AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
Espacios libres: 11/40
Afiliaciones élite: ABIERTAS
Última limpieza: 1/04/24
En Victorian Vampires valoramos la creatividad, es por eso que pedimos respeto por el trabajo ajeno. Todas las imágenes, códigos y textos que pueden apreciarse en el foro han sido exclusivamente editados y creados para utilizarse únicamente en el mismo. Si se llegase a sorprender a una persona, foro, o sitio web, haciendo uso del contenido total o parcial, y sobre todo, sin el permiso de la administración de este foro, nos veremos obligados a reportarlo a las autoridades correspondientes, entre ellas Foro Activo, para que tome cartas en el asunto e impedir el robo de ideas originales, ya que creemos que es una falta de respeto el hacer uso de material ajeno sin haber tenido una previa autorización para ello. Por favor, no plagies, no robes diseños o códigos originales, respeta a los demás.
Así mismo, también exigimos respeto por las creaciones de todos nuestros usuarios, ya sean gráficos, códigos o textos. No robes ideas que les pertenecen a otros, se original. En este foro castigamos el plagio con el baneo definitivo.
Todas las imágenes utilizadas pertenecen a sus respectivos autores y han sido utilizadas y editadas sin fines de lucro. Agradecimientos especiales a: rainris, sambriggs, laesmeralda, viona, evenderthlies, eveferther, sweedies, silent order, lady morgana, iberian Black arts, dezzan, black dante, valentinakallias, admiralj, joelht74, dg2001, saraqrel, gin7ginb, anettfrozen, zemotion, lithiumpicnic, iscarlet, hellwoman, wagner, mjranum-stock, liam-stock, stardust Paramount Pictures, y muy especialmente a Source Code por sus códigos facilitados.
Victorian Vampires by Nigel Quartermane is licensed under a
Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.
Creado a partir de la obra en https://victorianvampires.foroes.org
Últimos temas
Vivir por los que ya no están {Privado}
2 participantes
Página 1 de 1.
Vivir por los que ya no están {Privado}
"El acto más importante de nuestra vida es la muerte."
¿Era una hipócrita por seguir viniendo aquí después de tantos años?
Nunca le había amado, eso era algo que no podía negar, aunque tampoco le había odiado. Y pensándolo bien, ¿cuantos matrimonios realmente se amaban en el momento de su casamiento?
Madre siempre había afirmado que el orden era casarse, tener hijos y por último amarse. El amor viene con los años, decía. Tal vez por eso yo nunca había llegado a amar a mi esposo, porque el destino me lo había quitado demasiado pronto de los brazos. Tal vez esa era la respuesta de por qué seguía viniendo año tras año con flores frescas al cementerio, desechando las antiguas y colocando las nuevas sobre el frío marmol de la lápida.
O tal vez, simplemente, fuese que la culpa por no haber hecho nada por salvar su vida seguía atormentándome. Aunque, ¿qué podría haber hecho? Al fin y al cabo, yo solo era una pobre demente que nunca se había recuperado de la muerte de su esposo. Tal vez esta última razón fuese la correcta.
Mi semblante tranquilo contrastaba enormemente con el del resto de visitantes del cementerio, generalmente con sus rostros inundados por las lágrimas. Me gustaba pensar que la razón de eso era que había llorado tanto en el pasado que ya no quedaban lágrimas que derramar en el presente. Prefería creer eso que hacer caso a esa voz de mi interior que me decía que el verdadero motivo era que estaba muerta por dentro.
De manera mecánica deposité las flores en el suelo. A continuación, dejé que las puntas de mis dedos acariciasen con cuidado el grabado en la piedra donde se podía leer el nombre de mi esposo y las fechas de su nacimiento y defunción.
—Merecías ir al cielo, así que realmente espero que estos ocho años allí te hayan tratado bien—hablé en voz alta, queriendo que mis palabras llegasen hasta sus oídos. Nunca le había amado, eso era cierto, pero ¿quién dice que no podría haber llegado a hacerlo?—Te veré el año que viene—me despedí, exactamente con las mismas palabras que pronunciaba año tras año.
Aún así, no me marché inmediatamente, si no que permanecí durante algunos minutos más de pie frente a la tumba, dejando la mente en blanco.
