Resplandor de una mente sin recuerdos [Gianna]

por **Sol Bosch** Dom Ago 10, 2014 9:52 pm

¨El hombre vive en la oscuridad, en la inconsciencia, y es capaz de de volverse lleno de luz. La llama esta ahi; tiene que ser provocada. la conciencia esta ahi, pero tiene que estar despertada.¨

Osho

Las luces empezaban a opacar las imágenes una vez más, como cada que vez que quería despertar, ¿O quizás era volver a soñar? Últimamente no era que distinguiera del todo los breves momentos de fantasía en los sueños de la realidad, todo en la cabeza de la gitana se mezclaba, los recuerdos podían volver a ella pero ni siquiera podía distinguirlos, para ella era solo soñar despierta, pues estaba segura que jamás había visto aquellos lugares y aquellas personas, estaba desorientada, no había un punto de inicio ni un norte que seguir, y despertar todos los días con aquel ataque de ansiedad ante la necesidad de buscar algo, encerraba su vida en una agonía que solo incrementaba.

Sus ojos se abrían de a poco acostumbrándose a los rayos del sol que se colaban atreves de las hendijas en la mesa de madera vieja que le servía como escudo ante sol y que por lo menos no la dejaba mojarse en su totalidad cuando la lluvia azotaba de forma inclemente por aquellos días. Toma un largo suspiro, sus fosas nasales se llenaron de los olores del puerto, de la sal del mar, de los alimentos marinos y las especias de contrabando que allí se consiguen y vienen de las tierras más lejanas que ella jamás podría imaginar conocer, se levantó con cuidado para no tropezar su cabeza con la madera y gateando salió debajo de esta, al ponerse finalmente en pie todos sus huesos traquearon reacomodándose por la mala posición en que durmió y la dureza de la superficie.

-Los sacos de harina no son nada cómodos…- pensó en aquel momento, debía saberlo de hace mucho tiempo cuando ella y luna viajaban de un lado a otro pero no podía recordarlo, su mente había salido de aquel plano, y se concentraba solo en comprender el mundo que le rodeaba, ese que a sus ojos encontraba cada vez más extraño y complejo , que cada día le confundía mas y que sencillamente en poco tiempo de no saber el porqué de todas aquellas cosas, la llevaría a la demencia…un paso tras otro la fueron alejando de su escondite, el día era nublado y húmedo, aunque en esa zona la humedad era algo frecuente. Sus pies descalzos y maltratados se deslizaron con pereza sobre el suelo mojado, a esa hora, los comerciantes se encontraban haciendo sus labores, mientras de los buques que arribaban desde el alba descendían las tripulaciones. El puerto de parís era un caos, estaba repleto de personas de mal aspecto, groseras y ordinarias, sin embrago que podía decir ella de esto, habían muchas cosas que no podía explicar: por ejemplo, el cómo había llegado allí, el por qué podía entender ese idioma donde escupían tanto para hablar, y el por qué a pesar de entenderlos, ella no podía hablarles.

Un ruido proveniente de sus entrañas así como la dolorosa sensación de vacío en estas, la sacaron de su observación, sol siempre vivía observándolo todo, como si fuera la primera vez que veía las cosas, las observaba y analizaba , reparándolas a profundidad como si quiera dar una explicación del porqué y encontrarla. Pero el hambre era demasiada y llevaba varios días sin probar un bocado que no fuese una manzana a medio probar que encontraba tirada en el suelo, o las sobras de alimentos que a veces bajaban de los barcos más lujosos, su mente se volvió borrosa unos breves segundos y sintió que casi perdía el equilibrio del cuerpo si no se hubiese apoyado de aquella mesa, tomo aire y siguió avanzando hasta unas bancas predispuestas al lado de un puesto de pescado, su cuerpo pedía energías, ella rezaba aquel Dios en el que a pesar de todos sus infortunios creía, pidiéndole fortaleza para resistir y fuerzas para continuar viviendo.

-Un paso mas... - se decía mientras esta vez se poso su mano en la espalda de un transeunte, pero fue un paso en falso, pues al agarrarse de esta cayo en el abismo lleno de oscuridad no te perteneces de ti mismo, ni sientes el fuerte golpe que te das contra el suelo.

por **Gianna Castiglione** Mar Sep 09, 2014 10:03 pm

"Si puedes ayudar a tu prójimo hoy, no le digas: «Vuelve mañana y entonces te ayudaré»."

Tener que recorrer el puerto no era que le agradara mucho a Gianna, el motivo principal era que desde niña le tenía una aversión increíble al pescado. Los peces del mar no le molestaban, lo incómodo era verlos en algún plato o sartén o inclusive en las redes o recipientes donde se ponían una vez eran atrapados y preparados por los pescadores. El olor era completamente nauseabundo y la inquisidora no podía evitar fruncir el ceño mientras avanzaba entre olores tan desagradables fruto del resultado de la pesca y de los hombres que la ejecutaban. Esos últimos eran mucho peores, de hecho no se recomendaba que una mujer recorriera por demasiado tiempo la zona debido a los típicos “instintos” de hombres como esos. Aun así era temprano para aprovechar la mañana y hacer un reconocimiento de la zona en busca de algo que no encajara, sólo sería una hora y regresaría a casa a hacer un informe y terminaría esa molestia que sólo hacía parte de los gajes de su oficio.

Por esos días se había tenido conocimiento en la inquisición sobre una pareja de vampiros de apariencia joven que aparecían cada dos noches en un bar del puerto a beber como cualquiera. Sin embargo, lo atípico y sospechoso era que cuando ellos hacían acto de presencia, desaparecían al menos dos personas cuyos cuerpos aún no habían sido encontrados. Al menos eran hábiles para deshacerse de la evidencia física, pero las sospechas aún continuaban en el aire inquietando a cazadores e inquisidores por igual.

Gianna estaba allí para buscar la pista que fuera, sobre todo de los cuerpos para corroborar que habían sido asesinados por vampiros; finalmente el hecho de saberlos bebedores de sangre había sido un comentario de un cambiaformas que empezaba como condenado y al que por ahora, dado lo novato, no se le podía creer mucho. La italiana se fue cómoda pero lo suficientemente cubierta como para no ser identificada tan fácilmente. Caminó con el mayor silencio que le fue posible y recorrió con la mirada todo para recordar hasta el más mínimo detalle que luego la llevara a hacer conjeturas efectivas que la llevaran a entregar buenos resultados.

