AÑO 1842
Nos encontramos en París, Francia, exactamente en la pomposa época victoriana. Las mujeres pasean por las calles luciendo grandes y elaborados peinados, mientras abanican sus rostros y modelan elegantes vestidos que hacen énfasis los importantes rangos sociales que ostentan; los hombres enfundados en trajes las escoltan, los sombreros de copa les ciñen la cabeza.
Todo parece transcurrir de manera normal a los ojos de los humanos; la sociedad está claramente dividida en clases sociales: la alta, la media y la baja. Los prejuicios existen; la época es conservadora a más no poder; las personas con riqueza dominan el país. Pero nadie imagina los seres que se esconden entre las sombras: vampiros, licántropos, cambiaformas, brujos, gitanos. Todos son cazados por la Inquisición liderada por el Papa. Algunos aún creen que sólo son rumores y fantasías; otros, que han tenido la mala fortuna de encontrarse cara a cara con uno de estos seres, han vivido para contar su terrorífica historia y están convencidos de su existencia, del peligro que representa convivir con ellos, rondando por ahí, camuflando su naturaleza, haciéndose pasar por simples mortales, atacando cuando menos uno lo espera.
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Unexpected turns; +18 — Asmodeo
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Unexpected turns; +18 — Asmodeo
Actuar le dejaba agotado. Dos obras por noche era un motivo más que suficiente como para acabar cansado, tan cansado que no tenía ganas de beber. Así, llevaba dos días sin alimentarse, y Gilbert sabía que si pasaba aquella noche sin beber... ¿moriría? Quizá no fuese tan radical, tan directo, pero estaría mucho más débil y no podría salir de su ataúd a la noche siguiente. Decidió no ir al teatro a trabajar aquella noche, necesitaba un respiro, necesitaba tener a alguien a su disposición toda la noche para saciarse cuando le entrara sed. ¿Qué mejor que un prostíbulo para ello?
Cuando el sol dejó de alumbrar París, salió de su ataúd y se vistió de manera elegante: un traje negro, pero en lugar de una chaqueta, un chaleco sobre la camisa. Se ajustó las mangas de ésta, completamente blanca, casi tan blanca como su piel, y luego se echó unas gotas de perfume masculino. Salió de su lujosa pero modesta residencia, la cual se encontraba cerca del teatro, y caminó con la cabeza gacha todo el rato. No quería que le reconociese algún espectador habitual del teatro, menos aún teniendo en cuenta el sitio al que acudía. El prostíbulo. En busca de un hombre. No, no iba a tener sexo con él, a menos que le gustase realmente. Pero eso nadie lo sabía. Iba a beber de él, tras haber jugado un rato con el susodicho para que su sangre supiese mejor.
Cuando llegó, dejó el dinero conveniente en el mostrador de la entrada mientras dejaba claro que quería un hombre no muy mayor, privacidad absoluta y, por supuesto, silencio. No silencio físico, sino silencio de que nadie dijese nada de aquello. Se dejó guiar entonces por una prostituta, a la cual, a pesar de ser homosexual, apreció sus curvas, y luego entró en el cuarto que ella le indicó. Una sonrisa invadió sus labios cuando un olor agradable a incienso entró por sus fosas nasales, y observó la decoración de la sala, casi todo con colores rojos. Entonces entró alguien más a la estancia, que provocó que Gilbert girase sobre sus talones para mirarle.
Joven. Moreno, más aún si se comparaba con la piel del vampiro. Atractivo. Gilbert no pudo evitar sonreír de lado y acariciarse su mandíbula tan perfilada, acercándose a él. No sabía cómo saludarle; tampoco quería mucho formalismo, pero tampoco quería que le tratase, o tratarle a él, como si fuesen amigos de la infancia. —Puedes llamarme Théodore —se deshizo del chaleco y lo dejó colgado del pomo de la puerta, señalando la cama para dar a entender al prostituto que se acomodase sobre ella. Él se sentó en el borde del colchón, se desabrochó los botones de las muñecas de la camisa y se la arremangó hasta los codos, sin perder un ápice de elegancia—, ¿y a ti, cómo puedo llamarte?
Podría usar su poder de seducción y acabar con todo eso rápido. Pero por una noche quería disfrutar. Quería disimular, quería dejar de lado su identidad vampira hasta que tuviese al chico a su completa disposición. Entonces sus colmillos le reclamarían su sangre, y Gilbert se la daría gustoso, con el chico acorralado entre sus brazos.
Cuando el sol dejó de alumbrar París, salió de su ataúd y se vistió de manera elegante: un traje negro, pero en lugar de una chaqueta, un chaleco sobre la camisa. Se ajustó las mangas de ésta, completamente blanca, casi tan blanca como su piel, y luego se echó unas gotas de perfume masculino. Salió de su lujosa pero modesta residencia, la cual se encontraba cerca del teatro, y caminó con la cabeza gacha todo el rato. No quería que le reconociese algún espectador habitual del teatro, menos aún teniendo en cuenta el sitio al que acudía. El prostíbulo. En busca de un hombre. No, no iba a tener sexo con él, a menos que le gustase realmente. Pero eso nadie lo sabía. Iba a beber de él, tras haber jugado un rato con el susodicho para que su sangre supiese mejor.
Cuando llegó, dejó el dinero conveniente en el mostrador de la entrada mientras dejaba claro que quería un hombre no muy mayor, privacidad absoluta y, por supuesto, silencio. No silencio físico, sino silencio de que nadie dijese nada de aquello. Se dejó guiar entonces por una prostituta, a la cual, a pesar de ser homosexual, apreció sus curvas, y luego entró en el cuarto que ella le indicó. Una sonrisa invadió sus labios cuando un olor agradable a incienso entró por sus fosas nasales, y observó la decoración de la sala, casi todo con colores rojos. Entonces entró alguien más a la estancia, que provocó que Gilbert girase sobre sus talones para mirarle.
Joven. Moreno, más aún si se comparaba con la piel del vampiro. Atractivo. Gilbert no pudo evitar sonreír de lado y acariciarse su mandíbula tan perfilada, acercándose a él. No sabía cómo saludarle; tampoco quería mucho formalismo, pero tampoco quería que le tratase, o tratarle a él, como si fuesen amigos de la infancia. —Puedes llamarme Théodore —se deshizo del chaleco y lo dejó colgado del pomo de la puerta, señalando la cama para dar a entender al prostituto que se acomodase sobre ella. Él se sentó en el borde del colchón, se desabrochó los botones de las muñecas de la camisa y se la arremangó hasta los codos, sin perder un ápice de elegancia—, ¿y a ti, cómo puedo llamarte?
Podría usar su poder de seducción y acabar con todo eso rápido. Pero por una noche quería disfrutar. Quería disimular, quería dejar de lado su identidad vampira hasta que tuviese al chico a su completa disposición. Entonces sus colmillos le reclamarían su sangre, y Gilbert se la daría gustoso, con el chico acorralado entre sus brazos.
Última edición por Gilbert T. Rouché el Vie Oct 10, 2014 1:58 pm, editado 1 vez
Gilbert T. Rouché- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/09/2014
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Re: Unexpected turns; +18 — Asmodeo
Apenas había comenzado realmente el movimiento dentro del burdel, las primeras horas eran las tranquilas, donde los primeros clientes iban llegando entre tímidos y cautelosos de las apariencias, eran ellos los que siempre le mostraban fases nuevas pues no había el que ocultaba la verdad de su persona. Los clientes que llegaban después de media noche eran los normalmente borrachos y desesperados por atención y placer, hombres y mujeres que sólo iban a gastar el dinero que tenían tanto en bebida como en carne. Esa noche él se encontraba en la barra del lugar, sirviendo algunas bebidas y coqueteando con algunos. Al menos eso era lo que él creía que era lo que iba a hacer pues de pronto llego una de las chicas, informándole que había llegado un cliente pidiendo a un hombre y en ese momento Asmodeo era el único disponible.
Ante aquellas palabras simplemente asintió y dejo su puesto, yendo a su pequeño cuarto para cambiarse de ropa y darse una ducha muy rápida. Se vistió simplemente con un pantalón pegado que se le ajustaba bastante al trasero y una camisa blanca y con el primer botón suelto, sabía que no importaba la ropa pues al fin y al cabo por lo general terminaba en el suelo pero la política dictaba que debía de estar "presentable". Se seco lo más que pudo el cabello y lo dejo, como siempre, caer de la forma que quisiera por su cabeza para darse aquel aspecto despeinado que usualmente llevaba. Después simplemente camino por los pasillo hasta llegar al cuarto indicado y entrar a él. De la misma forma que la hora de los clientes, conocía el significado de los cuartos y aquel no era exactamente cualquiera. Muebles bastante lujosos, decorado simple pero que resaltaba el costo, supuso que su cliente había pagado bastante.
