AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Servicio a domicilio ~ [Privado]
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Servicio a domicilio ~ [Privado]
Después de la última experiencia vivida en el burdel, debía admitir que sus apetitos habían incrementado considerablemente, se pasaba día y noche con una molesta y dolorosa erección que no lo dejaba cazar ni dormir con tranquilidad, cosa que lo había impulsado a retomar sus antiguos vicios y pasatiempos, esos que habían quedado relegados las últimas semanas, quizás meses, debido a todo lo que había acontecido. Desde la muerte de Kristal, su hermana, todo había estado un poco revuelto y consideraba que esto podría ayudarlo a aplacar un poco su apetito sexual. Fleur, su bellísima asiática, lo había complacido y deseaba volver en alguna oportunidad con ella, pero en esta ocasión lo que quería era un par de mujeres con mucha más experiencia, que supieran dónde y cómo tocar, que se tocaran entre sí, un espectáculo que podría bien dejarlo completamente saciado o con un apetito mucho más feroz que antes. Era un riesgo, pero lo tomaría.
Para ello había mandado a uno de sus sirvientes al mismo burdel que visitara la ocasión anterior con la orden de traer consigo una bellísima y complaciente rubia junto con la más sensual pelirroja del lugar. Quería tenerlas a ambas en su mansión, aún no se decidía si llevarlas a las mazmorras donde podría atarlas y jugar un poco con ellas o si, por el contrario, las llevaba a su habitación y las dejaba a ellas tomar el control de la situación, olvidarse de todo y dejarlas a ellas proporcionarle placer sin mover un solo dedo. Prefirió esperar a verlas antes de tomar aquella decisión.
Justo al mandar a su confiable mayordomo a cumplir la tarea, se dispuso a tomar un relajante baño para estar listo al momento de su llegada, no que fuera una fiesta de gala o con alguna persona muy importante a quien debía impresionar, pero quería sentirse relajado durante todo el proceso. Se vistió cómodo, no demasiado formal pero tampoco demasiado casual, no quería impresionar pero sí generar respeto, por si a las bellas mujeres que estaban por llegar olvidaban quien manda, lo recordaran apenas verlo y no se les ocurriera la brillante idea de ponerse difíciles, esa noche quería sencillamente conseguir el placer deseado, si quisiera conquistar a una dama no mandaría a buscar prostitutas.
Terminaba de vestirse cuando el sonido del carruaje acercándose se dejó escuchar a unos 500 metros de distancia. Echó un último vistazo al espejo, encontrándose un hombre de apariencia ruda, usando pantalón y camisa negros, así mismo sus zapatos y cinturón; su alta estatura y espalda ancha le daban una apariencia imponente, justo lo que deseaba. Bajó con paso tranquilo hasta su estudio, lugar donde debía su mayordomo entregarle el ‘encargo’, se sentó cómodamente en su sillón favorito: una butaca de madera de roble tapizada en cuero negro, encendió un tabaco y sencillamente se dispuso a esperar mientras fumaba.
Cuando un par de discretos toques en la puerta, quizás demasiado suaves para los oídos humanos pero perfectos para sus sensibles sentidos vampíricos, se dejaron escuchar dio rápidamente el pase para que su empleado entrase junto con las damas de compañía que había solicitado. El hombre anciano, bajito y delgado entró al amplio salón seguido por las dos bellezas que esperaba -Mi señor, lo que me ha pedido. Espero que sean de su agrado. El administrador del burdel se comprometió en cambiarlas si es que alguna no resultaba de su agrado-. El vampiro hizo una seña que le indicaba al anciano que se callase. -Descuida, viejo amigo. Has escogido bien. Ahora puedes retirarte. Pero antes… Pide en la cocina que tengan champagne bien frío, algo de chocolate derretido y algunas fresas. Esta noche me siento clásico-. El hombre de apariencia mayor dio una rápida reverencia a su patrón y salió del despacho a cumplir su orden.
-Muy bien, señoritas. Bienvenidas a mi humilde hogar. Mi nombre es Edmond Geinlerin, y ustedes dos, bellezas, serán mías esta noche. Quiero aplacar estas insaciables ganas de sexo, y creo que son las indicadas- se puso de pie y se recostó de su escritorio sin quitar los ojos de las dos bellas mujeres de pie frente a él. -Ahora quiero que me digan una cosa antes de continuar: ¿Cuáles son sus nombres?- Estaba ansioso por verlas bailar. No sabía si era cosa de todas las prostitutas, pero las que había tenido en el pasado llegaban con un pequeño ‘show’ para su cliente. De alguna forma esperó que estas lo hicieran, y si incluía algunas escenas entre ellas les daría una generosa propina.