El calor suave de los rayos del sol comenzó a bañar mi piel blanca, produciéndome una sensación bastante agradable. Conservando aún ese semblante tranquilo e inexpresivo, dejé que mi mirada vagase por el cielo, centrándose en las pocas nubes que lo surcaban en ese momento. Solté un pequeño suspiro, volviendo a centrar mis ojos en la lápida. Después de unos instantes más, me sacudí ligeramente los bajos del vestido y me enderecé por completo, preparándome, ahora sí, para marcharme.
Rachel Matheson- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 09/01/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Vivir por los que ya no están {Privado}
En las semanas que siguieron al fallecimiento de su madre, Cosette había ido a visitar su tumba cada vez que tenía tiempo suficiente. Sabía que eventualmente aquella costumbre se perdería, y que iría a verla cada vez con menos frecuencia. Pero su partida aún estaba latente al igual que el dolor que había dejado en su corazón, y de cierta forma pasar un rato junto a ella le tranquilizaba un poco, incluso sabiendo que estaba muerta.
La lápida de su madre era pequeña y sencilla, muy diferente a las de aquellas personas que habían tenido algo más de dinero para invertir en la tumba. Habían algunas que lucían verdaderamente hermosas a pesar de encontrarse en un lugar que a ella le resultaba tan tétrico. Losas grandes cuyo mármol relucía a la luz del sol, dejando ver frases dedicadas a los difuntos y coronas de flores que adornaban con su colorido aquellas sepulturas.
No, la de su madre era una lápida simple. A Cosette le resultó curioso que incluso en la muerte siguiera vigente el contraste de las diferencias sociales. Se había arrodillado para dejar en la base de la lápida una cala blanca, la flor favorita de su madre, a la cual además se le otorgaba el significado de renacimiento y resurrección. Ya no estaba muy segura de si debía creer en esas cosas, había días en los que incluso la idea del cielo y el infierno se le antojaba inconcebible.
Y sin embargo cada noche rezaba por su madre, y en sus plegarias le pedía a Dios que reuniese a su padre con ella allá en el paraíso, y que de ser posible le guardara un sitio cerca de ambos para cuando le tocara partir. Mientras llegaban a su mente los recuerdos de su madre, recuerdos en su mayoría alegres o bonitos, metió su mano en el bolsillo y sacó de él un pequeño ángel de paja.
Llevaba tres en total, se los había regalado una familia de gitanos que los habían confeccionado con tanta paciencia y cariño que aquello se podía notar en los pequeños detalles del adorno. Los gitanos tenían la costumbre de adornar las tumbas con esos angelitos de paja pues decían que así las sepulturas estarían protegidas y ningún espíritu malo molestaría a los difuntos.
Dejó el ángel apoyado contra la lápida y se quedó un buen rato sentada ahí, pensando en su madre y en su futuro sin ella. A ratos escuchaba los sollozos de otras personas que se lamentaban en tumbas cercanas; a esas alturas podría decirse que había aprendido a controlar las lágrimas, pero uno nunca podía confiarse con eso ya que en el momento menos esperado podían traicionarte.
A pesar de que se sentía cómoda sobre el césped y con los tibios rayos de sol acariciándole la piel, sabía que no podía quedarse ahí para siempre, así que tras un rato se puso de pie y guardando el silencio que había mantenido hasta el momento, se alejó lentamente de la tumba sabiendo que no tardaría en regresar. Tal vez la próxima vez lograría convencer a alguno de sus hermanos para que la acompañara, aunque a ninguno de ellos le gustaba el cementerio y ella lo entendía.
Mientras caminaba entre las lápidas pasó cerca de una mujer rubia que hablaba en voz alta. Alcanzó a escuchar un par de palabras y la miró con curiosidad. Su rostro reflejaba tranquilidad, y Cosette se preguntó internamente a quién pertenecería la tumba frente a la cual se encontraba. ¿Alguno de sus padres? ¿Su esposo? ¿Un hijo, quizás? Antes de alejarse se detuvo por un momento cerca de ella y metió su mano en el bolsillo.
Cosette no solía acercarse a desconocidos con tanta facilidad, pero sabía que en aquel cementerio todos se encontraban en la misma situación, y además ella ya había perdido a suficientes seres queridos como para saber exactamente lo que se sentía. Así fue como sacó un segundo ángel de paja y extendió el brazo para mostrárselo a la mujer.
-¿Le gustaría ponerlo cerca de la lápida? –le preguntó mientras se lo ofrecía.