Lo primero que vio fue la espalda del interesado en sus servicios y parte de su cabellera, no hubo pensamiento alguno ante eso pues poco le interesaba pero pronto se dio la vuelta y le dejo ver aquella piel tan pálida y el rostro tan esculpido, parecían ser los rasgos perfectos pues le hacían ver bastante guapo. Se pregunto la edad del contrario pero lo dejo de lado en cuanto le vio aquel gesto y la sonrisa con la que iba acompañada, eso simplemente le hizo pensar en que el otro era un pervertido pero a eso ya estaba acostumbrado. Le vio caminar y se quedo bien quietecito, viendo fijamente al otro, sintiendo ahora una renovada curiosidad por el otro pues parecía de alguna forma estar indeciso, definitivamente los primeros clientes eran los mejores, los que más sorpresas tenían.
No dejo de quitarle la mirada de encima, ciertamente era guapo pero por alguna razón desconfiaba de esas personas pero sobre todo si había una que le gustara mientras trabajaba. Su nombre le pareció bastante lindo pero no hizo comentario, simplemente siguió el camino que le indicaba y se sentó en ella, como niño bueno esperando a que le dijeran algo.
-Mi nombre es Asmodeo pero si gustas puedes decirme simplemente As- dijo dejando salir una sonrisa encantadora y seductora, por un segundo pensó en que el otro debía de ser virgen y estar nervioso pues eran pocos los que le preguntaban su nombre. -¿Cuántos años tienes, Théodore?- pregunto mientas se acercaba un poco más al otro. -Pareces demasiado joven como para estar en un lugar así, ¿acaso tus padres no querrán saber dónde estás?- su mano se acerco lentamente a la contraria y apenas hizo un roce entre ambas.
Ante aquellas palabras simplemente asintió y dejo su puesto, yendo a su pequeño cuarto para cambiarse de ropa y darse una ducha muy rápida. Se vistió simplemente con un pantalón pegado que se le ajustaba bastante al trasero y una camisa blanca y con el primer botón suelto, sabía que no importaba la ropa pues al fin y al cabo por lo general terminaba en el suelo pero la política dictaba que debía de estar "presentable". Se seco lo más que pudo el cabello y lo dejo, como siempre, caer de la forma que quisiera por su cabeza para darse aquel aspecto despeinado que usualmente llevaba. Después simplemente camino por los pasillo hasta llegar al cuarto indicado y entrar a él. De la misma forma que la hora de los clientes, conocía el significado de los cuartos y aquel no era exactamente cualquiera. Muebles bastante lujosos, decorado simple pero que resaltaba el costo, supuso que su cliente había pagado bastante.
Lo primero que vio fue la espalda del interesado en sus servicios y parte de su cabellera, no hubo pensamiento alguno ante eso pues poco le interesaba pero pronto se dio la vuelta y le dejo ver aquella piel tan pálida y el rostro tan esculpido, parecían ser los rasgos perfectos pues le hacían ver bastante guapo. Se pregunto la edad del contrario pero lo dejo de lado en cuanto le vio aquel gesto y la sonrisa con la que iba acompañada, eso simplemente le hizo pensar en que el otro era un pervertido pero a eso ya estaba acostumbrado. Le vio caminar y se quedo bien quietecito, viendo fijamente al otro, sintiendo ahora una renovada curiosidad por el otro pues parecía de alguna forma estar indeciso, definitivamente los primeros clientes eran los mejores, los que más sorpresas tenían.
No dejo de quitarle la mirada de encima, ciertamente era guapo pero por alguna razón desconfiaba de esas personas pero sobre todo si había una que le gustara mientras trabajaba. Su nombre le pareció bastante lindo pero no hizo comentario, simplemente siguió el camino que le indicaba y se sentó en ella, como niño bueno esperando a que le dijeran algo.
-Mi nombre es Asmodeo pero si gustas puedes decirme simplemente As- dijo dejando salir una sonrisa encantadora y seductora, por un segundo pensó en que el otro debía de ser virgen y estar nervioso pues eran pocos los que le preguntaban su nombre. -¿Cuántos años tienes, Théodore?- pregunto mientas se acercaba un poco más al otro. -Pareces demasiado joven como para estar en un lugar así, ¿acaso tus padres no querrán saber dónde estás?- su mano se acerco lentamente a la contraria y apenas hizo un roce entre ambas.
Asmodeo*- Prostituto Clase Baja
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Re: Unexpected turns; +18 — Asmodeo
Y en apenas segundos, se montó su propia mentira, mentira que sería más que creíble para el prostituto. Era Théodore, de veintiún años; era un estudiante de medicina que aspiraba a ser el mejor cirujano del siglo XIX. Sus padres no hacían más que insistir en que no separase los codos y los ojos de los libros que tan caros les salieron, así que se ha escapado una noche sin su permiso para saciar su apetito sexual con un prostituto tan bueno como parecía ser Asmodeo. Era creíble, más aún cuando lo dijese con determinadas sonrisas o miradas hacia el otro. No se espantó ante su tacto, de hecho movió la mano para poder agarrar la del prostituto y acariciársela con el pulgar. La diferencia de temperatura era notable, pero si el otro preguntaba, diría que tenía frío. Que necesitaba calentarse.
—Tengo veintiún años —no mentía; aparentaba veintiún años, edad a la que fue convertido, por cierto—, y has dado en el clavo. Si mis padres se enteran, no tendré nada entre las piernas mañana... y si alguna vez llegan a enterarse, sería una deshonra para ellos... qué lástima, ¿verdad? —teniendo agarrada la mano de Asmodeo, tiró de ésta, no muy fuerte, y atrajo al prostituto hacia sí. El calor que irradiaba el humano era tan exótico y atrayente que incluso el vampiro lo envidiaba. Le observó desde aquella cercanía, y se relamió sus labios. Beber de él tendría que esperar—. Y si por algún casual me pillan mañana... ¿no crees que será mejor haber disfrutado hoy con eso que me cortarían?
Sonrió de manera divertida, y soltó la mano de As para cogerle la mandíbula con ella, sin ejercer fuerza en ningún momento. Se acercó a sus labios y los besó, durante apenas unos segundos. No hubo siquiera lengua. Simplemente encajó sus labios con los del prostituto y los besó, en apenas segundos. Bien, con eso había comprobado que los labios de As eran tan sabrosos como parecían, y que hasta que bebiese de él, besarle sería entretenido. —¿Y tú, por qué has acabado aquí? Sé que pocos clientes te lo preguntarán... pero prefiero saber cosas de ti antes de pasar a la acción...
Alzó una ceja, seductor, y le acarició una mejilla con la mano con la que apenas hacía segundos tenía sujeta su mandíbula. Una piel suave, curtida y cuidada. Perfecta para dejar que sus colmillos hiciesen en ella dos orificios y beber, beber de él hasta dejarle seco. No, no, matarle no sería prudente. No le iba a matar, de hecho. Observó su indumentaria, la cual no había prestado atención hasta entonces, y sonrió al ver lo apretados que estaban sus pantalones. Incluso uno podía distinguir su zona más masculina si era detallista. Posó la mano restante en uno de sus muslos, acercando los dedos a su entrepierna pero sin llegar ni siquiera a rozarla. Había comenzado el juego de poner a funcionar la sangre del joven para luego beberse parte de ella.
—Tengo veintiún años —no mentía; aparentaba veintiún años, edad a la que fue convertido, por cierto—, y has dado en el clavo. Si mis padres se enteran, no tendré nada entre las piernas mañana... y si alguna vez llegan a enterarse, sería una deshonra para ellos... qué lástima, ¿verdad? —teniendo agarrada la mano de Asmodeo, tiró de ésta, no muy fuerte, y atrajo al prostituto hacia sí. El calor que irradiaba el humano era tan exótico y atrayente que incluso el vampiro lo envidiaba. Le observó desde aquella cercanía, y se relamió sus labios. Beber de él tendría que esperar—. Y si por algún casual me pillan mañana... ¿no crees que será mejor haber disfrutado hoy con eso que me cortarían?
Sonrió de manera divertida, y soltó la mano de As para cogerle la mandíbula con ella, sin ejercer fuerza en ningún momento. Se acercó a sus labios y los besó, durante apenas unos segundos. No hubo siquiera lengua. Simplemente encajó sus labios con los del prostituto y los besó, en apenas segundos. Bien, con eso había comprobado que los labios de As eran tan sabrosos como parecían, y que hasta que bebiese de él, besarle sería entretenido. —¿Y tú, por qué has acabado aquí? Sé que pocos clientes te lo preguntarán... pero prefiero saber cosas de ti antes de pasar a la acción...
