Que los santos se queden en donde estan || Privado

por **Guillermie/Mike Lanington** Miér Mayo 21, 2014 3:20 pm

En aquella época el casarse a temprana edad era algo muy común, no parecía verse mal, normalmente los matrimonio parecían ser muy bien estructurados, las mujeres hacían su parte y los hombres también. Pero como en todo matrimonio siempre hay problemas y en su matrimonio no era la excepción, estaba agradecido de tener a la mujer que tenia, pero en ocasiones no llegaba a ser suficiente en ocasiones. Guillermie llevaba su papel de esposa muy bien, sabia las travesuras de su marido, lamentablemente nada se le podía esconder a una bruja tan talentosa como ella, en silencio y secreto se mantenía las travesuras del ruso.

Aun con sus años encima tenía sus mañas, pero podría culpar en esta ocasión a su querida esposa que no quiso acompañarlo a una importante obra de teatro que bien visto que el conde fuera. — Estoy demasiado cansada, he estado todos estoy últimos días muy ocupada con los jardines de la duquesa de Working — se excuso su esposa incitándolo a ir solo. Tampoco hizo mucho esfuerzo en obligarla, aunque ella sabía sus deberes en ocasiones era no esforzarla. Le dio un beso en la frente y salió de la habitación, en donde encontró a uno de sus más fieles trabajadores — Dile al cochero que mande a buscar a Madame Di Stefano — ordeno tranquilamente — dígale que se vista como una reina, vamos a un lugar importante esta noche, yo mientras tanto me adelantare — el hombre asintió y se retiro a hacer su mandado, mientras el terminaba de vestirse para bordar su carruaje que iba hacia el teatro.

El viaje le fue extenuante, la noche estaba cayendo, la función era a las 8 de la noche, faltaba una hora aproximadamente, había llegado a lugar, se quedo al frente del teatro esperando que el otro carruaje en donde estaba su compañera por esta noche llegara para poder entrar y compartir una velada inolvidable.

por **Alessa Di Stefano** Jue Jun 05, 2014 5:50 pm

Je ferai un domaine
Où l'amour sera roi
Où tu seras reine

La noche en el burdel comienza como toda noche con la madame ordenando a todas, de la habitación salgo cansada con una fina tela transparente mostrando la blanca piel y los colores de algunas partes, recién despertaba de un sueño embellecedor, los gritos de la dueña del establecimiento se escucha por todo el lugar ordenando y mandando a las pobres chicas necesitadas a tomar baños y a otras a practicar los bailes, sus ojos me divisan llamando solo con la mirada con un giño se da a entender que se comprende su mirada, los atuendos no eran lo más idóneas, aquella tela mostraba toda la mercancía ¿y qué?, me gusta mostrarme.

De regreso a la habitación la voz de un hombre hace que regrese a donde estaba, curioseo porque aquel sujeto, la madame negaba y pedía más dinero pero con todo el acopio de mundo enfrento aquella situación –Dígale que iré, estaré lista en veinte minutos, espéreme en la puerta joven- corro a cambiarme pero viene la pregunta ¿Qué demonios usaré?, debe ser algo bonito y elegante nada vulgar. Los vestidos huelan uno a uno de aquel armario, uno más largo que otros y otros más cortos que los primeros, incluso ropa poco decente aparece pero no las puedo llevar hasta que al final el vestido ideal surge, no sería una elección propia pero al menos al Duque le agradará, lo tomo a volandas corriendo por la habitación, un baño con rosas y arreglar todo en menos de veinte minutos…una odisea.

Luego de 45 minutos aparezco bajando las escaleras, el Vestido es largo que tengo que tomar la cola con las manos, manos que llevan guantes pequeños del mismo color del vestido, el cabello todo recogido, parecía una condesa o reina realmente, bueno ya lo era. Miro al cochero y la mirada de mis colegas y la madame y con un pensamiento las dejo ¡Envídienme perras! La sonrisa en los labios saliendo victoriosa de ese lugar.

De camino por las calles imagino a donde se iría, quizás a un lujoso restaurante o tal vez a una fiesta de la monarquía, eso suena más interesante por el pedido del vestido, cuando llegamos estoy nerviosa, el corazón golpea fuerte contra el pecho hasta que la entrada al teatro me da la bienvenida -Una obra…- el tono de desilusión en la voz es todo lo que puedo poner.

por **Guillermie/Mike Lanington** Sáb Jul 05, 2014 12:51 pm

Allí estaba ella, una hermosa americana digna de admirar, muchos parisinos pensaban en estas personas como gente muy mal educada, pero él los veía con otros ojos, les parecían encantadores, era otra forma de ver el mundo, el nuevo mundo; como muchos lo llamaban le quedaba muy bien. Era increíble lo bella que se ponía ver, nadie creería lo que era realmente, posiblemente debían inventar una historia falsa una procedencia creíble de alguna familia ricachona del nuevo mundo, pues sería muy obvio de donde provenía.

