Where the streets have no name (Pandora)

por Pandora* Miér Jul 30, 2014 4:42 pm

Llegué a esta promisoria ciudad, metida en el centro del mundo, llena de esperanzas, no solo para los humanos, ignorantes de quienes los acompañan; esperanzas para quienes ya no tenemos si quiera el derecho de tenerlas…

Desde aquella noche en que me entregaron la carta de ella, la llevo en la levita como el más precioso tesoro, y como la condena más pesada que he llevado en mi existencia; dicen que los vampiros no somos capaces de medir el tiempo como los humanos lo hacen, y sin embargo hay recuerdos que se prendan en la mente como fotografías indelebles, como aquella mañana que ella me recitó con tal elocuencia esos versos, siendo tan solo una niña… no bastó más que un instante para que mi destino quedara marcado de por vida “Sin importar que esa vida se extendiera por la senda de la eternidad”.

No me di cuenta cuando estaba fuera de la ciudad, en las zonas pantanosas que albergan una diversidad de criaturas que de verlas podrías quedar fascinado por ellas, horas y horas… El sol se había puesto, yo toqué por sobre la levita la carta en pergamino que llevaba dentro y un suspiro escapó de mi ser “No podía ser posible que ella simplemente hubiera desaparecido de la faz de la tierra… ¿Seguiría con Arjun?” me sacudí la cabeza, no podía atormentarme más con esa idea…

Calmé mi respiración y continué en sepulcral silencio, llamando con imágenes a la diosa de mi vida, más bella que las propias “Gracias” de Sandro, y buscándola en la mente de los humanos que cruzaban las calles parisinas… nada, no había rastro de ella, ni el más mínimo vestigio… comencé a pensar que venir a París era solo una pérdida de tiempo… “Como si el tiempo tuviera algún significado, más carente aún sin ella”.

por **Pandora11** Dom Ago 17, 2014 9:06 pm

"A veces creo que lo bueno de estar tan lejos el uno del otro por largo tiempo,
es que podremos estar eternamente juntos."

Recuerdo siempre con claridad como dejé a Marius y cómo inmediatamente sentí deseos de localizarlo, cómo mis pasos han recorrido tanto haciendo caso omiso de la sensación de cansancio y desaliento que a veces me recorre. Pero los ideales en mí siempre han sido certeros y no es algo a lo que pueda decir no. Una vez me he determinado algo, ya no puedo detenerme.

Al cerrar los ojos su imagen continúa en mi mente, incluso esa cuando le vi por primera vez y me guiñó el ojo sin conocernos. Él tenía para entonces la piel ligeramente tostada debido a sus viajes y unos ojos luminosos y muy bellos. Me habían hablado de él diciendo que era un poeta, un haragán, una bala perdida, pero lo que nadie me había dicho era que fuera tan hermoso y, tan alto. Esa fue la primera vez que lo vi, como humano, sin tener siquiera la oportunidad de negarme a sentirme completamente embelesada por él. Yo, en cambio, era una niña que había aparecido despeinada, cubierta de tierra y colgada de los brazos de mi padre mientras le preguntaba a él cómo es que era tan alto. No puedo evitar sonreír a esos primeros recuerdos e incluso los últimos en los que me embarga cierta pena, también son de mi agrado. No puedo evitarlo cuando sé bien que jamás dejé de amarlo.

Mi viaje a París tenía los nombres de dos de los vampiros a los que Marius les dio su sangre creando un vínculo inquebrantable. Amadeo o para la mayoría, Armand y Lestat. El hecho de tenerlos a los dos en el mismo lugar atrajo mis pasos en la búsqueda inalcanzable de Marius pese a que después de varios días no había obtenido ni una sola pista de él. Era todo, él no estaba en París y yo debía continuar mi búsqueda. Eso me dije en cuanto cayó la noche y yo abrí mis ojos a la penumbra que me conocía más que cualquiera.

Dirigí mis pasos lo más lejos posible de las voces humanas, quería buscar la tranquilidad en medio del silencio y alimentarme de cualquier desdichado que se cruzara por mi camino y me inspirara esa típica misericordia de muerte que suelo sentir antes de beber de ellos. Caminé durante varios minutos y la humedad del pantano pareció llamarme, del mismo modo aterrador e incomprensible en que alguna vez me llamó la madre. Y entonces lo comprendí todo. El llamado era ese, era él. No podría describir cómo me sentí porque a pesar de tenerlo de espaldas a mí lo reconocería de cualquier modo. Él estaba impregnado en mi vida de un modo imborrable. Presa de mis emociones y con la garganta echa un nudo, pronuncié su nombre en un claro susurro –Marius…–

por Pandora* Lun Ago 25, 2014 8:27 pm

Mis ojos brillaron en carmesí ante la luz de la luna, un espejismo me hablaba, mis más profundos sueños se convertían en realidad… su voz era el canto de una Ondina para mí, era la representación de la perfección hecha mujer, inmortal… Cerré con fuerza los ojos y guardé silencio, solo el vértigo del tiempo parar me hablaba, sentí un terror inmenso de girar, de ver el sendero desnudo, de que todo hubiera sido un espejismo como tantas veces antes…

