Anhelos en la oscuridad /. Priv ~ Carlotta de Dos Sicilias

Las estrellas y las ratas callejeras son testigo del andar agotado de la joven. Vestía con una cazadora de lana negra, unos pantalones de cuero del mismo color y un sombrero de copa, su aspecto era prácticamente ridículo aunque para Viridiana, era un conjunto que detonaba clase y personalidad. Todo el día había estado haciendo publicidad del ''C'est la vie'' por los diferentes mercados ambulantes, las calles y las tabernas parisinas en un intento, vano al parecer, de que el pequeño teatro tuviera cierto publico aquella noche. Estaba cansada de hacer una y otra vez los mismos estúpidos trucos, de sonreír como una idiota a todos los que la miraban con curiosidad a la par que recelo... pero era la única posibilidad que tenia para que al día siguiente pudiera llevarse algo a la boca << Parece que toca ayunar otra vez... >> tan solo se había comido una manzana, y pese a que teóricamente su condición social no era indecente la realidad era bien distinta.

Desde la desaparición de Kalendish el teatro iba cuesta abajo irremediablemente. El publico no creía en las capacidades de Vi para levantar el negocio y no querían pagar el precio de la entrada para ver a una cría hacer la payasa con un sombrero de copa y una baraja de cartas, aunque fuera buena en lo que hacia. Empezaba a plantearse la posibilidad de trabajar como ayudante para otro mago y cerrar definitivamente el teatro, pero, aun tenia esperanzas en que su maestro haría su aparición estelar sacando las castañas del fuego una vez mas. << Aunque la colleja si que se la va a llevar, vaya que si... maldito cretino, ¿quien se ha creído que es para abandonarme así? >> Con un suspiro, comienza el descenso por las escaleras que llevan al pequeño local, y para su sorpresa una mujer de ropas elegantes y mirada felina espera paciente frente a la vieja puerta de madera. El teatro estaba en uno de los callejones mas peligrosos de París, un lugar en el que solo lo peor de la sociedad tenia lo que había que tener para ir... motivo principal por el que prácticamente lo habían abandonado hacia años y ahora les pertenecía a los Sovari << ¿Que hace una dama de este tipo aquí? , ¿y sola? >> el aura de la visitante delata su condición como bruja, y es consciente de que ella a su vez también conoce su secreto << Hace tiempo que no veo uno de los míos... esta parece extranjera. >>

Entrecerrando los ojos en un intento por ver mejor en la noche, se maravilla de la belleza de la desconocida. Parecía un animal salvaje, pero con la elegancia y la clase propia de alguien que había nacido para que los demás bajaran la vista al cruzar en su camino. Embriagada con la hermosura de la mujer, Viridiana tarda unos instantes en descender los peldaños de piedra ante la curiosa mirada de la ''Pantera'', apelativo que ya iba a portar aquella mujer el resto de sus días en boca de la bruja. Con la elegancia que desprendía y esa mirada provocativa, era el vivo reflejo de lo que Vi esperaba de dicho hermoso animal. Tendiendo la mano se presenta, aunque al instante es consciente de que la desconocida duda en hacer el mismo gesto. << Malditos amargados... >> con una sonrisa camufla sus poco agradables pensamientos, mientras permanece con la mano tendida e inmóvil a la espera de un saludo que duda vaya a llegar.

Buenas noches milady, me alegra que haya tenido a bien asistir esta noche a la función... soy Vi Sovari, aunque imagino que eso ya lo sabe. Como ve hoy no tenemos una gran afluencia de publico, pero, estaré encantada si puedo servirle un buen vino y mostrarle algunos trucos... un espectáculo privado es un privilegio al alcance de pocos, pero alguien de su belleza merece tales atenciones... - No podía dignarse a rechazar a la poca clientela que tenia, aunque fuera indigno tener que hacer una función para una sola persona... el poco dinero que sacaría de esa entrada le valdría para tener una ración al día siguiente y recuperar fuerzas.

Ademas, deseaba poder seguir regalando a sus ojos la belleza que poseía aquella dama al menos durante una hora mas.

