Lullaby ~ [Privado]

por **Yuri Alekséyevich** Lun Jun 16, 2014 2:41 pm

No habría caza de sobrenaturales, al menos no por hoy. La nana no hacía falta puesto que la tarea era demasiado sencilla. Llevar a Yuri de compras. Un par de zapatos nuevos y camisas para gratificar sus acciones en días pasados. Los muñecos se habían vuelto algo monótono y en aras de premiarlo la ropa sería un pretexto perfecto. No tardaron mucho tiempo en aquel comercio. El tendero ofreció una sonrisa a Yuri después de verle con su nueva vestimenta, coló además un par de caramelos en los bolsillos de la gabardina. El conductor realizó el pago y ordenó a Yuri subir a la carroza que le levaría de vuelta a casa, de regreso al encierro que esas cuatro paredes le apartaban de su libertad.

Después de avanzar un par de calles se detuvo por completo. El enorme carruaje se detuvo a causa de una aparente falla. Cosas como esta no pasaban a menudo. El conductor gruñó, estaba molesto pues tendría que arreglárselas para regresar al pequeño a la mansión. Sería reprimido seguramente incluso despedido por su incompetencia. El sol apenas empezaba a ocultarse en las fauces de una venidera oscuridad y no tardarían en ir a buscarles seguramente, Yuri aprovecho la distracción del conductor quien hacía una supervisión intentando encontrar la falla. Escasos segundos fueron suficientes para bajar del vehículo y caminar hacia el mercado que se encontraba a escasos pasos. Su andar fue lento y conforme se sintió libre echo a correr para perderse entre la gente.

A lo lejos los alaridos del chofer le ordenaban volver advirtiéndole del castigo que le esperaba si no obedecía. Haciendo caso omiso se volvió uno con aquella multitud hasta perderse completamente en ese mar de figuras y formas, los olores de algunas frutas le arrancaron un par de suspiros. Se sintió seguro lejos de aquel individuo, su respiración aún era agitada, el pequeño abrigo marrón y los zapatos del mismo color bien lustrados delataban su posición social, no tardaría en ser víctima de algún ladronzuelo o timador que quisiera despojarle de sus pertenencias. Veía desconfiado a todo aquel que intentaba saludarle o aproximarse a él, se sentía desprotegido pues Patrick no lo acompañaba en este viaje.

Guiado por algún par de empujones llegó a un paraje donde se vendían antigüedades, la anciana encargada de aquel negocio tendió la mano al pequeño invitándole a acercarse, Yuri titubeó por unos instantes hasta que su vista se posó sobre unas muñecas de madera, diminutas figuras que resaltaban por los colores que poseían y por sus diversos tamaños, una más pequeña que la anterior. Matriuskas. El pequeño sonrió y al verle interesado en ellas, la anciana pidió ver su abrigo. –Puedes pagarme con esto. - mencionó jalándole ligeramente. El pequeño arqueo una ceja echando su cuerpo hacia atrás, la anciana le soltó bruscamente haciendo que Yuri trastabillara perdiendo el equilibrio.

por Asmodeo* Miér Jul 23, 2014 1:34 am

Ese día simplemente se había hartado por completo de su trabajo, no quería seguir encerrado entre cuatro paredes adornadas sin vida, corroídas por el tiempo y sin interés alguno por el cual arreglarlos. Lo único valioso eran las camas y, claro, los clientes. Todo eso le pareció simplemente repugnante que tuvo que escapar, a sabiendas de que el castigo podría ser mucho mayor que lo que era el trabajo pero poco le importaba, él era bueno en lo que hacía, pagaban bastante por él y nunca recibían quejas sobre su persona, que le dejaran tranquilo más tiempo del que le otorgaban a la semana. Era lo menos que podían hacer por todo el tiempo de servicio que había presentado en el burdel. Había días en los que simplemente deseaba haber nacido en otra familia o simplemente no haberlo hecho.

Como se trataba de un escape temporario debía de mantenerse escondido por ese mismo tiempo, no era que se creyera demasiado pero había veces en lo que lo mandaban buscar para que atendiera a las personas influyentes del lugar. La satisfacción del cliente ante todo, porque la suya seguro que dejaba mucho a desear en más de una ocasión, triste realmente. Dejo de pensar en todo eso y se dirigió al mercado ambulante, con el conocimiento de que en ese vasto lugar tendría la oportunidad de pasar desapercibido durante unas horas y al mismo tiempo se mantendría ocupado observando las peculiaridades que podían ofrecer los distintos puestos.

Fue paseándose y observando, deteniéndose en aquellos puestos o locales que le despertaban más su curiosidad. A veces se preguntaba cómo podía estar viviendo en un mundo donde las cosas eran tan misteriosas, tan atrayentes y tan peligrosas. Pero la pregunta se le pasaba rápido y disfrutaba de lo que los comerciantes anunciaban con tanto entusiasmo. A lo largo de su recorrido fue comprando unas cuantas cosas, pequeños detalles como hierbas, flores, broches, alguna joyería que pudiera resultar tan bella que no pudiera dejarla. Era coleccionista de cosas bellas o al menos de aquello que él consideraba como bello.

Siguió con su caminata, más relajado y feliz que al inicio de ese día. Tenía la mente más despejada y los pensamientos menos turbulentos. Pero pronto algo llamo su atención, un pequeño golpe y las voces molestas de unos cuantos. Miro a todos lados y pronto encontró a un pequeño niño ser atraído por una anciana en esa tienda de antigüedades, por un segundo pensó en darse la vuelta y seguir con lo suyo pero la curiosidad le movió más. Comenzó a caminar hacia el niño, que parecía lo suficientemente distraído como para no darse cuenta de que aquella señora tenía otras intenciones así como algunos otros de los señores que se acercaban lentamente a su presa. Pronto su instinto de protección se despertó y camino tan rápido que logro llegar al justo instante en que el pequeño perdía el equilibrio. Lo llego a atrapar, antes de que cayera por completo y saco una pequeña navaja, viendo a todos lados.

