Fleur éphémère [Libre]

por **Mieri G. Milanova** Jue Ago 28, 2014 1:28 pm

Había cosas que realmente no entendía. Para una sociedad creyente, Mieri era quizás la persona más escéptica, pero comenzaba a creer en cosas que quizás no existían, abriendo su mente a otro plano que de ser conocido por cualquier persona, la encerrarían por loca.
Desde que conoció a aquel chico llamado Emhyr, las cosas habían cambiado en demasía; él sacaba la peor -o mejor- parte de ella, una que jamás había pensado que existiese, llevando sus enfados a límites insospechados y también su curiosidad.
Eso era lo que más le atraía; el que alimentase su infinita curiosidad.
Mieri tomó un cesto, daba igual la hora que fuese, últimamente había perdido mucho la noción del tiempo, pensando y recordando mientras recogía flores o simplemente se acercaba al mercado a comprar algo de fruta fresca para la posada en la que vivia de momento. El hacer trajes y vestidos era ago que ocupaba su tiempo libre, pero ahora, creía que necesitaba de más tiempo con el que distraerse con la nada.

por **Junno Kimura** Mar Sep 16, 2014 3:14 am

Todo parecía girar sin una razón que él pudiese apreciar. Pero si bien le habían enseñado algo, era a no renegar de lo que el aparente 'destino' pusiese frente a él.

Pero cuando las cosas se torcían de aquella forma, como intentando demostrarle que no podía desviarse ni un poco de ser completamente lejano a cualquier persona, casi sentía deseos de ir en contra de lo que su abuelo le había dicho alguna vez.

Pero no era ese tipo de persona, y debía aceptar las pérdidas, incluso si le dolía o si se sentía extraño con ello ahora. Y justo por distracción estaba ahí, esperando estar solo. Los bosques no eran tan visitados, aunque tal vez tampoco eran tan solitarios. Y cuando vio a la muchacha a lo lejos no le pareció que fuese algo tan poco común, pero se quedó en su sitio. Ella parecía distraída, como absorta en sus propios pensamientos.

Se levantó, había estado recostado en el pasto a pesar de que le parecía un desastre verse con restos de éste o tierra en algún lado. Adoraba tener todo en orden y eso no era orden. Sacudió sus ropas y se encaminó hacia ella, no con la idea de hablar, tal vez solo se iría sin más, no estaba muy seguro al respecto. En un primer momento solo había querido ver si encontraba algo para hacer algún experimento con sus venenos, pero tenía todo lo necesario en su pequeño estudio en la taberna que le pertenecía.

por **Mieri G. Milanova** Lun Sep 22, 2014 2:18 pm

Mieri parecía sonreír sin darse cuenta, pero para cuando lo hizo, negó sintiéndose realmente idiota. había recogido las flores suficientes como para decorar todas las mesas de la posada y conservar algunas para su propia habitación. todas permanecían en su cesto, junto con laguna fruta, especialmente manzanas rojas y fresas, deliciosas fresas que ella no podía probar nunca porque le hacen enfermar. Siempre había tenido especial fijación por las cosas con colorido, mas aun tratándose de una fruta que para ella estaba prohibida. Pero ahí no quedaba todo, al volver a poner los pies sobre la tierra, escucho unos pasos no muy sutiles y volvió la mirada hacia la figura que se le acercaba. No parecía ser mala persona, por lo que no tuvo motivos por el que alarmarse.

En cuanto este estuvo a su altura Mieri sonrió dulcemente de medio lado, al verle con restos de pequeñas ramas tanto en su cabello como en cualquier abertura de su ropa.

- Espero no haberle despertado de su agradable siesta. -rió con suavidad y se tomó libertades como para alargar una mano y sacar de su hombro un peludo cien pies que parecía haber confundido al chico con un trozo de terreno. Hecho aquello, Mieri lo dejó en una rama cualquiera y se volvió hacia el joven, no sin antes sacudir la tela de su sencillo vestido de forma despreocupada.

- Yo simplemente buscaba flores ¿usted buscaba algo? Quizás pueda ayudarle, no conozco mucho esta parte del bosque, está demasiado alejado de lo que suelo caminar. -dijo mirando las copas de los arboles.- Pero aun así se me da bien encontrar cosas. -dijo, enseñándole con una mano el cesto repleto de flores que reposaba sobre una roca.