La recibió en la entrada, pudo ver como bajaba del carruaje con ayuda del cochero, pudo notar como el brillo de la ilusión se iba a cada paso que daba acercándose a la entrada del teatro, aun así Mike la esperaba con una amplia sonrisa, hasta que el cochero se la entrego a sus brazos con cierta elegancia y simbolismo — Gracias Edgar, has cuidado muy bien de ella, te mereces una buena recompensa — dijo sonriéndole al hombre quien solamente hizo una reverencia y se retiro al carruaje a esperar la hora de ida.

Comenzaron a caminar hacia el salón principal del teatro — Querida no pareces muy contenta — comento en un leve susurro. Ya había gente alrededor de ellos, algunas damas mirando de reojo a la pareja, podía parecer extraño ver a un señor de tal edad estar acompañado con una jovencita de tal edad, no importaba, que la gente pensara lo que pensara, el ya tenía una fama de no gustarle ir a eventos solos, por eso asistía con jovencitas de dudosa procedencia.

— Prometo que de divertirás, conoceremos gente muy interesante, estoy más por negocios que por placer — confeso tranquilamente — pero debo admitir que su presencia hace que valga la pena tal responsabilidad — su sonrisa era cálida, mientras la trataba como princesa, guiándola entre mozos y doncellas hasta el lugar adecuado en donde podrían estar un rato antes de que comenzara la función.

por **Alessa Di Stefano** Mar Jul 08, 2014 12:22 am

El teatro siempre ha sido como lo imaginé, un lugar con polillas y aburrimiento es perfecto para dormir aunque no era de la primera cosa en mi lista por hacer sabía de él pues en América a mi “tío” le gustaba mucho esos lugares y siempre íbamos así que pasee rodead de obras y del arte y muchas clases de artes desde la más convencional hasta la más bizarra y ahora tomada del brazo con mi acompañante, Mike un hombre que pertenece a la realeza y que podría salir con cualquier jovencita noble y aburrida pero no, ha preferido el de una “polizonte”, como suelen llamar a los americanos, de baja reputación.

Entre suspiros entré, no dije palabra alguna hasta que estuvimos en aquel salón con otras personas, todos reunidos antes de la función, bebiendo vino y conversando de negocios, estamos cerca a nuestros asientos, un palco con mucha elegancia digna para su señoría Rusa y entonces me hizo todo eso pensar en sus palabras –Si me has traído es porque esperas algo de placentero entre tus negocios Mike, si no hubieras traído a cualquier jovencita más- no me ha permitido tutearle pero lo hago porque me gusta hacerlo, unos dos sujetos se acercan a saludarnos y es ahí que comprendo que debo crear algo para no “llamar” mucho la atención.

Uno de los hombres toma la mano de él estrechándola mientras el otro me sonríe gratamente, hago un leve gesto con la cabeza con la mirada inquisitiva de aquel sujeto que se pregunta “y esta quien es” así que tengo que responderle soltándome del brazo de mí protector –Good nights sir, espero que la noche sea agradable para usted también, soy Carolyne, protegida del Señor Lanington, una vieja pupila que conoció en América y ayudo como mecenas mío para ser una gran bailarina, le debo mucho a él- le miro sonriéndole haciendo un gesto de “agradecimiento” –Es un gran hombre que apoya las artes y viaja en busca de los mejores talentos, por eso hoy me ha pedido que sea su compañera en esta velada para darle mi ayuda con mi ojo clínico en arte- con una sonrisita oculto la mentira que tiene algo de verdad, ambas bañadas con un matiz a doble sentido y picardía pero revestidas con la elegancia y la elocuencia de la oratoria.

-Espero que esto sirva para alejar las sospechas que contratas putas Mike- le susurro solo para que él oiga soltando una risilla porque en mi mente atrevida ya habría creado un caos completamente ahí –Dime que más tengo que hacer para “alegrar” la noche- rozo los dedos de él con los míos en un gesto coqueto y atrevido.

Toda una dama de presencia pero puta en el alma.

por **Guillermie/Mike Lanington** Miér Sep 03, 2014 9:21 pm

Los americanos en Europa eran vistos como unas personas salvajes, llenas de nuevas ideas revolucionarias, mientras los del viejo mundo parecían siempre mas recatados y sin muchos ánimos de ir mas allá, ya se habían aburrido de los nuevos descubrimientos, preferían vivir su vida tranquila antes de ir a arriesgar su vida en logros que no terminarían de disfrutar, pero los del nuevo mundo parecían llenos de vida, tenían un brillo en sus ojos que lo delataban, además de su común acento y diferente a los acostumbrados, siempre eran el centro de atención quisieran o no lo desearan.