Para no ser descubiertos, los que eran entrenados como espías no preguntaban a cualquiera. Tenían sus técnicas, sus maneras de dar con los cabos sueltos sin necesitar a otros y sabía bien que volvería esa noche al bar, con un par más de inquisidores para concretar la misión y buscar la manera de erradicar a los vampiros. Y en eso iba pensando cuando sintió una mano posicionarse con brevedad en su espalda pero apoyando el peso de un cuerpo que sintió caer de inmediato mientras ella se giraba de prisa. Bajó la mirada y a tiempo agarró del brazo a la mujer impidiendo al menos que su cabeza chocara contra el suelo provocando algún daño mayor. Se inclinó de inmediato y apoyó una mano bajo la nuca de la muchacha de aspecto pálido y ojos perdidos. –Por Dios ¿Está bien?- era obvio que le pasaba algo, pero lo que buscaba Gianna era saber el motivo exacto para poder ayudar de algún modo a la desconocida de apariencia débil. –Si me dice quizás pueda ayudarla. ¿Puede levantarse o se siente muy mareada?- preguntó la italiana al tiempo que intentaba sentar a la chica. Eso la desviaba un poco de su misión, pero finalmente ya estaba a punto de irse y la inquisidora no era de las que se negaba a ayudar a cualquiera que realmente lo necesitara. Ella no era una inquisidora cualquiera, no podía, no debía sabiendo que en su familia habían licántropos y vampiros, convertidos en misiones, claro, pero finalmente ahora lo eran y con base en ello comprendía que no todos buscan la sobrenaturalidad. Eso sí, sabía que el vivir y el morir dependían más que de la raza, de las decisiones y acciones que llevara cada uno a cabo con aquello que le había sido dado.

por **Sol Bosch** Mar Oct 21, 2014 8:19 pm

¨Amar al prójimo debe ser tan natural como vivir y respirar.¨

Madre Teresa de Calcuta

Su visión estaba cubierta por una bruma que no le dejaba distinguir en que plano se encontraba, todo era confuso en ese abismos en el cual se encontraba, donde sus sentido estaban dormidos, y su percepción era casi nula, apenas una punzada de dolor en su zona lumbar ala tocar el suelo pudo disuadirle en involuntario letargo que había perdido el control de su cuerpo a causa de la debilidad. Esperaba el impacto completo, aquel choque que la dejaría por completo inconsciente cuando de pronto se sintió en el aire… una voz, una voz que no distinguía – como todas últimamente - a la cual no se le entendía mucho fue trayéndola de vuelta, quería hablar, quería decir cómo se sentía, pero era inútil, ni un solo musculo reaccionaba a pesar de lo mucho que quería volver en sí y agradecer siquiera el hecho de que le impidiera hacerse un daño mayor. Mas Al intentar siquiera abrir los labios, la oscuridad de apodero completamente de ella, dejándole flotando en aquel inmenso vacío.

Empezó a abrir los ojos, poco a poco, la bruma invisible que cubría su vista poco a poco se dispersaba. No sabía cuánto tiempo habría pasado, tal vez segundos, tal vez minutos, tal vez horas… el tiempo es relativo cuando te pierdes en aquella inmensa oscuridad. Empezó a distinguir la claridad, los colores y poco a poco todo empezó a tomar forma, como una civilización que levanta entre inexistentes cimientos y el borroso rostro de alguien fue tomando forma frente a ella, al igual que los sonidos y el espacio. Una mujer la sostenía entre sus brazos, sentía los músculos agarrotados pero aun así percibía la sujeción a su cuerpo, su voz hizo eco en su psiquis el cual genero automáticamente la orden a responder.

-Ayuda…- Musito sintiendo su voz pastosa, increíblemente ronca, como si hubiese gritado horas enteras y se hubiese quedado disfonica. Sus ojos apenas estaban entre abiertos, pero era suficiente para terminar de distinguir los femeninos y finos rasgos, los cuales denotaban preocupación, tanto expresión como el tono de voz empleado. Lo cierto era que sol no podía siquiera abrir los ojos sin hacer un gran esfuerzo, su cuerpo estaba muy débil y adolorido, necesitaba agua y sobre todo necesitaba alimentarse o moriría de inanición –A..Ag…ua. – murmuro con dificultad a la vez que tomaba un poco de aire dejando escapar un largo suspiro, esperando que un poco de aquel glorioso liquido corriera por su garganta siquiera refrescándole, boca estaba reseca y quizás aquello le obligara a aclarar su voz. Una mueca de dolor se dibujó en su rostro, apenas su cerebro había tenido el pensamiento de que ingiera algo le hizo retorcerse de dolor, cuantos días había pasado desde la última vez que había comido aquellas sobras? Seguro más de una semana.

-Se ve muy mal señorita…- murmuro una de las campesinas que en aquellos momentos atendía el comercio de sus frutos en aquel lugar y le acerco una taza de madera con agua a los labios, el instinto hizo efecto, a pesar del dolor que cruzaba su estómago la gitana bebió con avidez de forma lenta el transparente y revitalizante liquido hasta que este se acabó y pudo enderezarse un poco, de levantarse nada aun, sentía ligero temblor en sus rodillas y sus piernas en aquel momento, después en casi todo el cuerpo, a que se debía era un misterio, solo miro a la mujer que aún le ayudaba sostenerse con agradecimiento y preocupación como si esta pudiera darle aquella explicación que tanto se había matado buscando. ¿Qué le sucedía? ¿Porque todas esas cosas le estaban pasando?.

por **Gianna Castiglione** Sáb Nov 01, 2014 8:46 pm

"La verdad a veces es un cuento que nadie quiere creer"

París no era precisamente un lugar de ensueño. La variedad estaba por todo lugar y eso no sólo incluía a seres sobrenaturales, sino que también lo hacía con las clases sociales que eran mucho más marcadas que en la natal Italia de Gianna. Los menesterosos se colaban por mercados y calles concurridas. Corrían a agarrar lo que caía, pedían sin cesar y morían en las calles sin una sola muestra de misericordia. Y todo eso dejaba pensando a la italiana sobre la frialdad incluso de la iglesia a la que servía. El prójimo era un asunto mencionado apenas pero con el que no se aplicaba lo conversado. Era por todo eso que Gianna no era de las que seguía de largo cuando de ayuda se trataba.

