AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Eres un sueño [Nicolás] +18
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Eres un sueño [Nicolás] +18
“Existir sin las alas, es como arrastrarse por los suelos, porque no puedo caminar y solo quiero volar.”
Estaba escuchando cada paso que dábamos en la casa de Elene, a la cual odiaría eternamente, pero no podía decir nada, Nicolás estaba enojado con mi falta de respeto hacia ella, pero a mí no me importaba y no la trataría bien aunque me obligara y me golpeara ya sea física o verbalmente. Pero no quería tentar al demonio, así que me quedé callado, no hice ni una cosa ni otra, tomé aire del ambiente y lo mantuve en mi cuerpo, acurrucándome en el pecho del cuervo, abrazándome tan fuerte que de poder le habría roto los huesos. No me separaría, tendría que cortarme los brazos para quitarme de él, porque nadie más podría separarme de mi vida. El único momento en el que sentí verdadera felicidad fue cuando ella empezó irse, el ruido de sus tacones me trajo una tranquilidad que en años había tenido. Ahora sentía la calma, frotaba mi cabeza con dulzura contra él. Levantaba la vista tan solo para verle el perfil y volvía a esconderme, como un conejo en su madriguera. Mis dedos se hundían en su ropa, le acariciaba intentándole reconocer, había pasado un tiempo y mi corazón deseaba poder imaginarse latiendo al compás ajeno. Dejé salir un suspiro cansador cuando me invitaron a irme a la otra habitación y negué susceptiblemente. Despeinando mis cabellos tanto que parecía un nido de pájaros. ¿Cómo se atrevía, aquel malvado cuervo, decirme algo como aquello?
— Corta mis brazos, porque solo así me separarás de ti. — Le afirmé nítidamente y fue luego de unos leves forcejeos que al fin cedió. Sentí una inmensa felicidad y giré la vista para poder observar el lugar, no había podido ver nada en el camino, porque me había enfocado en equilibrarme en sus pies para no resultar incómodo. Ahora quería verlo todo. El “Clap” de la puerta que indicaba que estaba cerrada me dio la pauta de que podía separarme y lo hice suavemente, pasé los dedos por su pecho y ropas y lo observé todo, pero estaba tan cansado, todos mis huesos dolían. El cuervo no parecía querer hablarme y las lágrimas se quisieron escapar de mis ojos. No lo permití, me quedé observándole hasta que se acostó, las lámparas de vela se apagaron en un instante y con un suspiro de anhelo me acerqué a la cama. Me acurruqué con miedo, me até a él de mil maneras diferentes, hasta sentir que siquiera yo mismo podría desatarme de allí. Fue un silencio tranquilizador, un sueño que aclamaba tener desde hacía mucho tiempo. No pude dejar de frotarme, de besarle aunque él no quisiera, le robaba su alma un poco más. Porque era todo mío y nadie podía robármelo, lo había conseguido con tanto dolor, sudor y lágrimas que asesinaría a cualquiera que osase quitármelo.
En unas horas la luna empezaría a salir. Estaba ansioso por ello, lo sacaría de esa casa ajena apenas pudiésemos. Me levanté con la primera brisa de la noche, mis ojos profundos y brillantes se abrieron e iluminaron nuestra oscuridad. Me acerqué en un suave abrazo y entrelacé sus dedos con los míos. — Nicolás, Nicolás, levántate, quiero irme, vayámonos lejos. Hablemos, ¿sí? — Con el llanto que había aplacado a punta de espalda, jadeé y lo contuve preso en mi pecho. Me levanté lentamente y tironeé de sus manos. Mis dientes blancos y romos se notaban entre la oscuridad, porque mi sonrisa estaba dulce, sumisa y casi inocente. Mantenía un dedo agarrado con el suyo y me estiré como un gato hasta llegar a una vela, que prendí con el cuidado de no quemarme. La habitación mantenía un color amarillento y mi rostro tomaba el matiz del fuego. Tomé aquella bandeja y la levanté, mirando a los lados buscando la salida. — Por allí, vayamos por allí. Os llevaré a un escondite secreto. — Con una sonrisa dulce me acerqué, quise besarle pero no supe que reacción tendría él. Por lo que empecé a caminar luego de mi intento, iba por delante, arrastrándole porque quería ir más rápido, pero el cuervo iba tranquilo. Por suerte seguía mis pedidos y yo me sentí tan feliz que nuevamente quise llorar.
Cuando estuvimos fuera de la mansión, dejé la vela en un costado y con mis características de endulzamiento a las personas, poder que había nacido de mi rostro y labios, pedí un carruaje. Todo lo hacía con la mano del cuervo contra la mía, con miedo a que se fuese en cualquier instante. Nos subimos a aquel móvil y automáticamente me abracé a él, subiendo mis piernas a las suyas, mientras el camino denso comenzaba a aligerarse. Me envolvía como un niño, pero me apretaba con deseos ocultos, mis labios de cereza se acercaban, le besaba las mejillas y el rosa dulce de mis mejillas se acentuaba. — Pedí que nos dejen a unas cuadras, no quiero que nadie sepa, será nuestro escondite. — Susurrando como miel le lamía el mentón y en unos largos minutos de besarle incontables veces el carruaje se detuvo, era hora de bajarnos, le miré al ojo, lo observé con deseo y me volví a apoyar en su pecho. — ¿Me llevas? Te extrañé, te extraño. — Recalqué entre quejidos llorosos y frotes suaves, acobijándome en su cuello, esperando que la brisa de la noche otoñal empiece a acariciarnos hasta llegar a aquella casa que por fuera parecía abandonada, pero al entrar el hechizo se rompía. Tener una bruja de amiga hacía las cosas mucho más fáciles para mí. El lugar estaba limpio de magia, el aura no se podía notar, había una barrera limpia y perfecta que solo yo y quien yo quisiera podía atravesar, mi truco, era siempre tener personas fuertes que me rodeasen.
“Conozco los misterios oscuros y lograré vencer a los poderosos con un juego de ajedrez.”
Última edición por Hero Jaejoong el Jue Jul 17, 2014 7:53 pm, editado 1 vez
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
Yo voy a cerrar los ojos y solo quiero que de ti alcen las alas los pájaros del canto porque el alma de ti puede hablar con los ojos, pueden besar con la mirada y puede saber mi silencio lo que esconde.
Y se sigue aferrando ese querube a su templo al momento que avanzaba y trataba de retirarle, ni porque la cordero desaparecía él abandonaba esa postura de posesividad, sabía muy bien que eso era imposible ya que su peculiar encanto continuaba y la calidez se desprendía en cada movimiento producido pero siempre siendo encadenado a disfrutar de sus cínicos deseos. “¿Por qué tiene caricias que solo llaman a mi demonio a aferrarse a esos malditos sentires?” Que factible le era hacer caer de nuevo a este cuervo pero más era el agobio que padecía. —Me entristece que te comportes de esta manera— con dolencia perpetua musita, aspirando su perfume el cual le hizo optar por no seguir con ese juego que no tenía un fin, dejando que permaneciera sujetado a él, caminando en lento como si los pasos pesaran y el sendero fuese largo, pasando la puerta en brevedad, enfocándose en el lugar que era embellecido con la tenue luz y esa perversa oscuridad que brinda tragos amargos junto con ese eco sonoro por el cierre de la puerta, parecía observar al ir recorriendo con la mirada esa especie de cripta adornada de un comienzo por la creación del inframundo cosmo.
Y el desaliento era llamado a la vista de esa cama, fue a su encuentro porque a pesar de todo sentía una placidez al percibir, distinguir y escuchar a ese despiadado serafín que había desaparecido de su lado. “Si pudiese demandar por tu dolor, si pudiese averiguar lo que en verdad sucedió pero siento que desapareceré si no cierro mi ojo” Fueron las únicas palabras que ofreció al ser recostado, tendido sobre esa seda, con el ojo cerrado, esperando que no le mirase ese parche cubierto apenas por la cascada de cabellos caídos, manteniendo presa la mente de un total silencio, imaginando el cantico de aves efímeras que guardan reposo antes de que caigan a la abismal fosa mientras consideraba esos cariños como consuelos, tan herido se envolvía el templo, invitándole con la fragancia de las velas al apagarse arrullarlo hasta caer en sopor y cual cuervo busca su presa, capturando ese templo entre sus brazos después de tanta revuelta y besos que apaciguaron su ausencia, le amaba, le ansiaba permanecer de esa manera.
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Como flor hermosa; con color, pero sin aroma, son las dulces palabras de un templo con la mente como cenizas muertas.
Calma noche bajo a regocijar esos templos, fue bello poder compartir ese instante con ese pequeño, le miraba fijo, deleitando cada parte de él, el olor a la soleada tarde se debilitaba, se acercaba la noche y esos orbes le mantuvieron presos a su mirada, requería averiguar sobre aquel día entender porque tuvo que permanecer alejado y no hizo como otras veces, que solía correr a abrazos de esta ave.
Por su mente pensó en jalarle tras haber sentido sus dedos entrelazados a los propios, envolverle entre los brazos y creer que nada había sucedido, que estaban juntos y que todo estaba bien pero solo siguió a ese tironeo, ya que aun la distancia se reflejaba. —Sí, debemos irnos — Levantándose del lecho, sigue sus pasos, viendo detalladamente como prendía la vela, deleitando ese rostro que aun la vista la tenía decaída, como espectros borrosos se asemejaba y solo el instinto le guiaba. —Jaejoong será solo en lo que hablamos, necesito realizar unos pendientes— Había tomado la decisión de vender todas las propiedades de París así como maniobrar para tener bajo su poder el Teatro de los Vampiros, la mente comenzaba a trabajar para la venganza y captura de lo que desdeño y asesino pero eso era algo que mantendría en secreto es por ello que al enterarse que seguía vivo opto por dejarle.
Y con un movimiento sigiloso retrocedido por aquel beso, negando, prosiguiendo con el paso, recordando ese recorrido que al vislumbrar la puerta salieron de esa mansión y como un oleaje de viento las pasadas apalabras recordó «Estaré pendiente a tu despertar, no quiero que partas sin antes despedirte de mí» Le habría encantado ir a despedirse pero al seguir con ese malcriado prefirió por subirse a ese carruaje que le molestaba la manera en la que lo requirió, sentándose tras cerrar la puerta y observo por un lado al menos el ruido engendrado al ver la manera dulce en la que se posaba en las piernas y se quería alejar de esos labios tentadores. —Es acaso ahí ¿Dónde has estado este tiempo? — Con frialdad, un deje de indiferencia y el breve movimiento para no sentirse incomodo desprendió por la lengua juguetona que le incitaban a girar el rostro y apoderarse de ella, ya no podía esperar hasta que llegaran, tenía que conocer el motivo por el cual no siguió a su lado antes de querer consumirlo porque su carne le llamaba.
El transcurso del camino fue un completo delirio, mantenerse al margen de sus cariños, no volver a ceder que en cuanto el carruaje se detuvo un alivio presintió. —Levántate, acepte venir por platicar no a cumplir tus caprichosos— No espero, no se arriesgó a ver su tristeza y de inmediato le hizo a un lado, levantándose que bajo y camino capturando en el orbe la fachada de una ambigua y abandonada casa. —¿Cómo diste con este lugar?— Y el viento disfrazo las palabras, se giro para verle y negó con cierta sonrisa descarada para no dejar que el daño viera y se quedo mirándole fijo, queriendo decirle un millar de palabras, ofrecer caricias que se estaban quemando en el fondo de este templo porque ardía, deliraba por toda esta lejanía.
