La espada y el olivo || BORGIAS

por **Cesare Borgia** Mar Oct 07, 2014 8:20 pm

Oh Glorioso San Miguel Arcángel,
príncipe y caudillo de los ejércitos celestiales,
custodio y defensor de las almas,
guarda de la iglesia, vencedor,
terror y espanto de los rebeldes
espíritus infernales

Con las campanas sonando en lo alto anunciando los rezos evangélicos del clero, bajo enormes puestas de madera cerradas con chapas de oro y soltados custodiando las entradas a los majestuosos pasillos con ventanales y obras de arte que engalanan la casa de nuestro Dios en la tierra, a su vez dichos pasillos conducen a lugares y regimientos aún más “serviciales” a la palabra de Dios, lugares donde pocos podrían alcanzar la mirada por lo prohibido en magnificencia que desbordan dichos regimientos.

Allá oculta de la vista de todos y donde pocos clérigos se aventuran a cruzar sus pasos, los de uno van resonando por aquellas baldosas de mármol, lento en su andar pero firme a cada paso que da, la túnica roja siendo arrastrada, un crucifijo de oro y plata cuelga de aquel cuello moviéndose pegándose más a la túnica de rojo tinto como la sangre.

Humildemente te rogamos,
te dignes librar de todo mal
a los que a Tí recurrimos con confianza;
que tu favor nos ampare,
tu fortaleza nos defienda y que,
mediante tu incomparable protección
adelantemos cada vez más en el servicio del Señor

Una puerta se abre aquel hombre inclina su cabeza realizando una señal santa sobre sí mismo -Señor no soy digno de entrar-- ingresa y las altas estatuas de los ejércitos se muestran ante él con espadas en mano y con sus mayores dones la verdad, sus enunciados y sus glorias, la rama del olivo, camino pasando de cada uno de los arcángeles mayores hasta llegar a la mano derecha de los ejércitos de Dios, el arcángel Miguel, observó su espalda empuñada con el filo echando a los demonios al infierno y sus alas estendidas, su mano fiera y su mirada apacible –El hijo que da lo que necesita nuestro señor- -murmura el hombre tras de sí girando al cabeza para ver al otro arcángel mayor, Gabriel el ángel de la verdad y la enunciación –El hijo que hace lo que le pide nuestro señor-- una sonrisa se queda en aquel rostro pensando –Que somos entonces? El hijo que cumplo los deseos o el que da lo que necesita, quizás sea dos ¿Quién podría saberlo?- -sopesa sus palabras esperando que sea el mismo Dios quien le conteste a través del espíritu santo encarnado.

por **Lucrezia Borgia** Miér Oct 22, 2014 8:13 pm

Un dia la hija mayor le dijo a la menor:
- Nuestro padre ya esta viejo, y no hay en esta región
ningún hombre que se case con nosotras, tal como se acostumbra;
asi que vamos a emborracharlos y a acostarnos con el
para tener hijos suyos.
Genesis 19:31,32

Los dias parecen eternos, las noches infinitas para la única fémina reconocida por el santísimo padre Alejandro VI como suya y bendecida con el apellido Borgia; al permanecer los dias en aquella fortaleza destinada a las filas, miembros y ejercito de la santa inquisición, a los que por supuesto ella pertenece junto a sus hermanos y liderada en su mayoría por su padre.

Una vez mas deja los libros a medio abrir, los pergaminos regados por doquier. Es una servidora de dios y aun asi peca cada dia, a cada hora por su hambre de conocimiento. Deja atrás toso aquello que la asombra y fascina par buscar un poco de consuelo en el exterior. aquel dia debe ser distinto, sabe que lo sera, sus pies la dirigen hasta el salón de los arcángeles en donde su mirada y labios sonríe al ver al mayor de sus hermanos, asi por igual al que mas ama. se desliza a pasos silenciados escuchándolo hablar.