Alzó una ceja, seductor, y le acarició una mejilla con la mano con la que apenas hacía segundos tenía sujeta su mandíbula. Una piel suave, curtida y cuidada. Perfecta para dejar que sus colmillos hiciesen en ella dos orificios y beber, beber de él hasta dejarle seco. No, no, matarle no sería prudente. No le iba a matar, de hecho. Observó su indumentaria, la cual no había prestado atención hasta entonces, y sonrió al ver lo apretados que estaban sus pantalones. Incluso uno podía distinguir su zona más masculina si era detallista. Posó la mano restante en uno de sus muslos, acercando los dedos a su entrepierna pero sin llegar ni siquiera a rozarla. Había comenzado el juego de poner a funcionar la sangre del joven para luego beberse parte de ella.
Gilbert T. Rouché- Vampiro Clase Alta
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Re: Unexpected turns; +18 — Asmodeo
No quito la vista del otro pues no parecía estarle molestando en lo más mínimo, curiosamente habían algunos que aunque pagaban por el sexo preferían que las miradas no existieran en ningún punto. Su mano se puso dócil ante el agarre del otro chico y dejo salir una pequeña sonrisa ante el toque, diciéndose que eso parecía muy entretenido aunque se percato de que el otro tenía menor temperatura, probablemente fuera estaba haciendo frio o algo parecido, al menos a él no le importaba eso, si seguían así eventualmente se le aumentaría la temperatura al otro, así que ni se molesto en comentar algo sobre el tema.
La primera respuesta se la creyó sin pensarlo, todas sus facciones parecían ser las de un adolescente en aquella edad y realmente tampoco le era muy importante el saber la edad del contrario, era lo que podría llamarse una charla previa. La segunda parte le saco una sonrisa llena de diversión más que nada por la forma en la que se expresaba que por las mismas palabras, no le creía pero tampoco era que quisiera creerle, por sus oídos ya habían pasado varias historias de las cuales podría decir que ni una cuarta parte eran verdad. El chico ciertamente parecía sincero pero él ya no creía en nada mientras estuvieran en ese lugar, en esa cama, haciendo aquello.
-Sí, una lástima- dijo suavemente, dejando salir una pequeña risita que no era más que la ensayada para esos momentos. Se movió en cuanto le sintió aquella acción y se posiciono cerca del otro, pegando su pecho ligeramente contra el pecho contrario. Se dijo que debía dejar de analizar al otro o no podría concentrarse en lo que era importante pero de nuevo su acompañante parecía estar pensando en comérselo, cosa que le intrigaba pues había algunos que tenían mirada demasiado pervertida y estaba él, que parecía literalmente con ganas de comérselo. -Tal vez deberías portarte como un niño bueno y no escaparte, así no correrías el riesgo de perder algo tan importante y necesario- respondió riendo algo más divertido, alzando su mano libre para acariciarle el cuello y después el cabello, sintiéndole tan liso y sedoso. -Y por lo general los niños prefieren sus propias camas para hacer travesuras que las de estos lugares- sí, no le creía para nada eso pero tampoco le cuestionaría más, se encontraba muy acostumbrado a las mentiras que en algún momento habían dejado de tener importancia. Cada quien tenía vida fuera de esas paredes, él sólo estaba para dar placer, era lo que le correspondía.
Observo su sonrisa, sin saber cómo interpretarla pero pensando en que le quedaba bastante bien en esos labios tan finos y bonitos. Se había percatado que el otro era demasiado bonito para ser verdad. Cuando libero su mano del agarre la colocó sobre el hombro contrario y entonces le empezó a hacer ligeras caricias en la base del cuello, apenas moviendo sus dedos contra la camisa del otro. Se dejo besar, sintiendo los labios contrarios igual de fríos que la demás piel pero disfrutándole, eran tan carnosos como parecían y tan gráciles, le gustaban, podría mantenerse entretenido un buen rato con ellos si por él fuera.
Alzo una ceja cuando escucho su pregunta y después río con más soltura, siendo el chico curioso y simplón que era, mostrándose casi como un niño al que le preguntan sobre la travesura que ya ha realizado para negarla. Ese muchacho comenzaba a caerle bastante bien, era una lástima que todo fuera tan predecible pero trataría de disfrutarlo en todo momento.
-Sí, muy pocos quieren saber mi historia- aceptó mientras su mano seguía jugando con el cabello contrario y sus ojos le observaban todas las facciones, realmente queriendo disfrutarlo pues eran pocos los hombres tan guapos. -Mi madre es prostituta, nací en este burdel. Mi nombre, que es el del demonio de la lujuria según la religión de mi madre, es el único regalo que me hizo. Todo lo demás me lo ha dado la dueña de aquí, refugio y alimento, al final debía pagarlo de alguna forma. La poca educación la recibí de lo que sabían otras prostitutas, a ellas no he encontrado la forma de pagarles, aunque muchas se complacen de la misma forma que nuestros clientes- se encogió de hombros, acercándose ahora él a besar sutilmente los labios contrarios para después separarse de ellos.
La primera respuesta se la creyó sin pensarlo, todas sus facciones parecían ser las de un adolescente en aquella edad y realmente tampoco le era muy importante el saber la edad del contrario, era lo que podría llamarse una charla previa. La segunda parte le saco una sonrisa llena de diversión más que nada por la forma en la que se expresaba que por las mismas palabras, no le creía pero tampoco era que quisiera creerle, por sus oídos ya habían pasado varias historias de las cuales podría decir que ni una cuarta parte eran verdad. El chico ciertamente parecía sincero pero él ya no creía en nada mientras estuvieran en ese lugar, en esa cama, haciendo aquello.
-Sí, una lástima- dijo suavemente, dejando salir una pequeña risita que no era más que la ensayada para esos momentos. Se movió en cuanto le sintió aquella acción y se posiciono cerca del otro, pegando su pecho ligeramente contra el pecho contrario. Se dijo que debía dejar de analizar al otro o no podría concentrarse en lo que era importante pero de nuevo su acompañante parecía estar pensando en comérselo, cosa que le intrigaba pues había algunos que tenían mirada demasiado pervertida y estaba él, que parecía literalmente con ganas de comérselo. -Tal vez deberías portarte como un niño bueno y no escaparte, así no correrías el riesgo de perder algo tan importante y necesario- respondió riendo algo más divertido, alzando su mano libre para acariciarle el cuello y después el cabello, sintiéndole tan liso y sedoso. -Y por lo general los niños prefieren sus propias camas para hacer travesuras que las de estos lugares- sí, no le creía para nada eso pero tampoco le cuestionaría más, se encontraba muy acostumbrado a las mentiras que en algún momento habían dejado de tener importancia. Cada quien tenía vida fuera de esas paredes, él sólo estaba para dar placer, era lo que le correspondía.
Observo su sonrisa, sin saber cómo interpretarla pero pensando en que le quedaba bastante bien en esos labios tan finos y bonitos. Se había percatado que el otro era demasiado bonito para ser verdad. Cuando libero su mano del agarre la colocó sobre el hombro contrario y entonces le empezó a hacer ligeras caricias en la base del cuello, apenas moviendo sus dedos contra la camisa del otro. Se dejo besar, sintiendo los labios contrarios igual de fríos que la demás piel pero disfrutándole, eran tan carnosos como parecían y tan gráciles, le gustaban, podría mantenerse entretenido un buen rato con ellos si por él fuera.
Alzo una ceja cuando escucho su pregunta y después río con más soltura, siendo el chico curioso y simplón que era, mostrándose casi como un niño al que le preguntan sobre la travesura que ya ha realizado para negarla. Ese muchacho comenzaba a caerle bastante bien, era una lástima que todo fuera tan predecible pero trataría de disfrutarlo en todo momento.
-Sí, muy pocos quieren saber mi historia- aceptó mientras su mano seguía jugando con el cabello contrario y sus ojos le observaban todas las facciones, realmente queriendo disfrutarlo pues eran pocos los hombres tan guapos. -Mi madre es prostituta, nací en este burdel. Mi nombre, que es el del demonio de la lujuria según la religión de mi madre, es el único regalo que me hizo. Todo lo demás me lo ha dado la dueña de aquí, refugio y alimento, al final debía pagarlo de alguna forma. La poca educación la recibí de lo que sabían otras prostitutas, a ellas no he encontrado la forma de pagarles, aunque muchas se complacen de la misma forma que nuestros clientes- se encogió de hombros, acercándose ahora él a besar sutilmente los labios contrarios para después separarse de ellos.
Asmodeo*- Prostituto Clase Baja
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Fecha de inscripción : 17/07/2014
Re: Unexpected turns; +18 — Asmodeo
Alzó una ceja al escuchar sus palabras, palabras que dejaban claro que Asmodeo no terminaba de creerle. Pero a Gilbert, Théodore para el prostituto, le daba igual. Decidió ignorarle. ¿Cómo iba a preferir su cama, en el caso de que la historia que le contó fuese verdad, si estaban sus padres en casa? Escuchó su historia, atentamente. Así que se había criado en el prostíbulo... ¿significaba eso que era un experto en el sexo? La mera idea le hacía gracia. Es decir, se había criado en un lugar como aquel, algo tendría que haber aprendido sí o sí. Recibió su beso sin quejarse, siguiéndolo durante varios minutos. Y cuando Asmodeo se separó, le agarró por la nuca y volvió a besarle.
