AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Vino a los caballeros y agua a los caballos || Privado
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Vino a los caballeros y agua a los caballos || Privado
A fin de cuentas dieron con una cálida posada que se hallaba por una zona campestre, se hizo lo posible pero los estándares que se pretendían alcanzar no fueron consolidados, solo lograron encontrar habitaciones de una sola cama (matrimonial) pues no habían encontrado hospedaje que les diera una respuesta distinta. La mujer decidió resolver y olvidarse de prejuicios, no había dicho nada pero tal cosa no hacía falta, su inseguridad y su pena eran posible de oler incluso su rostro hablaba por ella Balú lo entendía y al mismo tiempo le parecía tierno, ella tenía un toque distinto a las mujeres que había conocido, buscaba en lo posible su conservación, su dignidad, honor y ética lo cual daba como resultado aquella monja heroína que le había sacado de ahí, una flor que hacia capullo para no mostrar su belleza a cualquiera y que lo hacia quien sabe por qué o para que, la desconfianza debía estar presente en él a todo momento sin embargo la dama no se la inspiraba a tal punto.
Pasaron a la habitación y Balú no dudo en rápidamente darse un buen baño, hace días apestaba, el podía soportarlo pero tenía en cuenta de que su compañera no estaba cómoda del todo, salió y se vistió solo con la parte baja del traje, también observo que ella se había dispuesto a relajarse un poco y justo cuando parecía que no quedaba otra que hacer si no irse a dormir la mujer se sentó en una de las esquinas de la cama y le pido a Balú que tomara asiento. En este instante ella estaba en su debido momento de cuestionar quien era él y que pensaba hacer, ahora el negro se rendía ante la mujer mostrando a desnudes total su verdad, lo que sucedía y el lio en el que estaba metido.
—Vera… le agradezco mucho que me haya sacado de aquel lugar tan deprimente, le debo mi vida aun si esto no llegase a tener éxito, aun si me encontrasen y me llevaran allá nuevamente, incluso si me ejecutaran seguiré estando agradecido con usted, me ha salvado y de la forma que sea le compensare— Pauso su hablar un momento, pues vio el gesto carismático de aquella señora, en vista de la situación el mismo se conmovió y la voz se le quebranto, por vergüenza se retuvo y pidió disculpas, al momento de reponerse continuo —Vengo de un país del nuevo mundo llamado Venezuela, el cual está en conflicto con la colonia española en busca de su independencia y no solo esto, quien lidera esta rebelión un tal Bolívar dice querer dar la libertad a los negros como yo. Debí ser un esclavo como los demás pero el dueño de la hacienda donde nací me tomo como a su propio hijo ya que fui rechazado por mi propia gente… Así crecí como un blanco adinerado, de una u otra manera floreció fortuna dentro de mi desgracia, así mismo como florecen, los lotos en el barrial del pantano. Viví como hijo mas de aquel hombre e incluso fui heredero de su fortuna, prácticamente fue ayer que todo se derrumbo que mi buena vida cambio drásticamente. Sucedió que se corrieron los rumores de que mi hermano era practicante de la hechicería y adoraba dioses paganos; mentira no era del todo, el se dedicaba a la práctica de la Alquimia y el Cábala, la inquisición nos acorralo y el no tuvo otra opción que dejarme a cuidado de un extraño y escapar por su cuenta. Este hombre término vendiéndome al circo como algo más que un esclavo, seguramente debe estar en estos momentos dándose vida a costa de un monstruo como yo…—
Era obvio y lógico que la mujer preguntase el por qué se llamaba así mismo monstruo, a esto respondió cabizbajo — Ahora no tengo fuerzas para enseñarle, será mejor mañana así que guarde sus dudas — un poco tosco quizá, pero amenos debía tratar de conservar su puesto por esa noche. Balú le pidió a la mujer que no se preocupara por su moral el cómodamente podía dormir en el piso y ella en la cama. Y así fue; aun no se había oscurecido la habitación cuando el negro ya estaba acostado tenía una almohada y le parecía cómodo, Ainhoa tenia cosas en su cabeza y dejo pasar un poco el tiempo antes de pasar al mundo de los sueños, pero justo en el momento en que iba apagar la lámpara para al fin dormir su alma se estremeció al ver aquel hombre durmiendo tan felizmente ahí con la boca semi-abierta y una cómica posición, no podía soportar tal injusticia y le despertó para invitarle a dormir con ella en la cama.
Pasaron a la habitación y Balú no dudo en rápidamente darse un buen baño, hace días apestaba, el podía soportarlo pero tenía en cuenta de que su compañera no estaba cómoda del todo, salió y se vistió solo con la parte baja del traje, también observo que ella se había dispuesto a relajarse un poco y justo cuando parecía que no quedaba otra que hacer si no irse a dormir la mujer se sentó en una de las esquinas de la cama y le pido a Balú que tomara asiento. En este instante ella estaba en su debido momento de cuestionar quien era él y que pensaba hacer, ahora el negro se rendía ante la mujer mostrando a desnudes total su verdad, lo que sucedía y el lio en el que estaba metido.
—Vera… le agradezco mucho que me haya sacado de aquel lugar tan deprimente, le debo mi vida aun si esto no llegase a tener éxito, aun si me encontrasen y me llevaran allá nuevamente, incluso si me ejecutaran seguiré estando agradecido con usted, me ha salvado y de la forma que sea le compensare— Pauso su hablar un momento, pues vio el gesto carismático de aquella señora, en vista de la situación el mismo se conmovió y la voz se le quebranto, por vergüenza se retuvo y pidió disculpas, al momento de reponerse continuo —Vengo de un país del nuevo mundo llamado Venezuela, el cual está en conflicto con la colonia española en busca de su independencia y no solo esto, quien lidera esta rebelión un tal Bolívar dice querer dar la libertad a los negros como yo. Debí ser un esclavo como los demás pero el dueño de la hacienda donde nací me tomo como a su propio hijo ya que fui rechazado por mi propia gente… Así crecí como un blanco adinerado, de una u otra manera floreció fortuna dentro de mi desgracia, así mismo como florecen, los lotos en el barrial del pantano. Viví como hijo mas de aquel hombre e incluso fui heredero de su fortuna, prácticamente fue ayer que todo se derrumbo que mi buena vida cambio drásticamente. Sucedió que se corrieron los rumores de que mi hermano era practicante de la hechicería y adoraba dioses paganos; mentira no era del todo, el se dedicaba a la práctica de la Alquimia y el Cábala, la inquisición nos acorralo y el no tuvo otra opción que dejarme a cuidado de un extraño y escapar por su cuenta. Este hombre término vendiéndome al circo como algo más que un esclavo, seguramente debe estar en estos momentos dándose vida a costa de un monstruo como yo…—
Era obvio y lógico que la mujer preguntase el por qué se llamaba así mismo monstruo, a esto respondió cabizbajo — Ahora no tengo fuerzas para enseñarle, será mejor mañana así que guarde sus dudas — un poco tosco quizá, pero amenos debía tratar de conservar su puesto por esa noche. Balú le pidió a la mujer que no se preocupara por su moral el cómodamente podía dormir en el piso y ella en la cama. Y así fue; aun no se había oscurecido la habitación cuando el negro ya estaba acostado tenía una almohada y le parecía cómodo, Ainhoa tenia cosas en su cabeza y dejo pasar un poco el tiempo antes de pasar al mundo de los sueños, pero justo en el momento en que iba apagar la lámpara para al fin dormir su alma se estremeció al ver aquel hombre durmiendo tan felizmente ahí con la boca semi-abierta y una cómica posición, no podía soportar tal injusticia y le despertó para invitarle a dormir con ella en la cama.
