Cuchicheos de avidez [Emhyr]

Las calles ya se veían teñidas de la oscuridad nocturno, las estaciones habían cambiado desde que había llegado a aquella ciudad, de las cual, ya había aprendido unos cuantos trucos para poder sobrevivir en su día a día. El tiempo no era gélido como en el invierno, pero a pesar de que los días fuesen calurosos a la luz del sol, al caer la noche hacía un poco de fresco.

Aquel olor fresco y mentolado de la salvia que fumaba era su rastro, su anuncio, su presencia. Emhyr tenía una "cita" de negocios, por así llamarlo; no era la primera vez que quedaba con aquella Cazadora para intercambiar información por dinero, o más información. Aquel día tenía pinta de ser otro más, no iba a ser un intercambio de palabras superficial y el dinero, aquel día tenía un tinte de especial, o al menos para el turco.

Un hombre paso a su lado apresurado, Emhyr había captado un poco de la escena. Sonrió divertido.

-¿Sueles estar siempre tan malhumorada? -Su francés era perfecto, pero su acento se denotaba levemente. -No ha habido ni un día no te viese así. -Rió una calada su pipa de madera, y el leve humo de olor agradable fue expulsado lentamente por sus labios. -Yo sabría como quitarte ese malhumor, pero... Tendrías que llevar menos ropa. -Bromeó, muy típico era el ser algo descarado.

La sonrisa se borro, y sacando un pañuelo de su abrigo se puso a limpiar la pipa ya acabada.

-Tengo algo nuevo para ti, y no es un simple rumor. Al parecer están haciendo "sacrificios" de sangre, en cierta pensión abandonada. Solo dos muertos, pero tres chicas con vida casi desangradas. -Su tono era ciertamente serio, sus ojos parecía distraídos más en la labor de limpiar la pipa que en la presencia de la muchacha, pero muy consciente era de que ella esta allí. -Esta vez no quiero dinero ni información. Quiero otra cosa, más bien, quiero acompañarte.

Al escucharla, al principio sus labios se curvaron con cierta satisfacción hacía demasiados años que no se topaba con una fierecilla salvaje de tal magnitud, y con el descaro de ponerle un dedo encima sin que fuese con intención de buscar ese cierto calor que las mujeres solían buscar en él.

-No necesito tu ayuda, necesito tu dinero. -Cuando ella le coloco las solapas de su enorme y viejo abrigo y le soltó, él cazo al vuelo una de las muñecas de ella, dejándola unos segundos suspendida en el aire para luego soltarla con mucha delicadeza. Aquel movimiento no había sido pesado ni brusco, aquel movimiento denotaba que el turco tenía más agilidad y velocidad de las que fingía tener. Mostrarse torpe en cuanto las habilidades físicas, siempre había sido su teatro, cuando él llevaba desde los 7 años blandiendo armas de todo tipo y arrebatando vidas. La sonrisa permanecía pero ya no era una burla ni era diversión aquellos labios, aquellos ojos del castaño claro ocultaban algo. Aquel hombre estaba rodeado de un misterio difícil de desentrañar. -Tú misma lo has dicho, eres una "cazadora novata", y dudo que tras esto haya un simple neonato de lo que estas acostumbrada a matar con facilidad, es extraño que haya victimas vivas, ¿no te parece? Yo necesito encontrar una cara, puede que una información; y tu necesitas "fogar", necesitas manchar esas bonitas manos con sangre de otro monstruo despistado. Todos salimos ganando, de algún modo. Y si la cosa sale mal... Bueno, somos dos.

Emhyr se metió las manos en los bolsillos, y comenzó a caminar por la calle de donde venía dándole la espalda, esperan a que ella no se quedase parada, a que le siguiese.

-Yo tengo el lugar en mi cabeza, sé a donde tengo que ir. No es la primera vez que hago esto solo, yo tampoco necesito trabajar con nadie, solo necesito dinero. -Se paro un momento. -Y tranquila, si te parece raro eso de ir acompañada de un brujo al que deberías haber cazado, considera que tengo poco de brujo, no soy muy bueno con los trucos de "magia", ni me consideraría dentro de ese grupo. -En cierto modo era así, Emhyr había heredado cierta naturaleza sobrenatural de su madre, la cual, había descubierto demasiado tarde al no creer en las palabras de ella. Era bueno mago callejero con trucos que no tenía que ver con ningún poder, más bien con el engaño al ojo y al cerebro humano, con respecto a la hechicería, apenas por no decir casi nunca hacía uso de ello, no se había molestado demasiado en desarrollar o practicar sus capacidades. -Yo me largo, tienes dos opciones: seguirme o buscarte la vida solita o por otra vía para encontrar lo que yo. Haces lo que te dé la gana.

