El primer encuentro de los ojos azules

por **Adele Caulfield** Mar Ago 19, 2014 12:13 am

Mi hermano comentó que aparecería alguien para llenar el puesto vacío del cuidador de caballos. El antiguo trabajador tenía la edad suficiente para retirarse incluso antes de que nosotros llegáramos a la ciudad pero los bolsillos tan vacíos que no tenía otra opción más que continuar día y noche ligado a nuestra casa. Sentí lástima de él por un tiempo hasta que conocí su historia completa. Hasta que vi el rostro de su esposa, de sus hijos y de sus nietos. Su vida, que creía llena de carencias, me pareció completa, plena, envidiable. Mientras que la mía, que estaba repleta de lujos, no era más que un agujero vacío en el que nadie se acercaba para llenar el espacio.

—Él llegará en una hora y tú aún no estás lista, no puedo entender que no seas capaz de obedecer una instrucción tan simple como esa… ¿Hay algo para lo que seas competente, Adele?

La voz de mi hermano siempre fue dura cuando se trataba de dirigirse a mí, pero últimamente parecía aún más molesto conmigo, como si fuera yo la causante de todas sus desdichas. Quizás es de ese modo, tal vez le gustaría estar viajando por el mundo y no teniendo que cuidarme tal como se lo pidieron nuestros padres.

—Lo estaré enseguida, lo lamento hermano.

De este modo terminé lo que él me había encargado y estuve a la espera por lo que pareció una eternidad aunque no fue más de media hora. Era un carruaje quien debía traer al nuevo trabajador y siempre imaginé que sería algo más modesto, más como quien estaba antes en ese cargo. Los caballos hacían ruido al acercarse, comencé a sentir una molestia en el estómago que asimilaba a los nervios, me crucé de brazos cuando el vehículo se detuvo frente a donde yo me encontraba. Mi hermano golpeó mi hombro al pasar junto a mí, como si mi presencia fuera invisible a su mirada, probablemente así era.

Él saludó al recién llegado que portaba un sombrero alto sobre la cabeza que no me permitía verle el rostro con claridad. Caminaba hacia mí y el sol me dañaba los ojos, es por eso que pude escuchar su voz antes de mirarlo de frente y puse observar lo alto de su coronilla en aquella reverencia inesperada antes de enamorarme, segundos después, de quien sabía sería el causante de que las respiraciones aumenten por minuto y de que el amor sea al fin verdadero.