La muchacha que sostenía era hermosa, de rasgos delicados a pesar de la palidez de su malestar. Lucía muy delgada, como era de esperarse y sus ropas no denotaban nada típico de la clase alta. Ahí en sus brazos duró unos minutos inconsciente, hasta que balbuceó pidiendo ayuda ¿Estaría escapando? O ¿Sencillamente pasaba por un muy mal momento? La inquisidora no podría saberlo hasta que aquella despertara y tuviera fuerza y claridad suficiente para explicar lo que le pasaba.

Luego de un rato volvió a abrir la boca y una mujer de edad avanzada de las que trabajaba por la zona se acercó a mirarla, con lástima, pero como si también pretendiera otorgar su ayuda. El dolor se reflejaba en la muchacha y en cuanto pidió agua y le fue acercada, Gianna la acomodó con cuidado para que pudiera beber sin ahogarse. Ella lo bebió como si no hubiera probado líquido en días y quizás era justamente de ese modo. Gianna le liberó la frente de los cabellos desordenados que allí se posaban y el rostro quedó al descubierto para observarla y sonreírle como si no pasara nada. –Seguro que necesita comer algo. Vamos a ir a un lugar cerca para que repose y recupere un poco las energías ¿De acuerdo? ¿Cree que puede ponerse de pie? Voy a ayudarla pero desconozco realmente como se siente– explicó ella indicando que no iba a dejarla abandonada a su suerte. Era una desconocida, sí, pero claramente no representaba ningún riesgo y mucho menos podía valerse por sí misma. No sería molestia para la italiana, finalmente también pensaba ir a almorzar.

Mientras esperaba respuesta se le cruzó por la mente que en ese estado podría haber escapado de algo o, quizás, podría tener alguna idea del caso que estaba investigando Gianna. No perdía nada con investigar. En una ciudad como esa, todo podía suceder y cualquiera podría guardar sorpresas y ases bajo la manga. Por otra parte, es imposible que a alguien que gusta de la investigación no lo mueva la intriga, como si todo lo que sucediera pudiera ser la clave o alguna pista para cualquiera de sus objetivos. La inquisición en general entrenaba de ese modo, enseñaba a sospechar de todos, incluidos los niños. No por nada las facciones estaban llenas de sobrenaturales de todas las edades y apariencias que poseían habilidades para engañar y hacer caer a otros. Aquello era un buen punto, no podía confiarse de ella por más que la situación la inclinara a ello. Tampoco podía confiarse de la anciana, ni de nada que la distrajera de lo que había ido a hacer. Tendría que investigarlas, sospechar hasta que algo fuera prueba de su inocencia o aclarara la culpabilidad. En esos momentos envidiaba vagamente las habilidades de los condenados, en casos así serían bastante útiles.

por **Sol Bosch** Jue Nov 13, 2014 5:34 pm

¨La dulce piedad es el símbolo de la verdadera grandeza.¨

William Shakespeare

Una caricia gratificante, si, aquello era lo que sentía su piel, y era propiciadas por una desconocida que apenas alcanzaba a distinguir, aquel acto para sol significo demasiado aunque no pudiese demostrarlo en aquel momento por su debilidad, quien era aquel ángel de bonitas y finas facciones apenas visibles que se estaba comportando de forma tan dulce con ella, nadie había tenido un acto desconsiderado con la gitana en mucho tiempo, más del que podía recordar, y estaba segura que incluso más del que NO podía recordar, porque era tan tranquilizador, familiar, y sobre todo sincero…en aquellos momentos fue donde sol se preocupó al creer que había llegado al cielo, aunque pensó que los ángeles se verían más…diferentes. Las voces apenas parecía provenir de un tercer plano, algo ajeno a ella, mas poco a poco se fueron aclarando así como su visión, sus demás sentidos se fueron restableciendo poco a poco, entonces allí pudo verle con más precisión.

Era una mujer, joven, hermosa sin duda, de cabellos cortos, y que por su forma de hablar y su pulcra apariencia, supo que no era ninguno de los que trabajaban en aquel lugar, al contrario, era superior. Al mirar sus ojos cargados de preocupación por el prójimo, supo que era alguien muy cercano a Dios, o por lo menos en aquella misma senda, por que quien si no aquellos bañados por su gracia mostraban tal aflicción por lo males del prójimo. La gitana asintió cuando aquella hizo dicha pregunta, esperaba tener las fuerzas suficientes para levantarse sin desplomarse y llevarse la al suelo, pero supo que aquello no pasaría cuando vio a la anciana a su lado, se sostendría de ellas dos, y se levantaría.

Se sostuvo de ambas y haciendo un esfuerzo con la energía que le quedaba, se inclinó aferrándose del brazo de la mujer, y se fue incorporando poco a poco apoyando parte del peso de cuerpo entre ambas. Caminando con algo de dificultad, pero mareada hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no desplomarse nuevamente en el suelo y llegar hacia una de las bancas cercanas, al lado del puesto de frutas que al parecer era de la anciana que la estaba ayudando también, sol se sentó, el mundo entero le daba vueltas, y estaba segura que de haber tenido algo en el estómago lo habría vomitado. Agradecía que por lo menos había asimilado el agua. La gitana se relamió los resecos labios, ya agrietados por la resequedad y la deshidratación, cruzo sus brazos con el fin que el ligero tembló que tenía su cuerpo se hiciera menos notorio y alzo su mirada hacia las dos personas frente a ella, aquellas que le haba ayudado, observando aun en su estado una notoria diferencia entre sus clases, al juzgar por sus ropajes.

-Muchas…Gra…gracias señora y… señorita – dijo con voz temblorosa dedicándoles una mirada llena de gratitud – Que el señor…les pague tal…piadoso acto. Ya que…yo no puedo. –Trato de decir, en aquel momento aun cuando sentía que aquellas palabras a pesar de ser lo único que tenía no eran suficientes.

por **Gianna Castiglione** Lun Dic 08, 2014 6:20 pm

"El ayuda a tu prójimo como a ti mismo se vuelve real tan pocas veces, que asombra"

El puerto no era realmente un lugar recomendado para ningún débil o enfermo, puesto que era absolutamente insalubre y el hedor que allí se respiraba podía revolverle el estómago a cualquiera. La verdad es que Gianna agradecía su disgusto por la comida de mar, porque de lo contrario habría cambiado de opinión para ese momento.