-Dicen que sirve para proteger las tumbas. Me lo dieron unos… –dudó por un momento, no quería decir “gitanos” porque sabía que algunas personas tenían muchos prejuicios contra ellos y que no les gustaría aceptar nada que proviniese de ese gente.
-Unos amigos –terminó por decir con cierta inseguridad.
La lápida de su madre era pequeña y sencilla, muy diferente a las de aquellas personas que habían tenido algo más de dinero para invertir en la tumba. Habían algunas que lucían verdaderamente hermosas a pesar de encontrarse en un lugar que a ella le resultaba tan tétrico. Losas grandes cuyo mármol relucía a la luz del sol, dejando ver frases dedicadas a los difuntos y coronas de flores que adornaban con su colorido aquellas sepulturas.
No, la de su madre era una lápida simple. A Cosette le resultó curioso que incluso en la muerte siguiera vigente el contraste de las diferencias sociales. Se había arrodillado para dejar en la base de la lápida una cala blanca, la flor favorita de su madre, a la cual además se le otorgaba el significado de renacimiento y resurrección. Ya no estaba muy segura de si debía creer en esas cosas, había días en los que incluso la idea del cielo y el infierno se le antojaba inconcebible.
Y sin embargo cada noche rezaba por su madre, y en sus plegarias le pedía a Dios que reuniese a su padre con ella allá en el paraíso, y que de ser posible le guardara un sitio cerca de ambos para cuando le tocara partir. Mientras llegaban a su mente los recuerdos de su madre, recuerdos en su mayoría alegres o bonitos, metió su mano en el bolsillo y sacó de él un pequeño ángel de paja.
Llevaba tres en total, se los había regalado una familia de gitanos que los habían confeccionado con tanta paciencia y cariño que aquello se podía notar en los pequeños detalles del adorno. Los gitanos tenían la costumbre de adornar las tumbas con esos angelitos de paja pues decían que así las sepulturas estarían protegidas y ningún espíritu malo molestaría a los difuntos.
Dejó el ángel apoyado contra la lápida y se quedó un buen rato sentada ahí, pensando en su madre y en su futuro sin ella. A ratos escuchaba los sollozos de otras personas que se lamentaban en tumbas cercanas; a esas alturas podría decirse que había aprendido a controlar las lágrimas, pero uno nunca podía confiarse con eso ya que en el momento menos esperado podían traicionarte.
A pesar de que se sentía cómoda sobre el césped y con los tibios rayos de sol acariciándole la piel, sabía que no podía quedarse ahí para siempre, así que tras un rato se puso de pie y guardando el silencio que había mantenido hasta el momento, se alejó lentamente de la tumba sabiendo que no tardaría en regresar. Tal vez la próxima vez lograría convencer a alguno de sus hermanos para que la acompañara, aunque a ninguno de ellos le gustaba el cementerio y ella lo entendía.
Mientras caminaba entre las lápidas pasó cerca de una mujer rubia que hablaba en voz alta. Alcanzó a escuchar un par de palabras y la miró con curiosidad. Su rostro reflejaba tranquilidad, y Cosette se preguntó internamente a quién pertenecería la tumba frente a la cual se encontraba. ¿Alguno de sus padres? ¿Su esposo? ¿Un hijo, quizás? Antes de alejarse se detuvo por un momento cerca de ella y metió su mano en el bolsillo.
Cosette no solía acercarse a desconocidos con tanta facilidad, pero sabía que en aquel cementerio todos se encontraban en la misma situación, y además ella ya había perdido a suficientes seres queridos como para saber exactamente lo que se sentía. Así fue como sacó un segundo ángel de paja y extendió el brazo para mostrárselo a la mujer.
-¿Le gustaría ponerlo cerca de la lápida? –le preguntó mientras se lo ofrecía.
-Dicen que sirve para proteger las tumbas. Me lo dieron unos… –dudó por un momento, no quería decir “gitanos” porque sabía que algunas personas tenían muchos prejuicios contra ellos y que no les gustaría aceptar nada que proviniese de ese gente.
-Unos amigos –terminó por decir con cierta inseguridad.
Cosette Renaud- Humano Clase Baja
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 11/01/2013
Localización : Detrás de ti
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Vivir por los que ya no están {Privado}
- Perdón:
- Mis disculpas por la excesiva tardanza, pero no se por qué estaba convencida de que te había contestado ya, y cuando me ha dado por mirar me he dado cuenta de que no u_u ¡Lo siento!