Ella era diferente, no era cualquier salvaje elegida al azar, tenía todo para ser la mejor de su clase, pero se rebajaba tan fácilmente por unos poco de francos, en ocasiones la veía como una hermosa cortesana en las casas de los más altos ricos, siendo consentida como una reina mas, pero simplemente había quedado como una prostituta de burdel, abusada por todos, amada por una multitud pero a la vez querida por nadie. Era fácil amoldarse para ella, pronto unos dos hombres llegaron a saludar al Duque de Rusia, ella rápidamente supo defenderse de las miradas inquisidoras que llegaron a lanzarle aquellos dos hombres.

Terminaron concluyendo que era una libertina americana, común y corriente, tan alocada como los demás americanos que habían conocido. Mike solamente sonrió complacido por tal picardía de su actual amante — Como siempre Carolyne tan elocuente — le siguió la corriente mientras los dos hombres llegaban a retirarse. Unos saludos por aquí y otros por allá le siguieron, por suerte la buena presencia de la mujer dejaba unos resultados positivos, las damas de sociedad parecían encantadas por su color de cabello y sonrisa brillante, parecía olvidarse de todo lo que debían cuchichear.

— Tal vez en el palco me puedas mostrar uno de tus bailes famosos Hermosa Carolyne — susurro divertido mientras terminaban de ser guiados por un encargado el cual les asigno un palco privado, cerro las cortinas rojas, lejos de ella había otra puerta que permanecía cerrada, nadie se atrevería a entrar a ese lugar a no fuera por la orden del mismísimo zar de Rusia. El brujo término de sentarse en un asiento rojo y mullido — Cuando guillermie me pregunte de que se trato la obra le diré que fue sobre una bella mujer que podía ocultar su verdadera procedencia con tal perfección que parecía un camaleón — con una mano la jalo para que cayera a su regazo, pronto esas mano bajaron encontrándose con aquella fina cintura que provocaba el vestido ajustado que poseía.

por **Alessa Di Stefano** Jue Oct 16, 2014 4:42 pm

Elntre tantas habladurías y sonrisitas gráciles de “cortesía” logro mezclarme muy bien con las personillas de sociedad, quién hubiese creído que podría y puedo pasar como cualquier joven de clase alta respondiendo con tal gracia como si de una dama educada se tratase, efectivamente era educada y he sido criada de esa forma para ser la acompañante de hombre adinerados que no solo quieren sexo y solo eso, sino también una dama que pueda pasar hacerles la compañía que quiera pasando desapercibida de su real oficio de simple cortesana, cara, pero al final prostituta.

Camino sin siquiera darme cuenta que estaba siguiendo a Mike solo sonríe y saluda cortésmente, la mirada de los hombres que saluda a mi “mecenas” no dejaban de mirarme de pies a cabeza parándose a fijarse más en algunas zonas que admiraban con mayor “detenimiento”, de los labios rojos dejé salir muchas palabras tantas que no las recordaba luego pero simulaba que si lo hacía, aunque uno que otro se percataba pero solo me sonreían quizás para no molestar a mi acompañante ¿tanto poder tiene?, eso me hizo pensar en la razón de nuestra llegada al teatro.

Avanzamos por el salón hasta los palcos con un caminar muy elegante hasta que aquel mozo nos muestra los asientos no quise ser la primera en tomar mi lugar al contrario admiro la vista del escenario con sus luces –Y será que te va a creer tu esposa? O será que sospecharía que trajiste a una- señalo con la mano extendida a mi adorada entereza –Una mujer como yo, ya sabes una prostituta- susurro a su oído mordiéndole para luego reír justo cuando su mano sujeta mi cintura, mis pies recogidos a un lado acunada en su pecho –Mike, Mike, Mike- levanto la cabeza mirando su sonrisa –No soy una chica cualquiera que se basta con pocas monedas, para ver mis bailes debes pagar y no una sino varias monedas, algo que merezca darte el baile, además no es el lugar para ponerme a danzar como te gustaría- levanto abruptamente de sus piernas para apoyarme sobre aquel barandal del palco inclinando mi cuerpo adelante, quebrando la espalda en un arco para poder mecer el cuerpo como una leve danza, parecida a la marea calmada.