- Lo siento! no me presenté, mi nombre es Mieri, ¿y el vuestro? -tan solo esperaba que hablase su idioma, no era común ver gente de su raza, pero para Mieri era como cualquier otra persona, incluso le infundía infinita curiosidad por sus vivencias y conocimientos adquiridos en otros lugares a los que ella jamas podría llegar.

por **Junno Kimura** Mar Oct 14, 2014 1:13 am

Mientras avanzaba, la idea de simplemente irse se desvaneió. Verle tan alegre le parecía una imagen irreal, y tuvo que recordarse a sí mismo que el mundo seguía su rumbo sin más. Había personas como ella y pensó por un instante en el hecho de la diferencia entre dos personas como ellos. Deteniéndose al escuchar su voz, jovial y animada tuvo que sonreírle y aunque a su sonrisa le faltaba un poco del brillo de antaño, aún parecía un gesto creíble y encantador.

Le vio acercar su mano y se mostró ligeramente sorprendido, más no asustado, del insecto que traía sobre su ropaje -No se preocupe, no me ha importunado de ninguna forma, señorita -Había seguido con la mirada cada gesto de su parte y se inclinó en señal de respeto tras su breve presentación -Kimura Junno, madmoiselle -Respondió con aquel tono cordial y formal que estaba acostumbrado a usar.

-Son hermosas - Dijo refiriéndose a las flores mientras se enderezaba y veía las pupilas de la joven. Era hermosa, en un nivel diferente a solo la belleza física. Podía ver en sus ojos aquellas cosas de las que él carecía. Era joven, era como notar la esperanza en el tiempo que aún no llegaba, anhelos, sueños. ¿Alguna vez había él lucido de esa forma? No era un viejo, pero ciertamente su situación no era la más común o esperada. Ella era como aquellas flores, tenía ese matiz de color y viveza, cosas que se pierden con el tiempo, a veces antes, con suerte mucho después.

Y recordando que debía responderle volvió a sonreír -Tranquilidad, eso buscaba – Respondió con simpleza. No había necesidad de mentir -Pero no se preocupe por mi y no me malentienda-corrigió de manera automática -Su presencia es bienvenida, un poco de charla no sería una mala idea, Señorita... -De hecho, era mejor hablar con alguien y dejar todo de lado por un momento -¿Para que fin ha recolectado esos frutos y flores? Si es que puede saberse, no me gustaría importunarla... tal vez tenga prisa y estoy entreteniéndola en un mal momento

por **Mieri G. Milanova** Vie Oct 17, 2014 11:22 am

Mieri alzó la mirada al cielo, este se oscurecía pero sabía que tenía aun unas horas antes de que el cielo se volviese totalmente oscuro. Aquello lo hizo como mero gesto por saber que hora era, aproximadamente, claro estaba. Aun así le respondió con una sonrisa, negando el hecho de que le importunase.

- Son para el hostal en el que vivo. Todos los días llevo flores frescas y fruta para los clientes.- Miró de nuevo el cesto como si se sintiera realmente orgullosa de hacer tal cosa, aunque no era partidaria de ir arrancando flores simplemente porque le gustasen.- Le parecerá una locura, pero a veces creo que duraran mas tiempo vivas si las recojo con cariño.- Soltó una risa corta, como si aquello simplemente habitase en su imaginación.-¿Le parece si caminamos mientras conversamos?- Esperó su respuesta, pues una larga caminata solía ser el fundamento de curiosas conversaciones, quizás, sin haber tenido con anterioridad pretensión de hacerlo. Mieri, sujetó el cesto y rebuscó en este una de las rojas y suculentas manzanas que había comprado en la mañana.-Tome, es un regalo.- Dijo para luego sujetar el asa del cesto con las dos manos y proseguir con aquella conversación.-Vivo allí desde que era una niña, los trabajadores se hicieron cargo de mi y a cambio suelo hacer estas cosas en compensación por lo que ellos me suelen dar. Ya sabe, un techo es difícil de conseguir, mas aun cuando no se tiene nada.- Pese a que sus palabras fueran crudas ella permanecía con ese aire de candidez siempre en su sonrisa.-Aprendí a coser desde muy niña. Pero la ama de llaves siempre dijo que tenía un don para ello, que era muy buena costurera y así fue como comencé a hacer trajes para los señores que frecuentan la casa.- Mieri volvió a mirar al hombre, esta vez de soslayo. No era que estuviese acostumbrada a conversar con personas desconocidas, pero aun así, la curiosidad por conocer lo desconocido era algo superior a ella.- ¿Y usted? ¿A que se dedica?