La siciliana se miró al espejo y se encontró satisfecha. Había atusado su pelo rizado con una tiara enjoyada que pendía de su frente, completando el laborioso peinado. Su traje de seda morado lucía como nunca (aunque ya tuviera unos añitos, se lo había mandado hacer su madrastra en Nápoles), con sus hilvanados de oro y el reflejo satinado de la seda, que a la luz de las velas hipnotizaba. Realmente, pensaba mientras se ponía un chal violeta claro más transparente sobre los hombros, descubiertos por el diseño del vestido, en tan sólo un día en París ya había calado a la ciudad. Allí las cosas eran un poco distintas, y aunque las putas podían campar a sus anchas provocativamente, y todos los señores de la ciudad las visitaban mas tarde o mas temprano, una señora de buen ver jamás podía enseñar los hombros y el escote tan abiertamente. Una pena, querría haber causado una impresión más impactante en Kalendish al llegar. Con esa idea en la cabeza partió hacia la zona de la ciudad donde estaba el local, en el coche de caballos que había pagado para ello.

Pero al llegar casi se arrepintió de haber salido de su cómoda y limpia posada. Aquel sitio estaba cerca de donde se había quedado tirada el día de su llegada, pero hizo de tripas corazón y bajó las escaleras que se suponía que debían llevar al local pero tan solo veía el cartel. Llamó a la puerta una y otra vez pero nadie abría

-¡Kalendish!- llamó acercándose más. ¿Por qué debía estar dentro? ¿y si tan sólo el había dado esa dirección para que le dejara en paz? ¿una broma muy pesada? Ahora empezaba a plantearse seriamente la naturaleza de ese viaje y a arrepentirse mucho de haberse ido de su tierra del sol, del vino y de la arena, donde ella entendía a todo el mundo sin que le repitieran las frases dos veces y donde estaba sola, pero agusto. Pero justo en ese momento notó una figura al pie de las escaleras y se giró, no sin cierto miedo.

Aunque en seguida se dio cuenta de que sus temores eran infundados. Una joven brujita, breve como un suspiro y con una estrafalaria indumentaria empezó a soltar una parrafada de bienvenida, de la cual sólo pudo escuchar una palabra: Sovari. Aquella graciosa bruja era hermana, sobrina, hija o incluso (en el peor de los casos) esposa de Kalendish. Entre eso, y la alegría de por fin ver a otro brujo, Carlotta decidió que la quería de su parte, así fuera la esposa. No es que ella tuviera nada de lo que arrepentirse que hubiera hecho con el brujo, pero bien sabía que no hay nada peor que una pareja celosa y que una mujer que ha venido desde Italia sólo para ver a un hombre puede dar lugar a equivocación. Cuando salió de su ensoñación puso una amplia sonrisa y se dio cuenta de que la chica le estaba tendiendo la mano, un poco confusa. Ella tiró de la mano hacia sí y le plantó dos besos en la mejilla

-En Sicilia las mujeres bonitas nos saludamos así, señorita Sovari. Me llamo Carlotta- se separó y con una sonrisa señaló a la puerta y dijo- ¿Entramos? Me muero por ver una exhibición de magia de una bruja. Usted primero

La chica no parecía saber quién era, y eso le daba ventaja, a su modo de verlo, para salir corriendo si la cosa se ponía intensa. Aunque no parecía muy peligrosa, y un poco desesperada por clientes en su local. Claro que cuando vio el lugar por dentro lo entendió. Aparte de ser demasiado pequeño, parecía haber conocido tiempo mejores no sólo en clientela si no sobretodo en limpieza. Pero mucho se guardó de comentar nada, aunque casi le doliera sentarse en uno de los taburetes de la barra con su precioso vestido morado napolitano. Sonrió de nuevo a la muchacha y preguntó