Giro enfrentándole con los brazos cruzados –Hoy no estamos aquí para bailes mi querido “amigo mecenas” si no por arte, plácido y cándido arte que luego discutirás en aquella habitación ¿verdad?- señalo aquella puerta cerrada con una sonrisa ladina y los ojos medio entrecerrados, la cadera quebrando un poco a un lado y las piernas cruzadas entre si con el cuerpo recargado sobre aquella baranda.

por **Guillermie/Mike Lanington** Mar Oct 28, 2014 7:21 pm

No necesitaba esos vestidos para verse hermosa, ya el había visto numerosas veces por debajo de esas telas y podía decir que lo que había oculto era más bello. Un cuerpo bien moldeado, perfecto para poder lucirlo a todos los hombres necesitados, quienes pagarían lo que fuera por una noche con ella. Mike podría ser la envidia de muchos de sus clientes esta noche, pues tal vez había tenido que rechazar a unos cuantos para que ella pudiera venir hasta aquí.

¿Sospecharía Guillermie de los juegos indecentes de Mike? Lamentablemente el no podía ocultarle nada a ella. No era necesario comentarle absolutamente nada, ella lo sabia tal vez mucho antes de él cometer el pecado. Era una bruja poderosa, en ocasiones Mike odiaba tal infortunio, no podía hacer algo sin que ella se enterara. Pero ella parecía vivir sin formar gran escándalo, era como si se hubiera resignado a las aventuras de su marido o tal vez ella misma tenía sus aventuras y le pagaba con la misma moneda. Que importaba tal cuestión, el seguiría amándola, ella igual, cuando se lleva tanto tiempo con una persona no puedes verte separada de esta, podrías perdonarle todo, solamente para no verla partir.

— ¿Me estás diciendo que te pago mal? — Un bufido salió de sus labios, casi se rompe a reirá, pero prefirió simplemente sonreír mientras veía el espectáculo que estaba al frente de el.la necesitaba más de lo que ella podría estar pensando. No estaba allí porque le encantara las obras de teatro, la verdad la música de la nueva generación le provocaba jaqueca, la vieja y clásica lo incitaba a dormir profundamente. Apenas estaba de paso, de negocios, por simple presencia y necesitaba a la cortesana para no terminar hundido en el aburrimiento.

Se alimentaba de su juventud, absorbía su encanto, vivía mientras ella lo hacía. Le daba más de lo que muchos hombres le pueden ofrecer, ella solamente debía estar allí para él cuando fuera solicitada. — Usted debería ser el espectáculo principal — sonrió mientras notaba como los engranajes movían el telón para dar inicio al primer acto, pero el hombre no desvió su mirada a la mujer diez años menor que él; podría llegar a ser su hija, pero poco le importaba.

— ¿Queréis hacerse la difícil? — Ladeo su cabeza hacia un lado, cruzo sus piernas y sus dedos se entrelazaron entre ellos descansando en su regazo — Debería entonces dejar de enviarte tanto regalos si me vas a tratar como un cliente de clase media — reprocho suavemente, mientras encerraba sus ojos — Al final de cuentas, odio las obras de teatro; son la tortura de la aristocracia. Pero si no eres masoquista, no llegas a sentir el placer del éxito — ¿se veía inadecuado? Poco le interesaba el dirán de la gente. Cuando se tenían tantos años encima, ya la opinión de la gente parecía perder el sentido.

por **Alessa Di Stefano** Miér Dic 17, 2014 6:31 pm

Las palabras de aquel hombre sólo lograban que esbozara sonrisitas pícaras junto a una mirada como de asombro se tratara, un asombro mal interpretado; fingir era parte de la vida alegre del burdel, se finge cuando se selecciona al cliente mostrando un interés de "amor", luego viene el más común cuando llega la faena de cuerpos, a la hora de estar en la cama llegando al orgasmo, la mayoría de ellos son sólo inventos para aumentar el mal llamado, ego masculino...Mentiras que elevan condiciones personales.

Y ahí estábamos, un hombre que conocía y tenía experiencia en los engaños y una mujer que los ponía en práctica a cada que respira, con esa sonrisa en sus labios rosáceos y una ceja enarcada que le invitaba a que pusiera a prueba sus palabras de pago, la verdad él era uno de lo que mejores pagaba solo por hacerle compañía y terminar en la cama, no había mejores pagos que los del Duque de Rusia; apoyé las manos prácticamente sentándome sobre el borde, poco me importaba la obra y las personas que nos vieran ya estaba acostumbrada a ello. Subí una de los pies a la rodilla de él inclinando un poco hacia atrás el cuerpo –Si te tratara como a los otros, te sería mucho más fácil y te resultaría tan aburrida el conseguir todo de mí, como llevarme a la cama o sobre tus piernas, pero no, sabes que tienes más que ellos porque te cuesta aunque no tanto pero te divierte el que te cueste algo, o me dirás que cuando no te cuesta te agradan más las cosas, creo que no– un guiño de confianza para subir el otro pie a la otra rodilla del brujo.