-Mi pequeño señor, le he dicho tantas veces que no se adelante sin mí- dijo con voz tranquila pero profunda y amenazadora. Ayudó al menor a ponerse de pie y le arreglo las ropas como si se tratara de su amo. -Me parece haberle pedido específicamente que si gustaba ver algo me lo informara primero, señorito- siguió, intentando que el niño le siguiera la corriente. -¿Gusta algo de la tienda, mi señorito, o podemos seguir?- preguntó, esperando de verdad que el otro se fuera con él pues no buscaba más que ayudarlo. No entendía cómo un niño podía estar solo en esos lugares.

por **Yuri Alekséyevich** Miér Jul 23, 2014 6:06 pm

Fue un simple descuido de su parte. No pensó que escapar del carruaje le causaría ciertos inconvenientes, ahora se veía atrapado entre esa multitud de extraños, ávidos de una pizca de lo que aquel niño poseía pues sus pertenencias desenmascaraban su origen de noble cuna. Sus ojos divisaron apenas el lugar y los cerró en un acto reflejo esperando que su cuerpo golpeara contra el suelo. Para su sorpresa cayó sobre un par de brazos que le confortaron y alinearon nuevamente, escuchó las oraciones que aquel joven de cabello descuidado decía, el arma con la cual él se presentaba como un conocido del pequeño.

Se mantuvo callado contemplando la escena, aquellos buitres volaban hacia otros rumbos, pues sus intenciones habían sido truncadas en tiempo y forma evitando una posible desgracia. Cuando pudo asimilar todo, asintió.

-Así es, quiero ver otros lugares más antes de volver a casa.-

Se le había pedido decir siempre la verdad y nunca mentir, pues Dios castiga a aquellos que son malos y ocultan el verdadero significado de las cosas. No obstante, en esta ocasión había preferido ser guiado por sus instintos, ese sexto sentido que siempre le había alertado del peligro y que en esta ocasión, le pedía a gritos que confiara en el desconocido. Aquella anciana refunfuñó al verles caminar lejos de ella. Yuri ofreció su mano para caminar un par de metros, sin decir palabra alguna sintió que realmente el muchacho no quería hacerle daño, alejados ya, se soltó sin más.

-Ya vuelvo.- y hecho a correr a un puesto de frutas, de sus bolsillos un par de francos bastaron para poder hacerse de 3 manzanas. De regreso a donde el joven se encontraba pronunció un par de palabras más.

-Gracias.- Sonrió apenas. -¿Sabes? Eso que hiciste ahí, estuvo mal, no es correcto decir mentiras porque Dios se molesta con las personas malas.- Se detuvo parpadeando y extendió la mano ofreciendo una de las frutas.

-Sin embargo creo que por esta ocasión no será tan grave. – Encogió los hombros y pegó una mordida a una de las manzanas restantes. –Mi nombre es Yuri.- confesó a media voz. -¿Cuál es el tuyo? –

Ladeo un poco la cabeza esperando respuesta. -¿Me acompañas un momento por favor?- Dijo temeroso e imitando con una de sus manos le pidió acercarse un poco más para conferirle un secreto.

-No quiero regresar a casa aún, el chofer está muy molesto y seguramente me regañara.-

El semblante del pequeño se tornó un poco preocupado mientras seguía comiendo del fruto rojo, llevó el restante a la bolsa del abrigo y decidió sentarse en la acera que se encontraba del lado contrario. Con un ademán le invito a que le acompañara. Yuri sabía que tarde o temprano tendría que regresar a la mansión, a ese cuarto, donde a pesar de contar con todas los bienes materiales siempre había un faltante, el amor que cualquier otro chiquillo de su edad posee por parte de una verdadera familia, y es que, a últimas fechas, el único ser más apegado a él era Patrick, su primer muñeco que le fue obsequiado después de culminar con éxito la primer misión encomendada.

por Asmodeo* Jue Jul 24, 2014 1:50 am

Al inicio casi juro que el menor se alejaría y desmentiría todo aquello que él intentaba plantear para darle una escapatoria a todo ello. Como reflejo tensó más su mano en el mango de su arma, esperando a que en cualquier momento el niño dijera la verdad sobre su relación y que tuviera que hacer acto de su fuerza y sus habilidades con el arma. No eran tantas pero al menos podría defender bien al niño y a su persona en lo que encontraba otra forma de escapar de todos aquellos buitres hambrientos. Pero su suerte le brindo unas horas de vida más y el pequeño le siguió aquella pequeña farsa. Miro a todos lados viendo como las personas comenzaban a alejarse y con más tranquilidad guardo su pequeña arma en su lugar, asintiéndole al menor y sonriéndole.

-En ese caso será mejor que sigamos el camino-

Estuvo al pendiente una vez cuando se alejaron de aquel puesto, aún esperando cualquier tipo de ofensa hacia ellos. Tomo la pequeña mano que le ofrecían entre la suya y camino como si todo aquello fuera tan normal como ponerse ropa. Se relajo cuando estuvo en un lugar más abierto pero de pronto la mano contraría se escapaba de la suya. Miro al niño y asintió, siguiéndolo con la vista pues no fuera a ser que alguien volviera a intentar agarrarlo y aprovecharse de su pequeñez. Pero no pudo evitar sonreír divertido mientras el pequeño corría tan feliz hacia el puesto de frutas. Suspiró y se puso a pensar en el paradero de los padres de aquel niño y sobre todo en por qué se encontraba en un lugar como ese. Se enojo con los padres del niño y después suspiro, diciéndose que eso no tenía nada que ver con su persona, sólo debía mantenerlo vivo y llevarlo de vuelta a su casa. Al menos uno de ellos tenía una vida decente donde los lujos no faltaban.

Regreso a la realidad cuando le vio correr de vuelta y entonces lo escucho atentamente, sintiéndose regañado por el niño. Aquello debía estar completamente mal pues él era el mayor. Pero sólo pudo sonreír y aceptar la manzana, no podía tampoco decirle que él no podía estar tan cerca de Dios si su propio nombre era casi una alabanza a un demonio, eso haría que esa pequeña farsa que había montado se volviera un insulto a lo que el otro creía. Pero entonces le sorprendió con eso y simplemente sonrió, asintiendo pues estaba de acuerdo con el menor, Dios podría disculparlos por esa pequeña mentira que no se volvería a repetir. Al menos no en ese día ni en ese momento.

