AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Negocios que dan placer || Privado
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Negocios que dan placer || Privado
A pesar de todo lo bueno que le había ocurrido en aquellos tiempos, que el negocio se había mantenido firme sin importar que le había dejado en manos ajenas, ahora Devany sentía que era tiempo de dar un paso más hacia delante, de comenzar a crecer, tal vez ¿Hacer algún burdel más? ¿Meter otro tipo de negocios? era una mujer que sabía lo que quería, pero debía aceptarlo, no podía hacer todo ella, el arte al que se dedicaba distaba mucho de ser algo aceptable para la sociedad, al menos delante de los ojos ajenos, pero así era eso, ella no pretendía esconderse, pero los demás sí, la hipocresía que nacía todas las noches era algo que siempre terminaba por darle arcadas que amenazaban con hacerla doblar, pero se mantenía de pie, igual que todos los demás, porque ella no bajaría la cabeza, ni siquiera ante alguien que tuviera todo el poder sobre el mundo, su orgullo era suficiente para hacerla mirar a los demás a los ojos sin siquiera avergonzarse un poco, no había ningún parpadeo que dilucidara timidez o pena.
Se mantuvo en su lugar, había bajado de la habitación que tenía hacia su pequeña oficina, sólo tenía un escritorio, dos sillas delante, la propia y una mesita que estaba adornada con un pequeño florero que siempre tenía rosas de color lila, pocos sabían sus gustos y casi nunca le atinaban, las rosas le gustaban, sin embargo no eran su única flor favorita, tampoco agradecía los esfuerzos, pues siempre pensaba que se podía hacer algo más. Ya había dado órdenes específicas de que vendría alguien mandado por Sebastián, aquél hombre de ojos verdes que parecía querer hipnotizar, que se jactaba de que nadie era capaz de sostenerle la mirada pero ¿Era verdad? Devany siempre se había burlado de eso, sin embargo creía en su buen juicio cuando de negocios se trataba, él había sido de los mejores clientes de la rubia hasta que tuvo que irse de París, eso no demeritaba alguno que otro encuentro furtivo que pudiera regalar la ocasión.
Se levantó de su silla y se acercó a la ventana que se encontraba de frente a los callejones, regalando una vista un poco pobre, su mente se fue y vino en menos de un segundo, dejando que sus brazos se cruzaran debajo de su pecho, como si quisiera abrazarse así misma, suspiró, recargando el lateral del cuerpo sobre la pared, mirando la callejuela, llena de gente que no sabía si iba o venía, mientras otros más intentaban lograr encontrar el resguardo de las sombras para poder hacer lo que les viniera en gana.
Se mantuvo en su lugar, había bajado de la habitación que tenía hacia su pequeña oficina, sólo tenía un escritorio, dos sillas delante, la propia y una mesita que estaba adornada con un pequeño florero que siempre tenía rosas de color lila, pocos sabían sus gustos y casi nunca le atinaban, las rosas le gustaban, sin embargo no eran su única flor favorita, tampoco agradecía los esfuerzos, pues siempre pensaba que se podía hacer algo más. Ya había dado órdenes específicas de que vendría alguien mandado por Sebastián, aquél hombre de ojos verdes que parecía querer hipnotizar, que se jactaba de que nadie era capaz de sostenerle la mirada pero ¿Era verdad? Devany siempre se había burlado de eso, sin embargo creía en su buen juicio cuando de negocios se trataba, él había sido de los mejores clientes de la rubia hasta que tuvo que irse de París, eso no demeritaba alguno que otro encuentro furtivo que pudiera regalar la ocasión.
Se levantó de su silla y se acercó a la ventana que se encontraba de frente a los callejones, regalando una vista un poco pobre, su mente se fue y vino en menos de un segundo, dejando que sus brazos se cruzaran debajo de su pecho, como si quisiera abrazarse así misma, suspiró, recargando el lateral del cuerpo sobre la pared, mirando la callejuela, llena de gente que no sabía si iba o venía, mientras otros más intentaban lograr encontrar el resguardo de las sombras para poder hacer lo que les viniera en gana.
Devany Vixen- Humano Clase Alta
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Re: Negocios que dan placer || Privado
Últimamente había estado intercambiando cartas con mi padre y mi abuelo que están en Inglaterra, poniéndolos al tanto de cómo iba la administración de nuestro banco, el cual estaba en constante crecimiento aumentando la fortuna familiar considerablemente. Al ser ellos tan ambiciosos como yo, no tardaron en pedirme que expandiera los negocios también por París, pues era una de las ciudades más concurridas en el mundo y con constante crecimiento, lo que la hacía la ciudad ideal para hacer negocios e inversiones de cualquier tipo. En su última carta me dieron total libertad para invertir en cualquier negocio que creyera conveniente, pues confiaban ciegamente en mí, tanto como hijo, nieto y empresario; Me dieron también el código postal de uno de sus anteriores socios, el cual también era su hombre de confianza, de nombre Sebastian, para que me pusiera en contacto con él y recibir sus recomendaciones respecto con quién sería ideal hacer negocios. Una semana después me llegó su respuesta, la cual me había sorprendido un poco pues mencionó que había una empresaria rubia de ojos verdes, la cual era tan bonita como astuta y linda como seria. Dicha mujer estaba con planes de ampliar su negocio, el cual era nada mas y nada menos que un Burdel, haciendo énfasis en eso, tal vez burlándose un poco de mi fanatismo hacia las cortesanas, lo cual para mí no era ningún secreto por guardar, así era bien conocido en todo Suiza y ahora me estaba haciendo de ese nombre en París y pronto en Francia.