Estaba tan concentrada (o tan abstraída, según como se mire) en lo que estaba haciendo que no me percaté de que alguien se estaba acercando a mí hasta que su voz llegó hasta mis oídos. Giré sobre mis talones de inmediato, aunque mis movimientos no fueron bruscos. Escaneé a la muchacha que tenía frente a mí de arriba a abajo, analizando todos los detalles que pude recoger a primer vista, pero no de manera despectiva, si no con más curiosidad que otra cosa.
Se trataba de una muchacha joven, una niña prácticamente, y podría afirmarse que era justamente lo contrarío a mí. Mientras que yo aún conservaba un color de cabello bastante claro, ella poseía una espesa melena oscura que iba en consenso a sus ojos castaños, en contraposición una vez más a mi mirada azul. Nuestras pieles eran más o menos del mismo tono, aunque la mía era de nuevo un poco más clara. Por último, nuestra vestimenta evidenciaba la diferencia de clase social que había entre nosotras, aunque a diferencia de otras mujeres que había visto antes, esta muchacha iba cuidadosamente arreglada.
Finalmente mi mirada cayó sobre el brazo que ella había extendido en mi dirección y en el pequeño ángel de paja. Fue entonces cuando caí en la cuenta de que me había dedicado a mirarla sin pronunciar ni una sola palabra, lo que probablemente debía de estar haciéndola sentir extremadamente incómoda.
—Es muy bonito—hablé finalmente, tocando el ángel con las puntas de mis dedos, aunque sin llegar a tomarlo aún. Dibujé una expresión algo más agradable en mi rostro, sin ser tan seria pero sin llegar a sonreir tampoco—Tus amigos han debido de esforzarse a conciencia para crear una artesanía como esta, ¿estáis segura de querer entregármela?—añadí, enfatizando la palabra que le había escuchado pronunciar con tanta inseguridad. No era asunto mío y no iba a preguntar nada al respecto, pero encontré divertido el hacerle notar que me había percatado de su momento de duda.
Haciendo un pequeño gesto de advertencia, para que mis movimientos no la tomasen por sorpresa, cogí el ángel y me lo acerqué a los ojos, observándolo con más detenimiento y cuidado. A pesar de que la paja solía ser algo rugosa y punzante al tacto, el ángel estaba confeccionado de tal manera que al acariciar su superficie solo podía notarse suavidad.
—Es un gesto muy amable, os lo agradezco—hablé después de unos segundos, dejando que mis ojos volviesen a cruzarse con los suyos.
Rachel Matheson- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 09/01/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Vivir por los que ya no están {Privado}
La mujer la observaba con aparente curiosidad, y por un momento Cosette llegó a pensar que quizás no le agradaría aquel gesto, después de todo mucha gente de clase alta veía a los pobres como criaturas indeseadas e intentaban mantener cierta distancia, como si temieran contagiarse de alguna enfermedad o algo parecido. Pero por suerte ese no fue el caso, ya que tras unos instantes la mujer habló de forma amable haciendo que ella se sintiera más relajada. Sonrió un tanto avergonzada al percatarse de que ella se había dado cuenta de su cavilación al pronunciar aquella palabra, pero le restó importancia.
-Sí, estoy segura –le respondió tranquilamente esperando a que la mujer tomara lo que le ofrecía, y cuando lo hizo se llevó la mano a la altura del bolsillo para apuntar con el dedo.
-Tengo más, así que no es problema –le explicó sencillamente pues aunque en la mayoría de los casos siempre era a ella a quien le faltaba algo, en ese lugar y en esa situación sabía que todos estaban en las mismas pues todos habían perdido.
-No hay de qué –dijo luego cuando ella le agradeció, fijando su mirada en sus ojos claros. Aún se preguntaba a quién le pertenecería aquella tumba, pero no quería preguntárselo directamente ya que podría sonar descortés e incluso traerle malos recuerdos o ponerla en una situación incómoda, y eso era lo último que quería.
-Sé que la gente acostumbra dejar flores en vez de estas cosas porque se ven más bonitas, pero creo que nunca viene mal un poco de variedad.