-Un placer conocerlo, Señorito Yuri- dijo sonriéndole. -Mi nombre es Asmodeo pero puede decirme As- entonces se acerco al menor, curioso de lo que pudiera decirle, agachándose un poco para que su oído quedara cerca de los labios del otro y así le pudiera confesar aquello que parecía perturbarlo un poco. -Oh, eso parece un buen motivo para no regresar aún, Señorito Yuri- comentó de acuerdo con Yuri y luego le siguió, sentándose a su lado en la acera y comiendo entonces de la manzana regalada. -Bueno como su guardián por esta tarde yo opino que podemos tomarnos un pequeño descanso de unas horas- dice sonriendo divertido. -¿Pero qué le trae por aquí? Es peligroso estar solo, sobre todo para un pequeño señorito como usted. Aunque debe de ser bastante veloz para haber logrado escapar de su chofer- agrega con un tono de felicitación al otro, sabía que no era adecuado pero el niño aún no parecía estar del todo tranquilo de haberse escapado.

por **Yuri Alekséyevich** Dom Jul 27, 2014 11:58 pm

En un acto de complicidad ahí se encontraban ambas siluetas, degustando del sabor de aquellas frutas. En alguna ocasión una de las niñeras a cargo del niño le dijo que debía disfrutar de cada instante que la vida le ofrecía a pesar de que sus padres se encontraran lejos, ¿Cómo el sabor de un manzana? Cuestionó en ese entonces. Así es, los momentos alegres son dulces como el sabor de las manzanas. Respondió su niñera. Yuri sabía que estaba cometiendo un acto que estaba en contra del reglamento establecido por sus superiores, no obstante la compañía de aquel joven le brindaba en cierto modo confianza.

Por consecuencia decidió celebrar dicho encuentro compartiendo con él un momento dulce.
Estiro la mano libre para estrechar la ajena y repitió.

-Mucho gusto As.- Y sonrió ampliamente.

Aquel joven intentaba mostrarse como un guardián para el chiquillo. Y si bien era cierto no poseía armaduras o pesados instrumentos como aquellos soldados que servían de guardias en las misiones, pero había en su mirada y en su aura una tonalidad inocente. Asintió a las oraciones de aquel chico y apenas terminó su bocado para poder responder.

-La carroza que me transporta de vuelta a casa se ha descompuesto.- Su mirada se distraía por instantes buscando entre el gentío al chofer colérico que seguramente le estaría buscando.

-Yo escapé mientras él intentaba buscar la falla.– Y encogió los hombros en señal de arrepentimiento, ¿estaba quebrantando una regla importante? ¿Sería algo erróneo lo que estaba haciendo para que le castigasen prolongando el regreso de sus padres?

-En realidad no me gustaría volver a casa hoy.– Río en voz baja. -¿Y tú, tampoco quieres regresar a tu casa hoy?– La mirada de Yuri buscaba en la ajena la razón por la cual se encontraba ausente también, en la mente del niño no existían tonalidades grises, tan solo el blanco y el negro, lo bueno y lo malo, esas bases era todo lo que él debía saber de acuerdo a las enseñanzas recibidas en la mansión. Se sintió un poco solitario al no llevar a Patrick, suspiró mirando hacia la bóveda celeste que los cubría, en esta temporada particularmente se mostraba serena, las estrellas diminutas que tachonaban la misma resplandecían mortecinamente a lo alto.

Manteniendo la mirada en lo alto preguntó al chico.

-¿Tu sabes cuantas estrellas brillan ahí arrriba?- Apenas dio un espacio para volver a proseguir.

–Yo pienso que son demasiadas para ser contadas con los dedos de las manos, también pienso que cada una de ellas se ilumina cuando se te concede un deseo, yo solo tengo uno. –Ver a mis padres otra vez– Se detuvo, pues tal confesión no la había conferido a nadie anteriormente.

-A veces cierro muy fuerte mis ojos pidiendo que mi deseo se cumpla, pero cuando los abro nuevamente la estrella sigue apagada.-

Sus diminutas manos acariciaban sus rodillas desnudas, mientras intentaba explicar a su oyente la “teoría” de los sueños que él consideraba correcta, se mantuvo así unos minutos con los iris azules perdidos en la oscuridad del cielo y apenas volteó nuevamente para preguntar con la inocencia propia de un chiquillo de su edad.

-As dime, ¿esta noche tú tienes algún deseo que pedir?-

por Asmodeo* Mar Ago 12, 2014 9:02 pm

Sonríe cuando el otro rectifica el saludo y sigue comiendo aquella deliciosa y dulce manzana, sintiéndola jugosa después de mucho no comer una. Por lo general en su trabajo la comida era simple y las manzanas, como cualquiera otra fruta, no eran tan necesarias como para estar en el menú. O al menos no siempre.

Escucha la explicación que le da el menor sobre su destino ahí y asiente, imaginándose el resto de la historia con el niño ahí. El encierro momentáneo, el momento correcto, la salida exacta y la travesura. Cualquier niño con ganas de algo más encontraría eso como una simple aventura y el saboreo de la libertad a pesar de las posibles consecuencias. Él lo entendía, lo había hecho en múltiples ocasiones y lo seguía haciendo a sus 26 años. Probablemente el pequeño contenía aquellos sentimientos tan contradictorios del posible regaño y la felicidad de estar lejos de su prisión, era algo tan normal que un día a él simplemente se le olvido prestar atención a la vocecilla que le recriminaba la escapada. Al señorito Yuri seguro que le podría causar más conflictos por la educación tan distante a la suya.

Sonrió divertido ante su sentencia y asintió.