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
“Escucho tus plegarias, las veo en tus ojos, ¿piensas que puedes ocultarte de mí? Soy un dios, un pequeño, pero lo soy, o al menos, eso creo.”
Su mirada me provocaba querer correr a esconderme, me preguntaba cosas que no quería responder, llorar y mantenerme en un rincón oscuro era lo que anhelaba cuando un inquisidor ojo demandaba por la verdad. Pero me mantuve fuerte, aun cuando me murmuraba horrores, yo me aferraba a él. Le sonreía con distinguida fascinación y mantenía acorraladas mis lágrimas en sopor. Acariciaba con suavidad su rostro, sin pasar cerca del ojo tuerto, no vería aquella parte hasta que él me dejara, lo mismo con mis colmillos que ya no estaban, no tenía aún la fuerza para soportar que me toquen algo que ya no es mío, caninos de una muerta eran los que tenía puestos, porque me había negado a la posibilidad de andar con agujeros, siendo estos la señal de mi humillación. Temblé y me consolé por momentos, aún tenía la seguridad de que él me amaba, pues de no hacerlo, ya me hubiese tirado muy lejos tan solo con el pensamiento, ya hubiese hecho de mí un trapo sin uso. Pero no, allí me tenía, aún me abrazaba, aún me miraba con la misma curiosidad de cuando lo conocí. Parecía que mi corazón latía a su lado, porque era mi humanidad la que se reflejaba en sus ojos, cuando la maldición de su felicidad nos quería carcomer, pero no había forma, yo siempre triunfaría con mi mirada, pero temía de pensar en que le quitaran el otro ojo, ¿qué pasaría si él en algún momento no me podía ver más? La desesperación me atacó de solo pensarlo y fue en ese momento cuando el sol bajó y una nueva noche se abrió hacía nosotros.
— ¿Qué pendientes? ¿Puedo ir contigo? Umgh… — Suspiré de manera suave cuando vi reflejada la negación en su rostro, me acurruqué en mí mismo y levanté los hombros, sin hacer mención nuevamente de mi pedido, el cuervo sabía cómo hacerme callar, podía mantener a rayas mis caprichos por momentos, aunque nunca hacerlos desaparecer, pronto volvería a preguntarle, insistiría hasta al menos saber de qué se trataban aquellas cosas. ¿Qué pretendía hacer? ¿Por qué sin mí? ¿Estaría planeando un viaje para alejarse de mí para siempre? Mis manos transpiraban en tanto mi cabeza se hacía miles de preguntas y me aferraba a su brazo, a su cintura a todo su cuerpo como si fuese momento de morir con él. Busqué su mirada, casi suplicándole por algo que siquiera había pasado. Me sentí triste cuando no dejó que le besara, aún no entendía por qué estaba tan enojado conmigo, él se había ido por muchísimo tiempo y yo lo había esperado a brazos abiertos, suplicando su retorno. Y yo, yo que desaparecía por unas pocas noches luego de ser torturado, masacrado y golpeado… Recibía este maltrato por su parte. Mi corazón sangraba de tanto dolor, pero mantenía la sangre allí, dentro, porque si la sacaba, estaba seguro que sería peor. — Se la compré a una amiga, una bruja, le dije que le haga encantamientos, como el pago en francos sería muy evidente para todos, -ya que no me alcanzaba solo con el tesoro de la casa- , retirarlo del banco me haría notar, así que se la he cambiado por la casa del bosque. Ahora tengo esa y la que está más cerca de la ciudad, que ahí dejaré asentado como que viven mis “sirvientes” conmigo. Es triste, mantenerse en las sombras no me hace feliz. —
Aferrándome a sus ropas, observé como me miraba, como me escuchaba, se me revolvía y contraía el estómago cuando notaba que el buscaba sacarme más información, una que yo no quería darle, porque probablemente terminaría golpeado y destruido en palabras. Si eso pasaba, que fuese en la casa, cerca de la cama, para poder encantarlo con mi cuerpo y mis labios antes de que termine tan enojado que se convierta en fuego para quemarme. —No, estaba en la casa del bosque, arreglando las cosas para que muden todo y la dejen vacía. Creo que ya hice todo lo que tenía que hacer. — Temblé y miré al suelo, quería llorar por la tristeza invadida cuando él no aceptó mis caricias, pero me acerqué con decisión y le tomé la mano, llevándole dentro, instintivamente deseaba paredes cálidas que soportaran mi emoción. Escuché el traqueteo del caballo cuando se alejaba y no tardamos mucho en llegar a la puerta de la mediana y abandonada casa. —Por dentro es más linda. — Aseguré mientras buscaba las llaves y mordía mi dedo pequeño, la sangre salió en suaves gotas y cuando cayó contra la manija la madera absorbió el elixir y luego de girar la llave aceptó ser abierta, hizo un ruido seco y un crack se escuchó por la madera vieja. Dentro se podía ver un lugar bello, de colores apagados. Decorado del mismo modo que la casa anterior, no podía ser menos, mi nombre no me dejaba tener que vivir mediocremente. Aún en la más completa oscuridad, se podían decorar las gamas de grises.
— ¿Qué quieres hablar realmente? Yo no tengo nada malo que decir, no quería que me vieras y me escondí, sabía que estabas bien, pero no dejé de pensar en ti ni un solo momento. ¿Por qué siempre soy yo el que peca? — Me quejé y cerré la puerta de la casa, miré por la ventana y en segundos cerré la cortina. Allí estábamos, su mirada era cálida y un burbujeo afloró en mi interior, me sentí avergonzado por una razón que no comprendía y miré al suelo, acercándome lentamente a él. Buscando un abrazo por mero instinto, cubriendo mi rostro con ambas manos. — ¿Por qué eres así conmigo? No podrás deshacerte de mí Nicolás, yo siempre estaré pegado a ti alma y a tu cuerpo, no importa cuánto luches. — Aseguré sintiendo la amargura en la lengua y el dulzor en los ojos.
“Es imposible separarte de mí. Soy como un cable a tierra y una jaula abierta”
Invitado- Invitado
Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
¿Por qué no huyes de mí? ¿Por qué te sigues aferrando a la oscuridad?¡Te suplico que me dejes, que me entregues la libertad de mi jaula, de esta soledad! […] ¡Los jodidos cuervos necesitan cenizas para dormir en pecado!
Se ha vuelto frío, distanciado de su querube físicamente, era cruel la manera en la que sentencia la distancia entre ellos pero sabía que era toda una maldita mentira, aunque le mirase como si la muerte le deseara, aunque se aferre a la idea de dejarle, ese pequeño sabía la verdad y eso le molestaba, era como si le castigara por ello, si seguía de esta manera se volvería en contra de sí mismo, era una locura mostrar los pensamientos bipolares, desea consumirlo en besos, caricias, saber lo que exactamente sucedió esa noche en lo que remediaba estas ideas de dañarlo, herirlo hasta que por su cuenta se alejara. Pero en cambio de ello, recibía silencio, interrogativas evadidas, enfocando la mirada profunda en él, preguntándose ¿Qué fue lo que le hicieron? ¿Por qué siento una inmensa tristeza al verle? ¿Por qué no responde? ¿Por qué? ¿Por qué percibo quizás miedo? Lo tenía cerca, podía recordar su fragancia de noches anteriores, sus caricias le sanaban la ausencia que esta piel carecía de su cariño, abrazando esa mirada cálida, aferrándose a ese profundo ser que necesitaba completamente, con él o sin él, le volvía un demente, un asesino por quererlo matar, tan efímero le amaba que gritaba por ese sentimiento suicida por su lejanía — ¿Por qué mejor no ocupas tu tiempo en otro lugar? Claramente no puedes y no quiero. — Sin mirar más esa debilidad, sin expresar algunas evocaciones, carece de gestos y solo como una roca reluce.
No soportaría más, esos caprichos le estaban enojando por no aprovecharse de ellos como solía hacerlo, era tentado y seducido con sus agarres, evitando mirarle porque se delataría la necesidad de tenerlo cerca. ¡Duele! Pensar que le sigue hiriendo, que nunca llegara a suplicar por que se quede a su lado, lo desdeña por ser ya lo esencial en su existencia, suavemente se debilita por él, destrozar esos lazos con el dolor que solo puede entender el interior, temiendo a que se sacrifique, no quiere ser salvado por él, ¿Por qué es tan difícil que lo entienda? Que el amor le sea arrancado es su suplicio…
Un poco más y su aliento le desvanece, escuchando, negando por maldecir aquellos que nombra, que ve, claramente le pidió aunque se disfrazara en una orden, que no debía de hablar, ver alguien más y como siempre desobedecía, ¿Desde cuándo deja que haga lo que desee? Enfocando la mirada en él, profundiza la única pupila y hace ver el descontento de ello. — ¿Y no te es triste amar esta sombra? –Interpelo al sentir una punzada por sus palabras — ¿No te hace feliz permanecer a mi lado? — Después de ello ya no podía creer en sus evocaciones, dejo de ver esa luz, ese brillo que esta por desaparecer y que pronto se esfumaría, era trágico todo pero esto es lo que siempre ha sido este cuervo que permanece entre las sombras, cegado de oscuridad y que no podía mantener a ese serafín que busca esa especie de “felicidad”
—Es un buen comienzo, vive lo más posible alejado de la ciudad si pudieses regresar al origen de tu existencia seria aún mejor. —aconsejándole, sofocado por solo su bien estar, careciendo de sentido y quizás de razón, aprovechando el caminar y el encuentro con el aire que permanecía sin aroma. —Ya veo, pero, piensa en viajar, Paris te guiara a su negrura, no hay manera de que salgas de ese escondite.
Avanzo, se dejaba guiar al hogar, dejando la mano caída sin responder a su tacto, bajando el rostro cuando continuo el paso y observo su espalda, encarcelado en el profundo silencio, todo lo que veía y escuchaba era a él, sin ver la fachada y su linfa le llamo, despertándole el abrir de la cerradura, los labios se entre abrieron, la piel se posesiono de añorar sus roces, sin prestar atención para deleitar los decorados que deberían resplandecer por el apreciado gusto que tenía en el interior del hogar, inspeccionaba su templo y a pesar de su notoria delgadez su belleza aún se maquillaba.
