Mi vino...es mi sangre...Irónico (Privado)

por **Agnes** Miér Jul 25, 2018 7:01 pm

Las noches para la vampira eran eternas, Agnes siempre bailaba al son de su corazón, los sirvientes de la hermandad sabían sus gustos y a ella le gustaba bailar bailes típicos de su país, recordando al príncipe que le dio la libertad convirtiéndola en vampiro pero que ahora ella estaba sin su guía, sin el príncipe o sin su padre, o su otro padre. Tuvo una infancia muy querida y ahora mismo estaba practicando esos sentimientos en un baile sensual de caderas que va en ritmo con su corazón de manera emocional ya que su corazón físico está parado por el tiempo.

- Mi señora… - Un sirviente la detuvo, paró su concentración en los bailes por lo que ella enseguida volvió a donde estaba. Una suave bata larga se puso sobre su cuerpo para poder cubrir sus casi desnudez y pararse frente al sirviente.

- ¿Sí? ¿Para qué me has interrumpido? – Preguntó con un deje de notable molestia al sirviente, lamiéndose mientras los colmillos pensándose si darle un bocado al sirviente, solamente uno pequeño.

- S-si….ehr….-El sirviente estaba nervioso, pero hizo lo que pudo por comentar lo que quería decirle – El hombre que usted trajo…s-se ha despertado, creo que lo he visto por los salones principales….

- Oh ¿de veras? – Alzo ambas cejas para después acercarlo hasta ella e hincarle de una manera abrupta los colmillos en el cuello de este hasta que lo dejó sin ni siquiera un ápice de vida en su cuerpo, todo a la atenta y asquerosa pero lujuriosa vista de Azrael que lo había observado todo.

- ¿Qué te diviertes mordiendo a la servidumbre? – Azrael se rio- Si quieres probar una buena sangre, deberías probar….

- No me interesan tus sádicas historias de cuentos chinos, Azy – Sonriendo con un tono en su voz a modo de sarcasmo, Agnes pasaba por el lado de su compañero de hermandad, pero no se fue sin antes decirle algo cerca de su cuerpo – No eres mi tipo – Le dio un par de palmadas en el hombro a Azrael mientras esta se iba de manera sensual y meneando las caderas, haciendo que la increíble calidad de la tela de la bata se balanceaba con elegancia a cada paso que esta daba.

Para cuando Agnes llegó a su alcoba, esta se quitó la sangre de su cuerpo y de su cuello para poder acicalarse, ponerse un bonito vestido y sencillo…aunque estos siempre incluyeran un increíble escote, se puso uno que no tuviera mucho para no asustar a quien indebidamente había traído a la hermandad porque sintió empatía con el hombre, no quería dejarlo morir en la calle o donde lo encontró, no quería que se fuera….Era raro ¿Por qué era así? Había salvado a un extraño y ella misma no quería que se fuera de su lado. No tenía sentido y por ello le llegó una carta de la líder, Zegrath, en donde esta parecía transmitir su enfado a través de la misma carta.

- ¿Te has perdido? – Pregunto cuando por fin se encontró con aquel que había salvado.