Para ello había mandado a uno de sus sirvientes al mismo burdel que visitara la ocasión anterior con la orden de traer consigo una bellísima y complaciente rubia junto con la más sensual pelirroja del lugar. Quería tenerlas a ambas en su mansión, aún no se decidía si llevarlas a las mazmorras donde podría atarlas y jugar un poco con ellas o si, por el contrario, las llevaba a su habitación y las dejaba a ellas tomar el control de la situación, olvidarse de todo y dejarlas a ellas proporcionarle placer sin mover un solo dedo. Prefirió esperar a verlas antes de tomar aquella decisión.
Justo al mandar a su confiable mayordomo a cumplir la tarea, se dispuso a tomar un relajante baño para estar listo al momento de su llegada, no que fuera una fiesta de gala o con alguna persona muy importante a quien debía impresionar, pero quería sentirse relajado durante todo el proceso. Se vistió cómodo, no demasiado formal pero tampoco demasiado casual, no quería impresionar pero sí generar respeto, por si a las bellas mujeres que estaban por llegar olvidaban quien manda, lo recordaran apenas verlo y no se les ocurriera la brillante idea de ponerse difíciles, esa noche quería sencillamente conseguir el placer deseado, si quisiera conquistar a una dama no mandaría a buscar prostitutas.
Terminaba de vestirse cuando el sonido del carruaje acercándose se dejó escuchar a unos 500 metros de distancia. Echó un último vistazo al espejo, encontrándose un hombre de apariencia ruda, usando pantalón y camisa negros, así mismo sus zapatos y cinturón; su alta estatura y espalda ancha le daban una apariencia imponente, justo lo que deseaba. Bajó con paso tranquilo hasta su estudio, lugar donde debía su mayordomo entregarle el ‘encargo’, se sentó cómodamente en su sillón favorito: una butaca de madera de roble tapizada en cuero negro, encendió un tabaco y sencillamente se dispuso a esperar mientras fumaba.
Cuando un par de discretos toques en la puerta, quizás demasiado suaves para los oídos humanos pero perfectos para sus sensibles sentidos vampíricos, se dejaron escuchar dio rápidamente el pase para que su empleado entrase junto con las damas de compañía que había solicitado. El hombre anciano, bajito y delgado entró al amplio salón seguido por las dos bellezas que esperaba -Mi señor, lo que me ha pedido. Espero que sean de su agrado. El administrador del burdel se comprometió en cambiarlas si es que alguna no resultaba de su agrado-. El vampiro hizo una seña que le indicaba al anciano que se callase. -Descuida, viejo amigo. Has escogido bien. Ahora puedes retirarte. Pero antes… Pide en la cocina que tengan champagne bien frío, algo de chocolate derretido y algunas fresas. Esta noche me siento clásico-. El hombre de apariencia mayor dio una rápida reverencia a su patrón y salió del despacho a cumplir su orden.
-Muy bien, señoritas. Bienvenidas a mi humilde hogar. Mi nombre es Edmond Geinlerin, y ustedes dos, bellezas, serán mías esta noche. Quiero aplacar estas insaciables ganas de sexo, y creo que son las indicadas- se puso de pie y se recostó de su escritorio sin quitar los ojos de las dos bellas mujeres de pie frente a él. -Ahora quiero que me digan una cosa antes de continuar: ¿Cuáles son sus nombres?- Estaba ansioso por verlas bailar. No sabía si era cosa de todas las prostitutas, pero las que había tenido en el pasado llegaban con un pequeño ‘show’ para su cliente. De alguna forma esperó que estas lo hicieran, y si incluía algunas escenas entre ellas les daría una generosa propina.
Darren O'Reilly- Vampiro Clase Alta
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 20/07/2014
Re: Servicio a domicilio ~ [Privado]
La noche joven había empezado y como tengo algo de tiempo voy de burdel en burdel viendo que más hay en la competencia, si es que había más de mis “coleguillas” de servicio alguna otra que comparta mis gustos y placeres pero en cada uno era aún peor pues cada burdel anterior solo tenía las típicas cortesanas sosas y aburridas no había más que solo belleza en ellas no podían despertar ese lívido que realmente esconden hombres y mujeres, entre suspiros y con el cansancio de andar con aquellos tacones entro en el último burdel de la noche, los clientes son algo de clase media para arriba unos que otros están en el juego de apostar y otros están son zorras sobre sus piernas.