Salí rumbo a la dirección que me había indicado en la carta. Decidí pagar por el viaje en un carruaje, pues si bien gustaba de caminar y de que el sitio no estaba muy retirado, llevaba uno de mis trajes más caros y ensuciarlo en el camino sería dar una mala imagen en la presentación con la dicha rubia. Tras 20 minutos de recorrido y pagarle al dueño del carruaje, desarrugué com ambas manos el cuello del saco, así como las mangas y de paso arreglarme un poco el cabello con el reflejo del cristal del carruaje.
Al entrar al burdel y tentarme de pies a cabeza con tantas cortesanas bellísimas disponibles, tuve que hacer un poco de sacrificio, pues debía portarme de forma profesional. Pregunté en recepción por la dueña del lugar, antes de responderme preguntaron mi nombre y tras mencionarlo, apresuradamente me saludó con devoción y me pidió seguir sus pasos hasta el sitio, al parecer ya me esperaban con un poco de ansias. Llegamos a la puerta de lo que parecía ser la puerta principal, tras la recepcionista indicarle a la señorita de quién se trataba, abrió amablemente la puerta para mí, tan sólo mencionando que ya estaba yo aquí. Y ahí estaba ella, vaya que Sebastian no mentía cuando dijo que era una mujer muy bonita, adjetivo el cual me parece que le quedaba corto, pues fácilmente podría hacer sentir fea a cualquiera de las cortesanas que tuviera trabajando para ella. Dibujé una media sonrisa en mi rostro mientras caminaba hacía ella, retiré mi sombrero, para luego tomar su mano y hacer reverencia besando su mano -Señorita Vixen, es mi placer conocerla- solté su mano y enderecé mi espalda para regresar la mirada a sus ojos sin deshacer la media sonrisa amistosa.
Salí rumbo a la dirección que me había indicado en la carta. Decidí pagar por el viaje en un carruaje, pues si bien gustaba de caminar y de que el sitio no estaba muy retirado, llevaba uno de mis trajes más caros y ensuciarlo en el camino sería dar una mala imagen en la presentación con la dicha rubia. Tras 20 minutos de recorrido y pagarle al dueño del carruaje, desarrugué com ambas manos el cuello del saco, así como las mangas y de paso arreglarme un poco el cabello con el reflejo del cristal del carruaje.
Al entrar al burdel y tentarme de pies a cabeza con tantas cortesanas bellísimas disponibles, tuve que hacer un poco de sacrificio, pues debía portarme de forma profesional. Pregunté en recepción por la dueña del lugar, antes de responderme preguntaron mi nombre y tras mencionarlo, apresuradamente me saludó con devoción y me pidió seguir sus pasos hasta el sitio, al parecer ya me esperaban con un poco de ansias. Llegamos a la puerta de lo que parecía ser la puerta principal, tras la recepcionista indicarle a la señorita de quién se trataba, abrió amablemente la puerta para mí, tan sólo mencionando que ya estaba yo aquí. Y ahí estaba ella, vaya que Sebastian no mentía cuando dijo que era una mujer muy bonita, adjetivo el cual me parece que le quedaba corto, pues fácilmente podría hacer sentir fea a cualquiera de las cortesanas que tuviera trabajando para ella. Dibujé una media sonrisa en mi rostro mientras caminaba hacía ella, retiré mi sombrero, para luego tomar su mano y hacer reverencia besando su mano -Señorita Vixen, es mi placer conocerla- solté su mano y enderecé mi espalda para regresar la mirada a sus ojos sin deshacer la media sonrisa amistosa.
Última edición por Peter De Bruyne el Vie Jun 20, 2014 9:39 am, editado 1 vez
Jerome De Bruyne- Cazador Clase Alta
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Re: Negocios que dan placer || Privado
Los recuerdos se agolpaban en su cabeza, una y ora vez, era como si viera como su cuerpo se ocultaba en la densa niebla hasta perderse, dejando que quien había comprado sus servicios hiciera con ella lo que quisiera, dejando que el placer los abrazara, teniendo como cómplice a la noche, a pesar de sonar tan romántico no tenía nada de eso, pues generalmente se desbordaba la pasión, la lujuria y el deseo, dejando a un lado todo aquello que pudiera significar algún tipo de sentimientos, esos estaban en una caja de cristal, guardados y quizá hasta empolvados, tampoco le interesaba demasiado el estado de aquello, tal vez un día volvería a vestirse con faldas cortas y corset, dejando que se marcaran todas sus curvas, dejando tan poco a la imaginación pero fomentando que vuele, era una línea tan delgada que a veces costaba trabajo llevarla, después de unos años Devany había perfeccionado la técnica, sus ropas siempre habían hecho la combinación perfecta y lo único que no había cambiado eran las zapatillas que hacían que se viera un poco más alta de lo que era, pero sobre todo estilizando su figura y sus piernas que quedaban perfectamente torneadas debajo de la falda.