No era su costumbre acercarse a extraños de esa manera, y mucho menos entablar conversaciones con ellos. Pero había algo en aquella mujer que le producía una extraña tranquilidad y le señalaba de cierta forma que era una persona confiable. Quizás sería su apariencia, ya que con su cabello rubio y esos ojos azules casi parecía un ángel velando por los muertos de aquel cementerio. Incluso le daba algo de lástima habérsela encontrado en un lugar así, pues eso significaba que debía haber vivido alguna desgracia como todas las otras personas que se hallaban ahí.
-Yo también he dejado un ángel en la tumba de mi madre. Me gusta pensar que si algún espíritu malo se aparece, no se atreverá a acercarse a ella… –bajó la mirada por un momento, sintiendo que sus palabras no tenían mucho sentido aunque era eso lo que realmente creía.
-Seguro que tampoco se acercarán a esa –continuó haciendo un gesto con la cabeza para señalar la lápida frente a la cual la mujer había estado parada.
-Sí, estoy segura –le respondió tranquilamente esperando a que la mujer tomara lo que le ofrecía, y cuando lo hizo se llevó la mano a la altura del bolsillo para apuntar con el dedo.
-Tengo más, así que no es problema –le explicó sencillamente pues aunque en la mayoría de los casos siempre era a ella a quien le faltaba algo, en ese lugar y en esa situación sabía que todos estaban en las mismas pues todos habían perdido.
-No hay de qué –dijo luego cuando ella le agradeció, fijando su mirada en sus ojos claros. Aún se preguntaba a quién le pertenecería aquella tumba, pero no quería preguntárselo directamente ya que podría sonar descortés e incluso traerle malos recuerdos o ponerla en una situación incómoda, y eso era lo último que quería.
-Sé que la gente acostumbra dejar flores en vez de estas cosas porque se ven más bonitas, pero creo que nunca viene mal un poco de variedad.
No era su costumbre acercarse a extraños de esa manera, y mucho menos entablar conversaciones con ellos. Pero había algo en aquella mujer que le producía una extraña tranquilidad y le señalaba de cierta forma que era una persona confiable. Quizás sería su apariencia, ya que con su cabello rubio y esos ojos azules casi parecía un ángel velando por los muertos de aquel cementerio. Incluso le daba algo de lástima habérsela encontrado en un lugar así, pues eso significaba que debía haber vivido alguna desgracia como todas las otras personas que se hallaban ahí.
-Yo también he dejado un ángel en la tumba de mi madre. Me gusta pensar que si algún espíritu malo se aparece, no se atreverá a acercarse a ella… –bajó la mirada por un momento, sintiendo que sus palabras no tenían mucho sentido aunque era eso lo que realmente creía.
-Seguro que tampoco se acercarán a esa –continuó haciendo un gesto con la cabeza para señalar la lápida frente a la cual la mujer había estado parada.
- Spoiler:
- ¡No te preocupes! Y ahora soy yo la que se disculpa porque dentro de las próximas dos semanas dudo que pueda responder *apunta a la ausencia* espero que no te moleste u.u
Cosette Renaud- Humano Clase Baja
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 11/01/2013
Localización : Detrás de ti
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Vivir por los que ya no están {Privado}
Con el visto bueno para considerar el pequeño ángel como algo de mi propiedad, me giré sobre mis talones para tener de nuevo la tumba frente a mí. Aprovechando los ornamentos que formaban la lápida, fue fácil encontrarle un lugar a la figurita, depositándolo de manera que quedase sujeto entre dos resquicios de la piedra. De esta manera también quedaba algo más oculto a la vista, ya que aunque se suponía que esto era tierra sagrada e improfanable, eran muchos a los que no les importaba lo más mínimo a la hora de tomar prestadas ciertas cosas.
La operación no me llevó más de cinco o diez segundos, por lo que pude atender perfectamente a sus palabras sin que ella sintiese que estaba siendo ignorada ni nada parecido.
Mi primer impulso, una vez que ella hubo terminado de hablar, fue el de permanecer en silencio. No estaba acostumbrada a mantener conversaciones largas (o conversaciones, en general), pero después del detalle que la muchacha había tenido conmigo, llegué a la conclusión de que sería demasiado maleducada si no le ofrecía nada a cambio. Y lo mínimo eran unas cuantas palabras.
Por otro lado, la amabilidad de la joven hacía que el esfuerzo no fuese tan terrible, simplemente debía acostumbrarme.