Desprendiéndose de su agarre y va hacia el frente para no perder su figura. Dejando que se quejara, quería escucharle, enterarse de estos días de lo que ha hecho, capturar el timbre de su voz, ser dueño de esos únicos berrinches, parecía llorar todos esos sentimientos, notando la tristeza y el dolor en sus pupilas que debía consolarlo, tomando esas manos para desnudar su rostro. — No es necesario una razón, lo ves, después de tanto, estás frente a mí— Bajando las manos a la cadera, formando un abrazo a sí mismo y se pega a él — ¿Nunca podrás olvidarme si te lo pido? — Dejo de importar si mirase esos cabellos queriendo ocultar el careciente parche, posando frente con frente. —Quisiera luchar porque me dejes, te alejes de mí… quisiera tantas cosas que ninguna tendría sentido si sigo preocupándome por ti. —liberando sus manos, le envuelve en un profundo abrazo, besando su cabeza. — ¿Crees que yo deje de pensar en ti? —Fluye la melancolía en la voz, protegiendo su templo— ¿Cómo puedes asegurar que estaba bien? Necesitaba verte, ¿Cuál es la razón por la cual te alejaste de mí? Así estuvieses herido, yo velaría por ti, nadie más que yo puede lastimarte. —Le suelta un poco, tomando su mentón con la mano. —Dime, ¿porque todo lo que veo en tus ojos es tristeza?... Tu templo comienza a lucir demacrado, te siento tan débil. Dime, ¿Por qué? ¿Por qué no te has alimentado bien? — Interpreto por un momento el silencio, acercándose un poco a sus labios, dictando la sentencia. —No puede seguir esto así— concluyo, esperando que esta vez viera por él y nadie más. — Te pido, te ordeno que ya no me busques más. —Mientras habla, las manos van a su vestimenta, palpando su pecho, yendo a despojarle de sus prendas, dirigiendo la mirada a su expuesta piel, implorando de que no le hubiesen destrozado. —No abandonare la soledad por ti, así como tú debes aferrarte aquellos que te brindan todo y esa especie de felicidad que mereces búscala pero olvida mi nombre, mi rostro, mi voz…
Desviando la mirada a su pecho, baja las manos contorneando su tórax, descendiendo más hasta bajar la braga de su pantalón y se inca, conforme lo hace desciende con la prenda y examina sus piernas, incorporándose al irse levantando pero le hace girar, tomando la camisa y le despoja desde esos hombros al irla bajando. — […] De la primera vez que te vi, de mis besos, de cómo hacíamos el amor…de todo. —La suave voz que engendraba cerca de su oído, recorriendo su templo por completo ya que era el único que desnudo debía estar y solo por ver el daño que recibió.
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
“No eres el maldito que quieres mostrar ser, un cuervo que revivirá de las cenizas como un fénix.”
Por momentos pensé que sacaría mis garras y le rompería el rostro en miles de trazos, estaba tan enojado por sus expresiones que simplemente no decían nada… Pero no podía dejarme engañar, no lograría engatusar mis sentimientos, porque de hacerlo, empezaría a volverme loco, tal como anteriormente lo había hecho, un inicio sin final, cualquier tipo de situaciones podían cruzarse por mi cabeza si eso lograba suceder, pero estaba cual una maciza roca incrustada en las profundidades de la tierra. Apenas se escuchaba el quejido en mi garganta, carraspeando, rompiendo mis cuerdas vocales por no poder gritar, llorar y blasfemar; pedía a los cielos que no salga mi necedad de estar siempre sobre él, no quería ser apartado, no lo permitiría. Gritarle mil cosas, luego querer disculparme a base de llantos y falsas promesas. Imposible poder volver a ese método, tendría que buscar el principal, aquel con el que le conocí. Arrastrarme, hacerme una masa líquida a sus pies, indestructible, hasta que poco a poco se acostumbre a mi presencia, como si de un animal hermoso se tratase, uno en extinción y sumamente cauteloso. Esos labios suaves me llamaban a besarlo y de momento mi control estaba en pie, aunque exhausto por haber luchado contra mí mismo.
— Tú no eres una sombra, eres mi oscuridad, pero ¿una sombra? Las sombras se van con la luz, yo no permitiré que te vayas. — Arraigando la condena que desde el principio le había proliferado. ¡Jamás podrías irte Nicolás! Antes serías penetrado por un cielo de dolor y un mar de plegarias. Pensaba en ello como si fuese un mismísimo calvario, quizá era mi venganza o quizá mi condena. Lo único de lo que estaba seguro es que él estaba allí, buscando apartarme, tomaba mi dolor y lo estrujaba lo más que podía. Parecía ser como una venganza en mi contra. —Estas pidiendo a gritos ser salvado, déjame ayudarte. — Murmuré en el momento posterior a que él vuelva a denigrarme, quería que desaparezca pero yo estaba allí para quedarme. Me acercaba a la puerta en ese instante, el olor de mi sangre se esparcía con suavidad y pude notar esa mirada, ese sentimiento dulce en mi espalda, un placer a distancia que solo hizo que mis ojos se iluminen un poco más, el fuego flameaba en mi interior. Cuando entramos a la casa ya me sentía fuerte, como si estuviese en mi territorio. Sus manos que se acercaban a mí… Me daban miedo por momentos, pero me mantuve derecho, cerré los ojos cuando me acarició y los volví a abrir para cuando supe que tenía la posibilidad de verlo al ojo. Jadeé de angustia y mis labios que parecían pálidos como el mármol tomaban un suave color rosado, buscando contrastar con la piel de leche que había quedado por la falta de alimentación.
Los dedos pasaron cerca de su hombro, le tomé de aquella ropa con tantas fuerzas que por un momento pensé que estaba destrozando sus huesos. — El destino impedirá siempre que me separe de ti. Es tu futuro estar conmigo, solo soy para ti. — En su pecho me pegaba, sus dedos que se clavaban en los huesos de mi cadera me hacían temblar, el abrazo estaba cargado de toda esa energía que antes se había disipado, como si volviera de un solo saque. Me mantuve allí, apretado, sintiendo que mi pecho se inflaba, quería llorar pero de hacerlo caería en completa agonía y por ello no lo hice, aunque los ojos se tiñeron de lágrimas rojas. —Jamás podré olvidarte, aún si yo mismo me lo pido. ¿Piensas que es lindo amar a alguien que no te acepta por completo? ¿A alguien que busca cambiarte, apresarte y matarte, para que no siga molestando? He deseado mil veces olvidarte, pero te amo más que eso, mucho más. Aún si lo intento, tu voz penetra en mi memoria y me hace desistir de la idea. — Acurrucándome, la voz se quebraba y agonizaba en lágrimas, tragando saliva, llamando por momentos al silencio, mientras el suave timbrar de mi voz se cerraba en sí mismo, como si buscara volverme mudo. En ese instante sus dedos iban viajando por mi ropa, imposible era moverme, dejé que lo hiciera, mientras le escuchaba, mientras una lágrima caía por la suave franja de los ojos rasgados, se deleitaba y se perdía por mi cuello. Siquiera atiné a limpiarla, estaba sereno, quieto y destrozado. Más no estaba acabado, aún me quedaba mucho por luchar.
— No lo haré… La soledad no es tan linda como yo. Yo soy mucho mejor que ella. — Y lo decía aun viendo como mis huesos se calaban en mi pecho, había huecos entre las costillas y el ombligo se formaba lento y pequeño en medio de mi cuerpo. Las piernas largas, parecían dos ramas dobladas, siempre había sido algo chueco. Subí la mano, me froté los ojos si seguía así podría llorar por horas. —No me mires así… Nicolás. ¡Nicolás! — Me giré luego de sus malditas palabras, busqué empujarle con ambas manos, yendo hacia atrás, el dolor carcomía mi pecho y las uñas que estaba escondidas salieron en punta con un odio apresado, el grito quería salir con desagüe. — ¿Qué te pasa? Sabía que estabas bien, lo sé todo de ti. Hablas como si no me conocieras. No me iré de tu lado, ¿estas costillas? He estado peor en tus manos. Puedo ser aún más hermoso en cuestión de días. Pero no me iré solo porque me lo pides. No lo haré. — Me apuntaba los huesos y luego me agaché a buscarle, desnudo, sintiendo la piel que humeaba congelada. Tomé sus mejillas, observé todo de él y suavemente sonreí, mostré unos dientes sin puntas y las lágrimas corrieron por mi piel. — ¿Lo ves? Estamos predestinados a perder igual peso, para poder seguir encajando perfectamente. Perfectamente… — Repetí buscando sus labios, sujetándole en lo que mi lengua angustiada le rastraba, temblando pecaminosamente, pensando que quizá, y solo quizá yo era el maldito que le había herido realmente.
“Pero pido perdón, solo dímelo y estaré dispuesto para que vuelvas conmigo.”
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
Mi ceguedad te asesinara, ¡No hay luz, nunca la ha habido! Antes de que uno de los dos mate al otro […] Te amare eternamente, en homenaje a ti mi amor, por siempre escribiré a través de mi llanto que jamás veras…
Solo con el olor de su serafín, espera ese amante enloquecido con las despiadadas palabras a las evocaciones que brillaban con intensidad por su valor, eso es lo que le hace huir al cuervo, esa luz es aterradora para la negrura, ¿Aun no comprendía que si seguía esto así, terminaría por desaparecer por completo? Es doloroso no poder entenderlo, le quiere dar la espalda porque poco a poco carcome lo que mira, el vació vuelve a desgarrar el pecho de esta osada osamenta, imperceptiblemente se escapan los sentimientos, justo ahora desaparecen, indefinidamente no se altera pero le ofrece todos los pensamientos para irle sacando de esta conciencia muerta, robándole su fragancia y más allá de esos recuerdos, entre miradas profundas esconde la agonía que le invitaba a acariciarlo, palparlo como la adoración encarnecida, despreciando su calidez desconocida, propia de esta amada noche, esa habitación lamentando desearlo, siempre sembraba esta hambre por su templo, querer devorarlo y violar esos pensamientos, dejando que la intención de que pecara fuese el triste sopor de caer a su engatusadora mirada…«¡Te maldigo aquí y ahora, tú que me elevas el aflore de lastimarte, matarte para que la agonía me abrace y trágicamente me asesine este llanto desgarrador que desde que te tengo se está llenando en mi pecho y me da de beber de un fallecimiento doloroso, angustioso y traicionero» Con el filo de un alfiler le mira, profundo anhelando dejar una punzada, desesperado por el pensar que implora que lo escuchase. — ¿Aun no comprendes mi existencia? —Con el tono desilusionado, irónico a su vez. — ¡Tú, el amante del cuervo, la estúpida puta que ofreció todo para que le amasen, la bestia encarnecida en un serafín caprichoso…! ¿No ha logrado descifrar lo que es esta mísera atracción por la pudrición del pesar?. Esa hermosa mirada, aguas virginales que se agitan con dulzura a encontrarse con el cielo, logrando desvanecer ese encanto cuando cerró los ojos, y tras volverlos a deleitar ataco la atrocidad con la que se dirigía a él y de cómo las manos presionan contorneando los huesos notorios.