Balú- Cambiante Clase Baja
- Mensajes : 13
Fecha de inscripción : 24/11/2013
Re: Vino a los caballeros y agua a los caballos || Privado
Ya estaba más relajada, se había resignado a tener que estar aquella noche sola con un desconocido, ella misma se lo había buscado no podía echarse para atrás si ya estaba tan metida en todo eso. Escuchaba al cambiante, como contaba la historia de su vida, había llegado a pasar por tantas cosas que llegaba a sonar todo un cuento fantástico, pero la sinceridad en su tono de voz y aquel semblante que tenía en su rostro le decía que todo lo que le contaba era verdad. Ella misma se llego a sorprender segundos después cuando se había dado cuenta que había podido digerir toda la información captado todo.
Ya era tarde, el cansancio se podía percibir en las dos personas, esperaría con ansias la demostración que le prometía, estaba segura que sería una experiencia importante en su vida. Ella conocía y convivía con una bruja muy poderosa, estaba consciente que debía apreciar eventos fuera de lo común, por eso la llegaba a entusiasmar tal momento, llegaba a pensar que entraría a un nuevo mundo cuando aquel hombre de tez negra le mostrara los secretos que guardaba en su interior y que eran tal vez los causantes de tal sufrimiento.
―Lo comprendo, estamos muy agotados, es mejor descansar por esta noche ― sonrió débilmente mientras intentaba acomodarse en aquella cama, el hombre había optado por ser caballeroso y ceder todo el lugar, el dormiría en el piso con apenas la comodidad de una simple almohada. Ainhoa trato de mentalizarse que ese era el modo correcto de hacer las cosas. La sociedad en donde vivían estipulaban tal trato entre las diferentes razas, ella siempre estaría en un escalón mas alto que el, aunque no fuera lo suficiente para considerarse una mujer importante en la época, era lo suficiente como para ser una noble trabajadora de clase media, que servía con buena posición a las personas de más alto estrado, con mucho orgullo de que fuera así.
Aun así su corazón le decía que no estaba bien, aunque supiera las reglas de la sociedad, parecía ser de su naturaleza desear romperlas y desafiarse a sí misma, tal vez por eso estaba tan interesada en aprender lo que no debía aprender, para poder llegar a desprenderse de la sociedad y ser parte de otra más selectiva y sin juicios, pero que siempre estaría por debajo de las cuerdas de la principal ― Monsieur Balù no podría dormir si usted llega a permanecer en el suelo ― se quejo suavemente, con esa cierta elegancia que le ponía a cada palabra que salía de sus labios. Aparto un espacio para que el negro pudiera acostarse a su lado, giro su cuerpo dándole la espalda ― Mi corazón ya me ha dicho que usted es un caballero excepcional; si el mundo tuviera más como usted, seriamos tan felices ― susurro mientras se acomodaba entre las sabanas acurrucándose ― Buenas noches Monsieur Balù ― fue lo último que dijo antes que sus parpados pesadamente se terminaran de cerrar.
La última vez que había dormido con alguien había sido con su madre, recordaba las veces que la reguardaba en su pecho mientras su padre arduamente trabajaba turnos muy largos, tantos que olvidaba que era el calor de un hogar por las noches, era extraño sentir para ella un cuerpo cálido a su lado, pero llegaba a ser reconfortante y protector al mismo tiempo. Algo en su estomago se revolvía. Suave, dulce y tormentoso, podría llegar a describirse lo que estaba sucediendo en su interior. La joven servidora término girando repentinamente, ya estaba dormida, pero sus manos se habían aferrado a los harapos del negro y ella misma busco el amplio pecho masculino en donde escondió su rostro para seguir dormitando de una forma placentera, entre los brazos de un hombre que apenas hace unas horas había conocido.
Que agradable hubiera sido sentir que todo hubiera terminado allí, que hubiera sido solamente un vil sueño, esperaba que al despertar, el pobre Balù estuviera en un lugar mejor, tal vez lejos de allí, aprovechado a escapar en busca de un futuro mejor y ella seguiría con su vida normal.
Unos fuertes golpes hicieron que prácticamente saltara de la cama ― ¿Qué esta sucediendo? ― pregunto, mirando como la puerta se estremecía por tales golpes, no duro mucho para que la puerta cediera a la violencia, entraron dos hombres que se fijaron en el negro, Ainhoa busco enojarse, alegar algo, pero antes de poder levantarse, ya la tenían arrastrando hacia afuera.
― Gracias por tus servicios ― fue lo que dijo aquel hombre que la había sacado de la habitación, mientras el otro se quedaba adentro con Balù. ¡Le había dicho mujerzuela! Para colmo el hombre había sacado algunas monedas de su bolsillo y tirándosela al suelo como si ella no fuera nada más que un objeto que podrían utilizar y botar cuando quisiera.
― ¿Cómo se atreve a irrespetarme? ― termino hirviendo de la cólera, escupió al maleante, mientras buscaba terminar con una bofetada, pero antes que pudiera hacerlo, había sujetado su muñeca y sin delicadeza la sujeto del cuello, acorralándola en una pared cercana mientras la privaba del oxigeno necesario para sobrevivir ― Ahg… ― sintió el verdadero miedo de morir, en los ojos de aquel hombre no se veía piedad alguna. ― Ba-lù ― fue lo que pudo decir, mientras sus manos buscaban inútilmente librarse de ese fuerte agarre. Podía solamente escuchar los insultos del hombre “perra” “estúpida” “te hubieras largado” si, tal vez se hubiera ido… pero esa no hubiera sido Ainhoa.
“Ayudame…” entrecerró sus ojos, sentía que el oxigeno le faltaba, necesitaba respirar, pero las bocanadas de aire eran escasas y cada vez mas apretaban mas, como si quisieran partirle el cuello, pero también verla sufrir, si era eso, lo estaban logrando. El brillo de sus ojos se apagaban, ella misma comenzaba a darse por vencida. Estaba a punto de darse por vencida cuando se sintió libre, cayó al piso de bruces y pudo respirar al fin, se sintió salvada, giro su rostro y encontró al negro encima del hombre que la estaba agrediendo, su vista algo borrosa fue nuevamente a la habitación en donde estaba el otro sujeto medio inconsciente. ―Ahg… Balù detente ― trato de decirlo alto pero su voz era ronca y baja, se movió torpemente, cayéndose dos veces antes de sujetar al negro por uno de sus hombros ― Detente, ven, vámonos, hay que irnos ― lo jalo varias veces, para que pudiera aceptar moverse y dejar al hombre mal herido, uno de los dos que querían volverlo a llevar nuevamente al cautiverio en donde había estado todos estos meses.