—Siento mucho la pérdida de vuestra madre—dije con total sinceridad, ya que aunque la relación con la mía se había enfriado mucho en la última década, no quería siquiera imaginar que pudiese pasarle algo malo. Una madre siempre sería una madre. Y por la expresión de la muchacha al mentar a la suya, podía suponer que esa mujer había hecho su trabajo bastante mejor que la mía. Una madre no le quitaría un hijo a su propia hija.
Supuse también, que ya que ella se había sincerado conmigo, lo correcto era que yo hiciese lo propio con ella. Al fin y al cabo, era su ángel el que desde este momento iba a proteger la lápida y los restos que se encontraban dentro de ella. Sin darme cuenta, me había vuelto a quedar en silencio durante un lapso de tiempo demasiado amplio como para ser considerado normal, por lo que levanté bruscamente la mirada para encontrarme de nuevo con la suya.
—Mi esposo falleció hace ocho años, así que vengo a visitarle de cuando en cuando. Hay que honrar la memoria de los muertos—hablé por fin. Fue entonces cuando, al mirar de nuevo a la muchacha de arriba a abajo, un fuerte sentimiento de preocupación me invadió. Generalmente no era para nada una persona entrometida, pero no pude frenarme en esta ocasión—¿Te queda alguien en este mundo, pequeña?—no era la más correcto, pero me pareció apropiado tutearla cuando le estaba preguntando por un tema bastante delicado.
Esta muchacha era poca más que una niña. O al menos lo parecía. Y aunque no dudaba de que pudiera apañárselas bien por su cuenta, estaba bastante segura de que la vida debía de habérsele complicado bastante al perder a un familiar tan cercano.
La operación no me llevó más de cinco o diez segundos, por lo que pude atender perfectamente a sus palabras sin que ella sintiese que estaba siendo ignorada ni nada parecido.
Mi primer impulso, una vez que ella hubo terminado de hablar, fue el de permanecer en silencio. No estaba acostumbrada a mantener conversaciones largas (o conversaciones, en general), pero después del detalle que la muchacha había tenido conmigo, llegué a la conclusión de que sería demasiado maleducada si no le ofrecía nada a cambio. Y lo mínimo eran unas cuantas palabras.
Por otro lado, la amabilidad de la joven hacía que el esfuerzo no fuese tan terrible, simplemente debía acostumbrarme.
—Siento mucho la pérdida de vuestra madre—dije con total sinceridad, ya que aunque la relación con la mía se había enfriado mucho en la última década, no quería siquiera imaginar que pudiese pasarle algo malo. Una madre siempre sería una madre. Y por la expresión de la muchacha al mentar a la suya, podía suponer que esa mujer había hecho su trabajo bastante mejor que la mía. Una madre no le quitaría un hijo a su propia hija.
Supuse también, que ya que ella se había sincerado conmigo, lo correcto era que yo hiciese lo propio con ella. Al fin y al cabo, era su ángel el que desde este momento iba a proteger la lápida y los restos que se encontraban dentro de ella. Sin darme cuenta, me había vuelto a quedar en silencio durante un lapso de tiempo demasiado amplio como para ser considerado normal, por lo que levanté bruscamente la mirada para encontrarme de nuevo con la suya.
—Mi esposo falleció hace ocho años, así que vengo a visitarle de cuando en cuando. Hay que honrar la memoria de los muertos—hablé por fin. Fue entonces cuando, al mirar de nuevo a la muchacha de arriba a abajo, un fuerte sentimiento de preocupación me invadió. Generalmente no era para nada una persona entrometida, pero no pude frenarme en esta ocasión—¿Te queda alguien en este mundo, pequeña?—no era la más correcto, pero me pareció apropiado tutearla cuando le estaba preguntando por un tema bastante delicado.
Esta muchacha era poca más que una niña. O al menos lo parecía. Y aunque no dudaba de que pudiera apañárselas bien por su cuenta, estaba bastante segura de que la vida debía de habérsele complicado bastante al perder a un familiar tan cercano.