Mi querido amigo que me acompaña es un vestido de corte pequeño muy sexy, sus tonos son negro con morado en algunas partes, el vuelo de la falda está compuesto de arandeles y unos que otros detalles en tul, la parte de arriba que cubría el pecho era solo un corsé que moldeaba mi cintura y hacía más notorio los senos y en el centro un pequeño lazo negro como una pequeña, pero era solo por las fantasías que eso despertaba, las medias de seda negra hasta las rodillas sujetas por las tiras del liguero, las bragas son de encaje negras, y los tacones algo altos, el maquillaje es poco solo algo de pintura roja en los labios, el cabello recogido en una coleta alta y así fui hasta la barra a tomar algo fuerte para ver si al menos terminaba como ama de alguna de esas frígidas cortesanitas.
Ignoro a todos esos sucios borrachos que esperan poder llevarme a la cama y pagar mi noche pero no soy como esas niñitas, yo lo hago por gusto, como me encanta esta vida y porque si, así que eso me hace poder elegir mis clientes a gusto y disgusto; en eso mis ojos se cruzan con los de una hermosa rubia aunque la verdad está algo sucia y sudorosa “como se verá atada a la cama y con una fusta azotando sus pequeños pezones” muerdo más mi labio inferior para comer con la vista el cuerpo menudo de la pequeña rubia, antes de poder acercarme a convencerla de tomarse unas copas conmigo en su habitación un hombre me aborda, pero no era un hombre cualquiera, tenía presencia y porte de lord incluso la apariencia de un viejo arrugado que necesita mucha ayuda para llegar –Suélteme, que se cree- bruscamente sujeta mi brazo –Señorita le pido que me acompañe, mi Señor desea sus servicios, usted y una compañera suya, son los pedidos de mi Señor- esas palabras me hicieron pensar en “es un sirviente” –Bueno si su señor lo que quiere es un show digno de su presencia entonces déjeme escojo la muchacha perfecta para ello- señalo a la pequeña rubia justo cuando el hombre alza su ceja incrédulo pero antes que se niegue comencé con mi tarea de seducción
-A su señor le gustaría una experimentada y una inocente y común chica, dos mujeres así para él para satisfacerlo en todo lo que su mente disponga en el momento de vernos, quien sabe hasta él gane más que nosotras, solo piénselo que dirá su amo si tarda tanto en buscar- con un guiño señale la habitación del dueño del burdel tenía entendido que era un malnacido que ama el dinero y no se negaría en dejar a la chica, ¿de mí? Yo iba por mis pies por el dinero y el lujo nada más. Voy a la barra guiñándole un ojo a la rubia que me mira y se sonroja, quizás porque sabe lo que le haré –Sabes yo de ti subiría a mi habitación y cambiaría mis ropas y presencia por algo más pulcro- la rubia no entendía y no lo esperaba además la reacción de su rostro me dijo todo, solo le lance un beso para tomar la bebida que había dejado sobre la barra sin importarme de quien era dicho licor, ni siquiera sabía su nombre y menos el hombre pero con decir “la rubia menuda tras la barra” sería suficiente.
Al salir estaba ella más hermosa así enojada, me parece aún más linda, quizás si esta noche tendría la mejor de la suertes un hombre mando por nosotras y sería para una noche de locuras entre los tres, ansiaba ello. El transporte estaba bien no era tan lujoso como estaba acostumbrada pero al estar cerca de aquella muñequita aproveche para rozar sus manos y piernas con la sola idea de tocar más su piel y volverla tan sensible de tanto gritar, el hombre que nos esperaba era guapo no lo negaré, ver a él con la rubia me provocaba más deseo, el pregunto todo lo que quería y nos dejó en claro nuestra presencia, no me sorprendía, me senté en uno de los sillones que estaba de lado de la rubia no sin antes palparle ese trasero –Bien ya que nos has dicho para pagaste entonces dinos algo más ¿lo quieres aburrido o muy interesante?- un guiño y cruzo las piernas mostrando las bragas –Me llamo Alessandra, y puedes llamarme como te plazca aunque no sé si a nuestra tímida muñeca le guste este juego de tres, creo que ella me quiere solo a mí- rio lamiéndome los labios mirando directo al pantalón del hombre, justo a su entrepierna.
