Detrás de la aventura siempre hay algo de conciencia || Privado

por **Aitziber D’ Lemoine** Vie Sep 12, 2014 7:16 pm

“Sería una bendición para los que tienen una mente indagadora y ganas ilimitadas de aprender. Saber que disponen de una vida eterna para absorber conocimiento les daría mucho ánimo. Pero para los que piensan que ya han aprendido todo lo que hay que aprender y son cerrados de mente, la vida eterna sería una maldición espantosa. No sabrían cómo ocupar su tiempo.”

— Robert Jastrow

No sabía porque a su cuerpo se había llenado de interés en lo que estaban presentando esa noche, solamente sabía que le estaba gustando la obra que se estaba llevando a cabo en aquel extraño teatro. Era gracias a su innovadora forma de mostrar las fases artísticas de un ser humano; el cual ya no era humano. El lugar llegaba a comenzar a ser muy concurrido, era una mezcla perfecta de especies conviviendo en armonía, cada uno trataba de hacerse lo mas ciego posible, evadiendo, simplemente ignorando la creatura que podría tener a su lado, esa era la magia de aquel lugar. Aitziber sonreía con cierta ironía, de solamente pensar que en ese mismo lugar, solamente unos meses atrás, había sido una simple guarida para ratas incomprendidas, seres que se ocultaban entre las sombras con miedo a ser descubiertos y crucificados por la inquisición, pero algo había cambiado entre ellos, una notable revolución de ideas. Ahora se mostraban ante el público, pavoneándose entre los simples mortales, disfrutando la cara de incredibilidad entre los humanos, que pensaban que solamente era una nueva forma de teatro. ¡Innovadora! ¡Única! Lo llamaban muchos, sin estar consciente de la verdadera oscuridad detrás de todo eso.

A ella no le llegaba a interesar saber lo que había provocado tal cambio entre aquellos “chupasangres”, no era uno de ellos; aunque también podría llegarse a considerar una especie de amenaza, aun seguía siendo humana, muy dentro de ella lo sentía así. Los actores que se presentaban eran unos castratis que desde hace muchos siglos atrás estaban ocultos en las sombras hasta que pudieron volver a ver el brillo en la luna y volver a cantar ante un público hipnotizado por su belleza hermafrodita. Era su primera función, pero había mucha expectativa entre los presentes –mortales e inmortales- tanto por sus hermosas voces, como por actos únicos y ejemplares.

Mientras seguía el paso de la obra Aitziber no sabía exactamente qué era lo que más le gustaba de ellos. Según en la sociedad los eunucos eran como querubines, hermosos que se desatacaban por sus altos notos e increíbles voces que como miel derramada atraían a cualquier ser por su dulzura, pero también había un lado oscuro, se entraba en una división, no eran ni mujeres ni hombres, eran ellos, seres que no podrían procrear, ni formar una familia, tal vez enamorarse, pero siempre condenados a una vida especifica, por eso los eunucos terminaban convirtiéndose en seres de la noche, para escapar de una rígida sociedad.

Se disponía a terminar aquella noche sin mucho que decir, un día normal en su vida, en ocasiones, noches como estas se necesitaban para avivar un poco el espíritu, pero su presencia sabía que no podía ser ocultada. Habían muchas sombras a su alrededor, diferentes especies, tratando de convivir juntas, por suerte ella podría pasar desapercibida aun mas que muchos otros. No le importaba mucho las miradas infortunas de su andar, las miradas descorteses de los integrantes de las familias más aclamadas de Francia por su procedencia y poca moral; eso decía su hermana Anne-sophie, quien se había encargado de hablarle mal a cada integrante de la alta sociedad de su media hermana.

En realidad prefería estar rodeado de sobrenaturales, antes que ese tipo de gente. Ya varias personas había salido, ella con su paso tranquilo, caminaba hacia la salida, mientras veía como dos personas, estaban cerca en un rincón, dos caballeros, nada diferente si lo veías con simples ojos, pero para Aitziber era fácil distinguir la diferencia de auras entre ellos, le pareció extraño que una creatura de las sombras, como un vampiro, estuviera tan cerca de un humano. Había una regla en particular que hacia funcionar todo el lugar; los vampiros no podían acosar a los espectadores, traería sospechas hacia el teatro.

No era su estilo interponerse entre los problemas de los demás, pero gracias a una pequeña advertencia de sus “amigos” sobre varios cazadores revueltos entre la gente; una mujer de ojos azules, como el cielo; así le habían descrito. Dos hombros iguales, como gotas de agua, podrías verlo dos veces en el mismo lugar. Llego a sentirse con la obligación de sacar al pobre humano de un destino tal vez fatal, tal vez no estaban por ella, pero si se encontraba en medio de la caza, no dudarían en cazarla a ella también.

Con mucha naturalidad tomo el brazo del joven humano mientras su mirada parecía clavarle mil dagas al inmortal —No deberías hacer esto — susurro al vampiro sin especificar de lo que se trataba, pero este pudo rápidamente leer la mente de la bruja y comprender todo, pronto su semblante pareció cambiar y en un bufido dio media vuelta retirándose, alejándose de ellos, retiro su brazo del hombro del joven — De nada, es mejor que se vaya a casa Monsieur, antes que algo malo le pueda suceder — se inclino levemente, mostrando gracia en sus movimientos y se giro nuevamente dispuesta a terminar tal velada.