Ver reaccionar a la joven fue alentador, incluso cuando le corrió el cabello minutos antes hacia atrás, intentó buscar alguna marca de mordida o algo similar que delatara el porqué de su debilidad. Pero no había nada y la inquisidora seguía siendo demasiado humana como para discernir que a quien ayudaba, era una gitana. Con respecto a su especie, Gianna no sentía demasiada molestia con respecto al modo de vestir o costumbres en general; lo único por lo que sentía una clara aversión, radicaba exclusivamente en las habilidades adivinatorias de las que tanto ufanaban como si no constituyera en sí mismo un pecado altamente castigable por la santa sede. Y ¿Cómo no hacerlo? ¡Si para conocer el futuro se mezclaban espíritus y otros elementos oscuros que iban en contra de la voluntad de Dios! Pero por ahora, aquella mujer era completamente humana y Gianna se sentía movida a ayudarla en un momento tan desagradable para cualquiera. Sentirse débil es un mal que no sólo afecta el cuerpo, sino que también repercute en la mente y el espíritu como si se deshicieran a una sola voz, en un mismo afán de decaimiento.

La joven se levantó apoyada más de Gianna que de la mujer de avanzada edad por obvias razones, y caminaron a una silla cercana en donde la italiana intentó sostenerla. Ella tiritaba, la falta de alimento posiblemente era la causante de una baja tensión y, de buena gana, Gianna le hubiera prestado su abrigo. Pero no podía, era algo imposible considerando que las armas que llevaba estaban bajo esa prenda y ni siquiera la necesidad de ayudar a otro podrían exponerla de esa manera —Señora ¿Es usted la dueña de la carreta con frutas, verdad? Tenga, tome esto por favor y tráigame un par. Traiga consigo lo más jugoso que tenga y guarde para usted el cambio— la inquisidora depositó en las manos de la mujer algo de dinero que alcanzaba para más de lo que podía traer en las manos. Era una buena forma de librarse de ella y de poder llevar luego a la mujer a otro lugar con mejor alimento y abrigo —No hay porqué agradecer, más bien dígame ¿Es usted de por aquí? Si me dice donde vive yo puedo llevarla. A unas dos cuadras están los carruajes, así no tendrá que caminar mucho— indicó mientras le frotaba los brazos a la desconocida, como si eso pudiera brindarle algo de calor y sintiendo un extraño alivio al escucharla mencionar a Dios en su agradecimiento —No quiero ser imprudente, pero ¿Cómo es que llegó aquí en semejante estado? A juzgar por lo que veo, me atrevo a decir que lleva mal desde hace un par de días. Dígame qué necesita—.

Las preguntas de Gianna eran la clave para terminar de confundir a la gitana, pero necesarias para revelar su verdadera condición, de la cual, quizás durante un tiempo, ninguna tuviera escapatoria.

por **Sol Bosch** Jue Dic 11, 2014 12:47 pm

¨El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad.¨

Ludwig van Beethoven

La gitana sin memoria muchas veces durante aquellos días que caminaba sin rumbo, después de haber despertado en las orillas de la playa se preguntó por qué Dios le había abandonado allí. ¿Porque no podía recordar nada? ¿Porque todo cuanto conocía y sabia le había sido arrebatado? Quizás había cometido un pecado muy grande, quizás había sido atroz y estaba pagando por ello…Sin embargo, ¿Cómo podía recordar un idioma diferente al suyo? si por primera vez en el tiempo que llevaba en aquel lugar había logrado articular palabras en aquel de forma instintiva, Sabía que era diferente, lo sentía así, sentía que ese no era su lugar. Bajo su vista después de decir aquello, tenía razón, la gratitud no era suficiente, sin embargo ¿Qué más podía ofrecer en agradecimiento si no sabía si quiera como se llamaba? Había un gran vacío en ella, y no solo en su estómago por la falta de comida. Si no en todo su ser, en su cabeza, en sus recuerdos, incluso en sus emociones. Todo estaba en blanco, como si en realidad fuese solo un recipiente que albergaba un alma, la cual sabía que existía solo por aferrarse a una deidad suprema de la que sentía temor.

Alzo su mirar a medias, observando como la mujer de finas vestiduras le entregaba unas monedas a la anciana que les había ayudado, y escucho lo que le decía, pensando que a pesar de todo Dios no le había abandonado por que le estaba colocando un ángel en el camino, y sonrió a medias de forma más triste que aliviada, queriendo no ser desagradecida con él por esperar que así como aquella extraña apareció en el momento que más lo necesitaba, así aparecieran sus recuerdos. Termino de alzar su vista al escuchar de nuevo su voz y fijo apenas su oscura mirada en el rostro de su salvadora, negando con la cabeza de forma leve.

-No señorita…para mi hay mucho que agradecer…-murmuró con voz débil pero segura. – Y no… no sé si soy de por aquí…creo que no, mas no lo recuerdo…-suspiro pesadamente pensando que quizás ella no creería aquello y pensaría que era una farsante mendiga más que se aprovecha de las personas caritativas como seguro lo era ella. – Señorita le agradezco de verdad que me quiera llevar, pero tampoco tengo un lugar al que ir, salvo debajo de la mesa en la que he dormido desde que desperté en aquella playa…- levanta su temblorosa mano y señala el playón en la lejanía con mirada nostálgica. La castaña volvió la vista hacia la joven y se encogió de hombros con una tenue sonrisa curvada en sus labios.