- OFF:
- No te preocupes, me ha venido hasta bien tu ausencia para ponerme al día con el resto de mis PJ'S xD
Rachel Matheson- Hechicero Clase Baja
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 09/01/2013
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Re: Vivir por los que ya no están {Privado}
Siguió a la mujer con la mirada cuando se acercó hacia la lápida para dejar el ángel que acababa de entregarle. Le resultaba extrañamente agradable saber que podía contribuir con su pequeño granito de arena, incluso si no servía de mucho. En el último tiempo se había hecho muchas preguntas y nuevos planteamientos respecto a cosas como esa, pero no había llegado a ninguna conclusión todavía. Por lo tanto se aferraba aún a la idea de que esas pequeñas figuras de paja sí otorgarían algún tipo de protección a la gente que le importaba, tal como le habían explicado sus amigos gitanos. Quizás aquello era mentirse deliberadamente, pero era mucho más satisfactorio creer en ángeles guardianes que imaginarse la oscuridad que se cerniría sobre los muertos si nadie estaba allí para resguardarlos.
-Está bien. Sé que ahora descansa en paz –dijo sencillamente encogiéndose de hombros cuando la mujer le dijo que sentía la pérdida de su madre. Sus palabras sonaban sinceras, no como las que había escuchado recitar a muchos vecinos y supuestos amigos de la familia que se habían acercado a ella en el último tiempo. En comparación a los primeros días que siguieron a la muerte de su madre, Cosette ahora se sentía mucho más tranquila. No bien, no aún, pero sí estaba dándose cuenta de que empezaba a aceptar las cosas como eran e incluso a creer que su madre realmente estaría mejor ahora, dondequiera que estuviese. Desde que su salud había empeorado Cosette había podido percatarse de su sufrimiento y su dolor, de cómo su enfermedad la consumía poco a poco recordándoles a todos que cualquier momento podría ser el último. No había sido placentero para nadie, pero ahora ya había acabado.
Sus palabras fueron seguidas por un momento de silencio en el que Cosette bajó la mirada hacia el suelo pensando que quizás la mujer deseaba estar tranquila y que ella la estaba interrumpiendo, pero entonces volvió a hablar y eso le hizo alzar la vista nuevamente. No supo con certeza si lo que escuchó le sorprendió, ya había considerado la opción de que la lápida que tenían en frente perteneciera a la pareja de la mujer. Sin embargo escuchar cosas así siempre resultaba inquietante y entristecedor, al menos para ella. Lo que sí le llamó la atención fue que hubiese pasado tanto tiempo desde aquello; si seguía visitándolo con frecuencia debía de ser porque realmente lo había amado, o eso era lo que le daba a creer.
-Es verdad. Dicen que las personas terminan de morir cuando se las olvida, en cambio si las recordamos siguen viviendo con nosotros de cierta manera… aquí –dijo llevándose la mano a la altura del corazón y sonriendo por un instante. No quería sonar como un cura en la iglesia, pero lo que acababa de decir era lo que realmente había empezado a creer en el último tiempo. De esa manera sentía que sus padres e incluso su hermano desaparecido no estaban tan lejos a pesar de que ya no estuviesen con ella.
-Mi padre murió hace años, ahora vivo con mi padrastro –dijo respondiendo a su pregunta, y no pudo evitar suspirar con cierta resignación. Aquel hombre no le agradaba para nada, y estaba esperando el momento indicado para abandonar esa casa de una buena vez.
-Y tengo cuatro hermanos menores, ellos han sido mi más grande apoyo en estos momentos y espero haber podido retribuirles con lo mismo –dijo enterneciendo su tono de voz de inmediato, cosa que le resultaba imposible evitar cada vez que se refería a ellos, pues realmente eran lo que más amaba en el mundo y en esos momentos también sentía que eran lo único que le quedaba e importaba.
-Y a usted, ¿le queda alguien? –se decidió a preguntar finalmente. Quizás sus padres tampoco estuviesen vivos, pero posiblemente tendría hijos o hermanos y sobrinos. Esperaba que así fuera, pues de otra forma imaginaba que su vida debía de haber sido muy solitaria desde que su esposo había fallecido.
-Está bien. Sé que ahora descansa en paz –dijo sencillamente encogiéndose de hombros cuando la mujer le dijo que sentía la pérdida de su madre. Sus palabras sonaban sinceras, no como las que había escuchado recitar a muchos vecinos y supuestos amigos de la familia que se habían acercado a ella en el último tiempo. En comparación a los primeros días que siguieron a la muerte de su madre, Cosette ahora se sentía mucho más tranquila. No bien, no aún, pero sí estaba dándose cuenta de que empezaba a aceptar las cosas como eran e incluso a creer que su madre realmente estaría mejor ahora, dondequiera que estuviese. Desde que su salud había empeorado Cosette había podido percatarse de su sufrimiento y su dolor, de cómo su enfermedad la consumía poco a poco recordándoles a todos que cualquier momento podría ser el último. No había sido placentero para nadie, pero ahora ya había acabado.