Escuchó la puerta sonar y se enderezó, acomodándose firme mientras observaba al hombre, Sebastián le había hecho una breve descripción y contado un par de cosas de él, pero eso no importaba demasiado, a Devany siempre le había gustado averiguar todo por sus propios medios, así que tampoco indagó mucho, por lo pronto se había dado cuenta que era un hombre guapo y aparentemente educado, retiró levemente la mano cuando él se enderezó e hizo un movimiento con la cabeza -Puede llamarme Devany, después de todo si este trato se cierra, debemos tener confianza el uno en el otro- indicó con la mano la silla que estaba delante del escritorio y tomó asiento en la otra, sin pasar detrás de aquella mesa, no necesitaba la protección y poderío que pudiera darle aquél puesto, la confianza en sí misma era mucho más valiosa que cualquier mueble que estuviera delante de ella.
-Peter... ¿Verdad?- tomó un par de folios, cruzando la pierna puso estos sobre su regazo y observó un poco las palabras que decía -¿Quiere que lo lea o prefiere usted contarme acerca de sus buenas intenciones?- sonrió de lado mientras le observaba fijamente a los ojos -Sebastián me dijo que usted tiene una afición por las cortesanas y como verá... ¿Puedo hablarle de tú?- las palabras salieron golpeadas una con otra al momento de hacer la pregunta, ella no era de aquellas que pedía permiso, pero esta vez tenía que mostrar un poco de "respeto" aunque fuera por un igual -Aquí tenemos a las mejores, por eso es una "Galería"- dijo con total naturalidad mientras una de las mujeres que había llevado al hombre ahí servía un par de vasos con whisky y se retiró casi de inmediato -Quiero expandirlo, hacer que crezca, que París conozca lo que es el placer real- sus labios gesticulaban cada una de las palabras con gran convicción mientras se quedaba en ellos el fantasma de aquella sonrisa coqueta y segura que siempre se podía mostrar en la rubia.
Escuchó la puerta sonar y se enderezó, acomodándose firme mientras observaba al hombre, Sebastián le había hecho una breve descripción y contado un par de cosas de él, pero eso no importaba demasiado, a Devany siempre le había gustado averiguar todo por sus propios medios, así que tampoco indagó mucho, por lo pronto se había dado cuenta que era un hombre guapo y aparentemente educado, retiró levemente la mano cuando él se enderezó e hizo un movimiento con la cabeza -Puede llamarme Devany, después de todo si este trato se cierra, debemos tener confianza el uno en el otro- indicó con la mano la silla que estaba delante del escritorio y tomó asiento en la otra, sin pasar detrás de aquella mesa, no necesitaba la protección y poderío que pudiera darle aquél puesto, la confianza en sí misma era mucho más valiosa que cualquier mueble que estuviera delante de ella.
-Peter... ¿Verdad?- tomó un par de folios, cruzando la pierna puso estos sobre su regazo y observó un poco las palabras que decía -¿Quiere que lo lea o prefiere usted contarme acerca de sus buenas intenciones?- sonrió de lado mientras le observaba fijamente a los ojos -Sebastián me dijo que usted tiene una afición por las cortesanas y como verá... ¿Puedo hablarle de tú?- las palabras salieron golpeadas una con otra al momento de hacer la pregunta, ella no era de aquellas que pedía permiso, pero esta vez tenía que mostrar un poco de "respeto" aunque fuera por un igual -Aquí tenemos a las mejores, por eso es una "Galería"- dijo con total naturalidad mientras una de las mujeres que había llevado al hombre ahí servía un par de vasos con whisky y se retiró casi de inmediato -Quiero expandirlo, hacer que crezca, que París conozca lo que es el placer real- sus labios gesticulaban cada una de las palabras con gran convicción mientras se quedaba en ellos el fantasma de aquella sonrisa coqueta y segura que siempre se podía mostrar en la rubia.
Devany Vixen- Humano Clase Alta
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Re: Negocios que dan placer || Privado
Al recibir el visto bueno de la señorita tomé asiento debidamente en la silla que me indicaba, mirando como ella caminaba con absoluta seguridad en si misma en dirección a la silla, no era algo muy usual de ver, al menos no en mi caso -Correcto, Peter, descendiente de la familia suiza De Bruyne, los cuales somos dueños del banco nacional de Zurich. ¿Había escuchado antes sobre mi familia? Mi nombre todavía no es muy conocido, pero los nombres de mi padre y mi abuelo, Abraham y Joseph, sucesivamente, son conocidos por todo el continente, pero me imagino que ya todo eso lo debió de haber dicho Sebastián a su persona- Giré un poco y disimuladamente el cuello para intentar quitarme el estrés que me había dejado el viaje hasta este lugar, para luego escuchar a Devany preguntar sobre mis intensiones; Abrí a medias la boca para responder, mas sin embargo callé y presté suma atención al ver que ella me había generado otras preguntas, añadiendo lo que tenía en posesión, además de qué le interesaba hacer, observando también de paso y disimuladamente a la mujer que nos servía whiskey, la cual no estaba para nada de mal ver.