-Justo como dices, hoy no me gustaría volver a casa. Pero también hice la travesura de escaparme porque sentí ganas de pasear en vez de estar encerrado haciendo mis trabajos, así que probablemente sea mejor regresar a que me regañen- comenta dejando salir un pequeño suspiro, pensando en que probablemente sí sería un buen regaño porque atender a los clientes era primordial. Seguro que le castigaban lavando los trastes o algo así odioso pero cuando llegara el momento se tendría lastima pues ahora estaba muy tranquilo con el menor. -Cuando crezcas más entenderás que a veces lo adultos también necesitan escapar de sus trabajos y que hay algunos, como tú y yo, que simplemente no se pueden mantener encerrados por mucho tiempo. Somos como almas libres con grilletes que nos atan a la realidad. Aunque siempre puedo estar equivocado en cuanto a tú ser- dice mientras sigue la mirada del menor, encontrándose con una de las más grandes bellezas que pudiera existir en ese mundo tan lleno de peligros.

Guardo silencio mientras las estrellas le llevaban a un mundo de recuerdos guardados, gratas memorias de cuando chico escalaba a lo más alto del burdel para observar las estrellas y contarlas. Sonrió divertido al escuchar la preguntas pues parecía que el señorito Yuri le había leído la mente en aquel preciso instante. No respondió al momento pues no tenía respuesta y porque el pequeño volvió a hablar. Sopeso sus palabras y volvió a sonreír, probablemente el niño ahí era él porque esas palabras eran dichas por una mente más desarrollada que la de un pequeñajo.

Su mirada regreso al señorito Yuri en cuanto escucho lo del deseo y siguió con el silencio, dándole tiempo para que agregara algo más y buscando las palabras correctas para aquella situación. No era malo con los niños pero eso le había tomado por sorpresa. Pero poco a poco fue sonriendo de nuevo, viendo al otro y sintiéndose niño de nuevo, con una emoción que había olvidado por un momento, con un renovado amor por la vida. No es que no la amara pero a veces sólo lo olvidaba.

-Puede que la sabiduría de la estrella te este diciendo que aún no es tiempo de que los veas, seguro que esta guardando el momento para cuando sea correcto. Los volverás a ver- dijo con convicción, deseando por un instante que sus palabras se hicieran reales y que la estrella le concediera el deseo al pequeñajo.

-¿Un deseo?- pregunto alzando los ojos de nuevo a las estrellas y sonrió. -Sí, deseo que vuelvas a ver a tus padres. Realmente son pocas las cosas que poseo pero para mí son más que suficientes para vivir en paz, yo aún tengo a mi madre aunque si te lo confieso nuestra relación nunca ha sido exactamente la de madre e hijo, pero aún nos tenemos- dice completamente convencido, sonriéndole como si también se tratara de un niño pequeño. -Y bueno, también desearía tener un pastel-

por **Yuri Alekséyevich** Mar Ago 26, 2014 2:24 pm

Mientras saboreaba su manzana y navegaba en el firmamento escuchó con detenimiento las aseveraciones que el joven hacía. Estaba sorprendido de encontrarse con alguien de apariencia muy diferente a la suya pero con pensamientos tan pueriles, justo como los propios. Un momento dulce, que recompensa más grata era el saber que podía compartirlo con alguien como Asmodeo. Volvió sus ojos al chico e intentó descifrar sus argumentos.

-¿Almas libres atadas a la realidad?- se preguntó. –Seguramente estamos destinados a cosas mucho mejores que esto, eso quiero pensar, aunque de momento ya seremos dos los castigados esta noche.-

-Seguramente me dejaran sin cenar.- rió.- Yuri se manifestaba libremente sobre las posesiones, sin afán de presumir, pues en sus pensamientos la idea de las clases sociales no existía, así que imaginó que su acompañante sería reprendido de forma similar.-

Pegó otra mordida a su fruta y frotó uno de sus ojos con el dedo índice, el cansancio no tardaría en derribarle. Se mantuvo sereno y no pudo evitar perderse en la mirada ajena cuando escuchó esas palabras de aliento.

-Debo esperar un poco más para verles entonces.- dijo

¿Quién era ese extraño? ¿Por qué se mostraba tan cordial? Cualquier otra persona hubiera manifestado un deseo egoísta pero aquel chico se unió a la esperanza que Yuri albergaba en su corazón. Y fue en un acto de reflejo que el pequeño ladeo la cabeza para recargarla en el hombro del muchacho, suspiró y se sintió aliviado, libre de hablar sobre cualquier otra cosa que no fuera la caza de sobrenaturales.

-Tu mamá es una persona muy bondadosa, por eso eres un chico muy bueno As, ¿Sabes? A mí también se me antoja ahora mismo un pastelillo.-rió ligeramente. –Cuando vuelva a la mansión y si no me reprimen tomaré dos; uno para ti y otro más para mí.-

El calor de otra persona similar a él, sin prejuicios o ambiciones sobre sus poderes era algo que no había experimentado en mucho tiempo, no se parecía en nada al roce artificial de las sabanas en la mansión, donde tenía que dormir a solas si las nanas no se encontraban de “buen humor” y en ausencia de Patrick, su pequeño guardián encontró en Asmodeo un amigo.

-¿Dónde vives tú As?- ¿Sabes? Me gustaría visitarte algún día o bien podrías ir a verme tú de vez en cuando, tengo muchos juguetes, seguro alguno de ellos te gustará.-

Cuestionó manteniendo esa postura. Pocas personas quedaban ya en el lugar y aquellas que pasaban por enfrente no dejaban de mirar ambas siluetas, algunos con mirada de asombro o indiferencia, otros se mostraban simpáticos al contemplar dicho cuadro, suponiendo que algún parentesco les unía. Se quedó callado esperando la respuesta, y entonces apenas escuchaba a lo lejos, sus ojos se cerraban poco a poco rindiéndose a la fatiga, de la mano del pequeño la manzana cayó. Se había dormido por unos instantes, no había un sueño en particular todo era oscuro y de repente mamá y papá a lo lejos, inalcanzables, como en el resto de sus sueños.