Entre caricias pesadas, desbordando la necesidad de su piel, era tomado de la misma manera, comenzaba a ver al gato enfurecido, ya quería rasguñar, morder si le fuese permitido pero a cambio su fragilidad regalaba, se posaba al pecho con delicadeza, aferrándose a su templo cuando el aroma de una rosa ultrajada se perfumo en el aura, eran esas dulces y dolorosas lagrimas teñidas como un rubí, su muñequilla lloraba que por el momento guardo luto por su llanto. — ¿Y si desafío el destino, matándote? — Embriagado con el afán de brindarle una libertad, que gozara de esa juventud que nunca se acabara, cumpliera sus sueños y se alzara por los cosmos iluminándolos. Como ahora que su templo era maquillado por la decadencia, alejando las prendas y recordar la carne que le da una especie de vigor clandestino, atrayéndolo a los brazos, pegar su espalda contra el pecho en lo que forman la silueta de su cintura, susurrándole con la voz complacida. —Nunca digas jamás, hay una manera de hacerlo, así como tu creador lo ha hecho contigo, hay alguien que puede borrar tus recuerdos. —Se iba acercando a su mejilla, posar un beso en ella quería por darse a la idea de perderle pero una pequeña risa seca resonó, ¿Tan seguro estaba de ser más bello que la soledad? No discutiría eso, ya que la dueña ante todo era ella, la soledad con su manto que envuelve y mantiene preso por su hermosura. Pero de repente un empujón fue lo único que obtuvo, ladeando un poco el rostro y deteniendo el movimiento, negando ante sus palabras, resplandeciendo con lo errado que se veía. —No lo sabes todo, no te engañes a ti mismo, en cambio porque te conozco es que mis palabras te atormentan, sé que has lucido peor, tanto como llegar a punto de fenecer — Se mantuvo prisionero del silencio guardo las palabras porque estaba a punto de arrojar el jodido veneno, plasmando la pupila en cómo se acercaba, presenciando esa sonrisa muerta, algo había cambiado en ello y eran sus colmillos que no resplandecían, sintiendo sus carnosos labios —No, no me beses…— musito sobre ellos, encadenándose a su boca, desapareciendo la voz ya que los propios labios respondieron, se aferró a un beso deseoso, ponderándose de su órgano húmedo, esa lengua que succiono, dejándola ir para presionar de arriba hacia abajo sus labios, tomando sus caderas que se pega a él, saboreado la melancolía, la derrota de no poder dejarlo, el licor de su saliva le invadió, descendiendo las manos a sus posaderas y le apretuja, separándose de un arranque, manteniendo los labios medio abiertos por el descontrol. —Detente— Se decía a sí mismo, deslizando la lengua por los labios, desabrochándose unos cuantos botones de la camisa, fingiendo relajarse, tomar control de esa situación.
— ¿Piensas que deseando hacer el amor cambiare respecto a dejarte? — Interrogó, acercándose a él de nueva cuenta, engañándose a sí mismo, tomando su mejilla con una delicada caricia, besando sus ojos, lamiendo esas lagrimas que manchaban su nívea piel…—¿Por qué te cuesta aceptar lo que quiero para ti? Ya no quiero que pierdas algo más, esta vez fueron tus colmillos, ¿Qué más esperas a que te quiten? Y lo digo por mí, no me puedo resistir cuando se trata de ti, cometo demasiadas atrocidades, te amo de manera insana, enferma, entre más desee protegerte más te hiero, ¿No lo has notado? Ahora mismo, verte, el tocarte me seduce pensar en poseerte, apoderarme de ti, ser solo yo el único dueño de tu templo, tus recuerdos, de tu voz..de todo, mi Hero— hablaba la pasión con caricias, besos posados en un pergamino maravilloso, desde su cuello a su pecho, amando su desnudez, atesorarlo como se merecía por la ausencia que evidentemente era peligrosa para ambos. —¿Que me sucede? Que no soporto tenerte lejos, el haber creído que alguien más asesino lo que más amo, el daño que te causaron me hicieron darme cuenta que no quiero perderte, así te amé, no puedo seguir hiriéndote, porque si sigue esto así, terminare por matarte o mejor que tú me mates.
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
“Quiero ver tu dolor, muéstrame tu llanto para que pueda cantar en plegarias”
Eran palabras sin sentido para mí, lo recuerdo muy bien. Cada una de sus frases que eran como pétalos marcados en el aire, me tatuaban el cuerpo con dolor y pesar. Me agarraba la cabeza cada vez que me abofeteaba en palabras. Pero me negaba, era imposible que yo fuese a dejarlo, que aceptara así como así que no quería verme más. Que deseaba más la oscuridad, las miles de mujeres u hombres y que a mí me despreciaba. Sobre mis cenizas podría aceptar toda esa maldita mierda. Él era mío, había dado todo para obtenerlo, incluso mi orgullo se había desvanecido con su mirada de cielo. ¿Ahora se pensaba que me ganaría, así como así? Mis ojos desbordaban el fuego que había desaparecido durante todo ese tiempo lejos de él. Parecía que me quemaría desde adentro por la rabia enjaulada. —No necesito comprender tu existencia, si ya la siento dentro de mí. “Para que le amasen”, ¿dices? ¿Piensas que no puedo conseguir que otra persona me ame? Yo te amo a ti y por eso lo di todo. No te confundas Nicolás, no confundas tus palabras porque yo solo estoy enamorado de ti y no pienso dejar que te hundas en lo podrido, no sin mí. — Le respondía con rabia, con unos orbes oscuros que palpitaban con angustia. Jadeando del dolor que estaba carcomiendo mi alma devastada.
Su abarrotada piel me hacía enfurecer, mis ojos que colmaban en un líquido clandestino y esas palabras que por momentos me hicieron reír, haciendo que se muestren mis dientes y mis labios estirados. — Jajaja, ¡Hazlo entonces! Desafía el destino, quizá encuentres la libertad de ese modo. — Ironicé al respecto, mirándole el ojo vivaz, ladeando la cabeza que sin control deseaba besarlo. Mis cejas se arqueaban, volvía a enfurecerme, la adrenalina se creaba en mi tórax que tuve el impulso de interponer mis brazos entre nosotros, clavar mis uñas que con odio se removían en su tersa piel. Él era un completo idiota, un imbécil capaz de romper hasta el momento más romántico en la historia del universo. Un cuervo detestable, que tan solo quería terminar de comer mis ojos. — ¡Cállate! Si tanto piensas que me conoces, entonces dime tú. ¿Crees que solo porque quieres algo me iré así como así? ¿Piensas que me aburro tan fácil de las cosas como tú? Estas equivocado maldito. ¡Muy equivocado! ¡Te detesto, te detesto! ¡Ahhhggsh! —Me retorcí por ese agarre que me daba, luché contra mí mismo, contra mi desesperación por hacerle comprender que estaba en mi cabeza, mis uñas estaban terriblemente estiradas, mis impulsos no estaban siendo controlados, quería mostrar mis colmillos, hundirme en su carne. Pero al contrario de todo, pude tomar sus labios y cuando lo hice ¡Maldita seducción la de tu néctar y manjar el que escondes en tu interior!
Era como una maldita droga, su lengua era mía, la apresaba como un león, la mordía como un conejo y me enganchaba como una serpiente. Devoraba su manzana y mis dedos se enterraban en sus cabellos, me quería retirar, pero le apretaba con absoluta convicción, lo ganaría, estaba a punto. Pero esa fuerza, que se debilitaba y se acentuaba, me despegó como si fuese una sanguijuela en sus labios. Quedé jadeante, con los labios semi-rosas, brillosos por su miel. —Obviamente sí, caerás a mí como un picaflor en cuanto te dejes seducir. — Susurré dulcemente cuando se acercó, cuando me tomó por la barbilla y sus labios pasaron por mi rostro dulcemente, mi pecho se aceleró y sonreí de medio lado, negando por su maldita estupidez. Era como una moneda en el viento, se giraba a un lado y al otro con cada segundo que pasaba, me era odioso saber que nunca acabaría todo ese calvario. Era el destino que jugaba con nuestros hilos, que habían atravesado el espacio y el tiempo para enredarnos en dolor. —No es que me cueste, es simplemente, que si no estoy contigo me haré cenizas y punto. ¿No quieres herirme, no quieres que me hieran tampoco? Eso no es vida, eso no es existir. Si no fuese por ti, no hubiese conocido lo que es realmente luchar por lo que quiero. No voy a aceptar todas esas cosas que dices. No importa que tanto lo supliques. No lo haré. — Respondí con armadura y espada en cuerpo y mano, observando sus besos en mi cuerpo, pasando los dedos por su rostro y por sus cabellos, deleitándome en caricias, mientras el techo era nuestro cielo. Le apretaba de manera suave, lo acercaba a mí, buscando tenerlo lo más pegado posible, movía mi cintura, me quebraba para que me sienta y doblegaba mis instintos.
— Solo tú tienes el derecho de matarme, no voy a dejar que nadie más lo haga. Es el modo de existir que tengo. Mírame. Tú también estas herido, pero no pienso dejarte o hacer que me dejes por eso. Aunque pierdas más que un ojo, aunque te quiten las piernas, seguiré amándote. Nunca te mataré, porque nunca me aburriré de ti. Eres raro, muy raro. ¿Lo sabes?— Jugué, moví mi cabeza en modo curioso, dulce y afinado, mis piernas se colaron entre su cintura, busqué abrazarme por completo, volverme a pegar como una dulce joya en su piel. Tragué saliva, mirando hacía cualquier lado, froté mi mejilla en su hombro. — Haz lo que tengas que hacer ahora. Descansa, recompónete, haz esos pendientes de los que hablabas. No preguntaré de qué son. Termina todo eso y vuelve a mí. No me hagas esperar. Porque si lo haces iré a buscarte. Hiéreme todo lo que quieras, no lograrás matarme de todos modos. No con palabras que no creo. — Acaricié el ojo que estaba sano, no me animaba a palpar el hueco de su parche, temía porque aquello lo enojara. Abracé un poco más su oscuridad, sonreí a la nada y besé un hombro con confianza, asegurándome de que él volvería a mí como siempre lo había hecho. — ¿Fuiste muy fuerte, no? Yo lloré mucho, me dolió de principio a fin. Pero jamás se acercaron a hacerme sentir el mismo nivel de felicidad que tú puedes lograr en mí. — Busqué un momento sus labios, manteniendo una sonrisa repleta de lágrimas en los costados, lágrimas secas que se marcaban en lo largo de mi piel.
“No podría separarme de ti, ni aunque me arrancaran la cabeza”
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
Si tienes que cantar plegarias, entonces hazlo de esta manera: Tu que estas en el infierno, despotricado sea tu nombre, ven conmigo a mi reino, haz tu voluntad y acepta el amor que te ofrezco […]
La pesadilla sucumbió asfixiada en la onda de su mirada, junto con el crimen y la oscuridad son conscientes de su derrota, caía en amorío por su rabieta, el malcriado que se figuraba estaba entre sus brazos queriendo hacer enojar a este amante que lo deleita hasta plasmarlo en un tabernáculo, pero, ¿Por qué se vislumbra tan hermoso estando exaltado? Quería enloquecerlo como lo estaba, enfurecer a ese pequeño con el telón inmóvil a la extinción, bloquear la luz que refleja en ese rostro, envolver sus cálidas evocaciones hasta que poco a poco se tiñan de negro, esperando distorsionar ese sentimiento y se vuelva en su contra. —Entonces demuéstrame que puedes hacer que otra persona te amé, que lo de todo por ti, como dices dármelo. —Maquillo una media sonrisa, siempre sus palabras le brindaban victorias que le orillaban a herirle, obsesionándose por tener todo de él. — ¿Cómo piensas seguirme a la perdición cuando tu aspiras a salir de ello? La influencia de los eventos pasados te hacen errar — Maldita manera de engendrar la voz como hielo a la piel, más oscuro que la oscuridad misma, la debilidad que no puede ser ocultada la mostró en la manera en la que ríe, clavando cual alimaña es descontrolado por la ira.
