Carpe Diem +Privado+

por **Yranné Salvin** Vie Sep 05, 2014 12:07 pm

El ambiente que se respiraba era de pura sofisticación. Y le gustaba. Le gustaba pasar como uno más en aquel sitio. Ser el hombre que ostentaba su apellido como tal, ser el heredero universal de su familia y el inversionista que hace diez años había comenzado a hacer tratos con los hombres más importantes en ese momento en Paris. Ahora él estaba allí, en esa noche en específico, codeándose con sus iguales en un evento de alta sociedad. La presentación para algunos diseños exclusivos de la realeza y la clase alta, se llevaría a cabo a puertas cerradas en uno de los salones más glamorosos del hotel. Llegó temprano y las puertas aún estaban abiertas cuando cruzó al salón. Conocía al modista que está noche se deleitaría en la admiración de todos mientras la gente a su alrededor fingía que solo había venido aquí para ver sus vestidos y trajes y no para conversar o hacer negocios.

La rutina de siempre. El juego de la clase alta de siempre. Con el tiempo uno se acostumbra a eso, a fingir mientras los verdaderos motivos permaneces ocultos y protegidos. Se paseó por la sala con calma, pisando sin hacer ruido, vestido con un frac elegante en color negro al igual que los zapatos y el sombrero. El lugar estaba arreglado de manera sobria, sencillo y elegante, buscando que la atención de la gente se concentrara solamente en los atuendos que serían exhibidos. Mientras camina saludaba a algunos cuantos con un apretón de manos y algunas palabras. Ha venido solo como de costumbre pero no se siente incómodo. Entonces, desde la distancia, a unos momentos de que comience el evento, lo observa. Lo recuerda por sus rasgos, por su porte y la cabeza siempre levantada, pero nada más. En ese momento, antes de que pueda sentarse, el evento comienza. Las luces se apagan y el modista hace su aparición en el centro del salón.

La presentación duró poco, pero a Yranné le pareció lo suficientemente tediosa como para que el deseo por un cigarrillo sea tan tentativo que lo haga avanzar hacia la salida un par de pasos. Empero, se detiene y permanece allí, recordando su código de etiqueta, observando la caída de un vestido con bordados hechos a mano en un admirable color gris perla. No le interesa la ropa, en eso también se parece a los demás, pero el disimulo se le da bien. La presentación continúa sin interrupciones y entonces el modista se baja de su pedestal y se codea con los invitados de honor. Ahora hay sillas revestidas en terciopelo y sillones en colores oscuros, desde dónde se pueden admirar las piezas. Avanzó y se acomodó en uno de los sillones de dos plazas. Recuerda que no le está permitido fumar y sus manos juegan entre estas, sus dedos entrelazados pero sentado en una posición recta. Entonces el sitio de al lado se resintió con el eso de un acompañante. Yranné giró despacio el rostro y saludó solo con la mirada, al principio, a aquel hombre que había visto de vez en cuando.

— Buenas tardes… — Dijo en voz baja, manteniendo la vista durante unos segundos en su perfil, regresando la vista a las bases donde descansaban los diseños. La tela sigue sin ofrecer un atractivo digno de mantenerlo anclado durante más de unos segundos y pronto aparece una distracción. Los camareros ofreciendo canapés y vino a los invitados. Aceptó uno de cada cosa y comió tranquilo, con los nervios por la nicotina de pronto desvanecidos, a saber el motivo.