Confiado de que Asmodeo no le haría daño alguno siguió sumergido en sus fantasías, mientras tanto a lo lejos un hombre robusto de estatura media buscaba al chiquillo por todos lados, Yuri no reparó en el posible peligro en el que ahora estaba involucrado junto con su joven amigo, aunque tenía la certeza de que acompañado sería más fácil librarse.

por Asmodeo* Vie Ago 29, 2014 12:29 am

Sonrió ante el pensamiento del señorito Yuri y se dijo que él también pensaba lo mismo, o al menos lo estaba. Él no podía aspirar más allá de salir de la vida en el burdel y a la compañía de señoras desesperadas por dejar salir algún cuchicheo entre sus amigas. No sabía otra cosa más que entregar su cuerpo y no era que no lo disfrutara del otro pero en la sociedad no estaba bien ni él ni su trabajo, salir de ello costaría bastante pues a pesar de que llevaba juntando dinero desde pequeño no parecía ser nunca suficiente. Pero lo único que pudo decir para apoyar al otro fue un ligero sí, esperando a que al menos el menor tuviera su sueño realizado en poco tiempo.

-¿Cena?- murmuro entonces y recordó que ya era bastante tarde y no había alimentado al pobre niño. Se riño mentalmente pero asintió. -En ese caso no queda más que cenar antes de llegar a casa, por aquí encontraremos algo bueno. Así que no se preocupes por eso señorito- murmuro mientras pensaba algún lugar en el que pudieran comer.

Después lo olvido, regresando la mirada al pequeño a su lado, asintiendo y sonriéndole con la intención de darle más apoyo de esa forma. Ese chiquillo debía de ser bastante fuerte para pensar de esa forma, cualquier otro ya habría empezado a hacer berrinches con tal de conseguir lo que quería, pero el señorito Yuri no. Estaba dispuesto a esperar. De pronto volvió a pensar en que había algo extraño en la vida de ese niño, él no era nadie para entremeterse pero le era complicado pensar en que había algo malo en toda aquella situación. Un niño que le pedía a las estrellas volver a ver a sus padres provocaba muchas dudas.

Dejo de lado todos los pensamientos cuando sintió que se recargaba en su brazo y se quedo sorprendido, no sabía exactamente por qué pero eso simplemente le parecía algo demasiado inocente por parte del otro. Otra pequeña sonrisa se escapo de sus labios y no se movió para no perturbar al menor. Pero sus siguientes palabras le dejaron igual de sorprendido que la acción realizada con anterioridad.

-Sí, tienes razón- dijo con suavidad mientras veía hacia el cielo. Por alguna razón quería que Yuri conservara la poca inocencia que aún parecía mantener en el interior y era por eso mismo que no lo había sacado de su error. Su madre no era para nada bondadosa, podría estar cerca a ese apelativo pero no era como el niño imaginaba. Él había sido educado por muchas mujeres, entre ellas su madre, pero fue gracias a eso mismo que era así, se podía decir que había aprendido lo mejor y lo peor de cada una de las mujeres que le había tocado como madre sustituta. Nacer y vivir en un burdel no le daba posibilidad alguna a un niño para sobresalir y brillar, y por eso mismo había optado por absorber todo lo posible de todos aquellos que estuvieran dispuestos a enseñarle. Su amabilidad y el ser muy bueno, como decía Yuri, no era más que la obra de una chica ingenua que aseguraba que las estrellas bendecían a los niños buenos. Ella fue la que le enseño que no importaba qué sucediera siempre debías sonreírle a la vida, pues al fin y al cabo en ella vivías y en ella iba a morir. -Oh, muchas gracias, disfrutare mucho del pastel-

-Sería mejor si yo fuera a tu casa de visita, no creo que quieran llevarte por mis rumbos. Así que estaría encantado de ir y jugar contigo. Seguro que nos divertimos ahí también- comenta feliz de tener a un nuevo amigo, por más que la diferencia entre ellos fuera grande no podía dejar de sentir que ese pequeño ser era alguien valioso para su persona. Giro la cabeza a verlo cuando escucho el sonido de la manzana contra el suelo y suspiro al encontrarse a un encantador señorito Yuri dormido en esa posición. Actuaba como adulto en ciertos momentos pero ciertamente era un bebé de la vida aún. Se movió con cuidado y tomó la manzana del suelo, guardándola en su bolso para regresarla después a su dueño. Lo observo un instante más y después se volvió a mover, tomándolo en brazos con cuidado de no despertarlo. Sería mejor irse de ahí a un lugar más caluroso para que el otro no sintiera frio y al mismo tiempo para que comieran algo. Con eso en mente empezó a caminar por entre las personas que aún estaban ahí, guiándose por el olfato para dar con un lugar con comida, sin ser consciente de que un hombre diferente había llegado de nuevo a aquellos rumbos tan distintos.

por **Yuri Alekséyevich** Mar Sep 23, 2014 4:04 pm

Estaba sumergido en un sueño placentero, no supo en que momento el cansancio de la rutina lo había vencido hasta el punto de quedar dormido a lado de un completo extraño. ¿Qué habría pensado la Santa organización de este descuido por parte del chofer? Deambulando por las calles como cualquier otro chico normal de su edad, jugando a ser un caballero con rocas y ramas en mano simulando ser un valiente espadachín, curiosamente a pesar de los grandes estándares de su educación, Yuri siempre había mostrado ese interés por jugar cosas comunes. Su respiración pausada no fue irrumpida cuando Asmodeo le tomo en brazo avanzando lentamente entre el gentío que aún se encontraba aglomerado en el centro de la plazuela.

Los pasos del chofer encolerizado marchaban estruendosos intentando hallar al niño, aún no daba con su paradero, pero era tan solo cuestión de tiempo para que lo encontrara. Mientras tanto en el subconsciente del pequeño se materializaba un encuentro hasta entonces inalcanzable, a su lado una mujer muy bella de cabellos rizados y sonrisa amplia le tomaba de la mano caminando por un parque, en el otro extremo un caballero bien vestido con facciones masculinas y porte seguro le esperaba de cuclillas, mostrando ademanes con las manos le llamaba incesantemente. La mujer se arrodilló y al oído le confería un secreto. Un Yuri sonriente asentía y echaba a correr hacia donde el hombre se encontraba, corría desesperadamente sin mirar atrás, en ese momento todo parecía ser tan real.

