Noche sin novedad...o eso parece//Berger Reifenhelm

La taberna...cada vez que Arael visitaba aquel lugar tenía que hacer acopio de toda su buena voluntad para pasar desapercibido. ¿Como lo hacía?, con una capa oscura con capucha que se quitaba una vez dentro y cambiando ligeramente el color de su pelo con ayuda de unos tintes vegetales que se iban con el agua. Aquella noche el aspecto del hechicero era el de uno mas, un joven de aspecto pálido, pelo negro recogido en una coleta y ropa normal de a pie como llevaban casi todos los que había allí dentro.

Y bien ¿que se suponía que estaba haciendo él en un lugar como aquel? cuando estaba mas que claro que no era de sus lugares mas habituales- aunque tampoco le disgustaba el ambiente- de visita. Pues bien, Arael estaba esperando a una persona, una persona a la cual solía llamar compañero de trabajo, o al menos el trabajo extraoficial que tenía Arael, una de las pocas cosas que daba emoción a su vida y que hacía que el joven no perdiese del todo la cabeza, pues entre los muros de su palacio lo único que podía hacer era aburrirse, sobre todo porque no le dejaban usar la "magia". Una precaución un poco absurda impuesta por su madre para evitar preguntas innecesarias o problemas en general, aunque casi todos los que trabajaban para la familia sabían del "don" o de la maldición del muchacho-dependía de la ideología de la persona llamarlo de una forma u otra.

Arael había pedido una pinta en la taberna mientras esperaba y mientras bebía procuraba tener la oreja puesta en las conversaciones ajenas, sobre todo por si se enteraba de alguna información de interés. Pero hasta aquel momento lo único que sacó en claro es que la gente de aquella ciudad bebía mucho mas de la cuenta, lo que hacía que la mayoría exagerase las historias que se contaban llegando a ser algo mas que irreales...eran absurdas. Pero aun así de vez en cuando había algo que si era de verdadero interés...

Dejó escapar un largo suspiro mientras apoyaba el codo sobre la barra y hacia tiempo. Tenía la sensación de que Berger se estaba retrasando.

El cazador Berger había vuelto a aquel lugar del que disfrutaba y gozaba de compañía cada vez que solía visitar, y después de tomar un refrigerio y ocho más, pasó a otra sala a fumar una pipa mientras aguardaba a que llegase más gente para soltar una de sus muchas batallitas de soldado viejo. Cuando el ambiente estaba de su agrado se animó y, Berger, lanzó una risotada y pidió más bebida al dueño.
-No debe beber más licores fuertes, señor -dijo el dueño mientras era abrazado por su esposa, que a la vez parecía intentar contenerlo para que no hablase con el cazador -, además, es hora de que os fuerais...

-Irme, decís... -interrumpió el cazador al mismo tiempo que se alzaba del asiento. Lanzó de nuevo una risotada y sacó su cuchillo a relucir, impactandolo contra la mesa -¡Me quedaré! -exclamó, mirando a todo el mundo que hacían intención de marcharse antes de que la cosa se caldease. Berger volvió a dar un golpe con el cuchillo -. Os quedaréis todos. Sentaos sobre... vuestros... hip... traseros.

El gentío se volvió a sentar con lentitud, mirándose los unos  los otros. Y por último el cazador. Luego dirigió una fugaz mirada al mozo de la taberna; un joven de corta edad, pelo oscuro y ojos blancos, con una mirada tan fría y cortante como los propios glaciares. No era la primera vez que lo veía, incluso en numerosas ocasiones le había entregado de buena gana un par de monedas extra por hacerle de oído del local.

-Muchacho, trae el vino -espetó mientras agarraba un vaso de la bandeja -. Yo no soy como otros bribones -agarró el vaso y dio un trago con descuido y antes de poder tragar el líquido ya estaba hablando de nuevo, salpicando a varios individuos cercanos del líquido que rezumaba de su boca -soy gentil como un corderito. Sé de unos polacos que atacaron un pueblo con campesinos, niños y bellas damas. ¿Y sabéis lo que hicieron? ¿Creéis que fueron gentiles como yo? Noo... -se inclino sobre la mesa -, cortaron en rebanadas a los hombres como si fuera pan y los echaron a los perros. ¿Y sabéis lo que hicieron con las bellas damas?.