-Eso quisiera saber yo, señorita, como llegue a esto…lo único que se es que desperté aquí hace días… y me he alimentado cuanto he podido…no me he atrevido a salir de aquí. Y temo perderme... Mas.- se encoge de hombros de nuevo. –Yo le agradezco que se preocupe pero… más que cualquier cosa, necesito mi vida de regreso, y con todo respeto…no creo que eso sea algo que por más que necesite usted pueda devolverme…- Murmuro con tristeza en el momento que la anciana regreso con algunas frutas en una pequeña canasta y una jarra de arcilla con agua.

por **Gianna Castiglione** Miér Dic 31, 2014 9:11 pm

"Piensa mal, y acertarás. Dicen"

En todo el tiempo que llevaban allí, Gianna no dejaba de observar alrededor y analizar todo lo posible. Estaba en una misión hace unos minutos y había sido distraída de repente por una joven que la había tocado precisamente a ella, buscando ayuda en una mujer en vez de buscar a alguien de apariencia más fuerte o en alguien que luciera más amable que aquella de firme postura como lo era Gianna. Fue entonces cuando se dio cuenta que no podía confiar en aquella mujer de nariz respingada y rostro confundido. La desconocida podía ser en realidad una buena actriz, y de esos casos habían encontrado muchos y en algunas ocasiones la confianza le había costado la vida al inquisidor que confiado ayudaba. Todo parecía real, pero bajo ninguna circunstancia Gianna podría llevarla a su casa ni decirle nada con respecto a ella. Tampoco podía ir a donde la joven quisiera, sino que tendría que ser todo lo opuesto para evitar una reunión desagradable que hiciera arrepentir a la italiana de ayudar a otros, para siempre.

— ¿Recuerdas cuántos días llevas por aquí? ¿Sabes contar? — cuestionó la inquisidora tratando de despejar más dudas que no la llevaran a confundirla con algún desagradable al que mataría si tratara de engañarla. No podía notar demasiadas diferencias en el acento puesto que ella misma no era francesa y llevaba menos de un mes en dicho país para notar algo como eso, pero se esforzaba en buscar cualquier cosa que le diera más señales. — ¿Has hablado con alguien más desde entonces? — prosiguió sin darle demasiada importancia al hecho que mencionaba la joven, el haber perdido la memoria.

Era momento de analizar mejor y echar un vistazo a las ropas. Era difícil, estaban ajadas y sucias y casi no se les podía notar una forma o color vivo. Sin embargo si se distinguían colores cálidos y unas faldas sin demasiados velos. Los hombros lucían descubiertos y aunque podían ser efecto de los días en la playa y el ajetreo en cualquier lugar viviendo como mendiga, tambien podría tratarse de una gitana. Gianna mantuvo el silencio, si aquella no recordaba, no tenía sentido decirle porque no argumentaría. Y si mentía, tampoco admitiría nada.

La mujer de edad avanzada llegó con las frutas en una canasta y la extendió a ellas en silencio y con una amable sonrisa fruto de la ganancia obtenida. Gianna tomó de inmediato una manzana y se la puso en las manos a la muchacha —Come primero, que luego veremos el resto. Aunque me temo que vas a necesitar algo de comida más consistente. Termina esto, iremos a otro lugar— afirmó Gianna con un tono más firme que el que usara hasta ahora. Iba a averiguar la verdad, a cualquier precio.

Era probable que la muchacha notara el cambio y la ligera rigidez de Gianna, incluso retiró el abrazo y se alejó un poco acomodándose para verla mejor, pero sobre todo, para no dejarla sentir sus armas y estar atenta.

por **Sol Bosch** Mar Ene 20, 2015 7:29 pm

¨El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad.¨

Giovanni Papini

La gitana tomo las frutas y el agua que la anciana le entrego a su ángel guardián, colocándolas en el harapiento y mugroso delantal que tenía amarrado a su cintura. Tomando la punta de al lado seco las gotas de agua que destilaban al estar recién lavadas y las seco, se veían tan jugosas y tan frescas a los ojos de la gitana, que incluso hincarles el diente lo sentiría como una profanación a aquellas cortezas de tan intensos colores. Debía estar enloqueciendo claro, ¿Ahora admirando frutas? ¿Qué le pasaba realmente? Negó con la cabeza, el hambre le estaba haciendo delirar, casi ya ni escuchaba lo que su ángel de la guarda de le decía por estar sumida en pensamientos ausentes. El constante ardor en su estómago se hizo más intenso, por lo cual dio una mordida a la roja manzana que tenía entre sus manos. ¨ Hummm este fresco y dulce sabor…lo había olvidado.¨ Había pasado tanto desde que había comido algo que no fuera sobras, nada saludable, nada en buen estado.

-¿Hummm? – Levanto su cara hacia ella y negó lentamente con la cabeza limpiando con su dorso sus labios –Se contar, mi señora, pero exactamente no sé cuántos días he estado aquí desde que desperté en la cueva que está al otro lado del muelle- señala con dedos temblorosos el sitio de formaciones rocosas que podía verse al otro lado de la playa, no muy lejos de donde estaban, pero lo suficiente para poner distancia entre aquel lugar y donde los barcos anclaban- Creo que he perdido la cuenta de los días que aquí he estado…- suspira pesadamente la gitana y vuelve a negar con la cabeza. Ante su pregunta. Lo cierto es que no, no sabía dónde estaba, no conocía a nadie, ni siquiera reconocía el idioma con claridad cuando despertó, luego este se hizo más claro a medida que escuchaba a los transeúntes, o cuando le corrían si se acercaba demasiado a algún puesto alegando que espantaba a los clientes con su apariencia de vaga, incluso cuando noches anteriores aquellos hombres le perseguían con intensiones claramente no muy buenas y solo tuvo fuerzas para esconderse debajo aquella mesa oculta por los costales de trigo donde había despertado aquella mañana.

-Y…No mi señora…usted es la primera persona con la que he hablado. – Musito ante la pregunta de su ángel guardián- Ni siquiera estaba segura de poder hablar igual que ustedes, hasta hoy…- confeso dejando la manzana en el delantal mirándola con tristeza, pudo notar como el tono había pasado de compasivo a ¿Autoritario? ¿Desconfiado? . En realidad había contado con suerte de que alguien le ayudara, nadie hasta ahora al ver su situación lo había hecho, pero también estaba segura que al igual que lo demás seguramente la vería como una vaga aprovechada o una ladrona. No la culpaba, su aspecto daba a pensar eso.