– Somos aquellos que poseen libre albedrío y hacemos enfadar mas a nuestro señor dios padre ... querido hermano– su cabeza se mueve un poco ladeandola acercándose a él a llamando su atención corriendo a abrazarlo –Cesare– el nombre del susodicho espaca sin permiso alguno de los labios carnoso y rosas de la pequeña hermana de aquel que abraza –Me alegra verte, tiene días que no nos encontramos. ¿Has estado ocupado?– acaricia cariñosa el contorno del rostro masculino –Nuestro señor dios padre no creo que pueda tomar el tiempo para responder aquellas cuestiones que agobian tu pensamiento, hermano. Él siempre esta ocupado– señala con la mirada no de los murales adornado con ángeles y el espíritu de Jesús en medio de ellos. Las celestes pupilas regresan a él y la mirada de adoración de la joven rubia es inequívocamente innegable.

Si, puede que no tenga el porte de una niña, ni el carácter, ni mucho menos las osadas decisiones que se aventura a proponer a los altos mansos pero junto a sus hermanos, sobre todo aquel favorito que le acompaña, es inviable que se comporte como una pequeña.

por **Cesare Borgia** Sáb Dic 27, 2014 6:20 pm

Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

Entre el cielo y la tierra no hay nada oculto y para los ojos del señor nada se puede borrar de los corazones de los hombres y mujeres cuya lectura es tan fácil que hasta el mismo ser humano podría, gracia que algunos lo logran por eso alcanzan el poder máximo en esta vida y sirven a nuestro señor en sus propósitos, divinos y terrenales.

En el silencio de aquel salón los pensamientos se escuchan completamente, incluso el respirar latente de un corazón que se oculta tras una sotana de color rojo, una embestidura que para su dueño no significa más que estar lejos de sus verdaderos deseos, los mismos que se reflejan en sus recuerdos, recuerdos de años atrás cuando aún era un simple sacerdote y no un cardenal como lo es ahora.

¡Apariencias, por el bien de la familia!

Con la túnica oscura y esos ojos azules que observan a las impávidas estatuas anhelando poder oír la voz del mismo Dios en la tierra hasta que la dulce melodía del canto del mayor de los ángeles le despiertan de aquella ensoñación con una frase que es todo lo que pedía y rezaba a los grandes cielos claros, la contestación a su plegaria que se ve reflejada en el cuerpo de una pequeña dama de cabellos rubios que corre a toda prisa y que es recibida por los brazos abiertos de su eminencia, que cuando la cubre gira con ella dos veces riéndose, aspirando el dulce aroma de su pequeña hermana.

-Oh mi amor, has llegado, ¿cuándo? Por qué no me avisaste- ríe abrazándola más fuerte para a los segundos separarse tomándole de las mejillas con ambas manos, la sonrisa no se borra de aquel rostro santo, que acerca su nariz a rozar con la de ella envolviéndola nuevamente en sus brazos -He estado ocupándome de algunas cosas que son necesarias en los hábitos de un cardenal, pero tú mi amor has estado lejos, como te ha ido, quiero saberlo todo - un beso, es todo lo que sella aquellas palabras, el beso de amor fraterno que se envuelve en los rizos rubios de la joven Borgia.

«Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
"Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades."

Una risa suelta Cesare separándose de su hermana para tomarle del brazo caminando por aquel enorme lugar señalándole las estatuas para que observe a los ángeles en piedra -Querida Dios está ocupado velando por tu felicidad y bien por eso esto yo aquí, rezando para que así sea siempre, pero de vez en cuando suele hablar conmigo sobre todo cuando estoy cuidando de mis palomas aquel símbolo de paz para sus hijos- toma la mano de la pequeña dejando un beso en su dorso -O es que no quieres que cuide de ti y tu felicidad Lucrezia- el nombre que envuelve la lengua santa resuena como una llamado de pecado y con esa sonrisa y ojos que no se apartan de la fillia del papa y de dios.

por **Lucrezia Borgia** Jue Ene 08, 2015 8:09 pm

Y dios le contesto en el sueño:
“Yo se muy bien
que lo hiciste de buena fé.
Por eso no te deje tocarla,
para que no pecaras contra de mi”
Genesis 20:6

Fuertes brazos la protegen en un arrumaco cariñoso, tan típico en ambos cada que les es permitido algún encuentro casual o predestinado, mal visto por la sociedad, eso jamás cambiara. No importa pues todas las joyas del mundo, ni los mejores vestidos, ni la telas más exquisitas al contacto de aquella blanquecina y delicada piel se pueden comparar con lo que aquel simple pero significativo gesto le provocan regocijando su cuerpo y mente.