-Por supuesto que se puede, siéntete en entera confianza conmigo, Devany- Hacía énfasis al decir su nombre, intentando hacerle notar que me sentía cómodo con ella. Me levanté de mi silla con el vaso de whiskey en la mano derecha y caminé hasta la ventana, recargándome un momento y proceder a hablar mientras veía de reojo cómo se miraba el callejón desde esta altura -Sebastián lo llamó afición; mi abuelo lo llama vicio; mi hermano lo llamaba distracción; la iglesia lo llama pecado; y mi padre lo llama pretexto y perdida de tiempo, en lugar de conseguir esposa y darme un nieto. Cada quien tiene una forma de llamarlo, ¿tú cómo lo llamarías, Devany?- Di una media vuelta sin quitarme del sitio y recargarme con la espalda recta en la ventana, mientras escuchaba la respuesta de Devany, atento, con una expresión relajada y sonriente - Yo personalmente lo llamo pasión. Soy un amante y admirador de todo a lo que belleza femenina se refiere; desde el olor de su cabello, la alegría que traen consigo, derrochando felicidad y sensualidad mezclada, haciendo una fusión perfecta. Tan sólo soy un agradecido con Dios, con la naturaleza o con quien haya creado a tan increíbles ángeles terrenales. Y yo sólo agradezco aprovechando y degustando las virtudes que tan hermosos seres tienen. Tú como mujer debes entender eso más que yo, me imagino-
"Que París conozca lo que es el placer real". Aquellas palabras de la dama se me habían quedado plasmadas en el pensamiento, pues nunca había escuchado a una mujer tener tal convicción en un tema como el sexo, y menos tratándose de la dueña, pues a los dueños sólo les interesa que los clientes paguen y no el qué experimenten. Sin duda alguna esto me daba un buen presentimiento, pues en sus palabras escuchaba a una mujer convencida y segura de lo que habla, tal y como lo solía hacer yo. Caminé de nuevo hasta mi silla, sentándome de frente a ella, recargándome en el respaldo con los brazos y mirándola de una forma atenta sin dejar de hacer contacto visual -Con el debido respeto Devany, tus palabras me encantan, creo que tenemos más en común de lo que me había imaginado al venir hacia acá- Relajé el cuerpo inclinando cosa de nada la espalda para poder recargar los antebrazos en los laterales de la silla -Cómo definirías, en boca de una empresaria exitosa y linda el "placer real", ¿qué es el placer para una mujer que se dedica al negocio del sexo pero sin vender su cuerpo? Espero no ser impertinente. Supondría lo que sería una respuesta obvia de cualquier cortesana, pero no podría suponer qué pasa por la mente de quienes las maneja de forma exitosa- Al terminar con mis preguntas intensifiqué la mirada que dirigía hacia sus lindos ojos, intentando ver si podría quebrantar esa pose seria y llegar a sonrojarla.
-Por supuesto que se puede, siéntete en entera confianza conmigo, Devany- Hacía énfasis al decir su nombre, intentando hacerle notar que me sentía cómodo con ella. Me levanté de mi silla con el vaso de whiskey en la mano derecha y caminé hasta la ventana, recargándome un momento y proceder a hablar mientras veía de reojo cómo se miraba el callejón desde esta altura -Sebastián lo llamó afición; mi abuelo lo llama vicio; mi hermano lo llamaba distracción; la iglesia lo llama pecado; y mi padre lo llama pretexto y perdida de tiempo, en lugar de conseguir esposa y darme un nieto. Cada quien tiene una forma de llamarlo, ¿tú cómo lo llamarías, Devany?- Di una media vuelta sin quitarme del sitio y recargarme con la espalda recta en la ventana, mientras escuchaba la respuesta de Devany, atento, con una expresión relajada y sonriente - Yo personalmente lo llamo pasión. Soy un amante y admirador de todo a lo que belleza femenina se refiere; desde el olor de su cabello, la alegría que traen consigo, derrochando felicidad y sensualidad mezclada, haciendo una fusión perfecta. Tan sólo soy un agradecido con Dios, con la naturaleza o con quien haya creado a tan increíbles ángeles terrenales. Y yo sólo agradezco aprovechando y degustando las virtudes que tan hermosos seres tienen. Tú como mujer debes entender eso más que yo, me imagino-
"Que París conozca lo que es el placer real". Aquellas palabras de la dama se me habían quedado plasmadas en el pensamiento, pues nunca había escuchado a una mujer tener tal convicción en un tema como el sexo, y menos tratándose de la dueña, pues a los dueños sólo les interesa que los clientes paguen y no el qué experimenten. Sin duda alguna esto me daba un buen presentimiento, pues en sus palabras escuchaba a una mujer convencida y segura de lo que habla, tal y como lo solía hacer yo. Caminé de nuevo hasta mi silla, sentándome de frente a ella, recargándome en el respaldo con los brazos y mirándola de una forma atenta sin dejar de hacer contacto visual -Con el debido respeto Devany, tus palabras me encantan, creo que tenemos más en común de lo que me había imaginado al venir hacia acá- Relajé el cuerpo inclinando cosa de nada la espalda para poder recargar los antebrazos en los laterales de la silla -Cómo definirías, en boca de una empresaria exitosa y linda el "placer real", ¿qué es el placer para una mujer que se dedica al negocio del sexo pero sin vender su cuerpo? Espero no ser impertinente. Supondría lo que sería una respuesta obvia de cualquier cortesana, pero no podría suponer qué pasa por la mente de quienes las maneja de forma exitosa- Al terminar con mis preguntas intensifiqué la mirada que dirigía hacia sus lindos ojos, intentando ver si podría quebrantar esa pose seria y llegar a sonrojarla.
Jerome De Bruyne- Cazador Clase Alta
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Re: Negocios que dan placer || Privado
Parecía que todo podía salir bien, el hombre tenía bastante claro todo y ella por su lado también, quizá sólo hacía falta afinar un poco los detalles que irían surgiendo cada que alguien hiciera una pregunta, pero ahora ya tenía todo bajo control -Algo escuché de ellos, lo suficiente como para saber que los negocios son algo que se le da porque lo lleva en la sangre, por eso confío en que todo esto saldrá lo suficientemente bien, ambos sabemos lo que queremos sólo es cuestión de terminar de materializarlo- dejó los folios de nuevo en el escritorio, al parecer no los ocuparía, por la forma de hablar del hombre podría investigar más cosas que usualmente no se ponían en ninguna currícula o que no era tan fácil de saberlo, pero siempre había muchos medios para poder conseguir información la que fuera, ella en muchas ocasiones lo había hecho, de buena o mala forma, saliéndose generalmente con la suya.
