AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Tarde de Fríos y Lluvias (Eire)
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Tarde de Fríos y Lluvias (Eire)
Más del tiempo que quería tenía que dedicarlo a mi "empleo" y negocios. Siempre veía por el teatro y dos que tres negocios con gente que quería presentarse y hacer un espectáculo en él. La verdad dejaba muchas ganancias, pero muy poco tiempo para mi, sólo tenía los miércoles y sábados para descanzar y tener tiempo de ocios, sin embargo, esos tiempos prefería gastarlos frecuentando los lugares donde mi dinero se necesitaba más que en un caro restaurante o tienda de lujosas prendas. Yo prefería ir a los orfanatos, iglesias y zonas marginadas de París a dejar lo de siempre: comida, ropa y una suma considerable de dinero para los gastos en general. Si algún desvalido se enfermaba ahi estaba yo para buscar un médico. Bueno... eso era mejor a pasarme la tarde escribiendo poemas y sonetos para nadie.
Esa tarde de otoño era miércoles, había gastado bastante dinero en ropas para niños y jóvenes de todos tamaños y estaba saliendo de mi finca para ir al Orfanato. El sábado pasado había ido a la iglesia a regalar comida, ahora le tocaba a los niños. Así pues, la señora que se encargaba del lugar me abrió las puertas como siempre, con una cálida sonrisa que reflejaba la gratitud de una mujer que tenía demasiadas bocas qué alimentar y bastantes cuerpos qué vestir. Estaba cansada, ella, no yo. Pero en fin. Dos ayudantes míos bajaron, cada uno, un costal lleno de ropa. Los niños al verlo, se acercaron para que les dieran lo que le tocaba a cada quién. Un conjunto rosa para una señorita que, por lo visto, andaba en los trece; un traje azul marino para un niño de nueve... y entonces vi una carita que no se me hacía familiar. No era que conociera a todos, y casi siempre llegaban niños nuevos, ya fuera porque sus padres habían muerto de alguna enfermedad o porque simplemente no podían hacerse cargo de ellos.Estaba una niña, de cabello castaño corto hasta el final de la cola de niños que esperaban su ropa.
Esa tarde de otoño era miércoles, había gastado bastante dinero en ropas para niños y jóvenes de todos tamaños y estaba saliendo de mi finca para ir al Orfanato. El sábado pasado había ido a la iglesia a regalar comida, ahora le tocaba a los niños. Así pues, la señora que se encargaba del lugar me abrió las puertas como siempre, con una cálida sonrisa que reflejaba la gratitud de una mujer que tenía demasiadas bocas qué alimentar y bastantes cuerpos qué vestir. Estaba cansada, ella, no yo. Pero en fin. Dos ayudantes míos bajaron, cada uno, un costal lleno de ropa. Los niños al verlo, se acercaron para que les dieran lo que le tocaba a cada quién. Un conjunto rosa para una señorita que, por lo visto, andaba en los trece; un traje azul marino para un niño de nueve... y entonces vi una carita que no se me hacía familiar. No era que conociera a todos, y casi siempre llegaban niños nuevos, ya fuera porque sus padres habían muerto de alguna enfermedad o porque simplemente no podían hacerse cargo de ellos.Estaba una niña, de cabello castaño corto hasta el final de la cola de niños que esperaban su ropa.
Evangeline Collingwood- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/07/2010
Re: Tarde de Fríos y Lluvias (Eire)
Fuera llovía. El agua comenzaba a caer por las ventanas, golpeando con fuerza los cristales. Los otros niños jugaban y se divertían, pero yo no. Yo me encontraba mirando al suelo, con la cabeza agachada y moviendo los pies de un lado a otro, mientras escuchaba a la Madre Superiora riñéndome por un jarrón que se había roto. Y como siempre no había sido yo, sino una de mis compañeras, pero como no era una chivata me callaba y me limitaba a asentir. No me iban a creer si les decía lo contrario. Ya que siempre era yo la que tenía la culpa.
Entonces vino una monja para decirnos que había venido una señora a darnos ropa para nosotros. Una mujer que había traido cosas para los niños. Una sonrisa se dibujó en mi rostro cuando imaginé un vestido nuevo, pero pronto esa sonrisa se borró. La Madre Superiora me dijo que fuera, pero que me pusiera en el final de la cola. Que no merecía ningún regalo, pero que si Dios dejaba que quedara algo para mí ella no podía impedirlo, pero que no lo creía. Que eran muchos niños como para que tuvieran para mi. Pero no me importó. Yo esperaba que si que quedaran cosas para mí. O al menos una cosita, aunque fuera pequeña. ¡Aunque fueran unos calcetines para por la noche.