Termino solamente dando unos tres pasos antes de detenerse bruscamente, aun sentía algo aprisionando su cuello, termino llorando amargamente en ese lugar sin poder hacer nada, había creído que moriría en ese momento. No se dio cuenta cuanto el negro la giro para poder abrazarla y tranquilizara, pero solamente afloro un llanto más fuerte y amargo, ella misma se abrazo a él, aferrándose fuertemente ― Gracias por no dejarme sola ― susurro entre gimoteos mientras trataba de esconder su rostro y lagrimas en el pecho del negro.
Ya era tarde, el cansancio se podía percibir en las dos personas, esperaría con ansias la demostración que le prometía, estaba segura que sería una experiencia importante en su vida. Ella conocía y convivía con una bruja muy poderosa, estaba consciente que debía apreciar eventos fuera de lo común, por eso la llegaba a entusiasmar tal momento, llegaba a pensar que entraría a un nuevo mundo cuando aquel hombre de tez negra le mostrara los secretos que guardaba en su interior y que eran tal vez los causantes de tal sufrimiento.
―Lo comprendo, estamos muy agotados, es mejor descansar por esta noche ― sonrió débilmente mientras intentaba acomodarse en aquella cama, el hombre había optado por ser caballeroso y ceder todo el lugar, el dormiría en el piso con apenas la comodidad de una simple almohada. Ainhoa trato de mentalizarse que ese era el modo correcto de hacer las cosas. La sociedad en donde vivían estipulaban tal trato entre las diferentes razas, ella siempre estaría en un escalón mas alto que el, aunque no fuera lo suficiente para considerarse una mujer importante en la época, era lo suficiente como para ser una noble trabajadora de clase media, que servía con buena posición a las personas de más alto estrado, con mucho orgullo de que fuera así.
Aun así su corazón le decía que no estaba bien, aunque supiera las reglas de la sociedad, parecía ser de su naturaleza desear romperlas y desafiarse a sí misma, tal vez por eso estaba tan interesada en aprender lo que no debía aprender, para poder llegar a desprenderse de la sociedad y ser parte de otra más selectiva y sin juicios, pero que siempre estaría por debajo de las cuerdas de la principal ― Monsieur Balù no podría dormir si usted llega a permanecer en el suelo ― se quejo suavemente, con esa cierta elegancia que le ponía a cada palabra que salía de sus labios. Aparto un espacio para que el negro pudiera acostarse a su lado, giro su cuerpo dándole la espalda ― Mi corazón ya me ha dicho que usted es un caballero excepcional; si el mundo tuviera más como usted, seriamos tan felices ― susurro mientras se acomodaba entre las sabanas acurrucándose ― Buenas noches Monsieur Balù ― fue lo último que dijo antes que sus parpados pesadamente se terminaran de cerrar.
La última vez que había dormido con alguien había sido con su madre, recordaba las veces que la reguardaba en su pecho mientras su padre arduamente trabajaba turnos muy largos, tantos que olvidaba que era el calor de un hogar por las noches, era extraño sentir para ella un cuerpo cálido a su lado, pero llegaba a ser reconfortante y protector al mismo tiempo. Algo en su estomago se revolvía. Suave, dulce y tormentoso, podría llegar a describirse lo que estaba sucediendo en su interior. La joven servidora término girando repentinamente, ya estaba dormida, pero sus manos se habían aferrado a los harapos del negro y ella misma busco el amplio pecho masculino en donde escondió su rostro para seguir dormitando de una forma placentera, entre los brazos de un hombre que apenas hace unas horas había conocido.
Que agradable hubiera sido sentir que todo hubiera terminado allí, que hubiera sido solamente un vil sueño, esperaba que al despertar, el pobre Balù estuviera en un lugar mejor, tal vez lejos de allí, aprovechado a escapar en busca de un futuro mejor y ella seguiría con su vida normal.
Unos fuertes golpes hicieron que prácticamente saltara de la cama ― ¿Qué esta sucediendo? ― pregunto, mirando como la puerta se estremecía por tales golpes, no duro mucho para que la puerta cediera a la violencia, entraron dos hombres que se fijaron en el negro, Ainhoa busco enojarse, alegar algo, pero antes de poder levantarse, ya la tenían arrastrando hacia afuera.
― Gracias por tus servicios ― fue lo que dijo aquel hombre que la había sacado de la habitación, mientras el otro se quedaba adentro con Balù. ¡Le había dicho mujerzuela! Para colmo el hombre había sacado algunas monedas de su bolsillo y tirándosela al suelo como si ella no fuera nada más que un objeto que podrían utilizar y botar cuando quisiera.
― ¿Cómo se atreve a irrespetarme? ― termino hirviendo de la cólera, escupió al maleante, mientras buscaba terminar con una bofetada, pero antes que pudiera hacerlo, había sujetado su muñeca y sin delicadeza la sujeto del cuello, acorralándola en una pared cercana mientras la privaba del oxigeno necesario para sobrevivir ― Ahg… ― sintió el verdadero miedo de morir, en los ojos de aquel hombre no se veía piedad alguna. ― Ba-lù ― fue lo que pudo decir, mientras sus manos buscaban inútilmente librarse de ese fuerte agarre. Podía solamente escuchar los insultos del hombre “perra” “estúpida” “te hubieras largado” si, tal vez se hubiera ido… pero esa no hubiera sido Ainhoa.
“Ayudame…” entrecerró sus ojos, sentía que el oxigeno le faltaba, necesitaba respirar, pero las bocanadas de aire eran escasas y cada vez mas apretaban mas, como si quisieran partirle el cuello, pero también verla sufrir, si era eso, lo estaban logrando. El brillo de sus ojos se apagaban, ella misma comenzaba a darse por vencida. Estaba a punto de darse por vencida cuando se sintió libre, cayó al piso de bruces y pudo respirar al fin, se sintió salvada, giro su rostro y encontró al negro encima del hombre que la estaba agrediendo, su vista algo borrosa fue nuevamente a la habitación en donde estaba el otro sujeto medio inconsciente. ―Ahg… Balù detente ― trato de decirlo alto pero su voz era ronca y baja, se movió torpemente, cayéndose dos veces antes de sujetar al negro por uno de sus hombros ― Detente, ven, vámonos, hay que irnos ― lo jalo varias veces, para que pudiera aceptar moverse y dejar al hombre mal herido, uno de los dos que querían volverlo a llevar nuevamente al cautiverio en donde había estado todos estos meses.
Termino solamente dando unos tres pasos antes de detenerse bruscamente, aun sentía algo aprisionando su cuello, termino llorando amargamente en ese lugar sin poder hacer nada, había creído que moriría en ese momento. No se dio cuenta cuanto el negro la giro para poder abrazarla y tranquilizara, pero solamente afloro un llanto más fuerte y amargo, ella misma se abrazo a él, aferrándose fuertemente ― Gracias por no dejarme sola ― susurro entre gimoteos mientras trataba de esconder su rostro y lagrimas en el pecho del negro.