–No hay mucho que contar, lo sabes, se que lo sabes absolutamente todo lo que me rodea – acusa acariciando nuevamente el rostro de su hermano. Sus labios no pueden evitar curvarse en una sonrisa por el simple hecho de estar a la do de él, acercándose acariciando con la propia la nariz de su consanguíneo –Deseo que haga lo que bien le plazca eminencia y admito que sonare pecaminosamente ególatra – aprieta fuerte la mano de aquel acercándola a su mejilla –Pero si aquel que es favorito de Dios vela por mi felicidad no tengo que preocuparme por nada, ya que es este mismo el que provee de mi más felices momentos en la vida – toma ambas manos del cardenal jalándole, dando una vuelta sonriendo nuevamente, siempre es así, siempre sonríe para el de aquella forma especial hasta que aquella terrible noticia de la que se ha enterado de la forma menos idónea se presenta en su curiosa mente –Cesar… Pretendía visitarte en casa de nuestra madre para tratar un tema delicado que incumbe a nuestro padre y su posición en España… – permanece un momento en silencio y aquella felicidad que le rodea e ilumina pasa a segundo termino–Es sobre María Enríquez de Luna… – mencionar a la conyugue de su otro hermano cambia la atmosfera. –Pretendo entrometerme y desearía saber… Cesar… Juan es un maldito animal con ella… – suspira, pues no es la primera vez que ejerce de manipuladora, no es su naturaleza, sin embargo esta en su sangre.

Mira a aquel se encuentra a su lado, una larga sotana del tono de la sangre le viste, los claros ojos de una alma valiente y justa, un servidor del dios benevolente y amoroso que le permitió tener vida a todos los humanos y seres vivos de la tierra… aquel que ama en secreto… aunando otro pecado a su larga lista si es posible.

Se aferra fuerte a su mano y aquel impulso imprudente le hace abrazarle nuevamente refugiándose en aquel al único que no le da pena mostrar su mortal e indigna alma. Su hermano es un cardenal, aquel otro con el que comparte sangre es un malnacido desgraciado, su madre cariñosa y la mas hermosa cortesana que visitara el lecho papal mientras que su padre el mismo papa, el mensajero y porta vos del mismísimo Dios... mientras que ella... ¿Ella que papel representa en esta farsa?

por **Cesare Borgia** Miér Ene 28, 2015 7:46 pm

“Todos los cambios, aún los más ansiados, llevan consigo cierta melancolía; porque aquello que dejamos es una parte de nosotros mismos: debemos morir una vida para entrar en otra.”
―Anatole France―

“Santa maría virgen, apiádate de mi alma pues esta senda no conozco y temo a la perdición de mi ser, no me dejes caer, no dejes que sufra pero sobre todo no me apartes de la petición de tu hijo primogénito, antes muerto que faltarle.”

Entre tanto aquel que solo miraba y contenía al pequeño retoño de cabellos rubios a sus brazos como en antaño, su mentón reposando sobre la cabeza jovial de esta, sus dedos desenredan las hebras de oro hasta sentir aquellos pómulos suaves junto a la candidez de los labios que acompañan aquellos pozos de mar, tan claros como el mismo cielo que los cobija cada día, es la viva imagen de la perfección santa libre de pecado y manchas de corrupción.

Ver a tus hijos detrás de las apariencias,
como los ves tu mismo,
para así poder apreciar la bondad de cada uno.