-¿A qué lugar iremos? –acertó a preguntar extrañada de que aquella no decidiera dejarla allí y marcharse. Al contrario la llevaría a otro sitio. La pregunta radicaba en…que sitio? ¿Habría hecho ella algo malo? ¿La entregaría a las autoridades por vaga? Si fuera así habían muchos más!...O acaso, seguiría siendo amable con ella y la llevaría a algún hospital o iglesia, o lugar para personas en su desorientada condición? Solo había una palabra para describir como sol se sentía en aquel momento. Intrigada.

por **Gianna Castiglione** Dom Feb 01, 2015 3:05 pm

"¿Quién teme a caminar sobre la hierba?
Pero es en la hierba donde la víbora se esconde de sus enemigos, y lo cobija hasta que ataca"

Gianna observó con absoluto detalle y disimulo el modo de comer de la muchacha. Realmente lucía hambrienta y difícilmente podría actuar el sudor que le perlaba apenas la frente, como si hubiese sufrido de fiebre o la tuviera en ese preciso momento. —Es todo, muchas gracias— le dijo la inquisidora a la anciana al tiempo que tomaba las frutas que previamente le había pagado. La mujer se veía buena y amable, pero lo era tanto que a Gianna ya le molestaba la situación y al final, las ancianas no son garantía de absolutamente nada. O que lo diga Blancanieves, pensó ella y sonrió al tener tan absurdos pensamientos.

— ¿En la cueva? — Repitió Gianna, observando a donde ella señalaba y esperando que la desconocida no le dijera ni por error que se dirigieran allá para buscar la verdad de su destino —¿Cómo hiciste para salir? Digo, apenas se nota que es un lugar de difícil acceso ¿Encontraste algún objeto contigo? — los cuestionamientos seguían y, de hecho, para eso trabajaba ella. Gianna era hábil cuando de descubrir verdades se trataba y podía llegar a fingir tristezas o alegrías con tal de obtener su objetivo. Todo era parte de la disciplina que tuvo para aprender a espiar, a interrogar y también, a emitir juicios de vida o muerte —Si perdiste la cuenta es porque en algún momento intentaste contarlos ¿No es así? — agregó mientras le palmeaba la espalda y le sonreía como si le quisiera infundir ánimo a través de ello. Aunque todo fuera con tal de sacarle más palabras.

— ¿De verdad? — la italiana frunció el ceño —Háblame en el idioma que primero te vino a la mente, dime cualquier cosa, quizás eso nos ayude un poco para determinar de dónde venías. Quizás el curso del agua y tu idioma natal nos guíen— la situación parecía avanzar y Gianna no iba a detenerse, aunque no iba a permanecer en ese mismo lugar por demasiado tiempo. No daría puntos de quiebre para ser la víctima por descuidada. Por lo mismo se puso de pie y le extendió la mano a la muchacha —Sabes denominar a las cosas, eso es algo. Ahora ven, si llevas días sin alimento una manzana no servirá de mucho. Vamos a ir a un restaurante y cuando comas bien, veremos qué hacer. Ven, tómate de mi brazo y vámonos de aquí, los tipos del fondo están viéndote raro ¿Los conoces? — en realidad los tipos sólo miraban curiosos, pero un poco de paranoia sembrada no venía mal para descubrir la verdad.

Pero esa situación tenía dos caras, donde la mejor de ellas era que la gitana estuviera mintiendo. La otra, la que la apuntaba como sincera, era peor que cualquiera porque Gianna sabía bien que no sería capaz de dejarla sola, de decirle adiós dejándola en la intemperie y con las frías noches de otoño, mientras ella se iba a casa a tomar un té caliente justo antes de meterse en su cama y cubrirse bien con unas buenas cobijas. ¿Pero qué podía hacer? Llevarla a su casa era un tremendo riesgo, sobre todo considerando que Gianna tenía el piso lleno de armas que le permitieran defenderse incluso en un ataque sorpresa desde cualquier punto de su casa.

por **Sol Bosch** Dom Feb 08, 2015 11:54 am

La confianza, como el arte, nunca proviene de tener todas las respuestas, sino de estar abierto a todas la preguntas.

Earl Gray Stevens

Sol pensaba que la buena samaritana le estaba haciendo demasiadas preguntas, quizás no confiaría en ella o pensaría que era una mentirosa, y si, si estuvieran en posiciones distintas ella haría lo mismo: Desconfiar. Pues el hecho de encontrarse con una persona con tantas lagunas mentales como ella no era para no daba para otra cosa en primer lugar. Pero sol quería que le creyera, porque lo que decía era la verdad. No tenía por qué mentir, y ella quería llagar al fon do de aquello también, nadie más que ella estaba interesada en saber que había pasado realmente, así muchas cosas tendrían sentido, como las imágenes que constantemente ve en sus sueños.

Si…hay una cueva en la playa…- musito en respuesta a otra de las preguntas –La verdad... no fue difícil salir… es bastante grande, y solo un lado está inundado por el agua, pero no llega más allá de la cintura…- termino por decir dejando caer sus brazos mientras aquella seguía preguntando. ¨Quizás este es el precio por las frutas y el agua¨ pensó. ¨responder preguntas y más preguntas¨. Bueno, ella agradecía que la ayudara, a ella y a Dios. Pero ya se empezaba a sentir como si estuviera siendo acusada de algo, cuando en realidad no había hecho nada. Y estaba segura que de estar más restablecida hubiese agradecido y se hubiese largado si era que su salvadora quería espantarla con tanto interrogatorio. ¿Si podía contar? Sin duda lo hacía, algo en ella le hacía pensar que quizás había sido muy pobre, pero no una analfabeta, a lo cual solo asintió en respuesta, mientras esta tomo asiento a su lado, sintiendo el tacto ajeno en su espalda, tranquilizándola.

-Em referia a este. ¿lo reconeix? – la gitana accedió a su petición. Quizás ella sabría de cual idioma se trataba, ya que a ella le costaba recordarlo, más lo sentía demasiado familiar, como si de su lengua materna se tratase.- He estat parlant així, fins i tot mentalment. – un suspiro pesado escapo de los labios de la gitana sin memoria, quizás ella tampoco supiese de donde provenía aquel idioma, aunque colocase especial acento en él. Después de aquello y de varias pequeñas acciones realizadas por su contraria, solo se sintió un poco más a gusto, menos recriminada, mas comprendida. Su ángel guardián se levantó de nuevo colocándose frente a ella y extendiendo su mano. Sol la observo por un momento tratando de identificar alguna emoción en el rostro ajeno que le hiciera le hiciera adquirir mas confianza, notando de nuevo ese resplandor extraño a su alrededor, pero quedándose en silencio por que quizás aún solo estaba alucinando por la deshidratación.