Ainhoa G. Fugger- Humano Clase Media
- Mensajes : 45
Fecha de inscripción : 21/11/2013
Re: Vino a los caballeros y agua a los caballos || Privado
Paz… si podría resumir todo lo que sentía en aquel momento en una sola palabra sin duda alguna esta sería la paz. Estaba rendido totalmente ante todo aquello, agradecía cada una de las situaciones que lo habían traído hasta donde justo ahora se hallaba. El abrazaba a la mujer, pero ella lo abrazaba de manera más profunda, más sutil, más dulce y no lo envolvía con sus delicados brazos. Esto le parecía un poco a alguna historia de romance que alguna vez escuchó; ¡esto no es mera fantasía Balú!.. Es tu realidad.
Pero lamentablemente la fortuna del negro no pretendía quedarse ahí para siempre… ¿Qué pretendía el?, ¿Qué súper mujer viniera y lo hiciera feliz toda la vida y acabase con sus problemas mágicamente? (…) Si tal vez el pretendía eso. ¿Y que se podría esperar? En una situación como la de el cualquiera esperaría eso; su milagro ya lo tenía, solo que a continuación le tocaría defenderlo incluso con su propia vida. El silencio se rompe al momento en que de manera bruta golpean la puerta, los ataco la sorpresa, confundidos intenta averiguar que sucede cuando se percatan que la puerta cedió a los golpes que recibía, su no bien recibida visita era de dos hombres que no prestaron atención a lo que refutaba Ainhoa y la echaron afuera –Gracias por tus servicios- eso fue un golpe para Balú. Quizá después de todo esto pudo haber sido una mera trampa en la que la mujer era cómplice y el pobre ya había sido tan engañado, ¡inclusive le pagaron!, no entendía para nada que sucedía.
Se sentía decepcionado de la vida, lo más seguro era que querían poner a prueba su fidelidad o su extraña habilidad de transformarse. ¿Por qué no pensó las cosas de manera lógica? Se dejó llevar por la situación como un mero infante al cual le ofrecen una golosina y corre detrás de ella… Hay un cruce fuerte de palabras, Ainhoa se nota enfurecida (tendría que ser una gran actriz), la insultan, golpean y asfixian. Segundos vitales decisión, la mujer empezaba a tener un semblante pálido y desesperado. Estúpido desconfiado… Por cuanto a su sumisión el otro rufián tuvo oportunidad de relajarse y preparar una cuerda para manear el negro sin que el hiciese algún tipo de oposición, apenas el hombre le cogía de las manos para empezar a colocarle las ataduras cuando inesperadamente el negro se olvidó de ridiculeces, movió enérgicamente sus manos para zafarse de la cuerda, el hombre reacciono agresivamente empujándolo y transformando su risa de maleante satisfecho al rostro de un ogro enfurecido. Luego del inútil empujón pretendía golpearlo en la cara, Balú reacciono ágilmente y lo tomo por el cuello, apretándolo y levantándolo con ambas manos, los ojos de Balú se dilataban y su mandíbula se contraía al sentir la ira que le corría por las venas, parecía disfrutar el ver como el hombre entraba en desespero. Estaba cerca de reventarle la tráquea y antes de que eso sucediera desde arriba proyecto con toda la fuerza que le daba su cuerpo un letal movimiento para que todo el peso del hombre callera sobre su nuca, sumándole la fuerza con que él lo lanzaba. Esto lo dejo fuera del combate.
La mirada de Balú era idéntica a la de una fiera, cuando se dio cuenta que ya Ainhoa estaba desmayada se lanzó brutalmente sobre su agresor, sin darle oportunidad de nada lo golpeo en el rostro, no estando conforme al ver que cayó al suelo siguió golpeándolo rápida y fuertemente en la parte alta de su cuerpo. El hombre ya sangraba. Balú escucho la voz y el llanto de la Ainhoa, parecía que un balde de agua fría le hubiese caído encima, no fue algo que lo calmo, pero si hiso morir al demonio en que se estaba transformando, su corazón se quebró ante el llanto de la mujer y a sus palabras respondió –Le dije que le compensaría de una forma u otra- en el punto más fuerte del abrazo susurró –mientras que la vida me lo permita le daré mi compañía, y cualquier otra cosa que necesite de mi…-
A menos por ahora parecía que se podía respirar tranquilamente, Balú dio tiempo de que la muchacha retomara sus fuerzas y se recuperara un poco de su dolor. Luego como cual centinela salió a vigilar las afueras de la posada y noto que había una diligencia que parecía estar en espera de alguien, el rostro del conductor se le hiso conocido .Los caballos que la manejaban le advertían que se alejara, que corría peligro, que se aprovechase de su habilidad y hullera. Por un memento quedo callado, a leguas se notaba que planificaba algo, Ainhoa se notaba preocupada, luego el hombre con bastante seriedad le explica lo que deberá hacer.
-Bien Ainhoa, está claro que en este sitio corremos peligro y el blanco de todo esto soy yo, no tu… Pero por precaución te vestirás con la ropa de alguno de esos hombres aunque no te agrade, guarda las tuyas y las que yo cargo en algún bolso improvisado… Por favor.- Quizá fue muy autoritario o quizá tenía la razón en lo que decía, pero lo cierto es que la mujer obedeció a lo que él dijo. Luego que todo estaba listo dio un respiro profundo, empezaba a apestar a miedo. –Te dije que era un monstruo, ¿no?- se dio la espalda -Nos fugaremos y será justo ahora, si deseas que te deje en algún sitio solo me lo dices, si tienes una idea a donde ir, solo guíame con tu pensamiento o palabras… Da igual-
Estaba nervioso, incluso temblaba un poco, algo le decía que esa mujer iba a salir corriendo espantada, o que se desmallaría, el miedo lo acorralaba y no era tanto por el susto, si no por perderla a ella. A “su Ainhoa”, echemos suerte y veremos que sucede… Sus músculos empezaron a crecer y su fisionomía a retorcerse, gruesos bellos le brotaban en toda la piel. Su parecer poco a poco se hacía similar con el de un centauro, pues tomaba la forma de una bestia equina. Parecía que experimentaba un gran dolor, una abrumadora ola le recorrió desde los pies, la espina dorsal y por ultimo su cabeza. He ahí el perfecto ejemplar de un enorme semental negro, que invitaba con señas a la Dama para que subiese a su lomo.
Pero lamentablemente la fortuna del negro no pretendía quedarse ahí para siempre… ¿Qué pretendía el?, ¿Qué súper mujer viniera y lo hiciera feliz toda la vida y acabase con sus problemas mágicamente? (…) Si tal vez el pretendía eso. ¿Y que se podría esperar? En una situación como la de el cualquiera esperaría eso; su milagro ya lo tenía, solo que a continuación le tocaría defenderlo incluso con su propia vida. El silencio se rompe al momento en que de manera bruta golpean la puerta, los ataco la sorpresa, confundidos intenta averiguar que sucede cuando se percatan que la puerta cedió a los golpes que recibía, su no bien recibida visita era de dos hombres que no prestaron atención a lo que refutaba Ainhoa y la echaron afuera –Gracias por tus servicios- eso fue un golpe para Balú. Quizá después de todo esto pudo haber sido una mera trampa en la que la mujer era cómplice y el pobre ya había sido tan engañado, ¡inclusive le pagaron!, no entendía para nada que sucedía.