Esta vez lo hizo con menos lentitud, pero con el mismo cuidado. Sus labios se amoldaron a los del joven y siguió con el beso, como si éstos le diesen la vida y no su sangre. Fue echando con suavidad a Asmodeo hacia atrás, consiguiendo que acabase tumbado sobre el colchón. Colocó ambas manos junto a la cabeza del prostituto, como si le acorralase contra el colchón, y encajándose entre sus piernas siguió besándole, cada vez con más rapidez. —Muchos jóvenes prefieren su cama para hacer esto, sí —masculló contra sus labios—, pero recuerda que junto a mi habitación, están mis padres. No quiero despertarles... con tus gemidos.
Con un brillo de diversión en su mirada, siguió besándole. Ya no tenía cuidado alguno con sus labios. Es cierto que no los mordió o los trató mal, pero la lentitud y el cariño de antes habían desaparecido. Se sostuvo sobre una mano, al fin y al cabo no suponía problema alguno para el vampiro sostenerse sobre él con una sola mano, y la restante la llevó al pecho de Asmodeo, donde agarró uno de los botones de su camisa y tras juguetear con él, lo desabrochó. Realizó lo mismo con dos botones más, dejando un espacio más que suficiente para poder meter la mano en él.
Y eso hizo. Su mano navegó por entre sus ropajes, y fue a parar a uno de sus pectorales. Lo acarició, lo palpó, lo sobó, y finalmente se detuvo en su pezón, estimulándolo sin prisa, a diferencia de los besos, que cada vez eran más rápidos y fieros. El joven olía bien, bastante bien, y además, Gilbert podía notar, escuchar sus venas. Sentía, con el simple hecho de tocarle, su corazón palpitando con rapidez, su vena bombeándose por sus arterias a una velocidad de vértigo... y sus encías le dolieron, reclamando ya sangre. Pero debían esperar. Sus colmillos y sus encías debían de esperar para disfrutar de aquel manjar que, bajo su mano derecha, palpitaba con fuerza y rapidez.
Esta vez lo hizo con menos lentitud, pero con el mismo cuidado. Sus labios se amoldaron a los del joven y siguió con el beso, como si éstos le diesen la vida y no su sangre. Fue echando con suavidad a Asmodeo hacia atrás, consiguiendo que acabase tumbado sobre el colchón. Colocó ambas manos junto a la cabeza del prostituto, como si le acorralase contra el colchón, y encajándose entre sus piernas siguió besándole, cada vez con más rapidez. —Muchos jóvenes prefieren su cama para hacer esto, sí —masculló contra sus labios—, pero recuerda que junto a mi habitación, están mis padres. No quiero despertarles... con tus gemidos.
Con un brillo de diversión en su mirada, siguió besándole. Ya no tenía cuidado alguno con sus labios. Es cierto que no los mordió o los trató mal, pero la lentitud y el cariño de antes habían desaparecido. Se sostuvo sobre una mano, al fin y al cabo no suponía problema alguno para el vampiro sostenerse sobre él con una sola mano, y la restante la llevó al pecho de Asmodeo, donde agarró uno de los botones de su camisa y tras juguetear con él, lo desabrochó. Realizó lo mismo con dos botones más, dejando un espacio más que suficiente para poder meter la mano en él.
Y eso hizo. Su mano navegó por entre sus ropajes, y fue a parar a uno de sus pectorales. Lo acarició, lo palpó, lo sobó, y finalmente se detuvo en su pezón, estimulándolo sin prisa, a diferencia de los besos, que cada vez eran más rápidos y fieros. El joven olía bien, bastante bien, y además, Gilbert podía notar, escuchar sus venas. Sentía, con el simple hecho de tocarle, su corazón palpitando con rapidez, su vena bombeándose por sus arterias a una velocidad de vértigo... y sus encías le dolieron, reclamando ya sangre. Pero debían esperar. Sus colmillos y sus encías debían de esperar para disfrutar de aquel manjar que, bajo su mano derecha, palpitaba con fuerza y rapidez.
Gilbert T. Rouché- Vampiro Clase Alta
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Re: Unexpected turns; +18 — Asmodeo
No hubo tiempo para que pudiera pensar en algo o decir algo más pues la presión en su nuca se hizo presente y los labios contrarios se unieron a los suyos. Sus manos, juguetonas y traviesas, se empezaron a mover contra la nuca y cuello del otro, acariciando algunas partes con apenas las puntas de sus dedos y otras con la palma completa, disfrutando de la piel tan suave que tenía. El ritmo lo fue marcando el contrario y como siempre hacia le dejo hacer lo que quisiera, siendo casi sumiso ante el otro pues al parecer en ese momento le tocaría aquel papel. Su cuerpo se fue acomodando con sutiliza mientras sentía la acción del otro contra sí mismo, buscando la mejor posición para comodidad de ambos hasta quedar con la espalda en el colchón, sus manos siguieron jugando con el cabello del chico y sus piernas se abrieron para aceptarle entre ellas, acariciando con su pie la pierna contraria de forma lenta mientras el ritmo del beso aumentaba. Pronto comenzó a sentir que la sangre en sus labios se iba acumulando por el esfuerzo y el ejercicio pero le dieron un ligero descanso mientras le contestaban.
-Qué pena- dijo dejando salir una ligera risa, aquel coqueteo era de los entretenidos, de los que valían el esfuerzo de sacar lo mejor de uno, de esos que lograban hacerte pensar en que el sexo sería realmente bueno. -Parecías alguien más temerario- agrego para después sentir que era de nuevo besado.
Su corazón fue acelerándose con las atenciones, más que nada porque de verdad estaba sintiendo el momento con aquel joven tan misterioso y entretenido, sus labios se hincharon un poco más, sus manos dejaron su cabello para pasar ahora a sus hombros y a los brazos. Aún sentía el cuerpo contrario frío a comparación del suyo, que casi parecía arder. La mano en su pecho le aumento con ligereza el ritmo cardiaco y se pregunto el por qué, probablemente ahora estaba sensible al haber tenido que contar su historia o tal vez porque su amante era muy bueno besando. Su teoría de que se trataba de alguien inexperto quedo en el olvido por esa razón, eran muy pocas las personas que eran capaces de agitarle con tan sólo el toque de sus labios.
El contacto de la piel contra su pecho le hizo erizarse un poco, entre el cambio de temperatura y la presión que ejercía, así como las caricias le provocaban sensaciones placenteras. Sintió de nuevo que su corazón se agitaba por eso y entonces soltó un gemido en el beso, si había algo sensible en él eran los pezones y que le estuviera estimulando de esa forma tan lenta, junto con la fiereza de los besos, sólo lograba excitarlo un poco más, no del todo pero sí para que su cuerpo se sintiera caliente.
En ese momento no supo cómo actuar, por primera vez se sentía perdido en un tema que conocía bastante bien y que dominaba. Su mente parecía demasiado distraída en su propio placer que olvidaba que estaba ahí para complacer al otro y no a su persona. Se obligo a pensar con claridad y con un poco de esfuerzo sus manos fueron desabrochando lentamente la camisa de Théodore, dejando la piel al descubierto. Una de sus manos se empezó a mover por el pecho, acariciando y tocando todo lo que podía mientras que la otra se paseaba lentamente por las líneas del abdomen, siguiendo el camino que marcaban, disfrutando más del contacto de su mano contra esa piel.
-Qué pena- dijo dejando salir una ligera risa, aquel coqueteo era de los entretenidos, de los que valían el esfuerzo de sacar lo mejor de uno, de esos que lograban hacerte pensar en que el sexo sería realmente bueno. -Parecías alguien más temerario- agrego para después sentir que era de nuevo besado.
Su corazón fue acelerándose con las atenciones, más que nada porque de verdad estaba sintiendo el momento con aquel joven tan misterioso y entretenido, sus labios se hincharon un poco más, sus manos dejaron su cabello para pasar ahora a sus hombros y a los brazos. Aún sentía el cuerpo contrario frío a comparación del suyo, que casi parecía arder. La mano en su pecho le aumento con ligereza el ritmo cardiaco y se pregunto el por qué, probablemente ahora estaba sensible al haber tenido que contar su historia o tal vez porque su amante era muy bueno besando. Su teoría de que se trataba de alguien inexperto quedo en el olvido por esa razón, eran muy pocas las personas que eran capaces de agitarle con tan sólo el toque de sus labios.
El contacto de la piel contra su pecho le hizo erizarse un poco, entre el cambio de temperatura y la presión que ejercía, así como las caricias le provocaban sensaciones placenteras. Sintió de nuevo que su corazón se agitaba por eso y entonces soltó un gemido en el beso, si había algo sensible en él eran los pezones y que le estuviera estimulando de esa forma tan lenta, junto con la fiereza de los besos, sólo lograba excitarlo un poco más, no del todo pero sí para que su cuerpo se sintiera caliente.