-Señorita…- titubeo sin saber cómo expresar aquello sin dejar pasar desapercibida la gratitud que siente. – No… debería tomarse tantas molestias conmigo, quizás tiene cosas más importantes que hacer…- bajo la mirada un tanto observando sus mugrosos pies descubiertos.- Yo con la fruta que me regalo estaré bien por unos días…- musito volviendo a soltar otro suspiro, no quería ser una carga, o una molestia. –Además… ya le dije que no tengo como pagarle.- su vista se volvió hacia la manzana recién mordida, mas su mirada no pudo evitar levantarse de forma apresurada para encontrarse con la ajena y dirigirse en dirección a al final de la calle donde pudo reconocer al hombre calvo del cual se había escondido noches anteriores, este la miro fijamente de una forma repugnante que su estómago se contrajo, tampoco dejaria que le hiciera algo a su salvadora. Así que si pensarlo más se levantó con cuidado sin dejar caer sus preciadas frutas.

--Aunque pensándolo bien… no sería mala idea ir con usted…- tomo su brazo tal cual ella le dijo- Pero apresurémonos, porque esa gente no es nada buena…

por **Gianna Castiglione** Dom Feb 22, 2015 10:32 pm

"El bien y el mal no se miden.
Aunque solemos hacerlo con las mentiras."

Los asuntos referentes a la pérdida de memoria son de tomar con pinzas, sobre todo si se trata de un desconocido. La postura de la italiana era totalmente comprensible, puesto que más allá de la bondad de ella y las enseñanzas de un Dios bueno y misericordioso, también estaba el haber sido enseñada a desconfiar, a dudar de otros que podían ser sobrenaturales con propósitos extraños. Pero ¿Qué podía hacer una gitana? Aparte del famoso “mal de ojo”, no había cosas realmente preocupantes con respecto a ellos, que por lo general se mantenían aislados de la mayoría de las personas como si no pudieran mezclarse. Pero lo que pensaba Gianna, era que de ocultar algo realmente extraño, aquella mujer no operaría sola.

—Y me dices que sólo recuerdas el despertar allí ¿Verdad? Cuéntame cuantas lunas han pasado desde entonces y dime si has estado siempre por este lugar— buscó saber la italiana, tratando de encontrar mayor coherencia al asunto y desligarla de su asunto real de investigación en los puertos. Aunque, si ella era realmente inocente, pudo haber visto algo durante el transcurso de aquellos días que le sirviera a Gianna en su investigación.

Cuando la escuchó hablar, muchas ideas vinieron a su mente, formando teorías en torno a la muchacha y al origen de la misma —Sí, creo que es Catalán. Aunque eso no resuelve demasiado, puesto que se habla en algunas regiones de países distintos— mencionó pensativa, frunciendo los labios e intentando aclararse un poco, pero era imposible. Pudo haber apuntado a que la chica aquella provenía de España, pero también podía ser de Rosellón (Francia) o Alguer, en Italia. Parecía un laberinto sin salida y Gianna no podría avanzar más en asuntos de idiomas, puesto que a pesar de reconocer un par, no identificaba acentos para detectar regiones exactas. Esa no era su área y tampoco le interesaba demasiado —Pero hablas bien el francés, así que es probable que sólo seas extranjera y que ya llevaras un tiempo residiendo aquí. No puedo pensar el país exacto del que viniste, porque las aguas van y vienen hacia todos lados ¿No tenías ningún objeto contigo? — preguntó de nuevo, intentando aclarar el panorama oscuro sobre quien era la gitana.

—El bien no es medible y ambas sabemos que no estarás bien sólo con fruta. No hace falta conocerte para saberte demacrada e incluso me da la impresión que estás algo enferma. Más bien ponte de pie, no te estoy pidiendo dinero— explicó ella sin retirar la mano que tenía extendida. Necesitaba el esfuerzo de ella, era necesario hacerla caminar un poco para buscar alguien que reconociera su rostro en cualquier calle o restaurante de París. Lo bueno del momento fue que el comentario de la inquisidora acerca de los hombres que las observaban fue lo suficientemente útil para lograr que ella se levantara y la tomara del brazo. Ellos eran inofensivos, para Gianna, de hecho ya había visto sus rostros en ocasiones anteriores y no parecían nada del otro mundo. Pero Sol no tenía por qué saberlo —Estamos a pleno día. Ellos no harán nada, más bien sujétate fuerte y camina. Aún debemos avanzar por lo menos unas dos cuadras o tres cuadras— "Y supliquemos a Dios que alguien te reconozca" pensó ella, que no paraba de cuestionarse que sucedería una vez cayera la noche.

por **Sol Bosch** Miér Mar 25, 2015 3:30 pm

¨La soledad se admira y desea cuando no se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente.¨

Carmen Martín Gaite

El idioma era catalán… ¿Que sabría ella que era aquello? Si ni siquiera recordaba su nombre, como puedes saber con exactitud a dónde vas, si no sabes de dónde vienes? Aquello resultaba una paradoja para la gitana, estaba hasta perdiendo la paciencia con ella misma, se sentía una inútil, un total desperdicio de vida. Estaba más que segura que no podría entender jamás que le había pasado, ni por qué le había pasado. Y eso era algo que la hacía sentir impotente, porque todos en su momento buscamos respuestas, y es frustrante saber que porque te empeñas en buscar, tu cabeza es una oscura laguna llena de tinieblas.

Además de que su salvadora le preguntaba y le preguntaba, como si ella pudiese dar respuesta a todo, y de una forma tan inquisitiva que a veces pareciera estuviera interrogando un criminal, y ella no había hecho nada. Solo era culpable de no saber quién era y de quien sabe que infiernos había salido, porque al menos eso si tenía claro. Aquellas repetitivas pesadillas, no podían ser más que recuerdos, y durante aquella semana había preferido no dormir a tener que recrear en su mente aquellas dolorosas y horripilantes imágenes. La gitana le miro por un momento, ¿tenía algo con ella desde que se despertó? , se puso a pensar recordando la cueva desde que había llegado, cuando despertó, cuando se desplazó de allí a la orilla. Busco en sus ropas, al igual que una persona que está segura de que perdió algo o que tenía algo consigo, hasta en un bolsillo escondido entre los pliegues de su falda, encontró algo.