Se sentía decepcionado de la vida, lo más seguro era que querían poner a prueba su fidelidad o su extraña habilidad de transformarse. ¿Por qué no pensó las cosas de manera lógica? Se dejó llevar por la situación como un mero infante al cual le ofrecen una golosina y corre detrás de ella… Hay un cruce fuerte de palabras, Ainhoa se nota enfurecida (tendría que ser una gran actriz), la insultan, golpean y asfixian. Segundos vitales decisión, la mujer empezaba a tener un semblante pálido y desesperado. Estúpido desconfiado… Por cuanto a su sumisión el otro rufián tuvo oportunidad de relajarse y preparar una cuerda para manear el negro sin que el hiciese algún tipo de oposición, apenas el hombre le cogía de las manos para empezar a colocarle las ataduras cuando inesperadamente el negro se olvidó de ridiculeces, movió enérgicamente sus manos para zafarse de la cuerda, el hombre reacciono agresivamente empujándolo y transformando su risa de maleante satisfecho al rostro de un ogro enfurecido. Luego del inútil empujón pretendía golpearlo en la cara, Balú reacciono ágilmente y lo tomo por el cuello, apretándolo y levantándolo con ambas manos, los ojos de Balú se dilataban y su mandíbula se contraía al sentir la ira que le corría por las venas, parecía disfrutar el ver como el hombre entraba en desespero. Estaba cerca de reventarle la tráquea y antes de que eso sucediera desde arriba proyecto con toda la fuerza que le daba su cuerpo un letal movimiento para que todo el peso del hombre callera sobre su nuca, sumándole la fuerza con que él lo lanzaba. Esto lo dejo fuera del combate.
La mirada de Balú era idéntica a la de una fiera, cuando se dio cuenta que ya Ainhoa estaba desmayada se lanzó brutalmente sobre su agresor, sin darle oportunidad de nada lo golpeo en el rostro, no estando conforme al ver que cayó al suelo siguió golpeándolo rápida y fuertemente en la parte alta de su cuerpo. El hombre ya sangraba. Balú escucho la voz y el llanto de la Ainhoa, parecía que un balde de agua fría le hubiese caído encima, no fue algo que lo calmo, pero si hiso morir al demonio en que se estaba transformando, su corazón se quebró ante el llanto de la mujer y a sus palabras respondió –Le dije que le compensaría de una forma u otra- en el punto más fuerte del abrazo susurró –mientras que la vida me lo permita le daré mi compañía, y cualquier otra cosa que necesite de mi…-
A menos por ahora parecía que se podía respirar tranquilamente, Balú dio tiempo de que la muchacha retomara sus fuerzas y se recuperara un poco de su dolor. Luego como cual centinela salió a vigilar las afueras de la posada y noto que había una diligencia que parecía estar en espera de alguien, el rostro del conductor se le hiso conocido .Los caballos que la manejaban le advertían que se alejara, que corría peligro, que se aprovechase de su habilidad y hullera. Por un memento quedo callado, a leguas se notaba que planificaba algo, Ainhoa se notaba preocupada, luego el hombre con bastante seriedad le explica lo que deberá hacer.
-Bien Ainhoa, está claro que en este sitio corremos peligro y el blanco de todo esto soy yo, no tu… Pero por precaución te vestirás con la ropa de alguno de esos hombres aunque no te agrade, guarda las tuyas y las que yo cargo en algún bolso improvisado… Por favor.- Quizá fue muy autoritario o quizá tenía la razón en lo que decía, pero lo cierto es que la mujer obedeció a lo que él dijo. Luego que todo estaba listo dio un respiro profundo, empezaba a apestar a miedo. –Te dije que era un monstruo, ¿no?- se dio la espalda -Nos fugaremos y será justo ahora, si deseas que te deje en algún sitio solo me lo dices, si tienes una idea a donde ir, solo guíame con tu pensamiento o palabras… Da igual-
Estaba nervioso, incluso temblaba un poco, algo le decía que esa mujer iba a salir corriendo espantada, o que se desmallaría, el miedo lo acorralaba y no era tanto por el susto, si no por perderla a ella. A “su Ainhoa”, echemos suerte y veremos que sucede… Sus músculos empezaron a crecer y su fisionomía a retorcerse, gruesos bellos le brotaban en toda la piel. Su parecer poco a poco se hacía similar con el de un centauro, pues tomaba la forma de una bestia equina. Parecía que experimentaba un gran dolor, una abrumadora ola le recorrió desde los pies, la espina dorsal y por ultimo su cabeza. He ahí el perfecto ejemplar de un enorme semental negro, que invitaba con señas a la Dama para que subiese a su lomo.
Balú- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 24/11/2013
Re: Vino a los caballeros y agua a los caballos || Privado
Para ella era el aterrador momento de la verdad. Había personas malas, haciendo cosas malas, parecían ignorar toda ley de buena conducta hacia otra persona. Si le estorbabas en su camino, terminarían apartándote sin pensar en tu bienestar, porque eran seres egoístas cegados por el anhelo de riqueza y poder. Era para ella como un balde de agua fría en invierno, del cual debía recuperarse. Tuvo la suerte de que el negro tenía la paciencia de un santo y dejo que se recobrara al ritmo que ella necesitaba hacerlo. Limpio sus lagrimas con cuidado, mientras su cuerpo dejaba de gimotear, poco a poco se retiro de la cercanía del hombre y giro su cuerpo para tener un poco mas de privacidad. Balù aprovecho esos minutos para vigilar, mientras Ainhoa perdía su mirada en los cuerpos inconscientes de sus opresores. No podía dejar de agradecer que aquel hombre no la hubiera dejado en manos de aquel lunático, tal vez hasta con esa oportunidad hubiera podido huir sin mirar atrás, pero él no lo había hecho y se lo gratificaba con una sonrisa en sus labios.
Pronto se dio cuenta que no era lo más sano estar apreciando aquellos dos hombres. No se había percatado que tenia la mano en su cuello, acariciando las marcas que habían dejado esa mala experiencia. Desvió la mirada para encontrarse con una intrigante preocupación que brotaba de los ojos del negro. Ladeo su cabeza ahora ella misma estaba preocupada por aquel semblante extraño que había obtenido — ¿Sucede algo? — pregunto acercándose un poco a él con los brazos cruzados por encima del pecho. Al escuchar su propuesta se noto el pronto cambio de su rostro, era algo que podría salvarle la vida, pero le incomoda el hecho de tener que utilizar pantalón; sería una experiencia nueva para ella y como tal la intimidaba. Suspiro largamente, sus problemáticas internas no solucionarían nada y termino accediendo a las ordenes del negro — Esta bien, lo hare — acepto a regañadientes. — Pero usted debe quitarle los pantalones a ese hombre — ella no lo iba a hacer. Espero dentro del cuarto hasta que él le paso las ropas y pudo terminar de vestirse. Acomodo su cabello en una ajustada coleta y todas sus pertenencias las envolvió en un pedazo de tela el cual ajusto esperando que nada se perdiera.
