The Cursed One || Privado "Aguilares" posible +18

por **Renata O. D´Souza** Jue Jun 05, 2014 10:22 pm

Si el día fuer anoche y la noche fuera día, tu alma a la mía estaría unida.

Primer Mes, “Zarpando”
Una embarcación en Londres, con pasajeros zarpa rumbo a la parte continental e Europa, pasando por Dinamarca hasta llegar a Francia, dentro de los pasajeros, los cuales todos son de clase alta, se encuentra una bruja, pero una bruja en todo el sentido de la palabra, ya sea pro su sentido gramatical o técnico, aquella mujer de ojos claros, tez blanca y cabellos dorados con una presencia tan angelical busca ansiosamente su mente, el llegar a Francia.

Tercer Mes “Navegando”

Los días y noches la joven bruja se la pasa tomando el sol en la cubierta del barco, además de disfrutar del aroma del mar en la mañana y en la noche, pero más por las noches porque siempre termina asesinando a algún encantador tripulante con su apariencia jovial y encantador hasta llevarlo a una noche de deseo prometido pero solo terminan ahogándose, lanzándose por la borda, ha matado en silencio a tres hombres ya, pero deja de hacerlo porque un inquisidor viaja con ella, el peligro la va acechando.

Sexto Mes “Arribando”

El barco se demoraba en arribar tardaba mucho y para que decirlo había dentro de sus pasajeros una joven de cabellos mieles que estaba más que impaciente por el arribo del navío, se paseaba por toda la popa de la embarcación, contaba los minutos con su mirada en el horizonte viendo su premio, su anhelo siendo cumplido, miraba el cielo de tonos celeste, la primera hora de la mañana, y se imaginaba una boda con su gran amor, su propio hermano.

AHORA “El Arribo”

Al fin, los marinos dan la alerta de llegar a Francia-París, todos se emocionan que corren a hacer sus maletas, pero la bruja no, ella permanece en cubierta mirando cómo llegan, se siente poderosa, lo es y sabe que su llegada solo será para lograr lo que más desea sin que nadie se meta en su camino, hará todo para tenerlo, sea lo que sea.

París-Francia

Los pasajeros desembarcan y la ultima en hacerlo es Azucena, su caminar es tan delicado y dulce que quien la ve diría que es una inocente jovencita incapaz de lastimar a alguien pero si de lastimarse, una delicada flor que no saben que es lo opuesto, es una mentirosa completa, una flor que mata sin dudarlo solo por tener su mayor obsesión.

Alquila un coche para llevar su equipaje, la dirección es una mansión en el centro de la ciudad, una mansión de los Aguilar, durante el viaje a la mansión queda pensativa en su hermano…¡como estaría, la recordaría, sabría él la verdad de ella! Tantas cosas pensó que no se percató que llegó a casa hasta que el cochero abrió la puerta con su sonrisa, una a la que Azucena respondió con hipocresía, era una maestra y con su carita de niña, le quedaba bien el papel, camina hasta la puerta donde un hombre y varias doncellas se apresuran para atender a la menor de los Aguilar, la conocen pero no del todo ¿y quién la conocería ahora realmente?; se retira el sombre y los guantes entrando a la mansión de su hermano.

Sus zapatos se escuchan resonar contra la baldosa lo que le arranca una sonrisa y con eso deja su sombrero y guantes en una pequeña mesa que esa a su lado derecho a la entrada de la puerta –Estoy en casa- murmura Azucena sonriendo, como cuando el diablo sonríe al ganar una partida –Amor ya llegó tu dulcinea- llama su hermano con una sonrisa a que la reciba como se debe, además de que la vea toda diferente, más mujer, más bella y sobre todo mucho más dispuesta a hacerlo suyo a toda costa.