En ese momento no supo cómo actuar, por primera vez se sentía perdido en un tema que conocía bastante bien y que dominaba. Su mente parecía demasiado distraída en su propio placer que olvidaba que estaba ahí para complacer al otro y no a su persona. Se obligo a pensar con claridad y con un poco de esfuerzo sus manos fueron desabrochando lentamente la camisa de Théodore, dejando la piel al descubierto. Una de sus manos se empezó a mover por el pecho, acariciando y tocando todo lo que podía mientras que la otra se paseaba lentamente por las líneas del abdomen, siguiendo el camino que marcaban, disfrutando más del contacto de su mano contra esa piel.
Asmodeo*- Prostituto Clase Baja
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Re: Unexpected turns; +18 — Asmodeo
Le gustaba el tacto que Asmodeo dejaba sobre él según le iba desnudando el torso. Siendo vampiro apenas tenía sensibilidad... pero los dedos de Asmodeo, sus caricias tan suaves, le volvían loco a pesar de no sentirlas tan intensamente como un humano las sentiría. Pero si algo le volvió realmente loco, fue el gemido que recibieron sus labios de la boca de Asmodeo. Todo su cuerpo pareció encenderse con una chispa de excitación. Continuó besándole, disfrutando del silencio que se había formado en la habitación, un silencio que sólo era interrumpido por sus labios luchando, y luego se vio obligado a cortar el beso para sentarse sobre la cadera de Asmodeo, observándole desde arriba.
Le dedicó una sonrisa de lado, pícara, y le terminó de quitar la camisa con rapidez pero con cuidado, es decir, sin romper un sólo botón. Le acarició ahora ambos pectorales, cada uno con una mano, y descendió el torso para volver a besarle. Esta vez eran besos que él controlaba. Besos cortos, intensos pero cortos, dejando entre ellos varios segundos para respirar. Sus manos comenzaron entonces a bajar por el abdomen del prostituto, clavando en él las yemas de sus dedos sin poder evitarlo. Sentía la sangre recorrer sus venas, alcanzar su corazón para que éste latiese con fuerza e impulsase la sangre a seguir viajando por su cuerpo. Se imaginó el corazón estallando de tal manera en su boca, y sintió una sensación de sed y sequedad en la garganta que no le gustó.
Pero era pronto. Tenía a Asmodeo a su completa disposición, pero si le mordía ahora, el otro huiría, probablemente, se iría corriendo y todos sabrían qué era Gilbert. Estaba excitado, sí, aunque su temperatura corporal no pareciese cambiar. Tras darle un último beso más largo que el anterior, le ladeó con suavidad la cabeza y comenzó a besarle bajo la oreja. Luego se fue desplazando, de manera suave, hacia su cuello. Palpó con los labios su arteria, y clavó con más intensidad las yemas de sus dedos en los finos abdominales de Asmodeo. ¿Estaría siendo demasiado evidente? No, seguro que no. Para disimular, sin aflojar la fuerza de sus dedos, siguió acariciando al prostituto, esta vez desde sus pezones, los cuales se detenía a pellizcar, hasta el borde de su apretado pantalón.
—Soy mucho más temerario de lo que jamás podrías imaginar, As —susurró contra su cuello, sonriendo al notar cómo su piel se erizaba al entrar en contacto con su suave aliento.
Le había respondido tarde... pero al menos le había respondido. Llevar dos días sin beber comenzaba a notarse en su cuerpo, estaba fatigado, y aunque disfrutaba de la manera en que Asmodeo le acariciaba y tocaba... necesitaba la sangre con urgencia. Subió a besar sus labios de nuevo, y deslizó la cadera hacia atrás para dejar libre la entrepierna del joven. Sin más dilación, introdujo su mano derecha bajo su tela y comenzó a estimularle, acariciando su masculinidad. Cuanto antes terminase de excitarlo, más “ido” estaría el prostituto... y menos pegas pondría cuando le abriese dos orificios en su cuello con sus colmillos.
Con su mano restante, le desabrochó el pantalón y se lo dejó a la altura de los muslos. Lo suficiente para poder estimularle con libertad. Observó las muecas que dibujaba el prostituto en su rostro, y sólo fijándose en la manera en que sus músculos se movían, sabría cuándo atacar. Ya quedaba menos... lo sabía, lo intuía. Mientras tanto, su mano seguía estimulando el miembro de aquel prostituto, maravillado; a decir verdad, hacía meses que no realizaba aquello.
Le dedicó una sonrisa de lado, pícara, y le terminó de quitar la camisa con rapidez pero con cuidado, es decir, sin romper un sólo botón. Le acarició ahora ambos pectorales, cada uno con una mano, y descendió el torso para volver a besarle. Esta vez eran besos que él controlaba. Besos cortos, intensos pero cortos, dejando entre ellos varios segundos para respirar. Sus manos comenzaron entonces a bajar por el abdomen del prostituto, clavando en él las yemas de sus dedos sin poder evitarlo. Sentía la sangre recorrer sus venas, alcanzar su corazón para que éste latiese con fuerza e impulsase la sangre a seguir viajando por su cuerpo. Se imaginó el corazón estallando de tal manera en su boca, y sintió una sensación de sed y sequedad en la garganta que no le gustó.
Pero era pronto. Tenía a Asmodeo a su completa disposición, pero si le mordía ahora, el otro huiría, probablemente, se iría corriendo y todos sabrían qué era Gilbert. Estaba excitado, sí, aunque su temperatura corporal no pareciese cambiar. Tras darle un último beso más largo que el anterior, le ladeó con suavidad la cabeza y comenzó a besarle bajo la oreja. Luego se fue desplazando, de manera suave, hacia su cuello. Palpó con los labios su arteria, y clavó con más intensidad las yemas de sus dedos en los finos abdominales de Asmodeo. ¿Estaría siendo demasiado evidente? No, seguro que no. Para disimular, sin aflojar la fuerza de sus dedos, siguió acariciando al prostituto, esta vez desde sus pezones, los cuales se detenía a pellizcar, hasta el borde de su apretado pantalón.
—Soy mucho más temerario de lo que jamás podrías imaginar, As —susurró contra su cuello, sonriendo al notar cómo su piel se erizaba al entrar en contacto con su suave aliento.
Le había respondido tarde... pero al menos le había respondido. Llevar dos días sin beber comenzaba a notarse en su cuerpo, estaba fatigado, y aunque disfrutaba de la manera en que Asmodeo le acariciaba y tocaba... necesitaba la sangre con urgencia. Subió a besar sus labios de nuevo, y deslizó la cadera hacia atrás para dejar libre la entrepierna del joven. Sin más dilación, introdujo su mano derecha bajo su tela y comenzó a estimularle, acariciando su masculinidad. Cuanto antes terminase de excitarlo, más “ido” estaría el prostituto... y menos pegas pondría cuando le abriese dos orificios en su cuello con sus colmillos.
Con su mano restante, le desabrochó el pantalón y se lo dejó a la altura de los muslos. Lo suficiente para poder estimularle con libertad. Observó las muecas que dibujaba el prostituto en su rostro, y sólo fijándose en la manera en que sus músculos se movían, sabría cuándo atacar. Ya quedaba menos... lo sabía, lo intuía. Mientras tanto, su mano seguía estimulando el miembro de aquel prostituto, maravillado; a decir verdad, hacía meses que no realizaba aquello.
Gilbert T. Rouché- Vampiro Clase Alta
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Re: Unexpected turns; +18 — Asmodeo
Al inicio de su vida sexual el placer le había llegado siempre y lo había visto como parte suya, no importaba si la razón por la que lo hacía era porque alguna de las prostitutas deseaba su cuerpo pues a él el placer de tener sexo le complacía. Era inocente y con un ligero toque todo su cuerpo reaccionaba. Unos años después, justo cuando le iniciaron en el proceso de prostituto, la situación cambio radicalmente pues el placer no era para él era para los clientes. La prioridad eran ellos y su placer, el propio podía aguantarse o actuarse, no importaba lo que hicieras o lo que sintieras siempre y cuando el cliente estuviera completamente satisfecho con lo ofrecido. Por esas épocas se obligo a sentir el placer de los demás en su piel y sólo así logro sobrepasar muchos obstáculos. El problema había sido recientemente que buscaba cualquier pretexto para no estar en un cuarto, escaparse de sus actividades aunque eso le conllevara a más problemas, estar realizando otros trabajos que podrían no darle tanto dinero que el de la carne pero no podía evitarlo, sentía que lo había perdido ya todo, no deseaba a nadie, no quería que nadie usara su cuerpo, odiaba la idea de tener que estar a disposición de otros, le molestaba tener marcada la sensación en su cuerpo de sexo por dinero, se sentía tan sucio y bajo.