-No creo que sea el único que se guarda aquí secretos. -Emhyr se detuvo un momento, volviéndose a ella que empezó a deshacerse de sus ropas. Éste se cruzo de brazos sonriendo. -¿Ilusiones? ¿Por qué? Las ilusiones suelen venir solas, aunque no sería la primera vez... Anda vamos. -Sin querer la sonrisa de Emhyr se había transformado en otro tipo, en algo más bien en un recuerdo lejano de otra vida muy distinta a la de ahora. Un desierto lejano, una traición, una huida interminable, la inexperiencia, una mujer colándose desnuda en su lecho para acabar con el celibato típico de un joven jenízaro.

Emhyr comenzó a caminar ligeramente perdiéndose en la oscuridad de aquel laberintos de calles, teniendo muy claro su destino, yendo directo a él. Cuando llegaron a la puerta de aquella vieja pensión su sonrisa se había borrado, se había puesto demasiado serio.

-Yo también huelo a traición desde lejos. -Solo dijo mientras se remangaba, dejando al descubierto aquella especie de cruz tatuada en su antebrazo, perdida entre más tatuajes. Aquel símbolo había sido un regalo de su madre, que combinado con la peculiaridad de su sangre le ocultaba del olfato de seres sobrenaturales, aunque no de sus ojos. También tenía el efecto contraria, los podía atraer profundamente, podía hacerse notorio, pero ese no iba a ser el caso. -Tres o cuatro personas están dentro, hay una persona que parece que no roza casi el suelo, puede ser una mujer o un hombre demasiado delgado. -Señalo las huellas que habían dejado en la puerta. -Entremos, pero antes, escucho sugerencias.

-Ojala pudiera ver a través de las paredes, dicen que hay hechizos y pociones que de algún modo ayudan, pero lo dicho no sé me da demasiado bien "las artes brujeriles". Se me dan mejor otras cosas... -Sonrió para sí con cierta confianza, Emhyr era ese tipo de personas que eran más de lo que aparentaban; sus habilidades siempre iba a recordarle su pasado, y su historia. Era inevitable. -¡Oh vamos! Eres cazadora, se supone que es básico saber rastrear y observar mínimamente el terreno para poder pensar una estrategia, ¿qué mentor no te enseño algo tan básico?

De nuevo las palabras de ella, y luego el corte en su brazo. Un gesto de queja, pero ni un sonido. Encogió de hombros mientras se quitaba el pesado abrigo y se lo tiraba a Helida en su escondite.

-Ponlo bien escondido, es importante... Y confió en que los dejes que se acerquen "demasiado". -La otra manga que se subía, Emhyr aprovecho su propia sangre para manchar el tatuaje, una palabra en un idioma y el olor de su sangre se hizo más latente de lo normal quitando su velo de invisibilidad.

Los pasos que eran al principio precavidos se detuvieron antes de que la puerta abriese por completo. Como si de un mecanismo en su mente se tratase, en cuanto el olor de la sangre de Emhyr llego a las fosas nasales el vampiro pareció perder el control, signo de juventud y ser una creación reciente, tras él dos más enloquecidos por ese olor muy distinto al de un humano habitual.
El primero ya había iniciado su carrera hacia el mientras los otros olfateaban el aire confundido con tal novedad.

Emhyr esperó firme en su sitio... Espero en unos segundos interminables, en cuanto estuvo unos pasos más cerca, apoyo una pierna hacia atrás e inclino su cuerpo lo suficiente para estar a la altura de la cintura del inmortal y echar correr hacia él, así cargando su fuerza en su hombro y las piernas del vampiro, el cual, su cuerpo dio una vuelta sobre sí mismo cayendo pesadamente en el suelo. Emhyr rápidamente tomo la cabeza de la criatura y con un movimiento limpio y rápido disloco el cuello, dejándola la cabeza al contrario de su posición normal.