Me puse en la cola, mirando por encima de los hombros de las compañeras a la mujer que estaba dando las cosas. Entonces la chica que iba delante mía se giró y me empujó, diciendo que yo le había estirado del pelo. Inmediatamente vino una monja y me sacó de la fila, diciéndome que me fuera a mi cuarto.
Entonces vino una monja para decirnos que había venido una señora a darnos ropa para nosotros. Una mujer que había traido cosas para los niños. Una sonrisa se dibujó en mi rostro cuando imaginé un vestido nuevo, pero pronto esa sonrisa se borró. La Madre Superiora me dijo que fuera, pero que me pusiera en el final de la cola. Que no merecía ningún regalo, pero que si Dios dejaba que quedara algo para mí ella no podía impedirlo, pero que no lo creía. Que eran muchos niños como para que tuvieran para mi. Pero no me importó. Yo esperaba que si que quedaran cosas para mí. O al menos una cosita, aunque fuera pequeña. ¡Aunque fueran unos calcetines para por la noche.
Me puse en la cola, mirando por encima de los hombros de las compañeras a la mujer que estaba dando las cosas. Entonces la chica que iba delante mía se giró y me empujó, diciendo que yo le había estirado del pelo. Inmediatamente vino una monja y me sacó de la fila, diciéndome que me fuera a mi cuarto.
Eire M. Carthaigh- Humano Clase Baja
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 19/08/2010
Re: Tarde de Fríos y Lluvias (Eire)
Se terminó la primera tanda de ropa y entonces abrimos la que seguía. Muchos niños y jóvenes se mostraban entusiasmados y esperaban con ansias sus nuevas vestimentas. Algunos, por la emoción quiero suponer, tomaban las ropas e iban a probárselas de inmediato bajo la tutela de alguna monja; otros, me daban las gracias y se iban mirando las prendas como si fuese juguete nuevo. Era toda una experiencia convivir con los niños. Mi atención en todo momento se centró en dar las ropas y seguir así hasta que comenzó una monja a regañar a una niña. Sí, la niña que en principios me había llamado la atención por su semblante inocente y tímido. Fruncí el ceño al ver que la Madre Superiora, una mujer delgada y anciana con cara severa, retiraba a la pequeña niña de la cola y le ordenaba que se fuera a su habitación mientras que una niña rubia se reía. Evidentemente era una escena injusta, si yo había ido con toda esa ropa era para que todos tuvieran su parte. Además, algo me decía que ella no podía haber hecho nada.
- ¡Madre Superiora! ¡Espere! - exclamé desde donde estaba. Le ordené a uno de los jóvenes que venían conmigo que repartiera la ropa como yo lo había estado haciendo, me abrí paso entre los niños y me dirigí hacia la monja.
Los miembros de clero, llámese monja, padre, cura o el mismísimo Papa no me interesaban en lo más mínimo así que los trataba como a cualquier otra persona, obviamente, guardando el respeto.
Miré a la niña. De cerca era mucho más bonita; tenía unos ojos azules muy grandes que contrastaban con su piel blanca y el cabello castaño. Era claro que en mis días de ir al orfanato jamás la había visto. Sonreí un poco y luego me dirigí a la Madre Superiora.
- ¿Por qué se lleva a esta niña, Madre? No creo que una niña tan bonita haya causado un problema tan grande como para no dejarla recibir sus prendas.- comenté con un tono de evidente seriedad e inconformidad. La monja me miró y luego a la niña.
- Perdone, Madame Collingwood, pero esta niña nos ha causado problemas tras problemas y tenemos que castigarle. En este orfanato no soportamos la insolencia.-- dijo con un tono severo. En ella todo era así.
Medité la situación y me pareció lo más adecuado preguntarle a la niña qué había pasado. Me hinqué para quedar a la estatura de la pequeña -
- ¿Es cierto lo que la Madre Superiora dice? No te cohibas porque esté ella aquí, di la verdad.- dije con un tono maternal para fomentar la confianza entre la niña y yo.
- ¡Madre Superiora! ¡Espere! - exclamé desde donde estaba. Le ordené a uno de los jóvenes que venían conmigo que repartiera la ropa como yo lo había estado haciendo, me abrí paso entre los niños y me dirigí hacia la monja.
Los miembros de clero, llámese monja, padre, cura o el mismísimo Papa no me interesaban en lo más mínimo así que los trataba como a cualquier otra persona, obviamente, guardando el respeto.