Y así podía pasar por todo el rato con el coro de ángeles de presentaba su consanguínea, aquella mujer que con su sonrisa le alegraba cada mañana, aunque en algunas ocasiones esa dicha se volvía amargura cuando as lágrimas se hacían presentes. No bastó ni segundos para que la pequeña consentida de su eminencia revoloteara cual ángel alrededor de él y por el lugar, le fascinaba simplemente bello. Atrapa a su bella paloma entre los brazos pero se escapa algo que dibuja en Cesare la sonrisa de la magnificencia. Mas toda felicidad no dura mucho y más para un Borgia cuyo interés patriarcal está por encima del filial.

Silencio, un silencio otorgador inunda el lugar, se revuelve en la cercanía de su hermana con una postura más seria, los ojos se posan sobre los de su hermana, cambia el rumbo de sus pasos por el sendero que le conduce a la puerta, no la alcanza solo conquista la mitad y sus pies se detienen en seco girando para volver en su ruta a su hermana tomando de las mejillas para dejar un beso en la frente, la frustración se apodera de él. –Sabes que Juan no es precisamente una fuente de virtud, mi ángel, no siempre es una bestia el hombre en algunas ocasiones es gracia a los impulsos, hasta el más culto y recto se puede volver una bestia cuando han tocado algo valioso para él o han despertado ese impulso de protección o ira, hay que ser más específicos en cuanto a la bestialidad de los seres humanos, mi ángel – busca esquivar el tema que concierne al matrimonio de sus hermanos –No, no es una bestia, nuestro hermano, algunas veces pierde la razón con la bebida y las mujeres y una que otra noche se le ha pasado las manos – a sabiendas de lo que podía ocasionar sonríe –Pero eso no te ocurrirá a ti mi ángel, jamás – tensa la mandíbula levemente pero la oculta con una risa –No te metas mi ángel, podrías levantar la furia de Padre si se entera que andas haciendo de las tuyas y podría castigarme enviándote algo lejos de los estados papales, mejor dejemos esto entre nosotros, nunca le preguntes a él – extiende la mano a su hermana para dejar por terminado el tema del matrimonio de su hermano sobre todo porque la cónyuge de este no es el del agrado de Cesare.

por **Lucrezia Borgia** Sáb Feb 07, 2015 9:36 pm

Pero Lebán le contestó:
“-Por favor, quédate conmigo.
He sabido por obra divina que el
Señor me ha bendecido por medio de ti.”
Genesis 30:27

Fuertes brazos la protegen. No puede ir en contra de su hermano mayo, no con la decisión plasmada en su rostro y el filo corte de su autoridad acariciarla como las mas suave, sublime e indefensa caricia que un hombre puede regalar una dama de tan corta edad. –Sabes que Juan dejo de ser aquel que conocíamos hace muchos ayeres... tu lo sabes... yo lo se al igual que todos aquellos que nos rodean, aquellos que no lo hacen y aun así se habla de él... sin embargo no me atreveré a ir en contra de tus deseos incluso aunque desee con todo mi fervor ayudar a María Enríquez de Luna. – una ves mas abraza a su hermano, tan fuerte como su delicado cuerpo se lo permite pegándose cuanto puede, tan rápido e imprevisto que a penas dura unos segundos su impulso.

Tomando las manos de su eminencia con fuerza, le mira con la tormenta a punto de desatarse en su suave mirada azulada, entrelazando los dedos con lo de él en delicada caricia, baja la mirada junto a su rostro al depositar un puro y casto beso –Cesare... mi amor por ti es de igual magnitud que aquel que sientes por mi hermano– un suspiro escapa de los jóvenes labios temblorosos de la mas joven Borgia –Puede que peque al afirma tal imberbe pensamiento de ti hacia mi y aun asi me atrevo a mantener lo dicho en firme... pero – sin soltarle de las manos al ponerse de puntas para acercarse al rostro masculino, deslizando su manos por el cuello de aquel inclinando y logren se toquen ambas frentes –Se que puedes protegerme do todo el mundo humano y mortal, aquel al que no pertenece padre ni dios... pese a que seas su hijo predilecto y siempre seas favorecido... dime ¿Cuanto tiempo podrás sosegar al Vicario de Cristo para que no me aleje de tu lado? Temo el momento que llegue.– Sabe que sus palabras no son vanas y desagradable es manchar el momento con tan ingratos pensamiento o actos que no puede retener en sus pensamiento –Juan me ha dicho que padre esta viendo candidatos que le convengan para entregar mi mano en matrimonio en los próximos meses... Cesare... Yo deseo quedarme a tu lado.– la mirada de ella se pierde en la de el antes de seras por un momento los parpados.