Toqué mi pecho con fuerza, el pergamino crujió, con cuidado lo saqué de la solapa de la casaca que llevaba, ese pergamino que ella me regaló, aquel que debía alimentar mis esperanzas, y que, aún sin saber cómo se perdió por más de dos siglos, 200 años en los que no supe nada de mi hermosa musa, que no supe si estaba bien, si Arjun la había lastimado, si la había tratado como la reina que es…

Una espesa gota de sangre rodó por mi mejilla, repleta de miedo y de inseguridad; suspiré calmando el infierno en el que mi mente se convertía, sequé con mi mano libre el recorrido de la sangre, limpiando mi rostro y giré despacio, aterrado… Pero allí estaba, hermosa y mundana, "una diosa griega que se había escapado de los frescos más hermosos de Botticelli o Leonardo"…

Me acerqué a ella, como la abeja que va a la miel, tomé sus manos entre las mías y las besé, tantas veces que perdí la cuenta, hincándome frente a ella, con los ojos cerrados y el pergamino rozando su suave tacto –Pandora mía…- musité en tono bajo volviendo a besar sus manos –Lo encontré demasiado tarde…- dije refiriéndome al pergamino que llevaba en la mano, mirando a mi diosa, a mi reina aún hincado –Se debió traspapelar…- dije dudando siquiera si las palabras servían de algo, “le había fallado cuando ella me había necesitado, ¿Quién era yo para pedirle algo?”, dejé el papel en sus finas manos y me incorporé, “Y de ser posible me enamoré más de ella”, lucía más perfecta que la última noche en Sajonia, su piel lucía más radiante, y sus ojos, “ellos parecía que poseían vida propia”…

Di dos pasos atrás, tratando de darle espacio a ella, y torpemente busqué algo que decir, que mostrara todo lo que había sufrido en los últimos 1500 años… -Perdóname por no haber estado en la plaza del Zar…- dije titubeante…

por **Pandora11** Dom Sep 14, 2014 12:33 pm

«El amor, como la tos, no puede ocultarse»
Ovidio

Sentí que pasaron años para que él se girara y yo pudiera ver ese rostro que me había gustado siempre. Sus cabellos rubios movidos por el viento bajaron con su rostro y el sonido de un papel como el pergamino llegó a mis oídos ¿Acaso era lo que me imaginaba? No podía esperar más, no quería hacerlo. Tampoco me importaba el tiempo que llevaba buscándolo porque en el fondo había valido la pena, él estaba ahí, justo a unos pasos de mí.

Cuando por fin se giró y me miró sentí que el corazón se me contraía y un vacío en el abdomen potencio mi emoción. Sin decir nada dejé que tomara mis manos y que las besara. Extrañaba sus labios en todas las maneras posibles y no podía negarme a nada en ese momento. Efectivamente lo que había escuchado era el pergamino que le había dejado yo antes de perderlo de nuevo, ese mismo que creí tan perdido como al mismo Marius que no había acudido antaño a mi cita. No le reproché nada, sencillamente lo escuché y me deleité con sus palabras aunque fueran pocas. Marius poseía una voz suave y hermosa, educada tanto para hablar en público como para pronunciar palabras de amor y eso continuaba con el paso de los años, potenciándose cada vez más. –Shh. Eso ya no importa- espeté llevándole la contraria como siempre pero en esta ocasión con el anhelo de tenerlo de una vez entre mis brazos.

Él se levantó y retrocedió ante mí, justo después de dejar el pergamino en mis manos. Sin pensarlo dos veces lo dejé caer porque ya no importaba y avancé segura hacia él. Le rodeé el cuello con mis brazos y me aferré a él con necesidad. Sentí sus manos también atrayéndome a él. “Nos abrazamos con pasión. Yo deseaba hundir mis dientes en su carne, beber su sangre, y lo hice, y sentí que él bebía también mi sangre. Era una unión más poderosa que la que yo había conocido en mi tálamo conyugal, y me abandoné a ella como jamás me había abandonado a nadie.”