— ¿Y cómo nos iremos? — pregunto ella mientras abrazaba sus pertenencias. La libertad que daba el pantalón le era una experiencia totalmente complicada y rara, pero no era momento de estar quejándose. No entendía porque Balú se refería a él mismo como un monstro, para ella era la única persona que realmente se había preocupado por ella y había un respeto mezclado con un naciente cariño el cual era casi imposible que no prosperara. — ¿Por qué dice eso de usted mismo? — quiso acercarse a él para obtener una respuesta clara. Pero tuvo que detenerse. Parte de su cuerpo se congelo con la mirada del hombre, detonaba cierto miedo a volver a estar solo.
Su cuerpo tembló, término dejando caer sus pertenencias al piso cuando noto que los músculos del negro parecían agrandarse cada vez más, contrayéndose y sus venas comenzaban a marcarse por todo su cuerpo. Era una metamorfosis que se veía sumamente dolorosa; huesos crujiendo, músculos expandiéndose, sistema interno ajustándose. — No! Balú… No te lastimes así — era la primera vez que veía tal espectáculo y su mente se encargaba de hacer mil y una deducciones antes de encontrar realmente la verdad. Estuvo a punto de volver a romper en llanto, pensando que algo le habían hecho y estaba pronto a su muerte. El cuerpo negro se cubrió de pelo y tomo una forma más cuadrúpeda.
¿Sería real o estaba soñando?
Retrocedió, era normal que intentara hacerlo el instinto humano de supervivencia la hacía querer sentirse segura de lo desconocido. Había leído sobre algunos relatos en los libros que su señora le ordenaba leer “Metaformos” era como los había conocido, pero cuando hablo de ese tema con la Srta Angelique ella explico que la definición más apropiada para esos seres eran de “cambiaformas”. Pero ella pensó que eran seres mitológicos como los dragones. — ¿Entonces acaso los dragones existen? — se pregunto a ella misma en voz alta. Noto que el animal la invitaba a subirse en el lomo de el — Oh sí, lo siento, estamos huyendo… — se recordó mientras tomaba nuevamente sus pertenecías y se dirigía hacia el animal.
Cuando estuvo más cerca de el, se dio cuenta que había sido el mismo caballo que había intentado salvar en el circo — ¿No eras tú…?— lo miro con cierta intriga, pero no pudo terminar de hablar. Detrás de ella comenzaron a nacer gritos y alaridos que advertían de la huía del cambiante, tuvo que apresurarse a subirse al lomo descubierto del animal, que solamente espero sentir el cuerpo de la joven en una posición aceptable para salir galopando del lugar. Ainhoa se sujetaba fuertemente de la crin del animal. — Debemos ir lo mas lejos de la ciudad — dijo, señalándole como podía cierta dirección que daba a una zona rural de parís, no muy concurrida con grandes bosques en donde fácilmente se podía esconder. El animal busco esa dirección, dejando atrás a los malhechores que habían quedado frustrados porque sus caballos no querían obedecer las riendas. ¿Acaso los ayudaban? La joven sonrió mientras, se acomodaba en el lomo del animal mientras este corría.
Su huida nuevamente fue exitosa, ahora vagaban por una planicie desolada, en donde sus únicos compañeros eran los arboles y los sonidos de los animales diurnos en su rutinas del bosque por la mañana. El caballo ya no galopaba, caminaba a un paso relajado, como si estuviera disfrutando de la cálida sensación de estar en ese lugar — uno de mis sueños es poder tener una linda choza que sea mi hogar en un lugar como este; lejos de todo, cerca de lo maravilloso del mundo natural — comento Ainhoa, quien había roto el silencio que se había impuesto ya hace más de una hora. Mas lo veía y se empeñaba en decir que ese era el caballo que había salvado de morir ahogado por las llamas del incendio del circo — Balú ¿Puedo bajarme? — Le pregunto jalándole un poco los cabellos de donde estaba sujetada — No estoy muy acostumbrada a esta forma de montar y comienza entre mis piernas a molestarme — su rostro se había vuelto a enrojecer pero el cambiante obedeció y detuvo su paso para que ella pudiera bajarse y respirar profundamente con los pies en la tierra. Volvió pronto su rostro a Balú y le sonrió suavemente, mientras su mano acariciaba parte de su lomo. Recorrió el cuerpo del caballo hasta dejar su mano en la cabeza de él en donde se acerco y deposito un dulce beso en la frente del animal, agradeciendo todo lo que había hecho por ella.
Pronto se dio cuenta que no era lo más sano estar apreciando aquellos dos hombres. No se había percatado que tenia la mano en su cuello, acariciando las marcas que habían dejado esa mala experiencia. Desvió la mirada para encontrarse con una intrigante preocupación que brotaba de los ojos del negro. Ladeo su cabeza ahora ella misma estaba preocupada por aquel semblante extraño que había obtenido — ¿Sucede algo? — pregunto acercándose un poco a él con los brazos cruzados por encima del pecho. Al escuchar su propuesta se noto el pronto cambio de su rostro, era algo que podría salvarle la vida, pero le incomoda el hecho de tener que utilizar pantalón; sería una experiencia nueva para ella y como tal la intimidaba. Suspiro largamente, sus problemáticas internas no solucionarían nada y termino accediendo a las ordenes del negro — Esta bien, lo hare — acepto a regañadientes. — Pero usted debe quitarle los pantalones a ese hombre — ella no lo iba a hacer. Espero dentro del cuarto hasta que él le paso las ropas y pudo terminar de vestirse. Acomodo su cabello en una ajustada coleta y todas sus pertenencias las envolvió en un pedazo de tela el cual ajusto esperando que nada se perdiera.
— ¿Y cómo nos iremos? — pregunto ella mientras abrazaba sus pertenencias. La libertad que daba el pantalón le era una experiencia totalmente complicada y rara, pero no era momento de estar quejándose. No entendía porque Balú se refería a él mismo como un monstro, para ella era la única persona que realmente se había preocupado por ella y había un respeto mezclado con un naciente cariño el cual era casi imposible que no prosperara. — ¿Por qué dice eso de usted mismo? — quiso acercarse a él para obtener una respuesta clara. Pero tuvo que detenerse. Parte de su cuerpo se congelo con la mirada del hombre, detonaba cierto miedo a volver a estar solo.
Su cuerpo tembló, término dejando caer sus pertenencias al piso cuando noto que los músculos del negro parecían agrandarse cada vez más, contrayéndose y sus venas comenzaban a marcarse por todo su cuerpo. Era una metamorfosis que se veía sumamente dolorosa; huesos crujiendo, músculos expandiéndose, sistema interno ajustándose. — No! Balú… No te lastimes así — era la primera vez que veía tal espectáculo y su mente se encargaba de hacer mil y una deducciones antes de encontrar realmente la verdad. Estuvo a punto de volver a romper en llanto, pensando que algo le habían hecho y estaba pronto a su muerte. El cuerpo negro se cubrió de pelo y tomo una forma más cuadrúpeda.
¿Sería real o estaba soñando?