La sonrisa dibujada en el rostro toda coqueta y de que guarda un secreto, y lo guardaba, sobre todo cuando dijo aquella palabra mágica “masoquismo”, el deleite que sentí al palpar cada letra en mi lengua que se movía formándola lento justo cuando uno de los mozos del lugar entró para avisarnos que ya estaba por empezar la obra pero sus palabras fueron cortadas cuando sus ojos vieron “la obra” montada en aquel palco privado, sin esperar nada se retiró como una sombra –Mike, Mike, Mike– susurraba su nombre en seducción –El masoquismo es un arte de juegos que si no sabes jugar puedes rayar en lo común, no dejes que tu éxito te nuble cuando te adentres a ese mundo oscuro del dolor y place – bajo los pies caminando hasta sentarme a horcajadas sobre él guiñándole el ojo descaradamente.

por **Guillermie/Mike Lanington** Dom Feb 01, 2015 5:39 pm

“La manipulación aparece como una necesidad imperiosa de las élites dominadoras con el objetivo de conseguir a través de ella un tipo inauténtico de "organización", con la cual llegue a evitar su contrario, que es la verdadera organización de las masas populares emersas y en emersión.”
—Paulo Freire

Todos los que estaban en el mundo de la sociedad, ya eran víctimas del sadismo que de este mismo se conformaba la humanidad. Todos los protagonistas que terminaban cayendo en su círculo, no podrían salir jamar. Rescindían en ser el antónimo; la parte pasiva. Y lo único que quedaba era aceptar, aprendiendo a disfrutar sus actos de crueldad y dominio. Era cierto aquel mundo resultaba terriblemente oscuro, pero el ser humano parecía tener el comportamiento óptimo de todo súbdito, que parecía ser fanático al análogo de ser un esclavo masoquista, que serviría y aceptaría a superiores: reconociendo la autoridad de alguien más, aceptando la obediencia sin atenuantes e igualmente el orden impuesto.

Los métodos de castigo utilizados para mantener el orden en la sociedad. Seria para ellos la satisfacción obtenida sufriendo dolor en distintos grados, porque aunque lo negaran, parecían encantados de cooperar para tener mejores mecanismos de restrictivos. Tal comportamiento es reforzado especialmente en las mujeres que durante todo toda su vida se veían sometidas a los deseos de sus padres, sus esposos e hijos.

— ¿Por qué debemos preocuparnos por la oscura realidad de nuestra sociedad? — pregunto el hombre mayor, mientras el acariciaba dulcemente aquel rostro pícaro y lleno de aventuras secretas. Su piel era delicada, el simple aroma de aquella mujer podría llenar de placer a cualquier hombre. Ella misma era víctima de la sumisión de su trabajo, la cual le obligaba a colocarse de manera receptiva para la persona que deseara sus servicios. —Lo único que queda es saber disfrutar lo que nos dan… — dejo salir un suspiro. Su cuerpo fue así atrás mientras con su mano formando un puño reposaba su rostro en la hombrera del asiento.

No era mentira al decir que aquella bella mujer podría ser su protegida, mientras estuviera a su lado no le faltaría nada. Ella había elegido aquel mundo, en el cual servir vulgarmente a un ser superior traía muchos beneficios. Y él se los daba, todo capricho que de sus labios saliera llegaban a ser cumplidos. — ¿No crees que soy lo suficiente mayor como para saber los peligros de este mundo? — rio suavemente. Aquel era un hombre mayor, con mucha más experiencia que muchos de los que estaban abajo, disfrutando la obra que estaba a punto de comenzar. — ¿Para mí cuando comenzara mi espectáculo? — cuando lograba parecer muy calmado en su voz había cierta ansiedad de ver como lograba sorprenderlo.

por **Alessa Di Stefano** Mar Abr 07, 2015 8:05 pm

Aquellas palabras o mejor dicho aquella pregunta que ponía en evidencia todo tipo de trato intimo que teníamos aquel hombre y yo no era más que la cereza de un pastel, uno del que disfrutaba probar noche tras noche, para que mentir, amaba y amo mi trabajo, es lo único que me llena de realidad, el poder ser yo quien gobierne mi cuerpo y mi tiempo a voluntad mía con mis gustos y placer, no había nada mejor que esa vida. ¿Esposo, hijos, estabilidad? Para qué, para una vida aburrida y monótona en vez de la aventura y el descaro de lo que es vivir en mis propias reglas.

Descaro, si eso es lo que iba a darle un espectáculo de descaro y picardía, así que con cautela acerco mis labios a su oído y tomo entre la lengua el lóbulo dejo una lamida suave y perfumada con los susurros de promesas –¿Un espectáculo para ti? Pensé que este era tu espectáculo o esperabas algo más subido de tono, Mike, que pícaro que eres– beso esa parte de la piel entre el cuello y la clavícula riéndome de forma traviesa. La coquetería estaba presente en cada palabra y gesto que realizaba, trato de sonar lejana a los caprichos de mi “benefactor” riéndome.

