La señal [Libre]

Crystall estaba sentada en la calle principal de París rodeada por lo menos de veinte almas, la mayoría, almas agresivas que no la abandonaban porque ella fue la causante de su muerte, y pese a todo lo que a veces hacían por atentar contra Crystall nunca se salían con la suya. La bruja era una poderosa nigromante y titiritera y su dominio sobre el plano espiritual y terrenal no podía compararse, aunque eso no significaba que no podría ser superado como ya le había pasado con Hadewish Van Dussel. Ella había usado a esas almas vengativas en contra de la bruja, sólo en ese momento pudieron hacerle daño y aunque ella también tenía el poder para destruir las almas o enviarlas ya sea al infierno o a la luz entregándoselas a la muerte, no lo hacía, fingía haberlos perdonado, como si todo hubiera estado arreglado pero lo cierto era que cuando se presentara el momento la bruja los usaría de la forma más cruel que pudiera.

Pero de entre tantas almas existían tres que representaban más que unos sirvientes, eran también consejeros pero no amigos, después de lo que había pasado con Dalma se prometió así misma no volver a hacerse amiga de un alma, –ellos son para usarse— quería engañarse para decirle a su corazón que no extrañaba a Dalma, la fantasma que la cuidó toda su niñez y parte de su juventud, al menos, hasta que se casó con su hermano y mantuvo una relación incestuosa por casi un año. Crystall había sido muy egoista, estaba entregada a la cama de su hermano  yde los amantes que llegó a tener que dio la espalda a Dalma, Crystall fue la que falló no Dalma y no lo negaba.

—Crysty hay una mujer distinta a las demás que se encuentran por aquí— informó Anabelle pero Crystall no levantó la vista, sus ojos tristes miraban el suelo perdidos en los recuerdos de aquella noche donde incluso Dalma la atacó y un par de lágrimas se derramaron por sus mejillas. —Todas las mujeres son distintas— reprochó, —pero no como ella... Crysty tiene un aura como la tuya—— y Crystall se sobresaltó, sus ojos se abrieron como platos y sus labios mostraron una expresión que no podía identificarse como una sonrisa pero no significaba tristeza. —Por supuesto, no es un aura violenta y no tienes almas como las tuyas pero está ahí y atrae a varias almas aunque al parecer no lo sabe— dijo y Crystall por fin la vio del otro lado de la calle. —Thomas, ve a donde ella para indagar, habla con las almas para saber si alguna ha estado pegado a ella por mucho tiempo, de ser así, que te diga todo lo que sabe, esa joven no es lo que parece— dijo con seguridad sin mirar a Thomas que no desobedeció.

La bruja se puso seria y se recargó en la banca, a su alrededor, en el plano espiritual, las almas comenzaron a sobresaltarse, queriendo manifestarse en el plano terrenal lo que crystall con su poder no permitía pese a no prestarles atención. Entonces se desesperó de que tardara Thomas y se puso de pie. —¿Por qué tarda tanto?— se cruzó de brazos como una niña caprichosa y Anabelle se puso a un costado. —Quizás no le dicen mucho o no tienen mucho tiempo con ella, vea cada vez hay más almas con ella— quiso justificar a Crystall pero ésta hizo una mueca mientras movía la cabeza negando lo que decía Anabelle. —Voy a ir...— Anabelle quiso interponerse pero la bruja la atravesó pues estaba en su forma fantasmal.

De pronto, el cielo se oscureció, no eran nubes de lluvia pero si cubrió el sol negando que la intensidad de los rayos acariciaran las calles parisinas. Crystall se había detenido para contemplar el cielo pero una vez que dejó de mirarlo caminó hasta la joven, poniéndose a su espalda y camino hacía adelante fingiendo que venía detrás, se detuvo a un costado y vio el cielo con asombro. —¿Qué extraño no le parece?— le dijo atrayendo su atención y después sonrió.