-¿Qué hay de ése vino? ¿Tiene…- iba a pedir un Vega Sicilia, pero casi seguro que ella no tenía un vino que fuera de su lugar de origen elevaba tanto el precio- jerez?- terminó finalmente. Se quitó el chal y estuvo a punto de dejarlo en otra silla, pero tras un momento de vacilación decidió mejor doblarlo sobre su regazo. Se giró a la bruja, tratando de pasear la vista de manera amable por el local y esperando a ver cual era la gran función que quería representar

Tras presentarse con dos besos que por poco cortan la respiración de Viridiana, abre la vieja puerta del pequeño teatro para que ambas puedan entrar. Temía que el estado del lugar espantara a su escaso publico, aquella mujer parecía de alta cuna y el C'est la vie no era precisamente el palacio Royal. Sillas viejas y cubiertas de polvo descansaban allí y allá, un escenario pequeño con un telón rojo descolorido estaba demasiado cerca de las primeras filas (tanto que casi se podía apreciar claramente el truco del mago desde esos asientos, algo realmente molesto para la bruja). Por lo demás, no estaba tan mal, quizás demasiado polvo y un olor a viejo que era prácticamente imposible de hacer desaparecer, ni con magia. El pequeño bar era lo mejor del sitio ya que era el lugar mas visitado tanto por ella como por su maestro.

Mientras cruza la barra ''La Pantera'' toma asiento en uno de los taburetes y pregunta por algo referente al vino << ¿Je... que?, ¿es una jerga italiana? >> para Vi el vino solo era o tinto o blanco, todos sabían igual y todos cumplían a la perfección su cometido: Dejarla inconsciente en el suelo con una sonrisa en los labios << No tengo ni puta idea de a que se refiere... joder, se deja beber, ¿que mas quiere? >> optando por la opción mas sensata, se dirige a la siciliana mientras busca en un baúl, tras la barra, un par de botellas de vino de Kalendish, sin etiquetas . - Me temo que no puedo responder con seguridad... pertenece a mi maestro y él es el entendido de vinos, yo no bebo prácticamente, me sienta fatal. - Una mentira mas grande que un castillo, bebía como una cosaca pero eso no era lo que quería escuchar aquella dama de la boca de una chica de diecisiete años, y lo sabia. << Malditos puritanos, luego pagan para que chicas y chicos de mi edad jueguen ''al que te pillo'' en su lecho... >> tras servir una copa para su acompañante, abandona la barra mientras busca en sus bolsillos algún elemento con el que pueda hacer un par de trucos.

No era sencillo sorprender a una bruja, y como no esperaba que esa noche tuviera clientela no había preparado nada... no se le ocurrían muchas opciones. Lo mejor era hacer un truco sencillo y que la dama prefiriera charlar sobre lo bonito que era París antes que ver mas magia. << Ademas todavía no ha sacado el monedero... en fin, es una mujer, pagará. >> finalmente opta por el truco favorito de su maestro, tan sencillo como practico. Siempre arrancaba una cara idiota de aquellos que lo presenciaban y lo podía hacer sin mayor dificultad... disculpándose con la italiana, sube al escenario y entre bastidores rebusca en varios baúles hasta que finalmente encuentra su objetivo: un recipiente repleto de arañas, peludas y tan grandes como la palma de su mano. Agarrando una, sonríe al imaginarse la cara que pondría aquella mujer al ver los insectos antes de abrir una de las demás jaulas, repleta de palomas. << Se va a escandalizar, será divertido. >>

Con un salto vuelve a bajar del escenario y se percata de que la copa de vino va por la mitad << Parece que he acertado, tenga o no jepez, jeque o lo que sea. >> con la paloma sobre el hombro, se sorprende al ver que ''La Pantera'' sonríe ladina al verla venir, como si ya supiera que va a ocurrir a continuación << Vaya, interesante... >> - He creído conveniente hacer el truco aquí, en la cercanía... subir al escenario me parece inapropiado dadas las circunstancias. Esta es Dorothi, es una vieja amiga de la familia con un extraño poder... ya sabemos ambas que los Cambiaformas andan a sus anchas por París como si nada, pero, a veces pueden estar mas cerca de lo que creemos... a esta pequeña le gustan los lugares húmedos en especial, te lo mostraré - Dejando la frase en el aire, se quita el sombrero y mete la paloma en el interior, para luego lanzarlo al aire sobre su cabeza haciendo que gire un par de veces. La mirada de la italiana sigue la trayectoria del sombrero esperando a que Dorothi abandone su ''prisión'' pero esto no ocurre, y el sombrero de copa cae perfecto sobre la cabeza de Viridiana, quien sonríe de oreja a oreja.

