AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Brothers [Privado]
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Brothers [Privado]
Había esperado tanto tiempo que ahora le parecía todo completamente irreal. Finalmente, después de los deseos de venganza, de la frustración por no poder obtener el dolor que deseaba de Gregory y la sacudida de emociones que le había mantenido al borde del colapso; Baptiste estaba resuelto a buscar nuevamente a sus hermanos. No importaba que sucediera o como reaccionaran, lo único que deseaba era verlos una vez más.
El odio que hubiera podido mantener ante la normalidad de la vida de sus hermanos, se esfumo con la llegada de nuevos pensamientos que no incluyeran venganza. Añoraba verlos, ver cuanto habían cambiado y en cierta parte, ¿Cómo había sido su vida desde su desaparición? ¿Gregory les habría demostrado más interés? Todo respecto a ellos era solo una nube de preguntas sin respuesta, al menos hasta el momento. Sabía ciertas cosas básicas, como la pertenencia de ellos al circulo de los inquisidores, cosa obvia al ser hijos de Zarkozi, pero de lo demás, desconocía todo. Si lo analizaba detenidamente, desde que fuera humano y viviera con la familia, la existencia de sus hermanos era meramente un suceso que siempre estaba ahí, sin embargo, no conocía nada de ellos. Verles tan unidos desde niños, fue algo que también lentamente se instalo en el corazón de Baptiste y que genero el desprecio por ellos; ahora notaba que no era culpa de ellos, sino de las circunstancias de la vida que les toco vivir.
Esa noche, se encontraba por las callejuelas de París. Sus antiguos intentos de atraer la atención de su familia fueron actos inútiles, por eso es que en esta ocasión optaba por un acercamiento mucho más directo. Había convencido a una humana de ir a dar información sobre la presencia de un inmortal en aquellos lugares, con la esperanza de que fuera alguno de los suyos los que llegaran a atender el llamado, de no ser así, planeaba seguir aquella rutina hasta que alguno apareciera. Su misión había cambiado y por eso no se rendiría hasta tener lo que buscaba, un encuentro con uno de los suyos.
Permanecía en la oscuridad, en un lugar donde no pudieran verle pero él si a quien se acercara. Buscaba asegurarse de que fuera quien deseaba y no alguien en quien no tuviera el mínimo interés. Un par de pasos se escucho a la distancia y agudizo tanto el oído como la vista, buscando entre las sombras la figura que se acercaba hasta el lugar que dijo a la chica, debía indicar a los inquisidores. Era un movimiento arriesgado pero ¿Cuándo había sido él prudente?
El odio que hubiera podido mantener ante la normalidad de la vida de sus hermanos, se esfumo con la llegada de nuevos pensamientos que no incluyeran venganza. Añoraba verlos, ver cuanto habían cambiado y en cierta parte, ¿Cómo había sido su vida desde su desaparición? ¿Gregory les habría demostrado más interés? Todo respecto a ellos era solo una nube de preguntas sin respuesta, al menos hasta el momento. Sabía ciertas cosas básicas, como la pertenencia de ellos al circulo de los inquisidores, cosa obvia al ser hijos de Zarkozi, pero de lo demás, desconocía todo. Si lo analizaba detenidamente, desde que fuera humano y viviera con la familia, la existencia de sus hermanos era meramente un suceso que siempre estaba ahí, sin embargo, no conocía nada de ellos. Verles tan unidos desde niños, fue algo que también lentamente se instalo en el corazón de Baptiste y que genero el desprecio por ellos; ahora notaba que no era culpa de ellos, sino de las circunstancias de la vida que les toco vivir.
Esa noche, se encontraba por las callejuelas de París. Sus antiguos intentos de atraer la atención de su familia fueron actos inútiles, por eso es que en esta ocasión optaba por un acercamiento mucho más directo. Había convencido a una humana de ir a dar información sobre la presencia de un inmortal en aquellos lugares, con la esperanza de que fuera alguno de los suyos los que llegaran a atender el llamado, de no ser así, planeaba seguir aquella rutina hasta que alguno apareciera. Su misión había cambiado y por eso no se rendiría hasta tener lo que buscaba, un encuentro con uno de los suyos.
Permanecía en la oscuridad, en un lugar donde no pudieran verle pero él si a quien se acercara. Buscaba asegurarse de que fuera quien deseaba y no alguien en quien no tuviera el mínimo interés. Un par de pasos se escucho a la distancia y agudizo tanto el oído como la vista, buscando entre las sombras la figura que se acercaba hasta el lugar que dijo a la chica, debía indicar a los inquisidores. Era un movimiento arriesgado pero ¿Cuándo había sido él prudente?
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: Brothers [Privado]
Sus ojos se cerraban de par en par después de estar observando la luna. Faltaba una semana para que esta se tornara llena, así que no había peligro alguno de que estuviera rondando por los terrenos de su propiedad. La muerte de su padre había hecho que se volviera dueño, amo y señor de todo lo que estuviera a su alrededor, de todo lo que tuviera el apellido Zarkozi, de la noche a la mañana su fortuna había cambiado, se sentía bien y al mismo tiempo miserable, las situaciones favorables no eran su costumbre, sin embargo debía asimilar la idea.
Aquella noche las cosas eran un poco distintas, desde los olores que el aire se encargaba de llevar hasta sus fosas nasales, hasta la temperatura, la cual había bajado considerablemente pero eso a él poco le importaba, su condición de licántropo le ayudaba a ignorar esos temas tan humanos, tan comunes. Roland no había dejado de sentir o pensar como humano, no, y no porque lo prefiriera por encima de la bestia, sin embargo eso le daba grandes ventajas a la hora de hacer algún trabajo, porque sí, su costumbre de trabajar en la inquisición no se había ido, y todo por querer recibir respuestas que su padre jamás llegaría a darle. Esa noche una figura que no conocía había llegado a su propiedad. Lo que llamó su atención fue que la mujer tuviera la osadía de pisar esos terrenos sin temor alguno. Se decía demasiado de esas propiedades, más aún de los riesgos que se cometían si eras lo suficiente imprudente al adentrarte sin invitación. Por eso y más la dejó pasar, y más aún cuando le dio tremenda información. La pobre humana se notaba tan alterada que decidió enviar a un par para atenderla, para alimentarla y para proporcionarle un techo en el cual descansar esa noche; a la mañana siguiente podría irse a casa.
Había tenido dentro de su cabeza, dentro del corazón, un sin fin de sentimientos y pensamientos que lo tenían perturbado, quitarse un par dando una batalla física la vendría bien, y por esa razón decidió ir sin necesidad de vestirse de forma exigente para una batalla. Esa noche llevaba un pantalón oscuro con zapatos negros, una camisa blanca que cubría sus brazos y también su cuello. Nada más, así iría, pulcro, perfectamente limpio, con su silencio y sus ganas de arrancar la cabeza de ese al que ahora llamaba enemigo natural. Con rapidez y destreza llegó al punto de reunión que la chica le había dado. Se paró en medio de una calle en silencio y cerrando los ojos.
