Tengo un secreto para ti [Antonio de Carvajal]

por **Minuit** Dom Jun 15, 2014 12:00 pm

-Se…se..señora…-La voz débil de Morgan al otro lado de la puerto me hicieron reaccionar. Mire el reloj de madera que acompasaba los minutos con su péndulo dorado. Apenas eran las diez de la noche, fruncí el ceño

-¿Qué ocurre Morgan? Aun no son las doce – Le escuche respirar nervioso, sabía que no debía molestarme antes de las doce y que si lo hacia volvería a enfadarme como aquella ultima vez.
-Lo…lo sé es solo que..

-¿Es absolutamente importante?- Mi voz era tirante, estaba ocupada, detestaba que me interrumpiese mientras me traía asuntos entre manos.
-Me temo que si, el señor Carvajal esta abajo y …la está esperando
Resople y me puse en pie, estaba descalza y casi desnuda, estaba dando rienda suelta a mi creatividad, aquel sabroso artista que me había cenado hace dos noches tenía muchas pinturas en su casa, me las había llevado todas y estaba intentando pintar algo con sentido.

-Ese caprichoso de Antonio, se cree que puede tenerme cuando a le apetezca!- dije molesta y en voz alta- baja y dile que ya voy y pone una copa de mi parte.- le grite desde dentro. Me mire en el espejo, tenía algunas manchas de pintura en las piernas pues tenía los lienzos apoyados en los muslos.
Me recogí el pelo con desgano, parecía una cascada bajándome por el hombro derecho, saque un vestido verde esmeralda del armario, me quite la ropa interior que llevaba poniéndome otra de color negro y encajes.

No me maquille solo me puse el carmín que le gustaba al señor Carvajal. Ajuste bien el corsé, realzando todo lo importante y baje por las escaleras de madera sintiendo el frio relajante sobre mis pies desnudos.
Atravesando el pequeño “salón de reunión” donde los hombres trajeados bebían y mis queridas cortesanas desplegaban sus encantos llegue a la barra. Acaricie los hombros del hombre que aquella noche interrumpía mis momentos de intimidad, por un momento pensé en asfixiarle pero lo cierto es que me gustaba su…dinero.

-Buenas noches señor Carvajal, ¿a qué debo el honor de que me visite tan temprano?- Susurre en su oído. Mordí el lóbulo de su oreja – Espero que hayas venido dispuesto a hacer buenos tratos, tengo algo que podría interesarte y…un montón de historias banales y prescindibles que nos servirán para llenar la noche de palabras

por **Antonio de Carvajal** Jue Sep 04, 2014 12:17 pm

Entonces Dios le dijo a Samuel: 11 «Saúl no me hace caso ni me obedece. ¡Lamento haberlo hecho rey!»

Me presenté con una vestimenta casual. Para visitar a Minuit no hacía falta alardear de mi posición. Generalmente terminábamos revolcándonos en su habitación, así que simplemente la ropa estaba de más ¿Para qué negarlo? ¿Para qué perder el tiempo en trivialidades aristocráticas? No tenía sentido para mí aquella noche. Ahí dentro, tanto el rico como el pobre, buscaba las mismas cosas: Mujeres fáciles y voluptuosas para follar de distintas "categorías y precios". Si bien mi presencia tenía otros fines más que hacer negocios, no despreciaría la compañía de una bella fémina que estuviera a la altura de mis expectativas. Antonio de Carvajal no se acostaba con cualquier mujerzuela, tan simple y llano como eso.

Se me hizo pasar al salón principal desde donde la mayoría de las veces, cerrábamos jugosos negocios e intercambiábamos fluídos si se me permite tal expresión. Minuit era una vampira, un ser sobrenatural, pero lo suficientemente inteligente, astuta y fogosa como para desperdiciar su talento. El fin justificaba los medios. Yo no le daría caza, haciendo a un lado mis prejuicios , a cambio de conseguir información confidencial que sólo una mujer vestida en lencería, podía obtener sin llegar a utilizar métodos poco convencionales.

-En un momento estará con usted monsieur - Farfulló el anciano que hacía las veces de mayordomo, sirviendo una copa de whisky, mi bebida preferida por excelencia. Me conocía a la perfección, al menos una minúscula parte de mis gustos predilectos.

Tomé asiento en la barra, recargando los codos sobre la superficie lustrosa. Bebí un par de tragos a la espera de su llegada, que no tardó más allá de algunos minutos. El mordisco deliberado en mi oído, marcaría el encuentro.

-Te he dicho que nada de mordidas, gatita-. Giré mi cuerpo para posar mi vista en ella. Dolía, dolía mucho reconocer que Minuit era una auténtica oda al pecado. Enfundada en ese vestido verde que ceñía perfectamente su cintura, no hacía más que confirmar cuánto la odiaba. La odiaba, peo también la deseaba.

-Hoy es el último domingo de cada mes. ¿Tienes algo para mí? - Le atraje hacia a mí, sujetándole por la cintura-. ¿Qué secretos oscuros vas a revelarle a Carvajal ésta noche, preciosa? - Deposité un beso en su hombro. -Habla ahora o calla para siempre.

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