Noche de Luna llena (Owen Kuypers)

-Toma, te espero en dos horas más... si no aparezco ingresa al bosque y gritas mi nombre.-

Le entregó el saquito de monedas de oro al Eugene, su mozuelo de cuerpo macizo y manos escurridizas, bien lo sabía ella, quien había tenido que escapar un par de veces de sus acosos. Pero era buen chico y sabía guardar secretos, un poco de monedas servía para hacerlo callar como tumba y no volverse loco por pedir más.

Avanzó solo al ver como el carruaje desaparecía a la distancia. Cogió un lado de su amplio y vaporoso vestido para poder avanzar por sobre las raíces y arbustos. Levantó la vista para observar la luna llena en todo su esplendor, no necesitaba antorcha ni nada que le ayudara a iluminar el ambiente; la luna solucionaba esa necesidad.

No habían sido pocas veces, recordaba en su frágil memoria adormecida con alcohol, que desde que había arribado a París el bosque y ella se habían vuelto inseparables, en especial durante la luna llena, fecha puntual donde disfrutaba de darse baños de luz de luna. Algo ridículo e inesperado quizás, pero nada la hacía sentir más sensual que desnudarse rodeada de vegetación y por supuesto una buena botella de Champagne. Esa noche no había sido la excepción. Cogió con fuerte agarre la fina botella, ésta no podía caer, era su escape al aburrimiento del que venía.

La fiesta mensual de los Bojrre, aquellos hermanos aburridos y horripilantes. sonrió feliz de haber podido dejar aquel lugar por el bosque y su soledad.

Llegó a su lugar habitual, una cama de tréboles, suave y esponjosa y que la luz iluminaba por completo. Dejó caer sus zapatos y descalza comenzó a zafarse de su vestido. primero cayó la peineta que sostenía su cabellos castaño, luego siguió el falso de su falda y al final el enagua y el endiablado corsé. Su piel blanquecina mostraba rojeces donde iban el armazón de metal de la parte superior. Rozó con sus manos su piel, protegiéndose de la brisa.

Se sentó de lado y con expertise destapó la botella sin que se derramara el contenido. Sonrió para si, ya que ya había adelantado la tarea, bebiendo un par de copas de licor en la fiesta de la cual acababa de huir.

Llevó la boca de cristal a sus labios, bebiendo de forma ansiosa pero elegante, dejando que aquel sabor recorriera su boca y resbalara de forma cruda por su garganta. Le gustaba sentirse de esa forma, media adormilada y sensual. Mientras se recostaba sobre los tréboles y dejaba que la luz de luna cayera sobre su cuerpo desnudo imaginó lo bien que le vendría compañía, no pedía romance, eso era para las ingenuas que creían en el amor fácil y rápido.

Ella quería más, quería sentir mucho más que un simple romance de niña.