por **Junno Kimura** Lun Dic 01, 2014 11:31 pm

Él no podía decir demasiado, usaba plantas para sus experimentos. Fuese del tipo que fuesen, las plantas eran organismos vivos. Le sonrió amablemente cuando dijo aquello -Puede que parezca algo ingenuo, pero creo que podría ser que duren más, como todo ser vivo, responden a ciertas cosas y creo que tal forma de verlo podría no estar mal... - hizo un ademán aceptando la manzana que ella le ofrecía. Sus manos frías tomaron el fruto, con ese color vibrante que poseía.

-Sería un gusto acompañarla, y puedo ayudarle si me lo permite -Dijo haciendo referencia al canasto que ella llevaba. No podía pensar en ir caminando junto a ella y dejarle aquel tipo de carga, que por mucho que estuviese acostumbrada, era cuestión de amabilidad y caballerosidad para él insistir en tal cosa.

Le escuchó con atención, buenas personas al parecer. Había tenido suerte, no todos la tenían. Él sabía eso, había visto muchas cosas desde que saliera del territorio familiar. Luego pareció sorprenderse a mitad de las palabras de la chica, pero le dejó terminar -Entonces no es como si no tuvieses nada. Un oficio y un talento no pueden negarse, no importa cuál sea -Sonrió de nueva cuenta, pero estar con ella le traía ciertas cosas a la mente, el notar la diferencia entre ellos, no por la edad o por la forma tan distinta de ambos. Era por lo que acababa de pasarle, él mismo se sentía diferente y eso le hacía ver las cosas desde una perspectiva que no imaginó antes.

Y ahora se sentía un poco extraño, no mentía, su sonrisa era sincera, pero no era de cerca la que solía tener antes de que las cosas pareciesen torcerse. Lo peor es que no había pasado mucho desde que lo que parecía haberle marcado sucediese.

-Yo... -Pareció meditarlo -Soy un sirviente... un mayordomo... Aunque justo ahora estoy lejos de eso -No por haberlo elegido realmente, pero creía que no dejaría de serlo, solo necesitaba reencontrar a su 'amo' -Tengo una taberna -se rió ligeramente, no sonaba muy acorde, pero no podía decirle que hacía venenos en la trastienda y que de vez en cuando le vendía tales pociones a los cazadores. Pero incluso si estaba de algún modo relajado en el sentido de que no tenía que cuidar la mansión como antes, pues no había ningún otro habitante allí sino él, lo cierto es que se esmeraba en seguir cumpliendo sus funciones, tampoco había perdido el porte que lo caracterizaba, su postura seguía siendo tan impecable como antes, sus movimientos, todo lo reflejaba de alguna manera.

por **Mieri G. Milanova** Miér Jun 08, 2016 9:06 am

···

Mieri caminó y ante la insistencia, dejó que tomase el cesto, de cualquier modo él seguro que era más fuerte que ella y podría cargarlo sin suponer una molestia añadida. Mieri caminó a su lado, escuchando cada una de sus palabras pronunciadas con verdadera tranquilidad y devoción por su propia historia, es ahí cuando la muchacha mostró una sonrisa, ciertamente interesada, agradecida y feliz por conocer otra historia, muy distinta a las que había oído antes por las calles cercanas a su "hogar" ya que no era mucha la distancia a la que se podía alejar cada día.

- Ser mayordomo debe ser emocionante! Conocerás a muchas personas que entren y salgan de la casa. - Mieri lo observó con verdadera devoción, a ella le causaba emoción al oir las distintas y siempre veía en todas ellas todo lo bueno, ya que no hacía nada bueno si en lugar de alegrarse, le daba el pésame por tener tan mala vida; después de todo, no había nada peor que morir, así que el resto de la vida debía ser feliz desde cualquier perspectiva, así como ella lo veía desde sus inocentes ojos.