No tenía decencia ni quería disimular al contrario quería ser lo más descarada posible si me pago fue para algo como “gritar y gritar su nombre cuantas veces fuera necesario” y así sería.
Mi querido amigo que me acompaña es un vestido de corte pequeño muy sexy, sus tonos son negro con morado en algunas partes, el vuelo de la falda está compuesto de arandeles y unos que otros detalles en tul, la parte de arriba que cubría el pecho era solo un corsé que moldeaba mi cintura y hacía más notorio los senos y en el centro un pequeño lazo negro como una pequeña, pero era solo por las fantasías que eso despertaba, las medias de seda negra hasta las rodillas sujetas por las tiras del liguero, las bragas son de encaje negras, y los tacones algo altos, el maquillaje es poco solo algo de pintura roja en los labios, el cabello recogido en una coleta alta y así fui hasta la barra a tomar algo fuerte para ver si al menos terminaba como ama de alguna de esas frígidas cortesanitas.
Ignoro a todos esos sucios borrachos que esperan poder llevarme a la cama y pagar mi noche pero no soy como esas niñitas, yo lo hago por gusto, como me encanta esta vida y porque si, así que eso me hace poder elegir mis clientes a gusto y disgusto; en eso mis ojos se cruzan con los de una hermosa rubia aunque la verdad está algo sucia y sudorosa “como se verá atada a la cama y con una fusta azotando sus pequeños pezones” muerdo más mi labio inferior para comer con la vista el cuerpo menudo de la pequeña rubia, antes de poder acercarme a convencerla de tomarse unas copas conmigo en su habitación un hombre me aborda, pero no era un hombre cualquiera, tenía presencia y porte de lord incluso la apariencia de un viejo arrugado que necesita mucha ayuda para llegar –Suélteme, que se cree- bruscamente sujeta mi brazo –Señorita le pido que me acompañe, mi Señor desea sus servicios, usted y una compañera suya, son los pedidos de mi Señor- esas palabras me hicieron pensar en “es un sirviente” –Bueno si su señor lo que quiere es un show digno de su presencia entonces déjeme escojo la muchacha perfecta para ello- señalo a la pequeña rubia justo cuando el hombre alza su ceja incrédulo pero antes que se niegue comencé con mi tarea de seducción
-A su señor le gustaría una experimentada y una inocente y común chica, dos mujeres así para él para satisfacerlo en todo lo que su mente disponga en el momento de vernos, quien sabe hasta él gane más que nosotras, solo piénselo que dirá su amo si tarda tanto en buscar- con un guiño señale la habitación del dueño del burdel tenía entendido que era un malnacido que ama el dinero y no se negaría en dejar a la chica, ¿de mí? Yo iba por mis pies por el dinero y el lujo nada más. Voy a la barra guiñándole un ojo a la rubia que me mira y se sonroja, quizás porque sabe lo que le haré –Sabes yo de ti subiría a mi habitación y cambiaría mis ropas y presencia por algo más pulcro- la rubia no entendía y no lo esperaba además la reacción de su rostro me dijo todo, solo le lance un beso para tomar la bebida que había dejado sobre la barra sin importarme de quien era dicho licor, ni siquiera sabía su nombre y menos el hombre pero con decir “la rubia menuda tras la barra” sería suficiente.
Al salir estaba ella más hermosa así enojada, me parece aún más linda, quizás si esta noche tendría la mejor de la suertes un hombre mando por nosotras y sería para una noche de locuras entre los tres, ansiaba ello. El transporte estaba bien no era tan lujoso como estaba acostumbrada pero al estar cerca de aquella muñequita aproveche para rozar sus manos y piernas con la sola idea de tocar más su piel y volverla tan sensible de tanto gritar, el hombre que nos esperaba era guapo no lo negaré, ver a él con la rubia me provocaba más deseo, el pregunto todo lo que quería y nos dejó en claro nuestra presencia, no me sorprendía, me senté en uno de los sillones que estaba de lado de la rubia no sin antes palparle ese trasero –Bien ya que nos has dicho para pagaste entonces dinos algo más ¿lo quieres aburrido o muy interesante?- un guiño y cruzo las piernas mostrando las bragas –Me llamo Alessandra, y puedes llamarme como te plazca aunque no sé si a nuestra tímida muñeca le guste este juego de tres, creo que ella me quiere solo a mí- rio lamiéndome los labios mirando directo al pantalón del hombre, justo a su entrepierna.