El inquisidor cerró los ojos para poder concentrarse un poco más. Agudizó su sentido del olfato el olor a putrefacción y muerte le llegaron a sus fosas nasales. Supo entonces la dirección que debía tomar, y hasta ese momento todo iba bien, tranquilo, sencillo, sin embargo un aroma familiar también acompañaba a lo demás y eso lo hizo sentir inquieto, nervioso y con ganas de terminar con aquel encuentro de una vez por todas. Tomó un poco de aire y antes de exhalarlo, sus movimientos y rapidez le permitieron encontrarse con ese inmortal. Roland lo empujó con fuerza contra una de las paredes, le rompió un brazo al instante - mismo que había se compondría con rapidez, pero le daba el tiempo que necesitan - sin pestañear colocó sus manos sobre el cuello de la criatura.
— ¿Baptiste? — Preguntó sorprendido sin dejar de ejercer presión en esa zona. Reconocer a su hermano había sido sencillo entre la oscuridad, pero no comprendía, eso no podía estar pasando. No podía ser su hermano, él había muerto hace tiempo ¿Verdad?
Aquella noche las cosas eran un poco distintas, desde los olores que el aire se encargaba de llevar hasta sus fosas nasales, hasta la temperatura, la cual había bajado considerablemente pero eso a él poco le importaba, su condición de licántropo le ayudaba a ignorar esos temas tan humanos, tan comunes. Roland no había dejado de sentir o pensar como humano, no, y no porque lo prefiriera por encima de la bestia, sin embargo eso le daba grandes ventajas a la hora de hacer algún trabajo, porque sí, su costumbre de trabajar en la inquisición no se había ido, y todo por querer recibir respuestas que su padre jamás llegaría a darle. Esa noche una figura que no conocía había llegado a su propiedad. Lo que llamó su atención fue que la mujer tuviera la osadía de pisar esos terrenos sin temor alguno. Se decía demasiado de esas propiedades, más aún de los riesgos que se cometían si eras lo suficiente imprudente al adentrarte sin invitación. Por eso y más la dejó pasar, y más aún cuando le dio tremenda información. La pobre humana se notaba tan alterada que decidió enviar a un par para atenderla, para alimentarla y para proporcionarle un techo en el cual descansar esa noche; a la mañana siguiente podría irse a casa.
Había tenido dentro de su cabeza, dentro del corazón, un sin fin de sentimientos y pensamientos que lo tenían perturbado, quitarse un par dando una batalla física la vendría bien, y por esa razón decidió ir sin necesidad de vestirse de forma exigente para una batalla. Esa noche llevaba un pantalón oscuro con zapatos negros, una camisa blanca que cubría sus brazos y también su cuello. Nada más, así iría, pulcro, perfectamente limpio, con su silencio y sus ganas de arrancar la cabeza de ese al que ahora llamaba enemigo natural. Con rapidez y destreza llegó al punto de reunión que la chica le había dado. Se paró en medio de una calle en silencio y cerrando los ojos.
El inquisidor cerró los ojos para poder concentrarse un poco más. Agudizó su sentido del olfato el olor a putrefacción y muerte le llegaron a sus fosas nasales. Supo entonces la dirección que debía tomar, y hasta ese momento todo iba bien, tranquilo, sencillo, sin embargo un aroma familiar también acompañaba a lo demás y eso lo hizo sentir inquieto, nervioso y con ganas de terminar con aquel encuentro de una vez por todas. Tomó un poco de aire y antes de exhalarlo, sus movimientos y rapidez le permitieron encontrarse con ese inmortal. Roland lo empujó con fuerza contra una de las paredes, le rompió un brazo al instante - mismo que había se compondría con rapidez, pero le daba el tiempo que necesitan - sin pestañear colocó sus manos sobre el cuello de la criatura.
— ¿Baptiste? — Preguntó sorprendido sin dejar de ejercer presión en esa zona. Reconocer a su hermano había sido sencillo entre la oscuridad, pero no comprendía, eso no podía estar pasando. No podía ser su hermano, él había muerto hace tiempo ¿Verdad?
Roland F. Zarkozi- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/11/2013
Re: Brothers [Privado]
No había desesperado de que la humana no regresara, era probable que no lo hiciera después de la ligera amenaza que Baptiste le había dado y por su parte, quien ahora era inmortal tenía muchas más noches para continuar intentando contactar con sus familiares. Debían existir otras maneras de que se llevara a cabo un contacto con los suyos, pero estaba consciente de que acercarse de otra manera a la inquisición atraería la atención y no planeaba por nada del mundo regresas a esa filas de servidores fieles; no pensaba en ser un inquisidor de la facción de los condenados mientras pudiera vivir libremente como hasta ahora. La existencia de Baptiste ahora era mucho más complicada que en un inicio pero igual era preferible a cualquier otra cosa que pudiera enfrentar nuevamente estando al servicio de un grupo que solo buscaba beneficiar a unos cuantos.
El tiempo pasaba lento mientras se mantenía a la expectativa de lo que fuera a suceder en las siguiente horas, pues estaba dispuesto a esperar hasta que casi la luz del sol fuera a salir. No creía que tuviera mucho que perder aguardando ahí a ver si alguien realmente recibía la advertencia de la mortal. De verdad creía que le tocaría aguardar mucho más tiempos cuando escucho los pasos de alguien que se acercaba. Cuando los pasos de quien fuera que había ido a cerciorarse de que no existieran problemas, se detuvieron; Baptiste olfateo el ambiente e hizo una mueca de disgusto. Quien fuera que estuviera ahí no era un humano, sino un despreciable licántropo y eso no era lo que estaba buscando pues sus hermanos eran humanos, al menos hasta lo que él sabía. Pensaba irse, abandonar el lugar durante esa noche y tratar la siguiente. Los movimientos que iba a efectuar fueron adelantados por los del licántropo que termino por encontrarle. El inmortal termino con la espalda contra la pared más cercana y el crujido de sus huesos le hizo maldecir por su ligero descuido, sin embargo, un hueso roto no significaba nada para él, igual terminaría asesinando a aquel maldito animal y cuando sus ojos se encontraron con los ajenos, sus pensamientos se detuvieron.
Aquel olor le decía que era un licántropo, la fuerza que poseía y la velocidad también; pero la voz y esas facciones del rostro ajeno le decían que no era así, de hecho, si ignoraba el aroma a perro podía detectar la familiaridad del aroma de los suyos. Aquel hombre que mantenía la presión contra él y que no lucía dispuesto a dejarle apartarse era su hermano. Roland. Sin poder evitarlo y pese a la incomoda posición en la que se encontraba le sonrió.