Un hombre cobijó a su mujer entre sus brazos en ese instante.

-Después de cortejarlas, por así decirlo... -golpeó el hombro del joven mozo -, no puedo decirlo de otro modo en tu presencia... -le dijo, y luego dirigiéndose a la clientela de nuevo agregó: -. Les cortaron las venas de sus brazos blancos como perlas y utilizaron su sangre azul para calentar el vodka.

En ese momento se escuchó un desagrado por toda la sala, de parte de los hombres y de las mujeres por igual. Algunas se taparon la boca y otras los oídos, espantadas por la historia.

El cazador retrocedió el cuello y se volvió de nuevo hacia el mozo -¿Y sabes que hicieron después, muchacho?.

-Por el amor de Dios, señor, que más podían hacer? -exclamó el muchacho, con el gesto desgarrado.

El cazador golpeo el brazo del joven y se movió ondulantes, como mecido por una brisa -Bailaron, cantaron y festejaron la victoria, muchacho... todos festejaron -Sacudió la mesa de nuevo con su cuchillo repetidas veces y comenzó a carcajearse sin compasión. El rostro se le en gangrenó al observar que nadie reía con él y alzó el cuchillo y lo esgrimió en el aire para que rieran con él. -¡Vamos reír! -espetó-, darle a la garganta.

Al principio fueron risas tímidas y sin ganas pero conforme abatía el cuchillos las risas fueron elevándose y aumentando.
-Que espanto, por Dios bendito... -murmuró una anciana.
-Ríase vieja bruja, jajaja...

Se alzó y comenzó a dirigir las risas de su orquesta de risas, como si de un demente se tratase. Se llevó de nuevo el vino a la boca y cayó fulminado sobre la mesa a su espalda, ya apenas podía mantenerse en pie. Pero súbitamente levantó los ojos y se fijó en la figura elegante que atravesó la otra sala; un hombre con pelo llamativo y unos brillantes ojos, parecía un hombre exquisitos modales, y casi le chocó el contraste que hacía con él; sobre todo algo muy diferente en comparación con el inmundo y legañoso espantapájaros, que era lo que realmente parecía el desvalijado Berger, tirado sobre la mesa y abotargado por el vino.

-¡Silencio en las filas! -las risas cesaron y la sala quedó en un silencio sepulcral -, yo conozco... hip... a ese bribón -dijo señalando, apareciendo en la otra sala y recortando distancias con Arael, se apoyó sobre la barra a su lado y añadió: -¿Habíamos quedado aquí verdad?.

El hechicero estaba empezando a perder los nervios pensando que su compañero se había olvidado de aquella "reunión" o simplemente se había quedado dormido después de alguna buena melopea que  hubiese cogido la noche anterior. De hecho, harto de esperar se pudo en pie después de pagar su bebida, con intenciones mas que claras de marcharse de aquel lugar. Lo que evitó que Arael se fuese de la taberna fue el estruendo que escuchó en una de las salas contiguas a la suya y para ser mas exactos una voz que le era familiar...

Arael se abrió paso como buenamente pudo entre el gentío que allí había. Muchos parecían querer huir de las historias que Berger contaba, una de esas miles de historias que ya había contado en alguna ocasión y que de vez en vez modificaba ligeramente para mantener la atención del publico. Un publico que por otra parte parecía escandalizado, asustado y algo aturdido, sobre todo por la actitud del cazador.

El hechicero se quedo en el marco de la entrada, apoyado contra la pared y escuchando lo que estaba contando su amigo, mientras movía la cabeza lentamente en gesto negativo, como indicando que aquel hombre no tenía remedio alguno, aunque cierto era que no pudo evitar sonreír ante aquello, sobre todo al ver como muchos de los comensales se tapaban los oídos, los ojos e incluso la boca, sorprendido por el detalle de las historias de Berger. Cierto era que Arael ya estaba acostumbrado a aquellas historias y al comportamiento de su compañero, pero debía admitir que al principio le costó...sobre todo el aceptar que Berger bebía mas que los peces y pasaba parte del tiempo ebrio...no siempre, pero...

Cuando termino la historia la gente se quedó perpleja, sin saber que decir o como actuar ante aquello, tanto que Berger les dijo que riesen y ellos comenzaron a reír con desgana hasta que la risa se hizo contagiosa y menos falsa entre algunos en la sala. No tenía remedio...menos mal que al menos era eficaz en su trabajo y sabía lo que hacía, al menos la mayoría de las veces. Una cosa que el brujo podía asegurar es que no se aburría con el, no tenía tiempo para ello.