Miré a la niña. De cerca era mucho más bonita; tenía unos ojos azules muy grandes que contrastaban con su piel blanca y el cabello castaño. Era claro que en mis días de ir al orfanato jamás la había visto. Sonreí un poco y luego me dirigí a la Madre Superiora.
- ¿Por qué se lleva a esta niña, Madre? No creo que una niña tan bonita haya causado un problema tan grande como para no dejarla recibir sus prendas.- comenté con un tono de evidente seriedad e inconformidad. La monja me miró y luego a la niña.
- Perdone, Madame Collingwood, pero esta niña nos ha causado problemas tras problemas y tenemos que castigarle. En este orfanato no soportamos la insolencia.-- dijo con un tono severo. En ella todo era así.
Medité la situación y me pareció lo más adecuado preguntarle a la niña qué había pasado. Me hinqué para quedar a la estatura de la pequeña -
- ¿Es cierto lo que la Madre Superiora dice? No te cohibas porque esté ella aquí, di la verdad.- dije con un tono maternal para fomentar la confianza entre la niña y yo.
Evangeline Collingwood- Humano Clase Alta
- Mensajes : 161
Fecha de inscripción : 02/07/2010
Re: Tarde de Fríos y Lluvias (Eire)
Comencé a llorar sin poder evitarlo, las lágrimas caían por mis mejillas cuando la madre superiora y alguna que otra de las monjas que estaban ahí me miraban de esa manera, como si yo fuera mala, como si fuera...una delincuente.
Y quizás sí que lo era, quizás era mala y por eso ellas me castigaban tanto. Siempre decían que era por mi bien, que debía dar las gracias por que alguien quisiera perder el tiempo conmigo e intentar hacerme una mujer digna en un futuro, una misión demasiado complicada, según alguna que otra monja.
Intenté replicar, pero la Madre Superiora me lanzó una mirada, que juzgué llena de odio y puede que decepción, y no pude hacer nada más que bajar la cabeza y asentir lentamente mientras miraba los cordones de mis zapatos.
¿Había sido mi culpa? Sí, seguramente, sino...no me estarían castigando.
Me disponía a irme a mi habitación, cuando alguien miró por mí. Alguien intervino para ayudarme. Alcé la mirada y vi que la señora que estaba dando ropa ahora estaba hablando con la Madre Superiora.
La miré a los ojos y me mordí el labio inferior. ¿Qué estaba haciendo? Nadie nunca me había ayudado y no lo merecía. No lo merecía en absoluto. Suspiré y me sequé las lágrimas de los ojos. Me dijo que dijera la verdad, aunque sabía que seguramente me castigarían por decir algo que la enfadara.
-Yo no he hecho nada-le dije con rabia en mi voz-Sólo estaba viendo lo que usted daba.
Volví a bajar la mirada cuando dije eso y comencé a balancearme de un lado a otro, nerviosa por lo que había dicho. A lo mejor no tenía que haberlo hecho, había puesto en duda la decisión de la madre superiora.
Y quizás sí que lo era, quizás era mala y por eso ellas me castigaban tanto. Siempre decían que era por mi bien, que debía dar las gracias por que alguien quisiera perder el tiempo conmigo e intentar hacerme una mujer digna en un futuro, una misión demasiado complicada, según alguna que otra monja.
Intenté replicar, pero la Madre Superiora me lanzó una mirada, que juzgué llena de odio y puede que decepción, y no pude hacer nada más que bajar la cabeza y asentir lentamente mientras miraba los cordones de mis zapatos.
¿Había sido mi culpa? Sí, seguramente, sino...no me estarían castigando.
Me disponía a irme a mi habitación, cuando alguien miró por mí. Alguien intervino para ayudarme. Alcé la mirada y vi que la señora que estaba dando ropa ahora estaba hablando con la Madre Superiora.
La miré a los ojos y me mordí el labio inferior. ¿Qué estaba haciendo? Nadie nunca me había ayudado y no lo merecía. No lo merecía en absoluto. Suspiré y me sequé las lágrimas de los ojos. Me dijo que dijera la verdad, aunque sabía que seguramente me castigarían por decir algo que la enfadara.
-Yo no he hecho nada-le dije con rabia en mi voz-Sólo estaba viendo lo que usted daba.
Volví a bajar la mirada cuando dije eso y comencé a balancearme de un lado a otro, nerviosa por lo que había dicho. A lo mejor no tenía que haberlo hecho, había puesto en duda la decisión de la madre superiora.