Sus ojos siguieron el paso del chico cuando se iba levantando hasta posarse en la ventana, parecía que aquél lugar llamaba para estar un rato ahí, tomó el vaso entre sus dedos y dio un pequeño sorbo mientras escuchaba al hombre -Muchas formas de ver las cosas, pero todo depende de como lo veas tú...- hizo que la silla girara para verle de frente, notando aquella nueva pose, haciendo que sus piernas cambiaran la posición cruzando una y sobre la otra -Placer, sinceridad, necesidad, sexo...- encogió los hombros sin más -Deseo... Por mucho que algunos se espanten de ello ahí siempre están, escondiéndose entre las sombras, pero ¿Para qué negarlo? no hay razón- apoyó las manos en los reposa brazos de la silla y sonrió de forma suave mientras le observaba, sin perder de vista aquellos ojos marrones -Si uno disfruta no veo que de malo haya en eso, además ¿Una esposa?- rió sin poder evitarlo mientras su cabeza se movía de forma negativa -Muchos vienen aquí porque con ella no quieren hacer nada que no sea aceptable para la sociedad, las mujeres de las casas se la pasan ahí esperando a que quieran usarlas, para que les den hijos, yo creo que no pierdes el tiempo, al contrario... Lo disfrutas- le guiñó el ojo a modo de complicidad.
Los ojos de ella siguieron el camino y se puso de nuevo frente a él, antes de responder dio un sorbo a su whisky y meditó las palabras ajenas -Esperemos tener mucho más en común para que esto funcione como debe, y de verdad creo que así será- dejó el vaso sobre el escritorio mientras de nuevo entraba aquella mujer, dejando sobre la mesa una charola con algunos canapés, había notado la mirada que su acompañante le dirigió en la entrada anterior, así que sólo sonrió, dejando que ella se retirara -Tendrás a la mano a las mejores- susurró con la sonrisa en los labios -¿Qué es el placer real? Que buena pregunta, nadie se había detenido a preguntar eso- se levantó y caminó hacia él, girando un poco llegando hasta ponerse detrás de él, las manos se posaron en los hombros del chico -¿Recuerdas lo que dije de las señoras de casa? A ellas las usan, abren las piernas, los hombres terminan y se van...- murmuró mientras se inclinaba un poco hacia él dejando que sus labios se pusieran casi rozando su oreja -¿Te gusta eso? ¿Te gusta pagar porque sólo abran las piernas? ¿Y las caricias? ¿Y los besos?- sonríe dejando que su voz se escuchara suavemente, sus manos se deslizaron un poco por su torso -¿O te gusta que te toquen? ¿Qué sepan lo que te gusta? ¿Qué te hagan gemir y jadear, que usen todo su cuerpo, su alegría?- regresó las manos a sus hombros con aquella misma caricia que había quedado en el descenso y se terminó de separar del hombre, volviendo a su lugar, cruzando la pierna de nueva cuenta -Eso es el placer real, no me gusta tener entre mis chicas mujeres que no están convencidas de lo que hacen, que se quejan de que les tocó vivir así cuando no es verdad, vendo servicios, deben ser los mejores- sonrió levemente -¿O tú qué piensas? ¿Qué te agrada más? ¿Por qué pagarías tú? Por eso me interesa la versión masculina, de alguien que no se limita- tomó su vaso de nueva cuenta, tomando un poco más de whisky y después agarró un canapé.
Sus ojos siguieron el paso del chico cuando se iba levantando hasta posarse en la ventana, parecía que aquél lugar llamaba para estar un rato ahí, tomó el vaso entre sus dedos y dio un pequeño sorbo mientras escuchaba al hombre -Muchas formas de ver las cosas, pero todo depende de como lo veas tú...- hizo que la silla girara para verle de frente, notando aquella nueva pose, haciendo que sus piernas cambiaran la posición cruzando una y sobre la otra -Placer, sinceridad, necesidad, sexo...- encogió los hombros sin más -Deseo... Por mucho que algunos se espanten de ello ahí siempre están, escondiéndose entre las sombras, pero ¿Para qué negarlo? no hay razón- apoyó las manos en los reposa brazos de la silla y sonrió de forma suave mientras le observaba, sin perder de vista aquellos ojos marrones -Si uno disfruta no veo que de malo haya en eso, además ¿Una esposa?- rió sin poder evitarlo mientras su cabeza se movía de forma negativa -Muchos vienen aquí porque con ella no quieren hacer nada que no sea aceptable para la sociedad, las mujeres de las casas se la pasan ahí esperando a que quieran usarlas, para que les den hijos, yo creo que no pierdes el tiempo, al contrario... Lo disfrutas- le guiñó el ojo a modo de complicidad.