Los pies los muevo levantando mi cuerpo de encima suyo acercándome al barandal inclinando mi cuerpo hacia adelante viendo a los encapotados señores y señoras –Mike si fueras tan viejo como dices no estaría aquí, además no podrías escuchar mis gemidos en las noches y eso te dolería mucho no saber si logras arrancar gemidos o no, o eso no es importante para tu hombría, querido Mike– susurro la palabra con la punta de la lengua rozando los labios como saboreándolos. La picardía del tono que estoy uso es más de que los otros clientes de buena paga pueden recibir, pero con él no había mascaras porque sabía bien mi virtud y gustos, sobre todo los caros.

–Quieres disfrutar de las cosas pero ¿cómo? Dime que es lo que más te gusta disfrutar de lo que te ofrece la sociedad parisina, o son cosas que no te llenan como esta obra bien aburrida, o ya te cansaste de que a todo te diga “si mi lord”– ruedo lo ojos haciendo un bostezo dramatizado, camino hasta él sentándome en sus piernas nuevamente pero esta vez mi espalda contra su pecho –Por que vinimos aquí? No te veo como un viejito de esos que se ponen un cuerno en el oído para poder oír mejor, o uno que adora dormirse con estas obras para al final solo asentir. ¿Por qué aquí? O es que será un juego para los dos, ver cual espectáculo te excita más– la risita mientras relamo los labios en expectación.

por **Guillermie/Mike Lanington** Mar Jun 23, 2015 7:27 pm

Las mujeres que trabajaban en el comercio del placer, debían saber muy bien la anatomía del ser humano y sus puntos más sensibles para poder crear una experiencia magnifica. Esta mujer sabía lo que hacía, todo su cuerpo se enarcaba de provocar buenas sensaciones en todo el cuerpo del hombre. Guillermie entrecerró sus ojos, para disfrutar sus caricias con aquella lengua experta que recorrida su piel. Para los que algunos le pareciera vulgar, para él era una de las mejores técnicas que pocos podrían tener la capacidad de apreciarlo.

Era un diosa, se movía como tal, actuaba como tal vez una debía hacerlo, pero lo era gracias a él, quien la trasformaba, solamente el exterior, para poder disfrutar lo interior sin tantos problemas. La escuchaba hablar, miraba sus movimientos, viendo cómo iba de aquí y allá haciendo que el balcón fuera su escenario y ella se apoderaba con facilidad de él. ―Estas cuestionando mucho la razón de porque estamos aquí ― bufe suavemente. Sentí el peso de su cuerpo sentarse en mi regazo y su espalda chocar contra su pecho. Llevo su mano hacia su cabello, para acariciarlo delicadamente ― Te gustan mis regalos y todo lo que puedo darte ¿Cierto? ― Sus manos comenzaron a recorrer su cuerpo. Se situaron en el pecho de la joven, mientras su nariz aspiraba aquel olor natural, mezclado con una especie de agua de perfume de rosas.

— Es trabajo querido, necesito hacerlo para poder brindarte todos los caprichos que tú deseas y los que mi querida esposa exige — sus manos apretaron el corsé que cubría los senos de la cortesana, aquella gran coraza no permitía que sus manos pudiera tocar aquellos blandos y perfectos bultos. Sus manos comenzaron a bajar hasta situarse en la cintura, una pequeña y delineada cinturita, que era contornada por el mismo traje que mantenía prisionera a sus senos. Hizo un movimiento atrayéndola más hacia su cuerpo, pudo sentir como una corriente recorría su cuerpo hasta chocar en su intimidad. Sentía el calor de sus nalgas rozar aquel bulto que amenazaba por crecer.

Guillermie se sentía orgulloso de tener la edad que tenia y aun poder disfrutar las maravillas del sexo. A lo largo de los años, su esposa había comenzado a encerrarse con sus responsabilidades de dama, alejando a su esposo de su intimidad. ― Eres mi distracción, eres la luz en mi oscuridad ― beso su cuello dulcemente. Sus manos cayeron a la entrepierna, la tela parecía un mar recio y profundo, que no permitía ser atravesado, pero Guillermie era un marino decidido que llegaría a donde se había propuesto a llegar.

por **Alessa Di Stefano** Miér Jul 08, 2015 10:12 pm

Je sais ce que je suis et qui je suis

Las pequeñas frases junto a las suaves y sutiles caricias que él emitía sobre mi cuerpo crearon el eco de los gemidos… ¿por qué callar la excitación?, era un pecado para mi hacerlo, porque no se puede ocultar la complacencia que se llega a sentir por las caricias ajenas, sin importar el lugar en el que uno se encuentre no puede guardarse ese coro de gemidos o pequeños jadeos, al contrario se debe emitirlos incluso a voz alta. En este caso, no se podía dejar escapar aquellos estímulos y no porque no quisiera ser descubierta si no por mi acompañante cuya reputación lo precedía así como la mía en las noches en las calles de parís.