Eire M. Carthaigh- Humano Clase Baja
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 19/08/2010
Re: Tarde de Fríos y Lluvias (Eire)
off : Perdonad me metí sin avisar, si os molesta, lo quito y lo pongo en tema nuevo no importa
Caminaba a paso ligero casi en volandas, de mano de una mujer, que me apretaba la mano con fuerza, mientras practicamente corria bajo la lluvia, me la habia encontrado en el bosque me habia pillado comiendo las bayas rojas de una planta, estaba sucia y muerta de hambre, no sabia cuantos dias llevaba vagando ya por el bosque, me habia escondido en el hueco del tronco de un arbol despues de salir huyendo del campamento gitano, despues de que los vampiros atacaran la carabana de mi familia, mi madre me habia gritado que me escondiera que corriera y me escondiera y yo corri y corri sin parar asustada muerta de miedo no me di cuenta de que habia corrido demasiado.
Angustiada empecé a llorar agarrada de la mano de esa señora, iba vestida de negro parecia una bruja... nunca habia visto nada igual, llevaba un gorro y solo se le veia la cara enmarcada por aquel sombrero extraño, yo tiraba y tiraba pero no servia de nada
- MAMAAAAAAAA - gimoteaba y lloraba
- que te calles niña! voy a llevarte a un lugar seguro! - la sacudí y me cogi el habito levantandomelo un poco para no mojarmelo con el agua de la lluvia, llevabamos varias horas caminando, desde la tarde que habia ido a recoger al bosque hierbas medicinales, llegamos a la puerta del orfanato, donde unos hombres cargaban sacos y entraban a traves de la puerta principal que estaba abierta
Miré a los hombres, alcé la vista al edificio y sentí un escalofrio de terror
ella aun me apretaba la mano firmemente
- Disculpen... vengo a traer a esta niña - le dije a una hermana
Agarré a la niña poniendola delante de mi agarrandola de los hombros - la encontré en el bosque, parece que lleva vagando dias por allí
No se preocupe hermana Ursula, dejelá aqui nosotros nos ocuparemos de ella - le contestó y me agarro del brazo haciendome entrar
La hermana se fué y me quedé contemplando a aquella mujer tan trajeada y a la niña que estaba llorando frunci el ceño con cara de pena al oirla llorar y me entraron más ganas de llorar a mi
Caminaba a paso ligero casi en volandas, de mano de una mujer, que me apretaba la mano con fuerza, mientras practicamente corria bajo la lluvia, me la habia encontrado en el bosque me habia pillado comiendo las bayas rojas de una planta, estaba sucia y muerta de hambre, no sabia cuantos dias llevaba vagando ya por el bosque, me habia escondido en el hueco del tronco de un arbol despues de salir huyendo del campamento gitano, despues de que los vampiros atacaran la carabana de mi familia, mi madre me habia gritado que me escondiera que corriera y me escondiera y yo corri y corri sin parar asustada muerta de miedo no me di cuenta de que habia corrido demasiado.
Angustiada empecé a llorar agarrada de la mano de esa señora, iba vestida de negro parecia una bruja... nunca habia visto nada igual, llevaba un gorro y solo se le veia la cara enmarcada por aquel sombrero extraño, yo tiraba y tiraba pero no servia de nada
- MAMAAAAAAAA - gimoteaba y lloraba
- que te calles niña! voy a llevarte a un lugar seguro! - la sacudí y me cogi el habito levantandomelo un poco para no mojarmelo con el agua de la lluvia, llevabamos varias horas caminando, desde la tarde que habia ido a recoger al bosque hierbas medicinales, llegamos a la puerta del orfanato, donde unos hombres cargaban sacos y entraban a traves de la puerta principal que estaba abierta
Miré a los hombres, alcé la vista al edificio y sentí un escalofrio de terror
ella aun me apretaba la mano firmemente
- Disculpen... vengo a traer a esta niña - le dije a una hermana
Agarré a la niña poniendola delante de mi agarrandola de los hombros - la encontré en el bosque, parece que lleva vagando dias por allí
No se preocupe hermana Ursula, dejelá aqui nosotros nos ocuparemos de ella - le contestó y me agarro del brazo haciendome entrar
La hermana se fué y me quedé contemplando a aquella mujer tan trajeada y a la niña que estaba llorando frunci el ceño con cara de pena al oirla llorar y me entraron más ganas de llorar a mi
Irene Vonderville- Gitano
- Mensajes : 8
Fecha de inscripción : 28/09/2010
Localización : Paris
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