Y es que la mente siempre encuentra la forma de llenar esos huecos con fantasías imposibles hasta cierto punto. Para el pequeño este deja vu tenía el mismo final sombrío de siempre, terminaba corriendo mientras la imagen del caballero se disipaba hasta el punto de quedarse solo en medio de la noche, la oscuridad que caía sobre sus hombros le hacían despertar de forma abrupta, siempre aferrándose a su muñeco de trapo. En esta ocasión la charla previa sobre los deseos y las estrellas trajo a su pesadilla un final ligeramente distinto, pues después de caer en las sombras las voces de aquellas figuras paternas le susurraban en el viento no rendirse y esperar un poco más, pues faltaba poco tiempo para reunirse nuevamente.

Dormido aún, Yuri esbozo una ligera sonrisa al tiempo que despertaba ligeramente sobresaltado ¿Cuándo tiempo había pasado hipnotizado? Sus dedos frotaron los ojos y después de un corto bostezo observó a Asmodeo nuevamente.

-¿Qué hora es As?- preguntó apenado.

Detuvieron su marcha frente a un pequeño local de comida, el olor de la sopa caliente de inmediato inundó los sentidos de ambos personajes. Un par de pasos dos mujeres le explicaban al chofer que recientemente un joven había pasado con un niño en brazos, el chiquillo reconoció de inmediato la voz chillante de aquel sujeto y abrió los ojos para pedirle al joven acercara su rostro al suyo.

-No te detengas, aquel hombre que camina detrás de nosotros es mi chofer, por favor no te detengas.- imploró en un murmullo.

por Asmodeo* Sáb Sep 27, 2014 9:05 pm

Sus movimientos eran pausados y cuidadosos para no perturbarle el sueño al pequeño en brazos, a veces tenía que detenerse para dar el paso o hacer maniobras casi de acróbata para esquivar el que podría ser un golpe inminente y que eso llevara a que el menor se despertara o lastimara. A pesar de ya haber anochecido el movimiento por los alrededores no parecía con disposición a disminuir, él sabía que ya a esas horas acechaban personas de mala calaña o simplemente aquellas que no querían revelar secretos y misterios. Por esa misma razón acelero el paso cuando encontró la oportunidad y busco el sitio perfecto para su estancia.

En esos rumbos no había algo que se podría considerar perfecto tomando en cuenta que el niño que llevaba no era exactamente cualquiera, lo sabía más que nada por sus ropas y por su forma de hablar pero aún así buscaba que al menos tuvieran una comida agradable y un ambiente adecuado para un menor de edad. Anduvo aún un rato más cuando escucho la voz del pequeño. Bajo la vista para verlo y sonrió ante el aspecto que tenía el otro, se veía tan encantador y lindo, para comérselo a besos.

-Ya deben ser pasadas las diez, Señorito Yuri- respondió mientras le sonreía para tranquilizarle un poco la pena pues a él no le importaba que hubiera dormido. Pero detuvo la marcha cuando su nariz capto aquel aroma tan exquisito, miro hacia el local y se dijo que parecía cumplir con todos los requisitos impuestos por su persona para meter al niño y cuando estuvo a punto de entrar le llamo la atención la actitud de Yuri. Se acerco a él y le escucho, asintió simplemente y le dedico otra sonrisa tranquilizadora mientras en su mente se preguntaba por algún plan de salida. Conocía las rutas para salir de aquel gentío, así como sabía algunos escondites pero ciertamente ninguno era para el niño y algo le decía que entre los dos podrían llamar más la atención. Se mordió el labio y empezó a caminar, aún con paso calmado para no levantar sospechas. -Yuri, haré unas cosas malas, así que perdóname- pidió mientras aceleraba un poco el paso.

Pasó junto a un puesto que vendía ropa usada y sin detenerse agarro un pequeño sombrero que puso sobre la cabeza del niño, después volvió a aumentar el paso para llegar junto a otro puesto donde vendían telas y tomó la primera que encontró, envolviendo con ella al niño para formar un pequeño bulto con él. Seguido disminuyo ligeramente el caminar, moviéndose con más agilidad entre las personas para esquivarlas y llegar al tercer puesto, en donde hurto un saco viejo que le quedaba algo justo.

-Yuri, necesito que te hagas el dormido y te quedes muy quietecito- pidió con amabilidad mientras le sonreía. Una vez que el niño lo hizo se encamino a una taberna de aquellos rumbos y entro sin más. Se acercó hasta el cantinero y pidió albergue. El cantinero ni se molesto en observarlo y le señalo hacia el cuarto, con rapidez se metió al cuarto donde señalaba y fue a acomodarse a un pequeño rincón, lo más alejado de la puerta y donde pegara muy poco la luz, se sentó ahí y puso a Yuri a su lado, pegándolo a su cuerpo y al mismo tiempo cubriéndole. -Aún no abras los ojos, yo te aviso. Después de esto prometo llevarte a mi casa y ahí jugaremos toda la noche si quieres- le susurro mientras veía a todas las personas que estaban metidas en el mismo cuarto, gente borracha o gente que simplemente buscaba un techo bajo el cual dormir por una noche. Conocía de esos lugares donde todos pagaban por un espacio en el cual la probabilidad de compartir hombro con un borracho eran grandes pero nunca pensó que tendría que utilizarlo, menos con un niño a su lado. Así que le pego más a su cuerpo y se mantuvo atento a cualquier movimiento fuera del normal, por lo menos Yuri parecía un bulto y no un niño, eso le daría la ventaja con el cochero pero no sabía bien si habría alguna ventaja sobre los demás residentes.

por **Yuri Alekséyevich** Mar Sep 30, 2014 2:01 pm

Su inocencia podría llegar a ser un arma de doble filo, en esta ocasión estaba dependiendo al cien por ciento del otro. Su respiración se agito levemente. Podía escucharse a aquel hombre lanzar malas palabras en un intento fallido por encontrarle entre el mar de personas. El pequeño notó el cambio de ritmo en los pasos de Asmodeo pero ante aquella sonrisa se sintió protegido. Esta sensación era un tanto nueva para él, pues en sus experiencias pasadas no había un hombro para apoyarse. Siempre era el, solo contra la adversidad que se pusiera frente a su camino. Él y nadie más.