De pronto me sentí cansada y en efecto lo estaba. Dejé de besarlo y retiré mis dientes de su cuello pero no mis brazos. Lo miré en esa cercanía y le sonreí –Por fin…- fue lo único que atiné a decir mientras lo contemplaba –Te amo, Marius, mi extraño, alto y hermoso Marius-

por Pandora* Mar Sep 23, 2014 7:41 pm

La iridiscencia de sus ojos dobló mis rodillas, no deseaba más que estrecharla en mis brazos, y aunque dubitativo me embarqué en aquella expedición que me robó el aliento, tomando su breve cintura entre mis manos, ceñida apenas por el corpiño que la aprisionaba, mi princesa de hielo estaba de nuevo entre mis brazos, como aquella noche en Antioquia…

–Te amo, Marius, mi extraño, alto y hermoso Marius- dijo con la melodía de las musas que siempre acompañaron la razón de su voz y sonreí como un adolescente, era todo lo que quería saber, todo lo que necesitaba saber, que después de siglos aún continuaba siendo “suyo”, es que en mi corazón nunca lo dejé de ser “Mi querido Amadeo… mi pupilo, el más brillante, el que me hizo sentir mortal de nuevo… o mi dulce Bianca, la que me salvó de una muerte verdadera, o peor aún, de una agónica recuperación… ambos instrumentos del destino para que no enloqueciera en la eternidad de los milenios…”

-Tuyo mi querida Lydia…- muscité tan bajo que ningún mortal hubiera podido escuchar –Te amo desde el primer día que te conocí…- continué besando su frente con delicadeza, ella era mi princesa de cristal, mi reina, mi todo… aún las noches que aborrecí cuidar de los padres, deseaba cuidarla a ella “Como si lo necesitase, siempre fue más inteligente y hábil que yo”…

De pronto sentí una punzada en el abdomen y mis ojos buscaron en la penumbra de los arboles –¿Dónde está tu compañero?- pregunté seco, con miedo a la respuesta, pero era una pregunta que se tenía que hacer… En el pasado ella me había dejado claro que estaba con él por voluntad propia, “En el pasado… hasta que leí su pergamino”, en silencio me reproché por no haberlo encontrado antes, sabía que ella no podría escuchar mis pensamientos; fue mi primera progenie, mi primogénita, mi joya más querida; y nunca dejó de serlo…

Permanecí en silencio, con los segundos pasando como lustros, rodeándola por encima de su cadera y deseando rompiera ese silencio…

Off Rol:

por **Pandora11** Jue Oct 02, 2014 11:07 am

"Hay quienes dicen que uno nunca se fue, no cuando regresa a donde cree pertenecer"

Sus sonrisas siempre fueron especiales para mí y supe que si hubiera decidido permanecer lejos, yo correría a sus brazos, tal como hice cuando tenía quince años y soltaba la mano de mi padre paro decirle a aquél bárbaro que escribía bajo un árbol que quería casarme con él.

Era imposible no volver al pasado cada vez que me cruzaba con sus ojos y más aún cuando me llamaba por mi verdadero nombre, uno que sólo él conocía, al igual que mi apellido romano, cosa que ambos hemos ocultado. Todos lo conocen como Marius de Romanus pero su apellido es como mi nombre actual, algo que hemos agregado para no influir en la historia de nuestras familias que hoy por hoy aparecen datadas en libros. Pero más allá de eso siempre fuimos él y yo, con los tiempos muertos entre nosotros desde la primera vez que nos vimos, siempre tan impulsivos cuando del otro se trataba, siempre con ese deseo de permanecer juntos con los días y las situaciones en contra. –Lo recuerdo bien– respondí sin hacer alusión a la negativa de mi padre cuando desde el primer día que me vio, Marius le pidió mi mano. A él le dolía recordarlo, lo sabía. Para entonces yo actuaba normal, le sonreía cuando me guiñaba el ojo y le recitaba versos para llamar su atención en medio de todos, pero no sabía que una niña de diez años podía ser pedida para esposa y por eso mi padre trataba de alejarme de él. Esa fue la primera vez que me vio y los años no han apagado el sentimiento, por fortuna para mí.

–¿Por qué preguntas eso cuando es mi compañero el que me tiene entre sus brazos? – ¿Por qué siempre alguna pregunta no encajaba cuando nos veíamos? Había pasado mucho tiempo y lo primero que se le ocurría era eso… Yo me conformaba con tenerlo ahí aunque no durara demasiado, lo estrechaba entre mis brazos con el anhelo de los años perdidos y quería besarlo por cada metro recorrido en su búsqueda. Habían sido tiempos difíciles pero intentaba no pensar en ello ahora que por fin lo tenía -¿Por qué has venido a París? ¿Los has… traído contigo? – con aquello me refería a los padres, aquellos por quienes sentía temor y quienes me impedían convivir con Marius nuevamente. No era que me atormentaran con visiones, sino que más bien su sola presencia me aterraba y escuchar el latir de sus corazones me provocaba un pánico indescriptible. ¿Cuánto nos duraría la paz para estar juntos? De nuevo no tenía la menor idea.