– Vaya que has crecido Roland, eres todo un hombre mientras que yo sigo siendo apenas un chiquillo – la mano que mantenía sin fractura alguna se movió a sujetar el brazo de su hermano y con lentitud comenzó a apartarlo de si. La sorpresa de ambos era grande, aún así, la de Roland parecía mayor pues todos le creían muerto y Baptiste siempre supo que ellos estaban vivos, quizás no imaginara la licantropía pero si que vivían – Deja de mirarme como si fuera un fantasma, estaré muerto pero tampoco estoy tan muerto y mira lo que me has hecho – chasqueo la lengua – mi brazo es un desastre por tu culpa – No era lo más sensato e inteligente del mundo hablar como si el tiempo se hubiera mantenido congelado para todos, tal como su figura; pero realmente no sabía cual era la manera adecuada de hacer todo aquello.
El tiempo pasaba lento mientras se mantenía a la expectativa de lo que fuera a suceder en las siguiente horas, pues estaba dispuesto a esperar hasta que casi la luz del sol fuera a salir. No creía que tuviera mucho que perder aguardando ahí a ver si alguien realmente recibía la advertencia de la mortal. De verdad creía que le tocaría aguardar mucho más tiempos cuando escucho los pasos de alguien que se acercaba. Cuando los pasos de quien fuera que había ido a cerciorarse de que no existieran problemas, se detuvieron; Baptiste olfateo el ambiente e hizo una mueca de disgusto. Quien fuera que estuviera ahí no era un humano, sino un despreciable licántropo y eso no era lo que estaba buscando pues sus hermanos eran humanos, al menos hasta lo que él sabía. Pensaba irse, abandonar el lugar durante esa noche y tratar la siguiente. Los movimientos que iba a efectuar fueron adelantados por los del licántropo que termino por encontrarle. El inmortal termino con la espalda contra la pared más cercana y el crujido de sus huesos le hizo maldecir por su ligero descuido, sin embargo, un hueso roto no significaba nada para él, igual terminaría asesinando a aquel maldito animal y cuando sus ojos se encontraron con los ajenos, sus pensamientos se detuvieron.
Aquel olor le decía que era un licántropo, la fuerza que poseía y la velocidad también; pero la voz y esas facciones del rostro ajeno le decían que no era así, de hecho, si ignoraba el aroma a perro podía detectar la familiaridad del aroma de los suyos. Aquel hombre que mantenía la presión contra él y que no lucía dispuesto a dejarle apartarse era su hermano. Roland. Sin poder evitarlo y pese a la incomoda posición en la que se encontraba le sonrió.
– Vaya que has crecido Roland, eres todo un hombre mientras que yo sigo siendo apenas un chiquillo – la mano que mantenía sin fractura alguna se movió a sujetar el brazo de su hermano y con lentitud comenzó a apartarlo de si. La sorpresa de ambos era grande, aún así, la de Roland parecía mayor pues todos le creían muerto y Baptiste siempre supo que ellos estaban vivos, quizás no imaginara la licantropía pero si que vivían – Deja de mirarme como si fuera un fantasma, estaré muerto pero tampoco estoy tan muerto y mira lo que me has hecho – chasqueo la lengua – mi brazo es un desastre por tu culpa – No era lo más sensato e inteligente del mundo hablar como si el tiempo se hubiera mantenido congelado para todos, tal como su figura; pero realmente no sabía cual era la manera adecuada de hacer todo aquello.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: Brothers [Privado]
De ser un ser humano normal, común y corriente, habría creído que se trataba de una gran alucinación. No lo comprendía, al menos no del todo. Según sus registros (los cuales había leído más de una vez) su hermano había muerto atacado por un vampiro. Su padre había sufrido verdaderamente esa perdida, incluso había declarado un día en la inquisición por su luto, por su perdida. No creía que Gregory hubiera guardado tal secreto. Por más que amara a su primogénito, el volverse una criatura de la noche lo haría su peor enemigo, y era capaz de quitarle la vida con sus propias manos. Aquello no lo dudaba, pero entonces ¿Qué había salido mal? Nunca había visto a nadie ser más negligente, seguramente lo habrían dejado en medio de la nada esperando a que muriera, sin saber que en realidad lo habían hecho transformarse. ¿Tanto tiempo escondido entre las sombras? Aquello no le dio buena espina. Le había soltado pero también tomó una gran distancia entre ambos. Se notaba sereno, tranquilo y en paz, sin embargo Roland se encontraba a la defensiva, no iba a bajar la guardia, y cualquier cosa que ocurriera saldría victorioso.
Se lo quedó viendo de forma analítica. Era evidente que de esa misma forma se encontraba en sus recuerdos. Su hermano siempre tuvo ese par de ojos que transmitían, y aunque mantenían ese color ya no era iguales, la vida humana se le había desprendido, no quedaba duda de eso. Arrugó su nariz varias veces por culpa del olor. ¡Que asquerosidad! Estaba siendo un inmortal, una criatura de la noche como él, pero a diferencia de Roland, su hermano era un infinito que sólo podía interrumpir su vida si se le daba la caza debida.
Lo cierto es que no supo que decir. No tenía palabras. Jamás pensó que un encuentro así se pudiera efectuar, lo creía muerto, y quizás hubiera sido lo mejor, pensarlo muerto hasta el final de los días. Quería a su hermano pero también lo había odiado por ser el predilecto, y no, no precisamente por que le tuviera envidia, sino por los constantes desprecios que su padre le hacía a Abigail, y también la cantidad de torturas que le impartieron debido a la culpa del primogénito, uno que no dejó de alardear y jamás se preocupó por sus hermanos. ¿Por qué se presentaba así? Negó repetidas veces mientras se cruzaba de brazos sin dejar de observarlo. A esas alturas no sabía que sentir. Rencor no, simplemente confusión. Ni siquiera se entendía así que debía estar con la mente abierta, listo para cualquier acción.
— Lo que menos me preocupa es tú brazo — Rompió por fin el silencio que había aparecido entre ellos. No por nada le decían El Silencio. Sólo hablaba lo justo, las palabras las escogía como era debido. - Más bien tú existencia es lo que me lo causa - Asintió mirándolo a un de forma incrédula — ¿Vienes a buscar a tú padre? Debes estar consciente que ha muerto, y que la pequeña lo a matado con sus propias manos — Se encogió de hombros. Se sentía orgulloso de Abigail por hacer aquello, no importaba que quisieran castigarla los fieles creyentes de su cerrado padre, la defendería, y le agradecía parte de su libertad — Más vale no se te ocurra hacer algo contra ella — Sentenció con severidad.
— No eres bienvenido, Baptiste — Y en sus palabras se notaba la rabia contenida, el enojo acumulado. Aquella noche sería el reencuentro necesario para ambos, se podía esperar lo peor, pero quizás, si actuaban de forma correcta podría llegar el perdón entre ambos.
Se lo quedó viendo de forma analítica. Era evidente que de esa misma forma se encontraba en sus recuerdos. Su hermano siempre tuvo ese par de ojos que transmitían, y aunque mantenían ese color ya no era iguales, la vida humana se le había desprendido, no quedaba duda de eso. Arrugó su nariz varias veces por culpa del olor. ¡Que asquerosidad! Estaba siendo un inmortal, una criatura de la noche como él, pero a diferencia de Roland, su hermano era un infinito que sólo podía interrumpir su vida si se le daba la caza debida.