Estacando a una inevitable trampa, caía a las provocaciones con facilidad, pareciese el títere que una noche tomo, haciendo que se hundiera al deseo carnal que sin duda alguna era violento en caricias, provocándolo con los labios que en ese beso lo hizo lastimoso, mordía su maldita carnosidad, tomándolo con una vulgaridad; deslizando las manos a sus posaderas donde las uñas largas y cristalizadas se incrustaron en ellas, liberando la linfa en hilos adornados en contorno a ellas mientras la morbosidad se florecía en esa boca, quejándose por el deseo viviente de su pasión, negando tras ser manchado el mentón y lo arrojo, observando la desnudez con un desliz de lengua por los labios, trayendo esos orbes en la sensualidad con la que se desprendía la camisa, parecía acecharlo, limpiando su bello rostro, engañándolo con la dulzura de los labios pero tan pronto aquello se perdió y salió a flote ese lado de castigador, escuchando sus réplicas, evadiendo el peligro que representaba el dejarse llevar por el amor, el cariño que sus manos poseían, terminando de besar, huyendo de la tranquilidad engañosa y fue tomando esas piernas que las separa para distanciarse, no vino a desearlo, a seguir de aquella manera…«¿A qué le tendrás pavor querido mío?, ¿Qué es lo que te haría tanto sufrir y destrozar esta unión? ¿Será que solo deba seguir esta manía? Hacer que te canses de este enfermizo círculo y seas tú el que primero parta. ¿Quién se cansara de quién? ¿Por qué ahora soy incierto en las cosas?... Sí que has sabido darme batalla» Pensaba en lo que arrojo esa mano, era evidente que desdeñaba que se atreviera a tocarle ahora en el rostro y más que pensara en palpar lo que el parche mantenía en secreto de sus pupilas. — ¡Basta! No suplico, no imploro, debes estar consiente que me has hastiado, que fue muy poco el interés hacia ti porque ya obtuve lo que quería y me di el gusto de jugar contigo…No te miento, eres en la cama un manjar, lograras que desee hacer el amor si sigo mirando esos segmentos, tu seducción engaña…Pero, ya que poseo tu existencia, juguemos una vez más, ambos heridos, uno como al otro se pertenecen, señores de su muerte que cuando uno decida la muerte consumada será el final de esta diversión…Así es la vida, la muerte o lo que sea, una apuesta simplemente. Ya que ninguno de los dos puede vivir sin el otro, ¿estás de acuerdo en seguirme? Así nos desmembremos poco a poco, ninguno de los dos dejara de amarse, así no habría pesadez, así es como nos amamos, así es como tiene que ser.
Reflejando un traicionero as, la distancia marcada la examino y fue desabrochando los botones de la camisa, quitándosela que la deja caer al suelo, bajando las manos al pantalón y realiza los mismos movimientos sensuales, atrevidos e incitadores. —Justo hora, solo te quiero a ti, no haré esperar a mi templo que desea mancharse con el tuyo, te hare el amor de manera dolorosa, te diré solo en la cama lo que he padecido durante tu ausencia, no hace más falta llorar por quienes te hicieron daño sin amarte, llora conmigo…—Descendiendo las prendas de las piernas, dejando notar su falo, dispuesto a entregarse. Desprendiendo los pasos hacia él que la desnudez de los pies le reflejaban el valor para que ese pequeño liberara todo, tomando su brazo que lo jala de un girón, pegando su espalda con el pecho propio, rozando la piel con su piel, presionando el falo contra esas posaderas, lamiendo su hombro izquierdo y las endemoniadas manos van en busca de su pecho y la otra de manera reconocida va a ese miembro, formando una V (El índice y el medio) dejando que la abertura de ellos fuera capturando el falo, subiendo y bajando palpando lo que siempre le ha pertenecido, tomando posesión de su extremidad que presiona al posar una mordedura en su hombro como acto de que la locura lo ha dominado.
[…] Porque la oscuridad excéntrica busca la corrupción, escucho y veo la razón en su contra pero sé que su deseo jamás se cumplirá, perdóname de mis ofensas, no me dejes caer en la tentación, líbrame de él antes que caiga en su pecado, no me traiciones por tu libertad…AMEN
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
“Siquiera tengo remordimientos por hacerme pecar”
Era una estupidez tan grande, ¡Una conversación de locos! Yo le entendía apenas la mitad de las palabras y él siquiera llegaba a entender qué es lo que realmente quería decirle con mis frases destartaladas. « ¡¿No lo entiendes?! Habías perdido en el momento en el que me miraste a los ojos. Cuando apenas quisiste separarte de mí, yo ya había dado mil vueltas a tu alrededor, te había atado, amordazado para nunca dejarte escapar. Porque eres mío, porque no hay forma alguna de que deje de amarte. Y aunque no puedo obligarte, lo estoy intentando. Aunque luches contra la jaula de la libertad, de la oscuridad y de poder volar infinitamente; solo yo puedo dártelo todo en un solo paquete.» Dolía pensar que realmente él quisiera desecharme, pero en mi cabeza sondeaba que era una mentira fácil de escabullir y terriblemente confusa en mi exterior, casi como si quisiera deteriorar mi rostro con tristeza, con más tristeza de la que ya había sufrido, ¿no era suficiente que me quitaran la única fuente de alimentación que tenía? ¿No era suficiente el dolor de las dagas, los tirones en mis huesos, la cantidad de golpes que habían moreteado mis mejillas? — Me doy el placer de ignorar tus palabras, porque ya respondí antes a la estupidez que dices. — Murmullé como un insensato, a sabiendas claras de que a él no le gustaban las malas hablas. Soportando cualquier tipo de golpe que fuese a darme, ¡Que me sacara la lengua si quería callarme! Pero ni con eso podría parar mis palabras que por la mente saldrían si fuese necesario. Mis ojos colmaban de odio y se aplacaron cuando aquel cuervo negro empezaba a aletear más bajo, hasta acercarse a la condena.
Mi cuerpo blanco y suave tembló cuando unas uñas descarrilladas se hundieron en mi carne, jadeé y fue un ruido de melancolía, fino y cuidado, agudo y afinado. Retorciéndome en sus manos mientras mis orbes oscuros que se hundían como un pajar, se abombaban al verle, tenía en su cielo la maldad teñida de negro. — Siempre he pensado que así es como tiene que ser. Nací para ser herido, para sufrir. No hay otro destino más que ese. La eternidad se me concedió para que pudiese sufrir a tu lado y por eso mismo no forcejearé. Me quedaré enganchado a ti, aun cuando ya no quieras ni tocarme. — Era un zumbido de abeja, que se emancipaba de mis labios hacía los ajenos, se acurrucaba de una manera sensual, agolpeada por los dolores, como si de repente pudiese realmente descansar. Estaba de alguna extraña manera, convencido de que él ya no se iría, que podía calmarme por un segundo. Y por ello el dolor acumulado se fue diluyendo y las punzadas en mi vientre se agarrotaron hasta hacerme jadear. ¿Qué tanto era el dolor que podía llegar a sufrir con tan solo unos días de completa humillación? ¿Por qué no podía aquello desaparecer como mi pasado humano lo había hecho? Me mareaba en desesperación, pero sus labios hermosos, suaves y pecaminosos estaban allí implorando ser besados. ¡Si amor! ¡Te besaré por toda la eternidad y nada más que tú y yo estaremos por siempre! Era como si de repente, pudiese sentir el calor entrando en mi cuerpo. Eso que siempre había considerado como un halo de fuego que solo se prendía cuando Nicolás se acercaba y me amaba locamente.
— Tu… Ámame de una vez y deja esas locuras de querer escaparte, volvamos a la noche en la que estábamos en la cama y el barco se movía al compás de la tormenta, pero quitemos eso último, déjame disfrutar plenamente de ti. — Censuré de forma inexplicable el placer en mi cuerpo, sus dedos toqueteando eran como una fuente de vida, mi cuello se estiraba, se apoyaba contra su hombro, mis dulces nalgas se acurrucaban contra su entrepierna que tan dispuesta estaba a decirme la verdad. —Aquí es donde no puedes esconderme nada, dímelo todo. — Supliqué cuando mi cuerpo se movió incansable contra él, me excitaba solo su rozar y con un contrapié apoyé mis manos sobre sus piernas, acercándolo más a mí, buscando de forma desesperada sus labios, los míos se abrían como hebras esperando ser devoradas, jadeaba con necedad, la jauría de mis instintos querían cazarlo y las uñas estiradas se apretaban a la piel ajena, tironeando de sus hombros. De espaldas a él, con su cintura pegada a la mía, me arrastraba como una fiera serpiente contra su cupido árbol. Deseándolo de forma deshonrosa, llorando sangre del placer y el dolor que estaba aclarando mi alma. —Lloré tanto, que aún no puedo entender como las lágrimas siguen cayendo de mis cristales. Todo por ti, eres el único que me hace llorar así. ¿Tienes un don especial, o solo te amo demasiado, rozando la enfermedad? —Pregunté incapacitado, temblando por el toque en mi cuerpo, que solo podía movilizarme en ondas contra él, sentir más su mano, mientras todo se endurecía y mis pies se ponían en punta de pie, para rozar más con su cuerpo. Su altura me desbarataba, quería estar más sobre él, sentirlo plenamente, buscar que se meta en mi interior como una cascada. —Hazlo, hazlo rápidamente, para no olvidarme nunca de tu cuerpo y pasión. — Gruñí, como un animal desesperado, dispuesto al dolor.
“Gritaré a un mundo sin final que te amo y el dolor al que me condenas es menor de lo que aparenta”
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
DANSE MACABRE
La melodía de nuestro momento…
La melodía de nuestro momento…
La escena que había tenido en mente no es la que solía ser, siempre quería tirar todo por la borda, la ausencia predijo que el tiempo no era eterno, que algún día los templos deberán calcinarse; desapareciendo en un silencioso desfallecimiento, sintiendo con la secuencia de ira, la verdad cambiaba esta debilidad por llamas, este fuego arrasaba con todo, desechaba las semillas del fracaso, por más que se aferraba mantener lejos a su cariño, se rompía las falsas esperanzas de brindarle un final a esta trágica historia. «Estoy cayendo en la profundidad de un sentir desquiciado, en las manos de la fragilidad con la que las cadenas se apoderan de mi ser...Siempre esperas por mí, siempre esperando por una caricia, un roce o simplemente una mirada… ¿Por qué me cuesta alejarte de mí? No quiero y no aceptare el que estés a mi lado, prefiero amarte sin tenerte a tenerte odiándote» Entre los bipolares pensamientos y el habla, meneándose con el fondo de su voz, envolviendo la dureza de las propias palabras en jadeos que solo él sabía liberar con atracción. —Eres despreciable, un soez mocoso... ¡No te aproveches de ser el dueño de mis debilidades, no quieras pasarte de listo porque te deseo! —El veredicto del placer de tenerlo de esa manera iba aumentando, sus carnosos labios cual manjar tentado anhelaba besar locamente, morderlos hasta hacerlos sangrar, invitándole entre esa mirada aterradora de poseerlo, hundirlo en las bajas pasiones una vez más hasta que de nuevo se tatué su piel en la propia, que dejen marcas sus uñas y tiña de este templo sufrido en un ritual de desesperadas evocaciones, dar todo sobre ese tapiz, culminar las miles de posiciones amatorias a ese amante que necesitaba ya amarlo como nunca.