Sosteniéndolo entre sus manos, muestra el interior vacío a su único publico para que Carlotta sea consciente de que la paloma se ha esfumado, y dejarlo en las delicadas manos de aquella hermosa dama, empieza a toser ruidosamente, dándose golpes en el pecho. Lentamente abre la boca y unas patas peludas se sujetan a sus labios, saliendo lentamente de su boca y agarrándose finalmente a su nariz, para subir despacio por su cara. Sujetando a la araña entre sus dedos, sonríe antes de darle un fugaz beso en la pequeña cabeza. - Esta Dorothi, siempre eligiendo animales de lo mas ''peliagudos''. - El truco era simple, pero a la mayoría de la gente le sorprendía ver como manipulaban un animal tan ''peligroso'' e incluso sacarlo de la boca. Lo que importaba no era el truco en si, si no el morbo de creer que el insecto podía picar al mago en cualquier momento. << Aunque este bicho tiene menos veneno que las entrañas de un inquisidor...creo. >>

La chica parecía desconcertada y no quería ser Carlotta la que la incomodara a la pobre. Cuando la vio vacilar con el vino se sintió mal por ella y tan sólo puso una sonrisa y asintió.

-Pues sigue así mientras puedas. Si no, te aficionarás a él y acabaras penando por una copa de vino dispuesta a beber incluso matarratas- “No tenías que haber dicho eso, ahora parecerá que su vino lo es, no revientes la situación”. Suspiró y se bebió la copa que la joven había servido de un trago y acto seguido le acercó la copa para que se la rellenase, sacando un billete de los grandes, para que se fiara- La siguiente te prometo que me la beberé más comedidamente- Tomó la copa entre sus manos y observó como la chica preparaba el truco. Su maestro… su maestro podía ser Kalendish y el apellido ser lo de menos. Cuando empezó el truco ya sabía lo que iba a pasar, porque se lo había visto hacer a él en Palermo, pero Vi le daba una frescura nueva, más dinamismo, no tan anclado en el ilusionismo decimonónico y con un estilo que parecía mirar hacia el futuro de la magia. Sonrió con ternura cuando dejó la copa y cogió el sombrero, dándole una vuelta entera

-Nada por aquí, signorina, ¿qué has hecho con la pobre palomita Dorothi?- cuando de su boca salió la araña no pudo evitar sobresaltarse, pues aquellos bichos le daban auténtico asco (que no miedo, las mataría impunemente con su tacón). Aplaudió con entusiasmo a la chica y, tras dar otro sorbo y devolverle el sombrero dijo- Ahora, per favore, quítate ese bicho de encima, o tu clienta de esta noche se morirá aquí mismo de la tensión que le provocan esos peludos animalitos- se apoyó en la barra y bebió otro trago. Era hora de entrar en materia y contarle por qué estaba allí, pues tenía que saber que iba a ser de su futuro en París.

-Aunque me ha gustado mucho el truco, he de decir que ya lo había visto. Lo haces mejor que él- levantó la mirada y clavo su destello celeste en los ojitos brillantes de la chica que ahora parecía entender menos que antes. Terminó su copa y se preparó para explicarse ante la chica- Si no me equivoco mucho, tu maestro es Kalendish. Le conocí en Palermo, haciendo magia como tú. Vio que era bruja y me dijo que viniera a París, a trabajar con él. Y yo he venido porque me moría de aburrimiento en esa Isla. Por eso y porque mis hermanos me persiguen pidiendo una herencia que no les corresponde, pero eso es lo de menos. Intentaban acusarme de brujería- se rió de su propia historia con superioridad, mirando al vacío- ¡A mí!- negó con la cabeza y se volvió a la chica que parecía seguir sin entender nada. Se levantó y empezó a dar vuelta por entre las mesas del local- Por cómo está esto deduzco que Kalendish no está aquí… con lo cual he venido para nada, podía haber intentado predecirlo, pero tengo la norma de no aplicarme mis poderes a mi misma. En fin, ahora no puedo irme de París- su cabeza estaba trabajando a todo ritmo. Aquel local tenía potencial, y su dueña aún más… si iba a quedarse en París podría… mejor esperar a la reacción de su interlocutora, que redondeó con un broche final