La voz suave con la que seduzco se vuelve más melosa cual ronroneo –No creo que desees una muñeca sumisa que acepte todo sin, como dices…ah sí, cuestionar– aquella palabra la saboreo con la lengua en el paladar dejando una connotación erótica en la pronunciación, muevo un poco más hacia atrás mis caderas, meciendo mis nalgas contra su miembro que comienza a despertarse y lo capto con sugerencia y picardía, un empuje más y otro hacia adelante…mi cuerpo se mece sobre él y llevo las manos a que se sostengan de la silla. Lentamente abro los labios relamiéndome lentamente con la punta de la lengua junto a una mirada lasciva –Acaso me he quejado de los regalos, no creo, así como no tengo queja tuya sobre esto– mis manos las recorro sobre mi cuerpo, delineo mis curvas las de los senos, la cintura y por último la cadera. Incliné el cuerpo más hacia adelante dejando al descubierto la redondez y perfección de mi trasero al cual le doy una palmadita con mi mano zurda riéndome para luego de tanto jueguito intimo me levanto caminando hacia la parte de atrás de aquel asiento.

Un pie delante del otro, una camina sinuosa donde las caderas se bambolean más, las manos las posé sobre las caderas meneándome más frente a él hasta que me quedé tras el respaldo de aquella butaca –Es tu trabajo estar aquí y hacer acto de presencia, pero mi trabajo es otro y es el mantenerte muy despierto con estas presentaciones, mejor dicho, estoy aquí para ser tu entretenimiento mientras trabajas ¿verdad?, entonces dime ¿cómo quieres mi boca o mejor dicho dónde?– la última pregunta la dejo sobre su oído lamiendo aquella parte del cuello y tirando del lóbulo de su oreja, mis manos las llevo hacia su pecho dejando que las uñas recorran aquella camisa hasta la pretina del pantalón sobre todo justo en la zona que se comienza a abultar.

por **Guillermie/Mike Lanington** Dom Jul 26, 2015 9:52 pm

¿Una muñeca sumisa que acepte todo sin cuestionar? Tenía razón, eso no era lo que deseara, para eso tenía a su esposa, que fielmente lo esperaba en su mansión, como todos estos años o había hecho. Por eso una pequeña sonrisilla nació de sus labios, como capullo de flor comenzando a florecer por la llegada de la primavera. El cuerpo de la prostituta se movía al ritmo de una erótica melodía, que hacia despertar los más profundos instintos y él lo único que hacer es disfrutar con la mirada sus audaces movimientos y su melosos gemidos.

Contoneaba aquellas caderas con delicia que solo ella podría tener y el la seguía con su mirada, atento a cada uno de sus movimientos y gestos cada uno le parecía elegante y encantador. Lo hechizaba fácilmente, tenia aquel poder que muchas mujeres tal vez nunca podrían obtener. La música de la obra los envolvía, la gente de abajo parecían estar disfrutando la obra con gusto, estaban encantados por la actuación de los dramaturgos que estaban en escenas. Pero nada de eso parecía importarles a aquellos dos personajes que estaban en el palco, tenían algo mucho más importante en que poner sus ojos.

— Tú y yo — se relamió sus labios dejando que sus manos tocaran, apenas rozado su delicada piel, pero disfrutado enormemente la sensación —… Sabemos en lo que eres excelente, se puede decir que todo una maestra — suspiro mientras una sonrisilla estaba permanente en sus labios. — Tal vez así podremos darle un buen final a este espectáculo — rio guiándole el ojo. Los demás podrían pensar que tenían un buen entretenimiento, pero estaban equivocados…

por **Alessa Di Stefano** Sáb Ago 08, 2015 11:30 pm

Los pequeños atisbos de pasiones desatadas, sus miradas y susurros que viajaban por sobre mi cuerpo dejando atrás el recato y el decoro ante la situación. Lejos estaban los ojos ajenos de poder devorar aquella escena, mientras que en el centro los actores se dedicaron a lo suyo, entretener a las personas lo más que pudieran. Los sonidos del espectáculo opacarían cualquier otro, y entonces era hora de trabajar.