Nueve primaveras mas joven que su eminencia hacen a la pequeña fémina Borgia dudar y temer de su porvenir, no solo es saber que papel debe desempeñar en todo el plan que su progenitor tiene para ella, no solo es el que Dios desea para ella también aquel que ella misma desea tener y el que realmente se pondrá en marcha y sucederá –Me veo perdida gimiendo y llorando en este valle de lagrimas al no comprender mi razón de ser mas haya de ti hermano. – explica por ultimo a su mayor sin moverse un milímetro.

por **Cesare Borgia** Sáb Feb 28, 2015 8:48 pm

Sancte Michaël Archangele, defende nos in proelio ut non pereamus in tremendo iudicio.

Oh San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla para que no perezcamos en el tremendo juicio.

Incontables veces y numerosas ocasiones su eminencia había evitado el tema que tanto mal le causaba, su padre se lo había advertido que pronto llegaría el día sobre todo para tener los votos necesarios en el concilio papal a futuro, las benditas y mal intencionadas alianzas con los reyes suponía que su pequeño colibrí tendría que marcharse a los brazos de alguno de ellos. Cuantas veces no lo imaginó, siendo él quien propicie la boda, siendo el que lleve a su cordero al sacrificio de la crucifixión.

Aquel salón de arcángeles, lugar sacro santo para aquellos hombres que han elegido el camino de la santidad y celibato, era el santuario para los pensamientos y ahora se convertía en un lugar para profesarse promesas que no se podrían cumplir, o quizás sí pero no en su momento. Sin importarle si algún miembro de su cuadrilla de inquisidores ingresaba, abrazó fuertemente a su hermana. El cardenal la tomó entre sus brazos dejando que la cabeza de ella descansar entre el pecho y su cuello, su diestra se posó sobre los cabellos de ella para así evitarle que vea aquel rostro enfurecido que no acompañaba a sus palabras.

–Mi amor, sabes que haré todo lo que esté en mis manos para evitarte ese calvario, para alejar de ti esa cruz que tanto pesa, pero si no lo logro sabes que somos Borgia y los Borgia hacemos lo que sea por la familia Borgia– un profundo suspiro aparta a centímetros a su hermana tomando con ambas manos el rostro de ella y con un beso sobre sus labios sella su promesa, con dolor y pesar.

Tú que eres llamado consolador,
don del Dios altísimo y Señor,
vertiente viva, fuego, que es la caridad,
y también espiritual y divina unción.

Aquel beso no fue de segundos, fue un beso que apremió los labios de la pequeña Borgia entre los de él sin mover ni un musculo más, solo ambos labios unidos por varios segundos hasta que él mismo se obligó a romper aquel sello de “amor fraternus”. Las palabras de Lucrezia hacían mella en su cabeza porque muchas de ellas eran ciertas; ¿Cuánto tiempo podría alejar a los pretendientes de su hermana? ¿Por cuánto más podría persuadir a su padre de que era muy joven para una boda? ¿Cuánto más soportaría el tenerla lejos a su único amor?. Preguntas y todas tenían una misma respuesta. No por mucho, aunque lo intentase al final su padre ganaría. Aun así se arriesgaría.

Se dejó caer frente al arcángel miguel todo poderoso con su lanza enviando a los infieles al infierno, digno arte para sus pensamientos y deseos no propios para su eminencia.