Lo cierto es que no supo que decir. No tenía palabras. Jamás pensó que un encuentro así se pudiera efectuar, lo creía muerto, y quizás hubiera sido lo mejor, pensarlo muerto hasta el final de los días. Quería a su hermano pero también lo había odiado por ser el predilecto, y no, no precisamente por que le tuviera envidia, sino por los constantes desprecios que su padre le hacía a Abigail, y también la cantidad de torturas que le impartieron debido a la culpa del primogénito, uno que no dejó de alardear y jamás se preocupó por sus hermanos. ¿Por qué se presentaba así? Negó repetidas veces mientras se cruzaba de brazos sin dejar de observarlo. A esas alturas no sabía que sentir. Rencor no, simplemente confusión. Ni siquiera se entendía así que debía estar con la mente abierta, listo para cualquier acción.
— Lo que menos me preocupa es tú brazo — Rompió por fin el silencio que había aparecido entre ellos. No por nada le decían El Silencio. Sólo hablaba lo justo, las palabras las escogía como era debido. - Más bien tú existencia es lo que me lo causa - Asintió mirándolo a un de forma incrédula — ¿Vienes a buscar a tú padre? Debes estar consciente que ha muerto, y que la pequeña lo a matado con sus propias manos — Se encogió de hombros. Se sentía orgulloso de Abigail por hacer aquello, no importaba que quisieran castigarla los fieles creyentes de su cerrado padre, la defendería, y le agradecía parte de su libertad — Más vale no se te ocurra hacer algo contra ella — Sentenció con severidad.
— No eres bienvenido, Baptiste — Y en sus palabras se notaba la rabia contenida, el enojo acumulado. Aquella noche sería el reencuentro necesario para ambos, se podía esperar lo peor, pero quizás, si actuaban de forma correcta podría llegar el perdón entre ambos.
Roland F. Zarkozi- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/11/2013
Re: Brothers [Privado]
Si su exterior parecía estar nada afectado por el encuentro, su interior se debatía en pensamientos que no llevaban a ningún lado. Aquel era su hermano, la ultima vez que había visto su rostro había sido apenas un niño, alguien a quien no conocía y que siempre veía al lado de su hermana. No les había conocido lo suficiente durante su humanidad y aunque parecía que ahora era completamente inútil tratar de acercarse a ellos, la muerte de Gregory le había invitado a cerrar la brecha que abriera con sus hermanos, no tenía caso mantenerla cuando el que iniciara la separación entre ellos se encontraba ya muerto.
Los ojos de los hermanos parecían analizar al otro, se veían como lo que eran. Dos desconocidos que se encontraban y terminaban por descubrir que de casualidad tenían algo en común. Se miraba el brazo casi con pesar, observando cual chiquillo un juguete que esta roto; pero lo bueno de todo aquello era que sanaría rápido y por eso fue que se tomaba la libertad de acomodarse el hueso roto para que sanara debidamente en lo que Roland parecía salir del trance momentáneo en el que se sumía. Baptiste era consciente de que no era sencillo aceptar la aparición de alguien que juras se encuentra muerto, pero aquella era la realidad. Él estaba ahí y Roland debería aceptarlo. Enarco la ceja y le miro divertido; su hermano era todo un hombre, alguien que al parecer se tomaba las cosas muy en serio. ¿Quién se lo hubiera dicho? Si cuando abandono su hogar era apenas un mocoso que temía a los regaños de su padre. De cierta manera, todos le habían temido a Gregory.
Suspiro y comenzó a mover el brazo que se recuperaba ya de la fractura aquella.
– Igual no es algo de lo que debas preocuparte, en breve estará como nuevo – le miro y sonrió despreocupado. Estaba muerto, ¿Qué podía tener de nuevo eso?. Escucho entonces como su hermano decía que le sorprendía su presencia en aquel lugar – No eres el único sorprendido, la verdad es que yo también me pensé muerto – en su mirada apareció un resto de ira por lo vivido pero volvió a centrarse en Roland – pero suelen pasar sorpresas y uno no puede hacer nada más que aceptarlas – abrió los brazos de par en par; ya para ese momento su brazo era nuevamente de utilidad. Una carcajada salió de sus labios cuando el tema se centro en Gregory y Abigail. Su hermano le creía tan tonto como para desconocer aquellos hechos que comenzó a negar y cruzo los brazos frente a su pecho – Roland, pero si yo ya sabía que estaba muerto pero que fue Abigail quien lo mato, esa es novedad para mi – se recargo más comodo contra la pared en la que antes fuera estrellado – Tiene más agallas que tu al parecer y que dices… ¿Hacer yo algo contra ella? ¿Quién crees que soy? – desvío la mirada de Roland – la verdad es que me alegra saber que el viejo esta muerto, lo único que me aqueja ahora es que no pude ser yo quien lo matara – suspiro con pesar – Abigail debió haber terminado con él de manera veloz… yo tenía preparado un poco más de sufrimiento – dijo al tiempo que le mostraba una enorme sonrisa y sus colmillos quedaban expuestos – Debieron hacerle pagar por todo – su voz parecía más un regaño que otra cosa, una exigencia por el abandono.
No tenía derecho a estar ahí, lo sabía, pero no deseaba escucharlo del licántropo aquel. Ellos habían sufrido, pero también Baptiste lo había hecho. En su vida humana fue solo un títere a merced de su padre y en su vida inmortal era incapaz de gozar de todo aquello que deseo en vida. Las cosas habían ocurrido de manera injusta para todos ellos.
– ¿No lo soy? – rió – ¿Por qué no lo soy? Y ¿En dónde no lo soy? - enarco la ceja – Estamos en las calles Roland, cualquiera es bienvenido aquí; o ¿Te refieres a París? Porque de ser así mucho tiempo por aquí y ninguno de ustedes se dio cuenta jamás de mi presencia – ellos podían reclamarle muchas cosas, pero también el inmortal tenía cosas que decir.
Los ojos de los hermanos parecían analizar al otro, se veían como lo que eran. Dos desconocidos que se encontraban y terminaban por descubrir que de casualidad tenían algo en común. Se miraba el brazo casi con pesar, observando cual chiquillo un juguete que esta roto; pero lo bueno de todo aquello era que sanaría rápido y por eso fue que se tomaba la libertad de acomodarse el hueso roto para que sanara debidamente en lo que Roland parecía salir del trance momentáneo en el que se sumía. Baptiste era consciente de que no era sencillo aceptar la aparición de alguien que juras se encuentra muerto, pero aquella era la realidad. Él estaba ahí y Roland debería aceptarlo. Enarco la ceja y le miro divertido; su hermano era todo un hombre, alguien que al parecer se tomaba las cosas muy en serio. ¿Quién se lo hubiera dicho? Si cuando abandono su hogar era apenas un mocoso que temía a los regaños de su padre. De cierta manera, todos le habían temido a Gregory.
Suspiro y comenzó a mover el brazo que se recuperaba ya de la fractura aquella.