Retrocedió, era normal que intentara hacerlo el instinto humano de supervivencia la hacía querer sentirse segura de lo desconocido. Había leído sobre algunos relatos en los libros que su señora le ordenaba leer “Metaformos” era como los había conocido, pero cuando hablo de ese tema con la Srta Angelique ella explico que la definición más apropiada para esos seres eran de “cambiaformas”. Pero ella pensó que eran seres mitológicos como los dragones. — ¿Entonces acaso los dragones existen? — se pregunto a ella misma en voz alta. Noto que el animal la invitaba a subirse en el lomo de el — Oh sí, lo siento, estamos huyendo… — se recordó mientras tomaba nuevamente sus pertenecías y se dirigía hacia el animal.
Cuando estuvo más cerca de el, se dio cuenta que había sido el mismo caballo que había intentado salvar en el circo — ¿No eras tú…?— lo miro con cierta intriga, pero no pudo terminar de hablar. Detrás de ella comenzaron a nacer gritos y alaridos que advertían de la huía del cambiante, tuvo que apresurarse a subirse al lomo descubierto del animal, que solamente espero sentir el cuerpo de la joven en una posición aceptable para salir galopando del lugar. Ainhoa se sujetaba fuertemente de la crin del animal. — Debemos ir lo mas lejos de la ciudad — dijo, señalándole como podía cierta dirección que daba a una zona rural de parís, no muy concurrida con grandes bosques en donde fácilmente se podía esconder. El animal busco esa dirección, dejando atrás a los malhechores que habían quedado frustrados porque sus caballos no querían obedecer las riendas. ¿Acaso los ayudaban? La joven sonrió mientras, se acomodaba en el lomo del animal mientras este corría.
Su huida nuevamente fue exitosa, ahora vagaban por una planicie desolada, en donde sus únicos compañeros eran los arboles y los sonidos de los animales diurnos en su rutinas del bosque por la mañana. El caballo ya no galopaba, caminaba a un paso relajado, como si estuviera disfrutando de la cálida sensación de estar en ese lugar — uno de mis sueños es poder tener una linda choza que sea mi hogar en un lugar como este; lejos de todo, cerca de lo maravilloso del mundo natural — comento Ainhoa, quien había roto el silencio que se había impuesto ya hace más de una hora. Mas lo veía y se empeñaba en decir que ese era el caballo que había salvado de morir ahogado por las llamas del incendio del circo — Balú ¿Puedo bajarme? — Le pregunto jalándole un poco los cabellos de donde estaba sujetada — No estoy muy acostumbrada a esta forma de montar y comienza entre mis piernas a molestarme — su rostro se había vuelto a enrojecer pero el cambiante obedeció y detuvo su paso para que ella pudiera bajarse y respirar profundamente con los pies en la tierra. Volvió pronto su rostro a Balú y le sonrió suavemente, mientras su mano acariciaba parte de su lomo. Recorrió el cuerpo del caballo hasta dejar su mano en la cabeza de él en donde se acerco y deposito un dulce beso en la frente del animal, agradeciendo todo lo que había hecho por ella.
Ainhoa G. Fugger- Humano Clase Media
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Fecha de inscripción : 21/11/2013
Re: Vino a los caballeros y agua a los caballos || Privado
Cuan maravillosa se sentía esa momentánea libertad. Poder sentirse como uno más de los seres que habitaban en el bosque, aves, ardillas, todos. Libres, independientes, amantes de la vida, sin nadie que les perturbe o someta. Estaba acostumbrado a esa libertad, más que otra cosa. Cuando Anhioa le comento su sueño sintió una enorme identificación, una choza ahí alejada de todo y de todos, en contacto directo con la sagrada y hermosa existencia, tan viva, salvaje y perfecta en todos los sentidos. Soñaba con ojos abiertos, y un manjar de ilusiones le preñaban el corazón de ilusiones, bellas fantasías que como inocente niño incluían a la dama que lo acompañaban, un hogar con ella, hijos, libertad, felicidad; simple pero hermoso.
Ese beso le conmovió los sentidos, e incluso lo hizo despertar. Según lo que él sabe el la vería morir a ella, y quizá siga viviendo con ese dolor mucho más. Empezó a recordar también en el lio enorme en que ahora se encontraba y que sería un prófugo de la justicia, no podría hacerla una mujer feliz, el siempre será un esclavo y a no bastar con eso, un monstruo esclavo. Un fenómeno atrapado sin riendas, sin celdas, sin ataduras. Inclino su lomo y galopaba en el mismo sitio para expresarle a ella que a pesar de esto estaba feliz. Que con ella de una manera u otra se sentía seguro, claro, era un tanto obvio fue ella quien lo rescato, y luego el la debió rescatar, y así. Pero lo ciertos es que ambos eran guardianes mutuos, hasta ahora el destino los había cruzado por una buena causa. Ya existían lazos entre ellos, y cuando alguien ha cruzado infiernos junto a ti se hacen mucho más fuertes.
Empezó a mirarla fijamente, cuando está en su forma animal su sensibilidad es aún más aguda, notó algo distinto a los demás en su aura, algo similar a la de su hermano Cabalista cuando este apenas era un iniciados en las prácticas de las artes ocultas. -¿Sería posible? Canales energéticos tan abiertos me permitirían comunicarme con ella, a través de la telepatía- La emoción del equino se hacía sentir con sus suaves relinches y galopes, la dama se acercó a él en son de curiosidad. Balú se preparó y aplico lo que había aprendido, y con la voz de la mente le dijo – Anhioa bendita seas si me escuchas…-
La mujer parecía aturdida pero el hombre insistió hasta que se sintiera convencida de que lo que oía no era producto de su imaginación, - Anhioa, soy yo Balú, sé que puedes oírme- Ella por fin lo comprendió. – Anhioa puedo permanecer en esta forma animal todo el tiempo que desee, incluso, puedo transformarme de manera distinta a esta, seguiré siendo un caballo, pero habrá algunos cambios en mí. ¿ Anhioa, mentirías por mí? (…) No me dejes solo por favor, llévame contigo como tu bestia, di que me compraste a algún mercader, o que algún enamorado me obsequio a ti, no te meteré en problemas y estaré a tus servicios, solo dame un refugio y debes en cuando agua y comida… Por favor no me dejes volver atrás. Anhioa te debo la vida, ayudare a que tus sueños se cumplan si a tu lado me deseas tener, pero te pido no me abandones, sé que tu corazón es noble y tu amor embellece tu alma. Solo tú serás mi jineta, y para comprobar a todos que soy vuestra bestia solo a ti obedeceré, solo dime que sí. (…) Y si no, sabré entender, pero igualmente desde las sombras estaré para usted.-
Ese beso le conmovió los sentidos, e incluso lo hizo despertar. Según lo que él sabe el la vería morir a ella, y quizá siga viviendo con ese dolor mucho más. Empezó a recordar también en el lio enorme en que ahora se encontraba y que sería un prófugo de la justicia, no podría hacerla una mujer feliz, el siempre será un esclavo y a no bastar con eso, un monstruo esclavo. Un fenómeno atrapado sin riendas, sin celdas, sin ataduras. Inclino su lomo y galopaba en el mismo sitio para expresarle a ella que a pesar de esto estaba feliz. Que con ella de una manera u otra se sentía seguro, claro, era un tanto obvio fue ella quien lo rescato, y luego el la debió rescatar, y así. Pero lo ciertos es que ambos eran guardianes mutuos, hasta ahora el destino los había cruzado por una buena causa. Ya existían lazos entre ellos, y cuando alguien ha cruzado infiernos junto a ti se hacen mucho más fuertes.