Pero en ese momento todo era tan diferente, movía las manos por el abdomen y el pecho de Théodore sin estar pensando en buscar algún punto que pudiera ser erótico para el otro sino por el simple placer de estarle tocando la piel, luchaba contra aquellos otros labios tan deliciosos y jugosos por el gusto de sentirlos contra los suyos moviéndose a ritmos distintos hasta provocarle cierto dolor en ellos. Dejo salir un pequeño gruñido e hizo un pucherito de desaprobación cuando el otro interrumpió el beso pero se relamió los labios, sintiéndolos más gruesos de lo normal. Después observo su sonrisa y sintió que sus mejillas empezaban a arder ligeramente, que su corazón se apretaba en su interior y que la respiración se le iba por un instante, nunca antes había visto una sonrisa tan sensual como aquella. No tuvo mucho tiempo para pensarlo pues pronto sintió que su camisa se abría por completo y las manos del otro contra su pecho, dejo salir un jadeo de sorpresa y emoción, sintiendo que se le aceleraba más el bombeo del corazón. Se mordió el labio inferior sintiéndose algo extraño pero después le volvió a aceptar.
Le abrazo entonces por los hombros, olvidándose por completo de que el que debía de ser complacido era el contrario. Le presiono más contra su cuerpo, correspondiéndole a los besos, dejando salir jadeos y gemiditos, así como alguno que otro gruñido exigiendo más sobre todo cuando el otro dejaba esos necesarios momentos para respirar. Cerró los ojos en cuanto sintió la presión de las yemas en su abdomen y se arqueo un poco, apreciando el contacto contra su piel y el ardor que aquello causaba pero aún así no estaba satisfecho, quería más contacto, deseaba más de esas sensaciones que el otro le provocaba.
Se mantuvo por completo contra la cama, respirando agitado y con sentimientos confundidos por todo lo que sucedía. Era la primera vez en muchos años que le lograban excitar de esa forma pues con los besos y el toque en los pezones le habían bastado para endurecerlo. Se dijo que debía de concentrarse en su trabajo y hacer que fuera el otro el que sintiera el placer pero es que se sentía tan bien que le costaba demasiado trabajo no exigir más. Por un momento se pregunto si aquello era lo que llamaban sexo con amor pero era simplemente idiota, ni lo conocía. Ese nuevo pensamiento se vio interrumpido cuando los besos fueron depositados en ese lugar, provocando que soltara una risa nerviosa y más jadeos. La conmoción se exacerbo cuando llego al cuello y el repentino cambio en el comportamiento de las manos le fue dando más placer, sin poder evitarlo su cadera empezó a moverse ligeramente inquieta bajo el peso del otro, deseando frotarse para liberar la presión que se ejercía contra su pantalón.
Se tenso y se estremeció en cuanto escucho las palabras del otro contra su cuello, teniendo una impresión de que el otro sonaba muchísimo más grande con la frase de lo que realmente parecía. No supo ni cómo asimilar eso pues el deseo de más y el placer le nublaban el juicio. Entonces sus manos volvieron a subir, a acariciar sus hombros y su cuello, quería desnudarlo, sentirle toda la piel, estar pegado a él. Las manos fueron viajando por el abdomen para después subir por sus costados y tocar la espalda, clavándole un poco las uñas cuando sintió el toque contra su sexo. No supo ni qué sonidos hizo ni cómo reacciono en el instante pues fue tanto el placer que casi se corre con el simple toque.
-No.... Aaah.. Espera....- jadeo contra los otros labios en cuanto sintió mayor libertad de la mano contraria contra su miembro. -Théodore- susurró y bajo una de sus manos a la del otro chico para intentar detenerle los movimiento. Cerro con fuerza los ojos, intentando controlar la sensación y bloquear el placer. -Théodore... No... De...Detente...- su cadera se alzo para tener mayor contacto y su mano se presiono a la muñeca del otro. -Théodore- gimió y entonces se corrió, arqueando su cuerpo, dejando al descubierto su cuello, respirando completamente agitado, teniendo la temperatura de su cuerpo totalmente elevada, jadeando y teniendo pequeñas convulsiones debidas al placer.
Pero en ese momento todo era tan diferente, movía las manos por el abdomen y el pecho de Théodore sin estar pensando en buscar algún punto que pudiera ser erótico para el otro sino por el simple placer de estarle tocando la piel, luchaba contra aquellos otros labios tan deliciosos y jugosos por el gusto de sentirlos contra los suyos moviéndose a ritmos distintos hasta provocarle cierto dolor en ellos. Dejo salir un pequeño gruñido e hizo un pucherito de desaprobación cuando el otro interrumpió el beso pero se relamió los labios, sintiéndolos más gruesos de lo normal. Después observo su sonrisa y sintió que sus mejillas empezaban a arder ligeramente, que su corazón se apretaba en su interior y que la respiración se le iba por un instante, nunca antes había visto una sonrisa tan sensual como aquella. No tuvo mucho tiempo para pensarlo pues pronto sintió que su camisa se abría por completo y las manos del otro contra su pecho, dejo salir un jadeo de sorpresa y emoción, sintiendo que se le aceleraba más el bombeo del corazón. Se mordió el labio inferior sintiéndose algo extraño pero después le volvió a aceptar.
Le abrazo entonces por los hombros, olvidándose por completo de que el que debía de ser complacido era el contrario. Le presiono más contra su cuerpo, correspondiéndole a los besos, dejando salir jadeos y gemiditos, así como alguno que otro gruñido exigiendo más sobre todo cuando el otro dejaba esos necesarios momentos para respirar. Cerró los ojos en cuanto sintió la presión de las yemas en su abdomen y se arqueo un poco, apreciando el contacto contra su piel y el ardor que aquello causaba pero aún así no estaba satisfecho, quería más contacto, deseaba más de esas sensaciones que el otro le provocaba.
Se mantuvo por completo contra la cama, respirando agitado y con sentimientos confundidos por todo lo que sucedía. Era la primera vez en muchos años que le lograban excitar de esa forma pues con los besos y el toque en los pezones le habían bastado para endurecerlo. Se dijo que debía de concentrarse en su trabajo y hacer que fuera el otro el que sintiera el placer pero es que se sentía tan bien que le costaba demasiado trabajo no exigir más. Por un momento se pregunto si aquello era lo que llamaban sexo con amor pero era simplemente idiota, ni lo conocía. Ese nuevo pensamiento se vio interrumpido cuando los besos fueron depositados en ese lugar, provocando que soltara una risa nerviosa y más jadeos. La conmoción se exacerbo cuando llego al cuello y el repentino cambio en el comportamiento de las manos le fue dando más placer, sin poder evitarlo su cadera empezó a moverse ligeramente inquieta bajo el peso del otro, deseando frotarse para liberar la presión que se ejercía contra su pantalón.
Se tenso y se estremeció en cuanto escucho las palabras del otro contra su cuello, teniendo una impresión de que el otro sonaba muchísimo más grande con la frase de lo que realmente parecía. No supo ni cómo asimilar eso pues el deseo de más y el placer le nublaban el juicio. Entonces sus manos volvieron a subir, a acariciar sus hombros y su cuello, quería desnudarlo, sentirle toda la piel, estar pegado a él. Las manos fueron viajando por el abdomen para después subir por sus costados y tocar la espalda, clavándole un poco las uñas cuando sintió el toque contra su sexo. No supo ni qué sonidos hizo ni cómo reacciono en el instante pues fue tanto el placer que casi se corre con el simple toque.
-No.... Aaah.. Espera....- jadeo contra los otros labios en cuanto sintió mayor libertad de la mano contraria contra su miembro. -Théodore- susurró y bajo una de sus manos a la del otro chico para intentar detenerle los movimiento. Cerro con fuerza los ojos, intentando controlar la sensación y bloquear el placer. -Théodore... No... De...Detente...- su cadera se alzo para tener mayor contacto y su mano se presiono a la muñeca del otro. -Théodore- gimió y entonces se corrió, arqueando su cuerpo, dejando al descubierto su cuello, respirando completamente agitado, teniendo la temperatura de su cuerpo totalmente elevada, jadeando y teniendo pequeñas convulsiones debidas al placer.
Asmodeo*- Prostituto Clase Baja
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Re: Unexpected turns; +18 — Asmodeo
Su mano no se detuvo, y la fuerza que Asmodeo intentaba ejercer en su muñeca para detenerle no eran más que caricias para Gilbert. Su cara se tornó en una mueca de lascivia, disfrutando de la manera en que Asmodeo disfrutaba con aquella masturbación. Aumentó el ritmo, aunque a veces se detenía en seco para darle más placer, y pensó en echarse sobre él a besarle el cuello, pero no. Su corazón bombeaba con más rapidez, Gilbert lo notaba por cómo palpitaba el miembro que aguardaba su mano derecha, así que siguió tocando al joven como si no hubiese un mañana, hasta que vio su semen derramarse sobre el abdomen del mismo Asmodeo. Y en ese instante, tenía que atacar.