No tenía decencia ni quería disimular al contrario quería ser lo más descarada posible si me pago fue para algo como “gritar y gritar su nombre cuantas veces fuera necesario” y así sería.
Última edición por Alessandra Di Stefano el Dom Sep 14, 2014 2:06 am, editado 1 vez
Alessa Di Stefano- Prostituta Clase Alta
- Mensajes : 56
Fecha de inscripción : 01/03/2014
Re: Servicio a domicilio ~ [Privado]
Tarde por la noche estaba ahí llevando y trayendo baldes con agua una tras otro subían llenos y bajaban vacíos, junto con las sábanas manchadas y los pisos llenos de ropas tiradas o rasgadas, a eso hay que sumarle los peinados de las florecitas y la ropa que había que ayudarles a poner para el siguiente acto o cliente a desfalcar, una noche muy trajinada pero divertida en la medida de lo que se puede al escuchar algunas conversaciones jocosas entre las bellas flores.
Todas esa frases hicieron que me sonrojara, porque no podía tener esa libertad para hacer todo lo que ellas hacen y ahí estaba la respuesta en la boca de una de las más antiguas de esa vida –Gene deberías dejar de pensar y más dejarte llevar, verás lo bien que disfrutas siendo una muñeca, y con ese rostro aún mejor- la bandeja con agua para ayudarles a lavarles luego de las faenas se me cayó abruptamente y el color carmesí abundaba en todo mi rostro eso con la risa de mis colegas y compañeras fue la gota que derramó el vaso…salí corriendo como un ratón asustado, y lo era, baje corriendo las escaleras escuchando aun las risas quería escapar de ellas por lo que me refugie en la barra para ayudar a servir tragos la cara del cantinero fue todo no necesite palabras de él para entender que me cuestionaba por mi actitud, lo sabía pero no podía hacer nada.
Sirviendo copas por aquí y por allá, limpiando mesas, barriendo cerca de la barra, ayudando al cantinero a sacar a los borrachos o los que se quieren pasar de listo, se me va pasando lo que había pasado hace unas horas, eso hasta que una mujer de cabellos muy encendidos se me acercó sinuosamente, sus mirada estaba sobre mí a lo que le dedique una sonrisa de forma educada, a los segundos llega un hombre a hablar con ella, al principio me asusté y ya iba a llamar al rudo hombre es, pero antes de hacerlo vi que la mujer le hablaba tan familiarmente, así que lo deje aunque enarque una ceja de incredulidad –Vaya, sí que es rápida- murmuré sirviendo unas copas hasta que en la última que serví unos dedos largos y bien cuidado la tomaron bebiéndose de una tajo, algo que hizo que mis ojos se abrieran cual enormes platos y más ante sus palabras –Yo no me voy a cambiar ni nada que se le parezca, yo…yo estoy trabajando- pero la mujer me irrumpió con su carita de “esta noche trabajaras de otra forma”.
Antes de poder darle el cortón, aquel hombre volvía y un grito me hizo moverme lo más rápido que pude, era el dueño del burdel que me pedía ir con aquel sujeto, sin rechistar, sin reclamar y sin decir ni pio, ¿por qué? Miré al cantinero pero él estaba como si no hubiera escuchado nada, solo pude dejar el delantal tirándoselo….
En el carruaje la mujer se me acercaba mucho hasta rozarme las manos y las piernas…gracias a la providencia no duramos mucho hasta llegar a una mansión, un hombre nos había mandado a llamar y quería un show entre desconocidas, la pelirroja se me abalanzó como diciendo “no hay problema puedo con eso” pero antes de que la mujer siguiera con su letanía le irrumpí –Yo no soy ni una muñeca, es más yo no sirvo para ello…así que no cuenten conmigo…mi lord- miré al hombre haciendo una reverencia con la mirada el suelo –Mi nombre es Gene y solo soy una ayudante del burdel, creo que se equivocó de mujer soy la menos experimentada y usada…debería haber traído a otras mi señor- miré a la mujer con los ojos entrecerrados y avergonzada -…y yo no quiero a nadie menos a ti ni al señor…solo quiero…- que iba a decir que no me toquen o traten de romper en éxtasis…estaba sonrojada nuevamente por otra vez venían las palabras de mi colega a la mente “soltarse” pero tenía miedo porque cuando me suelto termino atada, golpeada, mordida y muy excitada.