-A éste déjalo con vida, lo necesito, le costará un poco moverse. -Gritó esperan a que Helida ya hubiese intervenido, en aquel momento otro vampiro impacto contra su cuerpo cayendo sobre su cuerpo. Emhyr lo único que pudo hacer en aquel momento fue poner sus pies sobre el pecho de la criatura y empujar, pero a pesar de ello ya tenía las manos del ser bien agarradas al cuello mientras sus colmillo amenazaban su piel. El turco solo pudo ver dos soluciones, tirar de sus cabellos y morder también al vampiro... Y así lo hizo haciendo que esta retrocediera en su intención con un grito al ver la piel de su mejilla colgando. Emhyr la escupió sin acopio de asco en su gesto, y tosiendo por anterior efecto asfixiante de las manos del vampiro en su cuello.
De nuevo se levanto para cargar con su atacante.

A Emhyr se le daba bien otras cosas, tal y como había dicho, había sido un niño soldado, y la brutalidad de la lucha y la facilidad para matar, era lo que se le daba bien.

Ayudando por su mano se levanto, y antes de tomar el abrigo hizo algo un tanto insólito. Escupió la sangre del vampiro en una de sus manos y la restregó en el corte que le había hecho Helida. Hizo un gesto de desagrado al sentir un poco el escozor.

-En una lucha contra un ser "sin disciplina", no hay técnica que valga... Solo cabe el sobrevivir, y en su día me enseñaron que el asco o el desagrado se marcha cuando lo único que tienes en la cabeza es seguir con vida y que cualquier parte de nuestro cuerpo es útil como herramienta para matar. -Le sonrió aun jadeante y con confianza, por sus palabras daba a entender que aquel aparente "vagabundo", aquel "brujo", había recibido algún tipo de instrucción en el pasado o algo similar, aquel hombre sabía luchar y sabia más de lo que aparentaba, y sobre todo de "vampiros". -Aunque no fuera brujo, tendría que rechazar vuestra oferta aunque esta viniese acompañada con dinero u otras promesas. Yo no cazo ni vampiros, ni licántropos, ni brujos, ni al genio de la lámpara; no "puedo"... -Ahí erró dando una pista, por ello rápidamente se rectifico. -... no "suelo" permanecer mucho tiempo en los sitios.

Luego tomó el abrigo, y de uno de sus bolsillos saco agua y un pañuelo, limpió su boca, sus manos y la herida que le había hecho la cazadora. El corte había desaparecido. Emhyr era consciente de los efectos que tenía la sangre de vampiro en la carne humana, en un pasado había sido obligado a ingerir aquella sangre; y no solo eran efectos curativos, para personas como él a veces tenían otros efectos.

-Eres bastante rápida y precisa, no es típico de personas jóvenes e impacientes, me sorprende ver que no malgastes golpes en vano, y seas certera desde el primer golpe. El que te enseño lo hizo bien, pero creo que te falta un poco de "esto". -Señalo su cabeza. -Y sangre fría. Y ahora vamos a ver que puede contarnos antes de entrar nuestro amigo.

Se acerco al vampiro inconsciente, que tenía la cabeza situada justo al contrario de su cuerpo. Emhyr tiro de sus ropas y acerco el pañuelo a su olfato, ahí estaba el potente olor de su propia sangre, el vampiro despertó boqueando.

-Nos dijeron que tuviésemos cuidado con el invitado, pero no nos prepararon para esto... Es esa sangre, nos nubla la mente...

-¿Quién os ha preparado? ¿Sabían que vendríamos?

El vampiro sonrió, su boca saliveaba a causa del olor del pañuelo, parecía tener la vaga esperanza de que este llegase a su paladar, parecía como si su razón estuviese anulada o hipnotizada hablaba sin reparos.

-Ella no, pero tú vendrías tardo o temprano.

Emhyr palideció, ¿quién le esperaba?¿y si era...? Por un momento pensó en dos alternativas: o eran las personas de las que huía, lo ponía en duda porque ellos no tenían conocimiento de este mundo "sobrenatural"; o era la persona que Emhyr buscaba con tanto ahincó.

-Es una trampa. -Soltó con fuerza al vampiro y le tiró el pañuelo encima, luego pensativo y nervioso se paseo por el lugar, se planteó en huir, era arriesgado, ¿qué hacía? -Voy a entrar, ¿vienes?- Se decidió, metiendo las manos en sus bolsillos, y sacando un pequeño saquito, impregno una de sus manos de un polvo blanco.

-Con esa suerte cuento. -Le sonrió divertido al escuchar lo de "la sangre fría". No dijo nada más solo se quedo parado dejándola que ella se adelantará con esa impaciencia que debía de ser suya, ya que aun no la conocía demasiado.