Nuestros sentidos has de iluminar,
los corazones enamorar,
y nuestro cuerpo, presa de la tentación,
con tu fuerza continua has de afirmar.

Extendió su mano para llamar a su pequeño cordero inocente –Lucrezia, aquí y ahora, en este lugar y bajo los ojos de miguel y de Dios mismo te diré un secreto. Solo un Borgia puede amar a un Borgia– sonrié con aquella sonrisa enigmática seduciendo a la pequeña a Lucrezia.

-Mi amor por ti es tan grande que ni aun casada dejaré que te hagan daño, aun cuando por mis manos no pueda impedir tu unión con algún lord o rey, no dejaré de estar cuidándote hasta el último de mis días tú serás mi pensamiento mi amor. Siempre estaré para ti y aunque estemos lejos– aquel pensamiento fueron puñales a su corazón con clavos metiéndose en él para desangrarlo –Mi amor, sabes que te alejaran de mi quieras tu o no quiera yo que lo hagan, pero quizás si te consagras como monja no te alejen tanto de mi lado, quizás puedas quedarte siempre a mi lado, ¿no has pensado en tomar los hábitos Lucrezia? Te quedarían bien, ayudando a los demás podrías incluso así ayudar a nuestra cuñada– ríe imaginando a su hermana tomar los hábitos pero sabe que eso sería imposible, su padre no lo permitiría, mientras ambos, mejor dicho, mientras siga Rodrigo Borgia como padre de ellos seguirán haciendo su voluntad.

por **Lucrezia Borgia** Lun Mar 02, 2015 12:15 am

“Mira, yo enviaré a mi ángel delante de ti,
para que te cuide en el camino y te lleve al lugar
que te he preparado. No te alejes de el;
obedécelo y no le seas rebelde, porque él actúa
en mi nombrey no perdonara los pecados
de ustedes”
Exodo 23:20

No solo es una caricia, no es solo un simple acto de protección de un hermano que rodea nuevamente con brazos protectores a su pequeña hermana antes de atrapar entre sus fuertes manos el angelical rostro y tomar de aquellos castos labios un beso que dura mas de lo permitido entre hermanos. ¿Qué es aquello que escapa flotando, formándose entre ambos en el cálido y enérgico arrebato entre sanguíneos? es tal la impresión y desasosiego que su rojos labios tiemblan ante la necesidad de continuar... es separada sin permitirse corresponder. Ahora sus labios tiembla completamente rojos mientras él se aleja.

Toca los rosáceos sonrojada como una manzana prohibida a su eminencia que solicita su delicada mano en auxilio por lo que acaba de suceder –Acaso... Cesare ... acaso no – Caóticos y pecaminosos pensamientos se arremolinan impidiéndole pensar claramente, sin embargo al ver a aquel tan inquieto. Mordiendo sus labios toma la mano de Cesare –¿Quien acordara el disentino que mi corazón siente en este momento?... ¡Oh hermano! Te suplico seas tu aquel que negocie mi dote, e pues ambos sabemos que tus pasiones son intensas en cuento a nuestra familia – los ojos se vuelven lacrimosos y su agitada respiración se refleja en su pecho –Se dice de mi, que soy Lucrezia Borgia, el escándalo de Italia así como su envidia, se que padre desea que pronto me vuelva la princesa de Aragon y quien sea que se interponga en mi felicidad se enfrentara a la furia de su eminencia Cesare Borgia... ¿Es acaso eso verdad? pues lo llegue a dudar, ahora no dudare jamas de ello tus labios me lo han confesado en una promesa silenciosa que es verdad – es ella esta vez quien intenta dar consuelo a su poderoso mensajero de dios –Nosotros somos la nos sagrada familia, el mundo no puede contra nosotros pero nosotros mismos no podemos ir en contra de los deseos de nuestro santo padre pues es lo único que el tiene con seguridad hermano... ¿Eres mi hermano? ¿El hermano que me ama? y se que tu mas que nadie comprende que los votos que me convertirían en monja no se me serian permitidos, incluso la mas mínima insinuación seria reprobada– lo mira esta vez a hincándose a sus pies acunando su rostro entre las delicadas y blanquecinas manos –Te amo Cesare Borgia y no permitiré que promesas se hagan solamente a mi. Aun desposada te seguiré amando solo a ti– No para de sentirse tentada ¿Porque, porque ha venido la tentación presentandosele en la figura de su hermano?

