómo es que conoces la existencia de seres como yo? – le tuteaba ahora, como si de viejos conocidos se tratase. Intentaba crear un ambiente más cercano y relajado. Tal vez no siguiese la misma ruta que el cortesano, por el momento no le interesaba convertirse en su “clienta” pero tampoco estaba interesada en abandonarle, entonces ¿Qué era lo que quería? ¿Por qué le contestaba con la verdad cuando sería más interesante para ella jugar con su percepción de la realidad? - ¿Cómo es que alguien tan “fino” termina siendo un cortesano? – lo preguntaba en serio. Sus modales, sus palabras, el hecho de que le acompañase un libro cuando más de la mitad de la población de Paris no sabía leer, eran indicativos de que no se encontraba frente a un nacido en pobre cuna. Mientras esperaba por las respuestas sus brazos volaron hasta los hombros de Keyzey. Cualquiera que les viese podría pensar que se trataba de una pareja a punto de dar inicio a una pieza de baile de cadencia suave y romántica, en lugar de una asesina aferrándose sin vergüenza a una potencial presa.
Kayzey, en sus pensamientos, la reconocía como bella (eso bastaba para inflar su gran ego) y, a pesar de la mezcla de emociones debido al sorpresivo encuentro, tenía la mente lo suficientemente clara como para darse cuenta de que no había mencionado su profesión. Fiona rió una vez más, esta vez muy bajito y corto. Le agradaba que no se dejase llevar por el miedo de encontrarse a solas, en medio del bosque y con una criatura que sabia podía matarle. Pero al mismo tiempo resultaba extraño ahora que lo pensaba pues, además de la sorpresa, en realidad no sentía emanar del humano el miedo propio de una mente sensata ¿sería posible que en realidad no le temiera? Fiona retrajo su mano pero no se alejó del cuerpo del joven – Un paseo inusual. Pero bueno, digamos que dejaremos el tema por ahora – le obsequió un guiño al repetir la palabra utilizada por el cortesano.
Y entonces fue el rostro de la pelirroja el que surcó con una expresión de profunda sorpresa al sentir como el osado joven apoyaba sus manos en su cintura. No solo le permitió aquel acercamiento sino que además lo perpetuó apoyando sus propias manos sobre los antebrazos del joven. Muchas preguntas y deducciones bailaban en la mente de Keyzey hasta que una de ellas afloró finalmente por sus labios Yo sé lo que eres porque lo pensaste, así como pensaste lo que yo soy. Ambos sabemos a quién y qué nos enfrentamos, solo que de maneras diferentes. Ahora dime tu ¿Cómo es que conoces la existencia de seres como yo? – le tuteaba ahora, como si de viejos conocidos se tratase. Intentaba crear un ambiente más cercano y relajado. Tal vez no siguiese la misma ruta que el cortesano, por el momento no le interesaba convertirse en su “clienta” pero tampoco estaba interesada en abandonarle, entonces ¿Qué era lo que quería? ¿Por qué le contestaba con la verdad cuando sería más interesante para ella jugar con su percepción de la realidad? - ¿Cómo es que alguien tan “fino” termina siendo un cortesano? – lo preguntaba en serio. Sus modales, sus palabras, el hecho de que le acompañase un libro cuando más de la mitad de la población de Paris no sabía leer, eran indicativos de que no se encontraba frente a un nacido en pobre cuna. Mientras esperaba por las respuestas sus brazos volaron hasta los hombros de Keyzey. Cualquiera que les viese podría pensar que se trataba de una pareja a punto de dar inicio a una pieza de baile de cadencia suave y romántica, en lugar de una asesina aferrándose sin vergüenza a una potencial presa.
Fiona Di Centa- Vampiro Clase Alta
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