En ese momento Arael se abrió paso de nuevo entre la gente para llegar a la altura del cazador, el cual hizo callar a la gente teniendo un efecto mas o menos instantaneo y haciendo que muchas de las miradas se fijasen en el brujo. Algo que sin duda no le agradó en exceso, sobre todo porque lo que estaba intentando hacer Arael era pasar desapercibido...pero bueno ¡¡al traste la discreción!!. Aunque cuando vio que el se acercaba hasta su posición se quedo donde estaba para evitar tropezar el uno con el otro.

-Si, habíamos quedado aquí hace ya un buen rato-añadió con cierta resignación mientras se cruzaba de brazos y se apartaba un poco de la trayectoria del aliento del cazador, el cual apestaba a alcohol.-por dios bendito Berger, tu aliento podría desinfectar heridas ¿cuanto has bebido?-realmente no quería saberlo, pero la pregunta le salió sin mas.

Muchos de los "parroquianos" de la taberna les miraban y murmuraban para si y para el resto, como si aquello les hiciese mucho mas discretos...pero bueno, ya de perdidos al rió...

-Bueno, he de suponer que hoy no vamos a ir a ningún lado. -sonrió ligeramente- esta visto que no tienes remedio.

Hasta que no vio a su compañero no recordó su propósito en aquel lugar. Parecía que estaba ciego hasta el momento, como si se hubiera convertido en otra persona. Y es que aquel rostro le agradaba tenerlo cerca, le hacia recordar, le llenaba de confianza y seguridad, sabiendo que si el fallaba, Arael estaría allí salvar su culo, como había pasado muchas otras veces.

-So... solo he bebido un par de copas -cerró los ojos y negó con una expresión un poco boba -. No, sí... esta noche podremos salir, me vendrá bien un café -Dio unas torpes zancadas en dirección a la barra, se detuvo he hizo un gesto a Arael para que le siguiese. Y empezó a reír a grandes carcajadas, desplomándose sobre un asiento, hasta que las lágrimas corrieron por sus mejillas. Las carcajadas fueron cada vez más sonoras, hasta que todos los parroquianos del local se giraron para observar de nuevo.

-¡Vaya una vieja borracha que estoy hecho! -dijo al fin, secándose las lágrimas-. Espero que esta noche los acontecimientos no se tornen como la anterior... no creas que pese a mis años no me gustaría ser ágil y fuerte como un toro.

Golpeó un lateral de la barra y cayó un vaso, y a unos centímetros agarró una botella medio llena de un liquido de color caramelo. Con un gesto algo brusco golpeó el culo de la botella y el corchó saltó perdiéndose debajo de una mesa. Dio un trago al líquido y su cara se engangrenó.

-Ya no bebo más, pero sí tomaré un café... café... ¡Café demonios! -espetó. Dejó la botella e hizo un gestos a un camarero, alzando dos dedos para darle a entender que lo necesitaban allí, Berger impaciente añadió: -. ¿A quien hay que ofender verbalmente para que te sirvan en este lugar? -cuando Berger se tomaba enserio algo no soportaba que las cosas no saliesen como él quería y menos que le hicieran esperar.

-¿Te has traído algún juguetito para lo que esta noche nos espera? -hizo un gesto, como de disparar una pistola, un poco disimulado -, esas bestias no saben los que les espera esta noche... los leones se convertirán en ratones -antes de que pudo terminar la frase llegó una camarera, con un agradable perfume en sus cabellos. Berger hinchó el pecho y ladeó la cabeza, con gesto alegre, cuando esta se le acercó con una cafetera de color ocre envejecido. La mujer entonces sacó una taza y vertió el líquido, llenando efectivamente el espacio de ésta.

-Gracias, bonita -dijo, dando un trago al café. Era más fuerte que al que estaba habituado, pero lo soportó bien.

Señaló con el dedo indice a Arael por si deseaba algo, si bien un café le podría ayudar por si la caza se alargaba hasta altas horas de la noche, ya que por propia experiencia sabía que no siempre se podía acabar con el enemigo en un plis plas. Mejor estar bien activo.