-Creo que…- metió la mano en el bolsillo y en el bolsillo sintió un frio hilo de metal entre sus dedos, saco su mano y la luz del sol se reflejó en la dorada prenda haciendo más evidente su brillo. Una cadena de oro al parecer, con un dije en forma de sol precedido por uno incrustado con una pequeña luna, la gitana lo miro con extrañeza por un momento, tratando de recordar como este había llegado hasta ahí…y fue entonces cuando imágenes volvieron a su cabeza, muy nítidas como si las estuviera viviendo en ese mismo instante. Ella había salido de aquel lugar cavernoso y sus pasos le habían atraído hasta las orillas del puerto donde un grupo de hombres estaban en el otro extremo y al verla empezaron a gritarles cosas obscenas, entonces uno de ellos hizo referencia a la cadena, ella llevo su mano a su cuello, donde sorpresivamente ahí estaba entonces ella corrió cuanto le fue posible para huir de aquellos que tras ella emprendieron carrera, entonces fue a parar bajo una mesa donde al parecer en el día era un puesto de venta, estaba tan oscuro y recóndito el lugar que ellos no la vieron, allí se quitó la cadena y la guardo en su bolsillo, ella espero que todo pasara, que ellos se fueran, y entonces se quedó dormida. Luego simplemente lo olvido…

La gitana afirmó su agarre en su salvadora, ahora más que nunca estaba convencida de aquellas personas no era nada buenas, y no quería que nada pasara, su salvadora podría verse confiada pero nadie sabe hasta dónde llega la maldad humana. Los miraba fijamente con algo de furia contenida, ellos querían hacerle daño, ella estaba segura, y aunque estaba débil ella no iba a permitírselos, no tocarían a ninguna de las dos.

-Mi señora por favor…se lo suplico, no vayamos por allí, esperemos que se vayan o busquemos ayuda o alguien que nos acompañe, ellos no son buenos, se lo juro, por favor…. No pasemos por allí solas… -Los ojos suplicantes de sol se clavaron en aquellos ojos azules de la mujer, esperaba que le creyera, esperaba que comprendiera. Entonces le hizo girar para tomar sentido contrario y entonces le dio el collar para que ella misma le examinara- Creo que hay una capilla por acá, o iremos donde usted quiera, pero no por donde aquellos hombres están, mi señora.

por **Gianna Castiglione** Vie Abr 03, 2015 11:35 pm

"Algunas veces era fe, otras sabía como mentir"

¿Cómo sería si fuera ella quien perdiese la memoria? Mientras todo sucedía y ella observaba con completa atención a la gitana, se lo preguntó. Ella misma también era extranjera, pero la tardanza era dar con cualquier miembro de la iglesia y casi que estaría salvada. Luego vendrían por ella desde Italia y lo demás sería construir todo de nuevo. Sería horrible, pero no tan difícil. Y fue por ese mismo pensamiento que supo que la gitana quizás era más solitaria de lo que creía. Sobre todo teniendo en cuenta que ella misma había manifestado llevar ya un par de días en aquél lamentable estado.

Los dedos de la italiana se extendieron cuando la gitana, tras un momento de meditación, sacó de su bolsillo una pieza dorada que refulgía con el sol del mediodía. La palidez de las falanges de Gianna acariciaron la textura sin retirarla de su dueña. Oro, pensó, y llevó sus dedos a la representación del sol y la luna que tenía en sí misma. —Estás vestida como se visten en cualquier lugar las gitanas. El sol y la luna son propios de ellos e incluso es probable que tengas como nombre alguno de esos dos. Sol, Luna— repitió mirándola a los ojos, como si la llamara con eso — ¿Te suena familiar alguno de esos nombres? — cuestionó cuando la hubo llamado por ambos, aguardando con paciencia a esa hipótesis quizás apresurada que lanzaba como si no tuviera de tiempo de esperar por su memoria. Aunque era bastante coherente lo que planteaba, sobre todo porque ella bien conocía acerca de las razas.

Los dedos de Gianna liberaron el objeto para que su dueña pudiera conservarlo de nuevo. A futuro, aquello podía representar mucho para ella. Por lo mismo, afirmó su brazo para que la gitana se sostuviera y pretendió avanzar, hasta que el temor ajeno casi la detuvo —No se irán hasta que terminen de desembarcar, y por lo que veo en el barco les llevara al menos una cuatro o cinco horas. No podemos esperar tanto y tampoco nadie nos acompañará. Pero, dime ¿Te hicieron algo esos hombres? — aquél miedo no podía ser tan infundado, no cuando la gitana se veía tan angustiada al observar sus rostros y pensarlos un poco más cerca —No iremos a la capilla todavía, a esta hora no hay nadie— mintió, puesto que una iglesia era el centro de la inquisición y, a decir verdad, no todos eran como Gianna, que daba tiempo a sobrenaturales para demostrar una posible inocencia. —Iremos a buscarte algo de comida más sólida. Pero confía en mí, no te harán nada. Más bien dime si te hicieron algo cuando estaba sola. No puedo ayudarte si te guardas lo poco que sabes— insistió la italiana. Realmente el imaginarse la situación en sus propios zapatos la hacía replantearse todo. Seguramente si la atacaban reaccionaría como sabía, pero estaría sin armas, sin saber a dónde ir y sintiendo que no pertenecía a ninguna parte, como había sentido al ser trasladada a Francia. Sin embargo no había punto de comparación y dadas las señales que daba la gitana, sentía la firme necesidad de ayudarla.

—Mira, haremos lo siguiente. Necesito que confíes en mí y me digas todo. Luego yo te llevaré a comer, buscaremos algo más abrigado para vestirte en este clima y te llevaré más tarde o mañana a donde creo que perteneces. Es lo único que puedo ofrecerte por ahora. Así que por favor, ayudate a ti misma porque de lo contrario yo no podré hacer nada—.

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Resplandor de una mente sin recuerdos [Gianna]

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