Los ojos de ella siguieron el camino y se puso de nuevo frente a él, antes de responder dio un sorbo a su whisky y meditó las palabras ajenas -Esperemos tener mucho más en común para que esto funcione como debe, y de verdad creo que así será- dejó el vaso sobre el escritorio mientras de nuevo entraba aquella mujer, dejando sobre la mesa una charola con algunos canapés, había notado la mirada que su acompañante le dirigió en la entrada anterior, así que sólo sonrió, dejando que ella se retirara -Tendrás a la mano a las mejores- susurró con la sonrisa en los labios -¿Qué es el placer real? Que buena pregunta, nadie se había detenido a preguntar eso- se levantó y caminó hacia él, girando un poco llegando hasta ponerse detrás de él, las manos se posaron en los hombros del chico -¿Recuerdas lo que dije de las señoras de casa? A ellas las usan, abren las piernas, los hombres terminan y se van...- murmuró mientras se inclinaba un poco hacia él dejando que sus labios se pusieran casi rozando su oreja -¿Te gusta eso? ¿Te gusta pagar porque sólo abran las piernas? ¿Y las caricias? ¿Y los besos?- sonríe dejando que su voz se escuchara suavemente, sus manos se deslizaron un poco por su torso -¿O te gusta que te toquen? ¿Qué sepan lo que te gusta? ¿Qué te hagan gemir y jadear, que usen todo su cuerpo, su alegría?- regresó las manos a sus hombros con aquella misma caricia que había quedado en el descenso y se terminó de separar del hombre, volviendo a su lugar, cruzando la pierna de nueva cuenta -Eso es el placer real, no me gusta tener entre mis chicas mujeres que no están convencidas de lo que hacen, que se quejan de que les tocó vivir así cuando no es verdad, vendo servicios, deben ser los mejores- sonrió levemente -¿O tú qué piensas? ¿Qué te agrada más? ¿Por qué pagarías tú? Por eso me interesa la versión masculina, de alguien que no se limita- tomó su vaso de nueva cuenta, tomando un poco más de whisky y después agarró un canapé.
Devany Vixen- Humano Clase Alta
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Re: Negocios que dan placer || Privado
Sería un acto de lo más hipócrita el negar que mientras ella me tocaba y me hablaba al oído no había tenido una reacción masculina de lo más normal en un heterosexual. Y peor tratándose de mí, pues si ante algo suelo ser débil, frágil y animal, es con las mujeres atractivas, y más siendo tan perfectamente bellas como mi futura socia. Creo que a esto se refería mi padre cuando en medio de sus múltiples consejos me dijo que siempre sería mucho más fácil el negociar con hombres. Lo veía como palabras machistas de su parte, pero hasta ahora me doy cuenta que no era así y que su boca estaba llena de razón. Mucho más fácil me habría resultado el negociar esto con un proxeneta que me pidiera una inversión y me ofreciera el 40%, pero tampoco mentiré; situaciones como estas me encantan, pues de muy buena manera me di cuenta que Devany es de esas pocas mujeres que logran manejar la sensualidad de la tierna y mágica voz femenina a la perfección. Si más mujeres supieran lo que podrían lograr con ese encanto, todas dejarían a los hombres en la calle y en bancarrota; no se si sería para mi buena o mala fortuna, pero creo Devany entendía eso perfecta y claramente.
No pude evitar que la piel se me erizara mientras la escuchaba hablar con tal convicción sobre la pregunté que le cuestioné, sin duda me había dejado sorprendido -¿Qué me agrada más? ¿por qué pagaría? ... Esas preguntas no me las hacen muy seguido y créeme que me encanta responderlas- Me puse de nuevo pie en dirección a la mesa para servirme un poco más de whiskey, tomar un canapé, observándolo por un momento (pues era un alimento que no conocía) para después llevar un mordisco a mi boca y colocarlo a un costado de mi vaso a medio llenar. Me dirigí ahora hacía Devany, colocándome detrás de ella, recargando mi pecho sobre la espalda de la silla, deslizando mis manos lenta y delicadamente por sus brazos hasta llegar a los antebrazos, bajando luego mi cabeza para llegar con mi boca cerca de su oído y mi nariz rosando en pequeñas ocasiones su mejilla-Querida Devany, imagina que eres una cortesana de clase baja, el seguir sobreviviendo día a día en esta selva contemporánea depende completamente del dinero que le sacas a los hombres que vienen a abrirte las piernas. Supongamos ahora que soy yo tu cliente para esta noche; un tipo al que le sobra dinero y que no le importará derrocharlo en ti; y de nuevo supongamos que te hago una apuesta: Te garantizo que experimentarás conmigo el mejor sexo que hayas tenido jamás, que gemirás tan alto como nunca lo has hecho y que experimentarás un éxtasis único, el cual jamás te habrías imaginado. Si consigo todo lo que te garanticé, tú tendrías otra noche más de sexo conmigo, pero gratis, y si según tu apreciación, no lo consigo, te pagaría diez veces más la suma acordada por el rato de sexo. ¿Tentador, verdad? Sería sencillo mentir y multiplicar por diez la ganancia