« Si supieras que te has convertido en un arma poderosa; tus palabras cual sinfonía soñadora me hacen danzar por el timbre de tu voz, tocarte cual demonio servidor a un violín se asemeja…Este demente te aprecia como a su valioso violín, mon violon, mon amour, mon Hero» Pensó tras atestiguar su reproche, no había noche que no dejara de desearlo, de querer tocarlo, deleitar su desnudez o tan solo percibir su templo con el peso entre las piernas, pero, siempre lo lleva en mente, lo añora aun sin razón. Como justo en ese instante, su perfume ya no era solo de él, ahora lo compartía con su desnudez, acunándolo entre los brazos como el amante que siempre ha sido, acariciando su hombro izquierdo con el órgano húmedo, esa lengua hambrienta de su sabor, pegándose contra sus posaderas, meneando cual sensualidad detona la cadera al moverse. —Te estoy amando, estoy amándote, cariño mío— Los dedos conforme se presentaban ante el tronco de su falo más presión realizaban para endurecerlo, suavemente, con delicadeza se mueven queriendo hacer música con sus claros bellos. —No quiero que volvamos a esa ocasión, tan solo escribamos uno más de nuestros encuentros eróticos…Embriagarme una vez mas de ti, alócame queriendo empujarte aun teniendo nuestra conversación con el placer expuesto y te diré todo lo que desees— El falo propio se erecta por sus candentes posaderas, movimientos provocativos que incitaban a contradecir sus movimientos en un choque esplendido y exaltado.
Olfateando esa boca abierta, sumido por las sensaciones, desliza la lengua en su interior y solo juega con él, provoca a su órgano húmedo a que dancen como las caderas lo hacían, desprendiendo una sola mordida en su labio inferior después de ser vencido con las uñas que eran su adoración. —Eres preso de mi trampa, eso es todo lo que escondo, porque ni mi falo está guardado, quiere asecharte por haberte dejado ir aquella vez, si hubiese permanecido dentro de ti aun seguiríamos en ese viaje…—Desplegando las manos en una balada pecaminosa, como un chacha lujurioso que emana del flujo del éxtasis, dejando que los labios solo susurraran las palabras, era tan efímero el goce que agonizaba con fulgor. —Quisiera llorar a tu lado, me pregunto tantas veces el ¿Por qué mi cántico se niega a que lo deleites? Eres el primero a quien amo y no me ha besado mis lagrimas, ¿Por qué? ¿Por qué mi hermosa bestia? Tu, quien se está apoderando de mi y no ha probado de mi melancolía. —Gimiendo, ahogando los colmillos en la profundidad de su hombro, tornándose el ojo de un carmesí precioso, la única pupila brilla y su mano se agita con el encanto desencadenado, masturba el miembro, lo instruye y comienza a drogarse con su néctar, sin esperar más ansia seguir la masturbación, con la mano que se hallaba en su pecho la defiende hasta llegar al propio miembro, alejándose un poco de esas posaderas y con la pirámide que figuraba el miembro propio toma el tronco y así con su levantamiento lo adentra entre esas posaderas y así mismo se masturba al mismo compás que la mano, dejando que la mano libre presionara un glúteo para que apretujara el tronco y tirara del cuero, de arriba hacia abajo, gruñendo al liberar su tersa piel y lame la herida.
Y así, seducido con el pensar que jamás le dejaba tranquilo, balanceando a esta noche a que se envuelva en una sombra y les deje copular toda la noche, porque las verdades apenas salían a flote, los secretos comenzaban a desnudarse entre bramidos combinados…
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
“Sonrisa de anhelo, que quema como el fuego, pero acaricia como seda”
Era tan dulce, ver sus ojos que como un infierno me querían quemar. Cedía y volvía a separarse, estábamos en una especie de balanza, pero yo estaba pesando más. Mi locura estaba siendo más densa, inseparable, irrompible, porque yo había hecho una promesa y me era imposible romperla, porque aunque él me mirara suplicando que le deje, que me separe de una vez de tan agotador calvario. Yo gritaba que eso no sucedería y que primero me mate si solo quería estar. — ¿Qué es soez, es algo malo? Lo tomaré como un cumplido. No soy listo, tan solo te amo más de lo que puedes odiarme. Y por eso gano. — Sonreí, mostré mi dentadura y una dulce risa salió como un perfume a flores. Siempre le había dicho que no conocía muchas palabras, ser soez era ser grosero, quizá molesto, pero en ese entonces yo no conocía de qué se trataba eso, apenas hablaba con palabras toscas, pronunciaba un francés chillante y mezclaba palabras en inglés o en mi idioma natal. Pero podía hacerme entender, no solo por el habla, por los ojos, por las acciones, que mostraban por completo qué era lo que pensaba o lo que quería decir. Tal como en ese momento, donde absolutamente todo mi cuerpo estaba gritando por amor, por un dulce beso que me avivara la existencia, por una caricia que reviviera mi piel. Un toque de violín que me volviera a enamorar una vez más. “Eres como la melodía de mis canciones, irritante, quejosa, pero hermosa, plagada de altibajos, que como la recesión y la recuperación, van ondeando sin parar, sin llegar nunca a una constante”
— Pues ámame más, quiero más, lo quiero todo de ti, porque te extraño. Y cuando te extraño me siento mal. — Era un murmullo que se quebraba, tan solo el sentir de su lengua me rompía, me helaba la piel y luego la calcinaba como roca hirviente. Mis manos se abrazaban, se apretaban, quería seguir llorando, desearlo era poco en ese momento. Estaba desesperado por tenerlo entre brazos, por acostarme sobre él, cabalgar sobre su hombría hasta caer desmayado sobre su cuerpo y no separarme ni en mil años. Mis labios se abrían cual mangar en gustos y mis deditos que eran finos y largos se arrastraban por su espalda de manera incómoda, la acariciaban, palpaban cada lugar al cual era posible llegar, hasta que volvían, para apoyar las yemas en la mejilla ajena. No podía llegar muy lejos en esa posición y mi mirada se hundía en la nada, en la pared que tenía lejos de mí. Mi cabeza iba hacía atrás, me frotaba contra él, buscaba verle al ojo, mostrarle el brillo que podía emanar tan solo con un poco de su amor renovado. Era increíble, era tan único y especial. Yo me preguntaba por qué y cómo podía ser, que lo amara con tanto desenfreno. — Está bien, está bien… Es mejor estar en el presente, cada tanto, me ligo a nuestro pasado. A la noche en que volviste para amarte, esa fue la mejor noche de mi existencia, era casi como estar vivo. Recuérdamela, házmela sentir nuevamente. — Pedí en un suplicio y busqué sus labios una vez más, los acaricié, los tomé y me desviví en ellos, mordiendo sus labios, estirando el cuello todo lo que podía deseando no desprenderme de su boca, pero los movimientos me alejaban y yo me quejaba.
Melodía sinfónica, canturreando en jadeos tan delicados que parecían de otro mundo, gemía al compás de los toques, me retorcía dulcemente, estirando la espalda, sintiendo como mi sangre salía para alimentar a aquel que amaba locamente. Su miembro estaba cerca de mí, allí, apunto de llenarme y yo añoraba sentirme completo, que se meta en mi interior hasta hacerme perder la conciencia. Que me desee hasta partirme en millones de pedazos y luego volverme a reconstruir. Empujaba, pedía y le miraba entre enojado y excitado, hastiado por tener que esperar tanto, daba saltitos para sentirle, bufando y apretando hasta que por fin su cuerpo cedió y me envolvió. La carnosidad se encaminaba en mi interior, tan dura y perfecta, mis piernas temblaban, mis dedos se apretaban y encogía las piernas para poder aprovechar el empuje. — Verte llorar… ¿Por qué será? Yo no lo sé, pero te aseguro que cuando llores frente a mí, lloraré contigo, te abrazaré y besaré tus hermosas lágrimas hasta que te sientas tan empalagado de mí, que terminarás sonriendo o molestándote un poco más. Pero como sea cambiaré esa melancolía por tan solo unos segundos, brillaré para que no sufras, mi dulce cuervo negro. ¡Mgh! — Apenas un gritillo salió cuando se cuerpo se hundió en mí, mis piernas se aflojaron y el temblor comenzaba a dispararse, era un rito sagrado, un meneo austero que me hacía erectar y me mantenía tan duro y las sensaciones de querer explotar surgían por cada lado de mi cuerpo. —Hazlo, hazme perder la conciencia, hasta que olvide lo mucho que me hiciste enojar. De Lenfent, eres mío para siempre. —
Fue una amenaza miserable, pero real, mis uñas se clavaron en sus brazos, cuando el abrazo comenzó, nos movíamos con constancia, mi piel se embriagaba en su ser y aplastaba mis glúteos contra él, no paraba hasta sentirle adentro por completo, que destroce mi cuerpo, que se hunda hasta enloquecerme, quería llorar, gritar y gruñir porque lo haga salvajemente. Mis garras le arrastraban la piel, mis pies se arqueaban y mis rodillas perdían el equilibrio, sentir su mano acompañando mi necedad lo hacía todo demasiado excitante, me veía la parte de abajo y la vergüenza subía a mis mejillas, me enrojecía hasta temblar y mi cabeza volvió a elevarse, escondiéndose en su pecho incómodamente, frotándome para verle a los ojos, jadeando sobre su piel, me lamía los labios, le mostraba lo mucho que me hacía sentir y esperaba a que la noche nos envuelva, nos haga gozar hasta la eternidad, que recuerde lo apretado que podía hacerle sentir, que encuentre la verdad escrita en mi cuerpo y en ese alma que en parte seguía existiendo en ambos. En esa existencia que nos había atravesado en tiempo y espacio.
“Maldito cuervo engañoso. No sufras más”
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
La manía, muy lejos de ser un vicio, es el primer sentimiento que imprime en nosotros en nuestra naturaleza; el niño rompe su sonajero, muerde la teta de su nodriza, estrangula a su pájaro, bastante antes que tener la edad de razonar.
¡Oh, maldición! ¿Acaso el amor es una impotente enfermedad? Estúpidos juegos de palabras, no más habla que el sexo espera a ser consumado, puesto que el roce entre los cuerpos no era su única fuente de goce, comenzaba a experimentar excitaciones vehementes cuando esas nalgas candentes se removían, mezclando con un juego sexual a ese travieso, a su tentador querubín que se disfrazaba de amante, de su puta, de su todo, ya que hacía que probara el dulce miel de su carne, su poder se hallaba en la cavidad aterciopelada entre sus posaderas, porque, la cerne es carne y siempre tendrá su encanto por sí misma.