Sin soltar su miembro, pero con cuidado de no mancharse de su semen, se lanzó contra su cuello, agarrándole la mandíbula con la mano libre para que no se separase. Lamió una de sus venas, que se le marcaba bastante, y luego hincó los colmillo en su piel, soltando un gemido cuando la primera gota de sangre tocó su lengua y su garganta, provocando un cosquilleo general por todo su cuerpo. Comenzó a sorber y lamer su sangre, con sus ojos tornándose rojos y todos sus músculos se tensaron, mientras bebía como si fuese a sacar las entrañas de Asmodeo. Pero le había gustado la forma en que el susodicho le excitó, así que no iba a matarle. Dio unas últimas lamidas en los orificios que sus colmillos abrieron, y luego se enderezó, quedando sentado de nuevo sobre su abdomen. Un hilo de sangre comenzaba a resbalar de la comisura de sus labios y descendía, con lentitud, por su cuello y su torso desnudo.
Su erección, ahora que se había alimentado de su sangre, había crecido. Llevó un dedo a los labios de Asmodeo y negó con la cabeza. —No digas nada. No voy a matarte. Simplemente tenemos formas distintas de experimentar placer, aunque también pueda usar esto —se señaló la entrepierna abultada con diversión y volvió a echarse sobre Asmodeo, colocando ambas manos a ambos lados de su cabeza, como si estuviese diciendo metafóricamente que no podría escapar. Para que el joven no tuviese miedo de él, Gilbert comenzó a besuquear de manera cariñosa pero pasional sus labios, sin parar.
—¿Te he asustado? —masculló entre beso y beso, mientras con una mano recogía el semen que podía del torso de Asmodeo y lo llevaba a la boca de éste. A Gilbert no le habría importado hacerlo en su propia boca, pero sólo podía ingerir sangre y un poco de vino. Cualquier otro líquido o sustancia le sentaría fatal. No creía el rubio que le mataría, pero prefería no experimentar. Introdujo los dedos manchados entre sus labios, asintiendo con la cabeza para que los lamiese, y luego siguió hablando, sin apartar la vista de sus ojos—. Espero que no digas nada de esto. Ahora que sabes qué soy, imagino que querrás saber mi historia.
Rodó los ojos encogiendo un hombro. Todos querían saber su historia tras saber que era vampiro. Pero antes tendría que deshacerse de aquella erección, aunque sonase desesperado u otra cosa por el estilo. Fue él mismo quien se quitó el pantalón y la ropa interior, estando ahora ambos en igualdad de condiciones: completamente desnudos. Volvió a sentarse sobre su entrepierna, mirándole desde arriba con una sonrisa pícara y, por culpa del hilo de sangre que seguía en su barbilla, cuello y torso, algo macabra.
Sin soltar su miembro, pero con cuidado de no mancharse de su semen, se lanzó contra su cuello, agarrándole la mandíbula con la mano libre para que no se separase. Lamió una de sus venas, que se le marcaba bastante, y luego hincó los colmillo en su piel, soltando un gemido cuando la primera gota de sangre tocó su lengua y su garganta, provocando un cosquilleo general por todo su cuerpo. Comenzó a sorber y lamer su sangre, con sus ojos tornándose rojos y todos sus músculos se tensaron, mientras bebía como si fuese a sacar las entrañas de Asmodeo. Pero le había gustado la forma en que el susodicho le excitó, así que no iba a matarle. Dio unas últimas lamidas en los orificios que sus colmillos abrieron, y luego se enderezó, quedando sentado de nuevo sobre su abdomen. Un hilo de sangre comenzaba a resbalar de la comisura de sus labios y descendía, con lentitud, por su cuello y su torso desnudo.
Su erección, ahora que se había alimentado de su sangre, había crecido. Llevó un dedo a los labios de Asmodeo y negó con la cabeza. —No digas nada. No voy a matarte. Simplemente tenemos formas distintas de experimentar placer, aunque también pueda usar esto —se señaló la entrepierna abultada con diversión y volvió a echarse sobre Asmodeo, colocando ambas manos a ambos lados de su cabeza, como si estuviese diciendo metafóricamente que no podría escapar. Para que el joven no tuviese miedo de él, Gilbert comenzó a besuquear de manera cariñosa pero pasional sus labios, sin parar.
—¿Te he asustado? —masculló entre beso y beso, mientras con una mano recogía el semen que podía del torso de Asmodeo y lo llevaba a la boca de éste. A Gilbert no le habría importado hacerlo en su propia boca, pero sólo podía ingerir sangre y un poco de vino. Cualquier otro líquido o sustancia le sentaría fatal. No creía el rubio que le mataría, pero prefería no experimentar. Introdujo los dedos manchados entre sus labios, asintiendo con la cabeza para que los lamiese, y luego siguió hablando, sin apartar la vista de sus ojos—. Espero que no digas nada de esto. Ahora que sabes qué soy, imagino que querrás saber mi historia.
Rodó los ojos encogiendo un hombro. Todos querían saber su historia tras saber que era vampiro. Pero antes tendría que deshacerse de aquella erección, aunque sonase desesperado u otra cosa por el estilo. Fue él mismo quien se quitó el pantalón y la ropa interior, estando ahora ambos en igualdad de condiciones: completamente desnudos. Volvió a sentarse sobre su entrepierna, mirándole desde arriba con una sonrisa pícara y, por culpa del hilo de sangre que seguía en su barbilla, cuello y torso, algo macabra.
Gilbert T. Rouché- Vampiro Clase Alta
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Re: Unexpected turns; +18 — Asmodeo
Al inicio no estuvo tan seguro de qué era lo que estaba sucediendo en aquel preciso momento, el clímax le había dejado en un estado completo de aturdimiento, con el cuerpo temblando de placer, con escalofríos recorriéndole por cada segundo, erizándole cada uno de sus vellos. Había obtenido tanto placer y con sólo una masturbada, ahora se preguntaba por qué el otro se detenía, por qué no le daba más, por qué no seguía, quién se creía al dejarlo deseando más. Por primera vez en su vida anhelo mandar al otro y apresurarlo a que le diera más placer, que le hiciera sentir más veces de esa forma, que le quitara la erección que aún conservaba porque sí, no estaba satisfecho para nada. La presión en su mandíbula no le molesto pues por un segundo pensó que aquello llevaría sólo al inevitable momento en que tuvieran sexo, tampoco le preocupo la lamida pues logro aumentarle los estremecimientos y la excitación. Ni siquiera la mordida le molesto hasta que realmente le pareció demasiado doloroso, sabía que con el tiempo se había vuelto un poco sadomasoquista pues habían unos cuantos clientes que no se inhibían con los prostitutos pero eso fue demasiado. Abrió los ojos sintiendo que algo iba muy mal y que un cansancio generalizado le invadía, pero igual no supo saber si era el placer que le habían dado o su mente ya pervertida pero le gusto hasta cierto punto.
Fue la imagen del otro la que realmente le alerto, le despejo la mente y le indico que las cosas se estaban volviendo ciertamente complicadas. Dos pensamientos se cruzaron por su cabeza y a decir verdad ninguno de ellos fue algo que cualquier otro en su situación llegaría a pensar. La primera era que el otro por fin daba a demostrar la edad que tenía, se veía más fiero, más atrevido, más emocionante, peligroso. Y la segunda era que le gustaba. Sí, la situación se estaba haciendo demasiado complicada.
Le observo en silencio mientras le cubría la boca de esa forma, le escucho riendo mentalmente ante esas palabras tan tontas pero curiosamente divertidas. Se mantuvo quieto, sin quitar su mirada del otro, entre hipnotizado y curioso. Recibió los besos, correspondiéndole al ritmo que le marcaban pero después le escucho la pregunta, provocando que sonriera recuperado de la pequeña hipnosis que tenía. Realmente el otro era alguien que valía la pena, había escuchado muchas historias pero en ninguna el vampiro parecía perdonarle la vida a su víctima, besarla dulcemente y después preguntarle si la había asustado. Eso no iba a llevarlo a un buen lugar, su acompañante era guapo, entretenido, divertido, sexy, peligroso, besaba bien, lo complacía y se preocupaba por él, empezaba a gustarle demasiado. Abrió un poco más la boca cuando sintió los dedos del otro cerca de sus labios y después empezó a lamerle los dedos, limpiándole el semen de ellos, moviendo la lengua lentamente por toda la longitud, paseándola en círculos, ensalivándolos bien. Se entretuvo en ellos hasta que de pronto le volvió a hablar.