– Igual no es algo de lo que debas preocuparte, en breve estará como nuevo – le miro y sonrió despreocupado. Estaba muerto, ¿Qué podía tener de nuevo eso?. Escucho entonces como su hermano decía que le sorprendía su presencia en aquel lugar – No eres el único sorprendido, la verdad es que yo también me pensé muerto – en su mirada apareció un resto de ira por lo vivido pero volvió a centrarse en Roland – pero suelen pasar sorpresas y uno no puede hacer nada más que aceptarlas – abrió los brazos de par en par; ya para ese momento su brazo era nuevamente de utilidad. Una carcajada salió de sus labios cuando el tema se centro en Gregory y Abigail. Su hermano le creía tan tonto como para desconocer aquellos hechos que comenzó a negar y cruzo los brazos frente a su pecho – Roland, pero si yo ya sabía que estaba muerto pero que fue Abigail quien lo mato, esa es novedad para mi – se recargo más comodo contra la pared en la que antes fuera estrellado – Tiene más agallas que tu al parecer y que dices… ¿Hacer yo algo contra ella? ¿Quién crees que soy? – desvío la mirada de Roland – la verdad es que me alegra saber que el viejo esta muerto, lo único que me aqueja ahora es que no pude ser yo quien lo matara – suspiro con pesar – Abigail debió haber terminado con él de manera veloz… yo tenía preparado un poco más de sufrimiento – dijo al tiempo que le mostraba una enorme sonrisa y sus colmillos quedaban expuestos – Debieron hacerle pagar por todo – su voz parecía más un regaño que otra cosa, una exigencia por el abandono.
No tenía derecho a estar ahí, lo sabía, pero no deseaba escucharlo del licántropo aquel. Ellos habían sufrido, pero también Baptiste lo había hecho. En su vida humana fue solo un títere a merced de su padre y en su vida inmortal era incapaz de gozar de todo aquello que deseo en vida. Las cosas habían ocurrido de manera injusta para todos ellos.
– ¿No lo soy? – rió – ¿Por qué no lo soy? Y ¿En dónde no lo soy? - enarco la ceja – Estamos en las calles Roland, cualquiera es bienvenido aquí; o ¿Te refieres a París? Porque de ser así mucho tiempo por aquí y ninguno de ustedes se dio cuenta jamás de mi presencia – ellos podían reclamarle muchas cosas, pero también el inmortal tenía cosas que decir.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: Brothers [Privado]
Durante toda su corta existencia, Roland Zarkozi había pensando que Baptiste en realidad había amado a su padre. Siempre les veía juntos, sonriendo, y Gregory inflaba el pecho al mencionar a su hijo mayor, no a los siguientes. No es que tuviera envidia de su hermano, pero sí tenía rabia por ser siempre el “menos” apto ante los ojos de un hombre que claramente estaba cegado por su ambición. Quizás por esas creencias - y algunas otras más - el licántropo se sentía sorprendido por las palabras que su hermano le otorgaba. Hizo una mueca, en ese momento ya no era por el hedor que el vampiro estaba dejando con su presencia, sino por descubrirse ignorante de una realidad. ¿De verdad su hermano odiaría tanto a su padre como Abigail y él? Eso era una broma, una que sin duda no iba a aceptar, y mucho menos a seguirla. Suficientes cosas tenía en su cabeza últimamente, no iba a cargar con un pasado que no le correspondía, y prefería sentir odio a su hermano, a arrepentimiento, porque sí tanto le hubiera importado que pasaba con los menores, él también habría actuado de otra manera.
Roland se negaba a aceptar la realidad en su interior, no estaba dispuesto a pedir disculpas por lo creído. A diferencia de Baptiste - porqué estaba seguro-, su hermana y él habían tenido que pasar un infierno. No sólo después de la mordida, sino también también antes. A veces el cuerpo de ambos muchachos estaba a punto de colapsar, y debían buscar la forma de seguir de pie, sólo así no venían las cosas peores. ¿Cómo iba a entender él eso? No lo haría.
— Nunca entenderás porqué yo no podía asesinarlo — Y eso era cierto, Roland había soñado, incluso imaginado innumerables veces la forma en que su padre perdía la vida gracias a sus manos. El joven nunca había deseado tanto algo, sin embargo haberlo hecho no le traería problemas a él, sino a su hermana. Abigail había sido más que cautelosa, de hecho pocos sabían que ella fue la autora del crimen, ¿y cómo habían escondido tal verdad? Muy fácil, él mismo se encargó de borrar cada una de sus huellas. Por algo le decían el Silencioso. El silencio iba de la mano de lo invisible, de lo inexistente. Si deseaban cubrir huellas, el licántropo era el experto sin duda en el tema. Él vivía para su hermana, nunca cambiaría eso, no tenía ganas de hacerlo, al menos por el momento. Para él Abigail había sufrido mucho, por eso era su deber otorgarle la felicidad robada.
— Si supieras a detalles, comprenderías que el saberte muerte, resta importancia al querer buscar un cadaver, uno que supuestamente tú padre había enterrado. Abigail y yo sólo buscábamos la forma de sobrevivir, de escapar, o al menos de hacer que ella escapará, París no es tú ciudad, y no eres bienvenido a nuestra vida, ni siquiera a nuestra mirada, sí estás frente a mi es porque así lo quisiste, no te hagas el idiota — Articuló con su tono cargado de enojo. Roland no era un hombre que se dejara guiar por sus emociones, menos por impulsos, pero tenía unas ganas de darle un buen golpe, sin embargo sus músculos se contrarían por la fuerza ejercida para controlarse.
— No entremos a los rodeos, mejor dime ¿qué es lo qué quieres? ¿Por qué te preguntas de esa forma? — Cuestionó cruzándose de brazos. Roland no dejaba de ver a su hermano, no lo perdería de vista, ni siquiera deseaba pestañear, la idea de pensar que podía desvanecerse, y hacerse ver como un demente, eso le fastidiada.
Roland se negaba a aceptar la realidad en su interior, no estaba dispuesto a pedir disculpas por lo creído. A diferencia de Baptiste - porqué estaba seguro-, su hermana y él habían tenido que pasar un infierno. No sólo después de la mordida, sino también también antes. A veces el cuerpo de ambos muchachos estaba a punto de colapsar, y debían buscar la forma de seguir de pie, sólo así no venían las cosas peores. ¿Cómo iba a entender él eso? No lo haría.
— Nunca entenderás porqué yo no podía asesinarlo — Y eso era cierto, Roland había soñado, incluso imaginado innumerables veces la forma en que su padre perdía la vida gracias a sus manos. El joven nunca había deseado tanto algo, sin embargo haberlo hecho no le traería problemas a él, sino a su hermana. Abigail había sido más que cautelosa, de hecho pocos sabían que ella fue la autora del crimen, ¿y cómo habían escondido tal verdad? Muy fácil, él mismo se encargó de borrar cada una de sus huellas. Por algo le decían el Silencioso. El silencio iba de la mano de lo invisible, de lo inexistente. Si deseaban cubrir huellas, el licántropo era el experto sin duda en el tema. Él vivía para su hermana, nunca cambiaría eso, no tenía ganas de hacerlo, al menos por el momento. Para él Abigail había sufrido mucho, por eso era su deber otorgarle la felicidad robada.