Tras ella se interno en aquel lugar oscuro, bajo sus pies no había tierra ni madera, sino algún tipo de azulejo o baldosa. Aquel lugar debía de haber sido en otro tiempo de alguien con demasiado dinero, ya que cualquier edificio de la zona no podría permitirse tales lujos decorativos. A lo mejor no era una simple pensión como le dijeron, podía haber sido un burdel encubierto con ese nombre, quien sabía, lo único que sabía era que todo el material invertido en el edificio. Los dibujos de las paredes, las antiguas lámparas, eran difícil de conseguir...
El aire estaba viciado, y en la planta de arriba se escuchaban unas voces que hablaban en calma. Era extraño que aquel lugar no fuese asaltado para robar sus pertenencias y a la vez estuviese abandonado por completo... Ya antes de entrar le había olido aquello a cuerno quemado.

-¿Los Cazadores tenéis algún truco para ver en la oscuridad? -Bromeo, llevaban rato caminando sin ninguna luz y le extrañaba que ella no hubiese hecho nada al respecto. Había pociones y hechizos para ver en la oscuridad, pero el no tenía en aquel momento ninguno y aquellas pociones solían tener efectos secundarios que si no se estaba acostumbrado una persona podía terminar desmayada de agotamiento. Él por su parte chasqueo los dedos, y una pequeña se encendió en su dedo índice por un momento, pudiendo ver la sala y las escaleras estaba todo vacío allí.

-No se si las hadas existen o no, y tranquila por mi paciencia, no os detendré, si lo hiciese me quitaríais excusa. -Sonrió mientras la seguía por las escaleras. -Ya sabe lo que dicen de las muchachas que mucho hablan y... -Le guiño el ojo con picardía, por experiencia, las chicas más virginales eran las habladoras, pero una vez metidas en la acción se volvía, de repente... Mudas. Al menos en palabras -... Bueno puedo imaginarse lo que viene después, no querría ser indiscreto.
>>Con respecto al fuego, el fuego no lo creo yo lo crea unos polvos al mezclarse que llevo en mi bolsillo, la única algo mágica energía que invierto es mantener la punta de mis dedos inmunes al daño del fuego.

Las voces de arriba estaban más cerca, Emhyr intento poner atención a lo que decían. Hablaban en otra lengua, una lengua extraña, tal vez antigua,  y de las muchas lenguas que él hablaba no era ninguna de ellas.
Helida se detuvo y se agano, éste la imito y apago la llamita, se froto entrefroto ambas manos y luego introdujo una de sus manos en el abrigo.
Un vistazo y distinguió una figura que hablaba con otras dos, las cuales no se distinguían. Ya sabían cuantas personas había allí, seguramente algunos eran vampiros, eso quedaba claro. De repente miro al suelo. Una cuarta figura, cerca de la puerta, desangrándose.
El más destacado dio unos pasos hacía ello, Helida le pregunto y dejo de respirar.
El latir de su corazón dió un vuelco, Emhyr confirmo su sospecha y reconoció al menos a uno de aquellos hombres. Al tuerto.
Los sentimientos se entremezclaron en el interior del turco, a causa de un recuerdo lejano, el de una carta arrugada... El miedo... La traición... Y el filo de un estilete que se hundía en el rostro de aquel hombre, un hombre que pensaba muerto. ¿Muerto? Al parecer no.
Al parecer el tuerto le había encontrado, doce años desde que le había dado por muerto. Doce años de huida infernal esperando a que le dieran por muerto. Sabía que alguien seguía sus continuos pasos, que no se cansarían, por ello buscaba con tal desesperación obtener la inmortalidad, para estar preparado para el encuentro. Ahora quedaba confirmado el hecho de que su nombre debía de ser borrado para que ciertos peces gordos quedaran tranquilos y satisfechos.

Tras hacer el examen al primero, su mirada se dirigió a su compañero que se aproximaba a su lado, al cual no reconoció. Emhyr intento reconocer si era humano o vampiro, leyendo el aura. ¿Qué extraño? ¿Quién era? O más bien, ¿qué era? ¿Humano? ¿Vampiro? No, imposible. Su aspecto era humano, pero tenía algo extraño, o más bien un poder oculto bajo esa faceta.