Off:

por Pandora* Dom Oct 19, 2014 10:13 pm

-Sabes bien a lo que me refiero princesa mía- dije tomándola con más fuerza, besando su hermosa cabellera castaña tan desprolijamente arreglada ahora –Si Arjun está aquí debo saberlo- el tono de mi voz se hizo de pronto áspero, me incomodaba, por no decir molestaba hablar de aquel que me arrebató a mi ninfa aquella última noche…

Un suspiro arrebató el silencio que se tornó a nuestro alrededor, -ellos están lejos de París querida mía- dije tratando de calmar su nerviosismo –Aunque sabes que tú fuiste siempre la predilecta de ella…- dije refiriéndome a Akasha, para luego sostenerla entre mis brazos y callar los pensamientos de ambos…

Deseaba callar mis pensamientos, mis temores, la posibilidad de que Pandora no fuera más que un espejismo que se diluiría con el alba, que Arjun sería el compañero de ella todavía; "todos los demonios de los que había huido me perseguían, arañaban mi espalda con su ponzoña e intriga…"

-¿Dónde está?- pregunté separándome de ella –Necesito saber de Arjun querida mía… tenemos cuentas pendientes, eso lo sabes…- habría determinación en mí, más que antes sin duda alguna, pues la muerte verdadera me había acariciado tan de cerca que le había perdido cualquier vestigio de temor.

Besé las manos de ella y le di la espalda, el gran amor que profesaba por ella era enturbiado por mis temores, no podía permitir ello, no otra vez, no como en Constantinopla; "aquel acto de cobardía que aún hoy me persigue…" deseaba hablar con ella, decirle que la amaba, pero los reptiles saldrían de mis fauces como monstruos hambrientos…

-Te amo demasiado ninfa mía- dije sin verla a los ojos, sintiendo su presencia con tal fuerza que me obligaba a gravitarla…

por **Pandora11** Jue Oct 30, 2014 7:53 pm

Todo se sentía extraño, habían pasado tantos años y tantos eventos en el medio de nuestra separación que era imposible que siguiéramos siendo los mismos. Él parecía dulce pero no pudo evitar preguntarme ásperamente por Arjun, aquél feroz vampiro asiático con el que había recorrido el mundo por muchos años y por quien no sentía la menor estima. Había caído en una trampa para mujeres: me había convertido en el ornamento vacuo y ostentoso de una personalidad masculina que a pesar de su aburrida crueldad verbal poseía la fuerza suficiente para conducirnos a ambos a través del tiempo. –Estoy sola. Pero no entiendo porque necesitas saberlo teniéndome como me tienes ahora–. Pretendía que en vez de preguntar por él me ciñera por la cintura mientras yo contemplaba la expresión arrobada de su rostro. No era capaz de medir siglos ni milenios. De pronto deseé saberlo todo, dónde había estado, lo que le había ocurrido mientras yo lo buscaba sin obtener respuesta alguna. Le mantuve la mirada ansiosa, no me dejé influir por el orgullo ni la vergüenza. Quería marcharme de inmediato con él, sobre todo considerando que los padres estaban lejos aunque no entendía por qué –¿Los has dejado a su suerte? ¿Qué has hecho, Marius? – la sola idea de saberlos sin protección me aterró. Yo sabía que la madre se defendía sola cuando quería, pero también sabía que antes de ser yo inmortal, había sido expuesta al sol y condenado consigo a sus hijos que terminaron quemados. Con respecto a ser su predilecta, no quise ni mencionarlo.

Marius se separó de mí mencionándolo de nuevo y eso me molestó. ¿Por qué se alejaba cuando estaba ahí por él y para él? antes había escapado para ver a Marius y podía hacerlo de nuevo. –¿Por qué te importa tanto ese vampiro? ¡Eres la esperanza de mi alma! Deja ya ese asunto de Arjun y ocupa tus labios en mí. Cúbreme de besos y olvida lo que te mantiene lejos de mí– exigí pareciendo desafiar su voluntad y sus preguntas. Yo no podía soportar más su distancia y menos con ese asunto.

–¡Dime que me amas viéndome a los ojos! – era obvio que me sentía impotente por la distancia que él mismo creaba, incluso creí que el tema de Arjun era sólo una excusa para alejarse de mí. –Llévame lejos de aquí o pídeme que me vaya. No soporto esto–

por Contenido patrocinado

Where the streets have no name (Pandora)

Where the streets have no name (Pandora)

Re: Where the streets have no name (Pandora)

Re: Where the streets have no name (Pandora)

Re: Where the streets have no name (Pandora)

Re: Where the streets have no name (Pandora)

Re: Where the streets have no name (Pandora)

Re: Where the streets have no name (Pandora)

Re: Where the streets have no name (Pandora)

Re: Where the streets have no name (Pandora)