- Veo que te gusta conocer gente y debes de tener mucha suerte si regentas un comercio. Esa es la mejor de las cosas para llegar a obtener todo lo que se quiere, empezando desde bien abajo y subir hasta dónde uno sienta que es feliz. - Mieri caminó a su lado durante bastante rato, buscando flores que le llamaban la atención, en especial una que no alcanzaba a tomar y que estaba bien encaramada a un árbol. - Alguien con una vida tan interesante seguro que tendrá planes. ¿Qué será lo próximo que harás? Porque trabajo ya tienes, según me dijiste.

Los pasos les llevaban por caminos bien copados de flores, aunque algunas aún no habían ni florecido. Llegado a un punto, se quedó parada y alzó la vista hacia un pequeño ramillete de flores blancas como la nieve y cuyo olor se podía percibir aún en la distancia. Ccurvó sus labios, sabiendo que por mucho que trepase al árbol nunca la podría atrapar. - Las más bonitas siempre están a lo lejos, quizás para que nadie las toque, en realidad eso es bueno porque de ser un poco más alta treparía hasta allí y me las llevaría a casa. - Se echó a reír con la más pura de las sonrisas, sin pizca de maldad en cada pedacito de su ser.

···

por **Junno Kimura** Miér Ago 03, 2016 2:42 am

Sentirse útil era algo que buscaba sin importar las circunstancias, a veces lo hacía de manera que ni él mismo lo notaba, otras simplemente actuaba por amabilidad. Le gustaba ser una persona correcta y que atendiese bien a otros, era su fachada pero también era parte de su trabajo. No quería hacer las cosas a medias o sin creer en ellas.

-Si, es interesante en ocasiones. Aunque no hay tantas sorpresas como imaginas -No era ese el aspecto de su vida que le hacía sentir la adrenalina corriendo por sus venas -Ahora no hay muchas personas que visiten el lugar en el que trabajo -Porque no había nadie mas que él en ese lugar -Pero es verdad, he conocido gente muy extraña e interesante -se rió con mesura y luego asintió mientras le escuchaba hablar sobre su negocio. Nunca se había puesto a pensar en realidad qué seguía. Su vida era de un modo simple, pero había cosas que no tenían cabida. Algo en ello le hizo sentir un vuelco. Si fuese una persona normal, probablemente querría una familia, pero era algo que veía tan poco probable en ese momento que no pudo evitar sonreír con melancolía -Planes... ¿Te sorprendería si digo que no estoy seguro de lo que quisiera hacer ahora?

Cuando ella se detuvo, por inercia buscó lo que ella veía y vio las flores. Ladeó el rostro y aunque comprendía sus palabras, también sabía que él podría ser capaz de cogerlas de aquel árbol -¿Sabes? Creo que lo que decías de tratarlas con cariño es correcto. Porque igual que nosotros están vivas, y lo que pueden ofrecernos puede no ser algo que se comprenda -Dejó el canasto en el suelo por un momento -A veces lo que parece inalcanzable no lo es del todo -Se movió con la ligereza de un felino, era agil y estaba adiestrado bien, llegar a esas flores no era algo imposible para él. Subió al árbol y cuando por fin las alcanzó saltó al suelo quedando frente a ella -Pero a veces, no eres tú mismo quien puede lograrlo, las cosas sucederán y lo que deba pasar, pasará ... -Antes no creía mucho en ello. Pero ahora lo hacía un poco más. Le extendió el ramillete -Esa es la belleza de este mundo, nunca estamos solos... -Decía aquello más para sí mismo que para ella. Se acomodó las ropas, alisándolas y tomando el cesto de nuevo agradeció haber sido capaz de ver una sonrisa como la de ella. Tan diferente a la suya, de hecho, encontrarse a alguien que era prácticamente lo contrario a él. Porque en la mirada ajena y en sus ojos había una limpieza, una claridad que en la suya no había. Él escondía tanto y estaba tan acostumbrado, por ello amaba ver la inocencia en alguien como ella, alguien a quien el mundo no había corrompido.

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