-No seas tan engreído, Théodore- hablo por fin, tomando el brazo del otro como apoyo para alzarse y estar igual sentado, después de admirarle el cuerpo y sentir que su pequeño Asmodeo le palpitaba de nuevo con fuerza. Si era vampiro y era fuerte seguro que no lo iba a mover ni un centímetro y eso mismo paso, no lo movió pero sí llego hasta él. Paso su lengua por la sangre, limpiándole la que tenía en el cuello y la barbilla. -No me interesa tu historia- dijo empezando a besar su mejilla para ir a su oído. -Pagaste por sexo y eso es lo que tendrás. Así que apúrate a meter eso porque definitivamente debo comprobar si lograrás hacer que gima tan fuerte que hasta tus padres me escuchen- soltó una pequeña risa y entonces le mordió el lóbulo, jalándolo ligeramente. Sus manos se posaron en el trasero del otro, disfrutando del toque.
Fue la imagen del otro la que realmente le alerto, le despejo la mente y le indico que las cosas se estaban volviendo ciertamente complicadas. Dos pensamientos se cruzaron por su cabeza y a decir verdad ninguno de ellos fue algo que cualquier otro en su situación llegaría a pensar. La primera era que el otro por fin daba a demostrar la edad que tenía, se veía más fiero, más atrevido, más emocionante, peligroso. Y la segunda era que le gustaba. Sí, la situación se estaba haciendo demasiado complicada.
Le observo en silencio mientras le cubría la boca de esa forma, le escucho riendo mentalmente ante esas palabras tan tontas pero curiosamente divertidas. Se mantuvo quieto, sin quitar su mirada del otro, entre hipnotizado y curioso. Recibió los besos, correspondiéndole al ritmo que le marcaban pero después le escucho la pregunta, provocando que sonriera recuperado de la pequeña hipnosis que tenía. Realmente el otro era alguien que valía la pena, había escuchado muchas historias pero en ninguna el vampiro parecía perdonarle la vida a su víctima, besarla dulcemente y después preguntarle si la había asustado. Eso no iba a llevarlo a un buen lugar, su acompañante era guapo, entretenido, divertido, sexy, peligroso, besaba bien, lo complacía y se preocupaba por él, empezaba a gustarle demasiado. Abrió un poco más la boca cuando sintió los dedos del otro cerca de sus labios y después empezó a lamerle los dedos, limpiándole el semen de ellos, moviendo la lengua lentamente por toda la longitud, paseándola en círculos, ensalivándolos bien. Se entretuvo en ellos hasta que de pronto le volvió a hablar.
-No seas tan engreído, Théodore- hablo por fin, tomando el brazo del otro como apoyo para alzarse y estar igual sentado, después de admirarle el cuerpo y sentir que su pequeño Asmodeo le palpitaba de nuevo con fuerza. Si era vampiro y era fuerte seguro que no lo iba a mover ni un centímetro y eso mismo paso, no lo movió pero sí llego hasta él. Paso su lengua por la sangre, limpiándole la que tenía en el cuello y la barbilla. -No me interesa tu historia- dijo empezando a besar su mejilla para ir a su oído. -Pagaste por sexo y eso es lo que tendrás. Así que apúrate a meter eso porque definitivamente debo comprobar si lograrás hacer que gima tan fuerte que hasta tus padres me escuchen- soltó una pequeña risa y entonces le mordió el lóbulo, jalándolo ligeramente. Sus manos se posaron en el trasero del otro, disfrutando del toque.
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Fecha de inscripción : 17/07/2014
Re: Unexpected turns; +18 — Asmodeo
Por primera vez, a alguien no le interesaba su historia. Y con razón: Asmodeo era un prostituto y como tal tenía que darle placer. Y a Gilbert le gustaba tal idea. Soltó una sonrisa más al escucharle, estremeciéndose cuando le mordió el lóbulo de la oreja de tal forma. Se llevó una mano a su propio miembro, duro como una piedra, y se lo masturbó durante unos segundos para mantener la erección en su máximo esplendor. Giró el rostro para encontrarse con los labios de Asmodeo y los besó, como si no hubiese mañana. Los saboreó, reprimiéndose las ganas de moderlo y beber de la sangre que emanaría de ellos. —Quédate donde estás... —dijo contra sus labios, y se puso en pie, con cuidado de no caerse por la inestabilidad del colchón.
Al ordenarle quedarse sentado, su miembro quedaba a la altura de su rostro. El mismo Gilbert se lo agarró por la base y acarició los labios de Asmodeo con ellos. Quizá no era un top model ni un sex symbol, pero Gilbert sabía cómo seducir a los hombres gracias a los quinientos años de experiencia que tenía. Su glande recorría los labios del prostituto, y con un suave movimiento de cadera lo introdujo entre ellos. El contacto con su lengua húmeda provocó un pequeño gemido en el mayor, mientras posaba la mano restante en su propio abdomen, acariciándoselo lentamente. Soltó entonces la base de su miembro, dándole libertad a Asmodeo, pero posó esa mano en la coronilla del joven, por si necesitaba guiarle en sus movimientos.
Hacía bastante tiempo que no le ofrecían una felación, luego la disfrutó como nada en el mundo. Su cadera se movía de vez en cuando en forma de pequeñas embestidas contra la garganta de Asmodeo, o por ende su mano agarraba su pelo y le movía la cabeza durante varios segundos, pero por lo demás le dio bastante libertad. Su cuerpo flaqueaba de vez en cuando, mientras los gemidos llenaban la habitación que ocupaban. Sin duda, la calidad de los prostitutos de aquel burdel era excelente. Agarró a Asmodeo con ambas manos y le detuvo la cabeza. Abriendo algo más las piernas, comenzó a embestir contra su boca. No lo hacía con brusquedad, eso se lo guardaba para la penetración, pero se aseguraba que todo su falo quedase cubierto por los labios de Asmodeo, quería sentir aquellos labios carnosos rozar el levísimo vello púbico de su entrepierna.
—Digan lo que digan... nada mejor que un hombre para dar placer a otro hombre... nos conocemos más... —comentó divertido entre pequeños gemidos, y se detuvo en seco, sacando su miembro de su boca con mucha lentitud, excitado al ver la saliva que colgaba entre ambos. Le puso en pie, ambos ahora sobre el colchón, y le dio varios besos, saboreando su propio miembro en la saliva del menor. Se bajó del colchón, indicándole sólo con movimientos que se pusiese a cuatro patas, pero con el trasero en el borde del colchón.
Cuando lo hizo, le dio un azote en una de las nalgas y luego se las separó, observando su ano con una sonrisa más que viciosa—. Suplícame que lo haga, venga...
Al ordenarle quedarse sentado, su miembro quedaba a la altura de su rostro. El mismo Gilbert se lo agarró por la base y acarició los labios de Asmodeo con ellos. Quizá no era un top model ni un sex symbol, pero Gilbert sabía cómo seducir a los hombres gracias a los quinientos años de experiencia que tenía. Su glande recorría los labios del prostituto, y con un suave movimiento de cadera lo introdujo entre ellos. El contacto con su lengua húmeda provocó un pequeño gemido en el mayor, mientras posaba la mano restante en su propio abdomen, acariciándoselo lentamente. Soltó entonces la base de su miembro, dándole libertad a Asmodeo, pero posó esa mano en la coronilla del joven, por si necesitaba guiarle en sus movimientos.
Hacía bastante tiempo que no le ofrecían una felación, luego la disfrutó como nada en el mundo. Su cadera se movía de vez en cuando en forma de pequeñas embestidas contra la garganta de Asmodeo, o por ende su mano agarraba su pelo y le movía la cabeza durante varios segundos, pero por lo demás le dio bastante libertad. Su cuerpo flaqueaba de vez en cuando, mientras los gemidos llenaban la habitación que ocupaban. Sin duda, la calidad de los prostitutos de aquel burdel era excelente. Agarró a Asmodeo con ambas manos y le detuvo la cabeza. Abriendo algo más las piernas, comenzó a embestir contra su boca. No lo hacía con brusquedad, eso se lo guardaba para la penetración, pero se aseguraba que todo su falo quedase cubierto por los labios de Asmodeo, quería sentir aquellos labios carnosos rozar el levísimo vello púbico de su entrepierna.
—Digan lo que digan... nada mejor que un hombre para dar placer a otro hombre... nos conocemos más... —comentó divertido entre pequeños gemidos, y se detuvo en seco, sacando su miembro de su boca con mucha lentitud, excitado al ver la saliva que colgaba entre ambos. Le puso en pie, ambos ahora sobre el colchón, y le dio varios besos, saboreando su propio miembro en la saliva del menor. Se bajó del colchón, indicándole sólo con movimientos que se pusiese a cuatro patas, pero con el trasero en el borde del colchón.
Cuando lo hizo, le dio un azote en una de las nalgas y luego se las separó, observando su ano con una sonrisa más que viciosa—. Suplícame que lo haga, venga...
Gilbert T. Rouché- Vampiro Clase Alta
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Fecha de inscripción : 28/09/2014
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