-¿Sabes que me gano la vida echando las cartas del tarot? No tengo ni idea de lo que significan, aunque sus dibujos me parecen obras de arte. Es un simple medio para dar rienda suelta a mi don de la premonición sin levantar sospechas

La multitud de palabras a ritmo vertiginoso salidas de los carnosos labios de la siciliana provocan que Viridiana entrecierre los ojos, en un acto natural, intentando entender y comprender lo que le estaba diciendo. Primero se preocupaba por la paloma a la que había llamado Dorothi en un ataque de originalidad insuperable (que en paz descanse), parecía que la araña no le hacia ninguna gracia como era de esperar, y la maga antes de seguir procesando información la sujeta entre los dedos, para después dejarla en el interior del sombrero de copa, el cual se coloca sobre la cabeza sin apartar la mirada de la italiana. << ¿Que mas ha dicho? ,¿que el truco ya lo había visto antes? >> y no solo eso, ademas aseguraba conocer a Kalendish y que el truco le había salido mejor a que a su maestro.

Era un orgullo que alguien valorara su talento, dudaba que fuera mejor en algo que el mago pero que la hermosa mujer lo pensará era motivo mas que suficiente para sacar pecho << Aunque mejor usar otra expresión, pecho lo que es pecho no podría sacar ni con magia negra >> el hecho de que hubiera sido Kalendish quien la enviará hasta su hogar era un problema, o una bendición << Parece de fiar, si el maestro le ha dado la dirección es por que puedo confiar en ella... ¿eso significa que pretende volver? >> la esperanza aun no había desaparecido, hacia mucho tiempo que estaba sola, tanto que prácticamente no recordaba el día en el que empezó a mantener el negocio en soledad. Si Carlotta estaba ahí por que él se lo había pedido lo lógico era pensar que volvería, y esto dibuja una media sonrisa en Viridiana al calibrar la posibilidad de que su razonamiento pudiera llegar a ser verdad.

Pero lo que mas llamó la atención de Vi (a parte del fuerte acento italiano, casi cómico, de la siciliana) fue su descaro al dejar claro que se ganaba la vida echando las cartas, como excusa para poder usar sus dotes premonitorias. No era idiota, sabia que nadie se presenta tal que así si no es por un motivo en concreto << Entre que la ha traído Kalendish y que se vende mejor que una alfombra persa, esta quiere trabajar aquí... >> no podía negar que necesitaba una mano, si era de una bruja mejor y si ademas era conocida de su maestro la situación se volvía inmejorable << Lo único malo es que aquí no puede usar sus poderes como si tal cosa para echar las cartas, pero ya pensaremos en eso. >> Carlotta era un rostro bonito, parecía agradable y de su misma condición: Reunía los requisitos para formar parte del ''numeroso'' plantel del C'est la vie