“Que si lo tiene grande o chico”
“Que si les hace llegar”
“Que les dolía el cuello de tanto darle para que le dé un pequeño levante”
“Que si les dio una joya…que si no…que le dejo en pendiente”
Etc., etc. etc.
“Que si les hace llegar”
“Que les dolía el cuello de tanto darle para que le dé un pequeño levante”
“Que si les dio una joya…que si no…que le dejo en pendiente”
Etc., etc. etc.
Todas esa frases hicieron que me sonrojara, porque no podía tener esa libertad para hacer todo lo que ellas hacen y ahí estaba la respuesta en la boca de una de las más antiguas de esa vida –Gene deberías dejar de pensar y más dejarte llevar, verás lo bien que disfrutas siendo una muñeca, y con ese rostro aún mejor- la bandeja con agua para ayudarles a lavarles luego de las faenas se me cayó abruptamente y el color carmesí abundaba en todo mi rostro eso con la risa de mis colegas y compañeras fue la gota que derramó el vaso…salí corriendo como un ratón asustado, y lo era, baje corriendo las escaleras escuchando aun las risas quería escapar de ellas por lo que me refugie en la barra para ayudar a servir tragos la cara del cantinero fue todo no necesite palabras de él para entender que me cuestionaba por mi actitud, lo sabía pero no podía hacer nada.
Sirviendo copas por aquí y por allá, limpiando mesas, barriendo cerca de la barra, ayudando al cantinero a sacar a los borrachos o los que se quieren pasar de listo, se me va pasando lo que había pasado hace unas horas, eso hasta que una mujer de cabellos muy encendidos se me acercó sinuosamente, sus mirada estaba sobre mí a lo que le dedique una sonrisa de forma educada, a los segundos llega un hombre a hablar con ella, al principio me asusté y ya iba a llamar al rudo hombre es, pero antes de hacerlo vi que la mujer le hablaba tan familiarmente, así que lo deje aunque enarque una ceja de incredulidad –Vaya, sí que es rápida- murmuré sirviendo unas copas hasta que en la última que serví unos dedos largos y bien cuidado la tomaron bebiéndose de una tajo, algo que hizo que mis ojos se abrieran cual enormes platos y más ante sus palabras –Yo no me voy a cambiar ni nada que se le parezca, yo…yo estoy trabajando- pero la mujer me irrumpió con su carita de “esta noche trabajaras de otra forma”.
Antes de poder darle el cortón, aquel hombre volvía y un grito me hizo moverme lo más rápido que pude, era el dueño del burdel que me pedía ir con aquel sujeto, sin rechistar, sin reclamar y sin decir ni pio, ¿por qué? Miré al cantinero pero él estaba como si no hubiera escuchado nada, solo pude dejar el delantal tirándoselo….
En el carruaje la mujer se me acercaba mucho hasta rozarme las manos y las piernas…gracias a la providencia no duramos mucho hasta llegar a una mansión, un hombre nos había mandado a llamar y quería un show entre desconocidas, la pelirroja se me abalanzó como diciendo “no hay problema puedo con eso” pero antes de que la mujer siguiera con su letanía le irrumpí –Yo no soy ni una muñeca, es más yo no sirvo para ello…así que no cuenten conmigo…mi lord- miré al hombre haciendo una reverencia con la mirada el suelo –Mi nombre es Gene y solo soy una ayudante del burdel, creo que se equivocó de mujer soy la menos experimentada y usada…debería haber traído a otras mi señor- miré a la mujer con los ojos entrecerrados y avergonzada -…y yo no quiero a nadie menos a ti ni al señor…solo quiero…- que iba a decir que no me toquen o traten de romper en éxtasis…estaba sonrojada nuevamente por otra vez venían las palabras de mi colega a la mente “soltarse” pero tenía miedo porque cuando me suelto termino atada, golpeada, mordida y muy excitada.
Gene M. Garbo- Prostituta Clase Baja
- Mensajes : 157
Fecha de inscripción : 21/09/2011
Localización : Por ahí....
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