— Si supieras a detalles, comprenderías que el saberte muerte, resta importancia al querer buscar un cadaver, uno que supuestamente tú padre había enterrado. Abigail y yo sólo buscábamos la forma de sobrevivir, de escapar, o al menos de hacer que ella escapará, París no es tú ciudad, y no eres bienvenido a nuestra vida, ni siquiera a nuestra mirada, sí estás frente a mi es porque así lo quisiste, no te hagas el idiota — Articuló con su tono cargado de enojo. Roland no era un hombre que se dejara guiar por sus emociones, menos por impulsos, pero tenía unas ganas de darle un buen golpe, sin embargo sus músculos se contrarían por la fuerza ejercida para controlarse.
— No entremos a los rodeos, mejor dime ¿qué es lo qué quieres? ¿Por qué te preguntas de esa forma? — Cuestionó cruzándose de brazos. Roland no dejaba de ver a su hermano, no lo perdería de vista, ni siquiera deseaba pestañear, la idea de pensar que podía desvanecerse, y hacerse ver como un demente, eso le fastidiada.
Roland F. Zarkozi- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/11/2013
Re: Brothers [Privado]
– ¿No entendería el por qué no podías asesinarlo? Trata de explicármelo hermanito, porque sino seguir creyendo que Abigail tuvo muchas más agallas que tu para hacer lo que debió hacerse desde antes que desapareciera yo de la existencia de todos ustedes – antes había hablado como si todo aquello fuera un juego, pero ya no lo hacía más, hablaba con una seriedad absoluta – Y no puedo decir que no me enorgullece lo que ella ha hecho, pero necesitaba más – y eso no lo decía por sus hermanos que tanto habían sufrido, sino por él mismo y su pasado. Abandonado a su suerte, sufriendo una muerte que hubiera preferido y que no llego, porque al despertar, Baptiste Zarkozi; aquel hijo que tanto amara a su padre había muerto y en su lugar había quedado simplemente el odio. La muerte le hizo abrir los ojos a la realidad que vivían al lado de Gregory y desde ese momento se había planeado asesinarlo, entonces llegó Abigail y había terminado con todo demasiado rápido – Si ustedes eran incapaces de liquidarlo con el sufrimiento que se merecía, entonces debieron dejármelo a mi – el inmortal se creía con derecho de eso. Porque era peor haber sido amado y abandonado, que nunca haberlo sido.
– Tu padre, Roland. Gregory dejo de ser mi padre el día que me abandono a morir en soledad y claro que sé los detalles. Siempre les seguí de cerca, siempre he sabido lo que hacen todos y cada uno de ustedes – solo aquello para que su hermano no sintiera que era un verdadero intruso en París y de hecho, le sonrió con burla – Roland… ¿De verdad piensas que he estado lejos de París? Esta siempre ha sido mi ciudad, nunca he dejado París contrario a lo que ustedes pensaran que es evidente, me creían muerto – suspiro entonces y le miro fijo – Gregory dejo de ser mi padre, pero ustedes no dejaron de ser mis hermanos y aunque también los quería muertos en un inicio, digamos que he aprendido algo que al parecer tu no – le dio entonces la espalda, caminando como si no le preocupara que su hermano pudiera decidir terminar con él en cualquier momento y de hecho, algo dentro de Baptiste sabía que pese a todo, Roland no le haría daño, al menos no ese día porque la curiosidad era mayor.
– Quiero que sepan de mi existencia, eso es obvio y si me presente de esta forma es porque no existe mejor manera de hacerlo – le miro de arriba a abajo – Sigues trabajando para la inquisición, así que es imposible acercarme a ustedes si no lo hacía de esta manera – se giro entonces a mirarlo – Dices que no les soy bienvenido pero yo ya no soy el Baptiste que odias o por quien sientes rencor. Tu y Abigail tampoco son los hermanos a quienes quería destruir, así que pensé que sería agradable comenzar las reuniones familiares – le sonrío nuevamente, pero en esa ocasión, sonrió con la humanidad que cargaba en el interior, con aquel rostro y pensamientos de un muchacho de 16 años – ¿No crees que unidos seriamos más fuertes, Roland? – se imaginaba bien la respuesta de su hermano, pero aunque fuera una negativa, no planeaba cesar a sus intentos de tener a los Zarkozi juntos. Gregory no existía más y las razones para odiarse, se habían ido con él.
– Tu padre, Roland. Gregory dejo de ser mi padre el día que me abandono a morir en soledad y claro que sé los detalles. Siempre les seguí de cerca, siempre he sabido lo que hacen todos y cada uno de ustedes – solo aquello para que su hermano no sintiera que era un verdadero intruso en París y de hecho, le sonrió con burla – Roland… ¿De verdad piensas que he estado lejos de París? Esta siempre ha sido mi ciudad, nunca he dejado París contrario a lo que ustedes pensaran que es evidente, me creían muerto – suspiro entonces y le miro fijo – Gregory dejo de ser mi padre, pero ustedes no dejaron de ser mis hermanos y aunque también los quería muertos en un inicio, digamos que he aprendido algo que al parecer tu no – le dio entonces la espalda, caminando como si no le preocupara que su hermano pudiera decidir terminar con él en cualquier momento y de hecho, algo dentro de Baptiste sabía que pese a todo, Roland no le haría daño, al menos no ese día porque la curiosidad era mayor.
– Quiero que sepan de mi existencia, eso es obvio y si me presente de esta forma es porque no existe mejor manera de hacerlo – le miro de arriba a abajo – Sigues trabajando para la inquisición, así que es imposible acercarme a ustedes si no lo hacía de esta manera – se giro entonces a mirarlo – Dices que no les soy bienvenido pero yo ya no soy el Baptiste que odias o por quien sientes rencor. Tu y Abigail tampoco son los hermanos a quienes quería destruir, así que pensé que sería agradable comenzar las reuniones familiares – le sonrío nuevamente, pero en esa ocasión, sonrió con la humanidad que cargaba en el interior, con aquel rostro y pensamientos de un muchacho de 16 años – ¿No crees que unidos seriamos más fuertes, Roland? – se imaginaba bien la respuesta de su hermano, pero aunque fuera una negativa, no planeaba cesar a sus intentos de tener a los Zarkozi juntos. Gregory no existía más y las razones para odiarse, se habían ido con él.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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Re: Brothers [Privado]
Sin duda el hijo medio de Gregory se encontraba fuera de sus casillas, la mayor parte del tiempo guardaba silencio, meditaba antes de hablar, reflexionaba, y después decía o actuaba, pero se sentía tan perturbado que lo único que podía hacer era escupir veneno, mismo que parecía se había vuelto su sangre. ¿Extraño? Claro que lo era, un joven cómo él no se guiaba de impulsos, pero todos tenían un porqué, y un momento de quiebre. Siempre existiría el momento en que las personas erraran en su manera de actuar, incluso parecieran otras personas. Para él había llegado su hora. Por una noche su apodo de “El Silencioso” parecía no hacerle justicia. En su interior muchos pensamientos revoloteaban, e incluso muchas palabras querían ser escupidas para que su hermano las escuchara. Se sentía muy tonto, incluso débil, y en sus años de existencia estaba consiente que no podía darse el lujo de mostrarse incapaz al control. Por un momento creyó ver a su padre con el rostro contraído a causo de la decepción, sorpresivamente sintió un peso de encima, una gran liberación.
