Recien llegada. [Libre]

por **Aleera Almasy** Mar Jul 22, 2014 3:28 am

El carruaje paró en plena zona comercial de París, se podía intuir por el gran alboroto de gente y ruido que había alrededor. Salí del carromato indicando que dejasen mis maletas en él hasta que volviera de visitar un poco aquellas calles.

Era un mar de dudas lo que pasaba por mi cabeza... "me iría bien en aquella nueva ciudad, me adaptaría a su ambiente tan distinto al de Polonia, ¿conocería pronto a alguien?". Me detuve por un instante, ya que llegó a mi olfato un peculiar olor, una flor que desconocía. Tras haber vivido tantos años rodeada de naturaleza creía reconocer todos estos olores, pero aquel era peculiar.

Comencé a seguir el olor guiándome de mi olfato, hasta desembocar en una pequeña tienda de perfumes.
Leí el cartel antes de entrar en ella. "Il imaginé". Tenía gran colorido, con todo tipo de perfumes, de todos los colores y tamaños, y bajo estos las instrucciones de lo que contenían.

Seguí buscando el perfume que tanto llamaba mi atención, mirando de un lado para otro, detrás de los más grandes, e incluso en las estanterías más altas. Pero no aparecía.

por **Victor Tocqueville** Miér Jul 23, 2014 5:13 am

Uno de mis diversos negocios era la venta de rosas para perfumerías. Había años que tenía tal cantidad de rosales que al final me vi obligado a venderlas. ¿Y qué mejor uso le podía dar a las rosas de mi Danielle que convertirlas en perfumes? Con los años, aquello impulsó aún más mi fortuna, que solía gastar en donaciones a orfanatos y hospitales además de darles caprichos a mis chicos.

Podía dejarlo todo en manos de mis criados y sirvientes, pero aquel asunto en concreto me daba más satisfacción si era yo el que entregaba las rosas de mi Danielle a buen precio, tampoco quería abusar de mis clientes. Entré en la tienda seguido de mi mayordomo Rigon y dos criados que llevaban los cestos de rosas del carruaje a la tienda en varios viajes. Le di la mano a al dueño, un hombre estirado y rechoncho con el pelo negro repeinado hacia atrás y bigotes tiesos. Dejé a Rigon con el perfumero, que se disculpó ante la señorita que miraba los perfumes y cerró la tienda por dentro.

-Vuelvo enseguida, señorita- le dijo antes de desaparecer escaleras abajo.

Hice una leve inclinación de cabeza como saludo.

-¿Está buscando algo en especial, señorita?- le pregunté cuando nos quedamos a solas.

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