Tan impura es que solo tiene ojos para su hermano. A pecado en contra de dios, de su padre y de todo aquel incluso en contra de Cesare. ¿Como a permitido ensuciar de tal forma a su hermano? Al que mas ama y por el que ella es mas devota. –Perdóname Cesare, juro por dios padre, hijo y espíritu que... que no volveré a tentarte... – es ella quien obsequia un sutil rose de labios al provocar un crimen a su hermano, un Borgia, un cardenal, un príncipe de la iglesia.

Se aleja levantándose, tocar sus cálidos labios apenas tocados por los ajenos, mirando con adoración a su consanguineo –Es momento que me retire hermano... No te atormentes con lo sucedido. Es mejor que solo olvidemos.– Se aleja un poco de su sanguíneo, no pretende pensar en lo acontecido... no pensar en su ángel ahora pecador.

por **Cesare Borgia** Miér Abr 15, 2015 8:40 pm

En todo tiempo ama el amigo, y es como un hermano en tiempo de angustia
Proverbios 17:17

El coro de ángeles que antes daban la inspiración a su excelencia ahora se había acallado, tan lejos veía al espíritu santos que no tuvo palabras alguna para expresar a su hermana, sus ojos se posaron sobre ella al verla partir con esa sombra oscura sobre su ser ¿por día ser posible todo lo que auguró la princesa de los Estados Papales?, en parte sí, porque por la felicidad de su sorella él era capaz de hacer lo que fuera hasta el punto de empuñar un arma contra quien sea que le haga algún mal, pero, ¿si el mal viene de la misma familia?. Aquella inocencia presencia alejándose a pasos lentos, le invitan a acercarse a ella tomándola del brazo para recargarla sobre su torso, un abrazo donde sus manos se posan en los rubios cabellos de su fraterna, la barbilla en su cabeza y sus dedos presionando la nuca para acercar más aquel rostro a su corazón, las palabras aun no pueden salir pero el calor con el que la rodea antes de tocar la puerta y marcharse para siempre de su lado.

–Mi amor, no hay nada que no haría por ti para demostrar mi pasión y amor a nuestra familia y a ti mismo– tomó aquel rostro entre sus manos para que lo vea a los ojos rozando la nariz contra la de ella y una sonrisa que promete no decir nada de lo que ha pasado o pase entre ellos, la confianza y el amor fraterno –Mi amor, solo un Borgia puede amar a un Borgia, jamás lo olvides– sin dejarla respirar aun toma esos labios en un beso donde se chocan solamente los labios, la fuerza y la pasión desbordada con el cariño de la sangre, la sostiene de la nuca para evitar que se separe de él haciendo aún más violento el beso y antes de que alguien los irrumpa él mismo le permite separarse para besarle la frente –Príncipes vendrán a pedir tu mano a nuestro padre, reyes querrán tener a la más hermosa de todas las mujeres en su corte pero no habrá hombre alguno que te llegue a los talones, porque eres Lucezia Borgia hija de Alejandro Borgia y hermana de Cesare Borgia, tu destino es la grandeza, las mujeres te envidian y los hombres te desean por ello buscan lastimarte pero antes deberán pasar por encima de mí para siquiera tocar uno de tus cabellos– con el rostro lleno de sinceridad la miró para que ella se viera en sus ojos y los propios –Lucrezia, debes partir, pero no por el hecho de lo que ha pasado aquí, si no por el hecho que debes viajar a París, necesitas una experta y asidua bibliotecaria y quien mejor que la hermosa Lucrezia Borgia para ello, además así te mantendré a salvo unos días de lo que ocurre dentro de la santa iglesia y de las mismas filas de los inquisidores un pecado que no es del todo pecado, pero no olvides que aquí está tu corazón, y siempre velaré por ti incluso frente a los deseos de nuestro padre, porque tu felicidad me es más importante que los deseos de nuestro amado progenitor– esa última frase la susurra conforme la va soltando para que parta de su lado. Quería alejarla de él, mantenerla a salvo de él pero sobre todo que recuerde que solo entre los dos podría haber ese entendimiento y amor propio, porque la tormenta aún no ha pasado y él tiene claro lo que desea.