-No debía de haber venido... Mala idea, Emhyr, malísima. -La mano de Emhyr bajó el abrigo temblaba apretando el puñal, al igual que todo su cuerpo. Pero no era de miedo, había rabia en su interior, había odio, y lo único que lamentaba es no estar preparado para aquellos. El brujo comenzó a grabar en el suelo de madera un extraño símbolo con el puñal, era un brujo pésimo, pero tenía que guardarse las espaldas.

-¿Reconocer figura? O vamos pasad, así podremos hablar a la cara. Esperábamos a un invitado, a un viejo amigo del de aquí. ¿pero que tenemos aquí?...-Aquel hombre olfateo el aire, debía de ser un vampiro o un licántropo, quien sabía. La voz de alguien que Emhyr no reconocía les invitaba a pasar. Desde que cruzaron la puerta probablemente sabían que estaban allí. -O, viene acompañado de una dama, que placer para todos, de esa pureza son difíciles de encontrar.

Emhyr miró precavido a Helida y se levanto despacio y se dirigió a la sala, y ahí estaba el tuerto.

-Bueno, bueno... Ha pasado demasiado tiempo, ¿no Emhyr? Mis amigos querían conocerte.-Comenzó a hablar el tuerto al lado del otro, tenía un acento similar a Emhyr pero sus rasgos eran todo lo contrario. Piel palida, su único ojos verde y cabellos rubios oscuro. -El pequeño Emhyr, ya es todo un hombre. Si... Aun recuerdo cuando le escondía al imán sus escritos, y cuando llegó al “Acemi Oğlanı “ con aquella vanidad típica de la nobleza. Le he hablado mucho de ti, la verdad.

Emhyr tenía los ojos centrados a aquel hombre tuerto, de vez en cuando lanzaba una fugaz ojeada al resto de miembros de la sala.

-Si buscas explicaciones por mi parte, solo puedo decirte que esto es un asunto bastante viejo y buscabas un maldito nido de vampiros, y aquí lo tienes... El problema, es que uno no es un vampiro, un simple humano y el otro, el encapuchado no tengo ni idea de lo que es, así que tienes dos opciones: largarte o hacer tu maldito trabajo.
>> Yo me largaría encantando, pero ya es demasiado tarde... -Le susurro a Helida lo más bajo que pudo para que no le escucharan mientras con mano apretada al puñal, ambos seguía tras la puerta, al parecer era la única barrera que los separaba, una barrera que no les defendía para nada.

-¿Qué andáis cuchicheando? ¡Oh vamos! No sabéis que "secretos en reunión es de mala educación". Hemos dicho que paséis, no nos gusta que se nos haga esperar.
-Dijo el tuerto.
Un grito y Emhyr fue golpeado por algo invisible que hizo que la puerta estallara en mil pedazos delante de ambos, en el suelo pudo notar como algunas astillas impactaban en su rostro de un modo doloroso.

Emhyr se levantó de un salto con aquella navaja aun en las manos, no dijo nada solo dirigió su filo hacía el tuerto, hasta que sintió que algo paralizaba su cuerpo o más bien, alguien.
Suspendido en el aire en aquel gesto hierático, tan solo sus ojos castaños se movieron dirigiéndose al desconocido.
-El tuerto saco un estilete de su cintura y ahí comenzó la tortura.

-¿Ibas a por mi otro ojo? Vaya eso no ha estado bien, creo que empezaremos con tus deudas, y luego con las de la cazadoras. Aquí mis amigos presenten tienen unas cuantas muertes que vengar

Los vampiros de la sala rieron mostrando sus largos colmillos, su cuerpos se tensaron en movimiento felinos dirigiendo su primera ataque a la joven.

Por otro lado, como si algo le hubiese golpeado con demasiada fuerza, fue lo primero que sintió. ¡No! No era un golpe... De nuevo otro golpe se dirigió cerca del estómago y luego seguido de varios seguidos llenos de ira y rabia, uno tras otro veloces dolorosos... En el costado, en el pecho, en la espalda... Perforando sus pulmones, encharcándolos por la sangre, pero... ¿Eran golpes? Más que golpes era aquel estilete que se hundía una y otra vez en la piel morena del turco, dejando atrás aquel rastro de roja sangre. Emhyr habló en un idioma extraño, había lanzado un hechizo de ataque pero este se había visto inutil, ya que el tuerto parecía esta protegido por algun tipo de escudo invisible o similar.

De repente Emhyr calló al suelo, sintiendo como la sangre emanaba de las heridas, como el aire le faltaba y algo ahogaba sus pulmones.