Sirviéndose una copa de vino, ya que de nada servia seguir fingiendo, bebe un sorbo largo antes de responder con una sonrisa amigable y un guiño - No, no sabia que te ganabas la vida echando las cartas pero mira tu por donde, ¡ahora si lo se!. He de decir que es observadora, mi maestro no esta aquí y lleva bastante sin venir... por si el motivo de su visita se debía encontrarse con él me temo que se va a llevar un chasco, por otra parte... - Dejando un lapso de tiempo para la frase flote en el aire, vuelve a beber otro sorbo antes de proseguir. - Viendo que posee ciertas dotes, quizás pudiera echarme una mano en el teatro mientras vuelve y no Kalendish, en algún tendrá que quedarse a dormir durante su estancia y yo necesito alguien que me eche una mano... lo primero que haríamos seria limpiar todo esto - << Harías. Lo primero que harías. >> - y luego ver como podemos organizarnos para que ambas podamos dar beneficios al negocio... tu acento gusta mucho por aquí, da un aire exótico... << Si moviera las muñecas de arriba abajo, juntando los dedos seria mucho mas gracioso. Pero dudo que le haga gracia que se lo proponga. >> - ¿Que te parece?, ¿te interesa?.

Parecía que el funcionamiento de la cabeza de Viridiana no le iba a la zaga. La chica al principio no parecía entenderla, lo que le dio a pensar que había vuelto a utilizar el italiano, pero no, quiza sólo era el ritmo frenético de sus palabra. Pero es que ella era así
, y no lo podía evitar, porque cuando quería ir más despacio se trababa y acababa por no decir lo que quería decir, y a eso la chica tendría que acostumbrarse sí o sí... vale, también pensaba deprisa.

Sin embargo parecía que estaba calibrando la misma opción que ella, quizá hasta podía leerle el pensamiento, aunque la situación era bastante evidente. Y Vi parecía una chica muy lista y que necesitaba ayuda urgente con aquel tinglado en el que se había convertido su local. Paseó la mirada y luego miró a la bruja de nuevo y sonrió. Aquel local a parte de una limpieza necesitaba cierta inversión y el vestuario de actuación de la chica también. Calculó mentalmente y achinó los ojos mientras lo hacía. Luego se dirigió de nuevo a Vi

-¿Tenéis deudas?- luego se dio cuenta de que no había expuesto el resto de su argumento  que aunque en su cabeza todo tenía sentido, por lo que quizá la pregunta había sonado demasiado brusca- Excusi, en realidad me parece buena idea quedarme, y ya había asumido que lo haría. Pero se por experiencia que las deudas es lo que más pronto hunde los negocios. Eso me lo enseño mi pappa, que mantuvo el negocio de su familia en su época más esplendorosa. Luego llegaron mis hermanos y probablemente no quede nada de lo que fueron los Salina alguna vez- suspiró y su mente voló por un momento a su pappa, enfermo en la cama diciendo "mia bambina..." y en cual habría sido el destino de su pobre madrastra. Volvió mentalmente al polvoriento local y dijo

Sí, tienes razón, primero habría que limpiar todo esto...- luego pensó en la limpísima pensión, tan refinada con sus sábanas de hilo, que no podría pagar mucho tiempo más sin despilfarrar- Luego será muy amable de tu parte decirme donde me podría quedar, y nos organizaremos como podamos, lo último que quiero es molestarte. Lo siguiente será echar cuentas pagar lo que haya que pagar  y si nos sobra... pues poder empezar a vivir un poco mejor- se cruzó de brazos y sonrió ampliamente- El viejo Salina hubiera estado orgulloso de mí por poder utilizar sus esfuerzos para algo. Prefiero llevar su sabiduría que su apellido- se puso el chal violeta y se acercó a Vi

Así que te gusta mi acento, digo, que aquí gusta mi acento...- ladeó la cabeza y entornó los ojos- a mi no me gusta el francés pero cuando tu lo pronuncias sí- se dio cuenta de que se había acercado mucho a la brujita y que su voz se había vuelto más aterciopelada, casi sin quererlo, así que carraspeó y se alejó un poco diciendo- Voy a ir a la posada a por mis cosas y... bueno si me quisieras acompañar, prefiero no ir sola...- recuperó la sonrisa relajada y abrió la puerta del loca- No podré limpiar con este vestido, es uno de los mejores que tengo y los tendré que cuidar, que ya tienen unos añitos y nadie quiere ver a una echadora de cartas vestida como una chacha- abrió la puerta y miró a la chica

Puedes contarme tu historia de camino, pequeña Sovari