Sorella = hermana

por **Lucrezia Borgia** Dom Mayo 24, 2015 7:45 pm

“Mira, yo enviaré a mi ángel delante de ti,
para que te cuide en el camino y te lleve al lugar
que te he preparado. No te alejes de el;
obedécelo y no le seas rebelde, porque él actúa
en mi nombrey no perdonara los pecados
de ustedes”
Exodo 23:20

Un arrebatado acto prohibido que enardece el alma más pura deseando mas de aquello que jamás podrá ser del todo de ella, no, injusto pero no se aleja, todo lo contrario, aferra con fuerza sus manos al manto rojo sangre que viste a su hremanos, a sus carne, a sus sangre compartida tocándose en aquel momento en aquella provocadora y fuerte demostración de amor pero siempre, siempre prohibida y mal vista con toda razón de ser –Cesare… – susurra con las lagrimas amenazantes a escapar de sus hermosos ojos celestes. –No permitas ni llames a lamentaciones por mi futura e inminente desgracia al ser desposada… no mas Cesare no deseo mas hablar de aquello que agobia mi alma al saber tu quien es el dueño de mi ser– suplica en agonía contra los labios de su hermano.

No es suficiente con lo sucedido, ahora debe alejarse al ser enviada a fuera de la protección de su padre y su amado hermano, aborrece su desdicha, se siente caprichosa y desea armar una revolución y pese a que su alma se siente desconsolada, no se permite flaquear. Sus pasos la alejan, regresando por donde ha llegado horas antes viendo a su ángel guardián no sin antes agregar con voz firme pero la fragilidad reflejada en su mirada, un secreto que solo su amor podrá descubrir –Me iré Cesare, pero no pesara en mi alma un pecado que no cometimos y mucho menos permitiré que afecte los celos y habladurías de lo que todos cree, señalan y juzgan sin comprender lo que sucede entre nosotros… Partiré sin juzgar tus decisiones pues eres mi ángel guardián, un príncipe de la iglesia cerca de dios pero sobre todo eres mi hermano, mi hermano mas querido, mi hermano aquel que comprende mi amor incondicional hacia ti de la misma forma… Repito, no juzgare ni replicare os se que tus motivos tendrás para alejarme de ti y romper mi corazón al mantenernos separados. – cerrando los ojos rememora el cálido beso obsequiado hace unos momentos. Al abrirlos y mirar a Cesare nuevamente un extraño brillo refleja estos- Abraza a su eminencia, acaricia su mano y besa el anillo de gema roja antes de acariciar con el dorso de la masculina mano su rostro –No me olvides Cesare… – solicita antes de dar la espalda regresando por el camino que han trazados sus delicados pasos hace varias horas atrás.

Dolerá, dolerá estar lejos de Roma, de su madre, de su pequeño hermano, de los caprichos y sabias decisiones de su padre, el emisario de dios, el santo padre, pero sobre todo, se sentirá sola al estar lejos de Cesare porque no conoce mas, solo su amor y el miedo de acercarse a ella. Un suspiro aleja el miedo y dolor. Es una Borgia, la única Borgia y solo en este momento mientras baja por las escaleras comprende uno de los muchos motivos que tiene en la vida… Si Juan puede hacer libremente su voluntad sin consecuencia alguna al igual que su eminencia y el santo padre, ella también lo hará, a su forma, a su plena conveniencia pero principalmente sin que parezca que ella está moviendo los hilos invisibles del destino de aquellos que la rodean.

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