Sus palabras fueron seguidas por un momento de silencio en el que Cosette bajó la mirada hacia el suelo pensando que quizás la mujer deseaba estar tranquila y que ella la estaba interrumpiendo, pero entonces volvió a hablar y eso le hizo alzar la vista nuevamente. No supo con certeza si lo que escuchó le sorprendió, ya había considerado la opción de que la lápida que tenían en frente perteneciera a la pareja de la mujer. Sin embargo escuchar cosas así siempre resultaba inquietante y entristecedor, al menos para ella. Lo que sí le llamó la atención fue que hubiese pasado tanto tiempo desde aquello; si seguía visitándolo con frecuencia debía de ser porque realmente lo había amado, o eso era lo que le daba a creer.
-Es verdad. Dicen que las personas terminan de morir cuando se las olvida, en cambio si las recordamos siguen viviendo con nosotros de cierta manera… aquí –dijo llevándose la mano a la altura del corazón y sonriendo por un instante. No quería sonar como un cura en la iglesia, pero lo que acababa de decir era lo que realmente había empezado a creer en el último tiempo. De esa manera sentía que sus padres e incluso su hermano desaparecido no estaban tan lejos a pesar de que ya no estuviesen con ella.
-Mi padre murió hace años, ahora vivo con mi padrastro –dijo respondiendo a su pregunta, y no pudo evitar suspirar con cierta resignación. Aquel hombre no le agradaba para nada, y estaba esperando el momento indicado para abandonar esa casa de una buena vez.
-Y tengo cuatro hermanos menores, ellos han sido mi más grande apoyo en estos momentos y espero haber podido retribuirles con lo mismo –dijo enterneciendo su tono de voz de inmediato, cosa que le resultaba imposible evitar cada vez que se refería a ellos, pues realmente eran lo que más amaba en el mundo y en esos momentos también sentía que eran lo único que le quedaba e importaba.
-Y a usted, ¿le queda alguien? –se decidió a preguntar finalmente. Quizás sus padres tampoco estuviesen vivos, pero posiblemente tendría hijos o hermanos y sobrinos. Esperaba que así fuera, pues de otra forma imaginaba que su vida debía de haber sido muy solitaria desde que su esposo había fallecido.
Cosette Renaud- Humano Clase Baja
- Mensajes : 120
Fecha de inscripción : 11/01/2013
Localización : Detrás de ti
DATOS DEL PERSONAJE
Poderes/Habilidades:
Datos de interés:
Temas similares
» La esperanza es el sueño de los que están despiertos || Privado
» || El Baile y La Nobleza... No Están Peleados ||Privado||
» Vivir así es morir de amor | Privado
» Tampoco sé como vivir, estoy improvisando. → Privado
» Que los santos se queden en donde estan || Privado
» || El Baile y La Nobleza... No Están Peleados ||Privado||
» Vivir así es morir de amor | Privado
» Tampoco sé como vivir, estoy improvisando. → Privado
» Que los santos se queden en donde estan || Privado
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Miér Sep 18, 2024 9:16 am por Afiliaciones
» REACTIVACIÓN DE PERSONAJES
Mar Jul 30, 2024 4:58 am por Frederick Truffaut
» AVISO #49: SITUACIÓN ACTUAL DE VICTORIAN VAMPIRES
Miér Jul 24, 2024 2:54 pm por Nigel Quartermane
» Ah, mi vieja amiga la autodestrucción [Búsqueda activa]
Jue Jul 18, 2024 4:42 am por León Salazar
» Vampirto ¿estás ahí? // Sokolović Rosenthal (priv)
Miér Jul 10, 2024 1:09 pm por Jagger B. De Boer
» l'enlèvement de perséphone ─ n.
Sáb Jul 06, 2024 11:12 pm por Vivianne Delacour
» orphée et eurydice ― j.
Jue Jul 04, 2024 10:55 pm por Vivianne Delacour
» Le Château des Rêves Noirs [Privado]
Jue Jul 04, 2024 10:42 pm por Willem Fokke
» labyrinth ─ chronologies.
Sáb Jun 22, 2024 10:04 pm por Vivianne Delacour