Pero impío, como una tormenta asesina es la intención que se levanta de los propios pezones erectos, el falo ajeno palpitante en la masturbación y se encela el propio qué destella con su punta de filo, estirando el cuero y la secreción se deslizo por su ralladura, embarrándola entre sus paredes, culpándolo por su baile afrodisiaco, morfinómano con sus deseos, « ¡Que mal me hacen tus labios! ¡Que goce, amado mío! » Pecado carnoso, humedad exquisita, olor apasionado, no sabe que le hace enloquecer, si su órgano húmedo o esos labios al carmín, todo un manjar esplendido lucia, ya no cabía la dulzura en ese instante, aunque sus caricias parecían hacerlo, se aferraban a envolver en un manantial se sensaciones aunque la morbosidad de que sus huellas se penetraban, esa piel hambrienta guarda con adoración, tragando la saliva acumulado, ocultando la melodía de la voz por ser seducido a un beso, desprendiendo un quejido por sus venenosas mordidas, ya estaba atrapado a él aun con el ardiente movimiento de cuerpos, discurriendo el discurso impuro cada vez entre pensamientos, entre ese fluido esparcido y la linfa que se hundía en el interior del disecado templo, gruñendo por la quemazón, gruñendo por el extasis emanado, penetrándole y por completo el semen profuso desborda a su cubo pero la mano que aprisiona el miembro ajeno, lo tortura, quiere que contemple la vara de su vida, es un espléndido creciente, se hace notar el cuerno como el que le embiste… — Ya estoy molesto —interrumpió con suplicio, el dolor del placer era intenso, tragando el vino de la muerte —Pido que llores a mi lado pero no quiero condenarte a ver este horror — Embriagado, con la pupila de un color vino, los colmillos manchados del elixir, recorriendo un hilo grueso por el término de la comisura de los labios. Pero la estrechez del conducto, incólume aún, impedía el paso a mayor profundidad, mientras tanto, el movimiento espasmódico de la extremidad conspiraba para asegurar a esa sabia libertina que su proceder producía más placer que ofensa de correrse. —Si mi furia esta desatada, pagaras a mi lado mi falta, no hablemos, solo déjame oír tus gemidos y escucha los míos —Gimió a tal delirio de sus uñas, jugando con el regocijo del amor, poseyendo el arte admirable de poder penetrar, masturbando con rapidez el miembro y de unas cuentas agitaciones con la uña del dedo presiona su glande, aprovechando que se acoplo su cuerpo y en un desenfrenado desliz de meter y sacar le ofreció, por un momento deja las manos libres y va hacia esas nalgas, las abre y aprecia como es el pene en su cavidad, ese orificio que brinda placeres más grandes de los que se pudiera describir.
Y sigue endemoniado, se agita, una presión brusca realizo en la estocada y le libera, girándolo por el creciente fugaz anhelo de admirarlo saltar como el psicópata que era en encelarse.
¡Oh, maldición! ¿Acaso el amor es una impotente enfermedad? Estúpidos juegos de palabras, no más habla que el sexo espera a ser consumado, puesto que el roce entre los cuerpos no era su única fuente de goce, comenzaba a experimentar excitaciones vehementes cuando esas nalgas candentes se removían, mezclando con un juego sexual a ese travieso, a su tentador querubín que se disfrazaba de amante, de su puta, de su todo, ya que hacía que probara el dulce miel de su carne, su poder se hallaba en la cavidad aterciopelada entre sus posaderas, porque, la cerne es carne y siempre tendrá su encanto por sí misma.
Pero impío, como una tormenta asesina es la intención que se levanta de los propios pezones erectos, el falo ajeno palpitante en la masturbación y se encela el propio qué destella con su punta de filo, estirando el cuero y la secreción se deslizo por su ralladura, embarrándola entre sus paredes, culpándolo por su baile afrodisiaco, morfinómano con sus deseos, « ¡Que mal me hacen tus labios! ¡Que goce, amado mío! » Pecado carnoso, humedad exquisita, olor apasionado, no sabe que le hace enloquecer, si su órgano húmedo o esos labios al carmín, todo un manjar esplendido lucia, ya no cabía la dulzura en ese instante, aunque sus caricias parecían hacerlo, se aferraban a envolver en un manantial se sensaciones aunque la morbosidad de que sus huellas se penetraban, esa piel hambrienta guarda con adoración, tragando la saliva acumulado, ocultando la melodía de la voz por ser seducido a un beso, desprendiendo un quejido por sus venenosas mordidas, ya estaba atrapado a él aun con el ardiente movimiento de cuerpos, discurriendo el discurso impuro cada vez entre pensamientos, entre ese fluido esparcido y la linfa que se hundía en el interior del disecado templo, gruñendo por la quemazón, gruñendo por el extasis emanado, penetrándole y por completo el semen profuso desborda a su cubo pero la mano que aprisiona el miembro ajeno, lo tortura, quiere que contemple la vara de su vida, es un espléndido creciente, se hace notar el cuerno como el que le embiste… — Ya estoy molesto —interrumpió con suplicio, el dolor del placer era intenso, tragando el vino de la muerte —Pido que llores a mi lado pero no quiero condenarte a ver este horror — Embriagado, con la pupila de un color vino, los colmillos manchados del elixir, recorriendo un hilo grueso por el término de la comisura de los labios. Pero la estrechez del conducto, incólume aún, impedía el paso a mayor profundidad, mientras tanto, el movimiento espasmódico de la extremidad conspiraba para asegurar a esa sabia libertina que su proceder producía más placer que ofensa de correrse. —Si mi furia esta desatada, pagaras a mi lado mi falta, no hablemos, solo déjame oír tus gemidos y escucha los míos —Gimió a tal delirio de sus uñas, jugando con el regocijo del amor, poseyendo el arte admirable de poder penetrar, masturbando con rapidez el miembro y de unas cuentas agitaciones con la uña del dedo presiona su glande, aprovechando que se acoplo su cuerpo y en un desenfrenado desliz de meter y sacar le ofreció, por un momento deja las manos libres y va hacia esas nalgas, las abre y aprecia como es el pene en su cavidad, ese orificio que brinda placeres más grandes de los que se pudiera describir.
Y sigue endemoniado, se agita, una presión brusca realizo en la estocada y le libera, girándolo por el creciente fugaz anhelo de admirarlo saltar como el psicópata que era en encelarse.
«Pero ¡si el infierno soy yo! ¡Si por profundo que sea su abismo, tengo dentro de mí otro más horrible, más implacable, que a todas horas me amenaza con devorarte!»
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
“Es el vicio que tienes como castigo a tus pecados. Y yo soy la enfermedad y la cura”
Sonreía dulcemente, sus palabras eran secas y muy pocas, apenas me respondía, pero era suficiente con su mirada para saber qué era lo que me quería decir. Los suaves jadeos que me proporcionaba en la piel, los susurros de su alma que me acariciaban lentamente la espalda y su cuerpo se aprisionaba al mío. Mi sonrisa flotaba en mi rostro, era como si toda esa tensión que había acumulado a lo largo de los días y noches fuese deshinchándose, mi espalda se ponía flácida y mi peso caía en manos ajenas. Le veía de reojo, levantando una de mis manos para poder acariciarle, apoyándose en su pecho, mientras abría suavemente los labios, mostrándole el placer de sentirlo dentro, de inundarme de su esencia, de retorcerme de emoción. —No estés molesto… — Negué con gracia, estirando la columna hacía atrás, saltando en el lugar cuando las caricias se hacían más exactas, martirizando mis sentires. Mi lengua escapaba para lubricar su cuello, a medida de sus labio se separaban de mí y dejaba un rastro casi invisible sobre los colmillos, que invitaban a besarle fogosamente. Sin parar, quería descubrir el nuevo sabor de aquel hombre. El cuervo que había aprendido a amar, estaba allí conmigo, nuevamente juntos. No podía más que sentirme afortunado.
— No es una condena, es una elección. Hecha por mí. — Murmuré a escasos centímetros de su boca, mordiendo, lamiendo, perfeccionando la perfección que estaba contra mi piel. Bañando con mi aura la ajena, quería enlazarme, hacer que nos volvamos uno, de manera que al alejarnos nos debilitemos, quería morir si no estaba con él. Eso es lo único que pensaba. ¿Qué sentido tenía la vida si no me encontraba sufriendo a su lado? ¿Si no podía ver su melancolía existir junto a mí? Había encontrado que él era la llave a mi camino, era quien me impulsaba a querer disfrutar algo más de la vida. ¿Era tan egoísta pensar de esa manera? ¿Tendría que parar con todo aquello? No. Imposible, ninguno de los dos podía detenerse jamás y eso bien yo lo sabía. Así que saqué todos esos malditos pensamientos de mi cabeza, disfruté su toque, jadeé cuando sus dedos se pasaron por mi entrepierna, lentamente me aprisionaban y yo dejaba salir un gritillo apenas audible, clavaba las uñas en su piel y negaba para que me dejara en paz aquella parte tan sensible, tan necesitada de él. Fueron dos, tres movimientos más, mi cuerpo se sentía lleno y mi punto inferior estaba siendo torturado. — D-deja, ¡yah! — Me quejé a gritos y sus susurros helaron los bellos de mi cuello. Sentí la tortura y mis piernas temblaron incapaces de moverse.
Cuando soltó mi miembro tomé una bocanada de aire, pensé que me desmayaba, me sentía anémico, hambriento de demasiadas cosas. Pero ante el mareo me mantuve fuerte, sonrojándome cuando sus manos estiraron mis posaderas, me removí, agitado, tomando su mano que fuerzas para que volviera a llevarla hasta mi miembro, un solo toque y me sentí correr. Torcí mi esbelta figura en miles de pedazos, se notaban los huesos de mi torso y las costillas pedían a gritos se sostenidas. Miré al techo, observé como se notaban los colores, las figuras borrosas, los gemidos interminables, hasta que caí en sus brazos. Me agarré con fuerzas, me moví un poco más sobre él. — Lenfent… Yo le amo mucho. Le extrañé. No me dej- … ¡Ah! — Grité por los movimientos bruscos, las lágrimas salieron de mis ojos y pronto me vi temblando entre sus brazos, me giraba y podía verle a los ojos. Mis piernas que parecían dos palos rotos se agitaban y saltaba apenitas, dando espasmos a la hora de tomar aire. Mis dedos se hundieron en sus brazos, sujetándome con fuerza, sintiendo que me deslizaba hacía el suelo. — Quiero ir a la cama. Parado… Estar parado es incómodo. Llévame, ¿por favor? — Pedí en un suplicio, moviendo las manos, buscando abrazarle por el cuello, sintiendo el dolor en la parte baja de mi cuerpo, se propagaba, me asfixiaba. — ¿Me contarás qué sucedió? Mon amour… Mon amour, cuénteme todo. — Como un lastimero gato me frotaba contra él, los pies se movían de lado a lado, mi desnudez hacía presencia en el frío que empezaba a helar mi piel y mis labios aún rojizos se apoyaban contra la piel ajena. Buscando desdichadamente sus labios. Quería un beso, un largo y profundo beso, hasta sentir que nada de lo malo sucedió.
“Quiero olvidarlo, pero al mismo tiempo, quiero tatuarlo en mi piel”
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
"¿Qué es lo que uno quiere cuando uno está ocupado en el acto sexual? Que todo lo que te rodea le da su total atención, pensar sólo en ti, se preocupan sólo por ti... todo hombre quiere ser un tirano cuando fornica."
Las leyes de este deseo fugaz se basaban en sus labios, el tocarlo como al único que ha logrado liberarle toda emoción, quería pensar que solo era el libertinaje, la lujuria que desprendía su carne pero esa necesidad por el crecía más, le amaba con locura y por ello siempre era una bestia para él, un juego sangriento cada vez que copulaban, liberar la espuma por su falo y hacer que esos húmedos sonidos llegasen a penetrar el vacío, anhelando esa niñez que juega con la mentalidad de un monstruo, por ello es que no podía dejarlo, sus facetas le enloquecían que ya lo deseaba desnudar con la inocencia que usa para cumplir sus caprichos.