Enderecé mi cuerpo y retiré mis manos de los brazos de Devany, para ir a tomar el whiskey y el canapé que había dejado en la mesa y regresar a mi asiento, bebiendo un trago del vaso para continuar hablando -Esa apuesta se la he planteado a un montón de cortesanas al rededor de toda Europa, casi todas aceptaron, ¿Devany, tienes una idea de con cuántas perdí dicha apuesta? La respuesta es cero. Todas regresaron a mis brazos la noche siguiente sin la intención de cobrarme absolutamente nada, y aunque te parezca poco creíble o ridículo de mi parte, siempre termino pagándoles diez veces de lo acordado, nada mas por mero gusto mío. ¿Te da eso una idea de lo poderoso que es el placer sexual? Mujeres que matarían por cantidades grandes de dinero, terminan sucumbiendo ante el placer, aún cuando les ofrezco una cantidad desmesurada de dinero por mentirme. Siempre se dice que el arma más poderosa es el dinero, yo por el contrario, creo que es el placer nuestra mejor arma- Hice de nuevo una pausa para observar a Devany, la cual se notaba un tanto seria e interesada en mis palabras. Di de nuevo otro trago al whiskey para terminarlo, colocarlo en una lateral de la silla y llevarme las manos a la nuca -¿Eso responde a tus preguntas Devany? Eso es lo que me agrada más, eso es lo que me hace feliz, eso es por lo que me gusta pagar; por ver a las mujeres disfrutar. Nada me satisface más como persona que el saber que le brindé a una mujer la mejor noche que haya tenido como cortesana, eso es lo que me hace sentir vivo y una de las cosas por las cuales me gusta vivir. Ahora yo pregunto eso a ti, Devany. ¿Qué es lo que te apasiona a ti? ¿Qué te hace sentir viva? ¿Qué te hace querer dedicarte a este negocio?-
No pude evitar que la piel se me erizara mientras la escuchaba hablar con tal convicción sobre la pregunté que le cuestioné, sin duda me había dejado sorprendido -¿Qué me agrada más? ¿por qué pagaría? ... Esas preguntas no me las hacen muy seguido y créeme que me encanta responderlas- Me puse de nuevo pie en dirección a la mesa para servirme un poco más de whiskey, tomar un canapé, observándolo por un momento (pues era un alimento que no conocía) para después llevar un mordisco a mi boca y colocarlo a un costado de mi vaso a medio llenar. Me dirigí ahora hacía Devany, colocándome detrás de ella, recargando mi pecho sobre la espalda de la silla, deslizando mis manos lenta y delicadamente por sus brazos hasta llegar a los antebrazos, bajando luego mi cabeza para llegar con mi boca cerca de su oído y mi nariz rosando en pequeñas ocasiones su mejilla-Querida Devany, imagina que eres una cortesana de clase baja, el seguir sobreviviendo día a día en esta selva contemporánea depende completamente del dinero que le sacas a los hombres que vienen a abrirte las piernas. Supongamos ahora que soy yo tu cliente para esta noche; un tipo al que le sobra dinero y que no le importará derrocharlo en ti; y de nuevo supongamos que te hago una apuesta: Te garantizo que experimentarás conmigo el mejor sexo que hayas tenido jamás, que gemirás tan alto como nunca lo has hecho y que experimentarás un éxtasis único, el cual jamás te habrías imaginado. Si consigo todo lo que te garanticé, tú tendrías otra noche más de sexo conmigo, pero gratis, y si según tu apreciación, no lo consigo, te pagaría diez veces más la suma acordada por el rato de sexo. ¿Tentador, verdad? Sería sencillo mentir y multiplicar por diez la ganancia
Enderecé mi cuerpo y retiré mis manos de los brazos de Devany, para ir a tomar el whiskey y el canapé que había dejado en la mesa y regresar a mi asiento, bebiendo un trago del vaso para continuar hablando -Esa apuesta se la he planteado a un montón de cortesanas al rededor de toda Europa, casi todas aceptaron, ¿Devany, tienes una idea de con cuántas perdí dicha apuesta? La respuesta es cero. Todas regresaron a mis brazos la noche siguiente sin la intención de cobrarme absolutamente nada, y aunque te parezca poco creíble o ridículo de mi parte, siempre termino pagándoles diez veces de lo acordado, nada mas por mero gusto mío. ¿Te da eso una idea de lo poderoso que es el placer sexual? Mujeres que matarían por cantidades grandes de dinero, terminan sucumbiendo ante el placer, aún cuando les ofrezco una cantidad desmesurada de dinero por mentirme. Siempre se dice que el arma más poderosa es el dinero, yo por el contrario, creo que es el placer nuestra mejor arma- Hice de nuevo una pausa para observar a Devany, la cual se notaba un tanto seria e interesada en mis palabras. Di de nuevo otro trago al whiskey para terminarlo, colocarlo en una lateral de la silla y llevarme las manos a la nuca -¿Eso responde a tus preguntas Devany? Eso es lo que me agrada más, eso es lo que me hace feliz, eso es por lo que me gusta pagar; por ver a las mujeres disfrutar. Nada me satisface más como persona que el saber que le brindé a una mujer la mejor noche que haya tenido como cortesana, eso es lo que me hace sentir vivo y una de las cosas por las cuales me gusta vivir. Ahora yo pregunto eso a ti, Devany. ¿Qué es lo que te apasiona a ti? ¿Qué te hace sentir viva? ¿Qué te hace querer dedicarte a este negocio?-
Jerome De Bruyne- Cazador Clase Alta
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Fecha de inscripción : 13/06/2014
Localización : En algún burdel parisino
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Re: Negocios que dan placer || Privado
Y ahora los papeles se habían invertido, los ojos verdes de la rubia habían seguido los pasos del chico que ahora se posaba detrás de ella, su cabeza giró casi se forma automática para así recostarse sobre el hombro contrario dejando paso a sus palabras, sus roces y aquellos juegos que comenzaba el hombre, dejando que su mente se concentrara en lo que realmente era importante, a pesar de que su piel se había erizado un poco ante el leve contacto. Cerró los ojos satisfecha con lo que se había dicho, era cierto, la versión masculina siempre era tan diferente, tendríamos que equilibrar todo, estar convencidos de lo que íbamos a ofrecer para que el negocio realmente funcionara, ya era cuestión de estrategia, pero sabía que ambos podríamos llegar bastante lejos, éramos ambiciosos, se notaba, aquello auguraba que todo iría de viento en popa, Sebastián se llevaría una buena tajada donde todo se cerrara como se estaba viendo hasta ese instante, Devany estaba completamente complacida.