Empezó a mirarla fijamente, cuando está en su forma animal su sensibilidad es aún más aguda, notó algo distinto a los demás en su aura, algo similar a la de su hermano Cabalista cuando este apenas era un iniciados en las prácticas de las artes ocultas. -¿Sería posible? Canales energéticos tan abiertos me permitirían comunicarme con ella, a través de la telepatía- La emoción del equino se hacía sentir con sus suaves relinches y galopes, la dama se acercó a él en son de curiosidad. Balú se preparó y aplico lo que había aprendido, y con la voz de la mente le dijo – Anhioa bendita seas si me escuchas…-
La mujer parecía aturdida pero el hombre insistió hasta que se sintiera convencida de que lo que oía no era producto de su imaginación, - Anhioa, soy yo Balú, sé que puedes oírme- Ella por fin lo comprendió. – Anhioa puedo permanecer en esta forma animal todo el tiempo que desee, incluso, puedo transformarme de manera distinta a esta, seguiré siendo un caballo, pero habrá algunos cambios en mí. ¿ Anhioa, mentirías por mí? (…) No me dejes solo por favor, llévame contigo como tu bestia, di que me compraste a algún mercader, o que algún enamorado me obsequio a ti, no te meteré en problemas y estaré a tus servicios, solo dame un refugio y debes en cuando agua y comida… Por favor no me dejes volver atrás. Anhioa te debo la vida, ayudare a que tus sueños se cumplan si a tu lado me deseas tener, pero te pido no me abandones, sé que tu corazón es noble y tu amor embellece tu alma. Solo tú serás mi jineta, y para comprobar a todos que soy vuestra bestia solo a ti obedeceré, solo dime que sí. (…) Y si no, sabré entender, pero igualmente desde las sombras estaré para usted.-
Balú- Cambiante Clase Baja
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Fecha de inscripción : 24/11/2013
Re: Vino a los caballeros y agua a los caballos || Privado
Era algo extraño que su entrelazara así sus vidas, posiblemente si no hubiera pasado lo que estaba sucediendo en ese momento, tal vez nunca se hubieran conocido. Sentía en el fondo que en algún momento de su vida agradecería este momento, de que, de cierto modo que sus caminos se hubieran cruzado, no sabía cuando seria, ni lo que el futuro les deparaba, pero estaba segura que sería algo bueno.
— ¿Qué sucede? — Noto cierta agitación en el animal. Quiso calmar sus relinches y movimientos que para ella parecían erráticos, retrocedió un poco, puesto que no deseaba que sus pies estuvieran tan cerca de sus cascos, pero siempre mantuvo sus manos cerca de la cabeza del animal. Parecía que eso lograba calmarlo, la joven tuvo el valor de volver a acercarse mientras lo acariciaba.
Por un momento pensó haber escuchado la voz del negro, lo que le pareció sorprendente y poco probable, ladeo su cabeza. No había nadie más cerca y pronto volvió a escuchar aquella voz que parecía resonar en su interior — ¿Me estás hablando? — No pudo evitar preguntárselo. Pronto la respuesta se dio sola. Era algo sumamente extraño, aunque no en su totalidad, no para ella que había estado trabajando para una bruja poderosa, quien le había instruido un poco de aquel arte incomprendido. Escuchaba claramente, hasta se quedo detenidamente mirado al corcel, sabiendo que era de este de donde provenía la voz.
Ainhoa suspiro largamente. Quito su mano de la cabeza del caballo y dio unos pasos atrás — Debe dejar de pensar como esclavo — Respondió en una voz tan suave, comprensiva y maternal — Lo puedo ayudar, pero debe dejar su pasado atrás… todo lo sufrido, lo vivido y lo que es… Usted ya no es más un esclavo — volvió a acercarse al animal. Esta vez poso sus dos manos a cada lado de su cabeza, en donde se suponía que debían estar las mejillas. — Pero debemos ser inteligentes, debemos buscar papeles que corroboren la historia que se quiera montar, pues… apenas soy una sirvienta de señores adinerados… no puedo llegar con un caballo y ya, seria sospechoso y nos meteríamos en problemas — explico. Ladeo un poco su cabeza ¿entendería lo que era estar en el mundo real? Era mucho más complicado.
—Luego pensaremos en eso… creo que podría conseguir por ahora un establo para resguardarte, pero no podemos ir a la ciudad, al menos no por unos días… ¿Qué hacemos? — Ahora debían pensar en algún lugar donde refugiarse por unos días. Mientras todo se calmaba, el circo se fuera de la ciudad y las autoridades se olvidaran un poco que había un caballo y un negro fugitivos.
— ¿Qué sucede? — Noto cierta agitación en el animal. Quiso calmar sus relinches y movimientos que para ella parecían erráticos, retrocedió un poco, puesto que no deseaba que sus pies estuvieran tan cerca de sus cascos, pero siempre mantuvo sus manos cerca de la cabeza del animal. Parecía que eso lograba calmarlo, la joven tuvo el valor de volver a acercarse mientras lo acariciaba.
Por un momento pensó haber escuchado la voz del negro, lo que le pareció sorprendente y poco probable, ladeo su cabeza. No había nadie más cerca y pronto volvió a escuchar aquella voz que parecía resonar en su interior — ¿Me estás hablando? — No pudo evitar preguntárselo. Pronto la respuesta se dio sola. Era algo sumamente extraño, aunque no en su totalidad, no para ella que había estado trabajando para una bruja poderosa, quien le había instruido un poco de aquel arte incomprendido. Escuchaba claramente, hasta se quedo detenidamente mirado al corcel, sabiendo que era de este de donde provenía la voz.
Ainhoa suspiro largamente. Quito su mano de la cabeza del caballo y dio unos pasos atrás — Debe dejar de pensar como esclavo — Respondió en una voz tan suave, comprensiva y maternal — Lo puedo ayudar, pero debe dejar su pasado atrás… todo lo sufrido, lo vivido y lo que es… Usted ya no es más un esclavo — volvió a acercarse al animal. Esta vez poso sus dos manos a cada lado de su cabeza, en donde se suponía que debían estar las mejillas. — Pero debemos ser inteligentes, debemos buscar papeles que corroboren la historia que se quiera montar, pues… apenas soy una sirvienta de señores adinerados… no puedo llegar con un caballo y ya, seria sospechoso y nos meteríamos en problemas — explico. Ladeo un poco su cabeza ¿entendería lo que era estar en el mundo real? Era mucho más complicado.
—Luego pensaremos en eso… creo que podría conseguir por ahora un establo para resguardarte, pero no podemos ir a la ciudad, al menos no por unos días… ¿Qué hacemos? — Ahora debían pensar en algún lugar donde refugiarse por unos días. Mientras todo se calmaba, el circo se fuera de la ciudad y las autoridades se olvidaran un poco que había un caballo y un negro fugitivos.
Ainhoa G. Fugger- Humano Clase Media
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