Roland escuchó con atención las palabras de su hermano mientras tomaba grandes bocanas de aire. Esas mismas le hicieron controlar los impulsos asesinos de su naturaleza, y de su odio aprendido a base de disciplinas creadas por su padre. Se dio cuenta que tanto odio no era a su hermano, sino a la imagen que su padre les había puesto. Baptiste también había sido una víctima, y su hermano al igual que él, simplemente buscaban la manera de hacer que Gregory se sintiera orgulloso. ¿Y quién no? Traer el apellido Zarkozi tenía una responsabilidad muy grande sobre los hombros, no cualquiera podría llevarlo a relucir, y ellos sin duda en un punto lo hicieron, y seguían haciendo, aunque claramente uno más a oscuras que los otros dos. Abigail era libre de ataduras, y disfrutaba del aire como un ave que goza de volar, él había aprendido a ser un hombre de respeto, uno que cualquiera podría admirar, y el vampiro se había ocultado. Un trío bastante peculiar.
Se mordió la lengua antes de seguir atacando a su hermano, a fin de cuentas estaba claro él no tenía la culpa de su odio. Verlo tan vulnerable cómo él lo hizo sentir comprensión, y por un momento quiso ser el verdadero hermano que siempre quiso ser. Aceptar la verdadera realidad que habían vivido fue el primer paso, uno que no había sopesado en dar si llegaba a ocurrir un encuentro así. ¡Varias veces lo pensó, incluso lo soñó! Aunque sabía que aquello podía ser imposible por la creencia de su hermano muerto.
De nuevo el silencio perpetuó. Sus ideas se calmaron y en su interior existió la serenidad. Sus ojos se cerraron por un momento. Ninguno iba a atacar sin ninguna razón justificada, ninguno tenía razones para acabar con la existencia del otro. Su espalda chocó con la pared fría y pronto se deslizó dejando caer su cuerpo al suelo. Se sentó buscando comodidad y disposición para ese encuentro.
— Los dos vivíamos una realidad que no era la nuestra. Yo veía lo que él quería que viera en ti, y tú no venías nada de nosotros porque él no te daba el tiempo de poder ser un hermano, un familiar — Chasqueó la lengua, abrió los ojos y observó la figura delgada y juvenil de su hermano. Lo recordaba así, delgado aunque alto, y con esos ojos que le recordaban la mayor parte del tiempo a su madre. — Abigail sufrió más que yo… Incluso más que tú, y las torturas que le dieron fueron muy poderosas, por eso ella debía asesinarlo — Roland sabía que su hermano le daría la razón — Supongo que tenemos que ponernos al corriente de muchas cosas — Y estaba cediendo, de manera sorpresiva, aunque evidentemente no bajaría la guardia, incluso sentado con aquella pose despreocupada se encontraba a la defensiva.
Roland escuchó con atención las palabras de su hermano mientras tomaba grandes bocanas de aire. Esas mismas le hicieron controlar los impulsos asesinos de su naturaleza, y de su odio aprendido a base de disciplinas creadas por su padre. Se dio cuenta que tanto odio no era a su hermano, sino a la imagen que su padre les había puesto. Baptiste también había sido una víctima, y su hermano al igual que él, simplemente buscaban la manera de hacer que Gregory se sintiera orgulloso. ¿Y quién no? Traer el apellido Zarkozi tenía una responsabilidad muy grande sobre los hombros, no cualquiera podría llevarlo a relucir, y ellos sin duda en un punto lo hicieron, y seguían haciendo, aunque claramente uno más a oscuras que los otros dos. Abigail era libre de ataduras, y disfrutaba del aire como un ave que goza de volar, él había aprendido a ser un hombre de respeto, uno que cualquiera podría admirar, y el vampiro se había ocultado. Un trío bastante peculiar.
Se mordió la lengua antes de seguir atacando a su hermano, a fin de cuentas estaba claro él no tenía la culpa de su odio. Verlo tan vulnerable cómo él lo hizo sentir comprensión, y por un momento quiso ser el verdadero hermano que siempre quiso ser. Aceptar la verdadera realidad que habían vivido fue el primer paso, uno que no había sopesado en dar si llegaba a ocurrir un encuentro así. ¡Varias veces lo pensó, incluso lo soñó! Aunque sabía que aquello podía ser imposible por la creencia de su hermano muerto.
De nuevo el silencio perpetuó. Sus ideas se calmaron y en su interior existió la serenidad. Sus ojos se cerraron por un momento. Ninguno iba a atacar sin ninguna razón justificada, ninguno tenía razones para acabar con la existencia del otro. Su espalda chocó con la pared fría y pronto se deslizó dejando caer su cuerpo al suelo. Se sentó buscando comodidad y disposición para ese encuentro.
— Los dos vivíamos una realidad que no era la nuestra. Yo veía lo que él quería que viera en ti, y tú no venías nada de nosotros porque él no te daba el tiempo de poder ser un hermano, un familiar — Chasqueó la lengua, abrió los ojos y observó la figura delgada y juvenil de su hermano. Lo recordaba así, delgado aunque alto, y con esos ojos que le recordaban la mayor parte del tiempo a su madre. — Abigail sufrió más que yo… Incluso más que tú, y las torturas que le dieron fueron muy poderosas, por eso ella debía asesinarlo — Roland sabía que su hermano le daría la razón — Supongo que tenemos que ponernos al corriente de muchas cosas — Y estaba cediendo, de manera sorpresiva, aunque evidentemente no bajaría la guardia, incluso sentado con aquella pose despreocupada se encontraba a la defensiva.
Roland F. Zarkozi- Condenado/Licántropo/Clase Alta
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Fecha de inscripción : 07/11/2013
Re: Brothers [Privado]
Deseaba que alguien le escuchara y que comprendiera que las palabras no sólo servían para comunicar ideas u opiniones.
A veces, servían para expresar vidas enteras.
Dennis Lehane
Conforme Baptiste más hablaba, veía como su hermano más callaba. Imaginaba todo lo que Roland le diría apenas tuviese la oportunidad de hacerlo y estaba dispuesto a escuchar todo lo que su hermano tuviera por decirle, ya fuera bueno o malo (aunque sospechaba más de lo segundo). El ahora inmortal reclamaba parte de su derecho a ver morir a quien alguna vez fue su progenitor, pues aunque se encontraba verdaderamente orgulloso de Abigail, bien sabía que tanto él como Roland necesitaron ser participes de aquella muerte pues solo de esa manera gran parte del peso depositado sobre sus hombros por Gregory, desparecería de sus almas. Le sorprendía en gran medida que aún no hubiese sido obligado a guardar silencio por su hermano menor, sin embargo, agradecía la oportunidad que se le daba para expresarse por primera vez pero no por última frente al ahora licántropo.