Yuri asintió ligeramente ante las palabras de su protector, no habría crimen más grande que el ser un asesino de cierto modo, su pequeño corazón fue estrujado por el arrepentimiento y suspiró tratando de aliviar ese pesar. Con gran habilidad y maestría aquel joven fue tomando cada prenda sin ser descubierto, mientras avanzaban se vio envuelto entre las mismas, nada podría hacer para colaborar esta vez, pensó que estaba inmiscuido en una especie de misión clandestina. Y es que en la mente de Yuri era difícil visualizar el mundo de otro modo que no sea el regido por las reglas de Santa Organización.

Mantuvo la respiración apaciguada y confirmo con un movimiento de su cabeza a dichas peticiones que Asmodeo le pedía, parecía que ya había pasado lo peor, no sabía exactamente donde se encontraba ahora, pero confió plenamente en que saldrían bien librados de esta, a través de los lienzos tan solo pudo ver siluetas y escuchó los murmullos arremolinarse, voces graves que vociferaban y el choque de botellas que provocaban un eco en las entrañas del lugar, el olor a alcohol lo inundaba todo. ¿Dónde estaba mamá y papá en estos momentos? La nostalgia invadió su interior imposibilitando que el niño pensara con total claridad y cordura, sacudió su cabeza para aterrizar nuevamente.

– ¿As, crees que hayamos perdido al cochero? – murmuró esperando no ser inoportuno. Trató de asomarse y encontrar la mirada del otro, necesitaba el contacto visual para cerciorarse que todo saldría bien.

A lo lejos, en la entrada del mismo local aquel conductor cansado de seguir buscando se internó para pedir un trago. Pagó su botella y se mantuvo sentado en una de las mesas sucias. Estaba cien por ciento seguro que perdería el trabajo, en un par de horas más se daría la indicación de ir a buscarles seguramente. Comprar un par de trajes nunca había demandado tanto tiempo fuera ¿Qué excusa iba a elaborar esta vez? Un par de lugares apartados de ahí dos hombres discutían acaloradamente, de inmediato una disputa dio inició avivando los ánimos de casi todos los presentes quienes no tardaron en inmiscuirse en la misma, un par de gritos y el sonido del cristal rompiéndose contra las paredes era el tipo de espectáculo que empezó a tomar forma.

– ¿Qué sucede As? – inquirió nuevamente el niño.

Juntó sus rodillas hacía él y tapó sus oídos con ambas manos. Seguro estaba que pronto esto terminaría y podría agradecerle al chico sus buenas intenciones, comerían caramelos y pastelillos juntos. Podría incluso jugar con As y presentarlo con Patrick. Fueron breves los minutos en los cuales cerró los ojos y espero vislumbrar la luz al final del túnel, espero encontrar la salida como en cada una de sus pesadillas soñadas, aguardó paciente a que esta terminara.

por Asmodeo* Mar Sep 30, 2014 9:15 pm

Se quedo tenso y dudoso ante todos aquellos con los que compartían habitación, para él todos y cada uno de ellos era un enemigo potencial que podría intentar asaltarlos o lastimarlos de alguna u otra forma, y definitivamente no podría dejar que eso sucediera teniendo a su lado al pequeño Yuri. Por esa razón estaba expectativo de los eventos que pudieran suceder de ahí en adelante, la ventaja que tenía era que la mitad de los que estaban metidos en aquel mismo cuarto se encontraban con el pretexto de dormir y ellos no buscarían empezar ninguna pelea, la desventaja eran los hombres que se encontraban bebiendo para ahogar cualquier tipo de pena que pudieran tener, ellos siempre buscaban empezar la pelea o simplemente tener una pequeña excusa para armar un gran alboroto. Por dentro le pedía a cualquier dios que existiera que les protegiera y por un segundo lo pidió de igual forma a todos los demonios del mundo, estaba dispuesto a dar su vida para que el niño pudiera seguir vivo y tranquilo.

Se tenso más cuando la voz del pequeño le llego a sus oídos y miro a su alrededor, esperando a ver si alguien más lo había escuchado. Dejo salir un ligero suspiro para tranquilizar esa paranoia que comenzaba a colarse hasta sus huesos y entonces le alzo el sombrero, encontrándose con sus ojos y simplemente le sonrió con dulzura, acariciando su mejilla.

- No te preocupes, dentro de poco podremos irnos tranquilos- aseguro mientras le arropaba más en la tela que había tomado prestado para el momento, pues sí planeaba regresar las cosas una vez salieran de ahí sano y salvos. - Todo irá bien- le acomodo de nuevo la gorra y esta vez lo cargo para ponerlo contra su pecho y abrazarlo con ambos brazos, una pequeña desventaja pero al menos así sentiría el cuerpo del pequeño y viceversa.

Pronto uno de sus temores se hizo realidad, provocando que apretara un poco más el agarre a su pequeño bulto y presionara los dientes con fuerza, ideando ahora un nuevo plan para salir de ahí. Era una buena distracción pero corrían con el problema de que pudieran encontrarse con el chofer.

- Tranquilo, Yuri, todo está bien- dijo y entonces se decidió, se levanto lo más rápido que pudo y salió del lugar usando una de las ventanas que estaban abiertas pero alejadas de toda la pelea y las miradas de los demás. Suspiro ligeramente más tranquilo una vez fuera pero no se detuvo, simplemente siguió caminando por entre los puestos, diciéndose que las prendas las debería regresar luego pues no había tiempo que perder. - Vamos Yuri, iremos a mi casa ¿está bien? - preguntó alzándole de nuevo la gorra, volviendo la cabeza de vez en cuando para cerciorarse de que nadie les siguiera.

por **Yuri Alekséyevich** Mar Oct 28, 2014 2:58 pm

El alboroto y los sonidos de la pelea continuaron. El pequeño aguardó paciente mientras escuchaba las palabras de As, se sintió aliviado al saber que las cosas regresarían a la normalidad una vez saliendo de aquel sitio. Confiaba plenamente en él y por un instante los pensamientos de Yuri se vieron nublados al sentirse un tanto culpable, había inmiscuido de forma involuntaria a aquel joven, todo lo que ahora sucedía se hubiera evitado si él hubiera regresado a la carroza, si no hubiese escapado en primer plano. Sé un buen soldado le habían dicho. Mordió su labio inferior cuando notó que As se intentaba mover nuevamente, a través de las telas vislumbró la sonrisa del joven y la determinación a sacarle de ahí.