Sentándome a su lado, cruzo las piernas con una postura tan elitista como el de las jóvenes de alcurnia, miro a la gente con la nariz respingada, bueno para ello no se necesita nacer en cuna de oro, siempre lo hago. Ladeo un poco la cabeza mirándole con una ceja enarcada, como si realmente me interesara más la obra, mojo los labios con la punta de la lengua saboreando aquella pintura que había usado. Dejo de jugar para concentrarme en la noche –El final dependerá de la trama que se ha desarrollado y por lo que veo la trama es una aburrida por lo que el final se puede predecir, la chica se quedará con el otro joven para saldar las cuentas de dolor que le ha causado su gran amor, se casará por lástima. Qué pena– sonrío con un cinismo tan propio de mí y de la profesión que profeso –Aunque yo opto por los finales inesperados, aquellos que llevan una tormenta arrolladora y nos deja sin poder hacer algo al respecto, algo como la “sorpresa” del evento ¿Qué tienes preparado para el final Mike?– susurro su nombre llevando mi mano enguantada a los labios y tomar con los dientes la tela fina y suave que se desliza por la mano hasta dejarla libre de esta.

por **Guillermie/Mike Lanington** Mar Sep 08, 2015 8:02 pm

A veces se ponía a pensar que sería si ella hubiera nacido un poco antes, cuando él era un poco más joven y sus años no se acentuaba tanto en su cuerpo. Aunque debía admitir que siempre sus relaciones con mujeres habían sido meramente carnales, con la joven a su lado era algo diferente y si tal vez el destino hubiera jugado a su favor tal vez una probabilidad de haberse unido hubiera existido. Mike definitivamente ya era viejo, se perdía en sus pensamientos del pasado y “en lo que hubiera sido si…” pero debía admitir que no se arrepentía de nada, había tenido una buena vida y lo admitía.

Tuvo que admitirse mentalmente que estaba algo cansado, ya sus años lo pisaban y se volvían bloques de concreto a cada día que pasaba, pero la juventud de su compañera lo animaba, lo hacía sonreír; haciendo que unos cuantos años se le quitara de encima. Se podía decir que era como la fuente de la juventud con senos y caderas.

— ¿Finales inesperados? — alzo una ceja riendo suavemente. Una sonrisa pequeña se quedo en sus labios — No trates de invocar al demonio que nos puede aparecer reencarnados en mi estimada esposa — Que dios lo perdonara por tal insulto, pero era cierto, el único buen final totalmente inesperado seria que por esa puerta apareciera la mujer con que había pasado más de 30 años.

Se acerco un poco a la joven — Pero para nosotros, tenemos un pequeño “final” más tranquilo, con un delicioso vino en el carruaje, mientras paseamos en la bella vida nocturna de parís — ya pronto saldrían de aquella obra. Aunque a la cortesana le hubiera parecido aburrido, estaba seguro que presumiría sobre su paseo — Lo siento, creo que me estoy volviendo aburrido, culpare a la vejez, querida — guiño su ojos picaramete.

por **Alessa Di Stefano** Miér Sep 09, 2015 12:07 am

Pequeña sonrisa que aflora sobre mis labios, las manos sobre las rodillas y aquella miradita con una ceja enarcada, como si desaprobara aquellas palabras, pero la verdad eran que causaban una gran diversión. Me levanto del asiento para sentarme sobre sus piernas, mis piernas subidas colgando del reposabrazos izquierdo para con mis manos jugar en el rostro de él. Que picara y atrevida, pero la verdad con él la relación era más abierta, no es solo la pasión si no la compañía y la plática placentera con el doble sentido, no las típicas charlas de asuntos diplomáticos y temas muy aburridos y sosos.

La obra va terminando poco a poco y es entonces el momento que espere toda la noche, abruptamente me levanto de su regazo para tomar su mano –Dije “sorpresas” no la aparición del demonio, además si tu esposa llegase en este momento no pasaría como una, ya sabes, una aventura nocturna si no como una jovencita que trata de seducir a un hombre serio, leal y que no se anda con esas cosas, sería más una buscona, así que tu poseída esposa no tendría que liberar a su demonio interno para matarme, solo me diría que me acabaría socialmente, claro no aparento ser lo que soy, una simple cortesana– rio sonoramente llevándolo por aquel pasillo del teatro.

La verdad era que quería salir antes de que alguien más nos viera y se armara un chisme de viejas por las calles –No hay nada más delicioso que el vino, sobre todo si es una buena cosecha, quizás te enseñe como se debe tomar un buen trago de aquel vino, porque estoy muy segura que no las conoces Mike, tu juventud no te deja conocerla, mejor dicho tu celadora no te deja disfrutar de esas nuevas formas; si sigues así me temo que terminarás viejo y aburrido, espero que eso no pase porque sería desastroso a tu salud y a tus salidas sociales. Prometelo así quedaré tranquila al menos esta noche– comienzo a reírme en la salida de aquel lugar muy concurrido por gente de elite y pudiente.

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