Cruzó los brazos debajo de su pecho, mientras esperaba que el hombre regresara a su sitio, la pierna que tenía cruzada se movía con cierto ritmo analizando las palabras que diría -¿Sabes cuántas ofertas de esas he tenido? Muchas, demasiadas... No podría contarlas y ese es el verdadero tira y afloja, tú me puedes decir que me darás el mejor sexo de mi vida y yo podría llegar a creerte, sin embargo ¿Con cuántas se pueden haber acostado? Algunos con muchas, sin embargo, es nuestra profesión, tú lo has dicho, una niña que no tiene recursos y que le tocó esto, que quizá nadie más la quiera tocar en su vida o que de haberlo hecho lo habrán logrado de una forma ruín- se inclinó hacia él, apoyando las manos en el reposabrazos ajeno, dejando que su rostro estuviera invadiendo el espacio vital de Peter - Y eso es lo que quiero que ofrezcan mis chicas, nuestras chicas, el mejor sexo que podrán esperar en París...- susurró dejando que su aliento chocara con la piel masculina -Que repitan, que paguen hasta lo que no tienen con tal de experimentar nuevas cosas, de poder sentir como vibra su cuerpo debajo de la fémina, que sientan que no hay nada mejor que eso- movió su cuerpo un poco más, permitiéndose dejar que casi este reposara sobre el del chico, apoyando la rodilla en medio de sus piernas -Claro que responde mis preguntas, aunque tu cuerpo ya lo había hecho antes- le guiñó el ojo de forma descarada, pasando un dedo por su mentón y bajando la mirada de forma sugestiva.
Se separó de golpe, dando media vuelta, acomodando sus ropas y volviendo a su sitio -Muchos vienen aquí por ese orgullo masculino, después de todo, saber que son los mejores les "aviva" sin embargo puedo decir que pocos se han superado... No quiero decir que no haya tenido buenas noches, pero ¿La mejor?- chasqueó la lengua -Pocos, en verdad... Otros más ilusos vienen porque en su casa no tienen la comprensión adecuada, quiero tener chicas para todo tipo de clientes, los ardientes...- se mordió el labio inferior mirándolo -Los ilusos y obviamente... los borrachos que sólo mantienen el calentón entre las piernas mientras el alcohol les corra por las venas ¿Crees que se podrá?- Cruzó de nuevo la pierna, pero esta vez rozó la espinilla ajena, con la punta de su pie en el camino.
Cruzó los brazos debajo de su pecho, mientras esperaba que el hombre regresara a su sitio, la pierna que tenía cruzada se movía con cierto ritmo analizando las palabras que diría -¿Sabes cuántas ofertas de esas he tenido? Muchas, demasiadas... No podría contarlas y ese es el verdadero tira y afloja, tú me puedes decir que me darás el mejor sexo de mi vida y yo podría llegar a creerte, sin embargo ¿Con cuántas se pueden haber acostado? Algunos con muchas, sin embargo, es nuestra profesión, tú lo has dicho, una niña que no tiene recursos y que le tocó esto, que quizá nadie más la quiera tocar en su vida o que de haberlo hecho lo habrán logrado de una forma ruín- se inclinó hacia él, apoyando las manos en el reposabrazos ajeno, dejando que su rostro estuviera invadiendo el espacio vital de Peter - Y eso es lo que quiero que ofrezcan mis chicas, nuestras chicas, el mejor sexo que podrán esperar en París...- susurró dejando que su aliento chocara con la piel masculina -Que repitan, que paguen hasta lo que no tienen con tal de experimentar nuevas cosas, de poder sentir como vibra su cuerpo debajo de la fémina, que sientan que no hay nada mejor que eso- movió su cuerpo un poco más, permitiéndose dejar que casi este reposara sobre el del chico, apoyando la rodilla en medio de sus piernas -Claro que responde mis preguntas, aunque tu cuerpo ya lo había hecho antes- le guiñó el ojo de forma descarada, pasando un dedo por su mentón y bajando la mirada de forma sugestiva.
Se separó de golpe, dando media vuelta, acomodando sus ropas y volviendo a su sitio -Muchos vienen aquí por ese orgullo masculino, después de todo, saber que son los mejores les "aviva" sin embargo puedo decir que pocos se han superado... No quiero decir que no haya tenido buenas noches, pero ¿La mejor?- chasqueó la lengua -Pocos, en verdad... Otros más ilusos vienen porque en su casa no tienen la comprensión adecuada, quiero tener chicas para todo tipo de clientes, los ardientes...- se mordió el labio inferior mirándolo -Los ilusos y obviamente... los borrachos que sólo mantienen el calentón entre las piernas mientras el alcohol les corra por las venas ¿Crees que se podrá?- Cruzó de nuevo la pierna, pero esta vez rozó la espinilla ajena, con la punta de su pie en el camino.
Devany Vixen- Humano Clase Alta
- Mensajes : 129
Fecha de inscripción : 26/01/2013
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