Fue cuando los labios de Roland emitieron palabra que Baptiste se quedo en completo silencio, sin creer que aquello que escuchaba era parte de la realidad. La sonrisa juvenil que había mostrado a su hermano se extendió al escucharle decir aquello; siendo casi como si las rivalidades de antes nunca hubieran existido. Los Zarkozi estaban marcados por un pasado que les había llevado al odio y la separación, pero era ese mismo pasado el que ahora comenzaba a unirlos de manera lenta.
–Él veía en mi únicamente un soldado inquisidor que le llenaría de orgullo – sus ojos fueron a encontrarse en los ajenos – Nunca me vio como a un hijo, nunca nos vio como a sus hijos Roland – saberlo desde hacía ya tiempo no lo volvía menos doloroso, pero al menos en aquel instante, contaba con alguien que le apoyara, alguien que sabía exactamente por lo que había atravesado al darse cuenta de esa realidad – Siempre les tuve envidia cuando estaba vivo – admitió – Abigail y tu estaban juntos, se conocían y yo – suspiro – era un desconocido para todos, al punto que Gregory me abandono como a uno más de sus subordinados sin importancia – se encogió de hombros, restando importancia al dolor que lentamente se volvía únicamente un recuerdo. Escucho como Roland le aseguraba que Abigail poseía más derecho que ambos a matar a su padre y en su interior sabía que eso era verdad. Si pensaba en su hermana, recordaba una chiquilla pequeña a quien deseaba abrazar la mayor parte del tiempo pero ante quien debió mostrarse frio e indiferente – Ella no tenía ni siquiera porque sufrir de esa manera, nosotros debimos bastarle Roland – empuño las manos – Yo debí bastarle para que no les hiciera nada a ustedes y aún así lo hizo – pero el pasado no podía cambiarse y solo quedaba actuar en el presente para cambiar el futuro.
Le llenaba de una extraña tranquilidad saber que podían hablar como nunca antes lo hubiesen hecho y como jamás se lo esperaron. La sonrisa que mostraba sus colmillos no desaparecía del rostro de Baptiste que miro a su hermano y asintió.
– Demasiadas cosas son las que debemos saber, pero antes – desvió la mirada – ¿Cómo esta Abigail? ¿Crees que a ella también podría verla en un futuro? – miro de reojo a Roland – ¿Cómo fue todo para ustedes Roland? He sabido sus movimientos pero no supe con certeza que fue lo que Gregory les hizo a ti y a Abigail. Quiero saber todo lo que nunca supe de mis hermanos – sus nombres, su apariencia y saber que eran familia no era suficiente; necesitaba más de ellos; porque el anhelo oculto de verlos felices se había instalado en su mente y no iba a descansar hasta que no viera ese deseo cumplido, después de todo era el mayor de los Zarkozi y siempre iba a serlo aunque su apariencia indicase lo contrario.
A veces, servían para expresar vidas enteras.
Dennis Lehane
Conforme Baptiste más hablaba, veía como su hermano más callaba. Imaginaba todo lo que Roland le diría apenas tuviese la oportunidad de hacerlo y estaba dispuesto a escuchar todo lo que su hermano tuviera por decirle, ya fuera bueno o malo (aunque sospechaba más de lo segundo). El ahora inmortal reclamaba parte de su derecho a ver morir a quien alguna vez fue su progenitor, pues aunque se encontraba verdaderamente orgulloso de Abigail, bien sabía que tanto él como Roland necesitaron ser participes de aquella muerte pues solo de esa manera gran parte del peso depositado sobre sus hombros por Gregory, desparecería de sus almas. Le sorprendía en gran medida que aún no hubiese sido obligado a guardar silencio por su hermano menor, sin embargo, agradecía la oportunidad que se le daba para expresarse por primera vez pero no por última frente al ahora licántropo.
Fue cuando los labios de Roland emitieron palabra que Baptiste se quedo en completo silencio, sin creer que aquello que escuchaba era parte de la realidad. La sonrisa juvenil que había mostrado a su hermano se extendió al escucharle decir aquello; siendo casi como si las rivalidades de antes nunca hubieran existido. Los Zarkozi estaban marcados por un pasado que les había llevado al odio y la separación, pero era ese mismo pasado el que ahora comenzaba a unirlos de manera lenta.
–Él veía en mi únicamente un soldado inquisidor que le llenaría de orgullo – sus ojos fueron a encontrarse en los ajenos – Nunca me vio como a un hijo, nunca nos vio como a sus hijos Roland – saberlo desde hacía ya tiempo no lo volvía menos doloroso, pero al menos en aquel instante, contaba con alguien que le apoyara, alguien que sabía exactamente por lo que había atravesado al darse cuenta de esa realidad – Siempre les tuve envidia cuando estaba vivo – admitió – Abigail y tu estaban juntos, se conocían y yo – suspiro – era un desconocido para todos, al punto que Gregory me abandono como a uno más de sus subordinados sin importancia – se encogió de hombros, restando importancia al dolor que lentamente se volvía únicamente un recuerdo. Escucho como Roland le aseguraba que Abigail poseía más derecho que ambos a matar a su padre y en su interior sabía que eso era verdad. Si pensaba en su hermana, recordaba una chiquilla pequeña a quien deseaba abrazar la mayor parte del tiempo pero ante quien debió mostrarse frio e indiferente – Ella no tenía ni siquiera porque sufrir de esa manera, nosotros debimos bastarle Roland – empuño las manos – Yo debí bastarle para que no les hiciera nada a ustedes y aún así lo hizo – pero el pasado no podía cambiarse y solo quedaba actuar en el presente para cambiar el futuro.
Le llenaba de una extraña tranquilidad saber que podían hablar como nunca antes lo hubiesen hecho y como jamás se lo esperaron. La sonrisa que mostraba sus colmillos no desaparecía del rostro de Baptiste que miro a su hermano y asintió.
– Demasiadas cosas son las que debemos saber, pero antes – desvió la mirada – ¿Cómo esta Abigail? ¿Crees que a ella también podría verla en un futuro? – miro de reojo a Roland – ¿Cómo fue todo para ustedes Roland? He sabido sus movimientos pero no supe con certeza que fue lo que Gregory les hizo a ti y a Abigail. Quiero saber todo lo que nunca supe de mis hermanos – sus nombres, su apariencia y saber que eran familia no era suficiente; necesitaba más de ellos; porque el anhelo oculto de verlos felices se había instalado en su mente y no iba a descansar hasta que no viera ese deseo cumplido, después de todo era el mayor de los Zarkozi y siempre iba a serlo aunque su apariencia indicase lo contrario.
Raoul Zarkozi- Vampiro Clase Alta
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