Todo ocurrió en un par de minutos, la habilidad del chico para salir por las ventanas soportando el peso del niño era formidable. Los gritos se ahogaban paulatinamente mientras avanzaban fuera del local y la serenidad regresaba de nuevo al corazón del crío, suspiró aliviado sabiendo que habían librado un obstáculo más en esta pequeña aventura nocturna que recién había iniciado.

–De acuerdo As, no hay ningún problema, confío en ti– Dijo sonriendo.

Los minutos avanzaban, se escurrían entre las manecillas del reloj conduciendo a ambas figuras hacia un venidero crepúsculo que no tardaría en volcarse sobre ellos. A estas alturas los altos mandos seguramente ya se habrían percatado de la ausencia del pequeño ¿Cuánto tiempo se necesitaba para comprar nueva indumentaria? Mientras avanzaban entre las pocas personas que aún se mantenían transitando las calles, Yuri pensó en una forma justa de recompensar al joven terminando el recorrido. Anteriormente no había mantenido contacto con algún extraño por tanto tiempo, empero en esta ocasión se había creado un cierto lazo de complicidad entre los dos.

–¿Vives muy lejos de aquí As?– Inquirió en un murmullo.

Aguardó paciente la respuesta de su compañero. Suspiró pensando en la posibilidad de la reprimenda que vendía luego de haber desaparecido por un largo rato. Entre sus bolsillos halló un camafeo que se le había otorgado al término de una de tantas batallas bien libradas, jugó con él un par de segundos limitándose a recorrer los bordes dorados con los dedos, fijó sus orbes azules en la figura del basilisco que decoraban la diminuta joya. Sonrió al recordar esa ocasión cuando su otrora niñera le explicaba el origen de ese escudo, el origen del apellido de uno de los papas encargados en ese entonces de las misiones santas. Reparó quizás en el hecho de querer descubrir los orígenes propios ¿Un apellido? ¿Sería de renombre o algo muy sencillo pero con sonido aristocrático?

Sacudió ligeramente la cabeza para salir de su ensueño y volvió a colocar la joya dentro de su bolsillo, trató de mirar a su alrededor tratando de ubicar el lugar. Nada. Ni un solo indicio de donde se hallaba. El sonido estrepitoso de su pequeño estómago le tomó por sorpresa.

–¿Hemos llegado? Aún tengo hambre ¿Y tú?– Preguntó sin sonar demandante.

por Asmodeo* Sáb Dic 20, 2014 9:26 pm

Por alguna extraña razón se sentía agradecido de que el pequeño le dedicara aquellas palabras de confianza para con él, nunca antes le habían proporcionado tal placer unas cuantas palabras y podría ser que también el encanto fuera gracias a que las decía aquel pequeño en sus brazos pero ciertamente le hacían sentirse el hombre más grande del mundo y con todo el poder.

Le devolvió la sonrisa y asintió, moviendo aún con bastante agilidad por entre las pocas personas y los puestos que habían por esos rumbos hasta que logro salir a una calle más amplia. Fue ahí que aminoro el paso, pensando en la siguiente opción por hacer, sabía que aquel niño en sus brazos debía de regresar a la casa donde lo mantenían y estaba consciente de que en cualquier momento llegarían a buscarlo no sólo un chofer sino que probablemente serían muchísimos más y tendrían el rango de al menos seguridad, contra ellos no podría hacer demasiado y sería arriesgar aún más a Yuri, algo que no estaba dispuesto a seguir haciendo. Sabía que no quería ir a su casa y lo entendía pero estaba la parte que le decía que había que velar por su seguridad y eso sólo significaba ir a dejarlo a su hogar. El problema le mantenía un poco serio y pensativo, la decisión era bastante complicada desde el punto de vista de que lo estaba disfrutando y el menor parecía hacerlo también, no quería arruinarle una buena velada.

-Sí, un poco- contesto regresando a la realidad y volviendo la mirada al niño. Le sonrió y por fin le quito la tela que lo envolvía por completo pero se la dejo sobre los hombros para mantenerlo cobijado y que no pasara frío. -Así que si gustas puedes volver a dormir, te despertare en cuanto lleguemos a casa- comento mientras cambiaba el rumbo de sus piernas para tomar el que sería el camino a su casa. Podría tomar el atajo pero también sería poner en demasiado riesgo a un señorito así que el camino largo sería la mejor opción, así también le daría tiempo de planear con cuidado el siguiente paso.

Volvió la mirada al niño en cuanto escucho aquel ruido proveniente de su estómago y sonrió entre divertido y preocupado, había olvidado por completo que no habían logrado comer en buena forma por la fuga que habían tenido que hacer.

-Nos detendremos a cenar- asintió y unos pasos más adelante, justo cuando el paisaje cambio a uno más "civilizado" y donde podrían entrar a algún local donde no corrieran demasiados riesgos. -No será una gran comida porque ya no es hora para eso pero te sentirás satisfecho cuando termines- agregó acariciándole el cabello. La caminata duro unos instantes más hasta que encontró el local de comida que buscaba, uno que abría las 24 horas y que frecuentaba gracias a su trabajo sin horario fijo. Saludo a uno de los meseros y fue a sentarse a su mesa habitual. Acomodo a Yuri en la silla junto a la suya y le hizo una seña al mesero para que les llevara comida. -Espero que te guste la sopa porque aquí hacen una sopa bastante rica y muy calientita-

Spoiler:

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