Como esos dulces labios, único manjar que era de su gusto, combinado con la lengua húmeda que luchaba por atraer la propia y envolverse una tras otra como los templos se mecían con candela, estando molesto por no haber sentido su tacto, su perfume, su aliento tan cerca, fue eterno el no haberlo tenido. Es por ello que se aferra a su cadera, respondiendo a sus labios de manera suplicante de que no se detuviera, gimiendo sobre su boca abierta, gozando de que hiciera lo mismo, ¡Sus malditas uñas hermosas! Como le enloquecía ser poseído por ellas, pagando el mismo placer del dolor al causarle en su glande lo más terrible. — Acaso, ¿No te gusta? Porque me fascina tenerte así— Prosiguiendo con las embestidas, deleitando sus nalgas abiertas donde detonaba un arte erótico, morboso por ser su fragancia lo que obtenga y la lengua juguetona se pasó por los labios al ser tironeada la mano al miembro que había dejado de torturar, acercándose un poco más a su nuca, besándole, lamiendo su tersa y exquisita piel tras sentir el dulce que emanaba de su excitación, desplegándose a su cuello, llegando a morder la manzana de su garganta con los carmesís labios cuando miraba al techo y se dejaba caer en el pecho — ¿Cómo podría dejarte? ¿Acaso no es notoria mi debilidad por ti? —con la voz extasiada, con quejidos por seguir penetrándole, invitándole a que lograra sacarle un poco más del semen, abandonando el falo de su querubín con su esencia en la mano y la alza, permaneciendo la pupila teñida de un carmesí ya que era el resultado de la sed emanada de su ser.
Y de repente ese girón le produjo una vibración, el miembro húmedo por el semen que había esparcido, tomándolo de los costados al abrazarle, estaba a punto de caer que al ver su rostro le robo un beso y le alzo, sujetándole con ese abrazo.—Para mi es la mejor manera de haberte tenido—lo murmuro, desprendiendo un movimiento de lado a sus piernas y como solía cargarle le lleva a la habitación que aclamaba…—Decirme primero donde se encuentra nuestro lecho—tras apreciar esos labios se acercó con lentitud, sin esperar respuesta que los toma, al principio con una calidez que fue aumentando, profundizándolo con la ferviente sensación de extrañeza.
Durando en ese beso, depositando la preocupación, el cariño inmenso que perduraba en esa ausencia, separándose, estando escasos de sus labios y admira sus ojos, ahora solo con uno podía unirse a su mirada, levantando la mano para acariciar su mejilla…—Quítame el parche, empezare por ello porque no podre sostener tu mirada por siempre y eso me entristece —su semblante se figuraba a la melancolía, esa tristeza maquillada que desvió el rostro y miro hacia el camino, dirigiéndose hacia la habitación en la cual la puerta se asomaba, era una bella decoración, ya había aprendido de los gustos de su querubín y a pesar de todo se sentía cómodo a su lado.
Posando la mano en la manija, haciéndola girar para abrirla y se adentra, recordando el peso entre sus brazos.— Así es como recordaba aquella noche en el barco, sujetándote, llevándote hacia las sabanas para hacer de esa noche una más de las nuestras, hasta que lo último que escuche fueron tus gritos, el olor de tus lagrimas, todo aquello que hicimos se quedó como un funesto recuerdo.—Mientras la pesadez de las palabras liberaba, avanzaba hacia el lecho, llegando a él que con el sumo cuidado se va inclinando para recostarlo, poniéndose a su lado que solo podía estar sentado, observando cada diminutivo detalle diferente que pudiese tener.
—Sacaron lo que tanto he temido de mí, entre palabras que pudiesen ser como un exorcismo me hicieron con la tortura, quise hacer de ese dolor un placer, burlarme pero esta vez aunque fingiera no podía soportarlo...cada instrumento, cada suplicio fue sellado en mi cuerpo, no quiero que te enteres de todo, solo será lo que sea visto, como el ojo que hace falta, luche con fuerzas porque terminaran conmigo, pero encontraron la manera de jugar, hasta eso encontraron a alguien quien me supiera hacer padecer este calvario, lo peor fue que creí en las visiones, en las palabras de que te había perdido, me hacían pagar con las peores creces que había cometido.—Cerro el ojo por un momento, una lagrima se desato, no podía controlar la debilidad, tenia que ser en ese momento cuando se mostrara de aquella manera y le brindo la dedicación de que la muerte sufriera una vez mas al tener remembranzas de cada detalle que añora guardar. —Mi Hero, perdóname por no haber cumplido mi palabra de protegerte, ¿Fue demasiado dolor lo que te causaron? ¿Me dejaras hacer pagar aquellos que osaron tocarte?
Las ultimas palabras en una carta escribió, fueron las ultimas letras que logro desprender y acariciaba esa cabeza conforme el relato marcaba su trayectoria.
Nicolás D' Lenfent- Vampiro/Realeza [Admin]
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Re: Eres un sueño [Nicolás] +18
“Me gusta la rebelión, pero si tú eres el rey, prefiero ser un simple sirviente de tus caprichos”
Una sumisión calculada, perfectamente alineada con ese ojo que me miraba receloso, queriendo masticarme las entrañas cada vez que hacía un movimiento, cada vez que me acercaba a sus labios para morderlos, para acariciar un poco de su piel. Era su maldita muñeca y eso me encantaba, sentirme aplastado por sus deseos, que me tome de todas las formas posibles. Volar es lo que yo quería, por siempre en el nicho del consuelo que me daba. Sentirme a gusto, pero al mismo tiempo recordando que estaba en ese mundo, que seguía existiendo aun cuando tan solo el placer carnal me recorría. Y pronto el sonido de sus dedos me reconfortaba también internamente y así era, simplemente, una felicidad total, que solo él me podía dar a base de un dolor infinitamente abismal. No podía evitar regalarle una sonrisa que mostraba mis dientes, con el dolor punzante que danzaba hacía arriba de mi cuerpo. Jadeando, conteniendo los sonidos, para luego largarlos en una estocada de manera hueca y profunda. — Tenme como quieras, me gustas como sea que me pongas. Solo duele, pero el dolor… Me recuerda a ti. — Mis palabras fluía con pesadez, con mis finas piernas temblando como si fuesen lienzos al viento, gimoteaba al conteo de los segundos, mi pecho se elevaba continuamente y el movimiento se acentuaba sobre su virilidad, buscando más penetración, más placer para él, que lo recuerde, así que yo lo estaba haciendo con él, que no lo pueda olvidar jamás.
Un nuevo sonido, que se mezclaba entre un grito y un gemido se escuchó salir de mis labios, sus mordidas acentuaban la excitación en mi pecho, mis manos curiosas recorrían lo que podían, se clavaban en sus hombros, estirándome todo lo que podía para agarrarlo. Mis caderas se elevaban, apretaba con los glúteos su miembro, me movía continuamente, besando sus labios cuando llegó la oportunidad, mirándole al ojo de manera cansada, agitada, me sentía débil, más de lo habitual cuando se trataba de complacernos. Quizá era la falta de sangre, el cansancio de haber llorado tanto que la hinchazón en mis ojos hacía parecer que se iban a explotar. Y me frotaba dulcemente, sintiendo como se me terminaba de llenar el interior de mis órganos, como con jadeos candentes terminaba por no sentir las piernas, agarrándome desesperadamente de él. —Me gusta parado, pero… Pero me duelen las piernas, maldito. ¡Me duelen! ¡Ah! Uhhg… Así. Arriba, la puerta del final. — Fue un susurro suave, salió antes de que se acercara a besarme, sus labios eran tan suaves, largos, delgados e inigualables que la voz se perdía a medida que la cercanía se agrandaba. Cuando ya nos rozábamos solo pude dejarme hacer por esas ganas de tenerlo conmigo. Mis dedos se deslizaban por su mejilla, apretaban sus orejas, mi lengua cansada se iba dentro de su boca hasta que sentí que ya no podía sostenerme y entonces nos separamos y yo apoyé con ansias la cabeza en su pecho. Lo recuerdo, quizá llorar, quería volver a sucumbir a la tristeza, pero no lo hice, mantuve en calma todo de mí.
— ¿Qué quiere decir que no podrás sostener mi mirada por siempre? — Observé ese parche, tenía desde antes las manos en sus mejillas, así que poco a poco acerqué la mano correcta hacía aquella tela negra, mientras con la otra mano acariciaba su piel. Poco a poco, las yemas de mis dedos pasaron por arriba cautelosamente, temblando de la angustia, agitándome, el revoloteo en mi estómago se hacía cada vez más fuerte. No quería verlo, quería pensar que era un sueño, un chiste, pero con los deditos, tan finos y frágiles apreté la cinta que sostenía todo aquello y la tironeé, se soltó entonces el telón y el hueco de un ojo cubierto se hizo ver, cerrado, la piel lo cubría todo y la cicatriz se presenciaba a los lados. Tomé un poco de aire y sus pasos se hicieron presentes cortando aquella tristeza desesperada que probablemente nos albergaba a ambos. Me acurruqué entonces en su pecho, en silencio me mantuve hasta que la puerta se abrió, miré la cama y en segundos me estaban bajando a ella en mi lado izquierdo. Me estiré, mi cuerpo se afinó aún más cuando pude relajarme y apretar hacía lados contrarios mis huesos, que se aplastaban a mi piel y se notaban en los costados, giré un poco, escuchándolo, elevando la cabeza para mirarlo al ojo. Me revolqué hasta sentarme sobre mis rodillas, acercándome a él con medido placer. —Haré que ese recuerdo se quede en el pasado por siempre. No volveremos a revivir una cosa así… No lo haremos. —
Negué, casi entusiastamente y al ver que estaba inspeccionándome, volví a acostarme, dejando que me vea, sonrojándome levemente, pero aun así alzaba mis manos para que vea más, me giraba dándole la espalda. Mi piel estaba menos perlada de lo habitual, el dolor gris abordaba mi cuerpo y en mis dedos dos uñas estaban en proceso de crecimiento, pues me las habían arrancado. Pero estaba bien, los dolores habían sido de tirones, estirar mis extremidades hasta romperlas y luego volver a recomponerlas. No era algo que el violinista pudiese notar. —Mi cuervo, mi cuervo sufrió mucho. Perdóname, perdón por ser tan inútil. Esto me lo recordará por el resto de mi existencia. Te voy a mirar todos los días y noches a la cara. Y voy a amarte, mi perfecta pareja eterna, no olvidaré lo que nos hicieron mi amor, pero no. No puedes hacer pagar a aquellos que me hicieron esto. No hasta que seamos fuertes, lo haremos en un futuro… —Una sonrisa dulce le fue regalada y con lentitud, le agarré, acercándolo a mí, abrazándolo con fuerzas, mientras mis labios recogían la lágrima que de su ojo azul y hermoso caía. — Me protegiste, fui fuerte por ti. Estuviste allí para que no cayera en la desesperación cada momento. No tienes que pedirme perdón, el dolor físico fue lo de menos. Lo peor fue pensar que no podría volver a verte. Y eso me partió el corazón más de lo que hubiese imaginado. No dejaré que te vayas jamás de mi lado. — Aplastando su cuerpo, le acurrucaba, la oscuridad nos abarcaba por todos lados cuando la mínima vela que había terminó por extinguirse. Y entonces le cubrí, me agazapé a él. Tenía miedo de que me lo quitaran por la noche. Le apretaba con fuerzas, casi sentía como lloraba por dentro mi alma. Miedo, pero tranquilidad de tenerlo allí. Me aferraba, hasta sentir que me dormía.
“Y no necesité otra cosa. Que no fuese estar contigo por siempre.”
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